496 Isab<strong>el</strong> de Torres Ramírezalusión a la parte positiva que puede t<strong>en</strong>er <strong>el</strong> <strong>org</strong>ullo que, como reza la definición que cité al principiode esta exposición, «a veces es disimulabíe por nacer de causas nobles y virtuosas».Corno es bi<strong>en</strong> sabido, contra soberbia, humildad. La humildad es la virtud que ayuda a superar <strong>el</strong>mal hábito de la soberbia. El DRAE define humildad como la "Virtud cristiana que consiste <strong>en</strong> <strong>el</strong>conocimi<strong>en</strong>to de nuestra bajez y miseria y <strong>en</strong> obrar conforme a él». El <strong>refranero</strong> no contradice estadescripción lexicográfica cuando recomi<strong>en</strong>da: Mira adonde vas, pero no te olvides de dónde vi<strong>en</strong>es,o cuando afirma que Todos nacemos desnudos. Son características de la persona humilde lasinceridad: Cada uno v<strong>en</strong>da lo que pregone, y a más no se <strong>en</strong>tone; la llaneza: Cuanto más grandeza,más llaneza-, la modestia: Lo que mucho vale, de so tierra nace; D<strong>en</strong>tro de la concha está la perla,aunque no puedas verla2; la dignidad: Ni por rico le realces, ni por pobre te rebajes; Cada cual <strong>en</strong> susitial, y la paci<strong>en</strong>cia: Humildad y paci<strong>en</strong>cia, ambas van por una s<strong>en</strong>da,El ser humilde ti<strong>en</strong>e v<strong>en</strong>tajas e inconv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes que <strong>el</strong> <strong>refranero</strong> se <strong>en</strong>carga de <strong>en</strong>umerar. Porejemplo, se indica que Cuanto más uno se humilla, tanto más Dios le sublima; Qui<strong>en</strong> vive oscuro viveseguro, la dorada mediocridad de los clásicos; Siéntate <strong>en</strong> tu lugar, no te harán levantar, de hondaraigambre evangélica... Pero se advierte igualm<strong>en</strong>te que Fray modesto nunca llegó a Prior; A qui<strong>en</strong>se hace cordero, <strong>el</strong> lobo se lo come o Haceos mi<strong>el</strong>, y os comerán las moscas... Quizá la clave esté <strong>en</strong>Doblar, pero no quebrar, lo dejo a su consideración, pues es preciso pasar ya a tratar de la <strong>en</strong>vidia.LA ENVIDIALa <strong>en</strong>vidia ocupa también un lugar de honor <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro de los <strong>siete</strong> <strong>pecados</strong> <strong>capitales</strong>. Además,según muchos autores, es nada m<strong>en</strong>os que nuestro vicio nacional. El DRAE la define así <strong>en</strong> suacepción primera: «Tristeza o pesar d<strong>el</strong> bi<strong>en</strong> aj<strong>en</strong>o». Algo muy similar expresa <strong>el</strong> <strong>refranero</strong> cuandoafirma: Al pesar por <strong>el</strong> bi<strong>en</strong> aj<strong>en</strong>o, llaman <strong>en</strong>vidia y es v<strong>en</strong><strong>en</strong>o. Desde <strong>el</strong> punto de vista psicológico,según puede leerse <strong>en</strong> una guía reci<strong>en</strong>te, «La <strong>en</strong>vidia es un s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to desagradable que se produceal observar que otro ti<strong>en</strong>e algo que uno desea» (Díaz-Aguado, 1997: 13), La <strong>en</strong>vidia, pues, «seproduce como consecu<strong>en</strong>cia de dos t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias que llevan al individuo a desear lo que no ti<strong>en</strong>e y acompararse con los demás» (Díaz-Aguado, 1997: 14). Tanto <strong>el</strong> aspecto poco grato de este vicio comosu doble proceso que acabo de subrayar se reflejan <strong>en</strong> ¡as máximas de nuestro <strong>refranero</strong> que, una vezmás, se nos muestra como un exc<strong>el</strong><strong>en</strong>te manual de psicología. En cuanto a lo primero: Todos los<strong>pecados</strong> son gustosos, m<strong>en</strong>os <strong>el</strong> d<strong>el</strong> <strong>en</strong>vidioso; La <strong>en</strong>vidia no consi<strong>en</strong>te reposo, porque es un mal muydoloroso. Que las personas desean con frecu<strong>en</strong>cia lo que no ti<strong>en</strong><strong>en</strong> y no aprecian lo propio es casiproverbial: Nada tan bu<strong>en</strong>o como lo aj<strong>en</strong>o; El mejor racimo, <strong>el</strong> de la viña d<strong>el</strong> vecino. Y la prop<strong>en</strong>sióna comparar, m<strong>en</strong>ospreciándose, queda explícita <strong>en</strong> este refrán: La gallina que otro cría, pone máshuevos que la mía.Corno Agustín de Hipona, la sabiduría popular española ve <strong>en</strong> la <strong>en</strong>vidia «<strong>el</strong> pecado diabólico porexc<strong>el</strong><strong>en</strong>cia» (Catecismo, 1992: 551), y así dice: Nada hay tan odioso, como un <strong>en</strong>vidioso; El<strong>en</strong>vidioso es un mártir, pero d<strong>el</strong> diablo, pues Mártir es de su pecado, qui<strong>en</strong> por la <strong>en</strong>vidia estáesclavizado. Otro Padre de la Iglesia, S. Juan Crisóstomo, <strong>en</strong>umeraba los males que se derivan de la<strong>en</strong>vidia <strong>en</strong> los sigui<strong>en</strong>tes términos: «De la <strong>en</strong>vidia nac<strong>en</strong> <strong>el</strong> odio, la maledic<strong>en</strong>cia, la calumnia, laalegría causada por <strong>el</strong> mal d<strong>el</strong> prójimo y la tristeza causada por su prosperidad» (Catecismo, 1992:551). Como si hubieran t<strong>en</strong>ido d<strong>el</strong>ante tal <strong>en</strong>umeración, desgranan los refranes que ofrezcoseguidam<strong>en</strong>te las consecu<strong>en</strong>cias de tal defecto <strong>en</strong> qui<strong>en</strong> lo padece: La <strong>en</strong>vidia es orín que corroe las<strong>en</strong>trañas d<strong>el</strong> ruin; Cada necio tras su fuego, dice mal d<strong>el</strong> bi<strong>en</strong> aj<strong>en</strong>o; El <strong>en</strong>vidioso, por verte ciego sesaltaría un ojo; Pésale al malino <strong>el</strong> bi<strong>en</strong> de su vecino, concluy<strong>en</strong>do que El <strong>en</strong>vidioso es un animalponzoñoso, mi<strong>en</strong>tras que En corazón g<strong>en</strong>eroso, no cabe ser <strong>en</strong>vidioso.2 La modestia debe ser moderada, ya que es constatable que Modestia exagerada, modestia falsa.
<strong>Los</strong> <strong>llamados</strong> <strong>siete</strong> <strong>pecados</strong> <strong>capitales</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> <strong>refranero</strong> español 497El pecado de la <strong>en</strong>vidia mortifica <strong>en</strong> primer lugar a qui<strong>en</strong> lo sufre, pues El <strong>en</strong>vidioso nunca esdichoso, pero, a pesar de <strong>el</strong>lo, no es éste <strong>en</strong> modo alguno un defecto que afecte a pocos, ya que Si los<strong>en</strong>vidiosos volaran, no nos daba nunca <strong>el</strong> sol. El mejor antídoto contra este vicio capital es la bondad,pues Hombre bondadoso, nunca es <strong>en</strong>vidioso y es que De almas bi<strong>en</strong> templadas es no t<strong>en</strong>er <strong>en</strong>vidiade nada.Recordemos que <strong>el</strong> catecismo recomi<strong>en</strong>da «contra <strong>en</strong>vidia caridad», que según <strong>el</strong> DRAE <strong>en</strong> suacepción segunda es la «Virtud cristiana opuesta a la <strong>en</strong>vidia y a la animadversión». En <strong>el</strong> repertoriode Martínez Kleiser se contempla la caridad más como virtud teologal, concretada <strong>en</strong> amor y at<strong>en</strong>ciónal prójimo necesitado, por lo que no me sirve para hacer desde los refranes que recoge ningúncom<strong>en</strong>tario que pueda interesarnos aquí. Sí quiero resaltar, por último, que no hay <strong>en</strong> <strong>el</strong> materialutilizado —no lo he <strong>en</strong>contrado yo al m<strong>en</strong>os— ningún refrán que se refiera a la <strong>en</strong>vidia <strong>en</strong> <strong>el</strong> segundos<strong>en</strong>tido <strong>en</strong> que la recoge <strong>el</strong> DRAE, es decir, como «Emulación, deseo honesto», aspecto que tambiénresalta la citada guía práctica sobre la <strong>en</strong>vidia (Díaz-Aguado, 1997: 14), donde se alude a una«<strong>en</strong>vidia sana», de carácter positivo y estimulante, no están rnuy finos <strong>en</strong> esto los autores de nuestrosrefranes, o su compilador.Después de la reflexión que precede, según anuncié al principio, sería conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te llegar a algunaconclusión, dando respuesta a preguntas como ¿se refleja de algún modo' nuestra idiosincrasiaparticular <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con los <strong>pecados</strong> <strong>capitales</strong> a través de las máximas de nuestro <strong>refranero</strong>? ¿Quéhay de perman<strong>en</strong>te <strong>en</strong> nuestro modo de ser y de expresarnos <strong>en</strong> lo que se refiere a la cuestión que nosocupa? Y alguna otra que no formulo, ya que <strong>el</strong> material que hemos analizado ha sido exiguo y nonos permite concluir autorizadam<strong>en</strong>te. Espero dar la solución de este párvulo <strong>en</strong>igma, tras haberestudiado todos los <strong>pecados</strong> <strong>capitales</strong> que faltan.REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICASCATECISMO de la Iglesia Católica (1992). Madrid: Asociación de Editores d<strong>el</strong> Catecismo.DÍAZ PLAJA, F. (1969): El español y los <strong>siete</strong> <strong>pecados</strong> <strong>capitales</strong>. Madrid: Alianza Editoria [Hemosconsultado la 5a edición].DÍAZ-AGUDO, M.J. (1997): La <strong>en</strong>vidia. Madrid: Aguilar.MARTÍNEZ KLEISER, L. (1953 = 1989): Refranero g<strong>en</strong>eral ideológico español. Edic. facsímil. 3areimpresión. Pról. de J. Calvo Sot<strong>el</strong>o. Madrid: Hernando.TORRES RAMÍREZ, I. (1997): «Sobre la amistad y los amigos <strong>en</strong> la Filosofía popular española»,<strong>Paremia</strong> 6: 601-605.