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Los ArapilesAtardecer <strong>en</strong> la ermita de Nuestra Señora de la Peña, Calvarrasa de Arriba.Abajo, paneles informativos <strong>en</strong> el teso de S. Miguel; al fondo, los dos Arapiles.Todo sucedió <strong>en</strong> el marco de la llamadaGuerra P<strong>en</strong>insular (1808-1814) –“de laIndep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia” para nosotros-, <strong>en</strong> la queFrancia y Gran Bretaña dirimían sus cuitasy ansias de dominio al tiempo que Españay Portugal def<strong>en</strong>dían su libertad anteel invasor francés. Al mando de las tropasaliadas –británicos, portugueses, españoles…-se <strong>en</strong>contraba el siempre dubitativoArthur Wellesley, lord Wellington; al fr<strong>en</strong>tede las francesas, el mariscal francés AugustMarmont. Tomada la decisión por elinglés de pasar a la acción, cruza el ríoÁgueda el 13 de junio, toma Salamancados semanas después e inicia una marchade persecución, de ida y vuelta, tras elejército francés que se había dirigido alrío Duero, llegando de nuevo al Tormesel 21 de julio. Bajo un fuerte aguacero losaliados pasan la noche <strong>en</strong> los alrededoresde la capital salmantina, mi<strong>en</strong>tras que losnapoleónicos lo hac<strong>en</strong> <strong>en</strong> los de Huertasy Encinas de Abajo. Al amanecer del díasigui<strong>en</strong>te continúan con su marcha <strong>en</strong>paralelo salpicada con pequeñas escaramuzas;sin saberlo, se dirig<strong>en</strong> al definitivo<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro <strong>en</strong> la ondulada planicie de LosArapiles, cuyo promontorio más elevadoes tomado por el francés, ocupando elm<strong>en</strong>or los aliados.Las alturas del sierro,“Peñasagudas” bi<strong>en</strong> cercael teso de la “Cabaña”,también el de la “Cuquera”,las peñas del “Castillejo”que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> bu<strong>en</strong>a def<strong>en</strong>sapasaron a la “Atalaya”de Mirandilla, bi<strong>en</strong> cercacolocaron los cañoneshora de las dos y media(Copla del Tío Pascualón)Eran pues las dos y media de un caniculardía de pl<strong>en</strong>o estío cuando la granbatalla se inició y que hasta que la luzdel sol declinó, se prolongó. Ci<strong>en</strong> milhombres se <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>taron, más de 10.000fallecieron o fueron heridos.Subido al Grande Arapil, s<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> lagrada del obelisco que recuerda tan históricoavatar, int<strong>en</strong>to hacer mía la historiamirando por <strong>en</strong>cima de los surcos abiertos<strong>en</strong> un campo <strong>en</strong> el que el valor tuvo suasi<strong>en</strong>to. Enfr<strong>en</strong>te, al alcance de la vista,el puesto de mando <strong>en</strong>emigo a cuyas decisionesdebo anticiparme. Abajo, tronarde cañones, olor de pólvora, jinetes al galope,cruzar de sables, gritos <strong>en</strong>ardeci<strong>en</strong>doal combate, ayes lastimeros, estertoresúltimos…; quiero <strong>en</strong>tonces advertir, parar,hacer ver… pero nada veo, sino lapaz de un campo laboreado; pero nadaescucho, sino el quedo sonido del campoGrabado iluminado “Batalla de Salamanca”, de W. Heath/Clarke.El Arapil Grande con el monolito <strong>en</strong> la cima.abierto; pero nada si<strong>en</strong>to, sino la inm<strong>en</strong>sapaz que agradezco a los que por ellamurieron; pero nada sufro, sino al propiohombre queri<strong>en</strong>do romper el regalode la armonía. Y esta es la disyuntiva <strong>en</strong>la que se mueve el género humano: pazo guerra, aunque para conseguir la primerasea necesaria, desgraciadam<strong>en</strong>te,no olvidar la segunda.No pudiéndose ret<strong>en</strong>er lo que es fugaz,bi<strong>en</strong> se optó por respetar el esc<strong>en</strong>ario <strong>en</strong>el que tuvo lugar la batalla al que, juntoa las ya citadas, se asoman y circundan,con las <strong>en</strong>cinas tronchadas y cundida latierra de caballos y hombres muertos –al decir del tío Pascualón-, <strong>en</strong> éste quevivimos tan sólo sopla el vi<strong>en</strong>to sobre loque hoy es <strong>en</strong>orme monum<strong>en</strong>to funerarioabierto a todos los los cielos, punto de<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro para estudiosos de la historiamilitar y lugar de meditación sobre la, aveces, triste condición humana.Mi<strong>en</strong>tras tanto, los días pasan por el SitioHistórico del Campo de Los Arapiles,al pie de cuyas laderas discurr<strong>en</strong> <strong>en</strong>paz los peregrinos; unos, hacia el sur, seEran las dos y media de uncanicular día cuando ci<strong>en</strong> milhombres se <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>taronel patronazgo de España, como fueraconfirmado por las Cortes de Cádiz,precisam<strong>en</strong>te y también <strong>en</strong> el año 1812.Los Arapiles, <strong>en</strong> fin, un año, un campode batalla y dos caminos a recordar. A lahora de las dos y media. Muerte y vida,guerra y paz.como <strong>en</strong>tre bambalinas, las poblacionesdirig<strong>en</strong> hacia el sueño eterno de Teresa,de Miranda de Azán, Las Torres, SantaMarta, Carbajosa de la Sagrada y Terradillos.Y si <strong>en</strong> aquél tiempo “las balasiban rasas y las granadas con ellas” nodejando tomillos ni tampoco carrasqueras,la santa andariega nacida <strong>en</strong> Alba trasla muerte; otros, hacia el norte, por elotro extremo y algo más lejano marchana la llamada de Santiago, el apóstol conel que la carmelita reformadora comparteFrancisco Morales es coronel (R)del Ejército del Aire, lic<strong>en</strong>ciado y Premio deGrado <strong>en</strong> Historia del Arte, y miembro delC<strong>en</strong>tro de Estudios Salmantinos.07

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