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Surge otro expedientede fraude por tierras. Son ... - Reporte Indigo

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sociedadDos días y medio para hacer una denuncia, pensémientras miraba la pantalla en blanco de mi computadora.La misma que originó esta historia.El lunes 16 <strong>por</strong> la mañana, cuando encontré enmi casa un maloliente y sucio par de tenis, creí quemi computadora jamás volvería a mis manos.La puerta de la cocina había sido forzada un día antes <strong>por</strong> unladrón que tomó un cuchillo de mi alacena y seguramente caminódescalzo <strong>por</strong> mi casa hasta encontrar en mi cuarto mi MacBook.Esa mañana regresaba de un fin de semana en la Ciudad deMéxico. Cuando hice el hallazgo, salí a la calle sin saber exactamentequé hacer.Busqué a un policía. Cuando encontré uno, me asesoró sobrecómo poner la denuncia en la Policía Ministerial. El oficial tambiénme mostró un informe que reseñaba la captura de Diana GuadalupeNavarro ,de 23 años.Al leer el documento, me llevé una sorpresa. Ahí se indicaba quecuando arrestaron a la mujer, traía una computadora envuelta enla funda de una almohada.En el mismo re<strong>por</strong>te aparecía la marca de mi computadora yhasta mi nombre completo como propietario, lo que significa quela encendieron. La policía hizo su parte. Faltaba ver el resultado detodo el aparato de justicia.Acudí alrededor de las 8 horas a la delegación sur de la PolicíaMinisterial, localizada en la colonia Independencia.Pregunté <strong>por</strong> el caso de la mujer que habían aprehendido, quienera la supuesta ladrona.Tal como sospeché, <strong>por</strong> el tamaño de los tenis que encontré enmi casa, había un hombre involucrado. Aparentemente era la parejasentimental de la mujer arrestada, pero él seguía en las calles.A pesar de esto, y sin conocer el caso, la mujer que me dio informesllamó a la detenida, quien me observó largo rato desde lacelda.El policía que me atendió preguntó: “¿es familiar de la detenida?”.Yo lo negué. Expliqué mi situación y fui enviado a la Oficina deRobos de la misma instancia en Ruiz Cortines.Ya eran las 9 horas. Y el tiempo pasaba lentamente mientrasesperaba la llegada de la papelería y la detenida. Sin ellos en elMinisterio Público, no podría interponer mi denuncia.Dieron las 12 horas en el MP. No recuerdo cuántas veces melevanté a preguntar sobre mi caso.Los rostros de fastidio inundaban la sala de espera, donde laresignación llevaba a los presentes a entablar conversaciones.

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