I N V I E R N O

De repente, aparecen cestas de pan en la cabeza, colores estridentes,
horribles maquillajes, tacones de diferentes alturas.
Hasta tal punto que Chanel, una firma elegante donde
las haya, diseñó un bolso en forma de bolsa de agua caliente.
Y es que, al fin y al cabo, ésto es la moda, provocación.
Si no provoca, aburre. Hay que huir de la indiferencia. Lo
que realmente choca y sorprende es el mal gusto y es ésta la
forma de llamar la atención del público. De alguna forma
u otra, se habla de moda, ya sea para bien o para mal, se
habla, que es lo que interesa.
“La moda es
provocación,
si no provoca,
aburre”
Y así, sin avisar, el buen gusto se reinventa, y con él aparece
lo minimalista. El minimalismo es el rechazo a la decoración
para resaltar los detalles. Los detalles se convierten
en el centro de todo. A partir de 1998, todo se vuelve
más simple, cortes sencillos, dobladillos rematados, nada
de maquillaje ni peinados, nada de fantasía, nada de tacones,
nada de color, los vaqueros no se tratan… Si algo
se recuerda de aquella época fueron los desfiles de Martin
Margiela para la firma Hermés, la simpleza de las prendas,
confecciones con tejidos maravillosos. Los tejidos se convierten
en lo más importante.
Pero la moda va más allá y echa un vistazo a la calle. Se supone
que debe ser la calle la que tiene que seguir a la moda,
pero durante los 90 es la moda la que sigue a la calle. Se
llevan a cabo desfiles en plena calle y los modelos se comportan
como si estuvieran paseando, no desfilando, siendo
éste un modo, también, de ser más cercanos.
Un claro ejemplo fue el desfile que realizó Jean Paul Gaultier
con gente de la calle, personas tatuadas y con piercing,
en el que participó Naomi Campbell. Al igual que en otros
desfiles, se llegó a utilizar decorados pintados por grafiteros.
En las pasarelas se podía observar ropa deportiva, calcetines
con zapatos de tacón, mezclas de diversos estilos… en
definitiva, moda cómoda. Fue entonces cuando aparecieron
ZARA, GAP, H&M. Grandes diseñadores como Valentino
querían ver sus prendas en la calle.
Después de tanta comodidad y estilismos de andar por
casa, nace la moda Bling. Cuando la crisis económica comienza
a causar estragos y la burbuja inmobiliaria está a
punto de estallar, la moda se desmarca y comienza a buscar
su particular sueño dorado. Exageración, lujo, vestidos
que cuestan el salario mínimo multiplicado por mil, eso es
el Bling. La moda sigue siendo una industria de fantasía.
Con Versace todo luce de oro, brillantes y plata. El Bling
fue, literalmente, una maquina de hacer dinero.
Christian Lacroix consigue que le tiren flores al final de sus
desfiles. Los periodistas se vuelven locos intentado describir
la belleza de sus estilismos. Al final de la década, la alta
costura resurge.
Y con todo ésto solo quiero decir, que si en una sola década
la moda es capaz de adaptarse a tantísimos estilos,
qué no hará a lo largo de la historia. Las modas vuelven, se
reinventan, se adaptan… Pero sobre todo, no causa indiferencia,
no deja de sorprendernos. Por eso la moda, es una
forma de vida.
Diciembre 2014 / SinMagazine 29