Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
da “Pollentia” decorados con “discos” de vidrio, para proteger a sus moradores de las<br />
inclemencias d<strong>el</strong> tiempo, vidrios descritos por Lactancio y Jerónimo.<br />
Imaginaos aqu<strong>el</strong>los severos senadores de “Boccoris”, ciudad federada de Roma, <strong>el</strong>igiendo<br />
a Atilio Verno, de la tribu Galeria, como patrono suyo, <strong>el</strong>evando en brindis sus<br />
vasos de vidrio, cinc<strong>el</strong>ados por los artistas mallorquines. Lo comenta San Clemente de<br />
Alejandría, que hubiera deseado desterrar esta costumbre de beber en vasos cinc<strong>el</strong>ados,<br />
en beneficio de la moral pública:<br />
“Esta pretenciosa, como inútil vanagloria de los cinc<strong>el</strong>adores de vidrio, derroche de<br />
arte que no tiende más que a empañarlo y a embrutecer a los que acercan a él sus labios,<br />
ha de ser destruida, por nuestras buenas instituciones”.<br />
Testimonios de tan peculiar ilustración romana, son los hallazgos continuados de<br />
los más variados objetos de vidrio, particularmente de uso funerario que, desafiando a los<br />
siglos, han permanecido ocultos en los fríos columbarios de los campos de “Bocca” o<br />
enterrados en la vasta necrópolis de “Pollentia” y “Ça Carrotge”. Ello permite colegir que<br />
allí, en sus alrededores, estarían situados nuestros primitivos hornos vidrieros, para satisfacer<br />
las necesidades de un pueblo de fausto y riqueza.<br />
¿Será posible todavía hallar sus restos? Nos rodea una invencible oscuridad.<br />
Durante las primaveras de los años 1942 a 1945 estuve continuamente en contacto<br />
con <strong>el</strong> equipo investigador que trabajaba con <strong>el</strong> profesor Don Juan Llabrés, con <strong>el</strong><br />
Comisario Don Luis Amorós y con un gran amigo Don José Malbertí Marroig, Conservador<br />
d<strong>el</strong> castillo de B<strong>el</strong>lver, con <strong>el</strong> cual devoramos muchos kilómetros, recorriendo<br />
las zonas de presuntos asentamientos.<br />
Y en los albores d<strong>el</strong> año 1946, me declaraba vencido, escribiendo en un diario de la<br />
época: He buscado un horno vidriero, un horno romano. He recorrido las ruinas de<br />
“Pollentia”, he visto los campos de “La Solada”, “D’en Franse” y de “Santa Ana”, he descansado<br />
en las milenarias gradas d<strong>el</strong> teatro romano, soñando con los bravos reciarios d<strong>el</strong><br />
Imperio, he sondeado <strong>el</strong> lugar en donde estuvo “Boccoris”, he removido <strong>el</strong> humus grasiento<br />
d<strong>el</strong> camino que conduce al “Castillo d<strong>el</strong> Rey”, pero una espesa nube se cierne sobre<br />
<strong>el</strong> su<strong>el</strong>o en donde Roma tuvo alzados sus estandartes; todo esta deshecho por la obra<br />
demoledora de Gundérico, confuso por la carga de los siglos.<br />
Viajero, amante de la historia que recorre aqu<strong>el</strong>los parajes, al descansar en los<br />
seculares muros, que formaron vastos propileos, te preguntarás: ¿Qué ha sido de aqu<strong>el</strong>la<br />
noble ciudad romana? ¿Qué hicisteis, oh germanos! de aqu<strong>el</strong>los cálices, de los bordados<br />
jarrones y ánforas? ¿Dónde ocultasteis aqu<strong>el</strong>los radiantes hornos? Un silencio<br />
pavoroso será toda la respuesta. Sí, la primitiva Cunici de los fenicios, dominada más<br />
tarde por los griegos con <strong>el</strong> nombre de “Pollentia” y señoreada en <strong>el</strong> siglo II por los<br />
romanos... fue saqueada por la espada de Gundérico, al cuartearse los cimientos d<strong>el</strong><br />
Imperio; y aqu<strong>el</strong>los vidrios frágiles, de singular encanto, fueron las primeras víctimas d<strong>el</strong><br />
furor de la horda.<br />
20