09.01.2015 Views

La sombra del amor - Publicatuslibros.com

La sombra del amor - Publicatuslibros.com

La sombra del amor - Publicatuslibros.com

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

a poco y año tras año, me fui haciendo mayor, encerrado en mi propia soledad, que se<br />

acrecentó cuando murió mi padre.<br />

Hacía unos días que había cumplido los dieciocho años. Mi padre se había<br />

ido en busca de espárragos, pero nunca volvió. Lo encontraron despeñado en un<br />

barranco, con el cuello roto y una gran brecha en la cabeza. <strong>La</strong> muerte de mi padre fue<br />

muy misteriosa porque nadie pudo <strong>com</strong>prender cómo, un hombre que conocía la<br />

montaña <strong>com</strong>o la palma de su mano, había podido caerse por aquella sima.<br />

Desde que aprendí a leer, mi gran afición, en las largas tardes <strong>del</strong> verano,<br />

era devorar libros. Me sentaba, con la silla retrepada sobre la pared <strong>del</strong> porche, y de<br />

esta forma conocí a los más variados personajes de la ficción literaria, de cuyas<br />

aventuras quedaba fascinado. De tanto leer, ausente de cualquier otra sociedad distinta<br />

a las que se me presentaban en los libros, empecé poco a poco a salirme <strong>del</strong> ambiente<br />

de mi montaña para sumergirme en otras situaciones que mi imaginación me exhibía<br />

<strong>com</strong>o nuevas realidades. Así aprendí a jugar con mi fantasía. Así, no sólo conocí otros<br />

países distintos, sino que pude vivir otras costumbres, identificarme con sus gentes, y,<br />

aún más, fabricarme vidas paralelas en todos los confines <strong>del</strong> mundo; fui chino en<br />

Shangai, Pekín y Hong Kong; monje en el Tibet; recorrí el Mississippi; fui gladiador y<br />

mosquetero; esclavo y emperador; cortesano en todas las cortes <strong>del</strong> mundo.... Mi<br />

imaginación no conoció límite alguno para encarnarme en cuantos personajes me<br />

mostraban los cuentos y las novelas que yo leía ávidamente. No era una encarnación<br />

fantasiosa, era real. Tan real <strong>com</strong>o el antipaisaje que me rodeaba, tan real <strong>com</strong>o mis<br />

propias ansiedades. No sé por qué mecanismos de mi imaginación, los protagonistas<br />

de mis lecturas tomaban mi cuerpo y yo sus pensamientos. No puedo explicar por qué,<br />

las nubes de la montaña se disipaban y al mismo tiempo aparecía, con suavidad, sin<br />

sobresaltarme, ante mí, la Venecia de los mil canales, con sus edificios duplicados en<br />

sus aguas; o las calles estrechas y recoletas, blancas de cal, con sus palacios y sus<br />

mezquitas, de la antigua Bagdad; o se empinaban imponentes las moles de hielo y los<br />

lagos – entre azules y verdes –, las montañas de frondosos bosques, de la Noruega de<br />

Peer Gynt.... El paisaje cobraba una realidad inusitada surgiendo desde la nada <strong>com</strong>o<br />

un mágico espejismo, <strong>com</strong>o un milagro que la naturaleza obraba sólo para mí.<br />

Ante esos acontecimientos, jamás me pregunté si mi pensamiento<br />

desvariaba, si había perdido la razón debido a mi monótona y prolongada soledad. No<br />

me cuestioné la realidad de mi cordura, <strong>com</strong>o tampoco debatí la otra realidad que<br />

cotidianamente se presentaba ante mis ojos, absurda, aburrida y gris. Mi vida estaba<br />

<strong>La</strong> <strong>sombra</strong> <strong>del</strong> <strong>amor</strong> Antero Jiménez Antonio 6

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!