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DISCURSO LANZAMIENTO LIBRO LINA ECHEVERRI.pdf - Maloka

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<strong>LANZAMIENTO</strong> CASO ACADÉMICO<br />

MALOKA: INSPIRACIÓN E INNOVACIÓN EMPRESARIAL EN<br />

UNA SOLA PALABRA<br />

Centro Interactivo <strong>Maloka</strong>, septiembre 14 de 2010<br />

Discurso de la autora<br />

<strong>LINA</strong> MARÍA <strong>ECHEVERRI</strong> CAÑAS<br />

Directora de la especialización en Mercadeo Estratégico del Colegio de<br />

Estudios Superiores de Administración, CESA<br />

Muy buenas noches a todos.<br />

Hoy vengo a presentarles el resultado de un hermoso proyecto de<br />

investigación que nació en el año 2008, cuando la Doctora Nohora<br />

Elizabeth Hoyos me invitó a ser partícipe de la construcción de un caso<br />

académico sobre la Corporación <strong>Maloka</strong>. Un caso que ha sido<br />

abordado desde la perspectiva educativa y ahora es tratado desde lo<br />

empresarial.<br />

El inicio de <strong>Maloka</strong> representa un ejemplo singular de cómo una<br />

organización se enfrentó a todos los desafíos. Bien lo mencionaba<br />

Albert Einstein “En el desorden, encuentren la simplicidad; en la<br />

discordia, encuentren la armonía; en medio de las dificultades, se<br />

encuentran las oportunidades”.<br />

Eso fue precisamente lo que sucedió con <strong>Maloka</strong>. Es la demostración<br />

real de cómo las dificultades se convierten en oportunidades,<br />

no solo en sus inicios, sino durante estos 10 años.<br />

Dos estudios de factibilidad que indicaron que el proyecto no era<br />

viable, un grupo de empresarios y líderes resistentes a la idea y un<br />

grupo apologistas que creían firmemente en que existía un nuevo<br />

modelo para la enseñabilidad de las ciencias y la<br />

tecnología en Colombia.


<strong>Maloka</strong> es el resultado de una ecuación: inspiración más<br />

innovación. Quién se imaginaría que en una sola palabra se reúnen<br />

experiencias, vivencias y transformaciones sobre cómo aprender sobre<br />

ciencia y tecnología. Inspiración, porque proviene de un conjunto de<br />

sentimientos y emociones que nacieron en el alma de científicos<br />

colombianos. Innovación, porque exige un acercamiento sistemático,<br />

porque es muy impredecible. Como nos enseña Gary Hammel en su<br />

libro “El Futuro de la Administración”, <strong>Maloka</strong> es descubrir e<br />

inventar.<br />

Escribir sobre un sueño parece simple. Pero cuando el sueño proviene<br />

de un imaginario colectivo, con un alto compromiso hacia la sociedad<br />

colombiana en temas de ciencia y tecnología, es mucho más complejo.<br />

Escuchar la historia sobre la creación de la Corporación <strong>Maloka</strong> en las<br />

voces de sus pioneros y, simultáneamente, sentir la emoción que nos<br />

envuelve de principio a fin, es una experiencia invaluable. <strong>Maloka</strong>, más<br />

allá de un modelo empresarial, representa una nueva forma de<br />

apropiar conocimiento.<br />

Compartir la tradición y alimentar la cultura eran dos valores<br />

primordiales del pueblo indígena huitoto. Ubicados al sur de la<br />

Amazonia colombiana, los huitotos se constituyeron en una cultura que<br />

ha privilegiado la generación de un nuevo conocimiento en su<br />

comunidad. El epicentro de sus encuentros y decisiones es el lugar<br />

denominado “maloca”, escenario en el cual se comparten saberes y<br />

vivencias que se fundamentan en sus experiencias. Un lugar para el<br />

encuentro, crecimiento y enriquecimiento de la comunidad,<br />

que promueve el reconocimiento y el respeto por todos los individuos<br />

como seres humanos integrales. La maloca representa el universo, en la<br />

cual se conjugan los diferentes saberes ancestrales entre sus residentes y<br />

visitantes con la finalidad de interactuar con el mundo. (Ladeira, 2008)<br />

La iniciativa de crear un centro interactivo de ciencia y tecnología en la<br />

ciudad de Bogotá nace del ingenio de un grupo de científicos<br />

vinculados a la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia


(ACAC) en la década de los ochenta. Al escuchar a sus pioneros, era<br />

posible identificar una visión que se enfrentó a un entorno resistente a<br />

un cambio en la enseñabilidad de la ciencia y tecnología. Crear un<br />

espacio que no existía en Colombia, un espacio al que solo habíamos<br />

entrado con nuestra mente y nuestro espíritu es lo que conocemos hoy<br />

como <strong>Maloka</strong>.<br />

En 1993, el gobierno del presidente Gaviria convocó a un grupo de<br />

colombianos reconocidos en diferentes campos del saber, a conformar<br />

una Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo, conocida como la<br />

“misión de los diez sabios”. Llinás que hizo parte del equipo inicia su<br />

informe diciendo “este es un momento mágico para Colombia”. Una de<br />

las principales recomendaciones de la misión fue la propuesta de<br />

invertir en educación dirigida al sector público y privado. Una<br />

educación que fomentara habilidades científicas y<br />

tecnológicas, así como culturales y socioeconómicas.<br />

La directora de <strong>Maloka</strong> menciona que “En Colombia los científicos no<br />

son valorados y no hay mecanismos de alto impacto para compartir el<br />

conocimiento. Hay que abrir también las puertas a la ciudadanía para<br />

que sea partícipe y proactiva de los procesos”. A través de la<br />

Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia, en asocio con<br />

Colciencias, se promulgó la primera ley de ciencia y tecnología,<br />

Ley 29 de febrero de 1990, en la cual se establecieron las<br />

disposiciones para el fomento de la investigación científica y el<br />

desarrollo tecnológico en Colombia.<br />

Lleno de intenciones, el grupo de personas vinculadas a la Asociación<br />

tenían la firme finalidad de conectar a la comunidad científica<br />

con los niños y los jóvenes. Las directivas de ACAC viajaron a<br />

Francia y a Estados Unidos, donde conocieron museos interactivos<br />

como el de La Ciudad de las Ciencias y de la Industria en París y el<br />

Exploratorium en la ciudad de San Francisco.<br />

La inspiración existe y se llama <strong>Maloka</strong>.


En noviembre de 1996, comienza la construcción del Centro<br />

Interactivo en Ciudad Salitre, complejo urbano ubicado al occidente<br />

de Bogotá. La planeación urbanística del complejo estuvo a cargo del<br />

proyecto Ciudad Salitre. Se dividió en dos etapas, la primera la<br />

construcción del Centro Interactivo y Cine Domo. La segunda etapa<br />

contempla la creación del Cerebrarium, salas interactivas adicionales,<br />

laboratorios y los centros de innovación para el aprendizaje y la<br />

creatividad.<br />

Contra todos los pronósticos, el proyecto fue financiado con recursos<br />

procedentes de donaciones de dinero, exhibiciones y el<br />

patrocinio de actividades específicas dentro del Centro Interactivo. Los<br />

aportes provenían de los gobiernos nacional y distrital, y del sector<br />

privado. El Centro Interactivo fue inaugurado el 4 de diciembre de<br />

1998.<br />

En uno de los informes de la organización se responden una importante<br />

pregunta “¿Para qué hicimos a <strong>Maloka</strong>? Para que todos los<br />

colombianos podamos entender qué es el conocimiento, de una<br />

manera agradable y sencilla, a través del estimulo de los sentidos”. Esta<br />

nueva lección nos lleva a entender el planteamiento de la mexicana<br />

Laura Esquivel cuando señala “no hay ser humano que pueda vivir un<br />

solo día sin experimentar alguna emoción”.<br />

<strong>Maloka</strong> es sinómino de emociones, de inspiraciones, de<br />

descubrimientos.<br />

El reto de la fase inicial de <strong>Maloka</strong> fue romper las siguientes creencias:<br />

“La educación es solo para niños y jóvenes, y además en un aula”, “La<br />

ciencia y la tecnología son aburridas”, “Ya todo está inventado”, “No<br />

va a ser autosostenible”, “Debemos traer expertos internacionales”,<br />

“Imposible hacer alianzas estratégicas entre el sector público y el<br />

privado”.


Se crearon entonces tres escenarios: <strong>Maloka</strong> Centro Interactivo,<br />

<strong>Maloka</strong> Sin Fronteras y <strong>Maloka</strong> Virtual. Cada escenario tiene el<br />

mismo propósito: ofrecer al visitante múltiples experiencias significativas<br />

que estimulen el aprendizaje y la permanente innovación. Su enfoque<br />

es humanístico, porque se orienta al ser humano en constante evolución<br />

con el universo en armonía con su entorno. Siempre estás<br />

evolucionando, siempre estás creciendo, eso es <strong>Maloka</strong>. Llinás plantea<br />

que los museos de tipo exploratorio que tienen la idea de prohibido<br />

no tocar, son quizás el mejor sistema para sensibilizar a la gente.<br />

Siguiendo a la poeta americana Emily Dickenson quien dijo<br />

“maravillarse no significa conocimiento, tampoco es ignorancia, es algo<br />

que está suspendido entre lo que creemos que puede ser y lo que ya<br />

hemos olvidado”. Esa es la sensación que me generó durante año y<br />

medio mi acercamiento como investigadora a <strong>Maloka</strong>. Conocer a<br />

<strong>Maloka</strong> es “maravillarse”.<br />

Set Godin plantea que “Hay que crear vacas púrpuras. Es decir, bienes<br />

y servicios extraordinarios que demuestren que la innovación divierte”.<br />

<strong>Maloka</strong> nos ha llenado de vacas púrpuras a miles de colombianos. El<br />

reto futuro es iniciar la construcción de 23.000 m 2 adicionales, con seis<br />

nuevas salas interactivas y un proyecto especial que es el<br />

Cerebrarium.<br />

Cierro mi presentación, con un profundo agradecimiento a los pioneros<br />

de este hermoso sueño hecho realidad: especialmente a la doctora<br />

Nohora Elízabeth Hoyos por abrirme el corazón de <strong>Maloka</strong>, al doctor<br />

Eduardo Posada por abrir su mente y permitirme acceder a sus<br />

recuerdos, al grupo ejecutivo por abrir su espíritu y dejarme ingresar a<br />

lo más profundo de la organización, al doctor José Manuel Restrepo<br />

por confiarme la tarea de escribir este caso académico como<br />

herramienta invaluable en el escenario docente e investigativo, a Jaime<br />

Bonilla y Marcela Andrade por compartir conmigo esta travesía.<br />

Muchas gracias.

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