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Jornada <strong>ASMI</strong><br />
Alicante, 17 de mayo de 2008<br />
Aprender y no aprender<br />
Dra. Rosa Sellarès Viola (Fundació PRESME) (www.presme.org)<br />
1. La comprensión de las dificultades de aprendizaje<br />
Las dificultades de aprendizaje son una realidad compleja bajo la que se ocultan<br />
estructuras y funcionamientos muy diversos. Son fuente de malestar para los<br />
niños que las padecen, para las familias, que ven comprometido el futuro de<br />
sus hijos, y para los maestros, a los que los niños que no aprenden al ritmo<br />
esperado hacen sentir incompetentes.<br />
Su abordaje requiere tener en cuenta en cada caso el peso de los factores<br />
pedagógico, familiar e individual y contemplar al niño en la intersección de los<br />
sistemas familiar y escolar.<br />
En esta presentación me gustaría poder transmitir algunas ideas que a mí me<br />
resultan útiles para comprender las dificultades de aprendizaje y tratar de<br />
ayudar a los niños que las padecen y a sus familias, que resumiría<br />
proponiendo:<br />
• Las situaciones de aprendizaje como experiencias emocionales tanto<br />
para el que enseña como para el que aprende (Salzberger-Wittenberg, I;<br />
Henry, G; Osborne, E ,1989).<br />
• La necesidad de contar con una base segura por para poder aprender<br />
(Bowlby, 1989, 1993).<br />
• La relación entre los patrones de vinculación y las modalidades de<br />
aprendizaje (Geddes, 1999, 2006).<br />
2. La tipología de las dificultades<br />
La tipología de las dificultades para aprender en la escuela es variada.<br />
Podemos encontrar, por ejemplo:<br />
a) niños con dificultades concretas, claramente establecidas (sensoriales,<br />
intelectuales o trastornos graves del desarrollo) que dificultan la entrada de<br />
información o los procesos de almacenamiento, recuperación y generalización<br />
de lo aprendido.<br />
1
) niños con capacidad intelectual adecuada que, sin embargo, no pueden<br />
investir las situaciones de aprendizaje porqué sus dificultades emocionales se<br />
lo impiden, y, por ejemplo, se distraen y no pueden seleccionar<br />
conscientemente las ideas pertinentes o no son capaces de sostener el<br />
esfuerzo requerido para la realización de las tareas.<br />
c) chicos y chicas que no presentan grandes dificultades de aprendizaje y que<br />
pueden aprovechar el espacio privilegiado de socialización que brinda la<br />
escuela, como aquellos a los que simplemente no les gusta estudiar o que<br />
viven con extrañeza la situación escolar. Entre estos últimos podrían estar<br />
algunos niños procedentes de medios socioeconómicos desfavorecidos o de<br />
otras ètnias, a los que las diferencias entre el discurso de casa y el discurso<br />
descontextualizado de los contenidos escolares puede hacerlos sentir sin<br />
puntos de referencia.<br />
Las dificultades de aprendizaje tienden a menudo a ser vistas como<br />
“diferencias individuales” entre alumnos constructores de conocimientos que<br />
pueden ser compensadas con más o menos recursos psicopedagógicos,<br />
cuando, a mi entender, se trataría de poder contemplar a estos aprendices en<br />
dificultad como personas singulares que:<br />
• cuentan con un determinado funcionamiento mental que impregna el<br />
conjunto de sus actividades, sus interacciones y sus procesos de<br />
pensamiento y que está en la base sus síntomas<br />
• muestran su vulnerabilidad a través de sus dificultades de aprendizaje.<br />
• no saben por qué no pueden aprender como sus compañeros<br />
• pero sí saben del malestar que sus dificultades generan en ellos<br />
mismos y en las personas que los rodean (Sellarès, 1997,1998),<br />
Cuando la comprensión de las dificultades y las respuestas se centran en el<br />
alumno y no en el niño, se privilegia de manera excesiva lo orgánico y se<br />
evacua la palabra del sujeto, se corre el riesgo de caer en una racionalización<br />
inhumana de los problemas de los niños.<br />
3. Los niveles a considerar en la comprensión de las dificultades de<br />
aprendizaje<br />
Habitualmente empezamos a preocuparnos de las dificultades de aprendizaje<br />
a los 5-6 años cuando los niños deben enfrentarse a los aprendizajes<br />
escolares.<br />
Sin embargo, a menudo el origen de las dificultades se sitúa mucho antes.<br />
Para aproximarnos a las dificultades de aprendizaje podría ser útil tener en<br />
cuenta diferentes niveles que se superponen y se imbrican entre sí.<br />
2
3.1 La historia de las relaciones<br />
Poder aprender implica la capacidad de sentirse como alguien único y<br />
diferente, de relacionarse con adultos no familiares y con iguales, de<br />
autorregularse, de gestionar las emociones y de atreverse a explorar y a<br />
pensar.<br />
Estas capacidades se habrán forjado (si todo ha ido bien) antes de llegar a la<br />
escuela primaria, por influencia de la herencia, del temperamento y de las<br />
experiencias vividas, de la historia de los procesos de vinculación y del<br />
con<strong>texto</strong> familiar y educativo.<br />
Para que se desarrolle el deseo de explorar y aprender será necesario que el<br />
niño se haya encontrado con un medio familiar suficientemente saludable y<br />
con un entorno sensible en el que:<br />
• se haya considerado que vale la pena enterarse de lo que les ocurre a<br />
las personas y comunicarlo, y tener la experiencia de ser comprendido por el<br />
otro.<br />
• los adultos hayan actuado como reguladores de los estados<br />
emocionales cuando el bebé no era más que un hatillo de impulsos<br />
(Bion,1963).<br />
• la experiencia de contención física y la calidad de la presencia y la<br />
continuidad en la disponibilidad del adulto hayan hecho posible el desarrollo<br />
de un self coherente y estable (Fonagy, Winnicott, Marty,) con competencias<br />
cognitivas y relacionales, capaz de pensar y de simbolizar. Para aprender es<br />
necesario un pensamiento emocionalmente rico y nocionalmente controlado<br />
que permita tanto la presencia como el control de las emociones.<br />
• Los adultos hayan asumido su papel de tales y encontrado el sentido<br />
de su vida en el cónyuge, en los adultos de su misma edad, en su trabajo, y<br />
no sólo en el hijo o en los hijos (Doltó, 1981) y hayan permitido a su hijo o<br />
hija diferenciarse suficientemente y situarse en relación al entramado<br />
generacional y a la diferencia de sexo.<br />
En la base de muchos problemas de aprendizaje, encontramos la dificultad de<br />
los padres para permitir esta diferenciación o poner límites en períodos<br />
críticos.<br />
3.2. Representaciones acerca de si mismo, los otros y la realidad<br />
Entre los 15 y los 18 meses (Stern,1985) y como resultado de los intercambios<br />
con las figuras significativas y el entorno, el bebé va diferenciándose y<br />
elaborando una serie de representaciones surgidas del encuentro entre el<br />
mundo interno y la realidad, que reciben distintas denominaciones según los<br />
autores: (RIG’s) representations of interactions that have been generalised<br />
(Stern); modelos operantes internos (IWM) ( Bowlby).<br />
3
Estas representaciones son el resultado del proceso de internalización de<br />
múltiples experiencias y pueden ser considerados como mapas internos que<br />
organizan nuestra percepción del mundo (Bowlby, 1988) se basan en la<br />
capacidad de la mente para representarse episodios y acontecimientos en<br />
términos de formas generalizadas e invariantes e incluyen reglas y<br />
expectativas acerca de la propia conducta, de la del otro y de la naturaleza<br />
de la interacción (Fonagy, 2001). Son persistentes, están inscritas en el<br />
cerebro, fuera de la conciencia y marcan el comportamiento y la tendencia a<br />
reaccionar.<br />
Estas representaciones están más en relación con la memoria procedimental<br />
o implícita (la que utilizamos para ir bicicleta por ejemplo) que con la memoria<br />
declarativa o explícita (la que nos permite por ejemplo el recuerdo de un<br />
número de teléfono, o las tablas de multiplicar).<br />
Comportan elementos tanto cognitivos como afectivos y no sólo guían los<br />
sentimientos y la conducta, sino también la atención, la memoria y la<br />
cognición (Main, Kaplan y Cassidy, 1985).<br />
Junto a estas tendencias a reaccionar se desarrolla una cierta concepción de<br />
uno mismo, el self, el núcleo de la personalidad (Baich;1980) (Winnicott,<br />
1960).<br />
"La unidad única, que separa la experiencia de una persona de la de otros y<br />
da un sentimiento de continuidad y cohesión a las diferentes experiencias del<br />
individuo a lo largo de toda la vida (Baich ;1980).” Esta concepción de uno<br />
mismo, de la propia capacidad para conseguir el interés del otro o lo que uno<br />
se propone, se activa en el trato con los otros, al afrontar el aprendizaje, o en<br />
situaciones de stress, que son las que verdaderamente nos ponen a prueba.<br />
Resumen del comentario de un caso<br />
El caso de Marc sería un ejemplo de lo que planteo. Es un niño de 7 años, hijo<br />
único de padres intelectuales con buenas capacidades cognitivas que es<br />
incapaz de leer a pesar de que conoce todas las letras y recibe tratamiento<br />
psicopedagógico dos veces por semana, desde hace dos años. En la escuela<br />
hace largas copias de la pizarra sin ser capaz de descifrar lo que pone y se<br />
bloquea a la segunda palabra que lee. Sin embargo es un niño que tiene<br />
muchos intereses y conocimientos sobre arte y cultura, que comparte con<br />
sus padres y que no puede poner al servicio del aprendizaje cuando no está<br />
con ellos.<br />
Sirve de poco decir a los niños lo que deben hacer y decirles por ejemplo que<br />
se esfuercen si ellos no se ven capaces de hacer frente a las tareas. Su<br />
capacidad de afrontar la incertidumbre y la novedad dependerá de este self,<br />
de su autonomía y de su autoestima, que no consiste solamente en tener un<br />
buen autoconcepto en abstracto, sino en la confianza en uno mismo y en los<br />
demás y en la capacidad de responder a los retos que va planteando la vida.<br />
4
3. 3 Las representaciones acerca de los contenidos culturales<br />
La escuela tiene el encargo de transmitir aquellos conocimientos que, en un<br />
momento histórico determinado, la sociedad considera pertinentes. Cuando<br />
todo va bien, el niño puede vivirse y pensarse como alguien diferenciado e<br />
inserto en una cultura y en un mundo de símbolos que todavía no domina pero<br />
que están a su alcance. Puede poner su capacidad de simbolización, definida<br />
por Bion (1963) como “el proceso que sostiene la capacidad de utilizar los<br />
símbolos para establecer vínculos creativos entre el mundo exterior y las<br />
significaciones emocionales del mundo interno” al servicio del aprendizaje de<br />
los instrumentos intelectuales que habrán de permitirle el acceso a los<br />
conocimientos compartidos.<br />
Para aprender a leer, aprendizaje escolar por excelencia, por ejemplo, será<br />
necesario, sentirse autorizado a utilizar con tranquilidad y de forma autónoma<br />
estos signos y tolerar la frustración que supone el proceso de adquisición del<br />
código.<br />
3.4. Adaptación y resultados escolares.<br />
Con este bagaje el niño llega a la escuela. Movido por el deseo de agradar y<br />
de conservar la estima de padres y profesores y por su propia curiosidad el<br />
niño se adapta a los requerimientos de la escuela. En la escuela no siempre<br />
lo pasa bien, pero en ella encuentra compañeros con los que compartir<br />
experiencias y compararse, adultos diferentes a los padres con los que<br />
interactuar y muchas cosas incluidas o no en el currículum para aprender. La<br />
escuela acaba siendo una experiencia interesante.<br />
Pero no basta con la curiosidad y el deseo de quedar bien. Para que el<br />
aprendizaje y la adaptación a la escuela sean posibles es necesario:<br />
Que el deseo de aprender garantice la implicación activa del niño en la tarea<br />
de poner en relación lo que aprende en la escuela con lo que ha escuchado y<br />
experimentado fuera;<br />
Una relación de confianza entre la persona que aprende y la que pretende<br />
enseñar;<br />
que exista la posibilidad de: poder reconocer que uno no lo sabe todo y que<br />
su sistema cognitivo es “deficitario” en el sentido de que le falta algo por<br />
conocer, de tolerar la frustración de no saber, y de desear restablecer el<br />
equilibrio;<br />
Poder diferenciar y ajustar la modalidad de pensamiento en función de la<br />
tarea. Si bien el funcionamiento mental es uno solo, no es lo mismo el<br />
pensamiento vinculado al mundo interno, basado en la fantasía, en las<br />
imágenes, en los afectos y en el deseo (procesos primarios) que el<br />
pensamiento adaptado a la realidad y a las exigencias del currículo (procesos<br />
secundarios). El mundo de los sentimientos, y de los ideales puede estimular<br />
el avance intelectual, pero puede también inhibir el crecimiento, el desarrollo y<br />
el aprendizaje. A algunos niños, por ejemplo, dejar el mundo omnipotente de<br />
5
la fantasía y confrontar las restricciones de la realidad no les resulta fácil.<br />
Contar con suficiente autonomía mental para sostener el interés durante la<br />
tarea, buscar estrategias, planificar, aceptar los errores i corregir.<br />
Tener confianza en la posibilidad de poder conseguir resultados acordes con<br />
las expectativas, así como conciencia de los límites.<br />
Son estos los requisitos que muchas veces son deficitarios en estos niños<br />
inteligentes, que sin embargo son incapaces de terminar las tareas, no valoran<br />
nada de lo que hacen, no pueden controlarse en clase, y son absolutamente<br />
dependientes de la maestra, o en estos niños que nos preocupan.<br />
4. Modalidades de apego y características de aprendizaje<br />
Como he dicho me parece interesante poder poner en relación las dificultades<br />
de aprendizaje con las modalidades de vinculación descritas por Bowlby y su<br />
escuela.<br />
Bowlby estudiaba los patrones de<br />
situación del extraño.<br />
vinculación a través de la conocida<br />
En esta situación se pedía a las madres de niños y niñas de un año que en<br />
dos momentos de la sesión abandonaran la habitación en la que había otro<br />
adulto con el que se quedaba el niño. Se estudiaban las reacciones de los<br />
niños en el momento de la partida y del regreso de la madre para establecer la<br />
modalidad de vinculación de los niños.<br />
Según sus reacciones, Bowlby diferenciaba entre niños seguros y niños<br />
inseguros. Estos se dividían a su vez entre inseguros evitativos e inseguros<br />
ambivalentes. Posteriormente, entre el grupo de niños inseguros fue descrito<br />
otro subgrupo: el de los niños inseguros desorganizados.<br />
Aproximadamente el 35% de los niños en las distintas culturas presentan una<br />
vinculación insegura (Goldberg y otros, 1995). Ello no implica patología pero<br />
indica alguna cosa en relación a la dificultad de los niños en el manejo de las<br />
emociones, probablemente porqué los padres también la han tenido.<br />
Para poder explorar y sostener el deseo de aprender es necesario contar con<br />
una base segura (Bowlby, 1981). Las personas aprendemos según nos<br />
vinculamos, y es posible observar relación entre las modalidades de<br />
vinculación y las de aprendizaje (Geddes, 2006). Así:<br />
Seguros:<br />
Los niños con vinculación segura han contado con figuras parentales<br />
disponibles con las que han mantenido intercambios afectivos positivos.<br />
Son niños cooperativos, resistentes, ingeniosos, que serán capaces de<br />
comunicarse libremente con la madre o con las figuras sustitutivas.<br />
Cuentan con un sentimiento de continuidad y seguridad básica que les<br />
permite sentirse autónomos, curiosos y estimulados para la exploración de la<br />
6
ealidad física y de la manera de comportarse de los demás y tolerar la<br />
frustración por no saber (Bowlby, J; 1989) (Geddes, 2006)<br />
Vínculo inseguro<br />
Vínculo inseguro evitativo (A)<br />
Los niños con una modalidad de apego inseguro evitativo, son niños<br />
aparentemente poco afectados por la separación de las figuras de apego, que<br />
tienden a vivir su vida sin el afecto y el apoyo de los demás como estrategia<br />
defensiva y como respuesta a la experiencia de rechazo de los padres. No<br />
buscan el contacto físico y suelen presentar un juego inhibido. En el momento<br />
de aprender pueden implicarse poco en las tareas y muestran un rendimiento<br />
inferior a sus posibilidades porque necesitan controlar la situación y evitan las<br />
oportunidades creativas.<br />
Vínculo inseguro, ambivalente o resistente (C)<br />
Los niños con esta modalidad de vinculación se muestran aligidos afligidos<br />
por la separación. Tienden a dramatizar sus emociones. Suelen tener padres<br />
poco sensibles a las necesidades de separación y diferenciación de sus hijos<br />
que sintonizan poco con el niño.<br />
Son niños que en la clase y en el momento de aprender muestran ansiedad<br />
de separación, necesitan controlar al maestro y no pueden investir la tarea.<br />
Tienen un bajo rendimiento<br />
Vínculo inseguro y desorganizado (A/C o D)<br />
Muestran comportamientos propios tanto de A como de C.<br />
Son niños que no han encontrado respuesta a sus necesidades de vinculación<br />
Patrón típico de niños que han sufrido malos tratos o han estado severamente<br />
desfavorecidos, como los criados en instituciones y que han tenido muchos<br />
cuidadores seguidos o cuidadores insensibles i inalcanzables,<br />
Han experimentado la denigración y la humillación así como el miedo en ellos<br />
mismos o en sus cuidadores (Lyons-Ruth; Jacobovitz, D., 1999).<br />
Son niños que parecen no contar con estrategias para defenderse de la<br />
angustia. Necesitan no sentirse perseguidos ni criticados, mucho tiempo para<br />
poder cambiar y atención muy individualizada.<br />
5. Conclusiones y propuestas para prevenir y dar respuesta a las<br />
dificultades de aprendizaje.<br />
Utilidad de las propuestas del attachment:<br />
• permiten entender de forma evolutiva los problemas psicológicos y<br />
psicopatológicos;<br />
• no ofrecen pautas cerradas pero orientan y permiten elaborar<br />
estrategias teniendo en cuenta las tendencias de las respuestas de los niños;<br />
7
• deben ser complementadas con la comprensión de lo subjetivo;<br />
Permiten también entender que :<br />
• Es necesario reconocer la importancia y la legitimidad de la<br />
experiencia emocional en la escuela.<br />
• La manera de relacionarse tiene que ver con la manera de aprender.<br />
• No todas las estrategias sirven igual para todos los niños.<br />
Algunas propuestas para prevenir y dar respuesta a las dificultades de<br />
aprendizaje ( Sellarès, R. ,2006):<br />
• Favorecer una base segura: Se trata de buscar cambios a nivel de<br />
modelos mentales que permitan la elaboración de las ansiedades que se<br />
ponen en juego en el aprendizaje.<br />
• Escuela como espacio de “experiencias correctoras” y de encuentro<br />
con figuras de apego reparadoras.<br />
• Cuidar la dinámica institucional.<br />
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