Descargar Libre Pensamiento 67 - primavera 2011 ... - Rojo y Negro
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Las pistas se hallan en nuestro pasado: profundizar en<br />
la hibridación.<br />
Nuestra prioridad debe ser la de conectar con las exigencias<br />
del presente y anticipar el futuro, pero resulta que<br />
la memoria de las luchas pasadas aporta a veces valiosos<br />
elementos para vislumbrar los caminos a seguir, y en el<br />
caso del anarcosindicalismo esto es efectivamente así.<br />
Lo es porque resulta que las nuevas condiciones sociales<br />
requieren unas formas de lucha cuyas características ya<br />
se perfilaban en ese anarcosindicalismo de las primeras<br />
décadas del siglo XX que siempre desbordó la esfera<br />
estrictamente laboral y que supo efectuar una hibridación<br />
entre la acción social y la acción sindical.<br />
La diferencia es que esa acción social que en el primer<br />
tercio del siglo XX era algo así como un valor añadido que<br />
acompañaba una acción predominantemente sindical se<br />
perfila hoy como un elemento que está llamado a disolver<br />
la propia separación entre ambos tipos de acciones. En<br />
efecto, aunque el anarcosindicalismo de los años veinte y<br />
treinta comportaba una importante vertiente de acción<br />
social, su estructura básica era sin embargo de carácter<br />
marcadamente sindical, y es precisamente esa estructura<br />
corporativa centrada en el mundo del trabajo la que irá<br />
perdiendo sentido en los tiempos futuros.<br />
Por supuesto, el fin del mundo del trabajo no se perfila<br />
en ninguno de los escenarios que podamos contemplar y,<br />
por lo tanto, seguirá existiendo una conflictividad laboral<br />
que deberá ser alimentada y radicalizada por quienes<br />
rechazamos la actual configuración de la sociedad. Pero<br />
puede que las nuevas características del trabajo y de<br />
las condiciones laborales marquen la obsolescencia de la<br />
estructura sindical y requieran otras formas de organización<br />
que sean transversales en relación con la problemática<br />
laboral y con la problemática social, fundiéndolas en<br />
un mismo entramado.<br />
No se trata de descuidar los problemas laborales para<br />
pensar únicamente en términos de activismo social, al<br />
contrario, se trata de avanzar hacia una auténtica hibridación<br />
donde una misma forma de lucha y una misma<br />
forma organizativa abarquen indistintamente ambas problemáticas,<br />
realizando su simbiosis.<br />
Podemos encontrar algunas razones que avalan esta<br />
línea de pensamiento en el hecho de que la propia expansión<br />
del capitalismo en toda la esfera de la vida social<br />
tiende a romper la neta separación entre lo laboral y lo<br />
DOSSIER<br />
social. En efecto, estamos asistiendo desde hace ya bastantes<br />
años a un fenómeno de totalización capitalista que<br />
extiende la lógica del mercado y del beneficio económico<br />
a todos los aspectos de la existencia humana, infiltrando<br />
y colonizando nuestros deseos, nuestro imaginario, nuestras<br />
motivaciones, nuestras relaciones sociales y, en definitiva,<br />
nuestro modo de existencia. El capitalismo juega<br />
sus cartas simultáneamente en el tablero de lo laboral y en<br />
el de lo social, desdibujando cada vez más sus fronteras.<br />
Así, por ejemplo, en la esfera laboral el capitalismo<br />
procura sacar provecho de todas las facetas de la persona<br />
contratada, no se limita a utilizar sus habilidades técnicas<br />
o su fuerza de trabajo, sino que procura movilizar la<br />
totalidad de sus recursos, es decir, sus motivaciones, sus<br />
deseos, sus angustias, sus recursos cognitivos y sus lazos<br />
afectivos para obtener mayores rendimientos. Mientras<br />
que, fuera de la esfera propiamente laboral, resulta que<br />
son todas las actividades que el trabajador lleva a cabo al<br />
margen de su puesto de trabajo las que son instrumentalizadas<br />
por el capitalismo para que produzcan beneficios,<br />
ya sea en el ámbito de la salud, en el de la educación, en<br />
el de los cuidados, en el del ocio, por no mencionar, claro<br />
está, la vorágine consumista. No es la economía la que es<br />
capitalista es toda la sociedad, y es nuestra propia vida la<br />
que se encuentra apresada por su lógica, por sus parámetros<br />
y por sus valores.<br />
Ante esta realidad la conclusión parece imponerse con<br />
claridad: puesto que el capitalismo trasciende el mundo<br />
laboral, desdibuja su especificidad y expande su propia<br />
lógica a todo el ámbito de lo social, nuestra lucha contra<br />
el capitalismo debe trascender, ella también, el mundo<br />
laboral y adoptar unas formas que abarquen la realidad<br />
social en toda su extensión.<br />
La necesaria diversificación de los terrenos de intervención<br />
de nuestras organizaciones, y la indispensable<br />
polivalencia de sus luchas, cobran una relevancia aun<br />
mayor cuando observamos la proliferación de las interconexiones<br />
que el capitalismo está tejiendo entre los distintos<br />
componentes de la realidad social a nivel mundial sin<br />
que importen ni las distancias ni los lugares ni los aspectos<br />
de la realidad que se ponen en relación. Si todo está<br />
cada vez más estrechamente interconectado, si lo global<br />
marca las coordenadas de nuestra época tanto en lo económico<br />
como en lo político, entonces también hace falta<br />
imprimir a nuestro modo de luchar y de organizarnos el sello<br />
de una perspectiva global que interconecte los diversos frentes<br />
de lucha.