Campo de Gibraltar en la Correspondencia de España en 1904

Entre el 23 de febrero y el 7 de marzo de 1904 La Correspondencia de España volvió a
publicar una serie de articulo que fueron publicados en 1901 y 1902 sobre la relación
Gibraltar-Campo de Gibraltar. Este tema volvía a estar de actualidad en 1904. Estos escritos
estaban argumentado con otros realizados en ”El Centinela del Estrecho”, “La Dépeche
Coloniale”, “los discursos de Gibson Bowles”, los libros “Le Detroit de Gibraltar” y
“Anglaterre et la Mediterranée” y el rapport publicado por el ministerio de Marina inglés.
Hay en ellos también datos del ministerio de la Guerra y apuntes de Juan Martin,
corresponsal en el Campo de Gibraltar.
Lo he acompañado con diferentes fotografías de la web de Neville Chipulima
He visto interesante publicarlos en La Línea en Blanco y Negro ya que existen muchos
datos de nuestra zona muy curiosos.
Espero que os guste
Luis Javier Traverso

Creemos de actualidad la publicación de los siguientes artículos, que vieron la luz pública en 1901 y 1902,
escritos teniendo á la vista El Centinela del Estrecho, La Dépeche Coloniate, los discursos de Gibson Bowles,
los libros Le Detroit de Gibraltar y Anglaterre et la Mediterranée y el rapport publicado por el ministerio de
Marina inglés. Hay en ellos también datos del ministerio de la Guerra y apuntes de Juan Martin, corresponsal en
el Campo de Gibraltar.
EL PRIMER PASO
Suscrito el Tratado de Sevilla de 1729, que selló la paz entre España é Inglaterra después del segundo sitio de
Gibraltar, sin que se alterasen en un ápice las estipulaciones del Tratado de Utrecht, antes bien ratificándolas, los
ingleses, validos de las buenas disposiciones del Gobierno español, y en interés reciproco, según decían ellos,
propusieron que nuestros centinelas se retirasen á tiro de cañón de, 24 a todo alcance. En un principio, nuestro
Gobierno rehusó, como había rehusado anteriormente proposiciones análogas; pero fue tal la amistosa
insistencia del Gobierno inglés, que se accedió a que las avanzadas españolas retrocedieran á tiro de cañón de 24
en blanco —y no á todo alcance,— á condición, sin embargo, de que el terreno dejado libre seguiría siendo
propiedad de España.
Fue aquello un acto de simple cortesía, qua los ingleses no apreciaron, y que no aprecian aún, pues se basan hoy
en aquella concesión voluntaria, otorgada sin perjuicio del Tratado de Ütrecht y sin establecer ninguna regla
estratégica, para pretender que el limite de las jurisdicciones terrestre y marítima de Gibraltar debe ser el que
alcancen las mayores piezas de artillería existentes en la plaza.
No necesitamos demostrar lo descabellado de semejante pretensión, pues si ella prevaleciera, no tan sólo
dominarían la Bahia de Algeciras, sino que todas las posiciones estratégicas del campo de Gibraltar caerían bajo
el dominio inglés.
La distancia de Gibraltar (Muelle Nuevo) a la Torre de Sierra Carbonera es 7.770metros, y a la Torre de Punta
Carnero de 7.950 metros. Los cañones de Gibraltar alcanzan a 10 y 11 kilómetros. Así, pues, la jurisdicción de
Gibraltar abarcaría todo el macizo alto de Sierra Carbonera y la ciudad de San Roque, y por el lado SO. se
extendería hasta cerca de la ensenada del Tolmo en pleno Estrecho.
1804 - Rock (Henry Aston Barker).

LA TRAICIÓN INGLESA
Por traición se habían apoderado los ingleses do Gibraltar y por traición nos privaron en 1810 de las defensas
que amenazaban á la plaza y que eran de importancia.
A 1.600 metros de la Puerta de Tierra de Gibraltar existía un muro de piedra, precedido de un ancho foso, que
iba de mar á mar, apoyándose del lado E. en el Castillo de Santa Bárbara y del lado O. en el Castillo de San
Felipe. Este muro, con sus varias plazas de armas, tenia 1.631 varas de longitud, y ambos fuertes eran de plano y
construcción, iguales.
Cada uno de estos fuertes tenía:
Cañones de 30........ 3
Cañones de 24........ 6
Obuses de 9 pulgadas 2
De esos fuertes, construidos por el conde de Montemar en 1727 aún se contemplan las ruinas al E. y al O. de La
Línea.
En la retaguardia del fuerte de Santa Bárbara estaba el de la Atunara, á fin de impedir que por medio de un
desembarco en aquella costa la línea fortificada del istmo fuese sorprendida por la espalda, y el mismo objeto
tenía, por el lado de la bahía de Algeciras, el fuerte circular de Tesé, sito a un cuarto de legua próximamente a
NE. del castillo de San Felipe. La Atunara y Tesé estaban artillados cada uno con SEIS CAÑONES DE 24. Más
allá de la Atunara había varias torres y reductos que flanqueaban la costa, entre ellos la Torre Nueva, Carbonero
y Guadiaro.
Al Tesé seguía el fuerte de Punta Mala, con SEIS CAÑONES DE 24, y tierra adentro hallábase una batería
encima de una meseta en la falda de Sierra Carbonera. En la costa, después de Punta Mala, estaban los fuertes de
Puente Mayorga y del Mirador, cada uno con CUATRO CAÑONES DE 24. Igual artillería tenía la batería de
faginas de la desembocadura del río Palmones, y entre éste y el río Guadarranque existía un campo de
observación con edificios para alojamiento de tropas.
Cerca de Algeciras se encontraba la batería de Santiago, artillada con:
Cañones de 24……. 12
Cañones de 18……. 2
Morteros de 14…… 4
que cruzaban sus fuegos con los de la Isla Verde, la cual disponía de:
Cañones de 24........ 12
Cañones de 18. de hierro… 2
Morteros de 12............. 4
y en sus inmediaciones una torre de 28 pies de diámetro. Mas al Sur se alzaba la fortaleza de Punta Carnero, con
cuyos fuegos flanqueaban la Isla Verde, cruzándose por Levante con los de San García, y a Poniente con los de
la Punta del Fraile o fuerte de San Diego. A media legua de éste seguía el fuerte del Tolmo, con:
Cañones de 24................. 2
Cañones de 18................. 3
En resumen, las lineas fortificadas de la bahia de Algeciras abarcaban un radio que se extendia desde la Atunara,
en el Mediterráneo, hasta el Tolmo, en el Estrecho, comprendiendo CATORCE FUERTES y baterías, que
sumaban
Cañones de 24................ 77
Cañones de 30................ 6
Cañones de 18................. 9
Obuses de 9..................... 4
Morteros de 12 y 14 pulgadas.. 10
Total............. 106

Conde de Montemar (Fotografía de la Wikipedia)
A los ingleses les molestaba este aparato de fuerza; pero nunca osaron protestar; y ni siquiera en las
negociaciones de paz que siguieron a sus campañas junto a Gibraltar, algunas de ellas desfavorables para
nosotros, propusieron la menor restricción a nuestro derecho de fortificarnos, pues harto sabían que nosotros no
cederíamos jamás sobre este punto.
Para realizar sus miras, los ingleses aprovecharon la ocasión de ser nuestros AMIGOS Y ALIADOS. En 1810,
bajo el pretexto de que el enemigo común podría apoderarse de dichas fortificaciones y hostilizar los buques
surtos en la bahía, pidieron los ingleses á España autorización para demolerlos. El general Castaños, que recibió
la petición como comandante que era del Campo de Gibraltar, contestó que nada podía resolver por sí en
cuestión tan delicada, y que transmitiría la demanda al Gobierno, como en efecto lo hizo. En esto, las
circunstancias impelieron al general Castaños a partir hacia el interior con todas las fuerzas disponibles.
Inmediatamente el gobernador de Gibraltar, sin aguardar la respuesta del Gobierno español, dispuso que un
batallón saliera de la Plaza y procediera a la voladura de todos nuestros fuertes de la bahía de Algeciras. Así se
ejecutó sin demora. Todas las piezas de artillería, las municiones, en una palabra, todo el material existente en,
aquellos fuertes y baterías fue llevado á Gibraltar. Pocos días después llegó la respuesta del Gobierno.
Por ella se autorizaba la destrucción de los fuertes tal como lo proponía Inglaterra, siempre que ésta se obligara
a reconstruirlos por su propia cuenta, una vez terminadas las hostilidades. Inglaterra cometió una traición
insigne al volar los fuertes apenas el general Castaños se hubo internado en la sierra. Esta traición pudo haberla
enmendado reconstruyéndolo según lo exigía el Gobierno español como condición expresa; mas no solamente
no se sometió á ésta, sino que á la traición añadió el robo, guardando para sí el considerable material de guerra a
la sazón cogido. Con esa proeza de bandidos los poseedores de Gibraltar lograron sus fines, que eran anular
nuestro poder en la Bahía de Algeciras.
LA PROTESTA
De 1810 acá, cuantas veces hemos intentado levantar las fortificaciones derruidas ó construir otras, Inglaterra ha
hallado medio de hacer obstrucción. Nuestras tentativas por recuperar en la Bahía de Algeciras el rango a que
tenemos derecho, ó simplemente por organizar la defensa de nuestro territorio, corresponden a la segunda mitad
del siglo XIX. El último proyecto, el que más nos interesa, puesto que se aplica a los modernos adelantos de la
artillería y a las recientes innovaciones en el arte de la fortificación, lleva la fecha de 1900. Contra éste van
dirigidos ahora los manejos británicos. Inglaterra quiere que el Campo continúe indefinidamente en el estado en
que ella lo puso en 1810. Los fuertes que nos permite son los de Santiago y de la Isla Verde, en Algeciras, los
únicos que, no sabemos por qué milagro, se salvaron de la demolición de 1810, y que se conservan hoy con el
artillado de entonces, para que sea más vivo al contraste entre el poderío del Peñón y nuestra miseria.
Desde entonces la protesta inglesa no cesa un solo día, y las notas, de que ya tienen noticia nuestros lectores, se
suceden con periodicidad no interrumpida.

Plano del Fuerte de Poniente de La Línea (San Felipe), Defensa principal de la
referida y de el terreno que media desde la misma hasta la avanzada de la Plaza
de Gibraltar. (Plano del Ministerio de Cultura)
PLAN DEFENSIVO
Las posiciones estratégicas de España en el Campo de Gibraltar forman un arco de círculo que se extiende desde
la Torre Nueva, en el Mediterráneo, hasta Punta Carnero, en el Estrecho. El centro a donde confluyen los radios
de este arco, es el muelle nuevo de Gibraltar. Las posiciones de Torre Nueva y La Atunara baten la parte
oriental del Peñón. Las restantes dominan perfectamente la ciudad de Gibraltar y los nuevos diques.
Las distancias en que nuestras posiciones se encuentran respecto á la plaza inglesa, son las siguientes:
De La Caleta
Torre Nueva ………………... 7.585 metros
La Atunara …………………. 4.010 “”
Del Muelle Nuevo
Torre Carbonera..................... 7.770 metros
Torre Pedrero......................... 4.500 “”
Punta Mala............................. 5.240 “”
Cerro Carteya......................... 7.951 “”
Palmones................................ 8.850 “”
Torre Almirante……………. 8.680 “”
Fuerte de Santiago ………… 7.700 “”
Isla Verde ............................. 6.960 “”
Torre Vieja............................ 7.990 “”
Punta del Rodeo…………… 6.050 “”
Punta San García. …………. 6.900 “”
Punta Carnero....................... 7.950 “”
Sobre esta línea han sido propuestos en 1900, en el plan de fortificaciones del Campo de Gibraltar, dos fuertes:
uno en el alto de Punta Carnero; otro al Noroeste de Algeciras, a la izquierda de Torre Polvera, y doce baterías,
según este orden:
1ª En Punta Carnero.
2ª Al N. de Punta Camero.
3ª Entre la Punta del Rodeo y la Punta San García, junto a la Ensenada del Saladillo.

4ª En La Isla Verde.
5ª En la Torre del Almirante, entre Algeciras y el río Palmones.
6ª En el Cerro Carteya, entre San Roque y la Punta del Mirador.
7ª Al pie del Cerro Carteya, entre la Punta del Mirador y Puente Mayorga.
8ª En el Cerro de Buenavista, estribación de Sierra Carbonera.
9ª Al S. de Torre Carbonera, a 6.900 metros del Muelle Nuevo.
10ª En Torre Pedrero, vertiente meridional de Sierra Carbonera.
11ª En Punta Mala.
12ª En la Atunara.
Plano del Fuerte de Levante de La Línea (Santa Barbara), con sus cuarteles
Almacenes, capilla, etc…. (Plano del Ministerio de cultura)
La cúspide de Sierra Carbonera tiene la altitud de 312 metros, y la mayor altitud del Peñón de Gibraltar es de
413 metros.
El antedicho plan de fortificaciones es más bien defensivo que ofensivo. Los ingleses no tienen inconveniente en
declarar que las posiciones españolas del Campo les son indispensables para la seguridad de Gibraltar; justo es,
en consecuencia, que aseguremos aquellas posiciones contra una posible agresión de parte de Inglaterra.
No es culpa nuestra si la artillería ha progresado y si Gibraltar se halla a la merced de nuestros callones. Antes
Gibraltar desafiaba los ataques del lado de tierra; hoy, por el contrario, Gibraltar se nos ofrece como un
magnifico blanco. Las circunstancias han variado a favor nuestro. Tanto mejor para nosotros. Pero estas
circunstancias no pueden alterar ni el espíritu ni la letra del tratado de Utrecht. La doctrina alegada por los
ingleses al pretender modificar aquel instrumento diplomático en consonancia con las transformaciones del
armamento, es contraria... a los más elementales principios del Derecho internacional. Semejante teoría echaría
por el suelo todos los convenios relativos a fronteras y a límites jurisdiccionales. Ningún pacto de éste genero
revestiría carácter de estabilidad.
UN VOTO EN PRO
Tan cierto es lo que decimos, que un ingles, Gibson Bowles, ocupándose del asunto, dice:
« Precisa dejar establecido que ni la creación de fortificaciones, ni el emplazamiento de cañones en la costa
española opuesta a Gibraltar, puede dar motivo alguno de queja ni reclamación por parte del Gobierno británico.
» El Tratado de Paris de 30 de mayo de 1814, que comprende la ley general de Europa, en este punto está muy

claro y concluyente. En dicho documento se hace constar, y se reconoce explícitamente, el perfecto derecho que
tienen todas las Potencias para fortificar cualquier punto de sus respectivos Estados cuando puedan considerarlo
necesario para su seguridad, y claro es que a priori reconoce el derecho que tienen las naciones para colocar
artillería, sin necesidad de construir fortalezas, en cualquier parte de su propio territorio. (La obligación de
respetar este derecho fue también aceptada y sancionada por todas y cada una de las grandes Potencias europeas,
incluso la Gran Bretaña.) El referido derecho existe indudablemente, aun sin el tratado a que aludimos; pero este
último lo reconoce de una manera especial y concreta, y ninguna Potencia podrá, por consiguiente, oponerse a él
sin faltar a sus compromisos y dar motivo para que cualquiera de las otras naciones firmantes se considerara
facultada para impedirlo o hacer lo propio.
Th. Gibson Bowles,
Miembro del Parlamento inglés.»
Al final podréis encontrar un artículo publicado en la revista “Nuestro Tiempo” de marzo de 1903
Th. Gibson Bowles, Miembro del Parlamento inglés
Tal es la teoría; pero la práctica no consiente que frente al Peñón se emplace UN SOLO CAÑON ni se
construya UN SOLO FUERTE.
La Depeche Coloniale, ocupándose del asunto dice:
LA VERDADERA SITUACIÓN
Europa debe hallarse, interesada en que la dominación británica junto al Estrecho se concrete a los limites que le
han sido fijados por los tratados; ella no debe consentir que ni una ínfima parte siquiera del territorio español
este colocada en la esfera de la influencia inglesa. TAL ACONTECE, SIN EMBARGO esta influencia no cesa
de afirmarse en los alrededores de Gibraltar. Todo lo que se llama el Campo, que comprende al SO. el término
de Tarifa y se extiende al N. hasta las montañas de Ronda, yace perfectamente bajo la influencia inglesa, a tal
punto que los actos del Gobierno español son allí objeto DE UNA INSPECCION SEVERA, y que nada se
ejecutará en aquella comarca que sea susceptible de provocar los escrúpulos o despertar las sospechas de los
ingleses. En el Campo los ingleses son los verdaderos dueños. Hasta en las elecciones, no triunfan más
candidatos que los simpáticos a los ingleses.
La zona de influencia inglesa abarca toda la región meridional de la provincia de Cádiz, la que forma la margen
septentrional del Estrecho. Desde la proximidad del cabo Trafalgar hasta la del lado N., los confines de Málaga,

los ingleses tienen una intervención directa sobre todos los actos del Gobierno español, y allí no se hace más que
lo que place a los ingleses.
Los españoles no han fortificado ninguna de sus posiciones estratégicas, y no poseen, en el Campo, ningún
arsenal de guerra, ni más fuerzas que las estrictamente necesarias para e1 decorum.
»La verdad de la situación es: que toda la orilla española del Estrecho de Gibraltar se halla enteramente a la
merced de Inglaterra. El statu quo, del cual nos habla la diplomacia, es una ficción, y la pretendida neutralidad
del Estrecho de Gibraltar no reposa sobre garantía alguna.
»Cuando los ingleses juzguen oportuno invadir el Campo de Gibraltar y apoderarse de las posiciones que lo
rodean, desde las cuales se puede fácilmente batir el Peñón, esta operación la realizarán sin el menor tropiezo.
»Las fuerzas indispensables para este golpe de mano pueden ser transportadas a Gibraltar, de Malta o de
Londres, en menos tiempo del que necesitarían los españoles para expedir al Campo refuerzos y material de
guerra.
»Gibraltar tiene ya la ventaja de contener grandes reservas de material y de provisiones. La flota británica puede
moverse en el Estrecho, sin temer nada de los buques españoles. Los transportes rápidos de la Gran Bretaña
irían ciertamente más aprisa que los ferrocarriles españoles.
»E1 Campo hállase hoy unido al resto de España por dos vías: el ferrocarril de Bobadilla-Algeciras de 178
kilómetros y el camino carretero de Algeciras a Tarifa y a Cádiz, de 125 kilómetros. El indicado ferrocarril es de
una sola vía, construido, y atraviesa un país muy accidentado.
»Como medio de transporte militar, es muy incierto; hay que agregar a ello la penuria del material. Esta línea
pertenece a una Compañía inglesa, que encontraría cuantos traidores quisiera para destruir la vía en los parajes
más difíciles.
»En cuanto al camino carretero de Cádiz, éste se extiende por algunos kilómetros al NO. de Tarifa, junto a la
orilla del mar, en un terreno descubierto; uno o dos barcos de guerra bastarían para interceptar las
comunicaciones. Esto no sucedería en verdad si el litoral de Tarifa estuviera fortificado de suerte que los buques
enemigos pudieran tenerse a distancia; pero en la costa no existen más fortificaciones que en el interior.
»La punta meridional de España, la isla de las Palomas, unida a Tarifa por un terraplén, contiene un fuerte,
sistema antiguo, erigido sobre un borde escarpado, cuyos peñascos le sirven de baluarte. No cabe decir que el
fuerte de las Palomas amenace a Gibraltar, del que dista 15 millas y del que ni se halla a la vista; sin embargo,
ningún trabajo se ha ejecutado allí para arreglar esta fortificación un poco a la moderna. Ella está abandonada
como todo el resto.
»Los ingleses vigilan para que la Peña, las Palomas, el Camorro, el Fraile y los otros puntos del litoral del
Estrecho permanezcan desprovistos de toda defensa. La isla de las Palomas, a decir verdad, es más aparente que
de valor real. Los proyectiles explosivos acabarían pronto con ella. Mas sobre el litoral español del Estrecho no
faltan las posiciones de primer orden.
»Los españolee, para complacer a los ingleses y mostrarles su benevolencia, tienen sus costas desguarnecidas, la
Bahía de Algeciras abierta a todas las agresiones y las alturas en torno del Campo fuera de estado de precaver un
ataque.
»Sus depósitos militares más próximos son: Cádiz, Sevilla y Málaga. Para concentrar uno o dos cuerpos de
ejército, sea del lado de Ronda, sea del lado de Tarifa o simultáneamente de los dos lados, se requerirían
bastantes días.
»En caso de invasión súbita del Campo, por parte de efectivos respetables, las guarniciones habituales de
Algeciras, San Roque, etc., faltas de los medios de organizar una resistencia, se verían precisadas a replegarse
sobre Ronda, dejando el Campo libre al invasor. Este tendría tiempo, antes de la llegada de los refuerzos
españoles, de fortificarse en posiciones de las cuales no se les podría desalojar sin suma dificultad.
»Cualquiera que fuese la solución definitiva del conflicto, los ingleses, durante este último, tendrían la
dominación asegurada sobre todo el litoral español, desde lo confines de la provincia de Málaga, al N. de

Gibraltar, hasta la proximidad de Trafalgar. Tomarían posesión de Tarifa, en donde al abrigo de la isla de las
Palomas los torpederos podrían fondear; allí emboscados, fácil les sería vigilar el Estrecho y entorpecer hasta
cierto punto la navegación.
1890s G Washington Wilson - New Mole
(Fotografía de la Página web de Neville Chipulina http://www.chipulina.com)
La pasividad de España enfrente de las exigencias británicas, constituye evidentemente UN PELIGRO PARA
EUROPA. El Gobierno español explica su conducta por su deseo de no salir de una defensiva prudente y de
observar una rigurosa neutralidad. Y obtiene justamente lo contrario. En lugar de defenderse, España se arroja
en brazos de Inglaterra, y, por lo tanto, su situación no es neutral ni mucho menos.
¿Qué diría la diplomacia si, de repente, Inglaterra pusiera la mano sobre todo el litoral europeo del Estrecho?
Habría clamores de protesta, notas conminatorias, y, en fin, la guerra. Pues bien; este estado de cosas existe de
hecho. Todo este litoral está dispuesto, admirablemente dispuesto, para recibir a los ingleses; su influencia se
deja sentir allí de lleno; si no poseen allí tropas, cañones, torpederos, es porque los sucesos no lo han hecho
todavía indispensable. En cuanto ello les convenga, allí estarán. España, sin quererlo, es hoy la aliada de
Inglaterra.»
El mismo periódico dice en otro número;
«Dos acorazados rusos, el Yenissei y el Variag, acaban de pasar por el Estrecho. Ninguno de ellos se ha
detenido en Gibraltar. Ambos han hecho carbón en Cádiz. Es una costumbre que tiempo ha siguen los buques de
guerra rusos. Muchas otras marinas le imitarían si el admirable puerto de Cádiz ofreciese las facilidades
necesarias. Que se declare, por ejemplo, Cádiz puerto libre; en tal caso la ruina de Gibraltar será inevitable.
Desde hace un año una ley ha clasificado Tarifa entre los puertos de primera clase. Una escollera Gustaría para
transformar Tarifa en un puerto de refugio sin rival. Tarifa, frente Tánger, en pleno Estrecho, ¡qué magnifica
situación! Mas si no se ha pensado en Cádiz, todavía se ha pensado menos en Tarifa, y Gibraltar alza su faz
insolente.
»Cádiz es, a la salida del Estrecho, del lado del Atlántico, lo que Gibraltar a la salida del Estrecho del lado del
Mediterráneo. Sin embargo, Cádiz posee ventajas que Gibraltar no puede en manera alguna tener.
»Lo cual no impide que Cádiz sea una ciudad muerta. En cuanto a Tarifa, la verdadera llave del Estrecho, ¡qué
desdicha!. Allí no se ha hecho jamás nada, absolutamente nada, y la plaza, con sus viejos muros almenados y su
típica alcazaba, permanece exactamente como en tiempo de los árabes.
»A los barcos de comercio les está prohibido desembarcar pasajeros y mercancías, porque Tarifa carece de
aduana. Las únicas embarcaciones permitidas en Tarifa son faluchos de pesca.

»Los españoles, tanto por su complacencia como por su incuria, son los principales colaboradores de la
prosperidad de Gibraltar. Hay siempre en las Cortes un diputado, al cual se le da irónicamente el nombre de
«diputado por Gibraltar», porque su misión parece exclusivamente consagrada a la defensa, cerca de los Poderes
Públicos y en las oficinas del Gobierno, de los intereses de la plaza de Gibraltar... (Aquí se encuentran
consideraciones que la vergüenza nos impide transcribir.)
»Así es que cuando se habla de proyectos relativos a Sierra Carbonera, los ingleses sonríen. Ellos saben muy
bien que nada ocurrirá mientras ellos tengan en sus manos a los caciques de la región.»
EL FLANCO DEBIL
Al salir por la Puerta de Tierra, y pasando el camino que conduce a. la Caleta o Catalán’s Bay la cumbre de
Sierra Carbonera destacase enhiesta é imponente, cual otro Peñón. Este presenta su faz septentrional cortada a
pico. Sobre la superficie abrupta del acantilado se descubren multitud de boquetes, abiertos irregularmente en
tres líneas sobrepuestas. ¿Quién no ha oído hablar de las célebres «galerías» de Gibraltar?
En un libro para uso de las escuelas inglesas se colocan las The Gibraltar Galleries entre las maravillas del
universo, y ha sido cosa corriente durante luengos años, cuando se hablaba del valor incontrastable de la
fortaleza de Gibraltar, citar las galerías, la peña ahuecada y horadada, como la concepción más genial de
una fortificación.
Cunden por ahí descripciones en que se alude al gigantesco peñasco erizado de cañones, pronto a lanzar de sus
entrañas todo el luego del infierno. Las galerías han constituido siempre la mayor curiosidad de Gibraltar.
Cuando los vapores entran la bahía, los viajeros asestan sus anteojos contra la parte Norte del Peñón,
mostrándole recíprocamente los famosos agujeros. ¡Qué de exclamaciones de pasmo!;Y que de loores a la
fuerza británica!
Estas baterías metidas en la roca no han tenido nunca más precio que el de un bluff*, Son el bluffismo llevado a
su apogeo. Quien trazó aquellas concavidades creyó acaso de buena fe, que servirían de algo; y, en efecto, han
servido, merced a un habilísimo reclamo para imponer miedo, a pesar de su completa inutilidad. Todo el
prestigio histórico de Gibraltar como plaza fuerte reside en ellas.
*Bluff: engaño, desilusión, fanfarronada, baladronada, jactancia, apariencia, bravata, farol
Asegúranos persona competente que nunca se ha tirado a bala desde las troneras de las galerías, y que a los
pocos disparos la humareda las invade de tal suerte que es preciso escapar de allí.
1890s G Washington Wilson Land Port
(Fotografía de la Página web de Neville Chipulina http://www.chipulina.com)

Los tres órdenes de cuevas ocupan todo el frente Norte del Peñón. Tan sólo las galerías media y alta se hallan
artilladas y cuentan con unas treinta piezas de calibres medios. Cada una de estas tiene en tronera, y entre ellas
hay corredores de comunicación. De trecho en trecho se encuentran almacenes y repuestos. Los fuegos de estas
baterías están especialmente dirigidos contra La Línea, y algunas, las que miran al Noroeste , baten al Norte de
la bahía. La galería interior esta dispuesta para servir de refugio a las tropas: contiene espacios donde alojar toda
la guarnición.
El principal papel de estas excavaciones y orificios, que era el de aparentar un poder destructor puramente
imaginario, ha terminado ya.
Sin embargo, no se muestran al pùblico mas que como un favor, y cuando las contingencias politicas hacen
prever algun conflicto internacional, la primera medida que se adopta en Gibraltar es la prohibición absoluta de
visitar las galerías, como si hubiera temor de que se sorprendieran en ellas graves secretos o como para dar a
entender que en el seno del Peñón se prepara algo. Siempre el buff, el eterno buff británico.
En realidad, las formidables galerías serán una ganga para quien deba atacar Gibraltar por parte de tierra. A los
artilleros situados en lo alto de Sierra Carbonera se les ofrecerá, a menos de 6,000 metros, un enorme peñasco
hueco, en el cual podrán admirar con traición el efecto de sus proyectiles. De antemano nos hacemos una idea
del cataclismo que se producirá cuando algún obús explosivo penetre por uno de aquellos agujeros. Y por poco
que se empeñen los de Sierra Carbonera. Dios sabe a donde irá a parar la fortificación moderna de Boca Negra
que corona el precipicio de las decantadas galerías.
¿Que no hay fuerte en Sierra Carbonera? Harto saben los ingleses por experiencia que los boers no necesitaban
de fuertes para emplazar su Long Tom, y sus cañones de seis pulgadas, fácilmente transportables, en los cuales
metían en Lady-smith sus proyectiles desde una distancia doble de la que media entre Sierra Carbonera y la
peña calpense: «The Galleries», son hoy el flanco débil de Gibraltar. A los ingleses no les queda sino el recurso
de rellenarlas.
1890s G Washington Wilson - San Roque y parte de La Línea desde Queens Road
(Fotografía de la Página web de Neville Chipulina http://www.chipulina.com)

CONDUCTA DEL GOBIERNO.
Todos los Gobiernos españoles, desde hace muchísimos años, se han cruzado de brazos ante las amenazas de
Inglaterra, y han contemplado impávidos como los ingleses se apoderaban paulatinamente de todo el Campo de
Gibraltar.
Las notas conminatorias han sido fielmente obedecidas y esta es la hora en que ni una sola piedra ha sido
movida, ni un solo cañón emplazado.
DOCUMENTALMENTE está demostrado que hemos hecho abdicación de nuestros derechos, y no creemos
haya nadie que se atreva A desmentir una sola de las afirmaciones que hemos expuesto.
Gibraltar, que podría ser fácilmente dominado desde tierra, es hoy inexpugnable por indolentes cobardías de
nuestros Gobiernos.
Muy pronto, antes de lo que algunos creen, hablará el cañón, y entonces se acordarán las gentes y los periódicos
de las cosas que hoy no les preocupan.
Hoy, aún es tiempo; mañana será tarde.
DEFENSIVA Y OFENSIVA
El plan de fortificaciones que hemos descrito en nuestro número anterior tiene, sin duda, deficiencias, y su
realización acarrearía muchos sacrificios, no todos útiles, Desde luego no nos parece acertada la idea de fuertes
en Punta Carnero y en las inmediaciones de Torre Polvera. En nuestro sentir, las fortalezas defensivas del
Campo de Gibraltar debieran construirse fuera del alcance de los fuegos de la plaza inglesa, cubriendo
eficazmente las posibles líneas de invasión de nuestra territorio y haciendo insostenible la situación del
enemigo, que por medio de la acción combinada del armamento móvil, de la artillería del Peñón y de los fuegos
de la escuadra, lograra apoderarse, en todo o en parte, de la región inferior del Campo.
Las tres líneas que hay que guardar solidamente, son la de Tarifa, la de Arcos, la de Ronda. De los
emplazamientos de los tres fuertes no es necesario que nos ocupemos ahora» Un fuerte núm. 4 que
propondríamos, si bien de otra condición que los precedentes, pues éste cruzaría sus fuegos con los de Gibraltar,
es el de Sierra Carbonera, que se nos antoja indispensable por multitud de razones.
Precisamente ahí es en donde hacen hincapié los ingleses; Sierra Carbonera se la reservan para ellos; o mejor
dicho, la consideran suya. Aunque no hubiera más razón que ésta, ella bastaría, para justificar la necesidad
imprescindible de poner aquella posición al abrigo de un ataque.
El fuerte de Sierra Carbonera debiera hallarse en la cúspide, dominando todo el terreno alrededor. La batería
núm. 9 del plano, a un centenar de metros por bajo la altitud de Torre Carbonera, no tendría objeto; pero las
baterías del Cerro de Buenavista y de Torre Pedrero números 8 y 10; podrían perfectamente subsistir, y habría
que emplazar una en la vertiente del cerro, a cuyo pie se halla Torre Nueva, en comunicación, por un camino a
cubierto, con Sierra Carbonera. Los Cuatro fuertes estarían relacionados entre si por líneas de reductos, donde
necesario fuese.
En el plan de baterías habríá que suprimir la de La Isla Verde. El autor del plan prescinde ya de la de Santiago,
con muy buen acierto. Para la defensa de la costa prestarían innegables servicios las baterías de Punta Carnero
números 1 y 2-, del Rodero núm. 3, del Almirante número 5, de Cerro Carteya núm. 6, de Puente Mayorga
num. 1, de Punta Mala (numere 11.
La topografía de la parte del Campo de Gibraltar, lindante con la había de Algeciras prestase admirablemente
para la creación de emplazamientos de cañones, los unos fijos—como, por ejemplo, los de Punta Carnero: —los
otros en disposición de ser artillados al primer momento de alarma, y todos convenientemente disimulados,
detrás de los accidentes del terreno.
El Peñón se ofrece ante nuestras líneas como un blanco fijo; y por más que hagan los ingleses, nunca lograrán
ocultar sus baterías. Allí no puede haber defensa móvil. Mientras que a nosotros nos es dado movernos en un

dilatado espacio y de cualquier punto de nuestra extensa serie de posiciones, tenemos igual facilidad para
defendernos o para batir la plaza enemiga.
Por un sistema hábilmente combinado, y siempre fuera del radio de las investigaciones adversas, podemos variar
cada día, y hasta distintas veces al día, la posición de nuestros fuegos, desorientando al adversario, el cual se
verá eternamente circunscrito a una misma postura.
Todo plan de este género supone necesariamente una red de caminos estratégicos, en lo cual debiera haberse
pensado aun antes de plantear el problema, y por mero hecho de tratarse de una esencialmente militar.
1890s G Washington Wilson Line Wall N of Commercial Square
(Fotografía de la Página web de Neville Chipulina http://www.chipulina.com)
Sin embargo, nada de formal se ha realizado en este orden de ideas. El Campo de Gibraltar está sin caminos. La
carretera de Tarifa — sección de la de Cádiz a Málaga— en el abandono más completo a partir de Algeciras, se
extingue lamentablemente hacia el río Palmones. Ni éste ni el Guadarranque tienen puentes. La carretera de
Arcos a San Roque se halla apenas en los preliminares del replanteo. La línea férrea, que los ingleses se
encargarían de destruir, no constituye para el caso un medio suficiente de comunicación militar.
En tiempo del conflicto hispano-yanqui se quiso unir Algeciras a Punta Carnero por una carretera militar; ésta
yace a medio construir, con un trazado deplorable, y no sin haber costado un millón.
Para cruzar el Campo de Gibraltar en todas direcciones, hay que prepararse a franquear pantanos, a vadear ríos y
torrentes, A caminar por pedregales y barrancos.
LO QUE VEN LOS INGLESES DESDE GIBRALTAR
Una línea de posiciones estratégicas, indispensables a la defensa del territorio español, que el Gobierno español
desea fortificar y no se atreve a fortificar, de miedo a que el embajador británico en Madrid ponga mala cara.
—Una ciudad española, Algeciras, a la merced de los especuladores ingleses.
—Localidades marítimas españolas transformadas en recreos de la guarnición inglesa.
—Cincuenta mil individuos que no viven sino del contrabando.
—Un desdichadísimo servicio de vapores entre la Península y Ceuta.
—La importante plaza de guerra, Ceuta, librada al caciquismo electoral y con una autoridad militar coartada por
las intrigas políticas de todo género.

—La misma importante plaza de guerra, mermada en sus limites por obra y gracia de los moros, al paso de
Gibraltar tiene sus limites ensanchados a expensas del territorio español, de donde deduce que los españoles son
incapaces de oponerse a la usurpación moruna en África y a la usurpación británica en Europa.
—Una provincia cuyos habitantes han permitido, sin pestañear, que la vía férrea del litoral a que tenían derecho
y que figuraba desde luengos años en el plan de ferrocarriles, les haya sido sacrificada a los intereses de
Gibraltar, únicos servidos por la línea de Algeciras a Bobadilla.
—El servicio telegráfico permanente suprimido en Algeciras, residencia de la Comandancia general del Campo
de Gibraltar y plaza de guerra enfrente de una plaza extranjera, y suprimido también en Tarifa, punto de amarre
del cable de Tánger y principal vigía del Estrecho.
— Un puerto de tanto interés como el de Tarifa, no habilitado, para el mayor bien y las mayores ventajas de
Gibraltar.
—Ciudades españolas casi incomunicadas del resto del mundo, a causa de la carencia de medios de transporte y
de medios convenientes de comunicación.
—Comarcas populosas esquilmadas por el bandidaje de los consumos.
—Tierras tan fértiles como incultas que los oficiales de Gibraltar adquieren a vil precio, utilizándolas para sus
juegos y cacerías.
—Turbas de chiquillos, sementera de las generaciones de mañana, venidos al mundo balbuceando ¡one penny!
¡one penny! como para demostrar a los ingleses que desembarquen en tierra española que somos un pueblo de
mendigo.
Estas y otras cosas observan los ingleses desde el Peñón y al observarlas, exclaman:
—¡England for ever!
EN ALGECIRAS
Si llegáis a Algeciras por mar a bordo de un buque español, deberéis poneros a merced del bote de turno, dar
sendos tumbos en la bahía y desembarcar en un triste muelle, construido allí como por misericordia. Si al
contrario, llegáis de Gibraltar a bordo de uno de los vapores ingles que, con bandera española, van y vienen
entre Gibraltar y Algeciras, veréis como el buque atraca A un cómodo wharf inglés, y desembarcareis sin
molestia alguna. Una vez en Algeciras, hay que ir al hotel. A la izquierda del desembarcadero, pasando por
debajo de un ostentoso portal debido a los ingleses y siguiendo un magnífico malecón en piedra de algunos
centenares de metros, obra también de los ingleses, entrareis por un vasto parque a un hotel, medio bongalow,
medio cottage, pero de construcción espaciosa, sólida, resistente, flanqueada de torreones, capaz de albergar
mucha gente, y que se ve de lejos, y que está en la situación mas dominante de Algeciras. Ese parque, ese
hotel alcazaba, esas dependencias, esas verjas monumentales, esos pabellones contiguos provistos de gruesos
muros, todo eso es inglés, puramente inglés.
Plaza Alta de Algeciras
Fotografía de la Página web de Neville Chipulina http://www.chipulina.com)
Dentro del recinto del parque, a pocos metros de la orilla escarpada del mar, se alza un mástil en el que suele
izarse, en ocasiones solemnes, una bandera con esta inscripción: «Hotel Reina Cristina». Otra farsa. Este mástil
presenta exactamente la disposición de un semáforo y en los cables suspendidos del pico ondean a veces

anderas de un Código de señales. Es simplemente un semáforo ingles, destinado a comunicar con la plaza de
Gibraltar.
Y parece inconcebible que la Comandancia de Marina de Algeciras permita semejante escándalo. Esto es contra
toda ley, contra todo uso, contra toda lógica. La presencia de este mástil constituye un conato de traición, una
maniobra de espionaje, que cae bajo la acción de los tribunales de Guerra o de Marina.
Salgamos del hotel y penetremos en la villa. A pocos pasos del wharf, a la margen derecha del río de la Miel,
riachuelo que pasa por entre las calles del barrio Sur de Algeciras, una casa se levanta, la más alta en Algeciras;
los albañiles trabajan en ella animosamente; allí existirá muy en breve otro hotel inglés.
Si llegáis a Algeciras por tierra, a menos de venir por la carretera de Cádiz, Vejer y Tarifa, vía hoy relegada al
trafico local, no podréis menos de ser transportados por el ferrocarril inglés de Algeciras a Bobadilla.
Atravesaréis, sin abandonar el tren, las calles de Algeciras, y la locomotora os conducirá hasta el extremo del
wharf, al costado mismo del vapor de Gibraltar. Este tren que obstruye la vía pública, estos raíles que se
extienden hasta la punta del embarcadero, no tienen más razón de ser que la comodidad inglesa.
A la ciudad de nada sirve todo ello. Es un estorbo y una vergüenza. En capitales marítimas tan importantes
como Santander, Barcelona. Cádiz, en donde fuera de tanta utilidad para el público y para el comercio que los
trenes combinasen con las líneas transatlánticas, esta combinación no se ha realizado nunca. Ni siquiera se ha
intentado. Pero en Algeciras, los ingleses son los amos. Ellos edifican en las zonas vedadas, ellos urbanizan,
ellos se apoderan de las vías públicas, ellos hacen lo que se les antoja... y —a juzgar por la rapidez y desenfado
con que proceden— sin las trabas con que tenemos que bregar nosotros los españoles al menor proyecto útil que
se nos ocurra llevar a cabo.
Junto a Algeciras los ingleses disponen de campos para jugar al golf, de cotos para cazar, de huertas para
recrearse. Apenas alguien necesita en Algeciras vender una casa, los ingleses la adquieren, y a buen precio.
Pronto habrá en Algeciras más propietarios ingleses que españoles. Sin embarco, Algeciras es, como Gibraltar,
una plaza fuerte. Bien es verdad que esta condición no se halla justificada sino por una vetusta batería artillada
con algunas piezas de las que se cargan por la boca; pero no importa, buena a mala, Algeciras es una plaza de
guerra, y como tal está sujeta a reglas especiales, ni más ni menos que la plaza de Gibraltar. Sin extremar, como
en Gibraltar se extreman —por ser allí la jurisdicción militar la única que rige— la dignidad, el honor, si todavía
estos vocablos quieren significar algo en nuestra patria, debieran imponernos cierta línea de conducta.
Entretanto, del propio modo que La Línea, el Campamento y Puente Mayorga son arrabales de Gibraltar,
Algeciras se convierte paulatinamente en una dependencia del Imperio británico.
UNA PROVINCIA INGLESA
Esta provincia, que tiene por capital Gibraltar, comprende de hecho el Peñón, el Campo, Algeciras y todo el
territorio hasta Tarifa por un lado y de Ronda por otro. Es verdad que esta provincia tiene autoridades militares,
civiles y judiciales españolas; pero quien gobierna efectivamente en ellas es el Foreign Office, de Londres, y por
mandato suyo, el general gobernador de la plaza de Gibraltar. Allí no se hace nada sin anuencia de los ingleses,
en tanto que los ingleses hacen allí lo que les parece, seguros de hallar la aprobación tacita o la sanción legal de
parte de España. La soberanía española en aquella región de la Península es una pura ficción. Conviene hablar
claro y que lo proclamemos muy alto;, es indispensable que España lo sepa; existe, de hecho, enclavada en los
dominios de la Monarquía española una provincia inglesa de Gibraltar, de la cual el Peñón es la cabeza y la
ciudadela.
Los ingleses se han creado intereses por doquiera desde la margen del Estrecho hasta la Serranía de Ronda.
Todo el mundo sabe lo que significa para los ingleses la fórmula crearse intereses. La intervención activa de la
Gran Bretaña en la colonia portuguesa de Lorenzo Márquez y la transformación de esta en una especie de
protectorado británico, se debe principalmente al ferrocarril de Delagoa a Komati-Port, cuyo primer interesado
es un súbdito inglés.
Así también la zona recorrida por el ferrocarril de Algeciras a Bobadilla cae, según la teoría diplomática inglesa,
dentro de la esfera de los intereses británicos. De ahí que conceptuemos este ferrocarril como una infamia,
porque una de dos: o esta línea aprovecha al país o aprovecha a los ingleses; si lo primero, el más elemental
patriotismo aconsejaba que se concediese a una Compañía nacional, o por lo menos no inglesa; si lo segundo,
Jamás, en manera alguna, debía haberse otorgado la concesión a quien quiera que fuera, y menos aun a una
Compañía inglesa.

Si los ingleses no se encuentran bien en Gibraltar; si el Peñón les parece incómodo y angosto; si la residencia en
Gibraltar les es penosa, por la falta de campos, de espacio, de comunicaciones, ¡que se vayan! pero que no
vengan a exigir de nosotros esas facilidades de que carecen. Desgraciadamente, para oprobio nuestro, esas
facilidades las obtienen con creces; gracias a nosotros, Gibraltar reúne para ellos todos los atractivos y todas
las comodidades imaginables.
Les hemos dado, y les seguimos dando, cuanto necesitan. Lo repetimos: les hemos regalado estúpidamente una
provincia. Ya no falta sino que proveamos de agua la fortaleza de Gibraltar; el expediente a fin de ceder al
Peñón algunos ricos manantiales de la sierra, junto a San Roque, está en tramitación, y lo apoya fuertemente un
diputado a Cortes españolas.
En Puente Mayorga, de que son amos absolutos, los ingleses desean un muelle; un diputado español los secunda
en esta tentativa. Y tales apoyos valen. No hay más que observar la composición de los Consejos de
Administración del ferrocarril de Bobadilla a Algeciras.
Algeciras Acueducto
Fotografía de la Página web de Neville Chipulina http://www.chipulina.com)
Gibraltar tiene en el Parlamento español sus diputados. Los ingleses no civilizan nunca, corrompen, y el espíritu
corruptor inglés se extiende como una lepra a muchas leguas a la redonda del Peñón. Tal es la zona de influencia
británica. Expliquémosla.
LA EXPANSIÓN
Aquel terreno, que por condescendencia nuestra, los ingleses ocuparon provisionalmente fuera de Gibraltar, con
el achaque de la fiebre amarilla, empezó por ser arrabal civil, refugio de las familias de la plaza, muchas de las
cuales, la epidemia pasada, continuaron frecuentando las casetas y huertos, convertidos en lugar de recreo.
Paulatinamente, la población civil fue expulsada de allí, erigiéndose sobre el istmo una serie de establecimientos
militares, que han ido perfeccionándose y que hoy son como el apéndice de la fortaleza de Gibraltar por
parte de tierra.
A lo que parece, la autoridad militar debió incautarse desde luego de aquel sitio con el objeto de destinarle a
sanatorio para soldados. Hoy, algo existe allí de análogo; pero en aquellos sólidos barracones que se alzan entre
la carretera de La Línea y el mar, se aloja un destacamento de la guarnición de Gibraltar, lo que imprime a la
usurpación un carácter de gravedad irritante; pues no tan sólo los ingleses se apropian una jurisdicción
terrestre que no les pertenece, más aun, establecen guarnición allende los baluartes de Puerta de Tierra; es decir,
vienen a provocarnos en nuestro propio territorio.

En las descripciones inglesas de Gibraltar, se habla «de la milla cuadrada de llanura arenosa que se extiende
entre el pie Norte del Peñón y la frontera de España». En esta square mile los ingleses poseen cuarteles,
sanatorio, campo de tiro, hipódromo, cementerio, talleres militares, almacenes, y Dios sabe cuantas otras
instalaciones.
El camino de Puerta de Tierra hasta la línea de garitas es una magnifica calzada, la cual mas allá de la Laguna se
transforma en paseo plantado de árboles, flanqueado al O. por las barracas militares, precedidas de jardines y a
la derecha por el frondoso parque titulado Victoria Gardens, paseo y parque construidos siendo Gobernador
lord Napier de Magdala.
En este parque, a la margen del camino se alza el muy visible cartelón de madera pintada de negro, anunciando
en gruesos caracteres y en ingles y en español, para que nadie lo ignore, que aquellos terrenos son propiedad del
ministro de la Guerra de S.M. y conminando con el rigor de las leyes a quien ose vagar, sin permiso especial,
entre el último cañonazo de la tarde y el primero de la mañana, por los terrenos de Puerta de Tierra —on the
North front of Gibraltar.
¿En que títulos se funda para arrogarse la propiedad de aquellos terrenos el ministro de la Guerra de S. M. B.?
¿Quién se los ha dado, quien se los ha vendido? ¿Cuando y en que forma el Ministro de la Guerra inglés los
adquirió, de suerte que constituyan su propiedad legal?
A lo que nosotros contestamos: aquellos terrenos son propiedad de España; el ministro de la Guerra inglés
incurre en un delito previsto por el Código, al apropiarse lo que no es suyo; la posesión de la citada square mile
por Inglaterra no puede calificarse más que de una usurpación, de robo, de violación territorial.
Cuando el atentado se consumó, dichas tierras pertenecían al término de San Roque. Hoy corresponden
íntegramente al término de La Línea, junto con la absurda «zona de las cien yardas» o campo neutral, como
dicen los ingleses. El Estado español, el Municipio de La Línea o cualquier ciudadano español, tiene derecho a
reivindicar los terrenos al Norte del Peñón, que el ministro de la Guerra del Rey de Inglaterra conceptúa suyos
propios.
Cada vez que pasamos por delante de aquel infame letrero, pregonador de nuestra deshonra; cada vez que vemos
la línea de centinelas ingleses hollando el suelo patrio, centinelas impasibles, arrogantes, orgullosos, que nos
retan despreciativamente, sentimos la indignación afluir a nuestro pecho; todo el conjunto de las humillaciones
que son nuestro único patrimonio en el Campo de Gibraltar aparece ante nuestra memoria, y aspiramos con
todas nuestras fuerzas a un campo de política, a una política verdaderamente nacional que nos saque de esa
degradación en que yacemos quietos y sumisos a los pies de la Gran Bretaña.
1870s - G. Washington Wilson – Campo Neutral
Fotografía de la Página web de Neville Chipulina http://www.chipulina.com)

A NUESTRA COSTA
Todas las fuentes de la prosperidad de Gibraltar están en España. Al convertirse en posesión británica, Gibraltar
no ofrecía más que inconvenientes. Era una posición casi insostenible, privada de Jurisdicción marítima y
terrestre, dotada de recurso propio, y sin más elementos de vida que los debidos o la conmiseración española. A
fin de evitar que «los vecinos de aquella ciudad se vean reducidos a grande angustia —dice el tratado de
Utrecht— se ha convenido que en estos casos se pueda comprar a dinero contado en la región de España la
provisión y demás cosas necesarias para el uso de las tropas del presidio y de los vecinos y navíos que
estuvieren en el puerto.» Tal era la situación de la plaza en 1712. Gibraltar no podía subsistir sin el auxilio del
Campo. Hoy es al revés: el Campo vive de la vida que le da Gibraltar.
En esta plaza sobran los recursos de todo género. Es un inmenso almacén de víveres. Es un emporio de
comercio. Es un hormiguero de trabajo. Para que esta transformación se operase, ha sido necesario que Gibraltar
absorbiera todos los elementos vitales de la región a muchas leguas a la redonda. Nosotros somos, en todos los
órdenes de ideas, los tributarios de Gibraltar.
Para que el Peñón tuviera desahogo terrestre le hemos abandonado nuestra tierra; para que tuviera expansión
marítima, le hemos prestado nuestras aguas. Por virtud de inexorables leyes económicas, a Gibraltar acudimos
con los productos de nuestro suelo: el mercado de Gibraltar es uno de los más ricos de la Península. Allá van las
primicias opimas y raras. Flores, frutos y legumbres suelen venderse en Gibraltar más baratos que en España.
Nuestro dinero entra en Gibraltar a montones, a consecuencia del contrabando. Desde el comerciante de arraigo
que halla medio de importar, esquivando los decantados rigores aduaneros, cargamentos de azúcar, de petróleo,
de jabón y otros artículos, hasta el pobre diablo que introduce, ocultos en el pecho, dos o tres paquetes de
tabaco, todos, altos y bajos, ricos y proletarios, llevan a Gibraltar parte de su peculio, y la circulación monetaria
de aquella plaza contrasta con la que se observa en las plazas colindantes, en algunas de las cuales, la mayor
parte del tiempo, «no se ve una peseta para un remedio», según pregona la expresión popular.
Los miles de brazos que Gibraltar necesita para la ejecución de sus obras de defensa y mantenerse a la altura de
plaza fuerte de primer orden, nosotros se los proporcionamos. Los materiales de construcción provienen de
nuestro territorio. Los sillares de los diques son piedra española. Por la línea inglesa de Bobadilla a Algeciras
circulan constantemente los trenes cargados de fragmentos de tierra de España, con destino al Peñón. Cuando
camináis sobre las magnificas escolleras del Muelle Nuevo, pisáis suelo español vendido a los ingleses.
En territorio nuestro posee Gibraltar sus colonias veraniegas, sus cacerías, sus campos de juego, sus huertas, sus
vergeles. La Línea, San Roque, Los Barrios, Algeciras no son sino arrabales de Gibraltar. Al ingles de Gibraltar
se le conceden en la bahía de Algeciras y en el Campo, franquicias y privilegios de que no gozan, ni han gozado
nunca, los españoles.
El caciquismo es devoto a los ingleses. Por doquiera disponen éstos de servidores entusiastas y de siervos leales.
En los Concejos y en el Parlamento los intereses de Gibraltar cuentan con acérrimos defensores.
La impunidad esta asegurada a los que, en aras de Gibraltar, barrenan las leyes y los reglamentos. Se guardan
por Gibraltar los más inauditos miramientos. Los Poderes públicos se inclinan sumisos ante las exigencias de la
plaza británica. Por no lastimar la supremacía estratégica de Gibraltar, no nos fortificamos; por no herir la
importancia comercial de Gibraltar, algunas de nuestras localidades marítimas se quedan sin puerto; por
favorecer las comunicaciones de Gibraltar con el resto del mundo, damos subvención a un ferrocarril inglés y
nos privamos de líneas indispensables a nuestro propio desenvolvimiento.
Si Gibraltar prospera; si Gibraltar contribuye al esplendor del imperio británico; si Gibraltar existe, es gracias a
nosotros. El tratado de Utrecht no es más que el esqueleto de la posesión. Nosotros, por nuestra propia voluntad,
por nuestra indolencia, por nuestro pobre orgullo patriótico, hemos hecho de ese esqueleto un cuerpo con vida y
fuerza, que sin cesar nutrimos con nuestros jugos vitales, cuerpo que aparece tanto más fornido y poderoso
cuanto más rastrero y cobarde es nuestro servilismo.
Hemos dado un valor colosal a lo que no vale nada; hemos infundidos alientos a una fuerza quimérica; hemos
croado una superioridad por el efecto del contraste, a fuerza de mostrarnos inferiores. Quien no nos compadece,

nos desprecia. Pero ningún desprecio llegará jamás al que por nosotros siente la misma Gran Bretaña, la
poseedora de Gibraltar.
1890s G Washington Wilson - Europa Advance Battery
Fotografía de la Página web de Neville Chipulina http://www.chipulina.com)
LO QUE QUIEREN
Sólo durante unes quince años fueron respetadas por los ingleses las estipulaciones del tratado de Utrecht. De
1727 data la primera usurpación. Aprovechando la circunstancia del segundo sitio puesto por los españoles a
Gibraltar, los ingleses arrasaron la torre del Molino, junto a la Laguna, y la del Diablo, que vigilaba, en
tiempos de la dominación española, la parte N. y NO. del Peñón, y acto seguido ocuparon estas posiciones, de
donde no se marcharon ya, por mas que en el tratado de paz firmado en Sevilla en 1729 se ratificara el principio
de que Gibraltar no tenía jurisdicción alguna del lado de tierra. Esta usurpación les hizo extender sus límites
hasta lo que hoy se llama Bay side barrier, comprendiendo el espacio por donde pasa la actual carretera de la
Caleta.
Lo más extraordinario del caso es que, en el propio año 1727, como el conde de Montemar, que mandaba las
tropas sitiadoras españolas, ordenase durante la suspensión de hostilidades que precedió a la paz, la construcción
de los fuertes de Santa Bárbara y San Felipe y del muro que los unía (correspondiente poco más o menos a
los limites de La Línea), el gobernador de la plaza, lord Portmare, quiso oponerse por la fuerza a esta obra,
fundándose en que ella constituía una violación del tratado de Utrecht, como si en éste hubiese la menor reserva
respecto de nuestros actos en nuestro propio territorio. Y tuvimos que construir dichas fortificaciones, y llevarlas
a feliz término, defendiéndonos contra los disparos de la plaza inglesa.
No contento con esta villanía, lord Portmare, digno predecesor de los aristócratas ingleses que fueron los
lacayos de Cecil Rhodes, no tuvo escrúpulo en violar ese mismo tratado de Utrecht, cuyo cumplimiento
pretendía imponernos, sin que le asistiera motivo alguno para ello.
En 1730, después del tratado de Sevilla, en plena paz, nos significaron los ingleses una nueva pretensión: la de
que nuestros centinelas se retirasen a tiro de cañón de 24. Ya ocho años antes habían formulado la misma
demanda; pero sin éxito. A raíz de un tratado de paz, que consagraba en términos expresivos la amistad entre
ambas naciones, la coyuntura les era más favorable. Cuantos más amigos, más temibles. Por bondad de alma, y
como gaje amistoso, según afectuosamente nos lo pedían, consentimos a que nuestros centinelas, cuya línea
había sido relegada al Norte de las torres del Diablo y del Molino, retrocediesen más aún, a tiro de cañón de

24 en blanco, expresándose en el acuerdo que la zona intermedia quedaría formando parte de los dominios
españoles.
Esta complacencia nuestra facilitó a los ingleses el camino de otra usurpación. Poco después, la epidemia de la
fiebre amarilla asoló Gibraltar. Multitud de familias huyeron de la plaza, buscando refugio en casetas
improvisadas en la zona susodicha. El gobernador inglés invocó los sentimientos humanitarios del Gobierno
español para que se permitiese aquel desahogo a la desdichada población de Gibraltar, condenada, en caso
contrario, a perecer dentro de los muros. Nuestras autoridades no se opusieron a ello, a condición de que el
terreno fuese evacuado apenas terminase la epidemia. Pero ésta terminó y las casetas no desaparecieron. Al
contrario, se trazó allí un arrabal, con huertas y jardines; y las construcciones de madera se perfeccionaron
tomando el carácter de viviendas permanentes. A las reclamaciones del Gobierno español, los ingleses no
contestaron siquiera.
Después de la paz de 1793, que sucedió al tercer sitio de Gibraltar, fuimos victimas de una tercera usurpación.
Esto es significativo, y debiera servirnos de advertencia. Todo lo que hemos perdido junto a Gibraltar, después
del tratado de Utrecht, lo hemos perdido en época de paz, cuando nuestras relaciones con Inglaterra eran
absolutamente cordiales. En primer lugar, después del tratado de Sevilla; en segundo, con ocasión de la
epidemia; en fin, al restablecerse por el tratado de 3 de septiembre de 1793 la situación creada por el de Utrecht
de 1712. Fresca estaba la tinta con que los plenipotenciarios ingleses, franceses y españoles habían firmado el
compromiso de paz y de amistad, cuando los centinelas de Gibraltar avanzaron hasta el sitio en que se hayan
hoy, afirmándose así la jurisdicción inglesa sobre el istmo, en una extensión de 800 metros más allá del baluarte
de Puerta de Tierra, único limite legal de la plaza.
En cuanto el Gobierno español proyecta de una manera visible la construcción de fuertes en el Campo, o trata de
aumentar las guarniciones de las plazas españolas vecinas a Gibraltar, el embajador ingles en Madrid plantea
muy cortésmente —y muy enérgicamente también— la cuestión de limites y pide que se nombre una Comisión
para resolverla. Esta cuestión está resuelta ya, desde hace ciento noventa años, y si alguien podría suscitarla
seriamos nosotros, con el fin de recordar a la Gran Bretaña el cumplimiento estricto de las obligaciones por ella
contraídas y hacer que la dominación inglesa en el Peñón no traspase los limites que le han sido asignados por el
tratado de Utrecht.
Por lo que toca a las fortificaciones del Campo, la diplomacia británica concretase a manifestar secamente que
todo acto de este género de parte de España será considerado por el Gobierno inglés como «no amistoso»
(unfriendly, en las minutas de Downing Street). Pero siempre esta observación y la demanda de rectificación de
limites, basada en el alcance de los cañones modernos, son conjointes, como se dice en términos diplomáticos.
Estas notas, unas veces verbales, otras escritas, han sido remitidas al ministerio de Estado en ocasiones distintas,
y lo mismo durante los liberales que durante los conservadores. Jamás un ministro español debiera haberlas
aceptado. Y no solamente se han aceptado, sino que hasta se ha admitido el principio de negociaciones en
consecuencia.
El foreign Office se cree, pues, en terreno firme y abriga la seguridad de que la causa está por él ganada. Tal es
la idea que tiene de nuestros Gobiernos.
Desde aquella fecha, los ingleses han acariciado la idea de poseer aguas y territorios españoles.
La construcción de los diques del lado E. de Gibraltar tendrá como consecuencia la prolongación por aquella
parte de las aguas jurisdiccionales inglesas. Al E. del Peñón se empleará el mismo procedimiento que se ha
empleado al O. Al extender su jurisdicción hasta Punta Mala, los ingleses destruyeron toda posibilidad de
restablecimiento de los fuertes de Punta Mala y de San Felipe. Al extender por el E. su jurisdicción hasta la
Atunara, es para impedir que en la Atunara haya una fortificación. Este punto tiene bajo sus fuegos la bahía
del Catalán (de la cual dista 4.000 metros.) y también la ensenada de la Arena o Sandy Bay. Esto explica
suficientemente el interés de los ingleses por inutilizar la posición de la Atunara, colocándola dentro de sus
propias aguas. De la misma suerte han inutilizado posiciones importantes de la bahía de Algeciras.
Entre la Atunara y los límites actuales de la plaza de Gibraltar existe un excelente fondeadero para buques
mayores, al abrigo de los vientos del NO., del O. y del SO.; precisamente en vista de lo fácil que era un
desembarco por aquella costa, se construyó los fuertes de Santa Bárbara y de la Atunara, que cruzaban sus
fuegos. Asegurado por los ingleses su dominio absoluto sobre el istmo que une el Pellón al continente, llano les
será el camino para posesionarse de los altos quo más inmediatamente dominan esta zona.

1890s G Washington Wilson Old Mole
Fotografía de la Página web de Neville Chipulina http://www.chipulina.com)
La considerable cantidad de material de «armamento móvil» que se halla almacenado en las casamatas del
bastión NO. y de Puerta de Tierra, se justifica por razones fáciles de adivinar, y que en el Estado Mayor inglés
no son un secreto. Se han previsto hasta los más mínimos detalles para la ocupación súbita, durante la noche, de
Sierra Carbonera. El embarque de las tropas y del material —que, lo repetimos, está perfectamente a punto—
se hará en la Caleta, y el desembarco en el Cachón de Sabal, a 1.300 metros al Sur de Torre Nueva.
Los ingleses quieren dar a esta operación un tinte defensivo, sin más objeto, al parecer, que otra nación se
apodere por sorpresa de aquellas alturas, con el fin de hostilizar la plaza de Gibraltar. De ahí que no se piense en
invadir el territorio de La Línea ni desembarcar en Puente Mayorga. El Gobierno inglés se dirigirá
amistosamente al español, diciendo que se trata de una ocupación puramente temporal, mientras duren las
circunstancias que la habrán hecho necesaria. La operación se llevará a cabo ante la inminencia de un conflicto
en el Mediterráneo.
También han estudiado un plan que de un golpe pondría el Campo de Gibraltar en poder de los ingleses: la
ocupación simultánea de Sierra Carbonera y del Bujeo. La primera, por donde hemos dicho antes. La segunda,
por un desembarco en la ensenada del Tolmo. La diplomacia británica hará ver en ello una prueba de su
amistad y de su solicitud por España.
Tomados los dos puntos, Sierra Carbonera y el Bujeo, que los ingleses conceptúan como las llaves del Campo
de Gibraltar desde el punto de vista marítimo —el importante para ellos— dicha región queda garantizada
contra toda agresión de parte de otra potencia.
La Gran Bretaña impide hoy a España la fortificación de ambas posiciones, a fin de poder alegar en un día quizá
próximo la conveniencia de que aquellas sean colocadas bajo la salvaguardia del poder británico, a la vez como
garantía de la integridad española y de la seguridad de Gibraltar.
Lo que Inglaterra quiere es que el Peñón no esté bajo los fuegos de nadie; y cuando Inglaterra adopta una teoría,
es consecuente con ella.
Inglaterra no nos permitirá que fortifiquemos, en beneficio suyo el Campo de Gibraltar; nuestra amistad no le
inspirará confianza, más que a condición de que aparezcamos débiles. Aliados o no, los ingleses optan por que
estemos a la merced de ellos, en lugar de estar ellos a merced nuestra. Se implantaron en nuestra zona fronteriza

amistosamente; usurparon nuestras aguas amistosamente, y lo más amistosamente del mundo han puesto bajo su
dominio la bahía de Algeciras.
Esta es la historia. Y a fuerza de manifestaciones amistosas, se anexionarán el Campo de Gibraltar. Si no
obtienen éste, obligándonos a reconocer el principio absurdo del alcance de los cañones modernos, lo obtendrán
ocupando ciertos puntos estratégicos (que nosotros dejamos desguarnecidos por no herir la susceptibilidad
británica), a la primera ocasión que se les antoje favorable.
DOCUMENTOS OFICIALES
INFORME NÚM. 1
El vicealmirante sir Harry Rawson, K.C.B. al conde de Selborne.
(Privado y confidencial)
En Gibraltar, marzo 30,1901.
«Majestic».
Milord:
De acuerdo con vuestras instrucciones, he entablado un expediente acerca de la cuestión promovida, por Mr. T.
Gibson Bowles en su folleto relativo a las obras de Gibraltar; me han asistido en mis investigaciones el mayor
general sir William Nicholson, K. C. B., William Matthews, Esq., C. M. G. y Tomás Gibson Bowles, Esq.,
miembro del Parlamento; y habiendo acabado mi tarea, en cuanto me fue posible estudiar sobre el terreno, tengo
el honor de presentar este informe provisional.
Nuestra primera reunión se efectuó a bordo del buque de S. M., Majestic, en Gibraltar, el 23 del corriente, y
continuamos, de día en día, la discusión de las cuestiones que nos fueron expuestas.
Mr. William H. Rowe (mi secretario), actuó como secretario de la Comisión.
Las siguientes proposiciones fueron unánimemente aceptadas antes de entrar de lleno en la investigación:
(A) Vale más poseer un dique con riesgos, que carecer de dique.
(B) Aunque los diques, en alguna parte del Peñón, resulten inútiles en caso de guerra, no cabe duda que
coadyuvan al éxito de las operaciones navales durante la guerra, a causa de lo que facilitan en tiempo de paz las
reparaciones y la buena conservación de las escuadras del Mediterráneo y del Canal.
Los consideraciones a que ha obedecido el Gobierno al sancionar la extensión de las obras del puerto, de los
diques y talleres en la parte occidental del Peñón, son las siguientes:
(A) En Gibraltar, como base naval, las seguridades contra un ataque por mar atraen naturalmente más la
atención que las seguridades contra un ataque por tierra; nada se ha desarrollado ni realizado, hasta el presente,
para prever el largo alcance y la movilidad de las piezas gruesas, según nos ha mostrado la guerra boer. Contra
un ataque por mar, el puerto está hoy evidentemente más protegido del lado O. que del lado E.
(B) El mayor peligro a que puede hallarse expuesta una escuadra fondeada es de parte de una agresión de
torpederos; aparece, pues, como de una importancia vital que se provea lo más pronto posible a garantir el
fondeadero de toda flota operando en las inmediaciones de Gibraltar. Que estuviera o no expuesto durante el
día al fuego de tierra, dicho fondeadero podría siempre ser utilizado durante la noche. Seria posible terminarlo
con más rapidez, con más facilidad y a menos coste que si se tratara de un fondeadero al E. del Peñón.
Ello se debe principalmente a las condiciones locales. Los vientos de Levante y la vasta extensión de mar
dificultan y hacen muy costosas las obras del lado E.; mientras que la existencia de la ciudad, de los
establecimientos del Gobierno y del puerto viejo situado al O. facilitan materialmente el ensanche del puerto por
este lado.
Considerando el problema que de al mismo se presenta, la elección del lado O. parece muy razonable; y lo
misino en tiempo de paz que en tiempo de guerra (suponiendo que no haya ataque terrestre) el valor de este
puerto es incontestable. En cualquier circunstancia, se ofrece ahí una base naval al abrigo de los torpederos.

1890s - GWashington Wilson - Noth front
Fotografía de la Página web de Neville Chipulina http://www.chipulina.com)
Sin embargo, los cambios recientes en punto al alcance, potencia y movilidad de los cañones susceptibles de ser
transportados sobre carros, la menor dificultad en emplazarlos, debido al empleo de la pólvora sin humo, y la
probable necesidad de mejorar los arreglos futuros, al mismo tiempo que la imposibilidad de ensanchar
demasiado el puerto occidental (el cual aún hoy es insuficiente para albergar juntas las escuadras del
Mediterráneo y del Canal), exigen, imperiosamente la adición de un puerto, de un dique, de talleres y de
facilidades de carbonaje en el lado oriental. Esto, en época de guerra, seria inestimable.
Al llegar a esta conclusión, hemos pensado y calculado atentamente la relativa seguridad de ambas partes del
Peñón contra el fuego terrestre de artillería, directo o indirecto; y si bien es verdad que la inmunidad absoluta
contra el fuego de artillería de tierra no puede obtenerse en el lado E., no cabe duda que la parte oriental
presenta más seguridad que la parte occidental.
De ahí que haya razones para justificar ampliamente la construcción de un puerto, dique, etc., en el E., aun en el
supuesto de que estas obras irroguen extraordinarios gastos.
Luego de haber tomado en consideración la extensión de los trabajos en curso, recomendamos encarecidamente:
(A) Las obras del lado O., incluso el dragado, deben ser llevadas a cabo en su totalidad, con excepción del dique
número 2 y un terció de los talleres adyacentes y de los almacenes.
(B) El espacio destinado al dique número 2 debe ser transformado provisionalmente en una dársena para las
pequeñas embarcaciones; habrá medio de realizar la economía siguiente:
En el dique numero 2 …………. 250.000 libras
En los talleres …………………. 50.000 libras
Total …………………………… 300.000 libras
(C) Un dique debe ser tallado en la parte oriental del Peñón, eligiendo la posición de manera que sea protegida
del fuego directo y en una buena extensión, si no del todo, de los disparos por elevación.
.
Este dique conviene que tenga 700 pies de largo sobre el mismo nivel (adaptándolo para recibir el mayor de los
transportes). Estará dispuesto de forma que pueda prolongarse cuando se desee. Su altura encima del nivel del
agua a marea baja no será inferior a 38 pies. Podrá albergar el buque de combate de más porte y calado que
necesite refugiarse allí después de haber sido averiado en una acción.

(D) Los talleres, almacene», etc., se hallaran junto al dique, en cámaras talladas en el Peñón, al lado del túnel
que comunicará el dique del 0. con el dique del E.; estarán absolutamente, al abrigo del fuego de artillería.; el
túnel lo mismo que las cámaras, tendrán el alumbrado eléctrico.
(E) Tres muelles serán construidos en el lado oriental, en posición escogida, formando un puerto cerrado de
unos cuatrocientos acres.
Los dos muelles de la orilla medirán cada uno 35 pies de ancho por 2.300 píes de longitud, mientras que el
muelle de afuera osea escollera, destinada a resistir fuertes oleadas producidas por los temporales de Levante,
tendrá 50 pies de ancho por 6.600 pies de longitud.
En este puerto habrá dos entradas, una en la parte N., otra en la parte S., cada una de 700 pies de anchura.
(F) Estará siempre pronto, el material para el dragado del interior del proyectado puerto.
(G) Todo se hallara dispuesto para que los buques, si así lo recibieren las circunstancias en tiempo de guerra,
puedan hacer carbón en el puerto oriental; especialmente en el caso de que el Peñón sufra un bombardeo, de
suerte que los buques puedan dar la vuelta al Peñón y cargar combustibles o completar sus víveres y municiones
durante la noche, con toda inmunidad de parte del fuego de artillería condición que es imposible obtener en el
lado oriental.
Le envío adjuntas las respuestas al interrogatorio que S. E. se ha dignado someternos, excepto en lo que se
refiere a la evaluación del coste adicional que las nuevas obras implican y al tiempo que será necesario para
acabar los trabajos proyectados en el lado oriental: antes de contestar a estos últimos puntos hemos de
prepararnos detenidamente, y mister Matthews se encargará de ello en Londres, en donde nos reuniremos más
tarde para tratar éste y otros asuntos surgidos en el curso de nuestras investigaciones.
1870s - G. Washington Wilson - Governor's Cottage
Fotografía de la Página web de Neville Chipulina http://www.chipulina.com)
En ellos va incluida la proposición de Mr. Gibson Bówles a fin de que se provea desde luego a la construcción
de un dique flotante, el cual será colocado junto al muelle del lado occidental.
Hemos examinado la cuestión de ciertos, cambios que se imponen en la defensa militar de Gibraltar como
resultado de nuestras recomendaciones, sin perjuicio de las consultas que se juzguen convenientes con las
personas autorizadas de la metrópoli.
Tengo el honor, etc, etc.

(Firmado.)
Harry H- Rawsow,
Vicealmirante
Han contribuido al anterior informe:
(Firmado)
W. Nicholson., W. Matthews., T. Gibson Bowles, al muy honorable conde de Selborne, Almirantazgo.
ANEXO NUM 1.
Preguntas y respuestas.
(1) Dadas las, condiciones del moderno fuego de artillería ¿la parte E. de Gibraltar esta mas al abrigo del
fuego de tierra, de artillería, directo o indirecto?
Si. El lado E, se halla mucho mas seguro que el lado O. contra el fuego directo o de puntería visible, y
contra el fuego indirecto o por elevación
Si la respuesta es afirmativa.
(2) La necesidad de aumentar esta seguridad, ¿justifica suficientemente la construcción de un puerto, de
diques y de talleres en la parte oriental?
Si. La seguridad adicional del lado E. contra el fuego de artillería, justifica suficientemente la
construcción de un muelle y de un dique de talla en aquel lado, como asimismo justifica la
construcción de talleres para abrigos mas vastos, aunque estas obras acarreen los más extraordinarios
dispendio.
(3) (A) ¿Puede construirse en la parte oriental un puerto en el cual los buques fondeen y hagan carbón en
completa seguridad contra el fuego de tierra de artillería?
En seguridad absoluta, no. Pero el puerto se hallaría expuesto a un fuego relativamente pequeño, pues
el arco de éste seria una decimacuarta parte menor que aquel al cual se hallaría expuesto el lado O.;
además, lo indirecto del tiro haría que la puntería, fuera muy dudosa.
(B) ¿Pueden establecerse en el lado E. diques en seguridad, contra, el fuego de artillería de tierra?
Un dique de talla puede establecerse en el E., prácticamente seguro, pues se hallaría fuera del tiro
directo excepto de la parte del mar y con cierta dificultad al tiro indirecto.
(C) ¿Pueden instalarse talleres, almacenes,. etc, en seguridad contra el fuego de artillería de tierra?
Si. En cámaras a propósito abierta en el Peñón, con seguridad completa contra el fuego de tierra de
artillería.
(4) ¿Merece recomendarse que los trabajos incompletos o proyectados en la parte O sean transferidos a la
parte E.
Si; A saber;
(A) Conviene que el dique núm. 2 sea abandonado, y que un dique más extenso sea construido al E.
(B) Que la construcción de un tercio de los talleres sea abandonada y que al O. sean construidos talleres
equivalentes.
(C) Que los almacenes sean abandonados y que para ellos se agencien Cámaras en el Peñón.
(5) En caso de que esta transferencia sea recomendada, ¿ciertos trabajos adicionales o complementarios
pueden ser ejecutados en el lado E.del Peñón?
Si: a saber.
(A) La construcción de un puerto.
(B) La de un dique.
(C) La de un túnel, poniendo en comunicación el dique O. con el dique E.
(D) Excavación del Peñón a ambos lados del túnel, para la instalación de talleres.
(6) Si se recomienda el traslado de los trabajos o la adición de trabajos complementarios, ¿en cuanto debe
estimarse aproximadamente el coste adicional de estas obras, y que tiempo poco más o menos, se requerirá para
su terminación?
Por lo que toca a estas cuestiones, los miembros de la Comisión no se hallan en estado de pronunciarse
definitivamente, y proponen que se aplace su contestación a su regreso a Londres, cuando Mr. Mathews haya
preparado la evaluación Aproximada de costo y de tiempo.

1890s G Washington Wilson Gibraltar desde Santa Barbara
Fotografía de la Página web de Neville Chipulina http://www.chipulina.com)
INFORME NÚM. 2
EI vicealmirante sir Herry Rawsow,
K. C. B., al conde de Selborne.
(Privado y confidencial.)
Almirantazgo mayo 16, 1901
Milord:
De acuerdo con la proposición contenida en el último párrafo de mi carta y 30 de marzo último, dirigida privada
y confidencialmente a su señoría, relativamente a los trabajos en construcción en Gibraltar, he invitado al mayor
General sir William Nicholson. K.C. B., y a los señores William Matthews, C. M.G. y Thomas Gibson Bowles,
miembro del Parlamento lo propio que al Sr. William R Rowe, tesorero naval, actuando como secretario, a que
se reúnan conmigo en el Almirantazgo y consideren;
(A) El costo adicional representado por los trabajos que se ha recomendado que se efectúen en la parte E. de
Gibraltar y el tiempo probable que se invertirá en ellos.
(B) La proposicion de Mr. Gibson Bowles de que se proceda desde luego ala colocacion de un dique flotamte
junto al muelle de la parte occdental, en donde permanecera duramte la construccion de las obras propiuestas
para el lado E. Y si se juzgase luego oportuno el trasñado del susidicho dique al lado E. Del Peñon.
Hemos terminado nuestras investigaciones y nuestros debates y tenemos el honor de someter este informe
definitivo, al cual Sir William Nicholson y Sir Mattews han plenamente colaborado. Mister Gibson Bowles, sin
embargo, me comunica que no se adhiere a este informe y que en consecuencia, declina toda discusión, así
como toda ulterior participación en nuestras tareas; pero que dirige por separado a su señoría una carta en la cual
expone las conclusiones a que el ha llegado respecto al particular.
Mr. Matthews ha elaborado el presupuesto aproximado del puerto y del dique que hemos propuesto en la parte
oriental del Peñón. He aquí el resumen de sus cálculos:
Libras.
Muelle Norte.................... 480.000
Muelle Sur...................... 555.000
Muelle Este....................2.960.000
Dique, con el dragado del canal. 825.000
Total ………………….4.820.000

1890s G Washington Wilson View from New Mole
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Estos trabajos habrían de concluirse en el término de diez años.
No se ha considerado necesario evaluar el coste del túnel, talleres, almacenes, deposito de carbón, etc., que se
requieran en la parte oriental, pues tales gastos serán mejor calculados en los departamentos del Almirantazgo
poco mas o menos ascenderán a unas 500.000 libras.
En atención al largo periodo que transcurrirá antes de que el dique de piedra de la parte oriental esté listo y
habilitada la cuestión de la instalación inmediata del dique flotadme de Gibraltar ha sido atentamente
examinada.
Aunque el dique flotante reunirá, indudablemente muchas ventajas, entre otras la rapidez de su construcción,
etc. y como sucedió en Bermuda, la adaptación a las excepcionales condiciones locales, no cabe duda que será
inferior al dique de piedra para la reparación de los acorazados de combate y los grandes cruceros.
Si se toman en cuenta las necesidades de las escuadras del Mediterráneo y del Canal, nuestra opinión es que
Gibraltar debiera ser dotada de tres diques en el término de algunos años. Hemos expuesto las razones que nos
hacen preferir el dique flotante. Conviene, sin embargo, que se construya cuanto antes el dique de piedra
número 2 en la parte occidental, en combinación con los diques números 1 y 3 según está sancionado.
La construcción de tres diques en la parte oriental no atenúa la necesidad de un puerto y de un dique en el lado
oriental.
Con referencia a nuestra indicación del informe provisional acerca de la excavación de cámaras en el Peñón, a
entrambos lados del túnel, y construcción de los almacenes de la parte occidental, entendemos que se ahorran
sólo 65.000 libras esterlinas aproximadamente sobre el total de las 130.000 libras esterlinas presupuesta.
A pesar de las evidentes ventajas que ofrece el conservar, como se conservan hoy, las "provisiones en
almacenes, sobre el sistema de almacenarlas en el espacio limitado de cámaras abiertas en el Peñón, parece
deseable que se construyan aun nuevos almacenes en el lado O., a fin de usarlos en tiempo de paz, cuyas
provisiones serán trasladadas, en caso de guerra, a las excavaciones del Peñón.

La reserva de provisiones para el tiempo de guerra será depositada en estas en cámaras y las materias
inflamables se encerrarán separadamente en cámaras especiales excavadas la faz oriental del Peñón, fuera del
túnel.
Estimamos que la proposición de un puerto y de un dique en el lado oriental del Peñón reviste grande
importancia en la eventualidad de una guerra.
Tengo el honor, etc..
Firmado
H. H. Rawson
Han colaborado al precedente informe,
Firm. W: G. Nicholson. M.G.
Al muy honorable conde de Selborne.
ANEXO NUM. 2.
Puerto y dique en la parte oriental del Peñón. Evaluación aproximada preliminar.
Sumario.
Libras.
Muelle del Norte............... 480.000
Muelle del Sur................... 555.000
Muelle destacado. o del Este.. 2.960.000
Dique con el dragado del canal. 825.000
Total............. 4.820.000
El cálculo precedente no se aplica a la perforación de un túnel a través del Peñón para comunicar el lado Oeste
con el lado Este, ni a la excavación de cámaras, con destino a almacenes, junto al referido túnel, ni a los talleres
que se ha encarecido se construyan el dique del Oeste, como complemento a los que esta hoy en vías de
construcción.
Dicho presupuesto debe considerarse únicamente como aproximado y sujeto a revisión cuando lo estudie y
complete el cuerpo de ingenieros, incluyendo las excavaciones, sondeos y otros datos que se requieran
pesteriormente, antes de entablar los contratos de construcción.
Hay asimismo que tener presente — aunque esto no guarda relación con los movimientos de arena o de
guijarros mezclados con arena— que de Norte a Sur, a lo targo de la faz oriental del Peñón, en vista de la
enorme cantidad de aquel material que se acumula al Norte del Peñón, es oportuno que se observen las
corrientes con arreglo a un sistema metódico. Conviene también que se noten los ángulos en la margen oriental
del Peñón, en ocasión del Levante.—
Firmado W. MATTHEWS.

El Problema de Gibraltar
Folleto publicado en la Revista Mensual
Nuestro Tiempo
En Marzo de 1901
Th. Gibson Bowles, Miembro del Parlamento inglés