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revista-7-salto-al-reverso4

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S<strong>al</strong>toYO IMAGINABA QUE LA TOCABAReyn<strong>al</strong>do R. Alegríareyn<strong>al</strong>do<strong>al</strong>egria.wordpress.comA los 15 años, cuando te gusta una chicano te la imaginas desnuda. Yo imaginabaque la tocaba, solamente imaginaba quela tocaba; más bien imaginaba que letocaba el pelo, que le acomodaba sobrela oreja los cabellos que regresabandesafiantes y voluntariosos a cubrir surostro y que me impedían apreciarla ydisfrutarla.roja) era golpeada, la magia de laingeniería mecánica depositaba sobreel papel una letra.Yo me sentaba a su lado.En el segundo año en el colegiome matriculé en un curso electivode mecanografía. Solo éramos dosvarones y, aunque la clase no era demi particular interés, yo quería estarjunto a ella. El aula estaba inst<strong>al</strong>adaen un mágico edificio enclavado frente<strong>al</strong> mar. Ubicadas sobre cada una delas cinco breves mesas de madera quese organizaban en línea y a su vez encinco filas, estaba una de las veinticincomáquinas de escribir Olympia.La Olympia era una máquina maravillosa.La recuerdo bien. Cada tecla teníamarcada una letra que, <strong>al</strong> oprimirse amanera de p<strong>al</strong>anca activaba una barrade met<strong>al</strong> que en su extremo tenía el tipoen relieve.04Cada vez que la cinta de telaentintada (mitad negra y mitad¡Me encantaba usar mi máquina!Mimáquina estaba gastada, ajada, la tecla


S<strong>al</strong>to“s” se atoraba con la tecla “d” y meimpedía escribir más rápido.Como me la pasaba todo el tiempohablando con ella y contándole historias,me desentendí del curso y aprendía usar solamente siete dedos de lasque acomodara cada uno de los ochodedos mandatorios sobre las teclas“a”, “s”, “d”, “f”, “j”, “k”, “l” y “;”, siempreexcusaba mis dedos pequeños de tocarel teclado.En décimo grado ella se fue de la escuela.Aunque poco tiempo pasaría para quela máquina de escribir mecánica fuerasustituida por la eléctrica y por losprocesadores de p<strong>al</strong>abras, yo nuncaolvidé la mía, como tampoco la olvidé aella.Tenerla sentada a mi lado me provocabauna emoción tan grande que, desdeentonces, no he vuelto a ver una máquinade escribir sin recordarla. Recuerdomi máquina. Recuerdo perfectamenteel tabulador, la barra espaciadora, elrodillo. Recuerdo el lunar de ella en surostro, sus uñas largas, limpias, pulidas,transparentes, sin esm<strong>al</strong>te. Recuerdosu pelo largo, lacio, oscuro, brillante.Recuerdo las ganas que tenía detocarle el pelo, de descubrirle el rostrotapado. Recuerdo su voz suave, sus ojoshabladores, su disciplina, su uniformeperfectamente planchado. Y recuerdolas ganas que tenía de tocarle el pelo.manos, nunca pude activar el uso de losmeñiques y el pulgar izquierdo. Por másCuando hace unos días nos encontramosen una reunión de ex <strong>al</strong>umnos, mequedé hipnotizado. Habían pasado 35años. Ahora, a los 50, cuando te gustauna chica muchas veces te laimaginas desnuda; de esp<strong>al</strong>dasa ti, con su pelo largo, lacio,05


S<strong>al</strong>toIMPUESTOVerónicaveronicaboletta.wordpress.comMuerdo el det<strong>al</strong>le.Hinco el dienteen la porción sabrosade la s<strong>al</strong> que se me ofrece.Pagaré caroel tributo de mis presiones.Ni tengo límiteni sé ceder.07


S<strong>al</strong>toRoberto Cabr<strong>al</strong>puraessenza.wordpress.comhecho en méxico08


S<strong>al</strong>toSiempre pensé en todo y en nada a la vez.Siempre quise ser insigne sin pecar de absurdoexcluirme de la tempestad y su frenesí,hacían temblar mi voz.El silencio obsesionó mi casta de observadorme llenó de ruido los adentros y de dudas los cimientos,la sed no pausó mi cauce, seguí corriendoaun cuando ya no fuese necesario.Escribí ciento tres cartas y no las envié. Me rehusé de inmediato.Extenue quedó mi voluntad ante sus saberes,miradas inequívocas, anacrónica sumisión.Cánticos y poetas, insonoras eran mis p<strong>al</strong>abras,en tierras donde se cuantifica lo vividoyo no tenía siquiera para pagar mi fianza.Fui un preso en las afueras del mundosin necesidad de abrir mis <strong>al</strong>as.Juntos mantuve mis pies,les enseñé que el suelo era una tramp<strong>al</strong>os aires <strong>al</strong>bergaban en mis sueños la esperanza.AUTISTARodrigo Corr<strong>al</strong>essonetosenfuga.wordpress.comUna cabeza rodó por la colina¿Será la mía? ¿Será la mía?Cayó a los pies de las nuevas crianzas¿el fin de mis días?Dos pasos más hacia la cima¿Dará <strong>al</strong>egría? ¿Dará <strong>al</strong>egría?Llegando a la parte más llena y más vacía¿sobreviviría?09


S<strong>al</strong>toClávese en mi sien la espina, fruto y lastre, p<strong>al</strong>oma blanca,comprendiendo los olvidos: creyente.Madre hay una. Mis manos sanan.Jugar dormido y soñar despierto¿Habrá ironía? ¿Habrá ironía?Ser quien quiero y quien detesto¿me mataría? ¿Quién lo diría?10


S<strong>al</strong>toMADAME LUPINEDonovan Rocesterdonovanrocester.wordpress.comImagen: Blacksmith DragonheartKelgar es un amable y educado jovencanadiense, aunque sus mod<strong>al</strong>es ytemperamento no han sido siempreasí. Antes de sus quince años era unadolescente rebelde y temperament<strong>al</strong>,que se metía en muchos problemas.Constantemente provocaba peleas y<strong>al</strong>tercados, hasta que la directiva delcolegio le ordenó —bajo amenaza deexpulsión— que tomara terapia demanejo de la ira.Pasaron largos meses y la terapiaempezó a dar resultados. Poco a poco elvivaracho y problemático Kelgar se volvióun pacífico y educado joven. El tiemposiguió pasando y la pasividad de Kelgarera casi de monje, llegando incluso a serconsiderado una persona reprimida.Del antiguo Kelgar ya no quedaba rastro,pero a casi nadie parecía preocuparle.Todos, amigos y familiares, preferían milveces <strong>al</strong> Kelgar reprimido que <strong>al</strong> violento.Sin embargo, la ira de Kelgar seguíacreciendo en su interior. Era como unpequeño can y cada enojo reprimidoera un trozo de deliciosa carne que elcachorro devoraba impaciente, paraseguir creciendo.Los años pasaron y Kelgar mantuvoestable su conducta pacífica y reprimida.Con el tiempo llegó a tener unafamilia y vivió muy feliz el resto desus días. Esa es la parte aburrida11


S<strong>al</strong>to12de la historia. No sé si usted tengacuriosidad por saber cómo una personaque reprime tanto, puede llegar a vivirestable tanto tiempo sin explotar. Puesbien, convenientemente yo puedo verlotodo y me muero de ganas por contarlesel secreto mejor guardado de Kelgar: sureceta para una vida pacífica y sin ira.Resulta que el terapeuta que atendió elcaso de Kelgar no era, ni mucho menos, unpsiquiatra convencion<strong>al</strong>. Era, de hecho,un solapado partidario de la terapiapsicódelica. Durante el tratamiento deKelgar, bajo estricto secreto profesion<strong>al</strong>,ambos acordaron el uso de la MDMA—conocida en el mundo de las drogascomo éxtasis— para lograr una mayorapertura emocion<strong>al</strong> en el descarriadojoven. Los efectos de la potente droga,que el mismo terapeuta fabricaba ycomerci<strong>al</strong>izaba a sus pacientes, c<strong>al</strong>aronhondo en la conciencia del muchachoy lograron el cambio requerido en él.Eventu<strong>al</strong>mente la terapia terminó, noasí el consumo de éxtasis por parte deKelgar, quien siguió experimentando conla sustancia de una manera que rayabaen la devoción.Kelgar llegó a estudiar mucho sobre laMDMA, a la cu<strong>al</strong> llamaba “La Madame”,hasta el punto en que se convirtió en unpsiconauta consumado. Kelgar estabaconsciente de que reprimir su ira iba aterminar consumiendo lentamentesu vida y s<strong>al</strong>ud. No sabía cómocan<strong>al</strong>izarla correctamente, hastaque ideó un método adecuadopara s<strong>al</strong>ir de su predicamento.El ahora pacífico joven fraguó para sí unritu<strong>al</strong> que lo s<strong>al</strong>varía de su propia ira, desu monstruo interior.Cada noche de luna llena, Kelgar s<strong>al</strong>e desu casa y se interna en lo más profundodel bosque. Luego, siempre en el mismoclaro, se desnuda completamente y sacade su m<strong>al</strong>eta una pastilla de éxtasis einscribe en ella una marca en formade lobo. Una vez marcada la pastilla,Kelgar la toma con sus dedos índice ypulgar y extiende su brazo, colocandola pastilla de manera t<strong>al</strong> que eclipse suvista de la luna. Luego coloca la pastillaen su boca. Una vez tragada la pastilla,Kelgar lanza un fuerte aullido, uno queha perfeccionado hasta el punto en quelos demás lobos le contestan.Hecho esto, Kelgar entra en un profundofrenesí que lo lleva a actuar netamentecomo un lobo, a correr y a cazar, a buscarmanada y a pelear. Terminado el efectode la MDMA, Kelgar retoma su concienciahumana, saca de su m<strong>al</strong>eta implementosde limpieza, se asea y vuelve a su hogar.Cada vez que Kelgar s<strong>al</strong>e a cumplir suritu<strong>al</strong>, su esposa cree que se va a jugarpóker con sus amigos. Kelgar siempre sesiente liberado luego del ritu<strong>al</strong>, ese es susecreto para can<strong>al</strong>izar la ira.


S<strong>al</strong>toABSTRACCIÓN DE UN RECUERDO PINTADOSilvina Patanosilvinart.wordpress.comY llegará el instante en que no exista.El mundo será <strong>al</strong>go mas <strong>al</strong>lá de mí.La noche teñirá de negro mis pestañas,y colgará anclas en los párpados.Seré solo la abstracción de un recuerdo pintadoen la mente de otros seres,también efímeros ellos.Quiero sentir el dolor de ser;tender mi mano hacia la llama encendida,y así contemplar,<strong>al</strong>iviada,como sufre la piel que respira.13


S<strong>al</strong>toEL PECADO DE MILAGROSReyn<strong>al</strong>do R. Alegríareyn<strong>al</strong>do<strong>al</strong>egria.wordpress.com14Hurgó, una vez más, en el cajón en quesu madre había guardado los recuerdosde su niñez. Entre diplomas escolares,certificados, cintas, envolturas de reg<strong>al</strong>os,tarjetas de cumpleaños y med<strong>al</strong>lasde todo tipo, había una selección decuadernos que usó en diversas etapas desu vida, organizadas, más que por fechas,por tipo de letras: de la f<strong>al</strong>ta de dominio <strong>al</strong>control absoluto del lápiz sobre el papel.En tiempos de dudas y tribulaciones,recurría siempre a ese depósito comoqueriendo encontrar en un solo lugary de una sola vez, una sola respuestaa todas las preguntas. Ahora que latentación la abrasaba con un consumoardiente de ganas sobre aquel hombre,que no era el suyo, trataba de recordarlas lecciones aprendidas. Desbridandolo correcto de lo imprudente.En un sobre tipo manila de color amarillodesgastado, la madre había escrito“Catecismo”. Adentro estaba el cuaderno,el certificado de Primera Comunión, elde Confirmación y el libro. Recordó surutina. Tenía siete años. Cada sábadoa las nueve de la mañana su madre ladejaba en el s<strong>al</strong>ón parroqui<strong>al</strong>. Cada niñotenía una copia del Catecismo Católico dela Editori<strong>al</strong> Herder de Barcelona, edición1968. Era un libro sencillo enrústica, de cartón, sin solapas, conun dibujo color verde sobre cremaen la portada representando a Jesús, sinbarbas ni bigote, con una aureola detrásde su cabeza, sentado con un libro sobresu mano izquierda. En la guarda anterior,t<strong>al</strong> como se le había exigido, ella habíaescrito su nombre precedido por el signode una cruz: †Milagros.La primera anotación en el cuaderno erasobre el pecado. Hay cosas que despuésque pasan nada puede ser igu<strong>al</strong> y asíhabía pasado con aquella lección quesu maestra de Catecismo, la MadreRosaura, les había enseñado. Añosdespués, cuando por primera vez tiró<strong>al</strong> arco y la flecha en un campamentode las Niñas Escuchas, la recordaríaperfectamente. La Madre le explicó a losniños que para los griegos y los hebreosla p<strong>al</strong>abra pecado significaba errar enla meta, no dar en el blanco. Para losgriegos era como el lancero que errabaen el blanco, hamartia, decía la Madre yasí ella lo había escrito en su cuaderno.—Pecas si no cumples con la meta.—No entiendo, Madre.—A ver, hija. Te doy un ejemplo, especado tomar lo que no es de uno. ¿Tegustaría comerte el caramelo que tieneFrancisco sobre su pupitre?


S<strong>al</strong>to—¡Siiiiiiii!—¿Te lo puedes comer sin su permiso?—¡Nooooo!—¿Por qué?—¿Porque es pecado?tímida.—¡Exacto!—preguntó,—Pero aquí viene la parte más importantedel pecado. Escriban en sus cuadernos:«el deseo de comerme el caramelo sinel permiso de Francisco, también especado».Independientemente de que los pecadosfueran graves o veni<strong>al</strong>es, o de que enla categoría de las mentiras su abuelahubiese añadido las convenientesmentiras piadosas, que eran «como lasmanchitas blancas que suelen apareceren las uñas», hay cosas que marcan yesta era una. Aunque lo aceptó siempre,este asunto de que el deseo del pecadotambién fuera pecado, la trastornaba.Particularmente esos días que sequedaba sola y la as<strong>al</strong>taban las ideas másdesconcertantes y perplejas. Le teníaganas a ese hombre. Muchas ganas. Eseera su pecado. Estar con él. Vestirse deropa interior roja para otro.Con su cuaderno del Curso de Catecismode frente, recordó de nuevo aquelejemplo de la Madre Rosaura: «el deseode comerme el caramelo sin el permisode Francisco, también es pecado».De pronto una descarga emocion<strong>al</strong> seapoderó de ella. Una divertida distensiónque estuvo esperando por muchotiempo. Entendió. Era clara la diferencia,el problema no era su deseo sino la f<strong>al</strong>tade permiso de Francisco. Ella tenía elpermiso de aquel hombre. No estabaerrando, estaba dando en el blanco,tomando lo que era de ella.Pecado era querer actuar como losdioses, ella solamente quería ser mujer.15


S<strong>al</strong>toaceitunoelfotonauta.wordpress.comel fin de la lucha16Lentamente cae la noche y empiezan a reinar las tinieblas. Atraviesas fugaces pradosy compartes el campo de bat<strong>al</strong>la con las sombras de tu enemigo sin que él sospechenada, porque sabe que nunca te tiembla el pulso a la hora de tomar decisionesy firmar sentencias. Comienza la lucha. Peleas con v<strong>al</strong>entía hasta la extenuación,utilizando tu espada de madera y tu armadura de crist<strong>al</strong>. Eres consciente de queson superiores en número y están mejor entrenados que tú, pero no cuentan conla energía que le queda a quien se sabe vencido, no saben que resistir es solo elpreludio de lo inevitable y luchar es acercarse sin motivo <strong>al</strong> límite del destino. Poreso vivir, como dijo el poeta, no es más que morir poco a poco. Así, t<strong>al</strong> cu<strong>al</strong>, de lamisma forma en que morimos todos.


S<strong>al</strong>toLOS TRASNOCHADORESEnrique Urbanoenriqueurbano.wordpress.comDe la c<strong>al</strong>le los televisoresdelatan a los sonámbulos,de los avioneslas olas están quietas,y siempre hay un remediodel que está siempre mirando.El trasnochador,c<strong>al</strong>mado fumadordesde el b<strong>al</strong>cón,presume en batay zapatillas animadas,de saber a qué horase encienden y apaganlas deprimidas farolas,de la frecuenciadel camión de la basura,de la coreografíade los semáforos,del tangode los coches aparcando,del cante hondode los borrachos.Pero luego le preguntas<strong>al</strong> muy carajotepor la Luna,y no sabe,que solamentehay una.17


S<strong>al</strong>toPSICOORIGAMIDonovan Rocesterdonovanrocester.wordpress.com18Una tarde, mientras jugaba en la oficinade su madre, Rodrigo hizo un avión depapel. Por aquel entonces era la únicapieza de papiroflexia que podía re<strong>al</strong>izar.Se paró cerca de la ventana del octavopiso donde estaba la oficina y lanzó elavión. Se lo quedó viendo mucho rato.De repente, Rodrigo sintió que planeab<strong>al</strong>entamente y que el viento lo acariciaba.Esa sensación lo acompañó unossegundos hasta que, de repente, se h<strong>al</strong>lóa sí mismo caído en el suelo.Aquella experiencia extraña no serepitió hasta que cumplió veintiúnaños. Se h<strong>al</strong>laba en otro octavo piso,en su puesto de atención <strong>al</strong> cliente enel Servicio de Rentas Internas. Rodrigoestaba aburrido, era uno de los díasmuertos de inicios de enero, donde anadie le importaban sus impuestos.Agarró una hoja de reciclaje e hizo unavión, del mismo modelo que de niño.Lo lanzó con todas sus fuerzas, comoqueriendo huir del lugar aunque sea porun instante. Volvió a sentir que planeab<strong>al</strong>entamente, dibujando espir<strong>al</strong>es de vezen cuando. Esta vez no sólo lo sintió,sino que también lo vio todo de formamuy nítida. Se vio cayendo y volando, sevio dibujando más espir<strong>al</strong>es enel cielo durante unos segundos.Un instante antes de que el aviónde papel tocara el suelo, la visiónde Rodrigo se desvaneció y se h<strong>al</strong>ló a símismo dormido en su escritorio.En la noche, luego de regresar del trabajo,Rodrigo se sintió muy intrigado por lavisión que tuvo en la mañana.Decidió que era tiempo de relajar lamente y el cuerpo, por lo que se preparóun baño de s<strong>al</strong>es en su tina y un porromás bien pequeño. Durante el baño,


S<strong>al</strong>toentre nubes de humo cítrico, recordó quede niño también sintió <strong>al</strong>go parecido <strong>al</strong>lanzar un avión de papel. Pensó y pensó.Viajó y viajó en sus pensamientos y ensu índica embriaguez. Luego de unosveintiún minutos sintió la imperiosanecesidad de hacer un barco de papel,agarró el periódico que acostumbrabatener cerca de la tina e hizo uno. Para élno era nada raro el hacer barcos, hastaadulto lo acompañó el gusto por jugar <strong>al</strong>a guerra nav<strong>al</strong> en sus constantes bañosde tina. Pero esta vez era diferente, estavez hizo un solo barco y se lo quedómirando por mucho tiempo. Pasó unahora, pasaron dos, y Rodrigo seguíamirando fijamente su barco. Miró ymiró, hasta que empezó a sentir que elfrío del agua lo acariciaba. No sólo eso,sino que también sintió que flotaba.Los minutos pasaban y Rodrigo solo sededicó a disfrutar la extraña experiencia.Pasaron otros minutos más y adquirióel sentido de la vista. Esta vez, en lugarde ver que caía desde el cielo, se vio así mismo desmayado en la tina. Al verseen ese estado, se dio cuenta de que, enre<strong>al</strong>idad, no eran visiones las que estabaexperimentando, sino que, de <strong>al</strong>gunamanera, su mente se transfirió <strong>al</strong> barcode papel. Sintió pánico <strong>al</strong> principio, perolo tranquilizó el hecho de ver que sucuerpo no corría ningún peligro.Pasaron los minutos y Rodrigo logróvolver a su cuerpo. No se lo creía, asíque decidió s<strong>al</strong>ir de la tina, secarse yencerrarse en su cuarto a pensar. Ya ensu habitación, Rodrigo hizo un pequeñoelefante con un billete de un dólar y locolocó frente <strong>al</strong> espejo de su aparador.Se acostó un rato en su cama y cerró losojos, se concentró mucho en el elefantede origami. Pasó horas tratando detransferir su mente <strong>al</strong> elefante, hasta que,tras mucho esfuerzo, lo logró. Esa nocheno durmió, y f<strong>al</strong>tó la mañana siguiente <strong>al</strong>trabajo. Fue así como Rodrigo se pasó tresdías entrenando duro hasta que dominópor completo su recién adquirido poderde transferencia ment<strong>al</strong>.Con los años, Rodrigo re<strong>al</strong>izó todaclase de experimentos, estudió19


S<strong>al</strong>toy delimitó los <strong>al</strong>cances de su habilidad.Resulta que solo servía en figuras deorigami hechas por él, en una a la vez.Durante su vida utilizó su poder deformas disparatadas y ocurrentes. Porejemplo, acostumbraba reg<strong>al</strong>ar lirios deorigami a las mujeres que le llegaban agustar, para de esa manera poder verlasen sus habitaciones. A más de una logróver desnuda con ese método. También,en sus vacaciones del trabajo, solía hacerun elefante con un billete de un dólar yse relajaba dejándose llevar por la gentedurante horas. El problema estaba enque, si demoraba mucho, su cuerpodebía pagar los estragos de la inanicióny la deshidratación.Rodrigo vivió feliz muchos años de suvida, sin contarle a nadie sobre su extrañahabilidad. Antes de partir de este mundo,en su lecho de muerte, le reg<strong>al</strong>ó a su hijaun nenúfar delicadamente hecho conpapel de seda. Le pidió de favor que locuidara como una reliquia, junto a suscenizas, y que conversara con él siempreque desee.Después de la muerte de Rodrigo, suhija hizo con el nenúfar t<strong>al</strong> como él pidió.Cada vez que ella conversa con él, sienteun inexplicable apoyo.20


S<strong>al</strong>toLA LUZ ES UN HACHAVerónicaveronicaboletta.wordpress.comLa paradoja socavael lugar de tu ausencia;se convierteen el exacto huecode una tumba.La risa sarcástica—¿mi risa?—blasfem<strong>al</strong>a muerte de la rima.Los augureshuyenimpropios, ajenos.Sin mecenasni met<strong>al</strong>el pronósticopromete lluvias y desiertosen partes igu<strong>al</strong>es.Lo imposibletornándose improbablees esperanza.21


EntreJosep Garcías<strong>al</strong>vela.wordpress.comLOS VERSOS MÁS PROFUNDOS SALEN DEL DOLORent<strong>revista</strong> a luisa lópez gómezLuisa López Gómez es poeta. Lo lleva en lasangre. Escribe, escribe y escribe, segúnconfiesa, para no reventar, para sacar loque lleva dentro. De verso sencillo, casicomo si te hablase, sentido, desde lomás profundo de su <strong>al</strong>ma. La impresiónes que no se queda nada dentro, lo quetiene que decir lo dice, así sin más. Asífue mi conversación con ella, ante ydetrás de la cámara, sencilla, profunda,rica en matices... como si de pequeñospoemas improvisados se tratase. Osinvito a visitar su blog (soledadnoelegida.blogspot.mx), a escuchar sus p<strong>al</strong>abras,y a ver el vídeo del que este extracto esuna pobre muestra.persona muy querida para mí, mi marido,que se fue de mi lado. Me hundí en unabismo y me refugié en la poesía. Paramí fue un bálsamo, una terapia. Poemaa poema iba soltando todo el dolor quetenía dentro, escupía hacia fuera el dolorpara <strong>al</strong>iviar mi pena. Empecé a darme aconocer por las redes soci<strong>al</strong>es, gustaba y<strong>al</strong>gunos escritores me dijeron que podíapublicar. Al fin<strong>al</strong> me decidí y hasta aquí.Mi libro es un resumen de cuatro o cincoaños, casi de estar escribiendo día trasdía, [noche] tras noche.https://www.youtube.com/watch?v=XMe8tmSYrWoPreséntate y presenta el libro.Soy Luisa López Gómez. Mi libro es unpoemario: Soledad no elegida, sentimientosdesconocidos. Va por la cuarta edición,s<strong>al</strong>ió en febrero del año pasado. Meestá dando muchas <strong>al</strong>egrías, pues estoyconociendo a gente maravillosa. Y queme digan, tras leerlo, que les gusta ellibro, es motivo de satisfacción.22Háblanos del libro. ¿Por qué ese libroy por qué ese momento?Nace sin saber que iba a ser unlibro. Nace de la pérdida de una¿Era la primera vez que habías escrito?No. Esta afición me viene desde que eraniña, [a los] ocho o nueve años. Recuerdo


S<strong>al</strong>toque escribía guiones de teatro y veníanlas amigas; y yo era muy mandona yasignaba los papeles y nos divertíamosmuchísimo. Luego, ya de adolescente,empecé a leer a poetas, me gustaba,escribía poesía… pero para mí. Luegote casas… el trabajo, el niño… ya no… seaparcó. Iba haciendo cositas; cuando unaniversario, a mis padres, a mi hermana,a mi marido, siempre soltaba un versito.Y fue el dolor el que me obligó a coger lapluma.No todo el mundo conecta con lapoesía. Es un género difícil.Yo creo que es misterioso. Es la grandesconocida. Tengo un poema quese titula así, La gran desconocida, queforma parte de un nuevo libro que estoyescribiendo, dedicado a la poesía. Estepoema dice: «Y el día que entiendas lapoesía, estarás preparado para entendercu<strong>al</strong>quier cosa». Es una pena que lapoesía no tenga más s<strong>al</strong>ida.¿Poesía para leer o poesía paradeclamar?Creo que hay poesía que leída esmaravillosa, y recitada no tanto yviceversa. Creo que la poesía recitadaes maravillosa. Un poema sencilloque escrito no dice nada, recitado dicemuchísimo. La poesía de reivindicaciónsoci<strong>al</strong>, por ejemplo debe de ser recitada.Yo describiría tu libro como unitinerario poético. ¿Tú cómo lodescribirías?Yo lo describiría como un dolor queEstás en un grupo poético. Háblanosde ello.Yo es que estoy como el Señor, en todoslos sitios. Hicimos un grupo poético, quese llamaba Vínculo Poético Can<strong>al</strong>etas.Éramos cuatro autores, que tienensu sitio en el poemario: Iñaki, Isabely Cristób<strong>al</strong>, que sacó su libro el añopasado. Tenemos contacto, nos vamosviendo, de hecho el 30 de mayo hacemosla presentación del libro de Cristób<strong>al</strong> y elde una poeta de Murcia, María ÁngelesHivernón.quiere s<strong>al</strong>ir, que vuelve a caer; uncorazón roto que se ve obligado23


Entrea existir en esa soledad no elegida.Tiene que estar superando ese duelopor narices, es como una catarsis. Díaa día, luchar por ello. Y aunque caigas,volver a levantarse y decir la vida esmaravillosa, yo tengo que s<strong>al</strong>ir, soymuy joven. Ver el lado bonito de la vida,pasar por sentimientos desconocidos,conocerte mejor... carencias... conocera una persona: la vida me ha reg<strong>al</strong>adouna segunda oportunidad. La vida reg<strong>al</strong>asegundas oportunidades. El tren pasay tú puedes cogerlo o dejarlo pasar, yyo lo he cogido. Y de momento me haayudado. Ha sido una liberación paramí, el libro. Vivo el presente, no quieropensar en el futuro, no <strong>al</strong> menos a largoplazo.que ser... Yo ahora soy feliz y escribootras cosas, y también son hermosas,pero el dolor te hace escribir más y másprofundo.Sobre las dos voces del libro. ¿Esasp<strong>al</strong>abras te las inventas, les pones voz,o es el ser amado el que las pronuncia?Es el ser amado. Él está a mi lado. Losiento así. Incluso de noche, despertarmecon un sueño y verlo re<strong>al</strong>. No es nadainventado. Es todo muy re<strong>al</strong>. El poema¿Cuáles son tus influencias poéticas?Leía mucho a Miguel Hernández, un magode la poesía. Alejandra Pizarnik, sobretodo porque veía mi tristeza. Y AlfonsinaStorni. Me he visto muy reflejada enestas dos poetas que escribían con lanost<strong>al</strong>gia, la melancolía, la tristeza.¿Un poeta tiene que sentir el dolor?Creo que sí. Los versos más profundoss<strong>al</strong>en del dolor, pero no todos tienen24


S<strong>al</strong>toCarta de despedida, es como si el <strong>al</strong>mame lo dictara, no el hombre; fue para mícomo una liberación.Hasta qué punto este amor del librose puede considerar que es como unaenfermedad de amor?Yo no lo considero enfermizo para nada.Ha sido muy re<strong>al</strong>, escrito verso a verso, yno ha sido ni enfermizo ni nada. Ha sidomuy re<strong>al</strong> y como lo sentía, expulsandocon la pluma mi re<strong>al</strong>idad, mi dolor.¿Sois los poetas unos pornógrafos?No. En mi caso hay poemas sensu<strong>al</strong>es.Soy una mujer que tuvo un amor, uncariño y de repente no lo tengo. Comoser humano, viva que estoy, tengoesas carencias, y hay un poema que lodescribe: «Porque aún estoy viva...» [Lorecita. Se me erizan los pelos]. Esta es lamagia de la poesía... llegar.Háblame de la pornografía del <strong>al</strong>ma.Yo en el libro me he desnudado más quequitándome la ropa, te desnudas el <strong>al</strong>may lo muestras. Los poetas escribimosnuestros sentimientos, no hay más.¿Cuál fue la reacción de tu gente <strong>al</strong>desnudarte?No ha cambiado la relación conmigo.Mi familia ha vivido día a día mi dolor;no todo, pues lo he escondido para queno me vieran sufrir. Todas las p<strong>al</strong>abrasdel libro están en el diccionario y todossomos mayores para entender lo quehacen un hombre y una mujer. Yo lo hecontado muy natur<strong>al</strong> y en los tiemposque hay nadie se asusta. Me sientoafortunada de tener el apoyo que tengo.25


EntreAYOTZINAPA: EL ARTE COMO DENUNCIACarla Paola Reyesarteydenuncia.wordpress.com26¿Por qué no utilizar el arte como unaherramienta de denuncia? La respuestaa esta pregunta ha generado unmovimiento artístico y cultur<strong>al</strong> en Méxicoa raíz del caso Ayotzinapa.La desaparición de 43 estudiantes eneste municipio de Igu<strong>al</strong>a, estado deGuerrero, el 26 de septiembre de 2014,ha generado una reacción soci<strong>al</strong> deindignación ante la insuficiente respuestade las autoridades. Existen persistentesinterrogantes sobre el paradero o posiblef<strong>al</strong>lecimiento de los jóvenes, y sobre laparticipación de las fuerzas del poder enlos hechos.La frustración gener<strong>al</strong>izada haencontrado uno de sus cauces eniniciativas enfocadas en el arte y lacultura. Su objetivo es ser un medio deexpresión para el dolor y la indignación,pero también para la propuesta de uncambio.Imagen: Cortesía Fenómeno43La sociedad está cansada de losactos impunes que marcan aMéxico, opina Sol Castañeda.Fenómeno43, el movimiento delque forma partecomo coordinadorade medios, es unode muchos quebuscan generar undiálogo soci<strong>al</strong>.«El arte sensibiliza,lleva a una reflexióny análisis. A travésde la protestaartística se puedelograr que laspersonas se sumena los esfuerzos porbuscar equidad,justicia y reflexión»,afirma.Fenómeno43 esuna g<strong>al</strong>ería de artevisu<strong>al</strong> online y unaplataforma físicaconformada porobras recibidas trasuna convocatoriaabiertaaartistas a nivelinternacion<strong>al</strong>. Unaprimera muestrade los trabajosseleccionados se re<strong>al</strong>izó en la ciudadmexicana de Puebla. Y gracias a larespuesta favorable, se convirtió


S<strong>al</strong>toposteriormente en un festiv<strong>al</strong> completo.La participación de artistas ha sido la clavede otras iniciativas no solo mexicanas,sino internacion<strong>al</strong>es, como es el casode MasterPeace. Estaorganización, conpresencia en 47 países,re<strong>al</strong>izó a través de susede en México unconcurso dirigido afotógrafos, ilustradoresy escritores condeseos de expresarsu opinión sobre delas desaparicionesforzadas y sobreproyectos que persiganla paz.«Esta perspectiva ha logrado consolidarmuchas comunidades de jóvenes que,a partir del impacto de sus propiasiniciativas artísticas, de varios modosrediseñan, reconstruyen y sanan el tejidosoci<strong>al</strong>», afirma Sofie de Wulf, directorade MasterPeace México.El Primer ConcursoMasterPeace Méxicode Fotografía, Cuentoy Caricatura «Los43 Desaparecidos»recibió 122 obras quefueron premiadas conuna exposición, unintercambio cultur<strong>al</strong>en Colombia y laparticipación en unt<strong>al</strong>ler artístico.Este concurso tuvocomo objetivo princip<strong>al</strong>sensibilizar a travésdel arte a la población mexicana, conrespecto a la urgencia de promoverel respeto a los derechos humanos.Otras iniciativas de denuncia apelan a laparticipación de artistas gráficos.Una de ellas es Imágenes envoz <strong>al</strong>ta, un banco de imágenes27


Entregratuitas y libres de derechos quehan sido donadas por diseñadores,ilustradores y artistas mexicanos yextranjeros. La princip<strong>al</strong> temática delas obras es la desaparición de losestudiantes de Ayotzinapa y los actosde corrupción atribuidos <strong>al</strong> gobiernomexicano, en particular <strong>al</strong> presidente,Enrique Peña Nieto.Luis, José Ángel Campos, José ÁngelNavarrete, José Eduardo, José Luis,Jhosivani, Julio César, Leonel, Luis ÁngelAbarca, Luis Ángel Francisco, Magd<strong>al</strong>eno,Marci<strong>al</strong>, Marco Antonio, Martín, Mauricio,Miguel Ángel Hernández, Miguel ÁngelMendoza y Saúl Bruno.28Una de las iniciativas que más repercusiónha tenido en los medios, tantomexicanos como internacion<strong>al</strong>es, es#IlustradoresconAyotzinapa. Su objetivoes humanizar a los desaparecidosmediante ilustraciones de sus rostros,para que esos 43 jóvenes no sean vistosuna cifra sino como personas.En la página de Tumblr de#IlustradoresconAyotzinapa, lanzadapor la ilustradora mexicana V<strong>al</strong>eria G<strong>al</strong>lo,se ha registrado una amplia respuestade sus compañeros artistas a través decientos de retratos.Cada obra está acompañada de un<strong>al</strong>eyenda como: «Yo, V<strong>al</strong>eria G<strong>al</strong>lo, quierosaber dónde está Benjamín AscencioBautista». También son mencionadosAbel, Abelardo, Adán, Alexander,Antonio, Bernardo, Carlos Iván, CarlosLorenzo, César Manuel, Christian Alfonso,Christian Tomas, Cutberto, Dorian,Emiliano, Everardo, Felipe, Giovanni,Israel Cab<strong>al</strong>lero, Israel Jacinto,Jesús Jovany, Jonas, Jorge Álvarez,Jorge Aníb<strong>al</strong>, Jorge Antonio, JorgePero la exigencia soci<strong>al</strong> por el casoAyotzinapa no ha quedado restringida<strong>al</strong> ámbito meramente artístico. Tambiénes notable la iniciativa ciudadana#YaMeCansé Por Eso Propongo, surgidatras la tristemente célebre conferenciade prensa del entonces fisc<strong>al</strong> gener<strong>al</strong>mexicano, encargado de la investigaciónde las desapariciones. Después de


S<strong>al</strong>toser cuestionado intensamente por losmedios de comunicación acerca deldestino de los estudiantes, Jesús MurilloKaram comentó por lo bajo: «Ya mecansé». Esta frase dio lugar a un popularhasthag en Twitter que transformó susentido para expresar la frustración demediante post<strong>al</strong>es con una imagen y unapropuesta para reconstruir el país.«El objetivo consiste en ir más <strong>al</strong>lá delas expresiones en redes soci<strong>al</strong>es, <strong>al</strong>materi<strong>al</strong>izar las propuestas en forma detarjetas post<strong>al</strong>es para que la sociedadcivil y el gobierno las puedan ver einteractuar con ellas», dice Délano.la población ante la f<strong>al</strong>ta de respuestas.La iniciativa #YaMeCansé Por EsoPropongo fue confundada por DanielaAlatorre y Alexandra Délano y estáconformada por jóvenes académicos,cineastas, escritores, actores, activistasy diseñadores. Propone registrar lossentimientos e ideas de la ciudadaníaUna selección de las 8000 post<strong>al</strong>esrecibidas fue impresa y entregadaa distintas agencias del gobiernomexicano. También fueron montadas enexhibiciones en la Ciudad de México yNueva York. Las propuestas contenidasen ellas fueron agrupadas en «DiezBat<strong>al</strong>las Ciudadanas», que engloban lasprincip<strong>al</strong>es exigencias, entre ellas darprioridad a la cultura y las artes.«Creo que siempre ha existido el artesoci<strong>al</strong> y de denuncia en México, pero hacrecido y cada vez está más presente»,afirma Délano. «Ayotzinapa ha marcadoun antes y un después en México. Losmexicanos siguen exigiendo justicia,no sólo por los 43 sino por los milesde muertos y desaparecidos (...). Noestamos satisfechos con las respuestasque ha dado el gobierno».Otro gremio que se ha solidarizado conla denuncia soci<strong>al</strong> a raíz de lo ocurridoen Ayotzinapa es el del periodismo.Periodistas con Ayotzinapa esun proyecto colectivo que buscaaportar información sobre el caso.29


EntreMediante la actu<strong>al</strong>ización de un blogy la publicación de un libro digit<strong>al</strong>, lainiciativa convocada por la periodistaMarcela Turati ha sumado a más de 50periodistas que colaboran con artículos,crónicas, reflexiones, análisis y ensayos,así como con dibujos o ilustraciones consentido periodístico y datos verificables.«Ayotzinapa fue la cobertura más difícilmanipulación y tergiversación de datosy de información sobre lo ocurrido enAyotzinapa.«La denuncia del abuso del poder yla impunidad no es una moda, es unanecesidad permanente para evitar supresencia», dice Edgar Félix, responsabledel desarrollo y edición web de Periodistascon Ayotzinapa. «Estos proyectos son30para muchos de nosotros, nos retaba acada momento», explica Turati. «Ningunanoticia que hubiéramos dado antes de ladesaparición de los 43 estudiantes habíadesanestesiado así a la sociedad».De ahí surgió la idea de agrupar aperiodistas para evitar el olvido, laviables. Pueden funcionar y son unanecesidad, una tendencia glob<strong>al</strong>».Pueden consultar más det<strong>al</strong>les sobreestas iniciativas en el artículo Ayotzinapa:Iniciativas artísticas de denuncia soci<strong>al</strong>en el blog Arte y Denuncia.arteydenuncia.wordpress.com


S<strong>al</strong>toFenómeno43Fenomeno43.comFacebook: Fenómeno 43Twitter: @fenomeno43Imagen: Cortesía #YameCansé, por eso propongo#YaMeCansé, por eso propongoporesopropongo.mxTwitter: @poresopropongoFlickr: PoresopropongoMasterPeace Méxicomasterpeace.fundacionannazarnecki.orgFacebook: MasterpeacemexicoTwitter: @MasterPeaceMexPeriodistas con Ayotzinapaayotzinapa.periodistasdeapie.org.mxTwitter: @conayotzinapaImagen: Cortesía Fenómeno43Imágenes en voz <strong>al</strong>taimagenesenvoz<strong>al</strong>ta.tumblr.comFacebook: Imagenesenvoz<strong>al</strong>ta#IlustradoresconAyotzinapailustradoresconayotzinapa.tumblr.comFotografía: Alejandro Vélez / Periodistas con Ayotzinapa31


Reversoaceitunoelfotonauta.wordpress.comA PESAR DE TODO32


ReversoUMBRALTilza P. Camberoesefulanoportafolio.wordpress.comUna vez más, entro <strong>al</strong> umbr<strong>al</strong> donde tu sombra cortó mi <strong>al</strong>iento.Una vez más, doblo las horas que se transmutan sobre mi tez.Una vez más, me declaro el más iluso ‘arsonista’.Una vez más, mi silueta dibuja el frío de tu revés.Ahora pues, ya no soy más que el fantasma de tu penumbra.Ahora pues, me par<strong>al</strong>izo con tus pupilas sobre mi piel.Ahora pues, tus acertijos son el naufragio de mi cordura.Ahora pues, elijo perderte y redimirme, solo esta vez.Y aun así, he desarmado cien madrugadas en tu nombre.Y aun así, h<strong>al</strong>lé mi rumbo entre los pliegues de tu estrechez.Y aun así, pinté tus pasos sobre una estrella de cinco puntas.Y aun así, rompí mi pecho con el crujido de tu <strong>al</strong>gidez.Solo entonces, sentí tus manos conjurando mil infiernos.Solo entonces, tendí legiones de ángeles a tus pies.Solo entonces, solía soñar con tu veneno sobre mis branquias.Solo entonces, llené tu copa con la catástrofe de un ‘t<strong>al</strong> vez’.Incluso hoy, aun confundo mis intenciones con tu regazo.Incluso hoy, soy un adicto y tu agonía es mi embriaguez.Incluso hoy, cada pulgada de tu presencia es un placebo.Incluso hoy, cruzo este umbr<strong>al</strong>, <strong>al</strong> que juré jamás volver.33


ReversoLAS PALABRAS DICHASrubendariobuitronrubendariobuitron.comLa había dejado esa noche, para siempre. Pero aquel «parasiempre» le dolía. Haberlo dicho no estaba entre las p<strong>al</strong>abrasque preparó para la despedida. A medianoche tomó elteléfono y la llamó una, dos, cinco veces. Ella no respondió.Se levantó, se vistió, fue a buscarla a su casa. Ella no estaba.Llamó a sus amigas, ninguna levantó el teléfono.Llamó a la casa de la madre de ella fingiendo ser <strong>al</strong>guien quenecesitaba hablar de urgencia, pero la madre le contestó queno sabía nada de su hija, que seguramente debía estar en eldepartamento, durmiendo.Volvió a casa desolado. Las p<strong>al</strong>abras «para siempre» legolpeaban las sienes. El corazón. La sangre.A la mañana siguiente despertó con mucho frío. Se habíaquedado dormido con ropa, sin cubrirse con cobijas niedredón, en el sofá donde trató, inútilmente, de escribirleuna carta disculpándose del «para siempre».Cuando abrió los ojos se dio cuenta de que estaba chupándoseun dedo de la mano izquierda, como cuando era un bebé.Supo, entonces, que el «para siempre» le dolería durantetoda la existencia que le quedaba. Que la ternura de ella,imposible de recuperar, sería la mayor orfandad de su vida.34


ReversoCOMO NARCISOVerónicaveronicaboletta.wordpress.comEnfermabas de egolatríaprendadode tu imagenrepetidacomo un eco.Eco entristecía.Atrapadosobre el reflejo,absortoamaste tu aparienciaen el espejo.Narcisoarroja a las aguassu desmesura,su vanidad,su amor enfermode vacuidad.Escapa deshechoel objeto del deseo.Fotografía: Marcos Ferreiro35


ReversoE.J. Castroviejoeduardojcastroviejo.comEN LA ESTELA DEL PLESIOSAURIOAhora me doy cuenta de que aquellos anim<strong>al</strong>es eran monstruos sin sentimientos.Durante toda la presentación de su tesis doctor<strong>al</strong>, en Literatura Francesa, yo meacordaba de su cama en la casa de sus padres, nunca hubo muñecas sobre aquellassábanas sino fríos y despiadados dinosaurios. En el colegio jamás eligió el disfrazde princesa para el día de carnav<strong>al</strong>, ella aparecía convertida en Triceratops con ungorro de cartón imposible con la armadura y los tres cuernos; en Pterodáctilus de<strong>al</strong>as imponentes con el pico y la cresta puntiagudos; en Tirannosaurus rex, su mejordisfraz, con una máscara llena de dientes y unas botas verdes y gigantescas.Al llegar a la adolescencia cubrió cuadernos y carpetas con imágenes de estas bestiasdescomun<strong>al</strong>es y cuando me reencontré con ella a la s<strong>al</strong>ida de mi facultad, cuandoyo empezaba mis estudios de P<strong>al</strong>eontología, me miraba un Kronosaurus desde sucamiseta. Me reconoció en seguida. Se había acercado a recoger a una amiga, ques<strong>al</strong>ía en aquel momento de la clase de P<strong>al</strong>eozoología, y me felicitó por mi elección.Ella fin<strong>al</strong>mente se había decantado por las humanidades y se había matriculado enla licenciatura de Filosofía y Letras. Aunque jamás me había sentido tan confusocon respecto a ella quedamos aquella noche para cenar y seguir charlando y, <strong>al</strong>fin<strong>al</strong>, también hicimos el amor. Llevaba tatuado un pequeño Plesiosaurus en sun<strong>al</strong>ga izquierda. Lo hicimos tres veces, entre la segunda y la tercera me explicó,apasionada, que Verlaine era un dinosaurio y Rimbaud el primer gran mamíferoen los mundos de la poesía moderna. Por la mañana, muy temprano, me despertóde un <strong>s<strong>al</strong>to</strong> sobre el colchón. Parecía tan molesta como impaciente por perdermede vista. Ni siquiera se detuvo un momento para ponerse los c<strong>al</strong>cetines, cubrió sucuerpo desnudo con el pant<strong>al</strong>ón y la camiseta, recogió la ropa interior y el resto desus prendas, desperdigadas por el suelo a los pies de la cama, y se dirigió hacia lapuerta con los bultos bajo el brazo.—¿Qué bicho te ha picado?—A mí ninguno —me dijo.—¿Pues qué te he hecho yo entonces?36—Ya te gustaría.


Reverso—¿Perdón?—Estás perdonado. Un placer este reencuentro con mi Era Mesozoica. Ahora tengoque desaparecer, como los dinosaurios.Sin haberse puesto tampoco los zapatos abrió la puerta del cuarto y se marchó.Pasaron varias semanas sin que me contestara <strong>al</strong> teléfono hasta que fuiverdaderamente consciente de lo que me había ocurrido en re<strong>al</strong>idad. No volvimosa encontrarnos hasta <strong>al</strong>gunos años más tarde, haciendo cola para entrar en unconcierto, cuando me invitó a la presentación de su tesis que le daba vueltas,precisamente, a la figura de Jean Arthur Rimbaud. En las tres horas que duró la charlarecordé los dinosaurios de <strong>al</strong>godón sobre aquella cama de su infancia y también laexcitación con que nos enseñábamos nuestro sexo <strong>al</strong>lí mismo, durante la primerafiesta de cumpleaños que recuerdo en los tiempos del colegio. Nunca habíamostenido otro trato que el carn<strong>al</strong> y solo había ocurrido en tres o cuatro ocasiones, concinco, siete y, la última vez, con dieciocho años de edad. La esperé afuera para darlemi enhorabuena por el título y no pude evitar preguntarle si acaso <strong>al</strong>guna vez yo lahabía ofendido de <strong>al</strong>guna manera.—Claro que no —me dijo.—¿Y por qué te marchaste así de mi habitación?—No lo recuerdo. Nadie está completamente seguro de cómo empezó la glaciación,ni de por qué, mucho antes, se habían extinguido masivamente los dinosaurios.Pero ¿qué importa? ¿A ti te importa? Claro, a ti estas dos últimas cosas sí que teimportan —me dedicó una sonrisa preciosa, era su día y estaba radiante.—¿Sabías que el plesiosaurio no es un dinosaurio?—Claro —volvió a sonreír.—Qué cosas tengo, ¿verdad?—Es norm<strong>al</strong> —dijo—. Nadie se olvida de mi plesiosaurio.De esta forma tan cruel y con dos besos se despidió de mí aquella segundavez. En los tres años siguientes tuve cita con un psiquiatra casi todos los37


Reversojueves a las ocho. Desde entonces no he vuelto a verla, pero me han contado queahora enseña música en un centro escolar privado y que toca maravillosamenteel clarinete. Los hijos de un íntimo amigo mío estudian en aquel colegio, y en lafunción music<strong>al</strong> de fin de curso, el año pasado, interpretaron el tema princip<strong>al</strong> enla banda sonora origin<strong>al</strong> de la película Jurassic Park. Les rogué a ambos padres queinterrumpieran su relato y que jamás volviesen a mencionar a aquella mujer enmi presencia. Casi quince años sin encontrarnos y todavía la veo en cada restofosilizado con que trabajo en el museo. Qué más quisiera yo que poder olvidarmede ella y de su corazón de piedra helado. Ayer me compré una flauta, no tengo lamenor idea de música.38


ReversoDecrépito el ambiente. La miserable estanciaLa carne adolescente. Precocidad macabra;El vicio, su enfermizo placer. Carn<strong>al</strong> deseoen decadencia sacra. Perversión en desdichaFarsante, lastimosa, dolorosa pobrezaenriquecida. Nace loco, áspero y amargoel temblor del m<strong>al</strong> en competencia con la risadel llanto. La p<strong>al</strong>abra... Locura simuladao el desequilibrio de la inadaptada vidadel poeta. «Herencia dolorosa» del destinoTrovador de clisés, en el Riche, sin corbatatomándose el café. Mientras se rompe un crist<strong>al</strong>lo ha roto él, ha sido el placer de sentirse ociosoen desmedida. La vida es «de bellos colores»m<strong>al</strong>heridos. Goces raros de su fantasíaMujeres enanas, gigantes, mugrientas, feasEl m<strong>al</strong> es su sadismo y así lo manifiestaSus haschischs, sus bebidas, sus mujeres impúdicasy en sus opios de versos las p<strong>al</strong>abras heridasde horizontes, de sueños, de turbulentos vértigosSoledad aguda del Amor. ¡Oh! gozo eternoEn su oído están Poe, Wagner, Musset y GoyaEl bien florece. Ya el m<strong>al</strong> se <strong>al</strong>eja en la «sonrisaamarilla» de lo amargo. Mi poeta llorael Amor lo ha engañado. Pero a mí me quedasu P<strong>al</strong>abra en Namur... En la iglesia de Saint Loupen el confesionario donde aún se escuda el m<strong>al</strong>...de sus muchos amores, heridos, fracasadosA CARLOS BAUDELAIREJulie Sopetráneltiempohabitado.wordpress.com39


Reverso40Aquileanaaquileana.wordpress.comOTRO CORTADOTantas cosas vividas. Fugaces momentosque pasaban por su mente en formasucesiva, a veces interrumpidamente, aveces en forma de estrépito, como <strong>al</strong>goque había sucedido en un lugar remoto,y que tenía como protagonistas a dosperfectos desconocidos.Los hechos evocados eran compasesmusic<strong>al</strong>es continuos, de relativa escasaduración, que conjuntamente dabana la pieza cierta coherencia. Solo queno había notas que tuvieran un v<strong>al</strong>orequívoco. Los recuerdos suelen medirseen función de la intensidad de lo vivido.La memoria es selectiva. Aunque uno nosiempre elige lo que quisiera recordar.Eran las cuatro de la tarde de un miércolesvenido a menos, <strong>al</strong>go lánguido.Y ella, en ese bar porteño, entretejíap<strong>al</strong>abras. Mejor dicho, pensaba en quédiría mientras pensaba en las p<strong>al</strong>abras.Su pensamiento era sobre la p<strong>al</strong>abra.Un vaticinio de lo por decir, en ciertaforma un intento necesariamente vanode adelantarse a un diálogo que aún nohabía ocurrido.No era racion<strong>al</strong>idad o decoro lo quela movía. Era quizás la necesidad dedefenderse, de contraatacaraun sin haber sido atacada. Soloporque estaba acostumbradaa ello y sabía que, en una hora, él laencontraría abrumada en esa mesadiminuta en un bar de la c<strong>al</strong>le Corrientes.Ahí parapetada, con cara absorta mirandoa contr<strong>al</strong>uz los fantasmas desconocidos,aquellos transeúntes urbanos queapenas veía en forma difusa.Habían sido muchas las veces que susojos se habían fijado en la mirada de él,quizás como una señ<strong>al</strong> de amor, perotambién de desconsuelo.Eran tantas las cosas que se habríandicho si no hubieran llegado <strong>al</strong> punto enque el silencio agotara todas las p<strong>al</strong>abras,todos los susurros. Seguirían juntos pormera costumbre, para conjurar el hábitode la soledad. Para eso estaban los ojosdel otro.Podían perderse horas en una <strong>al</strong>tivamirada de soledad compartida. Ojo porojo.No era precisamente la igu<strong>al</strong>dad lo quecaracterizaba ese vínculo.Era más bien una asumida relaciónequidistantemente asimétrica.Él lo supo antes de volverseevidentemente predominante. Paraentonces, ella ya se había enamorado.De sus ojos, <strong>al</strong> principio; de él como un


Reversotodo luego.«Me acuerdo…. Fue tan poco... Y tanto...El día que me llamó para pedirme quevolviera con él, que me esperaba ensu departamento de la c<strong>al</strong>le Viamonte.Apenas lo escuché me acordé de aquellavez cuando fuimos <strong>al</strong> Teatro San Martín aver Muerte de un viajante. Y luego cenamosen su casa. Y parsimoniosamente hicimosel amor con el mismo juicio crítico conel que habíamos desmenuzado la obraque acabábamos de ver. Y yo supe quelo amaba entonces, solo por el hecho deque celebraba su presencia».Quizás fueron esos los recuerdos porlos cu<strong>al</strong>es ella estaba <strong>al</strong>lí, esperándoloen ese bar a media tarde embebida, a lavez, en dudas y expectativas.A veces uno espera que las cosas cambien<strong>al</strong> menos por el bien de uno mismo, oante todo, por uno mismo.Cuando él se aferró a una vieja amante,ella lo supo. Porque él se empeñaba enllamarla Ana, cuando estaban juntos. Ylo hacía con una frecuencia que habíapasado de ser sospechosa a <strong>al</strong>armante.«Ana no soy yo. Me cuesta reconocerlo,pero tampoco sabía bien quién era yo».Ella en ese café, sin embargo, estaba <strong>al</strong>lí.Pero no era ella.Y él, que aún no había llegado, quizásnunca lo hiciera. Porque no era él.Quedarse es irse a veces. Sobre todo,si uno solo permanece en lugares oestados por simple inercia.Y lo que en <strong>al</strong>gún momento fueronmotivos para estar no son luego másque excusas para no irse.Todo un simulacro. Uno puede ir y venir.Pero el tiempo y lo que fue, m<strong>al</strong> que nospese, nunca más será.Podemos evocar conjuros, aquietarnospara apaciguar el transcurso tempor<strong>al</strong>,mas nunca seremos quienes fuimos.Al fin y <strong>al</strong> cabo, ser, estar, saberseestando... Y entonces, ¿para quéquedarse?Engaño, mera tentativa de presencia,apesadumbrada en sombras pasadas,efímeros gestos.Eran sutiles miradas que se quebrabanen mil ojos cuando ella miraba el reflejomultiplicado de su rostro entre el hazperpendicular del ventan<strong>al</strong> de aquel barcasi gris.Una decisión no se sostiene en la duda. Seresuelve porque ese es el destino efectivode cu<strong>al</strong>quier disyunción tempor<strong>al</strong>,aunque no sea definitiva.Bajo sus ojos, limaduras de las41


Reversotazas de café vacías y carcomidas por eltiempo; que fueron mil veces bebidas dea sorbos, en forma de ritu<strong>al</strong> de espera.Una y otra vez.Revolvió en forma intempestiva el restode café azucarado en la taza.Bebió el último sorbo de cortado.Pagó con tres billetes. Y no esperó elvuelto.Porque el pasado no vuelve.Sin pensarlo más, quebró la eternaespera en un movimiento brusco y seescabulló por la puerta. Aún se siguedisipando entre las luces y la versatilidaddel paisaje urbano, como un eco sucesivodel presente.42


ReversoRUTINA PATOLÓGICAGema Albornozemocionesencadenadas.wordpress.comOtra nocherecortando sueñosen mi <strong>al</strong>mohada.Escenas o momentosque no se olvidan,con un nosotrosde protagonistas,como el roce de tu piela mi lado, cuando dormías.Me encuentro manchadade pegamentos y vendasqueriendo arreglar los trozosde lo que queda.Cuando despierto,me ducho y se limpian,caen, con el agua, los recuerdos.Pero <strong>al</strong> parpadearvuelven de nuevo.Amor que tuve.Amor que tengo.Me visto de recuerdosusados y desgastadosde tanto buscarlos, cogerlos,limpiarlos y pegarlos.43


ReversoCÓDIGOS DE AMOR PARA ENSAMBLADORBlacksmith Dragonheartblacksmithworkshop.wordpress.com44Nunca existirá pero ella lo ama.Ella es solo un código de máquina;él, un niño que aún no existe y que no podrá existir.


ReversoELLOSN.J. Figueroaurbe18.wordpress.comTenía ojos solo para él. Los primerossentimientos habían empezado a fin<strong>al</strong>esde mayo. En aquel entonces le llamaba«el visitante» y aún después de saber sunombre había continuado refiriéndosea él —en sus pensamientos— con estetítulo que se le antojaba más apropiadoque ese nombre tan sencilo, David.En las mañanas esperaba encontrarlojunto a su cama: acomodando las floressobre la mesa de noche, masajeándolelos pies o trayendo el desayuno. Podíaver a David solo durante las primerashoras del día, con suerte también<strong>al</strong>gunos mediodías y <strong>al</strong>gunas tardes,pero solo los días de semana.Los fines de semana veía a otraspersonas: a veces le visitaban <strong>al</strong>gunosfamiliares y también un amigo suyo,médico y joven, que nunca se quedabamás de una hora. Si no veía a nadie, seentretenía recordando desde su camasus anteriores encuentros con David:si había estado tarareando, si parecíaapurado o relajado.Intentaba c<strong>al</strong>cular la cantidad exactade minutos que él le había dedicadocada mañana y descifrar si el tiempo seincrementaba o se reducía con el pasarde los días; pensaba descubrir así unaprueba implícita de afecto.Era cierto que en aquella pequeña villa,en aquel espacio tan limitado, teníapocas opciones. Pero estaba seguro deque lo hubiese escogido a él en la másgrande de las ciudades, en el espacioinfinito. Agradecía que se hubiesenencontrado, se preguntaba por cuántotiempo permanecerían juntos y si podríaexpresarle <strong>al</strong>guna vez sus sentimientosmás profundos. En los breves momentosdel día en que su mente le permitíadedicarse a ensoñaciones, creabadiscursos en su cabeza, organizaba yreorganizaba las p<strong>al</strong>abras y se imaginabaque su boca formaba una sonrisamientras las pronunciaba.Todos sus encuentros habían sucedidoen la misma habitación, desde ese díade mayo en que lo vio por primera vez.Pero le encantaba imaginar que <strong>al</strong>gunavez se verían en otra parte. Si despertabaa la mitad de la noche, combatía lasoledad pensando en «el visitante». Leembargaba la melancolía si lo imaginabaen un paseo por el puerto de la manode una chica o leyéndole un cuento a unniño pequeño que lo llamase «papá».Estas elucubraciones nocturnas erandolorosas. Y a la mañana siguiente, <strong>al</strong>ver a David intentaba inútilmentelanzarle miradas de reproche.45


Reverso46Cada vez que David se le acercaba,intentaba mirarle fijamente a los ojosy, cu<strong>al</strong> detective, descubrir en su rostrouna pista de su vida fuera de aquellosencuentros. Pero con aquella miradaparecía conseguir solo asustar a «elvisitante» quien pretendía no notar lamirada y se apuraba a abandonar lahabitación.«Si David pudiese percibir el reprochequizás me consolaría con un beso»,pensaba. Fue la idea de ese beso laque más <strong>al</strong>imentó su obsesión por «elvisitante». Imaginaba que el acto debesar podía infundirle una vit<strong>al</strong>idadperdida hace mucho tiempo. Concluyóque el beso no era ya un deseo sino unanecesidad.Se volvió imperativo conocer ciertainformación sobre la vida de «elvisitante»: su estado civil, susinclinaciones, sus creencias, incluso suspreferencias políticas podrían haberleayudado a encontrar las respuestas quenecesitaba. Era en la ausencia de esteconocimiento que se revelaba lo trágicode su situación. Y esta comprensión diopaso a una depresión carente de signos:no hubo lágrimas, ni reducción de susactividades cotidianas, ni disminución delsueño. Nadie, excepto David, notó <strong>al</strong>gunadiferencia. Pero este solo se percató deaquellos ojos espeluznantes en la cara dec<strong>al</strong>avera y descartó la posibilidadde que esas miradas tuviesen<strong>al</strong>guna intención comunicativa.En aquella última mañana, David entróen la habitación con el uniforme azulque dejaba ver la ancha esp<strong>al</strong>da, losduros glúteos, y esos brazos musculososde piel oscura y tatuajes en tinta negra.Le dio unas p<strong>al</strong>maditas en la cabezacon un gesto casi patern<strong>al</strong> y por elloinsoportable. Quiso rechazar aquellossentimientos de protección que veíasurgir en «el visitante» y demandarle,en cambio, la pasión anim<strong>al</strong> de la que loimaginaba capaz.Intentó hacer un reproche pero no tení<strong>al</strong>a suficiente energía ni siquiera paraformar la frase en su mente. Un sonidogutur<strong>al</strong> quedó atrapado en su garganta.Era cuestión de un esfuerzo más paraque el sonido dejase de obstaculizar elaire que debía llegar a sus pulmones. Eraun tema de enfocar cu<strong>al</strong>quier atisbo deenergía. Con el fin de lograr la hazaña, serecordó a sí mismo que era una acciónque había logrado varías veces antes;un solo sonido era difícil pero posible.Entonces lo logró: desatascó su gargantacon mucho esfuerzo.Fue un sonido de voc<strong>al</strong> cerrada. Despuésde producirlo sus labios dejaronentrever una pequeña abertura. Losojos permanecieron cerrados —estadoen el que habían sido colocados parapermitir mayor concentración—, elcuerpo estaba inmóvil. Pero ese sonidofue suficiente para atraer la atención de«el visitante», quien inmediatamente seacercó y re<strong>al</strong>izó una pregunta rutinaria


Reversoque, como casi siempre, permaneció sinrespuesta. El paciente estaba dormido.David reportó el sonido en el archivo delhospit<strong>al</strong> sin leer los datos que conocíade memoria, y que de todas formasrepasó en su mente como un ejercicioinvoluntario: «Nombre: Sergio Mejías;Edad: 24 años; Fecha de ingreso: 3 demayo de 2010; Diagnóstico: ECM (Estadode conciencia mínimo)».Días después <strong>al</strong>guien notificaba uncambio en el paciente: estado decoma severo. Mientras tanto, Daviddespertaba junto a su novio, despuésde tener una pesadilla con aquellos ojosespeluznantes y esa cara de c<strong>al</strong>avera.47


ReversoLordConrad@theyoungQuevedoEL AMOR DUELE Y ENFERMA EN OCASIONESFotografía: María SayagoSi me dueles dentroya procura el papel sacármelo amablemente.Tu color posee la línea que responde <strong>al</strong> éxito.Pero mi barco no sustentará tu nombre,y dos velas rotas tendrá para morir muy joven,deseando cerrar la madera abierta de su mástil.48No debimos haber cruzado esa líneacuando nos reímos en aquella playa,no debimos haber luchado en la luna.No debimos haber resucitado inundados de perlas,sudor y rayos de nuestras tormentas.


ReversoPero respiras hondo y el milagro elegido<strong>al</strong> haber encontrado la persona capazde acercarte a llorar desde una luz, toma forma.De ella recibes un cuenco mágico con donesllenos de mares limpios.Alabando el conjuro que puso en march<strong>al</strong>a química del aire para encontrarla,en la difícil profundidad de conocerla nuevamente,hasta conseguir libertar los últimos registros,que por <strong>al</strong>guna razón atenazados a la piel,martilleaban la delgada capa que todos los díasnos ponían en sociedad para olvidar ciertas p<strong>al</strong>abras.Pareciéndose a las canciones de Edith Piaf,provocadoras de que el compás triste se combe,hasta ahogarnos en ternura dolorosa.Y te s<strong>al</strong>vas, y soplas a las puertas del sol,dejándote c<strong>al</strong>entar tranquilo en contemplación,guardando a tu amor en el envésde las hojas caídas <strong>al</strong> paso del ave,hasta el día que el aire muera en los oídos.49


Reversomelbag123melbag123.wordpress.comENFERMO DE AMORTodo parecía un hechizo. Cuando Daniella vio entrar <strong>al</strong> s<strong>al</strong>ón de clases con suspiernas largas y su figura esbelta nopodía dejar de mirarla. Ella era comouna deidad. La observaba y no habíanada m<strong>al</strong> hecho en ella. Era el culto a laperfección. Un aura aromática la bañabacon un olor a rosas de Alejandría y él nopodía hacer otra cosa más que rendirseante el espectáculo de su presencia. Ell<strong>al</strong>o miró. No solo lo miró, también le sonrióy se sentó <strong>al</strong> lado suyo. Parecía que losdioses se habían puesto de acuerdo ensu favor. Enseguida buscó la forma deacercarse a ella cuando la vio buscandoen su bolso.—Perdóname, ¿necesitas <strong>al</strong>go? —preguntó Daniel.—Sí. Busco un bolígrafo. El mío se mequedó sobre la mesa —respondió ellasin dejar de buscar.—No te preocupes. Yo tengo unoadicion<strong>al</strong> —dijo él entregándole el únicoque tenía—. Yo me llamo Daniel. ¿Cómote llamas?—Me llamo Ana —contestó mirándolofijamente con aquellos ojos inmensosque él comenzaba a adorar. Luego dibujóuna amplia y sincera sonrisa—. Eres muyamable.Desde ese día Daniel la amó. No habíaun segundo que no pensara en ella. Éladmiraba su inteligencia y sabía quehacían una pareja envidiable. Eraninseparables. Los dos competían por lasmejores c<strong>al</strong>ificaciones y se graduaríanmagna cum laude. Incluso ya se leshabían acercado <strong>al</strong>gunas empresaspara ofrecerles empleo. Todo pintabade maravilla para la vida que pronto leesperaba <strong>al</strong> lado de la muchacha máslinda de la universidad. Se casarían tanpronto terminaran de estudiar.—¿Cómo es que esto le sucedió a mihijo, licenciado? —preguntó la madrede Daniel desesperada mientras veía <strong>al</strong><strong>al</strong>guacil que se llevaba a su hijo para seringresado en el pen<strong>al</strong>.—Su hijo estaba enfermo de amor,señora. La muchacha era su amiga yél en su mente se hizo la idea de queella le reciprocaba su amor. Él no pudosoportar verla con otro.50


ReversoEPISODIO REPETIDOAna Patricia Moya Rodríguezanapatriciamoya.wordpress.comLlego rota, sin ganas de comer;otro viernes taciturno—preludio de un fin de semana gris—;apareces en ropa interiorme s<strong>al</strong>udas con tu sonrisate miro, divertida —te has vuelto a olvidar de que existen/ los peines—me quedo atrapada en tus caderas,en tu ir y venir por la cocina y el comedor;arrojo la chaqueta vieja y las llaves de mi casa<strong>al</strong> sillón; extraigo libros—ningún poemario:me decanto más por el poema de tu esp<strong>al</strong>da—y los dejo amontonados encima de la mesa;te sigo, como un cachorrillo travieso,hasta tu habitación, con esa pegadiza banda sonora/ de fondo«W<strong>al</strong>k on by, w<strong>al</strong>k on by, foolish pride,is <strong>al</strong>l that have I left so let me hide,the tears and the sadness you gave me,when you said goodbye…”sabemos que esto no es amorni siquiera es <strong>al</strong>go parecidoque soy culpable por demandar afecto tibioen tus besos <strong>al</strong>quilados y compartidoseres bálsamo para el hastío, sí,que solo se trata de carne resb<strong>al</strong>ando51


Reverso«este corazón está encofrado»,amenacé, «demasiadas fisuras»que madurar es engañarse, sobrevivir <strong>al</strong> desiertoabrazándose a los espejismos,(«v<strong>al</strong>órate, sé inconformista»: la sabiduría de mis padresque se derrama en el precipicio),que muy pronto te marcharás(es la ley que rigeel temor a exponernos <strong>al</strong> otro)nadie lo esque tú no eres indispensableeso he aprendido.Llego rota, sin ganas de comer;solo quiero envolverme en una mentira cálidaasumir mi eterno papel de personaje secundarioen esta serie tragicómica de bajo presupuesto,lo que siempre ha sido mi existencia.52


Reverso#REGUERODELÁGRIMASDinámica en Twitter@S<strong>al</strong>to<strong>al</strong>reversoSiguiendo el tema de «Amores enfermizos», convocamos a un concurso en Twitter derelatos, poesías o imágenes en un tuit. Estos fueron los mensajesseleccionados por nuestro consejo editori<strong>al</strong>.53


54Reverso


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UMBRALTilza P. Camberoesefulanoportafolio.wordpress.comTécnica: Fotografía conceptu<strong>al</strong> hecha con scannery editada en Photoshop

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