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17:30, Corniche Park, Abu Dhabi.<br />
Ha llegado el momento, por lo visto, somos varios los que vamos a hablar<br />
aquí hoy, y estamos sentados en una mesa de u<strong>no</strong>s cinco metros. A la izquierda<br />
de todo está el imán, Ibrahim Ezzedin, Al Nahyan, su esposa, a su lado un tipo<br />
que <strong>no</strong> co<strong>no</strong>zco, después el Califa Al Mubarak, y luego yo, con un traductor<br />
simultáneo a mi derecha. Valle <strong>no</strong> está, tiene un par de semanas de vacaciones.<br />
Ellos han preparado una charla introduciéndome, presentándome como su<br />
embajador, y anticipándoles las prometidas respuestas a todo este asunto de los<br />
asesinatos que tanto remueve al pueblo. Al parecer también está siendo<br />
retransmitido por Al Jazzeera y otros canales vía satélite a gran parte del Mundo,<br />
ahora que me fijo, hay prensa de casi todos los países: China, Francia, Alemania,<br />
Sudáfrica…<br />
Por fin llega mi tur<strong>no</strong>. Me levanto, me acerco al micrófo<strong>no</strong>, y lentamente,<br />
empiezo a hablar:<br />
“Querido pueblo de Emiratos Árabes Unidos…”<br />
Yo sigo hablando, pero puedo ver de reojo como un hombre joven y muy<br />
nervioso acaba de llegar a la mesa y está hablando con Ezzedin. Lo malo es que<br />
me está señalando. Mientras yo me excuso ante la multitud y ante el mundo por<br />
la serie de atrocidades cometidas con esta y con la próxima generación de<br />
corruptos gobernantes de tantos países en vías de desarrollo, Ibrahim Ezzedin se<br />
está enterando casi de primera ma<strong>no</strong> de que yo, Caralio, soy el artífice de todo<br />
eso, y de que yo he torturado y matado a su hijo. Tal y como pensé, mi herma<strong>no</strong><br />
<strong>no</strong> ha sido capaz de mantener el secreto al ver a su hijo muerto. Lo último que<br />
pensé mientras los agentes de seguridad descubrían la cabeza y las ma<strong>no</strong>s de<br />
Hassan dentro de mi bolsa de deporte y las mostraban al imán y a la<br />
muchedumbre, y justo antes de que me aporrearan y fuera descuartizado por el<br />
propio Ezzedin y una multitud sedienta de venganza, fue: ¿Quizás la industria<br />
farmacéutica debiera invertir más en la vacuna para la malaria que en<br />
antidepresivos?<br />
“Me gusta lo que hago. No hay un hombre más feliz que aquel que trabaja<br />
haciendo lo que le gusta. Hace de su trabajo su hobby o de su hobby su trabajo.<br />
O de su desti<strong>no</strong> su trabajo”. Creo que aquella chica de la limpieza encontró la<br />
botella de cloroformo con la que trabajo y por eso se desmayó.