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El <strong>mal</strong> también <strong>existe</strong>: ponerología política - 09-20-2012<br />

por wanderer - - http://www.erraticario.com<br />

El <strong>mal</strong> también <strong>existe</strong>: ponerología política<br />

por wanderer - 0, septiembre 20, 2012<br />

http://www.erraticario.com/economia-y-sociedad/<strong>el</strong>-<strong>mal</strong>-<strong>tambien</strong>-<strong>existe</strong>-<strong>ponerologia</strong>-<strong>politica</strong>/<br />

Puede que uno de nuestros mayores errores como humanos sea creer que la gente sólo exhibe problemas<br />

de comportamiento cuando siente algún tipo de inquietud o ansiedad internas que la hace actuar de una<br />

forma "anor<strong>mal</strong>". Ya se sabe, aqu<strong>el</strong>lo de "qué mosca le habrá picado" o "es un amargado/es una<br />

amargada..." frente a los comportamientos agresivos.<br />

Puede que otro gran error sea querer racionalizar tales actitudes y pensar que la gente sólo ataca cuando<br />

ha sido previamente agredida de alguna forma, y que nos preguntemos qué es lo que ha podido molestar<br />

tanto a una persona para que actúe de una manera tan hostil contra los demás. Incluso llegamos a pensar<br />

que quizás sea culpa nuestra por haber dicho o hecho algo que ha provocado ese comportamiento.<br />

Puede que, por todo <strong>el</strong>lo, lo más complicado sea aceptar que alguien nos está atacando sin motivo alguno,<br />

o "conspirando" contra nosotros con absoluta frialdad. Antes acudiríamos a las justificaciones<br />

previamente citadas y pensaríamos en las formas de "humanizar" la situación.<br />

Difícilmente pensaríamos que simplemente se trata de su estrategia para obtener algo, salirse con la suya<br />

o tomar <strong>el</strong> mando.<br />

Al menos así lo creen algunos investigadores de la mente humana. No sólo nos cuesta por lo general<br />

reconocer la manera en que la gente nos puede agredir, sino que también tenemos dificultades para<br />

discernir <strong>el</strong> carácter altamente agresivo de algunas personas. En lugar de entender que se trata de un<br />

combate por su parte, interpretamos su posición como la de alguien que sufre de algún modo, una<br />

"víctima" de algo o alguien externo y no un "verdugo".<br />

Antes de continuar, sería bueno remitirse a un artículo previo para entender qué son los "psicópatas" y de<br />

qué forma están presentes en la sociedad afectando la vida de cada cual, desde <strong>el</strong> entorno familiar hasta <strong>el</strong><br />

laboral, pasando por todos los actos de interr<strong>el</strong>ación social en que nos vemos envu<strong>el</strong>tos.<br />

Después de eso, es más fácil entrar en materia. "Ponerología" es <strong>el</strong> nombre dado por<br />

<strong>el</strong> psiquiatra polaco Andrew obaczewski al estudio d<strong>el</strong> <strong>mal</strong> en la sociedad. Esta disciplina hace uso de<br />

la psicología, la psicopatología, la sociología, la filosofía y la historia para explicar fenómenos como<br />

la guerra de agresión, la limpieza étnica, <strong>el</strong> genocidio y los estados policiales.<br />

La investigación original fue realizada por psicólogos y psiquiatras de<br />

Polonia, Checoslovaquia y Hungría, donde la publicación d<strong>el</strong> trabajo fue imposible debido al sistema<br />

comunista impuesto. Años más tarde de su conclusión, en 1984 Lobaczewsky intentó publicarlo en<br />

Estados Unidos, pero, según cuenta, por presiones d<strong>el</strong> todopoderoso Zbigniew Brzezinski no encontraría<br />

editor hasta 1998.<br />

El libro se titula Ponerología política, y aunque los estudios se realizaron en <strong>el</strong> marco de referencia de<br />

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estados policiales y de terror basados en la violencia psíquica y física, donde se contemplaban supuestos<br />

de represión e incluso limpieza étnica, una lectura más abierta permite reconocer unas pautas comunes a<br />

la sociedad "libre" actual.<br />

No en vano, <strong>el</strong> sistema competitivo actual premia los comportamientos psicopáticos, donde quien menos<br />

escrúpulos alberga más lejos llega, gracias a una escala de valores regida por <strong>el</strong> beneficio económico a<br />

toda costa, donde se han asumido como perfectamente nor<strong>mal</strong>es, incluso "int<strong>el</strong>igentes", las estrategias de<br />

gasto y beneficio basadas en resultados personales inmediatos, sin ningún tipo de consideración por las<br />

reacciones emocionales que estas tengan en los demás.<br />

Lobaczewsky se pone en la pi<strong>el</strong> de un psicópata para hacernos entender cuán diferente es su visión de la<br />

vida, cómo se da cuenta de las diferencias entre su forma de pensar y la de los demás, de cómo su<br />

incapacidad para asumir valoraciones morales implica un rechazo social pero, al mismo tiempo, supone<br />

una ventaja a la hora de lograr sus propósitos:<br />

Los psicópatas son conscientes de que son diferentes a medida que obtienen su experiencia de<br />

vida y que se familiarizan con las distintas maneras de luchar por sus objetivos. Su mundo está<br />

dividido para siempre en “nosotros y <strong>el</strong>los” – su mundo con sus propias leyes y costumbres y ese<br />

otro mundo extraño lleno de ideas descaradas y de costumbres a la luz de las cuales <strong>el</strong>los son<br />

condenados moralmente.<br />

Su “sentido d<strong>el</strong> honor” los invita a engañar y a injuriar a ese otro mundo humano y a sus valores.<br />

En contradicción con las costumbres de la gente nor<strong>mal</strong>, <strong>el</strong>los sienten que la falta de cumplimiento<br />

de sus promesas y obligaciones es un comportamiento habitual.<br />

También aprenden cómo sus personalidades pueden llegar a tener efectos traumatizantes en las<br />

personalidades de esa gente nor<strong>mal</strong>, y cómo sacar ventaja de esta raíz d<strong>el</strong> terror con <strong>el</strong> propósito<br />

de alcanzar sus objetivos.<br />

Esta dicotomía es permanente y no desaparece ni siquiera si <strong>el</strong>los logran hacer realidad sus sueños<br />

de ganar <strong>el</strong> poder por encima la sociedad de gente nor<strong>mal</strong>. Esto demuestra que la separación está<br />

condicionada biológicamente.<br />

En ésta gente un sueño emerge como una cierta Utopía juvenil de un mundo “f<strong>el</strong>iz” y de un<br />

sistema social que no los rechazaría ni los forzaría a someterse a las leyes y costumbres cuyo<br />

significado les es incomprensible. Sueñan con un mundo en <strong>el</strong> cual su manera simple y radical de<br />

experimentar y percibir la realidad [es decir, mintiendo, engañando, destruyendo, usando a otros,<br />

etc.] dominaría, en donde se les aseguraría, por supuesto, la seguridad y la prosperidad. Esos<br />

“otros” – diferentes pero también más capacitados técnicamente – deberían ser puestos a trabajar<br />

para lograr este objetivo.<br />

El éxito de un psicópata está, no sólo en <strong>el</strong> sometimiento de los demás, sino en la creación de un entorno<br />

favorable que se identifique con sus propósitos. Lobaczewsky analiza diferentes patologías que se<br />

complementan con la figura d<strong>el</strong> psicópata:<br />

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También nos encontramos con individuos difíciles con una tendencia a comportarse de una<br />

manera hiriente para los demás, en quienes los análisis no indican ningún daño <strong>existe</strong>nte en <strong>el</strong><br />

tejido cerebral y en quienes no se encuentra ningún indicio de un contexto anor<strong>mal</strong> durante la<br />

crianza. El hecho de que dichos casos se repiten dentro de las familias podría sugerir un sustrato<br />

hereditario.<br />

[…]<br />

Dicha gente también intenta enmascarar su mundo diferente de experiencias y asumir en<br />

diferentes grados <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> de gente nor<strong>mal</strong>… Estas personas participan en la génesis d<strong>el</strong> <strong>mal</strong> de<br />

maneras muy distintas, ya sea formando parte de él públicamente o en menor medida, una vez que<br />

han logrado adaptarse a la forma de vida adecuada. Estas psicopatías y fenómenos r<strong>el</strong>acionados<br />

pueden, hablando cuantitativamente, ser estimadas en dos o tres veces más que <strong>el</strong> número de casos<br />

de psicopatía de base.<br />

Los grupos formados por este tipo de individuos su<strong>el</strong>en sufrir <strong>el</strong> rechazo social de una mayoría sana. El<br />

problema es cuando consiguen integrarse en asociaciones de alto alcance social y sus propósitos logran<br />

ser aceptados bajo <strong>el</strong> disfraz de ideologías que esconden <strong>el</strong> <strong>mal</strong> subyacente:<br />

Llamaremos por <strong>el</strong> nombre de “asociación ponerogénica” a cualquier grupo de gente que se<br />

caracterice por procesos ponerógenos de una intensidad social por encima de la media, en donde<br />

los portadores de varios factores patológicos cumplen la función de inspiradores, hipnotizadores y<br />

líderes, y en donde se genera una verdadera estructura social patológica. Asociaciones más<br />

pequeñas, menos permanentes serán llamadas “grupos” o “uniones.” Dicho tipo de asociación<br />

provoca <strong>el</strong> <strong>mal</strong> que hiere a la otra gente así como a sus propios miembros.<br />

Podríamos realizar una lista de los diversos nombres adjudicados a tales organizaciones por la<br />

tradición lingüística: gangs, pandillas criminales, mafias, grupos políticos, clanes, quienes evitan<br />

ingeniosamente <strong>el</strong> choque con la ley mientras buscan sacar sus propias ventajas. Tales uniones<br />

aspiran con frecuencia al poder político con <strong>el</strong> propósito de imponer su legislación oportuna sobre<br />

la sociedad, en nombre de una ideología adecuadamente preparada, derivando ventajas bajo la<br />

forma de prosperidad y satisfacción desproporcionada en sus ansias de poder.<br />

[…]<br />

Cuando un proceso ponerogénico comprende a toda la clase gobernante de una sociedad o nación,<br />

o cuando se reprime la oposición de gente nor<strong>mal</strong> - como resultado d<strong>el</strong> carácter masivo d<strong>el</strong><br />

fenómeno, o a través d<strong>el</strong> uso de medios hipnotizantes y de la compulsión física – estamos tratando<br />

ya con un fenómeno ponerogénico macro-social.<br />

En estas circunstancias, comprenderemos a continuación por qué tantos altos cargos, ya sean d<strong>el</strong> sector<br />

público como d<strong>el</strong> privado, su<strong>el</strong>en ser considerados por la mayoría unos incompetentes:<br />

La patocracia en la cima de la organización gubernamental tampoco constituye <strong>el</strong> marco entero<br />

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d<strong>el</strong> “fenómeno maduro.” Un sistema de gobierno así no tiene adónde ir más que hacia abajo.<br />

Cualquier posición de liderazgo – hasta la d<strong>el</strong> alcalde de un pueblo y los gerentes de una<br />

cooperativa comunitaria, sin mencionar a los directores de unidades policiales, ni a personal<br />

policial de servicios especiales, ni a activistas en <strong>el</strong> partido patocrático – debe ser ocupada por<br />

individuos cuyo sentimiento de unión con tal régimen está condicionado por las deformaciones<br />

psicológicas correspondientes, que de costumbre se heredan. Con todo, dichas personas se<br />

vu<strong>el</strong>ven muy valiosas porque constituyen un pequeño porcentaje de la población. No se puede<br />

tener en cuenta su niv<strong>el</strong> int<strong>el</strong>ectual ni sus aptitudes profesionales, ya que gente que<br />

represente capacidades superiores y que además cumpla con <strong>el</strong> requisito de las<br />

deformaciones psicológicas es difícil de encontrar. Después de que un sistema así ha durado ya<br />

varios años, un cien por cien de todos los casos de psicopatía de base se ven involucrados en una<br />

actividad patocrática.<br />

Al ser siempre una minoría, <strong>el</strong> control d<strong>el</strong> poder pasa por una "correcta" distribución de los cargos y de la<br />

supresión de aqu<strong>el</strong>los sectores molestos. En una especie de s<strong>el</strong>ección natural, los puestos más r<strong>el</strong>evantes<br />

son ocupados por casos de psicopatía de base, seguidos de otros con ano<strong>mal</strong>ías similares y de personas<br />

"nor<strong>mal</strong>es" que han sucumbido al "adoctrinamiento activo y extensivo, con una ideología adecuadamente<br />

restaurada que constituye <strong>el</strong> vehículo d<strong>el</strong> caballo de Troya para <strong>el</strong> proceso de patologización d<strong>el</strong><br />

pensamiento de individuos y de la sociedad".<br />

En <strong>el</strong> resto de la población, la exposición a un ambiente subordinado a las directrices psicopáticas obliga<br />

a una lucha por la supervivencia con consecuencias poco sanas:<br />

Subordinar a una persona nor<strong>mal</strong> a psicópatas tiene un efecto deformante sobre la personalidad,<br />

engendrando trauma y neurosis.<br />

[…]<br />

Algo misterioso roe dentro de la personalidad de un individuo a la merced d<strong>el</strong> psicópata, y lucha<br />

como un demonio. Sus emociones se cong<strong>el</strong>an, se reprime su sentido de la realidad psicológica.<br />

Esto conduce a la falta de criterios de pensamiento y a una sensación de impotencia que culmina<br />

en reacciones depresivas, las cuales pueden ser tan graves que a veces los psiquiatras cometen<br />

errores en <strong>el</strong> diagnóstico y las clasifican como psicosis de un tipo maníaco-depresivo. Mucha<br />

gente también se rev<strong>el</strong>a mucho antes y comienza a intentar buscar alguna salida para liberarse de<br />

tal influencia.<br />

[...]<br />

La mente humana funciona más despacio y con menos vivacidad, dado que los mecanismos<br />

asociativos se han vu<strong>el</strong>to ineficaces. Sobre todo cuando una persona está en contacto directo con<br />

representantes directos d<strong>el</strong> nuevo gobierno, que usan su experiencia específica para poder<br />

traumatizar las mentes de los “otros” con sus propias personalidades, su mente sucumbe a un<br />

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estado de catatonia a corto plazo. Las técnicas humillantes y arrogantes de esos representantes, sus<br />

paramoralizaciones brutales, entorpecen los procesos de pensamiento y las capacidades de<br />

autodefensa de la persona nor<strong>mal</strong>, y los métodos de experiencia divergentes que esto sujetos<br />

utilizan se fijan en su mente.<br />

¿Será por eso que los tratamientos psicológicos han prosperado y evolucionado como parte inherente al<br />

actual sistema socioeconómico que tanto nos gusta<br />

A pesar de su resistencia, la gente se acostumbra a los hábitos rígidos de pensamiento y<br />

experiencia patológicos. Como resultado, en la gente joven la personalidad sufre un desarrollo<br />

anor<strong>mal</strong> que conduce a una <strong>mal</strong>formación. De este modo presentan factores patológicos<br />

ponerogénicos los cuales, a través de su actividad oculta, engendran fácilmente nuevas fases en la<br />

eterna génesis d<strong>el</strong> <strong>mal</strong>, abriéndole las puertas a una activación posterior de otros factores que<br />

luego se apoderan d<strong>el</strong> rol principal.<br />

[…]<br />

junto con una manera irrealista de pensar, en la que los eslóganes pasan a dominar <strong>el</strong> poder de los<br />

argumentos y en la que los datos reales son sujetos a una s<strong>el</strong>ección subconsciente.<br />

En otras palabras, en un mundo de psicópatas, aqu<strong>el</strong>las personas que no lo son terminan por ser inducidas<br />

a comportarse como psicópatas para sobrevivir. Si aplicamos este discurso al puramente económico y<br />

empresarial, verdadero eje central d<strong>el</strong> sistema en que vivimos actualmente, esa "manera irrealista de<br />

pensar" y sus hábitos consecuentes son los que generaciones y generaciones han asimilado gracias a los<br />

medios de comunicación de masas desde hace la friolera de siete décadas, ni más ni menos.<br />

Dicho esto, podremos imaginar lo que ha venido ocurriendo en <strong>el</strong> mundo en general, y en Occidente en<br />

particular, desde la segunda mitad d<strong>el</strong> siglo XX hasta hoy:<br />

Usemos pues <strong>el</strong> término “fase de disimulación de la patocracia” para describir <strong>el</strong> estado de la<br />

situación dentro d<strong>el</strong> cual un sistema patocrático aún más capaz toma <strong>el</strong> rol de un sistema<br />

sociopolítico nor<strong>mal</strong>. En este estado de cosas, la gente se vu<strong>el</strong>ve resistente y se adapta a la<br />

situación dentro d<strong>el</strong> país que se ve afectado por este fenómeno; desde fuera, sin embargo, esta fase<br />

está marcada por una actividad ponerogénica notable. El material patológico de este sistema se<br />

infiltra bastante fácilmente dentro de otras sociedades, sobre todo si son más primitivas, y todas<br />

las avenidas de la expansión patocrática se ven facilitadas gracias a la disminución de la crítica<br />

con sentido común por parte de las naciones que constituyen <strong>el</strong> territorio de expansionismo.<br />

[…]<br />

En tal situación, mucha gente se ve forzada a adaptarse, aceptando <strong>el</strong> sistema de gobierno como<br />

un status quo pero también criticándolo. Cumplen con su deber en medio de dudas y conflictos de<br />

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consciencia, buscando siempre una salida más razonable, sobre la cual se discute dentro de<br />

círculos de confianza.<br />

Y ahora, algo francamente rev<strong>el</strong>ador:<br />

Esta clase privilegiada se siente permanentemente amenazada por los “otros”, es decir, por la<br />

mayoría compuesta por gente nor<strong>mal</strong>. Los psicópatas tampoco alimentan ilusiones acerca de su<br />

destino personal en <strong>el</strong> caso de que llegase a haber un retorno al sistema d<strong>el</strong> hombre nor<strong>mal</strong>.<br />

Una persona nor<strong>mal</strong> que se ve privada de privilegio o de un cargo <strong>el</strong>evado se las arregla<br />

realizando algún tipo de trabajo que le permita ganarse la vida; pero los patócratas nunca<br />

poseyeron ningún talento práctico, y <strong>el</strong> lapso de tiempo de su mandato ha <strong>el</strong>iminado todo tipo de<br />

posibilidades residuales de adaptarse a las exigencias d<strong>el</strong> trabajo nor<strong>mal</strong>. Si la ley d<strong>el</strong> hombre<br />

nor<strong>mal</strong> fuera restablecida, <strong>el</strong>los y sus semejantes estarían sujetos a juicio, incluyendo <strong>el</strong><br />

sometimiento a una interpretación moralizante de sus deformaciones psicológicas; estarían<br />

amenazados por la pérdida de su libertad y vida, y no solamente la de un cargo o privilegio. Ya<br />

que son incapaces de tal sacrificio, la supervivencia de un sistema mejor para <strong>el</strong>los se convierte en<br />

una idea moral. Se debe luchar contra tal amenaza sirviéndose d<strong>el</strong> ingenio psicológico y político y<br />

de la falta de escrúpulos para con esa otra gente de “calidad inferior.”<br />

Por lo general, esta nueva clase está en posición de purgar a sus líderes si su comportamiento<br />

estuviera poniendo en p<strong>el</strong>igro la <strong>existe</strong>ncia de tal sistema. … La patocracia sobrevive gracias al<br />

sentimiento de estar siendo amenazada por la sociedad de gente nor<strong>mal</strong>, así como por otros países<br />

en donde persisten diversas formas d<strong>el</strong> sistema d<strong>el</strong> hombre nor<strong>mal</strong>. Para los gobernantes,<br />

entonces, <strong>el</strong> permanecer o no en la cima es <strong>el</strong> problema clásico de “ser o no ser”.<br />

[…]<br />

Por lo tanto, la destrucción biológica, psicológica, moral y económica de esta mayoría de gente<br />

nor<strong>mal</strong> es una necesidad “biológica” de los patócratas.<br />

Quienes gustan d<strong>el</strong> tema verán aquí toda una justificación psiquiátrica para avalar la realidad de las<br />

conspiraciones como transfondo de la actual situación d<strong>el</strong> mundo en general, y de Europa en particular.<br />

En todo caso, resulta tentador acordarse de cierto incidente con unos edificios muy altos al leer lo<br />

siguiente:<br />

Cuando uno considera <strong>el</strong> comenzar de una guerra contra un país patocrático, debe entonces tomar<br />

primeramente en consideración <strong>el</strong> hecho de que uno puede ser utilizado como verdugo de la gente<br />

común cuyo poder creciente representa un p<strong>el</strong>igro incipiente para la patocracia. Después de todo,<br />

los patócratas le dan muy poca importancia a la sangre y al sufrimiento de la gente que no<br />

consideran como semejante.<br />

La dificultad que ve Lobaczewsky es que la sociedad ha sido educada para ignorar la <strong>existe</strong>ncia d<strong>el</strong> <strong>mal</strong> y<br />

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<strong>el</strong> verdadero poder los psicópatas. Mientras no se aborde <strong>el</strong> asunto d<strong>el</strong> poder desde esta perspectiva, la<br />

mayoría seguirá bailando al son de una minoría enferma que ha logrado contagiar al mundo.<br />

Así, mientras se discute de estrategias económicas y se toma partido por una de diferentes ideologías<br />

políticas, <strong>el</strong> problema real sigue ajeno al conocimiento de todos: que <strong>el</strong> <strong>mal</strong> <strong>existe</strong>. Algo poco apreciado<br />

en un mundo donde se ha impuesto <strong>el</strong> pensamiento hedonista y la ignorancia voluntaria de todo aqu<strong>el</strong>lo<br />

que incomoda.<br />

El autor polaco concluye que ese reconocimiento y comprensión d<strong>el</strong> <strong>mal</strong>, de su origen y desarrollo, sobre<br />

todo desde una perspectiva objetiva y científica, es un primer paso indispensable para erradicar <strong>el</strong><br />

problema. Las últimas páginas están dedicadas a la actitud compasiva que una sociedad sana debería tener<br />

hacia los psicópatas y al tema d<strong>el</strong> perdón.<br />

Pero esa es una historia para niv<strong>el</strong>es avanzados. Esta sociedad aún tiene que aprobar <strong>el</strong> primer curso...<br />

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