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- HERENCIA - Son raros los símbolos que viajan a través de los siglos sin perder su brillo, a los que las reacciones son unánimes de una cultura a otra. La rosa es uno de ellos, siempre fascinante y evocadora del deseo. Desde el antiguo Egipto, donde es una flor sagrada ligada al culto de Isis, la diosa protectora, hasta la mitología griega y romana que la identificaron como sus diosas del amor, llamadas ya sea Afrodita o Venus, siempre ha estado vinculada con las figuras más femeninas. Aunque la primera rosa apareció hace 35 millones de años, de acuerdo con ciertos expertos su cultivo se remonta aproximadamente a 5.000 años en la China, y su comercio se inició en tiempos de los romanos. En el crepúsculo del Imperio Romano, vastos jardines de rosas crecían al sur de Europa y hasta tan lejos como el actual Irán. Fue en el Oriente Medio donde crecieron las rosas más apreciadas, y se vendían como un bien precioso en todo el mundo. Ellas eran usadas y despojadas de sus pétalos durante ceremonias importantes, así como también en medicinas, preparaciones cosméticas y fragancias. Pero fue en la Europa medieval que la rosa, hasta entonces un símbolo indiscutido del amor y la belleza, pasó a ser interpretada en formas más En los inicios de <strong>Lancôme</strong>, sus tres emblemas fueron el ángel para el maquillaje, la flor de loto para el cuidado de la piel y la rosa para la fragancia. Fue en 1964 que esta última pasó a ser el símbolo único de la marca. sutiles. Aunque conservó su imagen de esplendor y pasión, pasó también a ser un símbolo de la belleza efímera en el soneto más famoso del gran poeta francés del Renacimiento, Pierre de Ronsard: “Oda a Casandra”. Bajo la pluma de fondo de la guerra civil, donde en el siglo XV la rosa blanca de los York se enfrentó a la rosa roja de sus primos Lancaster. Utilizada así para expresar diversas emociones, emergió una simbología de sus colores: rojo para el amor, blanco para la pureza, rosado para la gratitud, amarillo para la amistad y naranja para el deseo. En el siglo XIX, la belleza de la rosa es un tema preferido de numerosos artistas. El pintor francés Henri Fantan Latour es famoso por haber captado su embrujador encanto en sus pinturas de naturalezas muertas. Se destaca la colección de acuarelas “Les Roses” publicada en 1824 por el botánico e ilustrador Pierre-Joseph Rédouté, que es hasta este día una referencia en términos de ilustración floral. Fue de él, en 1935, que Armand Petitjean tomó la rosa, que se inclina sobre su tallo encorvado, la que llegaría a ser el símbolo de la - 11 -