Notas al programa (PDF) - Orquesta y Coro de la Comunidad de ...

ERNESTO HALFFTERDos bocetos sinfónicos.Un programa que arranca con nombre español reconocido y bien reconocido, yatiene no poco adelantado para su aplauso. Si la trayectoria vital de ese músico escoincidente en muy buena parte con la de los otros autores que completan la sesión,pudiéndose encontrar entre todos concomitancias de ideación, de estilo o de propósitosestéticos sutiles pero ciertas, creo que bien puede hablarse de claro acierto programador.Ernesto Halffter (Madrid, 1905-Madrid, 1989) fue compositor de muy tempranoscomienzos. Si ya a los catorce años llamó la atención por su tríptico para piano“Crepúsculos”, sólo seis más tarde, es decir, a los veinte, conseguiría el Premio Nacional deMúsica por su “Sinfonietta”. Y es precisamente entre ésos dos títulos, cuando condieciocho años compone los “Dos Bocetos sinfónicos” que hoy abren el concierto.Y es de esta realidad, unida a la que nos recuerda la venturosa amplitud de la vidade nuestro músico, de la que nace y parte una tercera no menos cierta y objetiva cual es lade que su catálogo de obras no sea lo extenso que hubiera podido pensarse. La explicación,además de lo que lógicamente tuvo que contribuir a ello la absoluta entrega que dedicódurante un largo quinquenio a resucitar y completar la “Atlántida”, nos la da él mismo. Alque creemos mucho antes que a cuantos le asignaban excesivas dosis de pereza y dedesinterés creador. Sí. Para mí son plenamente convincentes estas frases que pronunció elcompositor que nos ocupa en conversación con el crítico Andrés Ruiz Tarazona: “No hagouna cosa si no acaba de gustarme. Sé lo que quiero y cuando puedo reviso cosas que no meconvencen plenamente antes de ponerme a componer algo nuevo. Mi fama de perezoso eserrónea. Siempre he sido un trabajador incansable, eso sí, en busca de la perfección”. Aveces hasta con exageración, como cuando, después de haber obtenido con ella el PremioNacional, se puso por tres veces a revisar su “Sinfonietta”.En cuanto al título concreto que hoy inicia el programa “Dos bocetos sinfónicos”(“Paisaje muerto” y “La canción del farolero”), fue estrenado en su primera versiónorquestal -procedente de dos piezas para cuarteto de cuerda que se habían interpretadomeses antes en la Sala Aeolian y en la Residencia de Estudiantes de Madrid- por laFilarmónica de esta capital, dirigida por su titular, Bartolomé Pérez Casas. No faltaron losdisidentes que vieron en la nueva propuesta excesos de audacia y desenfado modernista,

pero fueron muchos más los que, encabezados por Adolfo Salazar y Manuel de Falla, queenseguida llegaría a tener en Ernesto su único alumno, descubrieron en él al precoz geniode la composición que sólo dos años después comenzaría a demostrarlo con esa“Sinfonietta” que tanto hemos citado.MAURICIO RAVELTziganeIntroducción y allegroCierran la primera parte del concierto de hoy dos páginas del emblemáticocompositor francés –y más para nosotros los españoles- Maurice Ravel (Ciboure, 1875-París,1937). Para nosotros especialmente, porque sin olvidar en absoluto ni su personalidadcomo creador original, ni esas hondas raices en su nacionalismo propio que tan bien explicay subraya Karl Nef, tampoco podemos pasar por alto, entre otros, ninguno de estos títulos:la “Habanera”, “Rapsodie espagnole”, “L`Heure espagnole”, “La alborada del gracioso”, el“Bolero” o “Don Quichotte à Dulcineé”. Atenciones puntuales a lo nuestro que en nadaminoran su hondo fervor por sus raices y su principal entrega a ellas, datos, por cierto, quebien sirven de detalle unificador entre los cuatro autores de esta tarde.Centrándonos ya en los dos títulos ravelianos, señalaremos en primer lugar quecorresponden a fechas bastante distantes. La “Introducción y allegro” es de 1906, mientrasque “Tzigane” procede de 1924. Como señala Roland-Manuel, las obras que correspondenal momento de la primera –y señala “Miroirs”, “Histoires naturelles”, “Rapsodieespagnole”, “L’Heure espagnole”, “Gaspard de la Nuit” y “Daphnis el Chloé”- presentancomo uno de sus rasgos comunes “la mayor flexibilidad de la forma dentro de la nitidez dela estructura”, característica que también puede aplicarse a la “Introducción y allegro” quese escuchará hoy, por más que sea intento creador de menor alcance. Terminada en 1906 enpoco más de una semana y estrenada el 22 de febrero del año siguiente, estáoriginariamente escrita para arpa con acompañamiento de cuarteto de cuerda, flauta yclarinete, en demostración clara del especial gusto del autor por las sonoridades del arpatradicional. Gusto que fue lo que le hizo aceptar el encargo de la firma Erard para intentar

demostrar la superioridad de ella sobre la cromática recién aparecida y escribir un pequeñopero auténtico concierto en un solo movimiento, con importante cadencia central.En cuanto a “Tzigane” –“pieza de virtuosidad al modo de una rapsodia húngara”, enpalabras del propio compositor, y “pieza de exhibición”, en definición de Stuckenschmidtfueescrita en su primera versión para violín y piano en abril de 1924 y dedicada a laviolinista húngara Jelly d’Aranyi, que la estrenaría el 26 de ese mismo mes en Londres. Enoctubre de ese año de 1924 se ofrecería en París una nueva versión para violín y lutheal –una especie de cembalo-, para ofrecerse finalmente el 30 de noviembre siguiente, en losConciertos Colonne, con la misma solista y dirigida por Gabriel Pierré, la versión orquestaldel propio compositor.Esta auténtica “rapsodia de concierto” de poco más de diez minutos divididos endos partes, la primera de las cuales, “Lento quasi cadenza”, deja prácticamente libre alviolín en sus diabólicos juegos y artificios, es así resumida en su escritura e intención porPierre Petit: “El estilo gitano permite a Ravel hacer una deslumbradora demostración devirtuosismo de escritura, exigiendo prodigios al solista. La atmósfera húngara estáperfectamente lograda sin que Ravel caiga en la imitación de un folklore facilón. Lafacilidad no existe en esta obra de gran fuerza de seducción, que, a pesar de conceder laprimacía al puro virtuosismo, acierta a conciliarlo con una intención musical evidente.”.RALPH VAUGHAN WILLIAMSCinco variantes de “Dives & Lazarus”.Aunque el compositor inglés Ralph Vaughan Williams, nacido en Down Ampney(Gloucestershire), en 1872 y muerto en Londres en 1958, fuera solo tres años mayor quequien le ha precedido en el programa, Maurice Ravel, lo cierto y verdadero es que llegó aalcanzar su auténtica madurez musical bastante más tarde que el francés, de quien recibiríalecciones, siquiera breves y especialmente centradas en la ciencia y el oficio de laorquestación, en el año 1908. Lo que en absoluto se apunta como dato negativo de unalabor y de una aportación que, si en principio se centró en el interés y el estudio de lacanción popular de su país –llegó a ser una de las más relevantes figuras de la Folk SongSociety creada en 1898-, terminó convirtiéndole en gestor principalísimo de la renovaciónde la música inglesa culta del pasado siglo.

Representativas de ello resultan, junto a algún otro título, las dos coleccionesorquestales de danzas, de Marosszek y de Galanta. Resultado la primera de orquestar en1930 una serie pianística de 1927, fueron las “Danzas de Galanta” hoy programadas frutodel encargo recibido por el autor con ocasión del octogésimo aniversario de la SociedadFilarmónica de Budapest, siendo estrenadas con la dirección de Ernö Dohnauyi el 23 deoctubre de 1933.Es curioso, por directamente explicativo, el comentario que se incluyó en la propiapartitura de la obra: “Galanta es una pequeña ciudad campesina vecina al ferrocarril Viena-Budapest, en la que el compositor vivió varios años siendo niño. Existía allí por entoncesuna orquesta gitana, con antecesores largamente famosos, habiéndose publicado en 1800 enViena un volumen precisamente titulado Danzas húngaras de los gitanos de Galanta, delque Kodaly tomó los principales temas de su obra. Que se articula en una suite de cincodanzas en ritmo constantemente acelerado, con una introducción y un final”.La duración total de la página, incluídas su lenta introducción, las cinco danzas –respectivamente en “andante maestoso”, “allegro moderato”, “allegretto grazioso”, “allegromeno mosso” y “allegro vivace”- y su muy desarrollada coda, rebasa en poco el cuarto dehora. Y, como apunta René Tranchefort, ofrecen su más singular atractivo en la rítmicazíngara de “verbunkos”, presente también en el intermedio de la ópera del mismo autor,“Hary Janos”.Leopoldo Hontañón