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voces 10 - Revista Voces

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Otro tema que pone en jaque a estosdiplomados de la información es el usoabierto que hacen los ciudadanos de susfuentes periodísticas. Al no esconder elorigen de la noticia y publicar muchas vecesen la web hasta el teléfono de contacto deltestimoniante, se rompe el secretismo quehacía de determinada declaración un asuntosólo al acceso de iniciados. La fuente quedaabierta —a voluntad— para todo aquel quequiera interactuar con ella y referirla. Elmonopolio sobre el “contacto” ha caídotambién.Sin duda, durante décadas tuvimos laimpresión que un determinado hecho nohabía sucedido si no estaban allí parareportarlo los periodistas acreditados.Cuando un grupo de oposición o unmovimiento cívico realizaba algún encuentroo protesta, estos reporteros muchas vecesasistían, pero en otros casos no les parecíainteresante, lo cual condenaba al sucesoprácticamente al silencio.La existencia del periodismo independienteintentó arrojar luz precisamente sobre esazona de la realidad que no tocaban ni laprensa oficial ni los lentes de loscorresponsales foráneos, pero suinfraestructura material era demasiadoprecaria. Tuvo que democratizarse latecnología, para que el elemento másimportante en hacerse con una primicia nofuera la calidad de la cámara de video o lapotencia de un micrófono, sino la cercanía —física o emocional— del sujeto con la historiaque narraba.Empezaron a darse curiosas contradicciones.Si se mira atrás en los últimos meses, lamayoría de los destapes de corrupción eimágenes de violaciones de derechoshumanos han salido a la luz gracias altestimonio de estos inquietos cronistas de lacotidianidad. Atrapadas por el diminutoobjetivo de un teléfono celular o captadas enuna grabadora de bolsillo, surgen esashistorias que de otra manera no hubieran sidocontadas. Los ágiles dedos de cualquierindividuo pueden reportar más rápido que elcomplejo andamiaje —incluyendo la censura—que rodea a los informadores de otraslatitudes que viven en Cuba.De ahí que ahora se vea con muchafrecuencia que ciertos periódicos y agenciasforáneos piden a su corresponsal que indaguesobre un tema que ha salido publicado en unblog, en un sitio web o en el timeline dealgún twittero. Fagocitar la información yadevelada por individuos sin credencial, hasido práctica constante de los reportajessalidos de muchas de estas grandes firmasperiodísticas.Encima de todo esto, los opositores estánmás inquietos que nunca, y no pasa unasemana sin que ocurran incidentes dondepequeños grupos de inconformes organizanuna protesta pacífica. Estos acontecimientos,y los actos represivos que le siguen, salen a laluz pública porque cada día hay másperiodistas independientes que los reportan yporque los propios protagonistas han idoaprendiendo a narrarse a sí mismos usandolos trucos más creativos que uno puedaimaginarse.La nueva avalancha informativa que sale demanos ciudadanas, ha empujado también alos corresponsales extranjeros a abordarciertos temas que hasta entonces evitaban.Tienen ahora mayor presión y una disyuntivaimperiosa, entre preservar su lugar aquí a laespera de ese gran reportaje del cambio ocontar lo que sucede a riesgo de que losechen del país. Están atrapados ante eldilema de atreverse a relatar la realidad over como los “advenedizos” de la informaciónlogran desde un teléfono celular describirleal mundo lo que ocurre.al mundo lo que ocurre.al mundo lo que ocurre.al mundo lo que ocurre.al mundo lo que ocurre.al mundo lo que ocurre.al mundo lo que ocurre.al mundo lo que ocurre.al mundo lo que ocurre.al mundo lo que ocurre.

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