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Estela Serret y Jessica Méndez Mercado<br />
término feminismo para referirse a las luchas<br />
que reivindican la igualdad de las<br />
mujeres. Así, el feminismo socialista se va<br />
a distinguir por exigir el amor libre para<br />
ambos sexos, proclamar la libertad sexual<br />
de las mujeres, criticar la doble moral que<br />
permite en la conducta de los hombres<br />
actitudes que reprocha en la de las mujeres<br />
y criticar el matrimonio burgués como<br />
institución que esclaviza a las mujeres,<br />
entre otras cosas. Es importante señalar que<br />
este planteamiento es el primero que liga<br />
de manera concreta la autonomía de las<br />
mujeres a su propia persona y, sobre todo,<br />
a su propio cuerpo.<br />
Así, a lo largo del siglo xix y durante las<br />
primeras décadas del xx el feminismo se desarrolla<br />
como un movimiento político centrado<br />
en la obtención de derechos para las<br />
mujeres, en concreto la obtención del voto<br />
por parte del movimiento sufragista, y en<br />
una reconsideración de las relaciones personales<br />
entre los sexos en el caso del feminismo<br />
impulsado por el socialismo clásico.<br />
Después de la Primera Guerra Mundial<br />
en la mayoría de los países occidentales las<br />
mujeres ya han obtenido el derecho al voto.<br />
Entonces el feminismo se encuentra con la<br />
dificultad de replantearse a sí mismo y sus<br />
demandas. Se diversifica de maneras que<br />
corren paralelamente. A partir del periodo<br />
de entre guerras, comienza una nueva etapa<br />
del feminismo, ahora de corte más académico-intelectual,<br />
que les permite a las feministas<br />
explicar por qué, a pesar de haber<br />
alcanzado un nivel de educación parejo al<br />
de los hombres y un avance en la igualdad<br />
formal, que se caracteriza por el reconocimiento<br />
de muchos derechos en las diversas<br />
leyes (aunque este reconocimiento formal<br />
aún no es tan general como se cree), sigue<br />
existiendo el sometimiento social de las<br />
mujeres. Desde las primeras décadas del<br />
siglo xx aparecen investigadoras de diversas<br />
disciplinas que tratan de comprender<br />
por qué, si todas las sociedades tienen<br />
grandes diferencias entre sí, en todas ellas<br />
está presente la subordinación social de las<br />
mujeres. Una de estas investigadoras es la<br />
antropóloga estadounidense Margaret<br />
Mead, quien publica en 1935 un libro titulado<br />
Sexo y temperamento en tres sociedades<br />
primitivas, en el que, comparando tres tribus<br />
distintas, descubre que las características<br />
que se atribuyen “por naturaleza” a<br />
mujeres y hombres varían considerablemente<br />
de una a otra. Observa, por ejemplo,<br />
que en un pueblo tanto hombres como<br />
mujeres asumen características que en Estados<br />
Unidos se considerarían femeninas,<br />
como la suavidad, la dulzura y el cuidado<br />
de las criaturas. En el siguiente pueblo, en<br />
cambio, mujeres y hombres se comportan<br />
con rudeza, agresividad y frialdad, las que<br />
para la sociedad occidental actual serían<br />
características masculinas. En un tercer<br />
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