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El ahogado más hermoso - tatespanish.com

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Gabriel García Márquez(Aracata, Colombia 1928—)EL AHOGADO 1 MÁS HERMOSO DEL MUNDOLOS PRIMEROS NIÑOS que vieron el promontorio 2oscuro y sigiloso que se acercaba por el mar, se hicieron lailusión de que era un barco enemigo. Después vieron que nollevaba banderas ni arboladura 3 , y pensaron que fuera unaballena. Pero cuando quedó varado 4 en la playa le quitaronlos matorrales de sargazos, los filamentos de medusas y losrestos de cardúmenes y naufragios que llevaba encima, y sóloentonces descubrieron que era un <strong>ahogado</strong>.Habían jugado con él toda la tarde, enterrándolo ydesenterrándolo en la arena, cuando alguien los vio porcasualidad y dio la voz de alarma en el pueblo. Los hombresque lo cargaron hasta la casa más próxima notaron quepesaba más que todos los muertos conocidos, casi tanto<strong>com</strong>o un caballo, y se dijeron que tal vez había estadodemasiado tiempo a la deriva y el agua se le había metidodentro de los huesos. Cuando lo tendieron en el suelo vieron1 <strong>ahogado</strong> = m. y f. Persona que ha fallecido por falta de respiración,especialmente en el agua:2 promontorio = m. <strong>El</strong>evación rocosa de altura considerable que avanza hacia elmar.3 arboladura = f. mar. Conjunto de palos y vergas de un buque4 varar = intr. Encallar y quedar detenidos una embarcación o algún animalmarino en aguas poco profundas o en un obstáculo.que había sido mucho más grande que todos los hombres,pues apenas si cabía en la casa, pero pensaron que tal vez lafacultad de seguir creciendo después de la muerte estaba enla naturaleza de ciertos <strong>ahogado</strong>s. Tenía el olor del mar, ysólo la forma permitía suponer que era el cadáver de un serhumano, porque su piel estaba revestida de una coraza derémora y de lodo.No tuvieron que limpiarle la cara para saber que era unmuerto ajeno. <strong>El</strong> pueblo tenía apenas unas veinte casas detablas, con patios de piedras sin flores, desperdigadas en elextremo de un cabo desértico. La tierra era tan escasa, quelas madres andaban siempre con el temor de que el viento sellevara a los niños, y a los muertos que les iban causando losaños tenían que tirarlos en los acantilados. 5 Pero el mar eramanso y pródigo, y todos los hombres cabían en siete botes.Así que cuando se encontraron el <strong>ahogado</strong> les bastó conmirarse los unos a los otros para darse cuenta de que estaban<strong>com</strong>pletos.Aquella noche no salieron a trabajar en el mar.Mientras los hombres averiguaban si no faltaba alguien enlos pueblos vecinos, las mujeres se quedaron cuidando al<strong>ahogado</strong>. Le quitaron el lodo 6 con tapones de esparto, ledesenredaron del cabello los abrojos submarinos y lerasparon la rémora con fierros de escamar pescados. Amedida que lo hacían, notaron que su vegetación era de5 acantilado = adj. y m. [Costa] rocosa cortada verticalmente.6 lodo = m. Mezcla de tierra y agua, especialmente la que resulta de las lluviasen el suelo.


océanos remotos y de aguas profundas, y que sus ropasestaban en piltrafas, <strong>com</strong>o si hubiera navegado por entrelaberintos de corales. Notaron también que sobrellevaba lamuerte con altivez 7 , pues no tenía el semblante solitario delos otros <strong>ahogado</strong>s del mar, ni tampoco la catadura sórdiday menesterosa de los <strong>ahogado</strong>s fluviales 8 . Pero solamentecuando acabaron de limpiarlo tuvieron conciencia de la clasede hombre que era, y entonces se quedaron sin aliento. Nosólo era el más alto, el más fuerte, el más viril y el mejorarmado que habían visto jamás, sino que todavía cuando loestaban viendo no les cabía en la imaginación.No encontraron en el pueblo una cama bastante grandepara tenderlo ni una mesa bastante sólida para velarlo. No levinieron los pantalones de fiesta de los hombres más altos, nilas camisas dominicales de los más corpulentos, ni loszapatos del mejor plantado. Fascinadas por su desproporcióny su hermosura, las mujeres decidieron entonces hacerleunos pantalones con un pedazo de vela 9 cangreja, y unacamisa de bramante de novia, para que pudiera continuar sumuerte con dignidad. Mientras cosían sentadas en círculo,contemplando el cadáver entre puntada y puntada, lesparecía que el viento no había sido nunca tan tenaz ni elCaribe había estado nunca tan ansioso <strong>com</strong>o aquella noche,y suponían que esos cambios tenían algo que ver con el7 altivez = f. Orgullo, soberbia8 fluvial = adj. De los ríos o relativo a ellos.9 vela = f. Pieza de lona o lienzo fuerte que, atada a las vergas, recibe el vientoque impulsa la nave:muerto. Pensaban que si aquel hombre magnífico hubieravivido en el pueblo, su casa habría tenido las puertas másanchas, el techo más alto y el piso más firme, y el bastidor desu cama habría sido de cuadernas maestras con pernos dehierro, y su mujer habría sido la más feliz. Pensaban quehabría tenido tanta autoridad que hubiera sacado los pecesdel mar con sólo llamarlos por sus nombres, y habría puestotanto empeño en el trabajo que hubiera hecho brotarmanantiales 10 de entre las piedras más áridas y hubierapodido sembrar flores en los acantilados. Lo <strong>com</strong>pararonen secreto con sus propios hombres, pensando que no seríancapaces de hacer en toda una vida lo que aquél era capaz dehacer en una noche, y terminaron por repudiarlos en elfondo de sus corazones <strong>com</strong>o los seres más escuálidos ymezquinos de la tierra. Andaban extraviadas por esosdédalos de fantasía, cuando la más vieja de las mujeres, quepor ser la más vieja había contemplado al <strong>ahogado</strong> conmenos pasión que <strong>com</strong>pasión, suspiró:—Tiene cara de llamarse Esteban.Era verdad. A la mayoría le bastó con mirarlo otra vezpara <strong>com</strong>prender que no podía tener otro nombre. Las másporfiadas, que eran las más jóvenes, se mantuvieron con lailusión de que al ponerle la ropa, tendido entre flores y conunos zapatos de charol, pudiera llamarse Lautaro. Pero fueuna ilusión vana. <strong>El</strong> lienzo resultó escaso, los pantalones malcortados y peor cosidos le quedaron estrechos, y las fuerzas10 manantial = m. Nacimiento de las aguas.


ocultas de su corazón hacían saltar los botones de la camisa.Después de la media noche se adelgazaron los silbidos delviento y el mar cayó en el sopor del miércoles. <strong>El</strong> silencioacabó con las últimas dudas: era Esteban. Las mujeres que lohabían vestido, las que lo habían peinado, las que le habíancortado las uñas y raspado la barba no pudieron reprimir unestremecimiento de <strong>com</strong>pasión cuando tuvieron queresignarse a dejarlo tirado por los suelos. Fue entoncescuando <strong>com</strong>prendieron cuánto debió haber sido de infelizcon aquel cuerpo des<strong>com</strong>unal, si hasta después de muerto leestorbaba 11 . Lo vieron condenado en vida a pasar de mediolado por las puertas, a descalabrarse con los travesaños, apermanecer de pie en las visitas sin saber qué hacer con sustiernas y rosadas manos de buey de mar, mientras la dueñade casa buscaba la silla más resistente y le suplicaba muertade miedo siéntese aquí Esteban, hágame el favor, y élrecostado contra las paredes, sonriendo, no se preocupeseñora, así estoy bien, con los talones en carne viva y lasespaldas escaldadas de tanto repetir lo mismo en todas lasvisitas, no se preocupe señora, así estoy bien, sólo para nopasar vergüenza de desbaratar la silla, y acaso sin habersabido nunca que quienes le decían no te vayas Esteban,espérate siquiera hasta que hierva el café, eran los mismosque después susurraban ya se fue el bobo grande, qué bueno,ya se fue el tonto <strong>hermoso</strong>. Esto pensaban las mujeres frenteal cadáver un poco antes del amanecer. Más tarde, cuando le11 estorbar = tr. Poner un obstáculo a la ejecución de algo.taparon la cara con un pañuelo para que no le molestara laluz, lo vieron tan muerto para siempre, tan indefenso, tanparecido a sus hombres, que se les abrieron las primerasgrietas de lágrimas en el corazón. Fue una de las más jóvenesla que empezó a sollozar. Las otras, asentándose entre sí,pasaron de los suspiros a los lamentos, y mientras mássollozaban más deseos sentían de llorar, porque el <strong>ahogado</strong>se les iba volviendo cada vez más Esteban, hasta que lolloraron tanto que fue el hombre más desvalido de la tierra,el más manso y el más servicial, el pobre Esteban. Así quecuando los hombres volvieron con la noticia de que el<strong>ahogado</strong> no era tampoco de los pueblos vecinos, ellassintieron un vacío de júbilo entre las lágrimas.—¡Bendito sea Dios —suspiraron—: es nuestro!Los hombres creyeron que aquellos aspavientos 12 noeran más que frivolidades de mujer. Cansados de lastortuosas averiguaciones de la noche, lo único que queríanera quitarse de una vez el estorbo del intruso antes de queprendiera el sol bravo de aquel día árido y sin viento.Improvisaron unas angarillas 13 con restos de trinquetes ybotavaras, y las amarraron con carlingas de altura, para que12 aspavientos = m. Demostración aparatosa y exagerada de un sentimiento.Más en pl.13 angarillas = f. pl. Armazón formado por dos barras paralelas unidas por unatabla transversal, que sirve para transportar a mano materiales para edificios yotras cosas:


esistieran el peso del cuerpo hasta los acantilados.Quisieron encadenarle a los tobillos un ancla de buquemercante para que fondeara sin tropiezos 14 en los maresmás profundos donde los peces son ciegos y los buzos semueren de nostalgia, de manera que las malas corrientes nofueran a devolverlo a la orilla, <strong>com</strong>o había sucedido con otroscuerpos. Pero mientras más se apresuraban, más cosas se lesocurrían a las mujeres para perder el tiempo. Andaban <strong>com</strong>ogallinas asustadas picoteando amuletos de mar en losarcones, unas estorbando aquí porque querían ponerle al<strong>ahogado</strong> los escapularios del buen viento, otrasestorbando allá para abrocharse una pulsera deorientación, y al cabo de tanto quítate de ahí mujer, pontedonde no estorbes, mira que casi me haces caer sobre eldifunto, a los hombres se les subieron al hígado lassuspicacias y empezaron a rezongar que con qué objeto tantaferretería de altar mayor para un forastero, si por muchosestoperoles y calderetas que llevara encima se lo iban amasticar los tiburones, pero ellas seguían tripotando 15 susreliquias de pacotilla, llevando y trayendo, tropezando,mientras se les iba en suspiros lo que no se les iba enlágrimas, así que los hombres terminaron pordespotricar 16 que de cuándo acá semejante alboroto por unmuerto al garete, un <strong>ahogado</strong> de nadie, un fiambre de14 tropezar = intr. Dar con los pies en algún obstáculo, perdiendo el equilibrio.15 tripotando = arreglando16 despotricar = intr. Dar con los pies en algún obstáculo, perdiendo elequilibrio.mierda. Una de las mujeres, mortificada por tanta insolencia,le quitó entonces al cadáver el pañuelo 17 de la cara, ytambién los hombres se quedaron sin aliento.Era Esteban. No hubo que repetirlo para que loreconocieran. Si les hubieran dicho Sir Walter Raleigh,quizás, hasta ellos se habrían impresionado con su acento degringo, con su guacamayo en el hombro, con su arcabuz dematar caníbales, pero Esteban solamente podía ser uno en elmundo, y allí estaba tirado <strong>com</strong>o un sábalo, sin botines, conunos pantalones de sietemesino y esas uñas rocallosas quesólo podían cortarse a cuchillo. Bastó con que le quitaran elpañuelo de la cara para darse cuenta de que estabaavergonzado, de que no tenía la culpa de ser tan grande, nitan pesado ni tan <strong>hermoso</strong>, y si hubiera sabido que aquelloiba a suceder habría buscado un lugar más discreto paraahogarse, en serio, me hubiera amarrado yo mismo unáncora de galón en el cuello y hubiera trastabillado <strong>com</strong>oquien no quiere la cosa en los acantilados, para no andarahora estorbando con este muerto de miércoles, <strong>com</strong>oustedes dicen, para no molestar a nadie con esta porqueríade fiambre que no tiene nada que ver conmigo. Había tantaverdad en su modo de estar, que hasta los hombres mássuspicaces, los que sentían amargas las minuciosas nochesdel mar temiendo que sus mujeres se cansaran de soñar conellos para soñar con los <strong>ahogado</strong>s, hasta ésos, y otros más17 pañuelo = m. Trozo de tela o papel cuadrado,utilizado para diferentes usos,p.ej.,para limpiarse la nariz.


duros, se estremecieron en los tuétanos 18 con la sinceridadde Esteban.Fue así <strong>com</strong>o le hicieron los funerales más espléndidosque podían concebirse para un <strong>ahogado</strong> expósito. Algunasmujeres que habían ido a buscar flores en los pueblosvecinos regresaron con otras que no creían lo que lescontaban, y éstas se fueron por más flores cuando vieron almuerto, y llevaron más y más, hasta que hubo tantas flores ytanta gente que apenas si se podía caminar. A última hora lesdolió devolverlo huérfano a las aguas, y le eligieron un padrey una madre entre los mejores, y otros se le hicieronhermanos, tíos y primos, así que a través de él todos loshabitantes del pueblo terminaron por ser parientes entre sí.Algunos marineros que oyeron el llanto a distancia perdieronla certeza del rumbo, y se supo de uno que se hizo amarrar alpalo mayor, recordando antiguas fábulas de sirenas.Mientras se disputaban el privilegio de llevarlo en hombrospor la pendiente escarpada de los acantilados, hombres ymujeres tuvieron conciencia por primera vez de la desolaciónde sus calles, la aridez de sus patios, la estrechez de sussueños, frente al esplendor y la hermosura de su <strong>ahogado</strong>.Lo soltaron sin ancla 19 , para que volviera si quería, y cuandolo quisiera, y todos retuvieron el aliento durante la fracciónde siglos que demoró la caída del cuerpo hasta el abismo. Notuvieron necesidad de mirarse los unos a los otros para darsecuenta de que ya no estaban <strong>com</strong>pletos, ni volverían a estarlojamás. Pero también sabían que todo sería diferente desdeentonces, que sus casas iban a tener las puertas más anchas,los techos más altos, los pisos más firmes, para que elrecuerdo de Esteban pudiera andar por todas partes sintropezar con los travesaños, y que nadie se atreviera asusurrar en el futuro ya murió el bobo grande, qué lástima,ya murió el tonto <strong>hermoso</strong>, porque ellos iban a pintar lasfachadas de colores alegres para eternizar la memoria deEsteban, y se iban a romper el espinazo excavandomanantiales en las piedras y sembrando flores en losacantilados, para que los amaneceres de los años venturoslos pasajeros de los grandes barcos despertaran sofocadospor un olor de jardines en altamar, y el capitán tuviera quebajar de su alcázar con su uniforme de gala, con suastrolabio, su estrella polar y su ristra de medallas de guerra,y señalando el promontorio de rosas en el horizonte delCaribe dijera en catorce idiomas: miren allá, donde el vientoes ahora tan manso que se queda a dormir debajo de lascamas, allá, donde el sol brilla tanto que no saben haciadónde girar los girasoles, sí, allá, es el pueblo de Esteban.18 tuétano = m. Sustancia blanca contenida dentro de los huesos.19 ancla = f. Instrumento de hierro, en forma de arpón o anzuelo doble, quesirve para sujetar las naves al fondo del mar:

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