12.07.2015 Views

helena-paige-una-chica-entra-en-un-bar

helena-paige-una-chica-entra-en-un-bar

helena-paige-una-chica-entra-en-un-bar

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Hel<strong>en</strong>a S. PaigeUna <strong>chica</strong><strong><strong>en</strong>tra</strong> <strong>en</strong> <strong>un</strong> <strong>bar</strong>Mis fantasías, yo decidoTraducción de Ada Francis CastroArg<strong>en</strong>tina • Chile • Colombia • EspañaEstados Unidos • México • Perú • Uruguay • V<strong>en</strong>ezuela


Título original: A Girl Walks Into a BarEditor original: Sphere, an imprint of Little, Brown Book Group, LondresTraducción: Ada Francis Castro1. a edición Octubre 2013Reservados todos los derechos. Queda rigurosam<strong>en</strong>teprohibida, sin la autorización escritade los titulares del copyright, bajo lassanciones establecidas <strong>en</strong> las leyes, la reproducciónparcial o total de esta obra por cualquiermedio o procedimi<strong>en</strong>to, incluidos lareprografía y el tratami<strong>en</strong>to informático, asícomo la distribución de ejemplares mediantealquiler o préstamo público.Todos los nombres, personajes y acontecimi<strong>en</strong>tos de esta novela, salvo losque forman parte del dominio público, son ficticios. Cualquier semejanzacon personas vivas o fallecidas es mera coincid<strong>en</strong>cia.Copyright © Sarah Lotz, Hel<strong>en</strong> Moffett, Paige Nick 2013All Rights Reserved© de la traducción 2013 by Ada Francis Castro© 2013 by Ediciones Urano, S.A.Aribau, 142, pral. – 08036 Barcelonawww.sombraseditores.comISBN: 978-84-15955-03-0E-ISBN: 978-84-9944-618-9Depósito legal: B-18.827-2013Fotocomposición: Ediciones Urano, S.A.Impreso por Romanyà Valls, S.A. – Verdaguer, 108786 Capellades (Barcelona)Impreso <strong>en</strong> España – Printed in Spain


Una <strong>chica</strong> <strong><strong>en</strong>tra</strong> <strong>en</strong> <strong>un</strong> <strong>bar</strong>Todas las mujeres sabemos que no se puede esperar muchode <strong><strong>un</strong>a</strong>s bragas. Si lo que quieres es s<strong>en</strong>tirte realm<strong>en</strong>tesexy, no esperes ir cómoda precisam<strong>en</strong>te. Si loque buscas es s<strong>en</strong>tirte cómoda, lo más probable es qu<strong>en</strong>o lleves puesto nada especialm<strong>en</strong>te bonito ni glamuroso.Si lo que necesitas es sujeción adicional, <strong>en</strong>contrarás<strong><strong>un</strong>a</strong> bu<strong>en</strong>a amiga <strong>en</strong> tus bragas-faja, a<strong>un</strong>que vete olvidandode poder respirar con facilidad.Deja caer tu toalla de baño al suelo, inclínate a buscar<strong>en</strong> el cajón de la ropa interior y contempla tus opciones.Tu mejor amiga Melissa y tú habéis estado am<strong>en</strong>azandocon salir a divertiros a lo grande, y todo pareceindicar que ésta va a ser <strong><strong>un</strong>a</strong> noche inolvidable. Ahí ti<strong>en</strong>esel tanga de <strong>en</strong>caje violeta ridículam<strong>en</strong>te caro, con lacinta de seda <strong>en</strong>tretejida <strong>en</strong> los bordes. Acaricias con losdedos <strong><strong>un</strong>a</strong> de las cintas aterciopeladas sintiéndote <strong>un</strong>poco nostálgica. Hace siglos que no te pones l<strong>en</strong>ceríasexy.Al lado del tanga están tus bragas favoritas: las máscómodas. El elástico ya no es tan tirante como antes y,de tanto lavarlas, se han desteñido <strong>un</strong> poco, pero, a decirverdad, eso es lo que tanto te gusta de ellas.Instintivam<strong>en</strong>te, metes <strong>bar</strong>riga cuando ti<strong>en</strong>des lamano hacia las bragas-faja. Cuando te las pones, te si<strong>en</strong>-Página 1


tes como si te hubieras metido <strong>en</strong> la piel de <strong><strong>un</strong>a</strong> salchicha,pero al m<strong>en</strong>os con ellas consigues t<strong>en</strong>er <strong>un</strong> vi<strong>en</strong>treliso. Pero ¿y si esta noche estás de suerte? Vas a necesitar<strong>un</strong> abrelatas para salir de ellas, y eso no ti<strong>en</strong>e nada desexy. Se te ocurre <strong>en</strong>tonces que quizá podrías salir apelo. Sonríes levem<strong>en</strong>te al p<strong>en</strong>sarlo. No lo has hechon<strong>un</strong>ca. ¿No sería acaso increíblem<strong>en</strong>te sexy ser la únicaque sabe que no llevas nada debajo del vestido?Si eliges el tanga de <strong>en</strong>caje violeta, ve a la página 3Si eliges las bragas cómodas, ve a la página 4Si eliges las bragas-faja, ve a la página 5Si eliges ir a pelo, ve a la página 7Página 2


Has elegido el tanga de <strong>en</strong>caje violetaTe das <strong>un</strong> último retoque al maquillaje <strong>en</strong> el espejo y teapartas luego para evaluar el resultado. Has estado tanhasta arriba de trabajo que hacía siglos que no te arreglabasasí y habías olvidado lo divertido que puede llegara ser. El vestidito negro con el g<strong>en</strong>eroso escote <strong>en</strong>salzatus curvas, y llevas puestos tus zapatos de tacónfavoritos, sí, con los que ti<strong>en</strong>es las pantorrillas y la alturade <strong><strong>un</strong>a</strong> diosa. Te satisface lo que ves: el tanga violeta hasido, sin duda, la elección correcta. Quién sabe, quizásesta noche sea el principio del fin de tu larga travesíapor el desierto. Puede que te sonría la suerte. Eso si estásde suerte, claro.Ve a la página 8Página 3


Has elegido las bragas cómodasTe miras al espejo. El vestidito negro con los zapatosnegros de tacón es <strong><strong>un</strong>a</strong> bu<strong>en</strong>a elección. Esta noche tesi<strong>en</strong>tes muy sexy por primera vez desde hace siglos. Tevuelves para echar <strong>un</strong> vistazo a la parte trasera del vestidoy, horrorizada, ves que las bragas de abuela se marcanbajo la suave tela. No, ni hablar. Te las quitas deinmediato y durante <strong>un</strong> instante te planteas salir a pelo…Si eliges ir a pelo, ve a la página 7Pero finalm<strong>en</strong>te decides que mejor no. Demasiado aireadapara tu gusto. En vez de eso, vuelves a abrir elcajón y sacas el tanga de <strong>en</strong>caje violeta. Te lo pones, concuidado de no desgarrarlo con <strong>un</strong>o de los tacones.Ve a la página 3Página 4


Has elegido las bragas-fajaTi<strong>en</strong>es que tum<strong>bar</strong>te <strong>en</strong> la cama para ponerte las bragasfaja.¿Quién las habrá inv<strong>en</strong>tado? Obviam<strong>en</strong>te, algúnsádico al que no le gustan demasiado las mujeres. Y ¿dequé están hechas? ¿Del mismo tejido que utilizan parafabricar naves espaciales? Vuelves a inspirar hondo, conti<strong>en</strong>esla respiración, y consigues subírtelas por <strong>en</strong>cimade los muslos.Justo antes de morir asfixiada, logras por fin tirar deellas hasta cubrirte la tripa. Al tiempo que te secas <strong><strong>un</strong>a</strong>gota de sudor de la cara, te pones de pie y te miras alespejo. La parte bu<strong>en</strong>a es que ti<strong>en</strong>es el vi<strong>en</strong>tre plano. Lamala es que estás <strong>un</strong> poco mareada, que quizá te hayasfracturado <strong><strong>un</strong>a</strong> costilla y que igual no puedes s<strong>en</strong>tarte <strong>en</strong>toda la noche.¿Quién dijo que para presumir hay que sufrir? O lafaja o yo. Con la ayuda de <strong><strong>un</strong>a</strong>s tijeras te liberas a tijeretazosde la camisa de fuerza de licra, soltando <strong>un</strong> prof<strong>un</strong>dosuspiro de alivio.Entonces coges el tanga de <strong>en</strong>caje violeta y te lo pones.Después de la licra de resist<strong>en</strong>cia industrial, el tactodel <strong>en</strong>caje es suave como las plumas. Conti<strong>en</strong>es la respiraciónal mirarte al espejo, y lo que ves ejerce sobre ti elmismo efecto que las sádicas bragas, a<strong>un</strong>que sin cortartela circulación. Mi<strong><strong>en</strong>tra</strong>s coges el bolso, se te ocurre quePágina 5


simplem<strong>en</strong>te t<strong>en</strong>drás que acordarte de meter tripa cadavez que algui<strong>en</strong> te mire.Ve a la página 3Página 6


Has elegido ir a peloVas a la cocina a servirte <strong><strong>un</strong>a</strong> copa de vino, contoneandolas caderas. Te resulta extraño no llevar bragas. La fricciónde tus muslos presionándose <strong>en</strong>tre sí al caminar es<strong><strong>un</strong>a</strong> s<strong>en</strong>sación agradable. De hecho, cada paso que daste excita <strong>un</strong> poco más. N<strong>un</strong>ca habías sido tan consci<strong>en</strong>tede tu sexo. Pi<strong>en</strong>sas que así es como se si<strong>en</strong>t<strong>en</strong> los hombres:tu sexualidad te recuerda que está ahí con cada<strong>un</strong>o de tus movimi<strong>en</strong>tos.Vuelves a tu habitación con la copa <strong>en</strong> la mano. Esecorto trayecto ha conseguido que el calor fluya por tucuerpo. «Es demasiado», pi<strong>en</strong>sas. A este paso, no llegarásal <strong>bar</strong>. Decides <strong>en</strong>tonces que necesitas algo <strong>en</strong>tre tuvestido y tú o no podrás mirar a nadie a los ojos sin sonrojartea lo bestia. Coges el minúsculo tanga violeta; eslo más parecido a ir desnuda.Ve a la página 3Página 7


Llegas al <strong>bar</strong>Te ves obligada a parpadear varias veces hasta que tusojos se adaptan a la p<strong>en</strong>umbra que reina <strong>en</strong> el <strong>bar</strong>. Lamúsica de fondo es sutil. Sin em<strong>bar</strong>go, si<strong>en</strong>tes el rítmicolatido <strong>en</strong> el pecho, j<strong>un</strong>to con <strong>un</strong> agradable estremecimi<strong>en</strong>tode expectación. Has estado tan c<strong><strong>en</strong>tra</strong>da <strong>en</strong> eltrabajo que ha pasado mucho tiempo desde la últimavez que saliste a divertirte. Y esta noche estás decidida apasarlo <strong>en</strong> grande.Es la primera vez que vi<strong>en</strong>es a este sitio. Este garitoelegante y frecu<strong>en</strong>tado por famosos ha sido idea de Melissa,tu mejor amiga, y, al llegar, echas <strong>un</strong> vistazo alrededorcon la esperanza de verla. Una larga <strong>bar</strong>ra de caobaocupa todo <strong>un</strong> lado de la sala, y varios grupos de cli<strong>en</strong>teselegantem<strong>en</strong>te vestidos se rí<strong>en</strong>, s<strong>en</strong>tados alrededor de lasmesas y recostados <strong>en</strong> los reservados. Hay <strong><strong>un</strong>a</strong> zona deacceso restringido protegida por <strong><strong>un</strong>a</strong> cuerda al fondo,con <strong>un</strong> gorila que te recuerda a Conan el Bár<strong>bar</strong>o plantadodelante. Debe de ser la zona VIP. No hay la m<strong>en</strong>orposibilidad de que te dej<strong>en</strong> <strong><strong>en</strong>tra</strong>r ahí, pi<strong>en</strong>sas.Recorres el <strong>bar</strong> con la mirada, pero ni rastro de Melissa,así que echas <strong>un</strong> vistazo a las mesas. No puedesevitar fijarte <strong>en</strong> <strong>un</strong> hombre guapísimo que está s<strong>en</strong>tado<strong>en</strong> <strong>un</strong>o de los reservados del rincón. Charla muy conc<strong><strong>en</strong>tra</strong>docon otro tipo, pero hay <strong>en</strong> él algo que te llama laPágina 8


at<strong>en</strong>ción. Es evid<strong>en</strong>te que te lleva alg<strong>un</strong>os años, pero lesaca partido a su edad gracias a que se da <strong>un</strong> aire a GeorgeClooney. El hombre levanta la vista y su int<strong>en</strong>sa miradacapta la tuya, como si hubiera percibido tu at<strong>en</strong>ción. Tesonrojas y finges echar <strong>un</strong> vistazo a tu reloj, tanto paracompro<strong>bar</strong> la hora como para t<strong>en</strong>er <strong><strong>un</strong>a</strong> excusa y así dejarde mirarlo. Son las ocho y cinco. Has sido p<strong>un</strong>tual.¿Dónde demonios se ha metido Melissa?Vuelves a pasear tu mirada por la sala con det<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>toantes de dirigirte a la <strong>bar</strong>ra y s<strong>en</strong>tarte <strong>en</strong> <strong>un</strong> taburete,de espaldas al señor Int<strong>en</strong>so. Te estremeces…Casi puedes s<strong>en</strong>tir la presión de su mirada <strong>en</strong> la espalda.—Hola, ¿qué te pongo? —preg<strong>un</strong>ta el <strong>bar</strong>man.Levantas la vista, perpleja al ver lo atractivo que es, apesar de que nadie diría que ti<strong>en</strong>e la edad sufici<strong>en</strong>te paraestar sirvi<strong>en</strong>do alcohol. Ti<strong>en</strong>e la piel perfecta y de <strong><strong>un</strong>a</strong>tonalidad que resalta con el pelo y los ojos de color café.Lleva <strong>un</strong>os vaqueros y <strong><strong>un</strong>a</strong> s<strong>en</strong>cilla camisa blanca y sonríedulcem<strong>en</strong>te, <strong>un</strong> poco vacilante, mi<strong><strong>en</strong>tra</strong>s retira de <strong>en</strong>cimade la <strong>bar</strong>ra <strong><strong>un</strong>a</strong> lata vacía que está a tu lado. Luego,con <strong>un</strong> movimi<strong>en</strong>to suave, se vuelve de espaldas y laarroja al cubo de la basura, acertando a la primera. Llevalas mangas de la camisa de algodón blanco <strong>en</strong>rolladas,dejando a la vista <strong>un</strong>os brazos esculpidos. No puedesevitar preg<strong>un</strong>tarte qué edad ti<strong>en</strong>e: veinti<strong>un</strong>o, quizá veintidós.Mmm. Podrías <strong>en</strong>señarle <strong>un</strong> par de cosas.Página 9


No estás segura de qué pedir. Bu<strong>en</strong>o, esto es <strong>un</strong> garitode famosos. ¿Champán? ¿Un cóctel? ¿Un martini?Entonces te acuerdas de <strong><strong>un</strong>a</strong> esc<strong>en</strong>a que viste <strong>en</strong> <strong><strong>un</strong>a</strong>película.—Una copa de prosecco*, por favor —pides, con laesperanza de haberlo pron<strong>un</strong>ciado correctam<strong>en</strong>te.El <strong>bar</strong>man se aparta el pelo de los ojos y te dedica d<strong>en</strong>uevo su sonrisa dulce y <strong>un</strong> poco tímida. Te desarmapor seg<strong>un</strong>da vez.—Marchando. —Ti<strong>en</strong>de la mano hacia las copas dechampán. Se le levanta la camisa y dispones <strong>en</strong>toncesde <strong><strong>un</strong>a</strong> vista perfecta de su estómago liso y musculado.Una oscura línea de vello sedoso baja desde su ombligohasta el botón de los vaqueros. No puedes evitarlo: se tehace <strong>un</strong> poco agua la boca. ¿Dónde está Melissa? Ti<strong>en</strong>eque ver esto. «Este <strong>bar</strong> es <strong><strong>un</strong>a</strong> bu<strong>en</strong>a elección», le dirás.Te cruzas de piernas y las j<strong>un</strong>tas con fuerza.Te vibra el móvil <strong>en</strong> la mano, sobresaltándote. Es <strong>un</strong>SMS de Melissa:Sigo <strong>en</strong> el trabajo. Maldito Jefe me ha puesto <strong>un</strong>plazo de <strong>en</strong>trega de espanto. ¡Lo si<strong>en</strong>to! M<strong>en</strong>udochasco no poder ir. L ¡Diviértete por mí! J* El prosecco es <strong>un</strong> vino blanco italiano, g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te espumoso seco oextraseco. (N. de la T.)Página 10


Se te <strong>en</strong>coge el corazón. Y ¿ahora qué? Apagas elteléfono pulsándolo con fuerza con el pulgar. Tú tanelegante y sin ningún sitio adonde ir. Ya te lo podía haberdicho antes. ¿Cuándo apr<strong>en</strong>derá Melissa a decir«no» a ese cabrón controlador que ti<strong>en</strong>e de jefe?Ni siquiera estás segura de que te siga apeteci<strong>en</strong>do tomaralgo, pero el <strong>bar</strong>man está ya abri<strong>en</strong>do con destreza<strong><strong>un</strong>a</strong> botella de prosecco. Sirve <strong><strong>un</strong>a</strong> copa, sost<strong>en</strong>iéndola inclinada,te la pone delante con otra sonrisa tímida, y teanimas <strong>un</strong> poco. Te preg<strong>un</strong>tas cómo sería pasarle el pulgarpor la línea de esos labios carnosos y t<strong>en</strong>tadoram<strong>en</strong>tebesables. Le devuelves la sonrisa y sacas el monedero parapagarle.—No, no es necesario —dice.¿Int<strong>en</strong>ta acaso tirarte los tejos? Cuando estás a p<strong>un</strong>tode darle las gracias, el chico señala al extremo másalejado del <strong>bar</strong> con <strong><strong>un</strong>a</strong> expresión de disculpa <strong>en</strong> la cara.—Te invita el tipo que está allí.Echas <strong>un</strong> vistazo a tu admirador. Viste <strong><strong>un</strong>a</strong> camisa chillonadesabrochada hasta media tripa y ti<strong>en</strong>e más pelo <strong>en</strong>el pecho que <strong>en</strong> la cabeza. Una gruesa cad<strong>en</strong>a de oro anida<strong>en</strong> el arbusto situado sobre los albores de <strong><strong>un</strong>a</strong> promin<strong>en</strong>tepanza. Se mete <strong>un</strong> mondadi<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> la boca, se levanta y seacerca a ti balanceándose. Quizá, si no le miras a los ojos,el cliché con patas pillará el m<strong>en</strong>saje… Pero no, no haysuerte.Página 11


—Hola, cariño —dice, movi<strong>en</strong>do el palillo con la l<strong>en</strong>guade <strong>un</strong> lado a otro de la boca—. ¿Está ocupado esteasi<strong>en</strong>to? —Se instala sin mirami<strong>en</strong>tos a tu lado antes deque t<strong>en</strong>gas tiempo de responder—. Soy Stanley Gl<strong>en</strong>n—se pres<strong>en</strong>ta, como si esperara que reconocieras elnombre.Se le escapa <strong>un</strong> eructo y el olor a ajo te llega <strong>en</strong> <strong><strong>un</strong>a</strong>bocanada. Te apartas todo lo que puedes, pero no hayescapatoria posible.—Disculpa, pero los gases mejor dejarlos salir queret<strong>en</strong>erlos d<strong>en</strong>tro, ¿no? Es lo que siempre digo. —Levantalas manos, te ap<strong>un</strong>ta con los dedos y te disparacon ellos, acompañando el gesto con <strong>un</strong> guiño y chasqueandodos veces la l<strong>en</strong>gua.Tu primera reacción es decirle a él y a la peluca quelleva <strong>en</strong> el pecho que desaparezcan, pero sería <strong><strong>un</strong>a</strong> groseríay no quieres montar <strong><strong>un</strong>a</strong> esc<strong>en</strong>a. Sin em<strong>bar</strong>go, temueves <strong>en</strong> el taburete de modo que puedas darle <strong>un</strong> rodillazo<strong>en</strong> las pelotas si se te acerca más con ese ali<strong>en</strong>toletal. Cuando estás a p<strong>un</strong>to de rechazar educadam<strong>en</strong>tela copa, si<strong>en</strong>tes <strong><strong>un</strong>a</strong> mano <strong>en</strong> el hombro. Asustada, tevuelves y te <strong>en</strong>cu<strong><strong>en</strong>tra</strong>s con <strong>un</strong> hombre que está de piejusto detrás de ti. Lo reconoces de inmediato. Es el tipocon el que intercambiaste <strong><strong>un</strong>a</strong> mirada al llegar al <strong>bar</strong>.—Hola, cariño. Perdona por el retraso —dice, inclinándosehacia delante y besándote <strong>en</strong> la mejilla. Contie-Página 12


nes el ali<strong>en</strong>to por la inesperada cercanía. Huele a cedroy a cuero, y así, de cerca, le ves el pelo sexy y <strong>en</strong>trecanode las si<strong>en</strong>es y las patas de gallo que se le forman j<strong>un</strong>to alos ojos cuando sonríe.Rodeándote despreocupado el hombro con <strong>un</strong> brazo,le ti<strong>en</strong>de la mano a Stanley.—Muchas gracias por haberle hecho compañía. Mehe retrasado <strong>un</strong> poco. Ya sabe cómo son los negocios.Consci<strong>en</strong>te de estar aprovechándote descaradam<strong>en</strong>tede la situación, te inclinas <strong>un</strong> poco hacia atrás contra elbrazo de tu rescatador. Pecho Peluca masculla algo y selevanta. Mi<strong><strong>en</strong>tra</strong>s ellos dos se dan la mano, ves que Stanleyse estremece. El mondadi<strong>en</strong>tes desaparece y te preg<strong>un</strong>tassi se lo habrá tragado. Por fin, Pecho Peluca seretira y desaparece de tu vista con la cara morada.—Hola, soy Miles —se pres<strong>en</strong>ta tu nuevo amigo,quitándote el brazo del hombro.—Y yo te estoy agradecida —dices, sinti<strong>en</strong>do que lapiel todavía te hormiguea allí donde te ha tocado.—Espero no haber sido demasiado pres<strong>un</strong>tuoso.—Podría habérmelas arreglado sola —aseguras con<strong><strong>un</strong>a</strong> sonrisa—, pero gracias por la ayuda.—No me cabe duda de que, si hubieras querido,podrías haberlo despachado con <strong><strong>un</strong>a</strong> simple mirada—dice—. Pero necesitaba <strong><strong>un</strong>a</strong> excusa para v<strong>en</strong>ir ypres<strong>en</strong>tarme. —Eso su<strong>en</strong>a prometedor, y, cuando es-Página 13


tás a p<strong>un</strong>to de ofrecerle <strong><strong>un</strong>a</strong> copa, él vuelve a hablar—:Me ha <strong>en</strong>cantado conocerte, pero será mejor que vuelvacon mi colega. Estamos cerrando <strong>un</strong> negocio.—Ah, bi<strong>en</strong>. —No quieres que se vaya, pero no sabescómo pedirle que se quede—. Gracias otra vez.—Ha sido <strong>un</strong> placer. —Te mira durante otro seg<strong>un</strong>dointerminable antes de volverse para regresar a su mesa.No lo pierdes de vista mi<strong><strong>en</strong>tra</strong>s se aleja. Lleva <strong>un</strong>os pantalonesde corte exquisito y <strong><strong>un</strong>a</strong> camisa de rayas azules casiinvisibles con el cuello abierto. Elegante y sin duda nada<strong>bar</strong>ata. El hombre se vuelve, te pilla mirándolo y levanta lamano, saludándote. Tú le devuelves la sonrisa y te vuelveshacia tu vino espumoso para tomar <strong>un</strong> bu<strong>en</strong> sorbo. Ti<strong>en</strong>esla boca seca.—¿Otra? —preg<strong>un</strong>ta el jov<strong>en</strong> <strong>bar</strong>man cuando hasvaciado la copa.Los vinos espumosos son deliciosos, pero ti<strong>en</strong>es sed,así que pides <strong>un</strong> Perrier.—Prosecco, Perrier… Estás de <strong>un</strong> humor mediterráneo—dice el <strong>bar</strong>man, sorpr<strong>en</strong>diéndote con el com<strong>en</strong>tario.No es <strong><strong>un</strong>a</strong> charla típica de <strong>un</strong> <strong>bar</strong>man con <strong><strong>un</strong>a</strong> cli<strong>en</strong>ta,y lo miras con más at<strong>en</strong>ción. Incluso <strong>en</strong> p<strong>en</strong>umbra ybajo la luz artificial, su piel resplandece.—Y ¿qué hace <strong>un</strong> tío agradable como tú <strong>en</strong> <strong>un</strong> lugarcomo éste? —preg<strong>un</strong>tas, sintiéndote <strong>un</strong> poco coqueta…por culpa del prosecco.Página 14


—Sustituy<strong>en</strong>do a mi primo. El <strong>bar</strong>man es él. El dineroayuda. Los libros de texto son caros.—Ah, ¿eres estudiante?—Sí, y, por favor, no me preg<strong>un</strong>tes qué estudio…—Vale, tampoco p<strong>en</strong>saba hacerlo. Pero ahora mehas picado la curiosidad.El chico parece <strong>un</strong> poco avergonzado.—Filosofía de la religión. Me estoy especializando<strong>en</strong> religiones ori<strong>en</strong>tales.—¿En serio? Me imagino que eso no te ofrecerá muchasopciones profesionales.Se pone serio durante <strong>un</strong> instante.—Te sorpr<strong>en</strong>dería. Me gustaría trabajar <strong>en</strong> el campode las misiones de paz internacionales, y quizá terminar<strong>en</strong> Naciones Unidas. Viajar por el m<strong>un</strong>do, vamos.Interesante. Cada vez más. La cara de <strong>un</strong> ángel, elcuerpo de pecador y ¿además con cerebro? Y <strong>en</strong>cimaquiere la paz m<strong>un</strong>dial.Le dedicas <strong><strong>un</strong>a</strong> sonrisa l<strong>en</strong>ta y prometedora. Diránque eres <strong><strong>un</strong>a</strong> asaltac<strong><strong>un</strong>a</strong>s, pero estás t<strong>en</strong>tada de seguircon esto <strong>un</strong> poco más. Pero antes será mejor que vayasal baño. Si vas a flirtear con <strong>un</strong> veinteañero realm<strong>en</strong>teguapo, más vale que te retoques el maquillaje.* * *Página 15


El baño es <strong>un</strong> oasis de calma suavem<strong>en</strong>te iluminado.Sólo hay <strong><strong>un</strong>a</strong> mujer d<strong>en</strong>tro, además de ti, y está ocupadamaquillándose fr<strong>en</strong>te al espejo.Es, sin duda, <strong><strong>un</strong>a</strong> de las mujeres de aspecto más espectacularque has visto <strong>en</strong> tu vida. Ti<strong>en</strong>e <strong>un</strong> pelo lustrosorecogido <strong>en</strong> lo alto de la cabeza, con grandes buclessujetos con <strong><strong>un</strong>a</strong> peineta de coral. Las cejas casi se lej<strong>un</strong>tan sobre la nariz y ti<strong>en</strong>e <strong>un</strong> l<strong><strong>un</strong>a</strong>r <strong>en</strong> la parte baja dela mejilla. Lleva <strong><strong>un</strong>a</strong> falda larga que le cuelga de las caderasy cuya tela de color joya atrapa la luz. Sin duda es<strong><strong>un</strong>a</strong> pr<strong>en</strong>da vintage, quizás incluso de Val<strong>en</strong>tino. La mujerdesvía la mirada de lo que está haci<strong>en</strong>do y te estudia<strong>en</strong> el espejo antes de sonreír, como si le gustara lo queve. No puedes evitar fijarte <strong>en</strong> sus pechos, <strong>en</strong>salzadospor <strong>un</strong> top de <strong>en</strong>caje ajustado: o bi<strong>en</strong> son inm<strong>un</strong>es a lagravedad o lleva puesto el sujetador de diseño más caroque conoce la condición fem<strong>en</strong>ina.A la luz de su reposada mirada, te si<strong>en</strong>tes <strong>un</strong> pocodesdibujada con tu vestidito negro, como <strong><strong>un</strong>a</strong> palomaque se ha metido por error <strong>en</strong> la jaula de los pavos reales.—Disculpa, estoy acaparando el espejo —se excusa.Hay <strong>en</strong> su voz <strong>un</strong> ligero gruñido, ¿o se trata quizá de <strong>un</strong>leve ac<strong>en</strong>to?—No, no te preocupes, voy a usar el retrete —contestas,sintiéndote incómoda fr<strong>en</strong>te a su elegancia y ser<strong>en</strong>idad.Ella vuelve a sonreírte, y tú huyes, metiéndote <strong>en</strong>Página 16


<strong>un</strong>o de los cubículos con el corazón acelerado. No puedesquitarte ese l<strong><strong>un</strong>a</strong>r de la cabeza.Cuando terminas, te lavas las manos y te reúnes conella delante del espejo para retocarte el maquillaje. Se teha emborronado el lápiz de ojos y no te iría mal <strong>un</strong> pocode pintalabios.—Me <strong>en</strong>canta tu pelo —com<strong>en</strong>ta mi<strong><strong>en</strong>tra</strong>s tú buscas<strong>un</strong> peine <strong>en</strong> el bolso.—Gracias —dices, llevándote <strong><strong>un</strong>a</strong> mano a la cabeza<strong>en</strong> <strong>un</strong> gesto tímido—. Curiosam<strong>en</strong>te, yo mataría por t<strong>en</strong>er<strong>un</strong> pelo como el tuyo.—¿No es eso lo que siempre pasa? —preg<strong>un</strong>ta—.Siempre queremos lo que no t<strong>en</strong>emos. —Te aguanta lamirada durante <strong>un</strong> instante demasiado prolongado, y teasombra verte de pronto imaginándote pasándole lal<strong>en</strong>gua por el l<strong><strong>un</strong>a</strong>r. ¿A qué ha v<strong>en</strong>ido eso?—Espera, ti<strong>en</strong>es <strong>un</strong> poco de… Un mom<strong>en</strong>to, dejaque… —dice, y, volviéndose hacia ti, te sujeta la <strong>bar</strong>billacon firmeza y, con <strong><strong>un</strong>a</strong> servilleta de papel, te limpiael lápiz de ojos emborronado debajo de los ojos. Ti<strong>en</strong>esu rostro tan cerca del tuyo que ap<strong>en</strong>as puedes respirar,pero eres hiperconsci<strong>en</strong>te de su perfume, <strong><strong>un</strong>a</strong> exóticamezcla de especias.Entonces ella busca <strong>en</strong> su bolso <strong>un</strong> lápiz de ojos y<strong><strong>un</strong>a</strong> de esas pequeñas paletas con distintas sombras decolores. La sosti<strong>en</strong>e delante de ti.Página 17


—No te importa, ¿verdad? Cierra los ojos.Sin saber con exactitud lo que espera de ti, haceslo que te pide. Te estremeces <strong>un</strong> poco cuando te pasael lápiz de ojos por el borde de los párpados y usaluego la yema del dedo para retocarlo <strong>un</strong> poco. Acontinuación, repite el proceso, esta vez con <strong><strong>un</strong>a</strong> sombrade ojos de color pizarra y <strong>un</strong> resaltador que contrastacon ella, mezclando delicadam<strong>en</strong>te el fino polvosobre tus párpados y sigui<strong>en</strong>do sobre la zonasuperior del pómulo. El contacto con tu piel es increíblem<strong>en</strong>tesuave y estás empezando a s<strong>en</strong>tirte <strong>un</strong> pocomareada.Cuando aparta la mano, eres presa de <strong><strong>un</strong>a</strong> p<strong>un</strong>zadade pesar.—Ya está —dice—. Eres <strong><strong>un</strong>a</strong> belleza, <strong>chica</strong> —añade,señalando al espejo.Te vuelves a mirarte. Gracias a tus nuevos párpadosde color ahumado, tus ojos parec<strong>en</strong> mucho más grandesde lo que son. Es, sin duda, <strong><strong>un</strong>a</strong> <strong>en</strong>orme mejoría conrespecto a tus esfuerzos de aficionada. Te preg<strong>un</strong>tas <strong>en</strong>toncessi tu misteriosa amiga es modelo.—Me ha parecido que eras la clase de mujer que lovaloraría. Toma. —Alarga el brazo, adornado con <strong>un</strong>montón de pulseras de plata, y cierra tus dedos sobre<strong>un</strong> trozo de papel doblado—. Encantada de conocerte.Espero que v<strong>en</strong>gas —dice, al tiempo que coge el bolso yPágina 18


se dirige a la puerta del baño, contoneando ost<strong>en</strong>siblem<strong>en</strong>telas caderas.—Gracias por maquillarme los ojos —dices, <strong>un</strong> instantedemasiado tarde.En cuanto se va, desdoblas el papel que te ha colado<strong>en</strong> la mano. Es <strong>un</strong> an<strong>un</strong>cio de <strong><strong>un</strong>a</strong> exposición de <strong><strong>un</strong>a</strong>galería cercana. La imag<strong>en</strong> es <strong>un</strong> retrato muy detalladode <strong>un</strong> rostro de mujer, y te das cu<strong>en</strong>ta de que <strong>en</strong> realidades ella mirando al fr<strong>en</strong>te, desafiándote con esos fabulososojos. Pasas el dedo por la palabra «Immaculata»que figura <strong>en</strong> la parte inferior de la página. ¿Será ésesu nombre? ¿El nombre de la exposición? ¿Será ella laartista?Te metes el folleto <strong>en</strong> el bolso y sales al <strong>bar</strong>, pero nohay ni rastro de ella. Debe de haberse marchado.Vuelves a tu taburete, <strong>un</strong> poco triste. Te si<strong>en</strong>tes desprotegida,elegantem<strong>en</strong>te vestida y sin nadie con qui<strong>en</strong>hablar. El guapísimo <strong>bar</strong>man ati<strong>en</strong>de a <strong>un</strong> ruidoso grupo<strong>en</strong> la otra p<strong>un</strong>ta de la <strong>bar</strong>ra, y el tipo int<strong>en</strong>so al quehas conocido hace <strong>un</strong> rato sigue charlando conc<strong><strong>en</strong>tra</strong>docon su colega. Podrías quedarte y tomarte <strong><strong>un</strong>a</strong> últimacopa. O siempre está la opción de la exposición… Seguroque al m<strong>en</strong>os allí servirán canapés.Página 19


Si decides quedarte <strong>en</strong> el <strong>bar</strong>, tomarte otra copay ver qué pasa, ve a la página 21Si decides ir a la galería a ver la exposición,ve a la página 61Página 20


Has decidido quedarte <strong>en</strong> el <strong>bar</strong>,tomarte otra copa y ver qué pasaEl <strong>bar</strong>man con cara angelical vuelve hacia donde tú estáscon la botella de Perrier que ya ni recuerdas haberpedido. Le das las gracias y le <strong>en</strong>vías <strong>un</strong> m<strong>en</strong>saje a Melissa<strong>en</strong> el que le dices que te debe <strong><strong>un</strong>a</strong> por haberte dejadoplantada.—Disculpe —dice <strong><strong>un</strong>a</strong> voz muy prof<strong>un</strong>da. Levantasla mirada de la pantalla del móvil y te <strong>en</strong>cu<strong><strong>en</strong>tra</strong>s con <strong>un</strong>hombre como <strong>un</strong> árbol inm<strong>en</strong>so. Debe de medir al m<strong>en</strong>osdos metros y, como poco, es la mitad de ancho queeso. Lleva <strong>un</strong> traje negro y <strong>un</strong> pequeño cable conectadoa <strong>un</strong> audífono insertado <strong>en</strong> el oído.—No sé si se ha dado cu<strong>en</strong>ta, pero están aquí losSpace Cowboys. —Señala con el pulgar por <strong>en</strong>cima delhombro hacia la zona VIP.—¿Ah, sí? —preg<strong>un</strong>tas, volviéndote de espaldassobre el taburete y estirando el cuello para ver. El séquitodebe de haber llegado mi<strong><strong>en</strong>tra</strong>s estabas <strong>en</strong> elbaño, y ahora la zona VIP está a<strong>bar</strong>rotada. Dos camarerasvan hacia allí con cubiteras de champán, y otrogorila segurata hace guardia a este lado de los cordonesde seguridad, asegurándose de que sólo t<strong>en</strong>ga accesola g<strong>en</strong>te más importante o más guapa. Alcanzas aver a Jerry, el cantante, que lleva a dos <strong>chica</strong>s altas quePágina 21


parec<strong>en</strong> modelos colgadas de los hombros. Ese tipolleva rubias como qui<strong>en</strong> lleva <strong><strong>un</strong>a</strong> chaqueta.—Sí —contesta el guardaespaldas—. Charlie me hapedido que v<strong>en</strong>ga a invitarla a la zona VIP para tomar<strong><strong>un</strong>a</strong> copa con él.—¿En serio? —Estás atónita. Deb<strong>en</strong> de ser los ojosque te ha pintado la mujer del cuarto de baño. Si vuelvesa verla, ti<strong>en</strong>es que acordarte de darle las gracias—. Es elbatería, ¿verdad? —preg<strong>un</strong>tas, mirando a la zona VIPpara ver si puedes verlo. Sí, ahí está, s<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> <strong>un</strong> sofáde cuero j<strong>un</strong>to al guitarrista, cuyo nombre no recuerdas.Cruzáis <strong><strong>un</strong>a</strong> miradita, él sonríe y levanta la mano.Te si<strong>en</strong>tas muy tiesa y alargas la mano hacia tu Perrier,lam<strong>en</strong>tando no t<strong>en</strong>er nada más fuerte.—Me si<strong>en</strong>to muy halagada —dices—, pero dile aCharlie de los Space Cowboys que, si quiere que metome algo con él, ya puede mover el culo y bajar al m<strong>un</strong>doreal con la plebe para pedírmelo <strong>en</strong> persona, <strong>en</strong> vezde mandar a su guardaespaldas a que le haga el trabajosucio. ¡No te lo tomes a mal! —añades rápidam<strong>en</strong>te alelefante de la sala.—No te preocupes —–dice el hombretón, y te parecedetectar <strong><strong>un</strong>a</strong> pequeña sonrisa <strong>en</strong> las comisuras de suslabios—. Pero ¿sabes quién es, verdad?—Por mí, como si es el jodido príncipe Guillermo—respondes—. Dile que, si quiere, ya sabe dónde <strong>en</strong>-Página 22


contrarme. —Te inclinas luego hasta sortear al gigante,vuelves a cruzar <strong><strong>un</strong>a</strong> mirada con Charlie, <strong>en</strong> la otra p<strong>un</strong>tade la sala, esbozas tu sonrisa más malvadam<strong>en</strong>te sexyy levantas tu copa como haci<strong>en</strong>do <strong>un</strong> brindis.—De acuerdo —dice el hombre montaña, esta vezcon <strong><strong>un</strong>a</strong> incontestable sonrisa.Te vuelves de cara a la <strong>bar</strong>ra, con <strong>un</strong> ligero temblor<strong>en</strong> las manos.La zona VIP se refleja <strong>en</strong> el espejo que está detrás dela <strong>bar</strong>ra, y, si giras <strong>un</strong> poco la cabeza, alcanzas a ver loque allí ocurre. Ves cómo el segurata regresa hasta allí yse inclina a susurrarle algo al oído al batería. Al principio,éste arquea las cejas; luego parece atónito, y despuéste mira. Tú actúas como si aquello no fuera contigo, perote aseguras de estar s<strong>en</strong>tada muy tiesa y con la tripa metida.Charlie se echa hacia atrás y rompe a reír. Seg<strong>un</strong>dosmás tarde, se levanta del sofá de cuero y tu estómagohace <strong><strong>un</strong>a</strong> voltereta hacia atrás al ver cómo su reflejo salede la zona VIP y avanza hacia el <strong>bar</strong>. Se acerca a ti. Serámejor que practiques tu cara de sorpr<strong>en</strong>dida.La mayoría de la g<strong>en</strong>te prefiere a los cantantes de losgrupos, pero hay algo <strong>en</strong> los baterías que siempre te hallamado la at<strong>en</strong>ción. Puede que sea porque suel<strong>en</strong> serlos chicos malos. Charlie ti<strong>en</strong>e el pelo largo que le cae <strong>en</strong><strong>un</strong> flequillo mal cortado sobre <strong>un</strong> ojo. Es alto y delgadoy lleva el brazo cubierto de tatuajes. Uno de ellos ti<strong>en</strong>ePágina 23


<strong><strong>un</strong>a</strong> frase garabateada <strong>en</strong> toda su ext<strong>en</strong>sión. El vello dela nuca se te eriza como <strong>un</strong> trigal al imaginarte pasándole<strong>un</strong> dedo sobre las letras del tatuaje.—Hola —dice, inclinándose sobre la <strong>bar</strong>ra a tu lado.Exti<strong>en</strong>de la mano—. Encantado. Soy El jodido príncipeGuillermo.A pesar de que habías planeado hacerte la interesante,no puedes evitarlo: te echas a reír. Le estrechas lamano, consci<strong>en</strong>te de que ti<strong>en</strong>es la palma húmeda. Tusdedos quedan <strong>en</strong>gullidos al instante <strong>en</strong>tre los suyos.—¡Ti<strong>en</strong>es <strong><strong>un</strong>a</strong>s manos <strong>en</strong>ormes! —sueltas, y acto seguidote maldices por haber p<strong>en</strong>sado <strong>en</strong> voz alta.—Ah —dice, ext<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do las manos y examinándolascon det<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to—. Ya sabes lo que dic<strong>en</strong> de loshombres con las manos grandes, ¿no?Te sonrojas al instante.—Huy, ¡a ver lo que se te habrá pasado por la cabeza,mal p<strong>en</strong>sada! Me refería a que son grandes baterías.—Ah, ¿eso es lo que dic<strong>en</strong>? —Con <strong>un</strong> rep<strong>en</strong>tinoarrebato de valor, le coges <strong><strong>un</strong>a</strong> mano y la sosti<strong>en</strong>es <strong>en</strong>tretus palmas—. En serio, ti<strong>en</strong>es las manos más grandesque he visto. ¿No has p<strong>en</strong>sado <strong>en</strong> ponerte <strong>en</strong> contactocon los del Libro Guinness de los récords? Y, siésta es tu línea de la vida, vas a estar por aquí muchotiempo —com<strong>en</strong>tas, volviéndole <strong><strong>un</strong>a</strong> mano y trazandocon suavidad la línea con el dedo.Página 24


—Deberías verme los pies —insinúa. Luego se gira ypasea la mirada por la <strong>bar</strong>ra—. De modo que así es comomata el tiempo la plebe, ¿eh?—Bi<strong>en</strong>v<strong>en</strong>ido al m<strong>un</strong>do real. No suele pasarme quealgui<strong>en</strong> me aborde <strong>en</strong> nombre de otro. En cierto modo,me ha recordado a mis años <strong>en</strong> el colegio.—Ti<strong>en</strong>es razón, ha sido <strong>un</strong> poco arrogante por miparte. ¿Qué tal si dejas que te invite a <strong><strong>un</strong>a</strong> copa paracomp<strong>en</strong>sarte? Pero quizá necesite recuperar la mano,a<strong>un</strong>que sólo sea para pagar.Te das cu<strong>en</strong>ta de que todavía sigues agarrándole lamano, y la sueltas de golpe como si fuera <strong>un</strong> ascua ardi<strong>en</strong>do.Si<strong>en</strong>tes la cabeza ligera y burbujeante como elchampán.—Sería g<strong>en</strong>ial, gracias.Charlie tamborilea <strong>un</strong> ritmo rápido sobre la <strong>bar</strong>ra.El jov<strong>en</strong> <strong>bar</strong>man se acerca e int<strong>en</strong>ta disimular su alucine<strong>en</strong> cuanto se da cu<strong>en</strong>ta de quién es:—¿Qué te pongo?Charlie se vuelve a mirarte con <strong>un</strong> destello de malicia<strong>en</strong> los ojos.—Dos lingotazos de tequila dorado. Con naranja, nocon limón.Cuando vas a protestar y decirle que estás bebi<strong>en</strong>dovino espumoso y no tequila, él arquea <strong><strong>un</strong>a</strong> ceja sin dejarde mirarte y, <strong>en</strong> ese mom<strong>en</strong>to, tomas consci<strong>en</strong>cia de quePágina 25


estás a p<strong>un</strong>to de tomarte <strong>un</strong> tequila con el batería de losSpace Cowboys. Es, con seguridad, <strong>un</strong>o de los chicosmás atractivos del <strong>bar</strong>, quizás incluso del país, y <strong>en</strong>cimati<strong>en</strong>e esas manos, esas manos <strong>en</strong>ormes y sexys, y quieretomarse <strong>un</strong> tequila contigo. Éste es, sin duda, <strong>un</strong>o deesos mom<strong>en</strong>tos «a través del espejo» que ocurr<strong>en</strong> sólo<strong><strong>un</strong>a</strong> vez <strong>en</strong> la vida. Uno de esos <strong>en</strong> los que o aprovechasla ocasión y haces <strong><strong>un</strong>a</strong> pequeña locura o, por el contrario,no la haces, y lo más probable es que lo lam<strong>en</strong>tesdurante el resto de tu vida.¿Deberías aceptar la invitación?, te preg<strong>un</strong>tas. Sabesexactam<strong>en</strong>te el efecto que el tequila provoca <strong>en</strong> ti, sobretodo después del vino espumoso: todas tus inhibicionessal<strong>en</strong> volando por la v<strong>en</strong>tana. Si te em<strong>bar</strong>cas por esas<strong>en</strong>da, probablem<strong>en</strong>te no haya vuelta atrás.Al p<strong>en</strong>sar <strong>en</strong> la posibilidad de <strong><strong>un</strong>a</strong> noche loca con él,algo se <strong>en</strong>coge <strong>en</strong> tu interior. Sonríes a Charlie y asi<strong>en</strong>tescasi imperceptiblem<strong>en</strong>te, int<strong>en</strong>tando parecer ser<strong>en</strong>a mi<strong><strong>en</strong>tra</strong>spor d<strong>en</strong>tro chisporroteas como <strong><strong>un</strong>a</strong> ristra de fuegosartificiales chinos. Te preg<strong>un</strong>tas qué ha sido de tu señorInt<strong>en</strong>so, el tipo mayor y afable. No puede ser más distintode Charlie.Mi<strong><strong>en</strong>tra</strong>s sigues debatiéndote, el <strong>bar</strong>man sirve loslingotazos y coloca media rodaja de naranja <strong>en</strong> el bordede cada vaso. Charlie desliza el tuyo hacia ti y levanta elsuyo, desafiándote a <strong>un</strong> brindis.Página 26


Si quieres tomarte <strong>un</strong> tequila con <strong><strong>un</strong>a</strong> estrella del rock,ve a la página 28Si no quieres tomarte <strong>un</strong> tequila con <strong><strong>un</strong>a</strong> estrella del rock,ve a la página 52Página 27


Has decidido tomarte <strong>un</strong> tequilacon <strong><strong>un</strong>a</strong> estrella del rock¿Por qué no? Tampoco es que te vayas a casar con él.Nadie está p<strong>en</strong>sando <strong>en</strong> <strong>un</strong> jardincito con su verja demadera blanca ni tampoco <strong>en</strong> <strong>un</strong> cu<strong>en</strong>to de hadas confinal feliz. Lo tomas por lo que es. Si juegas bi<strong>en</strong> tuscartas, puede que esto se convierta <strong>en</strong> <strong>un</strong> «y fueron felicesy comieron perdices» hasta el amanecer.—Por el jodido príncipe Guillermo —dice Charlie,<strong>en</strong>trechocando su vaso contra el tuyo. Te lo tomas de <strong>un</strong>trago, contray<strong>en</strong>do la cara cuando el licor te quema laboca y si<strong>en</strong>tes el ardor bajándote por la garganta, antes dechupar la naranja para mitigar la quemazón del tequila.Charlie se ríe al verte la cara y estampa su vaso vacío contrala <strong>bar</strong>ra, chupando él también su rodaja de naranja.—¿Has probado alg<strong><strong>un</strong>a</strong> vez <strong>un</strong> «trago de cuerpo»?Niegas con la cabeza mi<strong><strong>en</strong>tra</strong>s si<strong>en</strong>tes <strong><strong>un</strong>a</strong> descargade calor cuando el tequila se expande por tu cuerpo.Se acerca <strong>un</strong> poco a ti. De algún modo, consigueexudar sexo por cada <strong>un</strong>o de sus poros —se te ocurreque hasta huele a sexo—, sexo y tequila. Estira <strong>un</strong> brazoy te aparta <strong>un</strong> mechón de pelo de la cara, pasándotelopor detrás de la oreja. Te estremeces al s<strong>en</strong>tir su contactoy casi no puedes apartar los ojos de él… Prácticam<strong>en</strong>tesi<strong>en</strong>tes cómo todo su cuerpo irradia calor.Página 28


—Las reglas para <strong>un</strong> «trago de cuerpo» son muys<strong>en</strong>cillas —dice, inclinándose hacia ti, <strong><strong>un</strong>a</strong> vez máscon esa sonrisa cómplice. Estás tan cerca de él quecasi puedes besarlo—. Yo sujeto la naranja con la bocay tú puedes poner la sal <strong>en</strong> la parte de mi cuerpo queelijas, ¿de acuerdo? Luego me lames la sal, te tomas eltrago y me muerdes la naranja de la boca. ¿Te apetecepro<strong>bar</strong>?No te fías de lo que eres capaz de decir y te limitas aas<strong>en</strong>tir. Se te han mojado las bragas de golpe al p<strong>en</strong>sar<strong>en</strong> lamerle el cuerpo.—Otros cuatro tequilas, amigo —le pide Charlie al<strong>bar</strong>man—, y esta vez vamos a necesitar <strong>un</strong> poco de sal.¿Cuatro? ¿En qué lío te estás meti<strong>en</strong>do?El <strong>bar</strong>man sirve los lingotazos y te los pone delante.Charlie coge el salero y te lo da.—Tú primero —dice, con <strong>un</strong> destello desafiante <strong>en</strong>la mirada—. ¿Qué parte de mi cuerpo quieres?Te tomas tu tiempo para recorrerlo con los ojos,pero esta decisión es fácil: ti<strong>en</strong>e que ser ese brazo musculosoy fibrado de batería.—Dame el brazo —dices. Te quedas impresionadaal oír lo segura que su<strong>en</strong>a tu voz. Si<strong>en</strong>tes tus pezonesduros y prietos, rozando contra el <strong>en</strong>caje del sujetador.Charlie sonríe <strong>en</strong> señal de aprobación y coge <strong><strong>un</strong>a</strong> rodajade naranja, atrapando la piel <strong>en</strong>tre sus di<strong>en</strong>tes per-Página 29


fectos y mostrando la pulpa de la fruta, esperándote.Luego exti<strong>en</strong>de el brazo izquierdo hacia ti, el que llevala inscripción.Ti<strong>en</strong>des la mano hacia el brazo. Notas la piel cali<strong>en</strong>tebajo las yemas de los dedos. Mant<strong>en</strong>iéndole la mirada,dibujas <strong><strong>un</strong>a</strong> banda de sal sobre su antebrazo. Bajas lacabeza y, sin dejar de mirarlo, lames la sal del brazo trazando<strong><strong>un</strong>a</strong> línea, pegando la l<strong>en</strong>gua a la piel y ext<strong>en</strong>diéndolatodo lo que puedes para así saborear la mayorcantidad posible de piel. Luego retrocedes, preparadapara <strong>un</strong> seg<strong>un</strong>do lametón y para asegurarte de que no tehas dejado ni <strong>un</strong> solo grano de sal. Charlie sabe muybi<strong>en</strong>, a sudor y almizcle.Ti<strong>en</strong>e los ojos muy abiertos y se le dilatan las pupilasmi<strong><strong>en</strong>tra</strong>s ve avanzar tu l<strong>en</strong>gua por su brazo. Luego cogesel lingotazo y te lo bebes de <strong>un</strong> trago, y él se inclinahacia delante para que puedas morder la rodaja de naranjaque ti<strong>en</strong>e atrapada <strong>en</strong>tre los di<strong>en</strong>tes. Le agarras lanuca con la mano y tiras de él hacia ti. Si<strong>en</strong>tes su bocapegada a la tuya cuando muerdes la naranja.Le sueltas el brazo y él deja caer su mano inm<strong>en</strong>sasobre tu pierna, dándole <strong>un</strong> suave apretón. El tequila,su proximidad, su mano <strong>en</strong> tu muslo y su sabor te provocan<strong>un</strong> estremecimi<strong>en</strong>to. Te inclinas <strong>un</strong> poco haciaatrás, haci<strong>en</strong>do <strong>un</strong> mohín debido a la acidez de la naranja,que m<strong>en</strong>gua la int<strong>en</strong>sidad del tequila.Página 30


—Me toca —dice Charlie, mirándote a los ojos y relamiéndoselos labios. Estás tan mojada que, si te tocaraahora mismo, aquí mismo, probablem<strong>en</strong>te te correrías<strong>en</strong> cuestión de seg<strong>un</strong>dos.—Creo que quiero tu cuello —sugiere despacio, sinquitarte la vista de <strong>en</strong>cima. Tragas saliva cuando él alargala mano y te aparta el pelo del hombro, acariciándoteel cuello con los dedos—. Justo aquí —ord<strong>en</strong>a. Se teeriza la piel de todo el cuerpo y él se inclina, acercándosea ti <strong>un</strong> poco más.Asi<strong>en</strong>tes, al tiempo que tu piel desea seguir disfrutandodel contacto de esos dedos fuertes y diestros. Ladeasla cabeza para facilitarle la maniobra. Te sujetael cuello con la otra mano y empieza a lamerte desde elhueco de la clavícula y sube por el cuello para terminarjusto debajo de la oreja. Luego se aparta y te pone lanaranja <strong>en</strong>tre los di<strong>en</strong>tes, a p<strong>un</strong>to para su boca. Echa la saldibujando <strong><strong>un</strong>a</strong> línea sobre la piel mojada; te sujeta consuavidad los brazos contra los costados y lame la bandade sal, empezando por el hueco del cuello y el hombro<strong><strong>un</strong>a</strong> vez más y pasando su l<strong>en</strong>gua cali<strong>en</strong>te hacia arriba,lamiéndote la sal de la piel. Si no para pronto, es muyposible que vayas a correrte sólo por el contacto de sul<strong>en</strong>gua <strong>en</strong> tu cuello.—Creo que me he dejado <strong>un</strong> trozo sin lamerte —temasculla al oído. Baja de nuevo hasta el borde de tu cla-Página 31


vícula y recorre con pequeños mordiscos la piel, subi<strong>en</strong>dopor tu cuello <strong><strong>un</strong>a</strong> vez más. Crees que vas a desmayartesimplem<strong>en</strong>te por el <strong>en</strong>orme placer que te provoca.Satisfecho y conv<strong>en</strong>cido de haberte lamido minuciosam<strong>en</strong>te,Charlie se toma el tequila y tira nuevam<strong>en</strong>te de tihacia él para morder la naranja que sujetas <strong>en</strong>tre losdi<strong>en</strong>tes. Pega su boca a la tuya y saboreas la sal y el tequila<strong>en</strong> sus labios.Antes de lo esperado, se separa de ti.—¿Qué te parece si vamos a mi hotel y descubrimos<strong><strong>un</strong>a</strong>s cuantas concavidades más interesantes de nuestroscuerpos de las que tomar tequila? —propone, estampandosu vaso vacío contra la <strong>bar</strong>ra.Página 32


Si te vas a la habitación de hotel de la estrella del rockpara pro<strong>bar</strong> los «tragos de cuerpo», ve a la página 34Si decides pasar de la estrella del rock, ve a la página 52Página 33


Una novela inusual, erótica, s<strong>en</strong>sual y apasionada.Despertarás tus instintos a medida que vayasseleccionado lo que quieres que suceda. Muycargado de int<strong>en</strong>sas s<strong>en</strong>saciones como: deseo,excitación, lujuria, curiosidad, desconcierto yfascinación.Pero sobretodo, este es <strong>un</strong> relato interactivo quedespertará tus más bajas pasiones. Atrévete aexplorar <strong>en</strong> la humedad de tus deseos másíntimos.facebook/<strong><strong>un</strong>a</strong><strong>chica</strong><strong><strong>en</strong>tra</strong><strong>en</strong><strong>un</strong><strong>bar</strong>

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!