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Rompiendo Barreras - Maria Moreno Alfaro

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Dedicado a Ángela y Paulino.


INTRO<br />

Ésta es una historia ajena a todas aquellas que son típicas de hadas y finales felices, en<br />

las que el príncipe y la princesa son comprometidos en matrimonio, se enamoran a<br />

simple vista y son felices para siempre.<br />

En este relato, el príncipe no es todo lo encantador que cabe esperar de un miembro de<br />

la realeza, lo que hace que la joven princesa se enamore de un guerrero comprometido<br />

con las injusticias de las guerras entre las bandas criminales y el pueblo.<br />

Pero, sobretodo, ambos lucharán para conseguir que su amor imposible no sea en vano<br />

y pueda dar su fruto.


LO QUE DEBERÍAS SABER ANTES DE<br />

LEER ESTE LIBRO<br />

En primer lugar, el libro lo escribí con trece años si no recuerdo mal. Mi forma de<br />

escribir ha cambiado y la historia era bastante más absurda, pero no quería dejar este<br />

libro guardado en un cajón, he preferido que vea la luz. Mi imaginación era bastante<br />

absurda y estrafalaria por aquel entonces, por eso me he visto obligada a cambiar ciertas<br />

cosas de la historia. En la primera versión, los nombres de los personajes eran japoneses<br />

(¿Tal vez veía mucho anime por aquel entonces ¡Quién sabe!). Había tanto reinos<br />

como ciudades – en vez de reinos únicamente – y eran nombres en inglés. Los reinos,<br />

sin embargo, fui un tanto irracional, e inventé nombres que nada significaban. Además,<br />

aparecían androides, cuando ahora sólo aparecen mini robots. También aparecían<br />

monstruos extraños, científicos malvados y muchísimos más personajes.<br />

El libro no se divide en capítulos al no ser muy extenso, sino que se divide por unas<br />

pequeñas cenefas creadas por TikiGiki, que forman parte de la página de imágenes<br />

libres de derechos de autor Open Clip Art. Doy las gracias tanto a la página como al<br />

autor de dichas cenefas. La portada del libro está creada por mí gracias a más imágenes<br />

de dicha página.<br />

Y ahora, querido lector, puede disfrutar de la lectura.


ROMPIENDO BARRERAS<br />

“Érase una vez una débil pero hermosa princesa de cabellos de oro que vivía encerrada<br />

en una interminable torre de ladrillo y cemento. Ella soñaba con poder corretear por la<br />

hierba mientras sentía el sol sobre su piel. Metida en sus pensamientos, contemplaba<br />

resignada el paisaje. El mundo pasaba ante sus ojos vacíos. Y cuando un día el príncipe<br />

guerrero llegó a su rescate y le brindó una nueva y digna vida, la princesa dejó de estar<br />

triste. Y vivieron felices y comieron perdices”.<br />

─ Mamá, por favor, otra vez ─ suplicó la niña.<br />

─ ¿Otra vez Ya te lo he contado dos veces. Duérmete.<br />

─ Vale. ¿Pero mañana me lo volverás a leer<br />

─ De acuerdo. Y ahora, duérmete. Te quiero, Aura.<br />

─ Te quiero, mamá.<br />

Cuando abrió los ojos, casi al instante, estaba bañada en sudor. Desgraciadamente, sólo<br />

era un sueño. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había soñado con su<br />

madre. Viendo imposible la posibilidad de volverse a dormir, se levantó de la cama y se<br />

dirigió hacia el tocador. Encendió la pequeña bombilla y se miró en el espejo. Tenía una<br />

pinta horrible. Para mitigar el efecto que le había producido el sueño, se desnudó y cerró<br />

tras de sí la puerta de su baño particular. El agua caliente de la ducha cayendo sobre su<br />

pelo y su piel la relajó. Cuando volvió a la habitación, Gina se acercó a ella, dejando<br />

tras de sí un rastro de humo y un sonido chirriante.<br />

─ Vuelve a conectarte, todavía no se te ha recargado la batería. Mañana te voy a<br />

necesitar con la energía a tope. Es una orden.<br />

La pequeña máquina le hizo caso y se dirigió volando hacia el enchufe. Aura volvió a<br />

mirarse al espejo. Sacó del cajón del tocador la foto de su madre. El parecido era<br />

indiscutible. Todo el mundo la juzgaría a partir del día siguiente. Además, debía estar a<br />

la altura de las expectativas en su pueblo. Debía parecerse a ella. Pero una pregunta<br />

revoloteaba por su mente sin cesar: “¿Esto es lo que yo realmente quiero”.


Una luz iluminó de repente la habitación. Manuela, la criada, había entrado en sus<br />

aposentos para despertarla, abriendo todas las persianas y corriendo las cortinas. Ella<br />

siempre tan despierta por las mañanas. Con los ojos entrecerrados, contempló a su<br />

criada. Era castaña, menuda, entrada en carnes y con unos ojos oscuros enormes.<br />

Siempre se había encargado de cuidarla, desde que era una niña; había sido la máxima<br />

prioridad para ella por encargo de su padre.<br />

─ Buenos días, princesa.<br />

─ Por favor, llámeme Aura. Hay confianza ─ graznó ella todavía por el sueño.<br />

─ La hay, princesa. Pero si su padre, don Rodrigo, o cualquier otro criado me oyese<br />

llamándola por su nombre de pila me echarían del palacio, incluso del reino.<br />

─ ¡Qué exagerada! ¡Si eres como de la familia!<br />

─ Con todos mis respectos, princesa, le diré dos cosas. Primero, no soy exagerada. Y<br />

segundo, no soy de la familia. Llevar aquí tantos años no hace que me gane ese<br />

privilegio. Y ahora, ¡vístase! Su padre la espera abajo para desayunar ─ luego, dijo en<br />

voz más bajita ─: Feliz cumpleaños.<br />

Cuando bajó al salón a desayunar, su padre ya la estaba esperando, como le había<br />

avisado Manuela. Sus ojos brillaban con la luz de la lámpara de telaraña que colgaba del<br />

techo. Su sonrisa y su rostro iluminado mostraban el orgullo que sentía por su hija. Su<br />

niña ya era mayor de edad. Una imperceptible lágrima le rodó por la mejilla. Ella iría a<br />

la universidad en el Reino de Cristal, donde contaría ─ para gran alivio de ella ─ con el<br />

apoyo y la compañía de sus dos mejores amigos: Samanta y Axel. Don Rodrigo veía en<br />

ella no sólo el físico de su difunta esposa, Aura también había heredado de su madre su<br />

carácter y buena fe. Ambas creaban en sus mentes mundos llenos de fantasía y<br />

aventuras, soñando con poder vivirlos algún día en la realidad. Sabía que su amada<br />

había sentidos deseos de salir del palacio y vivir con él apartados del mundo y viajar por<br />

otras tierras. Pero sus obligaciones reales se lo habían impedido. Su hija, ahora mayor<br />

de edad, sentía los mismos deseos. Son de ese tipo de cosas que un padre sabe.<br />

Mientras Aura se sentaba en una de las veinte sillas doradas y tapizadas que se hallaban<br />

alrededor de la suntuosa mesa de madera de cedro, cubierta con un mantel de seda y una<br />

vajilla de plata con los más deliciosos manjares del reino, Rodrigo se levantó y se<br />

aproximó a ella hasta llegar a su lado para besarle los cabellos.


─ Feliz cumpleaños ─ susurró ─. Ya eres toda una mujer.<br />

Ella se paró un momento a contemplarlo, le brillaban sus ojos marrones. Se había<br />

acicalado la barba y el pelo más de lo normal. Un traje cómodo, pero elegante de color<br />

grisáceo cubría su enorme corpachón. A Aura siempre se le antojaba pensar en que el<br />

aspecto fortachón y grandote de su padre pasaría inadvertido en la época de los<br />

vikingos, ya que era así como aparecían dichos tipos en las películas y series de<br />

televisión de todos los tiempos.<br />

Ambos se sentaron a la mesa y desayunaron tranquilamente. Al terminar, Jimeno ─ el<br />

mayordomo ─ hizo señas al rey para avisarle que un invitado acababa de llegar.<br />

Jimeno siempre se mostraba reservado y serio, y a Aura se le antojaba insensible. Nada<br />

tenía que ver con el carácter alegre y animado de Manuela, que la hacía sonreír cada<br />

mañana.<br />

En una de las salas reservadas para tomar el té, un señor trajeado de unos cuarenta o<br />

cincuenta años, con una peculiar nariz larguirucha y un gracioso bigote, les esperaba<br />

con unas cuantas cajas.<br />

─ Buenos días, Señor <strong>Moreno</strong>.<br />

─ Buenos días, Su Majestad ─ y se inclinó. Lo mismo hizo con Aura.<br />

─ Puede proceder.<br />

El hombre comenzó a sacar mini robots esféricos voladores de metal y aluminio, de<br />

unos treinta centímetros, con pequeños brazos y piernas articulados. Sus brillantes y<br />

resistentes carcasas protegían un único ojo robótico de rayos láser y vista infrarroja.<br />

Eran versiones mucho más modernas que Gina.<br />

─ ¿Qué significa todo esto, papá ─ preguntó pasmada.<br />

─ Tu regalo de cumpleaños.<br />

─ Ya tengo un robot: Gina ─ y ésta se acercó volando mientras sus metálicas piezas<br />

internas resonaban nuevamente hasta llegar a los brazos de Aura. Ésta la cogió<br />

cariñosamente entre sus brazos.<br />

─ Aura, Gina está obsoleta. Sólo tienes que ver su aspecto.<br />

─ Con su permiso, Majestad, decirle que estos robots son de la última generación.<br />

Algunos de ellos no han salido siquiera al mercado y son los más costosos. Un<br />

privilegio que no puede permitirse la gente corriente.<br />

Aura se sintió molesta por la entonación que había dado a aquella última palabra.<br />

─ El robot AXW36…<br />

─ Se llama Gina ─ le cortó ella, tajante.


─ Su robot “Gina” es un modelo antiguo que ha sido mejorado y modernizado cientos<br />

de veces. Una princesa no puede fiarse de un robot que puede fallar en cualquier<br />

momento.<br />

─ Gina fue un regalo de mamá. La tengo desde que nací ─ dijo, enfadada, mirando a su<br />

padre.<br />

─ No digo que te deshagas de ella. Sólo que tengas otro robot para la agenda oficial y<br />

los actos reales. Este año se triplicarán ante tu mayor edad.<br />

─ Gina ya es un robot agenda que apunta mis citas más importantes.<br />

─ Y que el año pasado te falló más de una vez. Este año no te puedes permitir errores<br />

como el del Baile de Verano. ¿Lo recuerdas<br />

Aura se calló ante el recuerdo. Por fin, admitió:<br />

─ Sí, lo recuerdo.<br />

─ Estos robots son más modernos y tendrán todas las funciones de Gina y muchas más.<br />

Mantén a Gina como una fiel compañera y amiga y el nuevo robot como una agenda, no<br />

tienes que cogerle cariño. Por favor, señor <strong>Moreno</strong>, continúe.<br />

─ Por supuesto, Su Majestad. El BXZ40 es otro robot agenda con cámara de foto y<br />

vídeo. Calidad de imagen superior al AXW36. Además, incorpora una opción de vídeo<br />

novedosa no lanzada al mercado todavía. Es el que yo le recomiendo, Majestad, pero le<br />

explicaré el resto de robots. El VX575…<br />

─ Elige tú el que quieras, papá ─ interrumpió Aura ─. No me importa cual escojas.<br />

─ ¿No te parece emocionante, princesa ─ preguntó Manuela, emocionada.<br />

─ ¿El qué<br />

─ A partir de hoy ya es Usted mayor de edad. Se citará con príncipes y princesas,<br />

hablará de asuntos serios con personas importantes. Seguro que la soberana del Reino<br />

de las Estrellas la invita a tomar el té.<br />

─ Pues aun así, tendría que pensármelo.<br />

─ Pero…<br />

Don Rodrigo llamó a la puerta y entró. Manuela hizo una reverencia y luego, se marchó.


─ He adquirido para ti el HX437, creo que será el más apropiado para ti. El Señor<br />

<strong>Moreno</strong> ha insistido en venderme el BXZ40, pero creo que el HX437 te gustará más. Es<br />

el que más se parece a Gina.<br />

Aura frunció el ceño.<br />

─ Cariño, jamás te pediría que te deshicieras de ella. Consérvala, pero deja que el<br />

HX437 se encargue de los asuntos importantes. Me quedaré más tranquilo.<br />

Y cuando ella asintió, Don Rodrigo le dio otro beso en los cabellos y se marchó<br />

haciendo una innecesaria reverencia ante la cual Aura no puedo evitar poner los ojos en<br />

blanco y sacudir sus hermosos cabellos cobrizos.<br />

La fiesta privada para celebrar el cumpleaños de la princesa se celebró esa misma<br />

noche, asunto que fastidió a Aura, ya que hubiera preferido pasarlo con Samanta y Axel<br />

en vez de rodeada de personas a las cuales no conocía. Todos los príncipes, princesas,<br />

reyes y reinas, infantes y demás personas de la realeza habían acudido al evento. Tan<br />

sólo como conocía a unos pocos invitados, como su gran amiga Isis, del Reino de la<br />

Luz. Pero lo peor de todo fue no poder contar con la presencia de su tía Olivia y sus<br />

primos, que estaban de viaje. Consideró la posibilidad de escaparse, como había hecho<br />

en otras tantas ocasiones, pero supo que era un riesgo casi imposible.<br />

─ Es tu fiesta de cumpleaños, no se te ocurra escaparte como haces otras veces. No<br />

puedo seguir siendo tan indulgente contigo. Han empezado a llegar príncipes y reyes, y<br />

de muchos de ellos ya hemos recibido peticiones ─ le comentó su padre, en susurros.<br />

─ ¿Peticiones<br />

─ Cariño, has cumplido dieciocho años. Nos ofrecen la posibilidad de unirte en<br />

matrimonio a ellos. Pero no sufras, buscaré para ti el mejor de ellos. Además, dejaré que<br />

antes de dicho compromiso decidas tú también si es bueno para ti, te avisaré, lo juro.<br />

Aura frunció el ceño. Aquello no le sentó nada bien.<br />

─ Si supieran que mi entretenimiento favorito es el arte de la espada en el área de la<br />

lucha y que en ocasiones soy poco femenina a causa de ello, esta noche, todos te<br />

pedirían que hicieras caso omiso a dichas peticiones.<br />

─ No seas maleducada y sonríe. Ha venido gente de todos los reinos para la celebración.<br />

Y ella, a pesar de su disgusto, le hizo caso por una vez.


El día de su cumpleaños había estado repleto de acontecimientos aburridos y tediosos en<br />

el palacio. Necesitaba divertirse y olvidarse de que su mundo entero iba a cambiar a<br />

partir de ese cumpleaños. Viajó al Reino de Cristal, donde residían sus amigos, para<br />

pasar una agradable tarde. Yendo de incógnito, vestida con zapatillas, vaqueros y una<br />

simple camiseta nadie la reconocería. Y si añadía a su imagen una gorra y unas gafas de<br />

sol, completaría su camuflaje.<br />

Estaba esperándoles sentada en un banco de piedra de la plaza mayor cuando comenzó a<br />

escuchar gritos. Vio a mucha gente corriendo y se preguntó el porqué. Corrió hacia la<br />

dirección opuesta a la que se dirigía la asustada población cuando les vio. Tres tipos<br />

armando revuelo. No unos simples tipos gritando y dando patadas a papeleras. Hombres<br />

salidos de las clandestinas bandas organizadas para atemorizar a la población. Ella no<br />

entendía porqué en pleno siglo LXII no se había erradicado a este tipo de bandas.<br />

Uno era rubio y alto, iba fumándose un cigarrillo; el segundo era moreno y bajito,<br />

aunque bastante musculoso; y el tercero era moreno también, pero alto y fortachón, el<br />

que parecía llevar la voz cantante. Aura presenció como el más bajito cogía a un hombre<br />

de complexión fuerte por los hombros y lo lanzaba a unos metros de distancia,<br />

dejándolo inconsciente. Llevaban armas y bombas de mano, que iban lanzando por<br />

donde iban. Podía verse fuego a lo lejos.<br />

Ella no llevaba encima su espada, pues no habría creído que la necesitaría. Gina, a su<br />

lado, pidió al nuevo robot que mandase mensajes a todos los medios de comunicación y<br />

a todas las autoridades para acabar cuanto antes con el problema de aquellos tipos. En<br />

un cuerpo a cuerpo Aura no tendría ninguna posibilidad y además, llevaban armas. Sin<br />

embargo, era incapaz de quedarse de brazos cruzados. Moriría antes que huir o que sus<br />

ojos contemplaran la muerte de alguien. Intentó luchar contra ellos, que la miraron<br />

divertidos. Evidentemente, no sólo esquivaron sus golpes, sino que le devolvieron cada<br />

uno de los movimientos que no había podido realizar. Decidieron no matarla, como al<br />

resto de personas, pero acabó malherida, con numerosos golpes y moratones por todo el<br />

cuerpo. Se sintió defraudada consigo misma y completamente frustrada. Por sus mejillas<br />

caían lágrimas de impotencia. Rezó para que ocurriera un milagro.<br />

Y los milagros existen, al menos eso creyó ella en el mismo momento en que una silueta<br />

negra apareció ante los tres arrogantes tipos. Era un joven moreno con una soberbia<br />

espada, similar a la suya propia. No llevaba armadura, ni capa, ni sombrero, ni una<br />

máscara ridícula que ocultara su identidad. Sus ojos eran azules y severos, y Aura<br />

tendría el privilegio de comprobarlo por sí misma. También era alto y aunque no<br />

delgado, tampoco era musculoso.<br />

Acabó con ellos en lo que Aura le pareció un abrir y cerrar de ojos. Aunque igual podría<br />

haber sido a causa de los golpes que habían dañado su cabeza y no percibía la realidad<br />

tal cual era. Quién sabe. Todo había acabado, al menos, ese día. ¿Quién sabe cuántos<br />

tipos como aquellos seguían escondidos, esperando su oportunidad de atemorizar al<br />

mundo ¿O cuántas bandas de criminales


El joven muchacho fue acercándose a las personas que hallaba en el suelo para<br />

ayudarlas. Se percató de la presencia de un chaval de pelo castaño que había estado<br />

escondido tras un pequeño kiosco. Aura no logró entender qué le decía como<br />

consecuencia de la distancia, pero el chico sacó su teléfono móvil e hizo una llamada<br />

desconocida para ella. Cuando llegó hasta donde se encontraba la princesa, ésta<br />

comprobó que estaba muy serio por los múltiples daños físicos que ella presentaba. Sin<br />

embargo, ella no pensaba en aquello, simplemente se perdió en sus profundos ojos<br />

azules.<br />

─ ¿Se ensañaron contigo<br />

─ Eso es porque intenté enfrentarme a ellos ─ consiguió decir ella, esforzándose en<br />

cada palabra. Comenzaron a llegar múltiples ambulancias y comprendió de qué había<br />

tratado la llamada del joven.<br />

El chico movió la cabeza y sonrió. Tras comprobar que aquella chica estaba<br />

perfectamente, se fue a atender a más gente, no sin antes dedicarle una encantadora<br />

sonrisa.<br />

A pesar del triunfo del bien sobre el mal, ella se sentía intranquila y frustrada. No podía<br />

dejar de pensar en aquel joven, en los tipos, en los edificios destruidos, en la gente<br />

herida… si aquel chico no hubiese existido, ni Dios sabe cuál habría sido el catastrófico<br />

final de aquella jornada. Al instante, se sintió en deuda con aquel chico desconocido. Se<br />

sintió aliviada también tras llamar a sus amigos y comprobar qué estaban perfectamente.<br />

El reino se comenzó a reconstruir poco a poco y ella acudía cada día para ayudar en lo<br />

posible. Sin embargo, un día, el estrés provocado por los asuntos de palacio – por un<br />

lado – y las agotadoras horas de trabajo en el reino – por otro lado –, se apoderó de ella<br />

y decidió tomarse un respiro de ambas cosas. Anduvo durante horas y sus pasos la<br />

llevaron a un lugar que la marcaría para siempre, aunque ella en aquel momento no lo<br />

sabía. Lejos de unas tres o cuatro casitas de piedra, alejado de toda población humana,<br />

encontró un esplendoroso lago de agua cristalina, flanqueado una majestuosa cascada y<br />

decenas de árboles y altos arbustos plagados de flores.<br />

Se asomó tímidamente por entre dos arbustos y vislumbró una silueta. Una silueta<br />

masculina que, a pesar de tan solo haber visto unos minutos y de forma borrosa, le sonó<br />

completamente familiar. Todavía recordaba el amargo sabor de boca que le había<br />

dejado aquel día nefasto que sólo pudo arreglar aquel chico. Seguramente tendría tan<br />

sólo un par de años más que ella. Sin embargo, el HX437 la avisó de que se la requería<br />

urgentemente en el palacio y prefirió volver otro día, acción por la que – enseguida – se<br />

arrepintió. Cuando la princesa se marchó hizo un pequeño ruido que alertó al muchacho,<br />

pero cuando quiso llegar al sitio exacto donde había estado Aura, ella ya no estaba.


Los compromisos del palacio la mantuvieron encerrada durante unas semanas que a ella<br />

se le antojaron años. Asuntos básicos sobre la reconstrucción del reino que ella prefería<br />

arreglar con acciones de ayuda en primera persona que no con reuniones en las que los<br />

mayordomos sacaban tacitas de té en tazas chinas de porcelana y bandejas de plata con<br />

distintas variedades de galletas.<br />

Cuando por fin se sintió liberada volvió al lago, pero no encontró al muchacho. Regresó<br />

al día siguiente. Y al siguiente. Y al siguiente también. Pero también ayudaba en la<br />

reconstrucción del reino y estuvo pendiente por si aparecía por allí, ayudando. Pero<br />

ningún día tuvo suerte. Sus esperanzas se esfumaron. Le recordó enfrentándose a<br />

aquellos tipos. Aquella imagen quedó grabada en su retina y soñaba con él cada noche,<br />

dándole las gracias. Tal vez no solía ir a aquel lugar, podría haber sido una visita casual<br />

y puntual.<br />

Un día, logró localizarle. Pero el encuentro no se produjo como ella siempre había<br />

esperado. Le divisó desangrándose en la orilla del lago, tiñéndolo todo de rojo. Se<br />

estremeció al ver la gravedad de sus heridas en su maltrecho cuerpo. Ella era incapaz de<br />

ayudarle, así que encargó un robot-médico a través del HX437. Sin que ningún guardia<br />

ni sirviente del reino les pillase, lo escondieron en uno de los muchos dormitorios que<br />

inusualmente se utilizaban para ocultarle allí. El robot-médico ayudó a la princesa a<br />

tumbarlo sobre una majestuosa cama de matrimonio y le curó las heridas, ante su atenta<br />

mirada.<br />

Después de permanecer dos días inconsciente, despertó.<br />

Todo a su alrededor se tornaba borroso, no sabiendo donde se hallaba. Lo primero que<br />

vio ante sus ojos fue a Gina, flotando sobre él. Gina avisó mediante pequeños chirridos<br />

a Aura, que se había quedado durmiendo. Unas imágenes difusas sobre una sangrienta<br />

lucha pasaron por su mente de forma intermitente. Se irguió sobre la cama, no sin<br />

esfuerzo, para encontrarse a una guapísima joven de pelo cobrizo desperezándose<br />

encima de un sofá verde pistacho con cojines azules. Cuando se acercó a él le dedicó<br />

una sonrisa amorosa que también transmitían sus marrones ojos brillantes. Él no<br />

entendía nada, mas aun así, quedó prendado de su belleza.<br />

─ ¿Cómo te encuentras<br />

─ Eh… Bien, supongo. ¿Dónde estoy<br />

─ No hables muy alto ─ le dije ella en un susurro ─. Te estoy escondiendo, nadie sabe<br />

que estás aquí. Estás en el Reino Amapola, te hallé malherido en el lago y te traje aquí<br />

con ayuda de un robot-médico. Todavía no te ha bajado la fiebre ─ murmuró, tocándole<br />

la frente con la palma de la mano ─. Gina, tráeme una toalla pequeña con agua fría.<br />

El pequeño robot obedeció.<br />

─ ¿Por qué haces esto ─ preguntó, todavía receloso.<br />

─ Porque alguien te debía el gran favor que nos has hecho a todos. Y, personalmente,<br />

yo te debía una.


─ No entiendo.<br />

Aura rió de forma encantadora.<br />

─ Supongo que con la confusión y el caos de aquel día no te acuerdas de mí. Soy la<br />

chica a la que tomaste por loca cuando te confesó que se había enfrentando a los tres<br />

criminales.<br />

─ Ahora te recuerdo, aunque vagamente. ¿Eras tú No te recordaba así.<br />

Gina apareció en ese instante con la toalla fría.<br />

─ Toma, póntela en la frente y túmbate de nuevo.<br />

El HX437 avisó a Aura de una nueva reunión.<br />

─ Me tengo que ir. Gina se queda contigo, puedes quedarte tanto tiempo como quieras.<br />

Quédate tantos días como necesitéis, no habrá problema.<br />

─ Me llamo James ─ soltó de repente.<br />

─ ¿James No parece un nombre de esta zona.<br />

─ Soy de… bastante lejos. ¿Quién eres tú<br />

─ Me llamo Aura, hija del rey Rodrigo, del Reino Amapola.<br />

James la contempló fascinado y, acto seguido, se tumbó y cerró los ojos para continuar<br />

con su descanso. Supuso que no pasaría nada por olvidarse de sus problemas por un<br />

ratito más. Aura cerró la puerta al salir de la habitación y la fiel Gina echó el cerrojo<br />

para que sólo su ama pudiera pasar.<br />

Tras una semana oculto en el palacio, James puso fin a su estancia. Justo aquel día,<br />

antes de que James tomara la decisión, Aura y Rodrigo recibieron con los brazos<br />

abiertos la vuelta al hogar de Olivia, Ezequiel y Maite, la tía política y los primos de<br />

Aura, respectivamente. Ezequiel era tan sólo tres años mayor que Aura y Maite tenía<br />

unos seis dulces añitos.<br />

Hacía años, treinta exactamente, Olivia había sido comprometida con Damián, hermano<br />

menor de Rodrigo. Pero hacía cuatro años la policía del Reino de las Estrellas lo había<br />

encontrado misteriosamente sin vida en un callejón. Un misterio que en la actualidad<br />

todavía envolvía su muerte. Aquel hecho había sumido a Olivia en una desfallecida<br />

depresión, de la que consiguió reponerse gracias a los viajes organizados por sus hijos,<br />

su sobrina y el hermano de su marido.


─ ¡Hola, cuñado! ─ saludó, de forma entusiasta.<br />

─ Hola, Olivia. ¿Qué tal vuestro viaje por el Reino de la Luna<br />

─ Maravilloso e inolvidable. Y déjame decirte que, ahora que Aura es mayor de edad,<br />

me permitirás que me la lleve de vez en cuando a mis viajes.<br />

─ Aura ahora tiene que cumplir con sus nuevas responsabilidades.<br />

─ Eres injusto con ella. Si es menor de edad, ésa es la excusa. Si es mayor de edad,<br />

tiene responsabilidades. ¿Cuándo la dejarás disfrutar<br />

─ Ella ya es un alma libre que se escapa del palacio cuando le entra en gana. Costumbre<br />

que deberá olvidar a partir de ahora.<br />

─ Rodrigo, sí la mantienes presa, jamás conocerá las maravillas del mundo. Sé que la<br />

amas más que a tu propia vida y que no soportarías la idea de que algo malo le<br />

sucediera, pero puede volverse en tu contra.<br />

─ No… No lo creo.<br />

─ Ni siquiera tú estás seguro.<br />

Aura apareció, bajando por las escaleras.<br />

─ ¡Tía Olivia! ¿Qué tal por el Reino de la Luna<br />

─ Fabuloso, cariño. Te he traído un pequeño regalo sin importancia.<br />

─ Tu último regalo sin importancia fue un reloj de oro con diamantes demasiado<br />

ostentoso.<br />

─ Que tú despreciaste vendiéndolo a La Casa del Oro y entregando el cambio al Reino<br />

de los Pobres. Este regalo es un anillo de oro blanco que, espero, sepas apreciar ─ su tía<br />

le guiñó uno de sus ojos verdes, a modo de complicidad.<br />

─ Olivia, por favor, deja de mimar a Aura. Yo nunca lo he hecho y no quiero que se<br />

vuelva una caprichosa.<br />

─ ¿Caprichosa Aura está lejos de ser caprichosa. El destino de este anillo que le acabo<br />

de regalar será el mismo que el del reloj, lo supe incluso antes de comprárselo. Pero yo<br />

se lo regalo igual, porque es un buen acto. Tu hija tiene un corazón de oro que no le<br />

cabe en el pecho, así que siéntete orgulloso de ella.<br />

─ Me siento orgulloso de ella ─ dijo, mirándola ─. Siempre lo he estado y siempre lo<br />

estaré.<br />

─ Gracias, papá.<br />

─ ¿Y cuándo comenzarás la carrera universitaria


─ Cuando acabe el verano. Me admitieron en la universidad del Reino de Cristal, pero<br />

no sabemos si la tendrán restaurada para entonces. Igual nos trasladan al Reino del Sol a<br />

otra o instalarán una sede provisional en algún otro edificio sin destruir.<br />

─ ¿Irás con los plebeyos<br />

─ ¡No los llames así!<br />

─ ¿No es lo que son Como tus amigos, ¿no ─ al ver fruncir el ceño a Aura, prosiguió<br />

─: ¡Es broma! Ah, se me olvidaba, también te he traído una caja de bombones. Pero no<br />

comas muchos o perderás tu silueta. Tienes que mantenerla para estar tan estupenda<br />

como yo.<br />

Aura contempló con fingido horror las abismales curvas de su tía. Luego, ambas,<br />

rompieron a reír.<br />

─ Tengo que volver a mi habitación, tía. Únicamente había salido para recibirte. Por<br />

cierto, ¿dónde están Ezequiel y Maite<br />

─ Ah, Maite quería repartir regalitos entre sus amigas y Ezequiel la ha acompañado, así<br />

que en un rato estarán aquí.<br />

─ De acuerdo, me reuniré con ellos en cuanto lleguen.<br />

─ Yo iré a deshacer mi maleta.<br />

Y tras esto, Aura subió a la habitación de invitados. Al principio sintió pánico pues<br />

James no estaba en la cama, pero él la llamó. Se estaba poniendo una chaqueta, listo<br />

para irse.<br />

─ ¿Te vas ¿Tan pronto<br />

─ Puedo andar ya. Te agradezco de corazón lo que has hecho. Dijiste que me<br />

encontraste en el lago, así que ya sabes donde encontrarme.<br />

─ ¿Vives cerca de ahí<br />

─ Sí ─ dijo, sonriéndole.<br />

─ ¿En una de las casas pequeñas que hay cerca de allí<br />

─ No. No tengo una casa, pero eso no significa que no tenga un hogar.<br />

Aura la miró extrañada.<br />

─ ¿Necesitas que te ayude a escapar sin que nadie le vea No te verán ni los guardias.<br />

Créeme, tengo experiencia.<br />

─ No, gracias. Tengo mis propios medios. Soy ágil y rápido.


Se produjo un gran silencio mientras James se acercaba a la ventana.<br />

─ ¿Me ayudarás ─ masculló con voz tímida.<br />

─ A todo lo que pueda. Te lo debo, aunque se me hará raro, teniendo en cuenta que eres<br />

una princesa.<br />

─ Soy bastante buena en el arte de la espada, el otro día no la llevaba encima.<br />

─ Pues esa es una norma importante de un buen luchador: lleva tus armas siempre<br />

encima.<br />

─ Prométeme que me adiestrarás. Júrame que me convertirás en tu alumna y me<br />

contarás lo que pasó antes de descubrirte medio muerto en el lago.<br />

─ Lo prometo.<br />

Con una ligereza y destreza dignas de presenciar, James salió de la habitación sin que<br />

nadie, excepto Aura y Gina, se enterase. Ella lo miró alejarse tristemente.<br />

Haciendo con Gina unas compras para la reconstrucción del Reino de Cristal en el<br />

Reino de los Pobres, donde todo el mundo se hallaba oculto, Aura se topó con un tipo<br />

de lo más peculiar. Acababa de salir de la tienda que había justo al lado de la que ella<br />

había salido. Se encontraron solos ante la inmensidad de una calle que poco tenía que<br />

ofrecer. Era apuesto, sin duda, pero algo en él había que no acababa de gustarle. Y un<br />

horrible escalofrío le inundó los huesos. Rubio, de ojos azules, delgaducho y escuálido.<br />

Presuntuoso, engreído y vil.<br />

─ Buenos días, bella dama. Estoy a merced vuestro, lucho por salvar a todas las<br />

hermosas muchachas que estén en peligro. Lucho con dragones y no me importa lo más<br />

mínimo poner en peligro mi vida.<br />

Aura no daba crédito a lo que oía. ¿Quién era aquel tipo arrogante y presuntuoso A<br />

tenor de lo descrito, parecía un príncipe.<br />

─ Eres una diosa, un ángel caído del cielo.<br />

─ ¿Qué demonios estás diciendo<br />

─ Eh…<br />

─ ¿Dragones ¿En serio Ja, ja, ja. Has debido de leer muchas historias antiguas de<br />

nuestros antepasados.


─ De pequeño siempre quise ser un caballero que salvara a princesas de monstruosos<br />

dragones. Aunque tú no eres una princesa y no hay ningún dragón. Y definitivamente,<br />

por tus ropas, no eres una princesa. ¿Qué princesa se vestiría con pantalones vaqueros,<br />

zapatillas y un jersey<br />

─ Primero, los dragones no existen. Y segundo, sí soy una princesa.<br />

─ ¡Sí, claro! ¡Una princesa del chichinabo!<br />

─ ¡Perdona! Estás hablando con Aura Montero, hija de Rodrigo, rey del Reino<br />

Amapola.<br />

─ ¡No puedes estar hablando en serio! ¿De verdad<br />

─ Claro que sí.<br />

─ ¡Bendito sea Dios! ¡Eres hermosa! En el Baile de Invierno apenas me fijé en ti. ¡Qué<br />

feliz soy! ─ gritó el muchacho lleno de alegría ─. ¡Tu padre y el mío han firmado un<br />

contrato para prometernos en matrimonio!<br />

─ ¿Qué ¿Sin avisarme No, no, no. Estás equivocado. Mi padre no haría eso, me<br />

prometió que me avisaría y que no elegiría a nadie sin mi consentimiento.<br />

─ ¿Cómo crees que va esto Los reyes no consultan con sus hijos.<br />

─ ¡Maldita sea! ¡Cállate! ¡Estás mintiendo, mi padre me prometió consultarme!<br />

─ ¿Tan mala impresión te he dado Te diré, bella dama, que muchísimas princesas,<br />

incluso reinas, han apostado por mí como primera opción. Soy adorado y muy<br />

solicitado. Deberías sentirte agradecida, soy un perfecto caballero.<br />

─ ¿Un caballero ¿Sabes al menos manejar una espada ─ preguntó ella, petulante.<br />

─ Soy Darío Ortega, hijo de Oswaldo y Alma, soberanos del Reino Amarillo, llamado<br />

así por sus girasoles, no tengo necesidad de aprender las artes de un plebeyo.<br />

─ ¿Y cómo matas a los dragones para defender a las princesas<br />

─ Son tiempos modernos, damisela, llevo una pistola R4, la más moderna del mercado.<br />

Los dragones se matan a fuerza de balas y las princesas, por si no lo sabías, llevan<br />

zapatillas y pantalones vaqueros ─ dijo, escudriñándola de arriba abajo ─, en vez de<br />

vestidos de seda y zapatitos de cristal. Lo único que no cambia en esta historia es que yo<br />

soy un príncipe encantador, como los de antes.<br />

Ella puso los ojos en blanco y se dio la vuelta, marchándose junto a Gina y al HX437.


Después de su desagradable encuentro con Darío, su supuesto prometido, decidió volver<br />

al lago para enfrentarse a la historia que James debía contarle. Ya encontraría la ocasión<br />

de hablar con su padre y pedirle una explicación. No encontró a James allí, así que<br />

decidió darse un baño. Se quedó en ropa interior, no atreviéndose a desnudarse<br />

completamente, mostrando a la naturaleza unas piernas largas, una piel blanca y unos<br />

turgentes pechos. Su cabeza era un torbellino que giraba y giraba sin parar. Apenas<br />

conocía a James, pero algún tipo de sentimiento había surgido hacia él. Seguía cabreada<br />

por haberse enterado de aquella forma de que su padre la había prometido a sus<br />

espaldas. Ahora su futuro se tornaba oscuro y dudoso.<br />

De repente, oyó unos pasos que se acercaban. Ella se puso a la defensiva. Silenciosa<br />

pero rápidamente salió del agua y cogió su espada. Se sintió vulnerable, al estar mojada<br />

y medio desnuda, pero no disponía de tiempo para vestirse. Atacó a su contrincante,<br />

cuyas manos fuertes pararon su espada. Era James. Su semblante estaba serio y rabioso.<br />

─ ¿A qué juegas ─ le preguntó sarcásticamente.<br />

─ A… A nada. No sabía quién era. Lo siento.<br />

─ ¿Qué demonios haces aquí<br />

─ Yo, eh, lo siento. Venía a entrenar ─ contestó sorprendida ante su pregunta llena de<br />

repugnancia.<br />

─ Ni hablar.<br />

─ ¿Por qué ¿Por qué has cambiado de idea<br />

─ Porque no te necesito para nada, princesa estúpida.<br />

─ ¡No me digas eso!<br />

─ Eres estúpida. Estúpida, estúpida, estúpida. Aunque tengo que decirte que tienes un<br />

cuerpo bonito, muy bonito.<br />

Aura se sonrojó.<br />

─ Creo que te mueres por mis huesos, que estás loca por mí, que el corazón te late como<br />

un motor cuando me ves y que te has bañado en el lago en ropa interior con la intención<br />

de esperarme y que yo te vea.<br />

─ ¿Qué ¡No! ─ exclamó, horrorizada.<br />

¿Qué le ocurría De repente, parecía haber tomado prestada la mente de un pervertido.


Estaba desilusionada.<br />

─ ¿Quién demonios eres tú ─ preguntó sorprendido y aturdido otro James.<br />

¿Dos James ¿Quién era el real Probablemente, el que acababa de llegar, debía serlo.<br />

Se colocó delante de ella, para protegerla del falso James. Perplejos se quedaron ambos<br />

cuando el impostor comenzó a menguar, transformándose y dando formas extrañas a su<br />

cuerpo hasta convertirse en un enano chato y gordo.<br />

─ ¿Es ése tu verdadero aspecto ─ preguntó James.<br />

─ Sí ─ susurró, azorado.<br />

─ ¿Por qué has adquirido mi aspecto<br />

─ ¿Quieres la verdad Tengo debilidad por las chicas jóvenes y hermosas. Altas, bajas,<br />

rubias, morenas, pelirrojas, de pelo corto, pelo largo, gordas, finas, menudas, ojos<br />

azules…<br />

─ Vale, vale, vale, ¡lo pillamos!<br />

─ No soy alto ni guapo, así que me tengo que transformar en alguien… bueno, en<br />

alguien como tú.<br />

─ Eres un enano azul, ¿no es cierto<br />

─ ¿Azul ¡Yo no lo veo azul! ─ preguntó Aura en su ignorancia. Aquel enano tenía la<br />

piel de un color marrón chocolate. Tenía la nariz gorda y de apariencia aplastada y unos<br />

enormes ─ casi estrambóticos ─ ojos negros. También unas patas gordas y unos pies<br />

anómalos. Sus manos y brazos presentaban el mismo aspecto. Aura se lo imaginó a un<br />

montón de ellos echando una carrera, debía de ser una imagen pintoresca difícil de<br />

olvidar.<br />

─ Sí, lo soy. Tú no lo sabes, princesita, pero los enanos azules se caracterizan por su<br />

capacidad para transformarse en la persona o animal que deseen, pudiendo adoptar<br />

también su voz. Y yo soy de los mejores. Me gustas, pelirroja.<br />

─ No te acerques a Aura, es amiga mía. ¿Te queda claro<br />

─ Con esa espada en tu mano, vaya si me queda claro. Y ella es también aficionada a las<br />

armas, por lo que veo. ¿Te llamas James, verdad<br />

─ Exacto, ¿y tú<br />

─ Momono. Y tú, princesa, deberías vestirte antes de que los dos machos que habemos<br />

aquí nos pongamos malos.<br />

Y dicho esto, tanto Aura como James se sonrojaron.


Después de que Aura se secara y vistiera, James se encaminó hacia una cueva, oculta<br />

tras la cascada. Momono ─ que juró ser inofensivo ─ les acompañó. Escalaron un par<br />

de rocas salientes para llegar hasta allí. Ella resbaló y se dio un golpe en la rodilla, pero<br />

no dijo nada. La cueva, sorprendentemente, estaba seca, aunque se sentía la humedad<br />

del agua en ella. Conforme se adentraron en la cueva, el techo parecía alargarse y se<br />

mostraba más lejos del suelo. Los pasos de Aura eran lentos por precaución, pero James<br />

ya conocía cada rincón de aquel lugar.<br />

─ ¿Vives solo ¿No tienes familia ─ preguntó Aura, carcomida por la curiosidad.<br />

─ No tengo familia ─ contestó James a la princesa, medroso.<br />

─ ¿No tienes padres o hermanos ¿Ni novia o mujer De hijos no te pregunto, porque<br />

creo que eres demasiado joven.<br />

─ No. No tengo a nadie en este mundo. Apenas mantengo el recuerdo de unos padres y<br />

un abuelo que murieron hace años.<br />

─ ¿Qué ocurrió con aquellos tipos ¿De dónde salieron ─ ella cambió de tema ─.<br />

Aunque imagino que pertenecerán a alguna banda de criminales preparados para hacer<br />

este tipo de cosas.<br />

─ Habrán salido de algún tipo de asociación clandestina. Y deduzco que no sólo<br />

buscaban el Reino de Cristal. Probablemente estarán interesados en todos los reinos.<br />

¿Estás preparada para escuchar la historia completa y sin censura Al ser de tan alto<br />

estatus, como lo es una princesa, no sé si acostumbras a oír este tipo de relatos.<br />

─ Estoy preparada ─ confesó, segura de su respuesta.<br />

Entonces James miró muy serio a ambos y asintió con la cabeza. Luego, se sentó sobre<br />

una piedra plana que sobresalía del suelo y dio unas palmaditas a otra roca para que<br />

Aura y Momono lo imitasen. Sin dejar de mirarlo fijamente, ambos hicieron lo mismo,<br />

y James comenzó a relatar su historia. Ya no había vuelta atrás.<br />

“Era pequeño y una banda organizada mató a mis padres y mi abuelo. Un monje me<br />

acogió en su templo junto a otros de mi misma condición y que habían pasado por<br />

situaciones similares. Eran monjes guerreros. A aquellos que ya no teníamos nada que<br />

perder en la vida nos adiestraban para defendernos y matar a tipos como ellos y así<br />

poder defender a las personas. Esa era la labor de los monjes. Los adiestramientos eran


verdaderamente duros. Comencé mi entrenamiento como la tierna edad de siete años,<br />

cuando asesinaron a mi familia. Con dieciséis años maté a mi primera víctima, era la<br />

edad con la que nos permitían salir del monasterio bajo la supervisión de otro monje<br />

guerrero experimentado. Los monjes que nos asistían como maestros eran los más<br />

curtidos en el arte de la guerra; capturaban asesinos menores para nuestra instrucción. El<br />

año pasado maté a un hombre en lo que a mí se me antojó un tugurio más que un<br />

laboratorio y destruí todo cuanto había allí. No os creeríais cuan variedad de armas y<br />

artefactos había en aquel lugar, listos para ser usados contra las personas. Sin embargo,<br />

los ataques continuaron, lo que nos hace pensar que no había un laboratorio, sino que<br />

debe de haber más, decenas, cientos, miles, no tenemos ni idea. Así que no quiero ni<br />

imaginarme cuantas personas habrá sueltas con tan inhumanas intenciones”.<br />

Aura quedó tan perpleja y anonadada que James temió haberla asustado demasiado<br />

pronto. Pero entonces ella se levantó rápidamente con un grácil movimiento y preguntó:<br />

─ ¿Entonces qué hacemos de brazos cruzados<br />

James sonrió ante su entusiasmo y se alegró de verla tan convencida. Igual no era mala<br />

idea que una princesa como ella formara parte de su secreto.<br />

Una vez fuera de la cueva y ante la atenta mirada de Momono, James explicó en qué<br />

consistirían los entrenamientos impartidos a Aura:<br />

─ Conseguiré que tu rapidez sea increíble. Iremos despacio al principio, luego iré más<br />

rápido. Cuando estés a punto de pillarle el truco y te acostumbres, cambiaré la rapidez,<br />

aumentándola. Y así, sucesivamente. Unas veces entrenaremos con las espadas; otras,<br />

cuerpo con cuerpo. ¿Lo has entendido<br />

─ Sí.<br />

─ Pues atácame con todas tus fuerzas.<br />

Así lo hizo. Tres horas aproximadamente duró el entrenamiento que, de no haber<br />

recibido Aura un mensaje de su padre para que volviera al palacio, hubiera durado más.<br />

Él quedó asombrado por la destreza de ella y la admiró en su fuero interno, sabiendo<br />

que la había subestimado al ser una princesa.<br />

Aura no dejó correr el agua por su piel como hacía cada vez que se duchaba. Tenía<br />

prisa, así que bajó al comedor casi corriendo. Su sorpresa fue inmensa cuando descubrió<br />

a los invitados presentes: Darío y su padre, el rey Oswaldo. Se había olvidado


completamente del tema de su matrimonio de conveniencia. Ambos reyes dieron la<br />

bienvenida a Aura con una sonrisa amable mientras Darío se quedó callado, sonriendo<br />

maliciosamente y jugueteando con su tenedor de plata y una pequeña verdura en el<br />

plato. En aquel momento, se sintió morir. La rabia y la impotencia le mordieron el<br />

corazón y, no sin esfuerzo, trató de no llorar.<br />

─ Aura, hija mía ─ dijo Rodrigo ─. Este es el rey Oswaldo, gobierna el Reino Amarillo<br />

y él es Darío, su hijo. Seguramente les recordarás del Baile de Invierno.<br />

─ Sí, padre. Los recuerdo ─ mintió Aura. Al parecer, Darío no les había comentado<br />

nada sobre su primer encuentro, así que decidió hacer lo mismo. Desgraciadamente,<br />

jamás se olvidaría de la primera vez que le vio. Tan necio y egocéntrico.<br />

─ Tengo una maravillosa noticia que darte. Darío se convertirá en tu esposo en unos<br />

meses. He pensado que podría ser en primavera, la estación más alegre del año, con<br />

todas las flores. Hasta entonces, tendréis mucho tiempo para conoceros.<br />

Ahí estaba la confirmación más temida. Comenzó a temblar.<br />

─ Haré todo lo que esté en mis manos por hacerla feliz ─ dijo Darío con fingida<br />

dulzura.<br />

─ No lo dudo, príncipe Darío. Como tampoco dudo que mi hija se sentirá afortunada.<br />

Hay tantísimas princesas que desean casarse con vos y su sabio padre ha decidido<br />

escoger a mi humilde hija. Será una esposa ejemplar y una perfecta madre para vuestros<br />

futuros hijos.<br />

─ Solicito su permiso, rey Rodrigo, para dedicarle a solas unas hermosas palabras a su<br />

tan bella hija y futura esposa mía.<br />

─ Por supuesto, príncipe Darío.<br />

Y Aura escuchó como su padre comentaba lo educado que era, mientras ambos jóvenes<br />

se alejaban a una pequeña sala privada. Ante el silencio de ella, él soltó una sonora y<br />

breve carcajada.<br />

─ No voy a obligarte a hablar. No hables sino lo deseas, pero eso no va a cambiar nada.<br />

Eres la única que no desea esta unión. ¿Sabes Puede que pienses que esto no viene a<br />

cuento, pero estás muy hermosa, he de decirlo. Me gusta ese vestido rosa, largo y<br />

elegante. El collar de diamantes, es precioso, al igual que los pendientes de plata. ¿Pero<br />

no crees que falta algo<br />

─ ¿A una alianza de oro te refieres ─ contestó ella, vacilante.<br />

─ ¡Bingo! Princesa, no hemos empezado muy bien este matrimonio en prueba, pero<br />

cuando sea definitivo, no habrá vuelta atrás. Serás mía te guste o no.<br />

─ ¿Por qué me lo restriegas<br />

─ Porque me gustas, me gusta la idea de que seas mía. Y me apetece.


Y, acto seguido, le pegó una bofetada. Aura estaba indignada y sorprendida.<br />

─ ¡Voy a decírselo ahora mismo a mi padre! ¡Anulará el compromiso y…<br />

─ ¿En serio Tengo una reputación excelente y tú sólo eres una princesa rebelde. Tu<br />

padre creerá que es una excusa para librarte de este matrimonio. No te va a creer. Ni él<br />

ni nadie.<br />

Después de aquello, los cuatro tomaron té. Aunque tan sólo dos personas sabían que<br />

aquello era una farsa y Aura no podía sentirse más humillada. El hombre que había<br />

elegido su padre para casarse con ella la había pegado una bofetada la segunda vez que<br />

le había visto y no podía decir nadie porque nadie la creería. No imaginaba nada más<br />

denigrante.<br />

Finalmente, se marcharon a su reino. Ella no olvidaría las miradas ladinas y feroces que<br />

Darío le había dedicado, ni su regalo en forma de manotazo. Sin embargo, Darío estaba<br />

dispuesto a conocer a su futura esposa y no dudó en salir de su reino a los pocos<br />

minutos de haber llegado, y haberse acercado a las afueras del palacio, a sabiendas de<br />

que Aura saldría de su casa y él podría seguirla.<br />

Aura y James decidieron vigilar los alrededores en busca del tipo que atacó a James.<br />

Darío, al perseguir a Aura, se encontró con el lago y allí se encontró con Momono.<br />

─ ¡Oh, qué horror! ¡No te acerques a mí, monstruo! ─ exclamó Darío, al ver al enano.<br />

─ Oye, tengo un nombre. Me llamo Momono.<br />

─ Y yo Darío, soy un príncipe que busca a su princesa. Soy el prometido de la<br />

distinguida Aura, ¿por casualidad no la habrás visto<br />

─ Lo cierto es que no ─ mintió.<br />

Entonces, Darío se fue. Momono no pudo evitar pensar en lo peculiar y extraño de aquel<br />

tipejo que decía ser de sangre real.<br />

James y Aura llegaron al lago para seguir entrenando, ya que no había ni rastro del tipo.<br />

Esta vez, ensayaron el arte del cuerpo a cuerpo. Después de un largo precalentamiento,<br />

James se agazapó y se abalanzó sobre ella, cogiéndola fuertemente por la cintura y


tirándola al suelo, procurando que no se golpeara la cabeza contra las rocas. Aura debía<br />

aprender a defenderse, esquivando los golpes de su contrincante. El entrenamiento no<br />

era precisamente delicado, pero ambos veían fortalecidas sus fuerzas gracias a ello.<br />

Al atardecer, la princesa debía marcharse a casa. Estaba toda manchada y sudorosa, así<br />

que, con permiso de James ─ que se adentró en la cueva ─ se dio un baño en el lago y<br />

tras una despedida amistosa, se fue.<br />

Aura se enfrentó a un interrogatorio sobre dónde había estado, que había estado<br />

haciendo y con quién había estado; ya que llegó a casa con algunos moratones. La joven<br />

convenció a su padre de que el motivo de su ausencia había sido un duro entrenamiento<br />

junto a Gina y su espada, y que los moratones sólo habían sido como consecuencia de<br />

una caída estúpida. Y como consecuencia de que ella jamás mentía a su padre, él se<br />

quedó tranquilo.<br />

─ ¡Vamos de compras! ─ Aura escuchó la voz entusiasta de su tía Olivia gritando a<br />

todo pulmón.<br />

─ Tía, deberías dejar de hacer eso de gritarme mientras estoy durmiendo. Hay que<br />

hablarlo seriamente ─ graznó Aura, todavía grogui por el sueño.<br />

─ ¡Oh, cariño, lo podemos hablar! ¡La cosa está en si te hago caso o no!<br />

─ Gracias, ¡qué considerada! ─ exclamó irónicamente ─. Sin embargo, hoy no puedo.<br />

Tengo que ir a entrenar… con Gina.<br />

─ Siempre estás entrenando con esa espada peligrosa. ¿Tu padre lo sabe<br />

─ ¡Dios mío, tía! ¿En qué mundo vives Claro que lo sabe, ¿quién crees que me regaló<br />

mi primera espada con seis años<br />

─ Te dejaré un poco de privacidad para que te asees y te vistas. Luego nos iremos. ¡Qué<br />

bien lo vamos a pasar! ─ exclamó Olivia con su aguda vocecilla, haciendo caso omiso a<br />

Aura.<br />

Dicho esto, salió de la habitación y Aura supo que no se libraría de ella.<br />

─ Gina, hazme un favor. Confío en ti. Tengo que llevarme obligatoriamente conmigo al<br />

HX437, así que necesito que te dirijas al lago y avises a James de que iré a entrenar por<br />

la tarde.<br />

─ Entendido ─ dijo Gina con su robótica voz.<br />

─ Gracias ─ susurró ella.


─ ¡James! ¡Aviso de Aura para James! ─ gritó Gina al llegar al lago.<br />

James la avistó en el cielo, mientras entrenaba duramente.<br />

─ ¿Gina ¿Dónde está Aura<br />

─ Me manda para avisarte que no podrá venir. Le ha surgido un contratiempo con su tía<br />

Olivia. Su intención es venir después de mediodía.<br />

─ De acuerdo, no importa. Su familia no puede sospechar porque nos prohibirían volver<br />

a vernos.<br />

─ Mensaje entregado. Ahora tengo que marcharme por instrucciones de mi ama.<br />

Al final de la mañana, Aura y Olivia acudieron con un sinfín de bolsas de todos los<br />

colores y tamaños. Tía Olivia la había obligado a comprarse muchísima ropa y<br />

complementos. Cuando su padre le preguntó sobre lo que había comprado, ella contestó<br />

irónicamente qué la pregunta idónea que debía hacerle era “qué es lo que no se había<br />

comprado”. Maite bajó corriendo las escaleras y saltó para que Aura la cogiera en<br />

brazos. Después de jugar un poquito con ella, comió tranquilamente y se fue a entrenar,<br />

pidiendo permiso a su padre. Encontró a James trabajando sus puños y pies, forzándolos<br />

contra la rocosa pared de la cascada. Iba desnudo de cintura para arriba, y calado hasta<br />

los huesos por el agua que caía sobre él. Golpeaba su cuerpo con tanta dureza que un<br />

leve rastro de sangre que emanaba de su cuerpo iba tiñendo el agua sobre la que caía. Su<br />

semblante furioso se tornó sorprendido cuando se dio la vuelta y contempló a Aura,<br />

observándolo. Aura estaba perpleja. Le saludó, todavía aturdida ante la escena que<br />

acababa de presenciar. Le informó de que iría a buscar en aquel preciso instante al tipo<br />

rubio al Reino de Las Lunas y cuando preguntó a Aura si le acompañaba, ella le<br />

contestó que le ofendía con aquella cuestión.<br />

Darío no cesaba en su empeño por conseguir ser más fuerte, para así enamorar a su<br />

prometida. Odiaba perder. Y odiaba no obtener lo que deseaba. Recordaba la charla que<br />

había mantenido con su madre, ya que ella deseaba que le aclarara sus dudas sobre el<br />

repentino entusiasmo por las espadas. Él, en un acto de confidencialidad, le había


evelado lo de su prometida, que era aficionada a las armas. No conocía a James, pero<br />

sabía gracias a su robot espía que se juntaba con aquel tipo cada día, a escondidas de su<br />

padre. Podría romperle el juego fácilmente, pero le gustaban los retos. Durante toda su<br />

vida siempre le habían puesto las cosas en bandeja y necesitaba acción.<br />

─ Ese tipo quiere robarme a mi prometida, madre. Ella ha sido tan estúpida… la adoran<br />

e idolatran tantos reyes y príncipes como jamás se pueda imaginar nadie, y ella ha<br />

decido pasar su tiempo con un don nadie que no posee sangre real. No puedo decírselo a<br />

Padre, anularía la boda con ella y deseo recuperarla por mis propios medios ─ le había<br />

confesado.<br />

─ ¿Y qué harás ahora, cariño<br />

─ Sé donde encontrarla.<br />

Y puso rumbo a la cascada y después de una breve charla con Momono, puso rumbo al<br />

Reino de las Lunas.<br />

Cuando por fin iban a abandonar la búsqueda, todo cambió. Encontraron al tipo y Aura<br />

sintió como sus piernas débiles y flojas cuando le vio. El individuo rubio era alto y<br />

musculoso, realmente un temible hombre monumental, cuyo cuerpo sería el doble que<br />

el de James. Ella sintió ganas de morir. Él percibió al instante el miedo de su compañera<br />

y se arrepintió de haberla llevado con él. James corrió hacia el tipo y después de varios<br />

ataques, no logró conseguir nada. Desenvainó su espada aun sabiendo que era en vano y<br />

atacó con la desesperanza en sus ojos. Ningún efecto surgió en su destreza hasta que dio<br />

un gran golpe. Tendría que luchar cuerpo a cuerpo de nuevo. Aura no daba crédito a lo<br />

que veía. Jamás en su vida había visto un espectáculo igual. El mundo estaba en peligro<br />

y ella únicamente era una espectadora. Contemplaba paralizada a los dos guerreros,<br />

parecían no respirar, simplemente luchaban. James se destrozaba los nudillos y las<br />

rodillas, al igual que lo hacía el otro hombre. No parecía que ninguno fuera a rendirse ni<br />

que la pelea fuera a terminar. Mientras James dirigía su puño derecho hacia el<br />

individuo, éste le enviaba una patada. Y en cuanto James le devolvió la patada, el<br />

hombre consiguió poner las manos en el suelo para evitar la caída. Aura no podía dejar<br />

de mirar como James y el tipo no paraban de sangrar. La sangre y el sudor se mezclaban<br />

sin piedad en sus rostros. El hombre intentó esquivar a James para atacar a Aura, pero el<br />

muchacho se lo impidió. Afortunadamente, en un despiste del tipo rubio, James se<br />

abalanzó sobre él, tirándole al suelo. Ella seguía paralizada.<br />

James pensó que se trataba de un milagro cuando apareció Darío en su vehículo<br />

privado, y le suplicó que se llevara a Aura de allí mientras forcejeaba con aquel<br />

incansable sujeto. Darío echó una breve mirada a James, y sintió envidia de aquel tipo<br />

por el que suspiraba Aura, que no quería marcharse de allí. Sin embargo, ante una<br />

tajante orden, Aura subió al vehículo junto a Darío y pusieron rumbo al Reino Amapola.


─ Eres lo peor, Aura. Eres una vergüenza. Jamás se había visto a una princesa tan<br />

desaliñada. Esos son asuntos de plebeyos como él que no tienen familia y nadie los<br />

echará en falta. Me he informado sobre él, ¿sabes Menos mal que el mastodonte matará<br />

a ese infeliz y nadie se enterará de que existió ni de que tú sentías algo por él. Tú y yo<br />

nos casaremos, tendremos hijos y mucho poder y seremos felices y comeremos<br />

perdices, tal y como indican los típicos cuentos. Menos mal que gracias a mi robot espía<br />

me enteré de la existencia de este individuo y agradecido estoy también a ese horrible<br />

enano que me dijo donde encontrarte.<br />

─ ¿Momono ─ preguntó, sorprendida.<br />

─ El mismo.<br />

─ ¿Dónde le conociste<br />

─ En el lago con cascada. Lo descubrí el día que nos prometieron oficialmente, ya que<br />

te seguí.<br />

Aura lo maldijo en su fuero interno.<br />

Una vez llegados al Reino Amapola, ambos príncipes se quedaron en una cómoda sala<br />

de espera junto al resto de sirvientes, que no entendían el enfado de los mismos.<br />

Esperaban que su amada princesa o su prometido soltaran alguna pista en forma de<br />

palabra para entender el porqué de su enemistad. Sin embargo, Darío no podía soportar<br />

el irritante silencio de la princesa y acabó propiciándole una bofetada, con todos los<br />

sirvientes delante. Manuela no podía creer aquello.<br />

─ Nadie preguntará el motivo de mi acción porque quedará entre mi prometida y yo. Y<br />

ninguno de vosotros dirá nada, si no quiere acabar desterrado de todos los reinos o<br />

enterrado vivo bajo tierra a manos de un sicario.<br />

Manuela vio como su ama estaba a punto de echarse a llorar y suplicó a Darío:<br />

─ La princesa necesita descansar. ¿Le permitirá eso, Señor Al fin y al cabo, estamos en<br />

su reino.<br />

─ De acuerdo. No puede hacerle ningún mal dormir un rato para poner sus ideas en<br />

orden.<br />

Pero ella aprovechó la ocasión para escaparse en cuanto Manuela cerró la puerta de su<br />

habitación tras ella. Mientras tanto, Rodrigo se encontraba en el Reino de la Luz cuando<br />

se enteró de la desgracia que asolaba en Reino de las Lunas.


Aura llegó al Reino de las Lunas cuando nada quedaba allí, estaba completamente<br />

desierto, ningún soldado, ninguna cámara de televisión. La familia real y sus súbditos<br />

habían sido trasladados a otro reino para no sufrir daño alguno. El ejército no había<br />

hecho acto de presencia todavía. Quedó perpleja ante la enormidad de los daños. No<br />

halló a su compañero ni al tipo rubio, así que rastreó la zona en busca de los dos titanes.<br />

Contempló entristecida el ambiente: edificios reducidos a cenizas, coches<br />

carbonizados… por suerte, no vio a ningún herido ni ningún cadáver como en la<br />

desgracia anterior, en el Reino de Cristal. Se alejó del reino, acercándose a la zona<br />

boscosa. Oculto entre unos arbustos, un cadáver yacía en el suelo. Reprimió un grito de<br />

horror. Era el tipo rubio, al cual le faltaba parte de la cabeza, los dos brazos y un pie.<br />

Buscó desesperadamente a James, temiéndose que su suerte hubiera sido la misma,<br />

hasta que le encontró. Le flojearon las rodillas y casi se echó a llorar. Estaba<br />

completamente ensangrentado. Casi se abalanzó sobre él, entonces sintió su pulso.<br />

¡Estaba vivo!<br />

─ ¡Gina, ayúdame! Hay que llevarlo a la cueva, si lo llevamos al palacio, Darío lo<br />

matará. Llama a Samanta ahora, que se prepare, que traiga a un médico, mantas,<br />

almohadas y un botiquín al completo. Que le diga al médico que se le pagará muy<br />

generosamente si guarda silencio. Samanta desconoce la ubicación de este lugar, así que<br />

mientras lo prepara todo dirígete a su casa y tráela aquí, junto con el médico.<br />

Mientras Gina partía al encuentro con Samanta, Aura y el HX437 cargaron a James<br />

como sus pocas fuerzas les permitían, arrastrándolo hacia la cueva de la cascada, que se<br />

encontraba a tan sólo unos metros de aquella zona. Media hora más tarde, hicieron acto<br />

de presencia el médico ─ al que pagó espléndidamente por sus servicios antes de<br />

marcharse ─ y Samanta ─ que insistió en saber toda la verdad hasta que la princesa lo<br />

reveló todo. No podía levantar sospechas en el palacio, debía marcharse de inmediato.<br />

Únicamente se limitó a decirles a los demás que tenía un fantástico plan.<br />

─ Acabo de subir a su habitación y no está. ¿Dónde la has escondido, maldita criada<br />

─ No lo sé, señor, se lo juro. Yo la dejé tumbada en la cama.<br />

─ ¡Mientes!<br />

─ ¡No! ¡Se lo juro! ─ suplicó Manuela, viendo que el príncipe Darío levantaba su mano<br />

para darle un manotazo.


─ ¡Aquí estoy! ─ exclamó la princesa, que apareció llorando por la puerta principal. Al<br />

instante, todos sus sirvientes sintieron un nudo en el corazón.<br />

─ ¿Por qué llora, princesa ─ preguntó Manuela, que acudió corriendo a su encuentro.<br />

─ James ha muerto.<br />

Nadie sabía ─ excepto Darío ─ quién era aquel tal James. Las cabezas de todos los<br />

criados se poblaron de preguntas, no sabiendo quién era aquel desconocido personaje.<br />

─ No sé de quién habla, princesa, pero siento su pesar.<br />

─ ¡Oh, no, no! No se preocupe. Este acontecimiento merece una celebración. ¿Dónde<br />

está su cadáver<br />

─ Lo he incinerado en una hoguera, junto al otro tipo.<br />

─ ¡Oh! Así que ambos están muertos. Genial. Me encanta.<br />

Aquella farsa duraría durante bastantes días.<br />

Después de que James despertara al cabo de unos días, Aura le contó todo lo sucedido<br />

con detalle. De la historia, a James le llamó especial atención el asunto sobre la boda<br />

entre Aura y Darío. A lo cual, Aura le contestó que haría todo lo posible para que ésta<br />

no se produjera. Por su parte, él le contó con pelos y señales cómo había asesinado al<br />

tipo rubio. Cuando la luna se posó en el cielo con la intención de quedarse durante toda<br />

la noche, Aura anunció su propósito de volver al palacio para seguir con la farsa. James<br />

contempló fijamente la marcha de Aura y Gina.<br />

─ Adiós, Aura ─ susurró él.<br />

Y sus palabras se perdieron en el aire, sin que nadie más que él supiera de ellas.<br />

La gran pasión de Isis, soberana del Reino de la Luz y esposa del rey Gustavo, era la<br />

pintura. Pintaba cuadros que eran valiosísimos y que acababan subastados ─<br />

mayormente ─ para hacer entrega de la recaudación a la princesa Aura y que ella se<br />

encargara de repartir la cantidad conseguida a los más necesitados. Por sugerencia de<br />

Aura, Isis quiso subastar algunos más para la reconstrucción de los dos reinos<br />

destruidos. Para escoger los mejores, y por los que más podía sacar beneficio, había<br />

llamado a Aura.


─ ¿Tú qué crees Ahora mismo tengo todos estos terminados.<br />

─ Siempre lo he dicho, desde que poseo uso de razón: tienes un don.<br />

─ Gracias. Pero todavía tenemos que decidir cuántos de ellos pondremos a subasta y<br />

cuáles de ellos.<br />

─ Son tuyos. Es decisión tuya. Pero si quieres mi opinión…<br />

─ La quiero… ─ Aura sonrió ante la interrupción de su amiga.<br />

─ Me gusta éste ─ señaló uno con una mujer abstracta con un fondo azul de puntos<br />

amarillos y verdes.<br />

─ ¿Por cuánto crees que podría venderse ¿Cuánto crees que pueden pagar por él ─<br />

preguntó Isis, preocupada.<br />

─ Ni idea, sabes que no entiendo de arte. ¡Lo dejaremos al azar! ¡A ver cuánto pujan<br />

por él!<br />

─ Mi cuadro favorito es éste. Me inspiró en mi relación con Gustavo.<br />

─ Es precioso ─ inquirió Aura, que miró el cuadro. Entre pincelada y pincelada podía<br />

vislumbrar claramente una pareja abrazada, retorciéndose y alargándose a lo largo del<br />

lienzo.<br />

─ Recuerdo cuando conocí a Gustavo. Cuando sientes como el corazón te va a mil por<br />

hora, cuando sientes mariposas en una espiral de fuego y pasión…, perdona, Aura.<br />

Supongo que me he dejado llevar.<br />

─ No te disculpes. Lo que acabas de describir es hermoso.<br />

─ Si tienes suerte, tú también sentirás lo mismo. Espero que Darío cuide bien de ti y te<br />

haga sentir la mujer más afortunada del mundo.<br />

Aura se quedó callada.<br />

─ Supongo ─ suspiró abatida.<br />

En sus descansos, James se escondía entre las rocas y espiaba durante largas e<br />

incansables horas a Momono, que parecía distante mientras hablaba solo. Sin embargo,<br />

sus palabras eran simplemente susurros, así que no alcazaba a oírlas.


Cuando Aura llegó a la cascada, él ya se había tumbado en la orilla del lago a descansar.<br />

A causa de sus heridas, su fatiga le atormentaba mucho antes. Debía recuperarse pronto.<br />

Él le comentó su preocupación por Momono a Aura.<br />

─ ¿Puedes hablar con él ─ Inquirió James.<br />

─ Puedo intentarlo. Me parece rarísimo que llore.<br />

Cuado pasó a la cueva, estaba llorando nuevamente. Él se dio la vuelta, azorado, no sin<br />

antes de que Aura viera enrojecer su piel y secarse rápidamente las lágrimas que le<br />

rodaban por las mejillas.<br />

─ ¿Qué ocurre ─ le preguntó con voz amable y cariñosa, con el tono que puedes<br />

esperar de una madre o un hermano mayor.<br />

─ Nada ─ susurró con la voz entrecortada.<br />

─ Nadie llora por nada. Dímelo, quizá pueda ayudarte. Soy tu amiga y los amigos están<br />

para eso, para apoyarse y buscar soluciones.<br />

─ ¿Eres mi amiga<br />

─ ¡Claro que sí! Ya paso más tiempo aquí en la cascada con vosotros que en mi casa.<br />

Eso tiene que contar algo.<br />

─ Me siento solo.<br />

─ Eso tiene fácil solución. Te buscaremos una chica. Encontraremos una enana y te<br />

organizamos una cita con ella.<br />

─ ¿Y cómo la buscamos<br />

─ Tranquilo, ¡déjamelo a mí! Soy una princesa y tengo mis contactos.<br />

Ella salió de la cueva y James la interrogó con la mirada.<br />

─ Todo solucionado ─ James la miró sorprendido ─. Ahora me voy, tú no puedes<br />

entrenar como antes, ya retomaremos el entrenamiento mañana o pasado mañana. Por<br />

cierto, todavía no te he dicho lo mucho que lo siento. Por no haber reaccionado en el<br />

Reino de las Lunas.<br />

─ Eso está olvidado. Me salvaste la vida después, cuando me buscaste y me encontraste.<br />

De no haberme buscado y haber llamado a un médico, hubiera muerto desangrado.<br />

─ Entonces, ¿estamos en paz ─ preguntó, esperanzada.<br />

─ Estamos en paz.<br />

Aura se marchó y Momono salió de la cueva con una sonrisa radiante.


─ ¡Soy tan feliz, James!<br />

─ ¡Impresionante! Esta chica tiene recursos para todo.<br />

─ ¡Claro, porque es una princesa! ¡Tiene sus contactos! ─ recitó las mismas palabras<br />

que Aura había citado.<br />

James suspiró, abatido y entristecido.<br />

─ Sí, por desgracia.<br />

Gustavo llegó al Reino Amapola para hablar de negocios con Rodrigo. Sin embargo, en<br />

una conversación privada entre ambos reyes, Gustavo no pudo evitar hablar de Aura y<br />

recalcar sus muchas virtudes.<br />

─ Es una princesa inteligente y generosa que va de la mano de la belleza. No me extraña<br />

que tantos príncipes y reyes te pidan su mano. Es el vivo retrato de su madre. Fue una<br />

gran reina.<br />

─ Sí, lo fue. Y espero lo mismo de Aura ─ a Rodrigo le falló la voz.<br />

─ ¿Por qué te decantaste por el príncipe Darío<br />

─ Creo que será la media naranja de mi hija y es de su misma edad. Es atractivo,<br />

inteligente, con don de gentes y dotes de liderazgo. Sé que será feliz. Ahora no entiende<br />

muy bien porqué la he comprometido, pero lo entenderá. La boda no se producirá de<br />

forma inmediata, dejaré que el príncipe y mi hija se conozcan en profundidad, que se<br />

cojan cariño, se quieran… y así podrán casarse por amor. Es lo mismo que me ocurrió a<br />

mí y lo aprecié mucho.<br />

Cuando Aura llegó a la cascada no pudo evitar mirar fijamente a James. Estaba tan<br />

guapo, mucho más que cualquier otro príncipe o rey. Era alto, atractivo, de ojos azules y<br />

moreno. ¿Quién no deleitaría su mirada ante aquel exquisito espectáculo Iba vestido<br />

con unos vaqueros rotos y una simple camiseta blanca. De repente, se despertó de su<br />

ensimismamiento. Le llamó a voces, entrenaron como cada día y se despidió cuando la<br />

luna mostró indicios de salir. Sin embargo, no sabía que alguien la había estado<br />

espiando.


El mini robot TX568 llegó al palacio del Reino Amarillo y mostró unas escandalosas<br />

imágenes a Darío, que enfureció ante su contenido. Las instantáneas mostraban a una<br />

sonriente y relajada Aura entrenando y hablando tranquilamente con James, al que<br />

reconoció al instante a pesar de haberle visto en tan sólo una ocasión y apenas durante<br />

un minuto.<br />

─ Maldita mentirosa…<br />

Darío volvió a la cascada al día siguiente, dispuesto a matar a James. Momono fue el<br />

encargado de recibir a tan irritante personaje.<br />

─ ¿Qué haces tú por aquí otra vez ¿Buscas a Aura ¿Era tu prometida, no<br />

─ No era mi prometida, ES mi prometida. Pero no la busco a ella, sino a James. Vengo a<br />

matarle, ¿dónde está<br />

─ No está. ¿A matarle ¡Te lo prohíbo rotundamente! ¡Es mi amigo! Aunque, al<br />

principio, cuando hablaba sobre lo bonita que es Aura, me miraba enfurecido. Ahhh,<br />

ellos se aman.<br />

─ De poco les servirá. Aura está obligada a casarse conmigo.<br />

─ Poco importa. No es cuestión de acuerdos de conveniencia, sino de amor. Ambos se<br />

pertenecen.<br />

─ Eso ya lo veremos ─ dijo, desafiante.<br />

Su decisión era importante y cruel, lo que cabe esperar de un tipo sin escrúpulos, que es<br />

lo que él creía conveniente: contarle todo a Rodrigo, incluidas las fotografías.<br />

Por el rabillo del ojo, James vio una sombra pasar de refilón, escondiéndose entre las<br />

ruinas de los edificios del Reino de Cristal. Cogió las manos de Aura, que las tenía<br />

sujetas a su cintura, y se deshizo de ellas. Al oído le susurró que se preparara para<br />

luchar. El hombre salió de su escondite. No distaba mucho del otro tipo rubio,


únicamente la distinción que Aura veía era que este tipo llevaba la cabeza rapada. Al<br />

principio, Aura sólo miraba, observaba atentamente cada movimiento de ambos<br />

contrincantes. Intervendría únicamente en caso de que James urgiera su ayuda. Cada<br />

uno devolvía el golpe recibido del otro. Aquel guerrero no era tan fuerte como el<br />

hombre rubio, un punto a favor de James. Pero sin duda, ella temía por su vida, ya que<br />

el enemigo poseía unos impresionantes reflejos para evitar las agresiones de James. En<br />

una milésima de segundo, en un descuido de James, el tipo arremetió contra él mediante<br />

un potente puñetazo en la cara, y le tiró al suelo. Rápidamente se levantó y se apartó<br />

unos escasos metros de él.<br />

Ambos se miraron y sonrieron maliciosamente. Aura reprimió un escalofrío.<br />

Y volvieron al ataque.<br />

Pronto, James descubriría la valentía de Aura, que días atrás había quedado<br />

completamente bloqueada por el temor de su primera lucha. Se acercó rápidamente<br />

hacia el caos, aprovechando que el monstruoso tipo le daba la espalda. Se abalanzó<br />

sobre él, cubriéndole los ojos, hecho que James aprovechó para derribarle contra el<br />

suelo. Cogió su espada y se la clavó en el pecho, hiriéndole de muerte a los pocos<br />

segundos. Aura había caído junto a él; no se movía; no se dio cuenta al instante, pero<br />

ella estaba herida, el tipo le había clavado una cuchilla en el costado, cuando había<br />

forcejeado con ella, en su intento por quitársela de encima. La cogió en brazos<br />

hábilmente y puso rumbo al hospital más cercano.<br />

En el hospital, los médicos mantenían en observación a Aura, sin que a James le<br />

concedieran el permiso para verla. Gina se posó sobre el hombro del preocupado<br />

muchacho, que tomó una decisión que no le convenía para nada, pero no veía otra salida<br />

sin ella. Mandó a Gina y al HX437 al Reino Amapola para que explicasen al padre de<br />

Aura lo ocurrido. Ambos mini robots obedecieron y al cabo de una hora apareció<br />

Rodrigo, completamente desesperado.<br />

─ ¡Eres un maldito caradura! Darío me ha contado todo, y justo cuando creo que no<br />

pueden darme peor noticia, me vienen los robots de mi hija a contarme esta desgracia.<br />

Tú estás tan tranquilo mientras mi hija está muriéndose ─ masculló con lágrimas en los<br />

ojos.<br />

─ Estoy sufriendo por ella. Yo no la obligué a venir conmigo.<br />

─ No te creo; sólo eres un pobre desgraciado que se ha aprovechado de ella. Quiero que<br />

te largues de aquí y no vuelvas a acercarte a mi niña. Eso en caso de que viva. No<br />

quiero imaginármelo de otra forma; pero en el hipotético caso de que no salga de ésta, te<br />

juro que te buscaré hasta el fin del mundo y te mataré.<br />

─ Ella es fuerte, saldrá de ésta ─ aseguró, plenamente convencido.<br />

El médico apareció para informar de que una persona podía pasar a verla durante un par<br />

de minutos, y fue Rodrigo el que lo hizo. El corazón se le hundió y el mundo se le vino<br />

abajo al ver a su hija, tumbada en la cama, inconsciente. Los médicos le habían puesto<br />

una mascarilla de oxígeno y tenía el costado vendado. Cayó al suelo, arrodillado, al ver<br />

el penoso y lamentable estado de su hija. Podría destrozar cruelmente la vida de James


mediante la humillación pública, pero prefirió optar por el silencio. La reputación de su<br />

hija estaba en juego, así que ya encontraría otra forma. Se resistió a abandonar la<br />

habitación y dejar allí sola a su hija, con la única compañía de una botella de oxígeno y<br />

una mascarilla. Así que dejó a su cuidado a Gina, para que velara por ella. Rodrigo se<br />

opuso a abandonar el hospital, así que Jimeno regresó al palacio a dar la noticia al resto<br />

de sirvientes.<br />

James se sentía fatal, como jamás en su vida. El único modo que halló para mitigar el<br />

dolor fue lastimarse físicamente, mucho más duramente que en los entrenamientos.<br />

Cuando gastó su último aliento, cayó rendido al suelo. No recordaba haber llorado<br />

nunca. Y no le importó hacerlo. Nunca se perdonaría haber puesto en peligro la vida de<br />

Aura.<br />

La amaba.<br />

En aquel momento se dio cuenta más que nunca, obtuvo la confirmación más certera.<br />

Sospechada que algo ocurría desde hacía un tiempo, pero se había engañado a sí mismo<br />

diciéndose una y otra vez que ese sentimiento tan sólo se trataba de cariño. Ella nunca<br />

sería feliz con él, debía olvidarla para siempre. Además, su padre no lo permitiría. Ella<br />

era una princesa que nada tenía que ver con un guerrero que no podía proporcionarle<br />

dinero, joyas ni poder.<br />

Pasaron tres meses y James se recuperó; siguió alejando de ella. Aura seguía<br />

inconsciente y tanto su padre como su prometido la visitaban cada día. James se moría<br />

por visitarla también, pero sabía que aquel deseo era imposible. Rodrigo la escuchaba<br />

en sueños pronunciar el nombre de James una y otra vez y, aunque dudoso al principio,<br />

acabó convenciéndose de que se trataban de pesadillas. En una ocasión, se lo comentó a<br />

Darío para que le diera su opinión y éste fingió darle la razón aunque, en el fondo, su<br />

corazón se consumía de rabia y envidia.<br />

Manuela dio la orden al HX437 de que avisara a todos los habitantes del palacio, y<br />

especialmente a Rodrigo, de que la princesa había despertado por fin. Sus amigos se<br />

presentaron en el palacio, recién enterados de tan horrible noticia. Ambos estaban muy<br />

serios, pero fue Axel el que habló:<br />

─ Nos acabamos de enterar de lo que ha pasado y ese tal James pagará por lo que ha<br />

hecho. Ese maldito idiota…<br />

─ Te prohíbo que hables así de él.


La miraron, sorprendidos.<br />

─ Siempre ha sido un perfecto caballero conmigo.<br />

─ Pero, ¿acaso él no es el hombre que te obligó a ir a la lucha<br />

─ Nadie me obligó a nada. Y nunca nadie me obliga a nada, tomo mis propias<br />

decisiones, ya deberíais saberlo. Las decisiones de luchar junto a James son única y<br />

exclusivamente mías. Estuve entrenando muy duro para la ocasión de encontrar un<br />

enemigo.<br />

Aura mandó a sus amigos y a su fiel Gina a avisar a James ─ secreto que no compartió<br />

con nadie más. Impactó mucho a sus amigos verle saltándose la piel contra la roca de<br />

una monumental cascada. Samanta ya le había visto, pero medio muerto. Aquello no<br />

contaba, además él nunca la había visto a ella. James se percató enseguida de que<br />

alguien lo observaba y se dio media vuelta. Le explicaron todo lo sucedido, y él<br />

preguntó por el estado de salud de ella. James bajó la cabeza, sonrojado, al saber qué<br />

ella seguía de su parte y de que se encontraba sana y fuera de peligro.<br />

Su padre le deseó que se divirtiera con sus amigos. Había pasado una semana y ella se<br />

vio con fuerzas suficientes para levantarse de la cama. Cuando llegó a la cascada, sin<br />

haberle avisado previamente, encontró a James bañándose en el lago, con todo su<br />

cuerpo ensangrentado y repleto de heridas. Se acercó cuidadosamente y se detuvo frente<br />

a él. Se alegró tanto de verla, que hizo ademán de salir del agua pero ella se limitó a<br />

sacudir la cabeza a modo de negativa. Se descalzó y abandonó toda su ropa a su lado,<br />

quedando en ropa interior. Entró poco a poco en el lago y cuando el agua le cubría las<br />

rodillas, se abalanzó sobre James. Ambos se abrazaron y sonrieron. Transcurridos unos<br />

segundos, alzaron la mirada para reencontrarse. Se acercaron más, cada vez más, hasta<br />

que sus labios se encontraron dulcemente. Aquel beso lo había deseado durante<br />

demasiado tiempo como para posponerlo más.<br />

Dentro del lago, pasaron de ser compañeros de lucha a amantes. Manifestaron sus<br />

sentimientos sin palabras; sólo los gestos bastaban. Sonrieron mutuamente, signo de la<br />

felicidad que sentían. Cuando salieron del lago, él contempló disimuladamente la<br />

hermosa figura de Aura. Finalmente, se despidieron y ella volvió a casa.<br />

Cuando llegó estaba la cena lista y su padre, junto a la señora Alma, soberana del Reino<br />

Amarillo y madre de Darío. Pudo apreciar la mirada cruel y maliciosa de ella y la<br />

seriedad y el enfado de su padre. Rodrigo mantenía la mirada fija en su plato de comida<br />

sin empezar. Levantó la mirada hacia su hija ─ a la cual se le heló la sangre ─ y la<br />

redireccionó hacia un sobre marrón en el que Aura no se había fijado. Comprendió<br />

enseguida y abrió el sobre. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Su contenido no era otro<br />

que unas fotografías tomadas aquella misma tarde en el lago, que reflejaban la felicidad<br />

en estado puro que sentía junto a James. Entonces, adivinó el motivo de la presencia de<br />

la señora Alma.


─ Con el permiso de Rodrigo, debo exigirte, princesa, que me des una explicación de<br />

porqué la prometida de mi hijo anda con un plebeyo y que me convenza de porqué no<br />

debo publicar y difundir estas fotografías por todos los reinos para ridiculizarla.<br />

Aura estaba a punto de echarse a llorar. Su padre habló por fin:<br />

─ Siempre me he sentido muy orgulloso de ti. Te he criado para que esta vida de lujos<br />

no te volviera vanidosa y egocéntrica. Pero, tienes una reputación, eres una princesa<br />

muy respetada, prometida con un príncipe que no merece este desprecio, con un futuro<br />

laborioso por delante. Y vas a arruinarlo todo por un tipo que no es nadie, y vas a<br />

quedar como una maldita fulana.<br />

─ He violado tu intimidad, princesa, porque mi hijo ya me advirtió la existencia de este<br />

tal James, al cual Darío no tiene nada que envidiar.<br />

─ ¿Usted ya lo sabía ¿Por qué no me dijo nada ─ preguntó, sorprendido, Rodrigo.<br />

─ Porque tenía esperanzas en la princesa. Esperanzas que se han esfumado con su<br />

traición. No diré nada porque sigue siendo pura, pero en el momento en que no lo sea,<br />

anularé el compromiso. Y evidentemente, tiene que dejar de ver a ese muchacho. Mi<br />

robot espía me lo advertirá.<br />

La señora Alma se fue del palacio y, tras una última mirada escalofriante, Rodrigo y<br />

Aura no volvieron a sacar el tema a la superficie. Decidieron encerrarlo en un cajón con<br />

llave.<br />

Aura se quedó en su habitación toda la noche, no abandonó su cama ni para cenar, a<br />

pesar de que estaba hambrienta. Su criada, Manuela, aprovechó la medianoche para<br />

llevarle un plato de sobras.<br />

Aitor y Helena, soberanos del Reino de las Flores, acudieron al Reino Amapola a la<br />

mañana siguiente para hablar sobre su hija de dieciséis años, Nerea. Estaba dispuesta a<br />

convertirse en la alumna de Aura sobre temas de ayuda al pueblo. Su vocación era<br />

ayudar a los demás, así lo había decidido ella, y el orgullo de sus padres demostraba su<br />

aceptación. Rodrigo se sintió maravillado ante aquella noticia; sin embargo, la<br />

vergüenza todavía le mordía el corazón.<br />

Ese mismo día, por la tarde, Aura debía visitar el Reino de la Luz para hablar<br />

nuevamente de los cuadros de la reina Isis. Oportunidad que Rodrigo aprovechó para<br />

buscar a James. Pidió las coordenadas del lago y la cascada a Darío, a través de uno de<br />

sus mini robots, y se fue solo. No deseaba matarle, pero sí darle un buen susto para que<br />

se alejara de su hija.<br />

─ No me sorprende verle aquí. De alguna forma le esperaba ─ dijo James cuando le vio.


─ Pues si me esperabas, sabes a lo que vengo: deja en paz a mi hija. ¿Qué deseas<br />

¿Dinero ¿Poder ¿Ser el nuevo rey de Amapola Deberías saber, si no te has<br />

informado, de que un plebeyo no puede ser rey, bajo ninguna circunstancia.<br />

James no pudo evitar reprimir una carcajada.<br />

─ Me van las emociones fuertes. Vivir. Conocer mundo. Ser rey no es más que<br />

postrarse en un trono y mandar órdenes a la gente. Y a mí no me gusta mandar a la<br />

gente, sino ayudarla.<br />

─ Nosotros ayudamos a la gente.<br />

─ Sí, al abrigo de vuestro palacio. Comiendo los mejores alimentos, vistiendo las<br />

mejores telas de alta costura, llevando puestas las más fabulosas y ostentosas joyas en<br />

vuestras numerosas fiestas privadas no aptas para el pueblo.<br />

Rodrigo se quedó callado.<br />

─ Me pones enfermo. No sé que ha visto mi hija en ti.<br />

─ ¿Sabes lo que ha visto Que la comprendo, que tengo su mismo punto de vista. Esto<br />

que te acabo de contar no es simplemente mi opinión, también es la de tu hija. Por eso<br />

le gusta escaparse del palacio y vender cada regalo del que le hacen entrega. Por ese<br />

motivo no le gustan las fiestas que se organizan y se involucra en cada acto benéfico<br />

que se organiza. Para ayudar en todo cuanto puede desde su privilegiada posición.<br />

Justo en aquel momento, Aura volvió al palacio y, al no encontrar a su padre, le recorrió<br />

un escalofrío por todo el cuerpo. No estaba segura, pero dedujo con facilidad donde se<br />

hallaba. Se fue directa al lago y su instinto no le falló. Su padre y su amado estaban<br />

luchando. Les gritó que parasen y ellos obedecieron al instante, sorprendidos. Suplicó a<br />

su padre que se fueran ambos de allí, dejando solo a James. El muchacho se sintió<br />

estúpido. Creyó haberla perdido ante aquella batalla, ¿le abandonaría Al fin y al cabo,<br />

ella era una princesa. ¿Y si su amor no era verdadero ¿Y si él únicamente había sido un<br />

impulso de ella en el intento de contradecir a su padre y todas las normas que<br />

conllevaba pertenecer a la realeza Por su parte, Rodrigo recuperó la confianza en su<br />

hija. Se sintió feliz ante el rechazo que había demostrado hacia James.<br />

Pasó una semana y Rodrigo ya había olvidado los incidentes de su hija con James, creyó<br />

haber recuperado la cordura. Pero en su interior, las palabras de James todavía hacían


eco. Tal vez fuese cierto que su hija se había revelado ante aquella injusticia. Bueno, él<br />

podía cambiar aquello, o al menos, intentarlo. Poco a poco podría ir modificando esa<br />

situación. Ella se casaría con Darío, serían felices y ella no abandonaría esa mentalidad<br />

de inmoralidad y se las transmitiría a sus futuros hijos. Por aquel motivo, serían<br />

respetados y queridos por el pueblo, y él ayudaría en todo cuanto pudiese. La señora<br />

Alma perdonaría la infidelidad de Aura hacia su hijo, porque ella ya no recaería más.<br />

Aura se dirigió una mañana hacia el Reino de Cristal, para ayudar en su reconstrucción.<br />

También había empezado el proceso de reconstruir el Reino de las Lunas. Allí se<br />

encontró a Momono, el cual había quedado con una enana y cuya primera cita consistía<br />

en ayudar al restablecimiento del reino.<br />

─ ¿Cómo te va la cita con la chica ─ preguntó ella, entusiasmada.<br />

─ Sobre ruedas. Gracias por presentármela, ¿cómo lo hiciste ¿Es amiga tuya<br />

─ Bueno, no es amiga mía, pero la conozco porque es voluntaria en varias asociaciones<br />

de las que yo también soy miembro. Se lo comenté y le pareció bien.<br />

─ Creía que la cita sería en plan romántico, pero me ha traído aquí. Aun así, estoy<br />

contento, es muy guapa.<br />

─ No te estreses, ya tendréis una cita pasional e íntima, entiende que ahora hay mucho<br />

más trabajo que antes, y todavía queda pendiente también la reconstrucción del Reino<br />

de las Lunas. Ella está muy involucrada en esto.<br />

─ Lo sé ─ luego la miró de reojo y cambió de tema ─: ¿Estás enfadada con James<br />

─ No ─ susurró muy bajito ─, pero no puedo hablar mucho de él, me rondan varios<br />

robot espías. No he encontrado la ocasión de ir al lago sin ser vigilada.<br />

─ Yo le entregaré tu mensaje, está muy preocupado.<br />

Dicho y hecho, cuando Momono llegó al lago encontró a James ensangrentado, se había<br />

forzado de nuevo. Se había tumbado como pudo en las sábanas de Samanta, recubiertas<br />

de la sangre seca de la última vez. Con la única diferencia de que esta vez no tenía<br />

medicamentos, ni vendas, ni un botiquín con el que curarse.<br />

─ Deberíamos llamar a Aura, que mande a un médico o algo.<br />

─ No la molestes, me odia ─ graznó James, haciendo un gran esfuerzo.<br />

─ No te odia, no ha venido porque la están espiando. Necesitaba disipar las sospechas<br />

que se cernían sobre ella. Acabo de verla en el Reino de Cristal y me lo ha explicado.


Aura no podía seguir soportando no ver a James aunque consideró que debía continuar<br />

con la farsa de que le odiaba. Sin embargo, una acción de Darío la hizo cambiar de<br />

opinión. El príncipe solicitó su presencia en el palacio del Reino Amarillo y, para<br />

hacerla escarmentar de su infidelidad con James, le propició un puñetazo, que acabó<br />

convirtiéndose en una tremenda paliza. Cuando Rodrigo subió a la habitación de su hija<br />

para preguntarle como había ido el encuentro con su prometido, la encontró vomitando<br />

y recubierta de moratones. Al principio, se temió que hubiera sido James, en venganza<br />

por su rechazo, pero ella no pudo reprimir las lágrimas ni la verdad, y se lo confesó<br />

absolutamente todo.<br />

─ ¿Por qué no me lo has dicho antes ─ exigió saber.<br />

─ No lo sé, por vergüenza, por respeto, por honor… ¡No lo sé ni yo!<br />

─ Su madre sabe lo tuyo con James, así que no te creerán, tampoco el rey.<br />

─ Lo sé, por eso no lo he dicho nunca. Y tú tampoco me hubieras creído. Los criados<br />

también lo saben, pero no dirán una palabra porque están bajo coacción.<br />

─ Si tuviéramos pruebas… ─ se lamentó.<br />

─ Las hay ─ inquirió el HX437 ─. Tengo fotografías de cada movimiento de la princesa<br />

desde el mismo momento en que fui comprado y activado.<br />

Seguidamente, enseñó las pruebas. Rodrigo quedó horrorizado y Aura sonrió aliviada.<br />

─ Estaba equivocada, fue una buena idea comprar al HX437, creo que te estoy cogiendo<br />

cariño y tendré que ponerte un nombre a ti también.<br />

Su padre la cogió de las manos y la miró muy serio.<br />

─ No sólo no te casarás con el príncipe Darío, sino que pagará por ello.<br />

─ Papá…<br />

─ ¿Sí, hija mía<br />

─ ¿Entiendes ahora el porqué de mi acercamiento a James<br />

─ Sí, hija.<br />

─ Necesito verle, explicarle todo ─ suplicó ella.<br />

─ No ─ ella bajó la cabeza, decepcionada ─. Es tarde, mañana yo mismo te<br />

acompañaré.


Aura se sintió realmente feliz y abrazó a su padre. Entonces, comenzó el relato de<br />

James, desde la primera vez que le vio hasta aquel mismo instante.<br />

Encontraron a James, malherido tras haber matado a otro enemigo. Le curaron gracias a<br />

un robot médico que acudió al instante de la llamada del rey. Hablaron durante horas,<br />

explicando todo cuanto había sucedido. Estaban a punto de marcharse cuando James se<br />

sonrojó repentinamente.<br />

─ Esperad ─ les suplicó ─ Rodrigo, amo a su hija. No tengo nada que ofrecerle aparte<br />

de prometerle que la protegeré con mi vida, que la cuidaré siempre y que la amaré<br />

eternamente.<br />

─ Estoy seguro de ello ─ se limitó a decir.<br />

Al final de la semana, en el último día del mes, tanto Rodrigo como los reyes del Reino<br />

Amarillo habían organizado un acto para dar a conocer al pueblo el compromiso entre<br />

ambos príncipes; Aura y Darío. James decidió acudir también, pero de incógnito. Sin<br />

embargo, la señora Alma había cambiado de opinión y ya no deseaba este enlace, por lo<br />

que su propósito real fue ridiculizarla y destrozar aquella imagen que el pueblo tenía de<br />

ella. Enseñó aquellas fotografías de Aura y James en el lago y ella sintió que era la<br />

oportunidad de acabar con todo aquello.<br />

─ Es cierto, no lo voy a negar. No es un montaje ─ explicó ante el pueblo, sorprendido<br />

y anonadado ─. El príncipe Darío tan sólo siente por mi obsesión y mi amor pertenece<br />

al hombre de las fotografías. Lo admito. Se llama James y es un muchacho humilde que<br />

nada tiene que ver con la realeza. Todos conocéis mi reputación de espíritu libre, pero si<br />

algo o alguien me impulsó hacia James, fue el mismísimo Darío. Y tengo la prueba de<br />

ello.<br />

Acto seguido, el HX437 mostró a todos múltiples fotografías del príncipe maltratando a<br />

Aura, y las consecuentes heridas de ella ante tales brutales maltratos. A efecto de ello,<br />

las autoridades no pudieron sino detenerle y llevarlo a prisión, hecho que enfureció a<br />

Alma y avergonzó a Oswaldo.<br />

Aprovechando que estaban presentes los habitantes de ambos reinos, Rodrigo hizo acto<br />

de presencia para soltar su discurso particular, para sorpresa de su hija.<br />

─ A tenor de lo que acabáis de ver y escuchar, quiero hablaros de mi hija Aura.<br />

Conocéis su temperamento, sus sueños, sus inquietudes. Ella ama a un hombre muy


particular, al que habéis visto en las fotos: James. La ha defendido tantísimas veces, la<br />

ha protegido, la ha hecho ser importante durante todo el tiempo en que se han conocido.<br />

Sin embargo, las leyes no permiten que un miembro de una familia real se una en<br />

matrimonio con una persona que no lo es. Desgraciadamente, no puedo cambiar dichas<br />

leyes, por lo que la princesa debería renunciar a sus derechos reales para casarse con<br />

una persona humilde ─ miró a su hija. James, abatido, bajó la cabeza. Aquello eran<br />

malas noticias: la confirmación de que Aura y él no podrían estar juntos.<br />

Acto seguido, invitó a su hija a que se levantara y acudiese junto a él. También llamó a<br />

James, que se quedó varios pasos atrás.<br />

─ A pesar de ser una princesa, considero que tiene derecho a elegir entre el amor y el<br />

poder. Seguramente más de uno se opondrá, pero yo voy a dar oficialmente mi<br />

consentimiento y sé con certeza que la decisión de mi hija será la correcta. ¿Cuál es tu<br />

decisión, hija mía<br />

Aura quedó sorprendida ante tal noticia, también James y toda la muchedumbre. Ella<br />

miró al frente, la multitud esperaba expectante su respuesta. Finalmente, miró a James,<br />

incapaz de mirarla.<br />

─ Nunca he estado tan segura de algo. He encontrado el amor junto a James y no puedo<br />

renunciar al él.<br />

A James se le iluminaron los ojos de puro asombro.<br />

─ Pues, dicho esto, quedáis todos invitados al acontecimiento de renuncia de la princesa<br />

Aura. Se celebrará esta misma noche. Pero, si me lo permitís, quiero decir algo más:<br />

quiero que mi hija sepa que aunque deje de ser una princesa, siempre la querré. Puede<br />

venir al palacio de visita, puede… ─ se vio incapaz de seguir, consecuencia de la<br />

emoción que sentía.<br />

─ Lo sé, papá ─ dijo ella.<br />

Ambos sonrieron y se fundieron en un abrazo.<br />

Rodrigo temblaba de la cabeza a los pies. Ya había oscurecido y todo el mundo andaba<br />

tenso y nervioso. Él era el primero. Aunque seguramente James estaba tan histérico<br />

como él. Por el contrario, Aura no podía estar más tranquila y aliviaba. Se sentía feliz<br />

porque su sueño se cumplía por fin: era libre para abandonar definitivamente el palacio<br />

y escribir su historia como ella soñara, no como los demás le impondrían. Un enorme<br />

gentío acudió al acontecimiento, no sólo los habitantes del Reino Amapola, sino<br />

habitantes procedentes de todos los reinos. Reyes y reinas, príncipes y princesas<br />

tampoco quisieron perderse tal evento. Frente a una plataforma de madera a ras del<br />

suelo, la todavía princesa se arrodilló ante su padre, quien era el encargado de encabezar<br />

y presentar la ceremonia.


─ Aura Montero Rivera, princesa del Reino Amapola, hija de Rodrigo Montero Hidalgo<br />

y Aura Rivera Bernabé. ¿Renuncia a su título de princesa con todas sus consecuencias<br />

─ preguntó con la voz entrecortada.<br />

─ Sí, renuncio ─ dijo, impasible, sin dudar.<br />

─ ¿Renuncia a sus privilegios y derechos<br />

─ Sí, renuncio.<br />

─ ¿Renuncia a sabiendas de que una vez despojada de tus poderes, no podrás<br />

recuperarlos jamás<br />

─ Sí, renuncio.<br />

─ Tras esto, yo, Don Rodrigo Montero Hidalgo, declaro que oficialmente ya no eres…<br />

una princesa.<br />

Rodrigo se vio incapaz de seguir el protocolo y se arrodilló frente a ella, llorando, para<br />

abrazarla mejor. Todos los presentes se levantaron y aplaudieron ante su espontaneidad.<br />

Él no quería que su hija lo abandonara, pero estaba hecho. Recordó a su difunta mujer,<br />

Aura. Su hija era su único recuerdo viviente y aquello que le hacía respirar y levantarse<br />

cada mañana. Le vino a la mente aquel momento en que quiso quitarse la vida después<br />

de la desgracia y Manuela le llevó en brazos a su hija y le hizo recapacitar sobre sus<br />

intenciones. Se juró que se desviviría por su hija y que siempre haría lo que estuviese en<br />

sus manos para hacerla feliz. Y sabía que junto a James ella lo sería.<br />

Todos contemplaron la escena, conmovidos. Rodrigo vislumbró a James entre la<br />

multitud y descubrió la lucha interna dentro del muchacho. Se sentía culpable. El rey se<br />

levantó e hizo que su hija le imitase, y extendió la mano hacia James para que se<br />

acercara a ellos. Él, todavía dudoso, acudió a su lado. Rodrigo cogió las manos de<br />

ambos enamorados y las juntó. Miró a ambos y luego al resto de presentes, que<br />

guardaron silencio cuando el rey comenzó a hablar de nuevo:<br />

─ Desde que murió mi querida esposa, yo me juré a mí mismo que la felicidad de mi<br />

niña sería eterna. No tengo duda alguna de que James cumplirá mi sueño. Y si mi<br />

primogénita y única hija lo es junto a él, yo lo seré siempre también, no importe donde<br />

le lleven los pies, o las ilusiones, siempre me sentiré orgulloso de ella.<br />

El rey abrazó a ambos jóvenes y la ceremonia concluyó en un estruendo de aplausos.<br />

Maite, su prima pequeña, incluso siendo tan pequeña, mostró su entusiasmo por los<br />

actos de Aura, y declaró que quería seguir sus pasos al igual que Nerea. Ambas se<br />

convirtieron en las primeras alumnas de Aura en la escuela que fundó para hacer de


tutora de príncipes y princesas concienciados con los problemas del mundo. Esa escuela<br />

era tan sólo un granito de arena, ya que los problemas que acechan el planeta son<br />

demasiados como para que una sola persona los resolviera, pero por algo había que<br />

empezar.<br />

Por su parte, James fundó una academia para entrenar personas para luchar, al igual que<br />

los monjes lo habían guiado a él en su aprendizaje.<br />

En el Reino Amarillo se desconocía todavía quién sucedería al rey Oswaldo, ya que<br />

Darío era hijo único, aunque se sospechaba que podría llegar al cargo algún primo<br />

cercano a la familia.<br />

Rodrigo nombró sucesor a Ezequiel, su sobrino, a quién no quiso presionar sobre una<br />

posible boda, ya dejaría que las hormonas del joven siguieran su curso y decidiese por sí<br />

mismo quién sería la agraciada.<br />

Isis siguió con sus cuadros, y pidiendo consejo a Aura cuando las obligaciones en la<br />

academia se lo permitían.<br />

Aura y James fueron felices juntos durante toda su vida, con sus consiguientes<br />

obstáculos y complicaciones, y junto a dos hermosos hijos, Ángela y Fernando, a los<br />

que educaron de forma conjunta y de acuerdo a sus valores y principios éticos.<br />

Dios los cría y ellos se juntan.<br />

Incluso aunque haya obstáculos de por medio.<br />

Esta historia es tan sólo uno de los muchos ejemplos que dan vida a la teoría de que el<br />

amor todo lo puede, pues el amor ha roto las barreras más fuertes. El amor ha ganado<br />

batallas, derrotado a la soledad, evitado guerras, abierto puertas… ha conseguido que<br />

mucha gente saque a la luz la verdadera persona que lleva dentro, rompiendo las<br />

barreras que separan las clases sociales.


Personajes<br />

REINO AMAPOLA<br />

Rodrigo: Rey, padre de Aura, esposo de Aura.<br />

Aura (†): Reina de Amapola, esposa de Rodrigo.<br />

Aura: Protagonista. Princesa e hija de Rodrigo y Aura.<br />

Damián (†): Hermano menor de Rodrigo, esposo de Olivia.<br />

Olivia: Mujer (y viuda) de Damián.<br />

Ezequiel: Hijo mayor de Damián y Olivia.<br />

Maite: Hija menor de Damián y Olivia.<br />

Jimeno: Mayordomo.<br />

Manuela: Criada de la princesa Aura.<br />

REINO DE LA LUZ<br />

Gustavo: Rey, esposo de Isis.<br />

Isis: Reina, esposa de Gustavo.<br />

Ainhara: Hija menos de Gustavo e Isis.<br />

Adamaris: Hija mayor de Gustavo e Isis. [Realmente no pertenece a este reino, sino al<br />

de las Flores, al casarse con Felipe.]<br />

REINO DE LAS FLORES<br />

Aitor: Rey, esposo de Helena.<br />

Helena: Reina, esposa de Aitor.<br />

Alejo: Hijo mayor de Aitor y Helena. Marido de Adamaris.<br />

Adamaris: Esposa de Alejo, procedente del Reino de la Luz.<br />

Nerea: Hija menor de Aitor y Helena.<br />

REINO AMARILLO<br />

Oswaldo: Rey, esposo de Alma.<br />

Alma: Reina, esposa de Oswaldo.<br />

Darío: Hijo único de Oswaldo y Alma.<br />

Jairo: Criado.<br />

PERSONAJES NO PERTENECIENTES A LA REALEZA<br />

Samanta: Mejor amiga de Aura.<br />

Axel: Mejor amigo de Aura.<br />

James: Protagonista y alumno de monjes guerreros.<br />

Momono: enano azul.


OTROS REINOS<br />

Reino del Sol.<br />

Reino de las Lunas.<br />

Reino de los Pobres.<br />

Reino de Cristal.<br />

Reino Paraíso.<br />

MINI ROBOTS<br />

HX437: robot agenda.<br />

AXW36: robot agenda anticuado (Gina).<br />

BXZ40: robot agenda con cámara de foto y vídeo.<br />

KXT40: robot espía.


AGRADECIMIENTOS Y NOTAS<br />

Gracias a mis padres, Paulino y Ángela, por apoyarme en todo. También a mi hermano,<br />

Paulino, que me siempre me enseña cosas nuevas. Y al resto de mi familia.<br />

También a mis amigos (por orden alfabético): Aitziber, Alba, Alberto (los dos),<br />

Alejandro, Andrés, Cristina, David, Gabino, Irene, Jose Ángel, Jose Manuel (los dos),<br />

Ramón, Raquel, Sara y Víctor.<br />

Y por su puesto, a Javier, al que quiero con locura.<br />

Nota: Este libro es completamente gratis, por el cual yo no sacaré beneficio económico<br />

alguno, tan sólo la satisfacción de saber que más gente – además de mi familia, mis<br />

amigos y yo – puedan leer esta historia. Tengo que dar las gracias a Open Clip Art y sus<br />

respectivos autores, ya que cada imagen gratis utilizada es de dicha página. Sobretodo a<br />

TikiGiki, el creador/a de las cenefas que separan las distintas partes del libro.


AUTORA<br />

Me llamo María <strong>Moreno</strong> <strong>Alfaro</strong> y nací el 28 de junio de 1991. Muchos me<br />

conocéis como la desastrosa María o María Desastrosa. O por mis blogs "El<br />

desastre de María" o “Misterios de la vida y otros desastres”. Desde pequeña<br />

mi pasión fue leer y escribir y sigo conservando las poesías e historias que<br />

han salido de mi mente. En ellas se refleja mi imaginación y mi pasión por<br />

este mundo de letras. Uno de mis principales objetivos es publicar un libro o<br />

al menos que mis historias lleguen a la gente. Sin embargo, son demasiados<br />

los escritos que conservo y no tengo intención de publicar, pero que intentaré<br />

igualmente que lleguen de una forma u otra a la gente. Creo que es el momento de<br />

empezar a compartir, porque no hay nada más bonito que tocar el corazón de las<br />

personas a través de las palabras.<br />

En Internet ya pueden leerse trabajos míos como mis dos libros de poesías de la infancia<br />

(Poesías de una niña extraña) y la adolescencia (Amores y desamores de una desastrosa<br />

adolescente), que son completamente gratuitos. Se pueden encontrar en mi blog “El<br />

desastre de María” o en mi perfil de deviantart (eldesastredemaria.deviantart.com),<br />

donde tengo muchos más textos y escritos, así como una gran colección de fotografías<br />

dignas de ver.<br />

Puedes seguirme en:<br />

Facebook: https://www.facebook.com/eldesastredemaria<br />

Deviantart: http://eldesastredemaria.deviantart.com/<br />

Twitter: https://twitter.com/desastrosamaria<br />

Youtube: http://www.youtube.com/user/MariiaWesley<br />

Mis blog:<br />

El desastre de María: http://eldesastredemaria.blogspot.com.es/<br />

Misterios de la vida y otros desastres: http://misteriosdelavidayotrosdesastres.com.es/<br />

Un saludo de parte de la desastrosa María.<br />

[María <strong>Moreno</strong> <strong>Alfaro</strong>]

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