30.07.2015 Views

Q3DrM

Q3DrM

Q3DrM

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

CONTENIDOPrólogoPor Axel Kaiser ....................................................................9Introducción: La moralidad del capitalismoPor Tom G. Palmer ..............................................................17Historia de una palabra .............................................23Capitalismo de libre mercado versus capitalismode compinches ...........................................................32Primera parte: Las virtudes del capitalismoemprendedorEntrevista con un emprendedorTom G. Palmer entrevista a John Mackey .................................43La libertad y la dignidad explican el mundo modernoPor Deirdre N. McCloskey .....................................................61Competencia y cooperaciónPor David Boaz ..................................................................67La medicina con fines de lucro y el motor de la compasiónPor Tom G. Palmer ..............................................................77Segunda Parte: La interacción voluntariay el interés propioLa paradoja de la moralidadPor Mao Yushi ...................................................................85


uido, sin lugar a dudas, a generar un sostenido declivede la violencia, permitiendo así que hoy vivamosen la sociedades más pacíficas desde que el hombrehabita este planeta 1 .Contrario a lo que se suele pensar, esta derrota moraldel capitalismo no ha sido obra de las mayorías,sino de élites intelectuales. Como bien ha explicadoFriedrich Hayek, son los intelectuales, desde sus oscurascátedras universitarias y publicaciones generalmentedesconocidas, quienes desarrollan las ideasque pasan a formar gradualmente parte de la opiniónde las mayorías, definiendo de esta manera el cursode la evolución social. En palabras de Milton Friedman,un cambio en la política económica es siempreprecedido por un giro en el clima de opinión intelectual.Nada puede ser, por lo tanto, más peligroso parala causa de la libertad humana que atribuir el sustancialincremento del tamaño de los estados occidentalesy el correspondiente deterioro del capitalismo enel último medio siglo a leyes históricas o económicasinsoslayables. Pues, como se ha dicho, la expansiónestatal que ha llevado a la profunda crisis económicaactual –y que con alta probabilidad llevará a unacrisis aún mayor en el futuro–, ha sido fundamentalmenteel resultado de una derrota filosófica y no deleyes sociológicas o económicas inevitables.1 Sobre el declive de la violencia en la historia y su relación con el librecomercio ver: Steven Pinker, The Better Angels of our Nature, Viking, NewYork, 2011.10


Estados Unidos, la tierra por excelencia del capitalismoy la cuna de la democracia moderna, representael ejemplo más emblemático de que Friedman y Hayektenían razón cuando advirtieron que el problema queenfrentamos es de naturaleza principalmente intelectual.Hasta que la ideología progresista comenzara atomar cuerpo a principios del siglo pasado, el gastototal del Estado norteamericano no representaba másdel 6% del Producto Interno Bruto (PIB) incluyendogobiernos locales, estatales y el gobierno federal. Hoy,tras setenta años de hegemonía progresista, el Estadoconsume más de un 40% del PIB, mientras el poderdel gobierno federal alcanza niveles que los padresfundadores habrían considerado enteramente incompatiblescon la libertad personal que tanto se empeñaronpor proteger. Solo la expansión de la productividadcapitalista ha impedido que el sistema colapsedefinitivamente. Pero la resistencia de este sistema,anclado en una serie de instituciones como el estadode derecho, una fuerte sociedad civil y la democracialiberal, está mostrando claros síntomas de fatiga productodel intervencionismo estatal. Es más, nunca enla historia norteamericana la sociedad civil ha estadomás debilitada que hoy 2 . Al mismo tiempo, la ideologíaprogresista ha llevado a una degradación delestado de derecho que amenaza por primera vez condestruir los fundamentos de la prosperidad y libertad2 Niall Ferguson, The Great Degeneration, Penguin, London, 2012, p.117.11


norteamericanas 3 . Incluso intelectuales de izquierda,como es el caso del Nobel de economía Joseph Stiglitz,han llegado a concluir que el vasto Estado norteamericanoy su sistema político se encuentran capturadospor grupos de interés que extraen beneficios de la mayoría,llevando así a una creciente desigualdad de laque el mercado no puede ser culpado 4 .En pocas palabras, como han planteado en un elocuenteartículo sobre esta materia el Nobel de economíaEdmund Phelps y el académico Saifedean Ammous,el modelo capitalista en Estados Unidos –yciertamente también en el resto de Occidente– ha sidocorrompido por la expansión estatal transformándoseen un sistema de tipo corporativista-fascista al estilode la Alemania de Bismarck en el siglo XIX o de laItalia de Mussolini en el siglo XX 5 . Esta gran degeneración,como la ha llamado el profesor de HarvardNiall Ferguson, confirma que la batalla por el conjuntode instituciones y valores que permiten la existenciadel capitalismo liberal es esencialmente una detipo filosófico, particularmente de filosofía política.Como insistiera Hayek, el rol del filósofo político eshacer políticamente posible aquello que se cree imposible,pues es él quien imagina y justifica las posibilidadesdel orden social. Y para ello este debe responder3 Ver: Richard Epstein, Design for Liberty, Harvard University Press,Cambridge, Massachusetts, 2011.4 Joseph Stiglitz, The Price of Inequality, W.W. Northon & Company, NewYork, 2012.5 Edmund Phelps y Saifedean Ammous, Blaming Capitalism for Corporatism,Project Syndicate, Jan. 13, 2012.12


necesariamente a la pregunta en torno a la justicia,es decir, a la moralidad del sistema económico. Estelibro atiende a esa pregunta proponiendo una respuestaque se opone a la progresista al rescatar losfundamentos éticos del sistema capitalista.La obra que el lector tiene en sus manos hace unaporte fundamental en tiempos en que el capitalismose encuentra, no solo cuestionado intelectualmentecomo no lo ha estado desde tiempos de la GuerraFría, sino también severamente desnaturalizado porla expansión del poder estatal. Se trata entonces deun libro urgente que permite entender, como pocos,en qué consiste el alma del capitalismo y por qué nohay una alternativa moralmente superior. Al lector lequedará claro, tras estudiar este conjunto de profundosensayos, que no hay otro sistema que haga de lalibertad y responsabilidad de los seres humanos, desu capacidad de solidaridad espontánea, de la honestidady el respeto mutuo, de la pasión por el trabajobien hecho y de la colaboración pacífica entre personas,su eje valórico. El liberal –y los autores de estelibro lo son– promueve precisamente ese conjunto devalores. Ahí donde el estatista ve egoísmo desmesuradoy un juego de suma cero en el que unos gananporque otros pierden, el liberal encuentra el deseo deunos miembros de la comunidad de colaborar pacíficamentecon otros miembros de la comunidad en lasatisfacción de sus necesidades generando una mejoraen las condiciones de vida de todos. Ahí dondeel estatista muestra una concepción empobrecida delhombre que concibe la bondad como realización a tra-13


de este ha sido destruido por ideologías colectivistas,la libertad ha desaparecido totalmente junto a él.Si hay algo que enseña la historia es que solo unsistema que reconoce en cada persona un sujeto titularde derechos anteriores a todo poder político yun agente capaz de perseguir sus fines con mediospropios, puede al mismo tiempo dar curso al libre desplieguede las fuerzas espontáneas responsables delprogreso humano. El potencial de ese progreso, delque depende finalmente la vida de cada uno de nosotros,está así inseparablemente ligado al destino delsistema capitalista, y este último, a su vez, dependeestrechamente de esfuerzos intelectuales como el queel lector podrá apreciar en las siguientes páginas.Axel KaiserHeidelberg, septiembre 2013.15


INTRODUCCIÓN:LA MORALIDAD DEL CAPITALISMOEste libro se trata de la justificación moral deaquello que el filósofo Robert Nozick llamó “actoscapitalistas consensuados entre adultos” 1 . Es un librosobre el sistema de producción cooperativa y de libreintercambio que se caracteriza por la predominanciade estos actos consensuados.Unas palabras acerca del título La moralidad del capitalismo:los ensayos contenidos en este libro abordanla moralidad del capitalismo; no se limitan a la filosofíamoral abstracta, sino que también se nutren de laeconomía, la lógica, la historia, la literatura y otrasdisciplinas. Más aún, tratan sobre la moralidad delcapitalismo y no simplemente sobre la moralidad dellibre intercambio. El término “capitalismo” se refiereno solo a los mercados de intercambio de bienes yservicios, que existen desde tiempo inmemorial, sinotambién al sistema de innovación, creación de riquezay cambio social que ha generado para miles de millonesde personas una prosperidad inimaginable paralas primeras generaciones de seres humanos.La palabra “capitalismo” se refiere a un sistemalegal, social, económico y cultural que promueve laigualdad de derechos y “el desarrollo profesional en1 Robert Nozick, Anarchy, State, and Utopia (Nueva York: Basic Books, 1974),pág. 163.17


ase al talento” y que estimula la innovación descentralizaday los procesos de prueba y error –lo que eleconomista Joseph Schumpeter llamó “destruccióncreativa”– por medio de los mecanismos voluntariosdel intercambio de mercado. La cultura capitalista celebraal emprendedor, al científico, al que asume riesgos,al innovador, al creador. Pese a ser descalificadocomo materialista por filósofos (particularmente marxistas)que también forman parte del materialismo, elcapitalismo es en esencia una iniciativa espiritual ycultural. Como señaló la historiadora Joyce Applebyen su reciente estudio The Relentless Revolution: A Historyof Capitalism, “teniendo en cuenta que el capitalismo esun sistema cultural y no meramente económico, nopuede explicarse solo por medio de factores materiales”2 .El capitalismo es un sistema de valores culturales,espirituales y é ticos. Tal como afirmaron los economistasDavid Schwab y Elinor Ostrom en su publicaciónpionera para la teoría de juegos acerca del papelque juegan las normas y reglas en el mantenimientode economías abiertas, el libre mercado se respaldafirmemente en las normas que nos impiden robar yque “refuerzan la confianza” 3 . Lejos de ser un escenarioamoral donde se entrechocan intereses, como2 Joyce Appleby, The Relentless Revolution: A History of Capitalism (Nueva York:W. W. Norton and Co., 2010), págs. 25-26.3 David Schwab y Elinor Ostrom, “The Vital Role of Norms and Rules inMaintaining Open Public and Private Economies,” en Moral Markets: TheCritical Role of Values in the Economy, ed. por Paul J. Zak (Princeton: PrincetonUniversity Press, 2008, págs. 204-27.18


suelen describir al capitalismo quienes buscan socavarloo destruirlo, la interacción capitalista está fuertementeestructurada por normas y reglas éticas. Enefecto, el capitalismo se basa en el rechazo de la éticadel robo y el saqueo, medios por los cuales consiguenla mayor parte de sus riquezas los ricos en otros sistemaseconómicos y políticos. (De hecho, actualmenteen muchos países y durante gran parte de la historiade la humanidad, es sabido que los ricos llegaron aserlo porque tomaron posesiones de los demás y sobretodo porque han hecho uso de la fuerza organizada:en términos actuales, el Estado. Dichas élites predadorasutilizan esta fuerza para crear monopolios yconfiscar el producto ajeno por medio de los impuestos.Alimentan el tesoro del Estado y gozan de monopoliosy restricciones a la competencia impuestos porel mismo Estado. Solo mediante las condiciones queofrece el capitalismo es que las personas pueden enriquecersesin tener que convertirse en delincuentes.)Cabe reflexionar sobre aquello que la economista ehistoriadora Deirdre McCloskey llama “El gran suceso”:“Por ejemplo, en Gran Bretaña y otros países queexperimentaron el crecimiento económico en tiemposmodernos, el ingreso real per cápita actual superapor lo menos dieciséis veces al del período de 1700o 1800” 4 . Esto es algo que no tiene precedentes en lahistoria de la humanidad. De hecho, la estimación deMcCloskey es bastante conservadora, pues no toma4 Deirdre McCloskey, Bourgeois Dignity: Why Economics Can’t Explain the ModernWorld (Chicago: University of Chicago Press, 2010), pág. 48.19


en cuenta los increíbles avances científicos y tecnológicosque han puesto las culturas de todo el mundo alalcance de la mano.El capitalismo pone la creatividad al servicio de lahumanidad en tanto respeta y alienta la innovaciónemprendedora, ese factor esquivo que explica la diferenciaentre nuestro modo de vida actual y el demuchas generaciones de nuestros antepasados desdeantes del siglo XIX. Las innovaciones que transformaronla vida humana no son únicamente científicasy tecnológicas: también son institucionales. Nuevasiniciativas de todo tipo coordinan voluntariamente losesfuerzos de enormes cantidades de personas. Nuevosmercados e instrumentos financieros conectan las decisionesde ahorro e inversión de miles de millones depersonas las veinticuatro horas del día. Nuevas redesde telecomunicaciones ponen en contacto a personasde los lugares más remotos del mundo (hoy conversécon amigos de Finlandia, China, Marruecos, EstadosUnidos y Rusia, y recibí comentarios y mensajes deFacebook de amigos y conocidos de los Estados Unidos,Canadá, Pakistán, Dinamarca, Francia y Kirguistán).Nuevos productos nos ofrecen oportunidades de comodidad,disfrute y educación que las generacionesanteriores no habrían podido imaginar siquiera (escriboesto en mi MacBook Pro de Apple). Esos cambioshacen que nuestras sociedades sean en innumerablesaspectos notablemente diferentes de todas las sociedadeshumanas que las precedieron.El capitalismo no se trata solo de construir objetosdel modo en que los dictadores socialistas solían20


exhortar a sus esclavos a “¡Construir el futuro!”. Elcapitalismo se trata de crear valor, no solo de trabajararduamente, hacer sacrificios o estar ocupados.Quienes no comprenden el capitalismo se apresurana apoyar programas de “creación de empleo”.Malinterpretan el objetivo del trabajo y más aún el delcapitalismo. Una anécdota muy citada cuenta que leestaban mostrando la construcción de un gigantesconuevo canal en Asia al economista Milton Friedman.Cuando comentó que le parecía extraño que los obrerostrasladaran enormes cantidades de tierra y rocascon palas pequeñas en vez de emplear maquinarias,le respondieron: “Usted no entiende: este es un programade empleo”; a lo cual respondió: “Ya veo. Penséque querían construir un canal. Si lo que buscan escrear empleo, ¿por qué nos les dieron cucharas en lugarde palas?”.Cuando el mercantilista H. Ross Perot se postulabaa presidente de los Estados Unidos en el año 1992,se lamentaba en los debates presidenciales de que losestadounidenses compraran chips de computadoras aTaiwán y vendieran patatas fritas a los taiwaneses.Al parecer, Perot se avergonzaba de que los estadounidensesvendieran un producto tan humilde comopatatas fritas; lo había convencido la idea de Leninde que solo se agrega valor por medio de la producciónindustrial en una fábrica. El economista MichaelBoskin, de la Universidad de Stanford, señaló atinadamenteque un dólar en chips de computadoras yun dólar en patatas fritas valen lo mismo: un dólar.Agregar valor cultivando patatas en Idaho o elabo-21


ando chips en Taipei es simplemente agregar valor.La ventaja comparativa 5 es un factor clave para la especializacióny el comercio. No tiene nada de degradanteproducir valor, ya sea como agricultor, comotransportista de muebles (hoy trabajé con tres transportistaspara mudar gran parte de mi biblioteca ytengo una idea muy clara de cuánto valor le agregarona mi vida), como financiero o como cualquier otracosa. El mercado –no los políticos mercantilistas arrogantes–nos indica cuándo estamos agregando valor;sin libre mercado, no podemos saberlo.El capitalismo no se trata simplemente de personasque intercambian manteca por huevos en los mercadoslocales, cosa que existe hace milenios. Se trata deagregar valor por medio de la movilización de energíae ingenio humano a una escala sin precedentes en lahistoria, con el fin de crear una riqueza para la gentecomún que habría deslumbrado y dejado atónitos alos reyes, sultanes y emperadores más ricos y poderososdel pasado. Se trata de erosionar sistemas afianzadosde poder, dominación y privilegio y de tener libreacceso al desarrollo profesional en “base al talento”.Es reemplazar la fuerza por la persuasión 6 ; la envidia5 Véase una explicación aritmética simple del concepto de ventaja comparativaen tomgpalmer.com/wpcontent/uploads/papers/The%Economics%20of%20Comparative%20Advantage.doc6 Véase una descripción destacable de la decadencia general de la fuerzaen los asuntos humanos en James L. Payne, A History of Force (Sandpoint,Idaho: Lytton Publishing, 2004).22


por el logro 7 . Se trata de aquello que ha hecho posiblemi vida y la suya.(Lo único que tenían los reyes, sultanes y emperadoresque no tiene la gente común en la actualidadera el poder sobre los demás y la potestad de darlesórdenes. Tenían vastos palacios construidos por esclavoso financiados por impuestos, pero no tenían nicalefacción ni aire acondicionado; tenían esclavos ysirvientes, pero no lavarropas ni lavavajillas; teníanejércitos de mensajeros, pero no teléfonos celularesni Internet inalámbrica; tenían médicos y magos dela corte, pero no anestesia para aliviar su agonía niantibióticos para curar infecciones; eran poderosospero también miserablemente pobres según nuestrosparámetros.)Historia de una palabraEl libre mercado, entendido como un sistema delibre intercambio entre personas con derechos biendefinidos, legalmente asegurados y transferibles derecursos escasos, es una condición necesaria para lariqueza del mundo moderno. Pero tal como demostraronconvincentemente muchos historiadores económicos,en particular Deirdre McCloskey, esto no essuficiente. Se necesita algo más: una ética del libre7 Muchos pensadores han estudiado la envidia como impulso dañino parala cooperación social y hostil para el capitalismo de libre mercado. Véaseun enfoque reciente e interesante que se basa en la epopeya clásica de laIndia Mahabharata en Gurcharan Das, The Dificulty of Being Good: On the SubtleArt of Dharma (Nueva York: Oxford University Press, 2009), esp. págs.1-32.23


intercambio y de la producción de riqueza por mediode la innovación.Es necesario hacer una breve referencia al uso deltérmino “capitalismo”. El historiador social FernandBraudel rastreó el origen de la palabra “capital” hastael período comprendido entre el siglo XII y el sigloXIII, cuando se refería a “fondos, existencias de mercancías,suma de dinero o dinero que paga interés” 8 .De los muchos usos del término “capitalista” que catalogóBraudel, el autor señaló que “La palabra nunca…se usa en un sentido amigable” 9 . La palabra “capitalismo”comenzó a emplearse en el siglo XIX, por lo generalen un sentido despectivo: por ejemplo, cuando elsocialista francés Louis Blanc definió el término como“la apropiación de capital por parte de algunos en detrimentode otros” 10 . Karl Marx utilizó la frase “modode producción capitalista” y fue su ardiente seguidorWerner Sombart quien popularizó el término “capitalismo”en su influyente libro de 1912 Der ModerneKapitalismus (Friedrich Engels, colaborador de Marx,consideraba a Sombart el único intelectual de Alemaniaque comprendía a Marx de verdad; más adelante,Sombart se simpatizó con otra forma de anticapitalismo:el nacionalsocialismo, es decir, el nazismo).8 Fernand Braudel, Civilization and Capitalism, 15th–18th Century: The Wheels ofCommerce (Nueva York: Harper & Row, 1982), pág. 232.9 Ibíd., pág. 236.10 Louis Blanc, Organisation du Travail (París: Bureau de la Societé de l’IndustrieFraternelle, 1847), citado en Braudel, Civilization and Capitalism,15th–18th Century: The Wheels of Commerce, op. cit., pág. 237.24


En su ataque contra los “capitalistas” y el “modo deproducción capitalista”, Marx y Engels señalaron que“la burguesía” (como llamaban a la “clase” dueña de“los medios de producción”) había efectuado un cambioradical en el mundo:Durante su reinado de escasos cien años, la burguesíaha creado fuerzas productivas masivas yde dimensiones más extraordinarias que todaslas generaciones precedentes sumadas. El sometimientode las fuerzas de la naturaleza al hombre,la maquinaria, la aplicación de la química ala industria y la agricultura, la navegación de vapor,el ferrocarril, el telégrafo eléctrico, la adaptaciónde continentes enteros para el cultivo, lacanalización de ríos, la aparición de poblacionescompletas que parecen surgir de la tierra comopor encanto, ¿en qué siglo del pasado se presintiósiquiera que había semejantes fuerzas productivaslatentes en el seno del trabajo social? 11 .Marx y Engels se maravillaban no solo de la innovacióntecnológica, sino de las “poblaciones completasque parecen surgir de la tierra como por encanto”,una manera llamativa de describir la caída de lastasas de mortalidad, el aumento del nivel de vida yla prolongación de la expectativa de vida. A pesar deesos logros, por supuesto, Marx y Engels exigían la11 Karl Marx y Frederick Engels, Manifesto of the Communist Party, en KarlMarx y Frederick Engels, Collected Works, Volume 6 (1976: Progress Publishers,Moscú), pág. 489.25


destrucción del “modo de producción capitalista” o,para ser más precisos, creían que se destruiría a símismo y daría paso a un nuevo sistema que sería tanmaravilloso que no era necesario ofrecer la más ligerapista de cómo funcionaría –y pretender hacerlo seconsideraba una ofensa carente de rigor científico– 12 .Es aún más importante el hecho de que Marx y Engelsbasaban su crítica del capitalismo (crítica que, apesar del fracaso de todos las órdenes comunistas decumplir sus promesas, sigue siendo extraordinariamenteinfluyente entre intelectuales a nivel mundial)en una enorme confusión sobre aquello a lo que se referíancon el término “burguesía”, que relacionabancon el “modo de producción capitalista”. Por un lado,usaban el término para hablar de los propietariosde “capital” que organizaban iniciativas productivaspero, por otro, lo empleaban para referirse a quienesvivían del Estado y su poder, como lo hiciera Marx enuno de sus ensayos más interesantes sobre política:El interés material de la burguesía francesa estáprecisamente entretejido del modo más íntimo con12 Véase una crítica devastadora e influyente de las teorías económicasde Marx en Eugen von Böhm-Bawerk, Karl Marx and the Close of His System(1896; Nueva York: Augustus M. Kelley, 1949). Una mejor traducción deltítulo de Böhm-Bawerk sería “On the Conclusion of the Marxian System”.Böhm-Bawerk se refiere en su título a la publicación del tercer tomo deEl capital, que “concluyó” el sistema marxista. Cabe señalar que la críticade Böhm-Bawerk es una crítica completamente interna y no se apoya enabsoluto en los resultados de la “revolución marginalista” de la cienciaeconómica de 1870. Véase también el ensayo de Ludwig von Mises, “EconomicCalculation in the Socialist Commonwealth”, en F. A. Hayek, ed.,Collectivist Economic Planning (Londres: George Routledge & Sons, 1935) sobrela incapacidad del colectivismo de resolver el problema del cálculoeconómico.26


la conservación de esta extensa y muy ramificadamaquinaria del Estado. Esa maquinaria le brindaempleo a su población excedente y compensa enforma de sueldos del Estado lo que no puede embolsarseen forma de ganancias, intereses, rentasy honorarios. Su interés político la obligaba a aumentardiariamente la represión y, por tanto, losrecursos y el personal del poder del Estado 13 .De modo que, por un lado, Marx identificaba a la“burguesía” con los emprendedores que le daban “uncarácter cosmopolita a la producción y al consumoen cada país”, que hacían “cada vez más imposible”la “unilateralidad y estrechez de la visión nacional”,que creaba “una literatura mundial”, que generaba“la rápida mejora de todos los instrumentos de producción”y “facilitaba inmensamente los medios de comunicación”y que superaba “el obstinado y bárbaroodio contra los extranjeros” por los “precios baratosde los productos básicos” que ofrecían 14 . Al mismotiempo, utilizaba el término “burguesía” para referirsea quienes vivían del “crédito público” (es decir, ladeuda pública):13 Karl Marx, “The Eighteenth Brumaire of Louis Bonaparte”, en DavidFernbach, ed., Karl Marx: Surveys from Exile: Political Writings, Volume II (NuevaYork: Vintage Books, 1974), pág. 186. Describo las contradicciones yconfusiones del análisis económico y social marxista en “Classical Liberalism,Marxism, and the Conflict of Classes: The Classical Liberal Theoryof Class Conflict”, en Realizing Freedom: Libertarian Theory, History, and Practice(Washington: Cato Institute, 2009), págs. 255-75.14 Karl Marx y Friedrich Engels, Manifesto of the Communist Party, pág. 488.27


Todo el mercado monetario moderno y la totalidaddel sector bancario están entretejidos delmodo más íntimo con el crédito público. Parte desu capital operativo necesariamente se coloca acorto plazo en fondos públicos que rinden intereses.Sus depósitos, el capital que ponen a sudisposición mercaderes e industriales y que ellosdistribuyen entre las mismas personas, resultanen parte de los dividendos de los tenedores de bonospúblicos 15 .Para Marx, la “burguesía” estaba íntimamente ligadaa la lucha por controlar la maquinaria del Estado,de la cual en última instancia se beneficiaba:Todas las revoluciones políticas fueron perfeccionandoesta máquina, en vez de destrozarla.Los partidos que luchaban alternativamente porla dominación consideraban la toma de posesiónde esta inmensa construcción del Estado el botínprincipal del vencedor 16 .En palabras de la historiadora Shirley Gruner,“Marx sintió que había captado la realidad cuandodescubrió la ‘burguesía’ pero, en realidad, solo habíaacuñado un término muy resbaladizo” 17 . En algunostextos, Marx utilizaba este término para referirse a15 Karl Marx, “The Eighteenth Brumaire of Louis Bonaparte”, pág. 222.16 Karl Marx, “The Eighteenth Brumaire of Louis Bonaparte”, pág. 238.17 Shirley M. Gruner, Economic Materialism and Social Moralism (La Haya:Mouton, 1973), págs. 189-90.28


los emprendedores innovadores que organizabaniniciativas productivas e invertían en la creación deriqueza y, en otros, para referirse a quienes se apiñabanalrededor del Estado, vivían del sistema tributario,ejercían presión para prohibir la competenciay restringían la libertad de comercio; en resumen, aquienes invertían no en crear riqueza sino en asegurarsu poder de redistribuir o destruir la riqueza ajena,y de mantener los mercados cerrados, a los pobresen su lugar y a la sociedad bajo control.Se generalizó el uso del término “capitalismo” porla influencia de Marx y su discípulo, Sombart. Vale lapena recordar que quienes popularizaron la palabrano solo confundían al emprendedor productivo y alintercambio de mercado con aquel que vivía a expensasde los impuestos cobrados a los demás, sino quetambién propugnaban la abolición de la propiedad,los mercados, el dinero, los precios, la división deltrabajo y todo lo que constituye el liberalismo: los derechosindividuales, la libertad de credo, la libertadde expresión, la igualdad ante la ley y el gobiernodemocrático con límites constitucionales.Con frecuencia, al igual que ocurre con muchostérminos despectivos, la palabra “capitalismo” fue incorporadapor algunos de los intelectuales defensoresdel libre mercado contra los cuales ese término erautilizado. Como consecuencia de su historia, quienesadoptaron el término para referirse a lo que propugnabano aun simplemente como término neutral parael debate en ciencias sociales, quedaron en desventajapor el hecho de que 1) se le daba un uso equívoco (para29


eferirse tanto al emprendimiento de libre mercadocomo a vivir a expensas de los impuestos, del poder ydel clientelismo gubernamental), y 2) casi siempre sele daba una connotación claramente negativa.Algunos proponen descartar el término de plano,por estar tan plagado de significados contrapuestosy connotaciones ideológicas 18 . Aunque la idea es tentadora,pero hay un problema: permitir que la genteintercambie con libertad y se guíe por ganancias ypérdidas es sin duda necesario para el progreso económico,pero no basta por sí solo para crear el mundomoderno. Los mercados modernos surgieron de unremolino de innovación institucional, tecnológica,cultural, artística y social a la cual siguen al mismotiempo alimentando, y que trasciende el modelo depersonas que intercambian huevos por mantequilla.El capitalismo moderno de libre mercado innova noa un ritmo glacial, con el paso de los milenios, sinocada vez más rápido; eso es precisamente lo que a lossocialistas (a Marx en particular) y sus aliados, losconservadores antimercado, les resultaba tan amenazadordel mundo moderno. En su Capitalismo, socialismoy democracia, Joseph Schumpeter criticaba a aquellospara quienes “el problema que suele visualizarse escómo administra el capitalismo las estructuras pre-18 Véase, por ejemplo, Sheldon Richman, “Is Capitalism SomethingGood?”, en www.thefreemanonline.org/columns/tgif/is-capitalism-something-good/30


existentes, cuando lo que importa es cómo las crea ylas destruye” 19 .El libre mercado moderno no es solamente un lugarde intercambio, como lo eran las ferias de antaño.Se caracteriza por olas de “destrucción creativa”;lo que era nuevo hace diez años ya es viejo, fue desplazadopor versiones mejoradas, nuevos artefactos,disposiciones institucionales, tecnologías y modos deinteractuar que nadie imaginaba. Eso es lo que distingueal libre mercado moderno del antiguo mercado.En mi opinión, el mejor término del que disponemospara distinguir las relaciones de libre mercado quedieron lugar al mundo moderno de los mercados quelas precedieron, es “capitalismo”.Pero el capitalismo no es una forma de desorden; esuna forma de orden espontáneo que surge de un proceso(algunos autores se refieren a ese tipo de órdenescomo “órdenes emergentes”). La constancia previsibledel Estado de Derecho y la garantía de derechos posibilitanesa innovación. Como señaló David Boaz enThe Futurist:A la gente siempre le ha sido difícil ver el ordenen un mercado aparentemente caótico. Aunque elsistema de precios reorienta constantemente losrecursos a su utilización óptima, en la superficie,el mercado parece el opuesto mismo del orden:iniciativas que quiebran, puestos de trabajo que19 Joseph Schumpeter, Capitalism, Socialism, and Democracy (Londres: Routledge,2006), pág. 84.31


se pierden, personas que prosperan a un ritmodispar, inversiones que resultan un desperdicio.La acelerada Edad de la Innovación parecerá aúnmás caótica: enormes iniciativas crecerán y sehundirán con más rapidez que nunca y serán menoslos que tengan empleos a largo plazo. Pero,en realidad, con el aumento de la eficiencia deltransporte, las comunicaciones y los mercados decapitales, vendrá un orden todavía mayor del quepudo alcanzar el mercado en la Era Industrial.La cuestión es evitar recurrir a un gobierno coercitivopara “suavizar los excesos” o “canalizar elmercado hacia el resultado que alguien desee” 20 .Capitalismo de libre mercado versuscapitalismo de compinchesA fin de evitar la confusión que provoca el usoequívoco por parte de los intelectuales socialistas deltérmino “capitalismo”, debería distinguirse de formaprecisa el “capitalismo de libre mercado” del “capitalismode compinches”, sistema que sumergió a tantasnaciones en la corrupción y el atraso. En muchos países,si alguien es rico, existe una gran probabilidadde que tenga poder político o sea pariente cercano,hombre de confianza (es infrecuente que sea una mujer)o colaborador –en una palabra: “compinche”– dequienes detentan el poder, y de que su riqueza provengano de producir bienes valiosos, sino de gozar20 David Boaz, “Creating a Framework for Utopia”, The Futurist, 24 de diciembrede 1996, www.cato.org/pub_display.php?pub_id=597632


de los privilegios que el Estado puede conferir a algunosen detrimento de otros. Por desgracia, “capitalismode compinches” es una frase que tambiéndescribe, cada vez con más exactitud, la economía delos Estados Unidos, un país en el cual las iniciativasquebradas se “rescatan” habitualmente con dinero delos contribuyentes, en el cual la capital nacional espoco más que un gigantesco y palpitante enjambre demiembros de grupos de presión, burócratas, políticos,consultores y escritorzuelos con el único objetivo dela apropiación de renta, y donde los funcionarios delDepartamento del Tesoro y el banco central (el Sistemade la Reserva Federal) se adjudican la potestadde recompensar a algunas iniciativas y perjudicar aotras. Ese amiguismo corrupto no debe confundirsecon el capitalismo de libre mercado, que es un sistemade producción e intercambio basado en el Estado deDerecho, la igualdad de derechos para todos, la libertadde elección, la libertad de comercio, la libertad deinnovación, la disciplina orientada a ganancias y pérdidas,y el derecho a disfrutar del fruto del trabajo, elahorro y la inversión propios sin temor a confiscacionesni restricciones por parte de quienes invirtieronno en riqueza sino en poder político.A las élites arraigadas suelen molestarles las olasde cambio que pone en marcha el capitalismo de libremercado. Según su visión del mundo, las minoríasse vuelven arrogantes y las clases más bajas olvidancuál es su lugar. Lo más sorprendente, desde su perspectiva,es que en el capitalismo de libre mercado lasmujeres afirman su propio valor. Se debilitan las je-33


arquías. La gente crea relaciones basadas en la eleccióny el consentimiento, en lugar del nacimiento o elestatus social 21 . El odio conservador al capitalismo delibre mercado, que Marx resumió e incorporó prolijamenteen sus escritos, refleja la furia contra ese cambioy, con frecuencia, contra la pérdida de privilegios.Leo Melamed (Presidente Emérito del Grupo CME [antesChicago Mercantile Exchange] cuya historia devida, desde su escape de la Gestapo y la KGB hasta surevolución del mundo financiero, es una historia decoraje y visión) se basó en su experiencia para decirque “en los mercados financieros de Chicago lo queimporta no es quién eres –tu linaje, tu origen familiar,tus problemas físicos ni tu género–, sino tu capacidadpara determinar qué quiere el cliente y hacia dónde sedirige el mercado. No importa mucho más” 22 . Abrazarel capitalismo de libre mercado es abrazar la libertadde cambiar, de innovar, de inventar. Es adaptarse alcambio y respetar la libertad de los demás de hacer loque les plazca con lo que les pertenece. Es permitirnuevas tecnologías, nuevas teorías científicas, nuevasformas de arte y nuevas identidades y relaciones. Esabrazar la libertad de generar riqueza, el único mediopara eliminar la pobreza (la riqueza tiene causas,21 El historiador del derecho Henry Sumner Maine hizo una famosa descripcióndel “paso de las sociedades progresistas” de las relaciones heredadas,basadas en el parentesco, a la libertad personal y la sociedad civilcomo “un paso del Estatus al Contrato”. Henry Sumner Maine, Ancient Law(Brunswick, NJ: Transaction Publishers, 2003), pág. 170.22 Leo Melamed, “Reminiscences of a Refugee”, en For Crying Out Loud: FromOpen Outcry to the Electronic Screen (Hoboken, NJ: John Wiley & Sons, 2009),pág. 136.34


la pobreza no; la pobreza es el resultado de la faltade producción de riqueza, mientras que la riqueza noes el resultado de la no generación de pobreza) 23 . Escelebrar la liberación humana y realizar el potencialhumano.Los autores de los ensayos que se incluyen en lapresente publicación provienen de diversos países yculturas, vocaciones y disciplinas intelectuales. Cadauno ofrece un punto de vista de cómo los intercambiosde libre mercado se enraízan en la moralidad y refuerzanel comportamiento moral. Se trata de una selecciónde ensayos variados: algunos bastante cortos,otros más largos; algunos más accesibles, otros másacadémicos. Dos de los ensayos incluidos han sidotraducidos especialmente para esta colección (ambosfueron escritos en chino y ruso, respectivamente). Seincluye el aporte de dos ganadores del premio Nobel,un novelista y un economista, y una entrevista a unexitoso emprendedor que propugna abiertamente loque llama “capitalismo con consciencia”. Los ensayosno brindan todos los argumentos a favor del capitalismode libre mercado, pero sí proporcionan una introduccióna un corpus bibliográfico muy rico (unapequeña muestra del cual se lista en las breves referenciasque están al final del libro).23 Me refiero más sistemáticamente al tema de la pobreza y el capitalismode libre mercado en “Classical Liberalism, Poverty, and Morality”, en Povertyand Morality: Religious and Secular Perspectives, William A. Galston y Peter H.Hoffenberg, eds. (Nueva York: Cambridge University Press, 2010), págs.83-114.35


¿Por qué este libro solo contiene defensas vigorosasdel capitalismo de libre mercado? Porque haycientos –miles, en realidad– de libros en el mercadoque pretenden ofrecer debates “equilibrados” que enrealidad no son más que compendios de acusacionescontra la creación de riqueza, el espíritu emprendedoro la innovación, el sistema de ganancias y pérdidas,y el capitalismo de libre mercado en general.En el transcurso de mi vida profesional, leí cientosde libros en los que se atacaba al capitalismo de libremercado; he pensado en esos argumentos y luchadocontra ellos. En cambio, es infrecuente encontrar críticosdel capitalismo de libre mercado que hayan leídoa más de un autor que osara defenderlo. El únicoautor que suele citarse, por lo menos en el mundointelectual anglosajón moderno, es Robert Nozick, ysiempre queda claro que se leyó un solo capítulo deun único libro, aquel en el que el autor propuso un desafianteexperimento de pensamiento hipotético paraponer a prueba a los enemigos del capitalismo de libremercado. La mayoría de los socialistas consideransuficiente leer un ensayo y refutar un experimento 24 .Luego de leer y refutar un argumento, si quienes condenanal capitalismo de libre mercado llegan a pensarque vale la pena continuar la crítica, suelen recurrir24 Se trata de una actitud particularmente frecuente entre los filósofos,tal vez el más triste de los cuales haya sido el fallecido G. A. Cohen, quededicó gran parte de su trayectoria intelectual a intentar refutar, sin éxito,un experimento de pensamiento de Nozick. Véanse citas a los artículosde Cohen y una demostración del fracaso de su crítica en “G. A. Cohenon Self-Ownership, Property, and Equality”, en Realizing Freedom, págs.139-54.36


a una reformulación falaz o una versión confusa dealguna de las ideas de Milton Friedman, Ayn Rand,F. A. Hayek o Adam Smith, que exponen sin citar laobra correspondiente.Tomemos un ejemplo actual y notorio: MichaelSandel, profesor de Harvard, se propuso refutar lajustificación del capitalismo de libre mercado en sulibro Justice: What’s the Right Thing to Do?, de reciente publicación;además de Nozick, citó a Friedman y Hayek,pero dejó en claro que no los había leído. Citó lasiguiente pregunta de Friedman: “¿Tenemos derechoa utilizar la coerción para impedirle [a alguien queno quiere ahorrar para su jubilación] hacer aquelloque quiere?” 25 . Pero omitió señalar que, en el párrafosiguiente, Friedman brindaba motivos que justificanesa coerción 26 y afirmaba que: “Es evidente queel peso de este argumento depende de la situación” 27(Friedman estaba invocando el clásico principio liberalde “presunción de libertad” 28 , no haciendo una25 Citado en Michael Sandel, Justice: What’s the Right Thing to Do? (NuevaYork: Farrar, Straus, and Giroux, 2009), pág. 61.26 Milton Friedman, Capitalism and Freedom (Chicago: University of ChicagoPress, 1962), pág. 188: “Una posible justificación de la compra compulsivade anualidades basada en los principios liberales es que el poco previsorno sufrirá las consecuencias de sus actos, sino que impondrá los costos alos demás. Se ha dicho que no debemos estar dispuestos a ver al ancianoindigente sufrir en la pobreza extrema. Debemos asistirlo por medio dela caridad pública y privada. Por lo tanto, el hombre que no se preparapara la vejez se convertirá en una carga pública. Obligarlo a comprar unaanualidad se justifica no por su propio bien, sino por el nuestro”.27 Milton Friedman, Capitalism and Freedom (Chicago: University of ChicagoPress, 1962), pág. 188.28 Véase una explicación en Anthony de Jasay, “Liberalism, Loose orStrict”, Independent Review, tomo IX, n. 3, edición de invierno de 2005),págs. 427-32.37


declaración categórica sobre los derechos, como incorrectamentepretende Sandel). Sandel afirma tambiénque en “The Constitution of Liberty (1960), el economistay filósofo austríaco Friedrich A. Hayek (1899-1992)sostenía que ‘cualquier intento de generar una mayorigualdad económica sería necesariamente coercitivo ydestructivo para una sociedad libre’”, algo que Hayekno dice; lo que sí sostiene es que “el impuesto sobre larenta progresivo” (en el cual las tasas impositivas aumentancon el ingreso) es incompatible con el Estadode Derecho, pues “a diferencia de la proporcionalidad,la progresividad no nos ofrece ningún principio quenos indique cuál debe ser la carga relativa de distintaspersonas” 29 , pero eso no es lo mismo que declararque cualquier intento de generar una mayor igualdadeconómica (por ejemplo, eliminando subsidios y privilegiosespeciales para los ricos) es necesariamentecoercitivo. (La afirmación errónea de Sandel y su descripcióndemuestran que el autor ni siquiera se molestóen consultar el libro de Hayek; uno se preguntasi habría descrito Una investigación sobre la naturaleza ycausas de la riqueza de las naciones de Adam Smith comoun libro sobre cómo producir alfileres.)Las personas serias deberían hacer las cosas mejor.Recomiendo de manera enérgica al lector de esteensayo y este libro, hacer las cosas mejor. Lea las mejorescríticas del capitalismo de libre mercado. Lea aMarx. Lea a Sombart. Lea a Rawls. Lea a Sandel. En-29 F. A. Hayek, The Constitution of Liberty (Chicago: University of ChicagoPress, 1960), pág. 313.38


tiéndalos. Permítase que ellos lo convenzan. Reflexionesobre ellos. He leído más argumentos en contradel capitalismo de libre mercado que la mayoría delos enemigos del capitalismo de libre mercado, y creoque muchas veces podría exponer sus razones mejorque ellos, porque las conozco mejor. Lo que se ofreceaquí es el otro lado del debate, el lado cuya existenciamisma suele pasarse por alto.Así que adelante, arriésguese. Luche con los argumentosque ofrecen los ensayos de este libro. Reflexionesobre ellos. Y luego forme su propia opinión.Tom G. PalmerWashington, D.C.39


Primera ParteLas virtudesdel capitalismo emprendedor


ENTREVISTA CON UN EMPRENDEDORTom G. Palmer entrevista a John MackeyEn esta entrevista, John Mackey, empresario, cofundadory co-CEO de Whole Foods, explica su ilosoía del “capitalismocon conciencia” y expone sus pensamientos sobrela naturaleza y la motivación humana, el carácter de lavida empresarial y la distinción entre “capitalismo de libremercado” y “capitalismo de compinches”.John Mackey participó en la fundación de Whole FoodsMarket en 1980. Está a la vanguardia de la promociónde una alimentación sana, el trato ético de los animalesy la participación comunitaria positiva de las empresas.Es miembro del consejo del Conscious Capitalism Institute.Palmer: John, eres una rara avis del mundo empresarial:un emprendedor al que no le avergüenza defenderla moralidad del capitalismo. También se te conocepor afirmar que el interés propio no es suficientepara el capitalismo. ¿A qué te refieres con eso?Mackey: Basar todo en el interés propio implica valersede una teoría muy incompleta de la naturalezahumana. Me recuerda a los debates en la universidadcon personas que argumentaban que todo lo que unohace racionalmente es por interés propio pues de locontrario no lo haría. Es una postura irrefutable yen última instancia sinsentido, dado que, aunque uno43


ealice cosas que no estén basadas en el propio interés,ellos afirman que sí lo son, porque de lo contrariouno no las haría. Es un argumento circular.Palmer: ¿En qué sentido crees que otras motivacionesademás del interés propio son importantes parael capitalismo?Mackey: No me gusta esa pregunta, porque las personastienen distintas definiciones del interés propioy uno termina sin entenderse con el otro cuando setrata este tema. Por eso mencionaba los debates sofistasque se dan en la universidad acerca de que todoes propio interés. Sostengo que los seres humanossomos complejos y tenemos muchas motivacionesdistintas. El propio interés es una de ellas, pero deningún modo es la única. Nos motivan muchas cosasque nos importan, lo cual incluye, pero no se limita anuestro propio interés. En algún sentido creo que elmovimiento libertario –quizá a causa de la influenciade Ayn Rand y muchos economistas– ha llegado a uncallejón ideológico sin salida que, en mi opinión, no lehace justicia al mundo de los negocios, al capitalismoni a la naturaleza humana.Si reflexionamos, cuando somos jóvenes y emocionalmenteinmaduros es probablemente la época dela vida en que más actuamos por interés propio. Lamayoría de los niños y adolescentes son egocéntricoso narcisistas. Actúan de acuerdo con su interés propiotal como lo perciben. A medida que maduramos ycrecemos, nos hacemos más capaces de sentir empa-44


tía, compasión y amor, y un abanico más amplio deemociones humanas. Las personas hacen cosas pormuchísimos motivos distintos. Suele establecerse unafalsa dicotomía entre el interés propio o el egoísmo yel altruismo. Para mí, es una dicotomía falsa, porquees evidente que somos las dos cosas. Actuamos por interéspropio pero no solo por interés propio. Tambiénnos importan otras personas. Suele importarnos muchoel bienestar de nuestra familia; así como nuestracomunidad y la sociedad en la que vivimos. Tambiénpuede importarnos el bienestar de los animales y elmedio ambiente. Tenemos ideales que nos motivan aintentar hacer un mundo mejor. Por definición estricta,esas motivaciones parecerían contradecir el interéspropio, a menos que volvamos a meternos en elargumento circular de que todo lo que nos importay lo que queremos hacer es en pos del interés propio.Por eso no creo que el interés propio sea suficiente.No creo que afirmar que todos nuestros actos seanpor interés propio sea una buena teoría de la naturalezahumana. Creo que el capitalismo y el mundo delos negocios deberían reflejar plenamente la complejidadde la naturaleza humana. Y también consideroque esa idea le hace mucho daño a las “marcas” delas empresas y al capitalismo, porque permite a losenemigos del capitalismo y de los negocios describirloscomo egoístas, codiciosos y explotadores. Eso memolesta mucho, Tom, porque el capitalismo y la actividadempresarial son las fuerzas más poderosas delbien en el mundo. Ha sido así por lo menos durantelos últimos trescientos años... y no se les atribuye el45


mérito que les corresponde por el impresionante valorque crean.Palmer: Además de procurar satisfacer su propio interéso generar ganancias, ¿qué hacen las empresas?Mackey: En líneas generales, las empresas exitosascrean valor. Lo estupendo del capitalismo es que, enúltima instancia, se basa en el intercambio voluntariopara beneficio mutuo. Por ejemplo, veamos el caso deuna empresa como Whole Foods Market: creamos valorpara nuestros clientes a través de los bienes y serviciosque les proveemos. No están obligados a comerciarcon nosotros; lo hacen porque quieren, porqueconsideran que les conviene. Es decir, creamos valorpara ellos. Creamos valor para las personas que trabajancon nosotros: los miembros de nuestro equipo.No tenemos ningún esclavo. Todos trabajan voluntariamenteporque es un trabajo que quieren hacer;la paga es satisfactoria; obtienen muchos beneficiospor trabajar en Whole Foods, tanto psíquicos comomonetarios. Es decir, creamos valor para ellos. Estamoscreando valor para nuestros inversores, porque,bueno, nuestra capitalización de mercado es de másde 10.000 millones de dólares, ¡y empezamos de cero!Es decir que creamos más de 10.000 millones de dólaresde valor para nuestros inversores en algo másde treinta años. Ninguno de nuestros inversores estáobligado a tener acciones nuestras. Todos lo hacen voluntariamenteporque consideran que creamos valorpara ellos. Creamos valor para nuestros proveedores,46


que comercian con nosotros. Lo vi con el correr de losaños, vi crecer sus empresas, los vi florecer, y todoeso discurrió de manera voluntaria. Ellos ayudan aque Whole Foods sea mejor y nosotros los ayudamosa ellos a ser mejores.Palmer: Has denominado a tu filosofía “capitalismocon conciencia”. ¿Qué quieres decir con eso?Mackey: Usamos ese término para distinguirlo delas demás denominaciones que generan mucha confusióncuando se amontonan, como “responsabilidadsocial corporativa” y el “capitalismo creativo” o “capitalismosustentable” de Bill Gates. Nosotros tenemosuna definición muy clara del capitalismo con conciencia,que se basa en cuatro principios.El primer principio es que la actividad empresarialtiene la capacidad de aspirar a un objetivo trascendental,que podría ser ganar dinero, pero no se limitaúnicamente a ello. Todas las empresas pueden tenerun propósito más trascendental. Si te fijas, todas lasdemás profesiones de nuestra sociedad están motivadaspor propósitos, algo que supera la interpretaciónestrecha de propósito como la maximización de lasganancias. Los médicos son unos de los profesionalesmejor remunerados de nuestra sociedad y, sin embargo,tienen un propósito –curar a las personas– y esa esla ética profesional que se les enseña en su formación.Eso no significa que no haya médicos codiciosos, peroa muchos de los que yo conozco, por lo menos, les importansinceramente sus pacientes y tratan de curar-47


los cuando están enfermos. Los docentes educan, losarquitectos diseñan construcciones y los abogados–dejando de lado todos los chistes sobre el tema– promuevenla justicia y la equidad en nuestra sociedad.Todas las profesiones tienen un propósito que excedeel de maximizar las ganancias, y lo mismo pasa con laactividad empresarial. Whole Foods es un mercado deproductos orgánicos; vendemos alimentos naturalesy orgánicos de alta calidad y ayudamos a las personasa llevar una vida más larga y saludable.Palmer: ¿Y el segundo principio?Mackey: El segundo principio del capitalismo conconciencia es el principio de las partes interesadas, alque aludí antes: que hay que pensar en las distintaspartes interesadas para las que crea valor la empresay que pueden afectarla. Hay que pensar en la complejidadde la empresa para crear valor para todasesas partes interesadas interdependientes: clientes,empleados, proveedores, inversores y comunidades.El tercer principio es que la empresa necesita líderessumamente éticos, que den prioridad al fin de laempresa por encima de todo. Que trabajen en pos deese propósito y que sigan el principio de las partesinteresadas. Tienen que predicar con el ejemplo.Y el cuarto principio del capitalismo con concienciaes que hay que crear una cultura que sea capaz desostener conjuntamente el propósito de la empresa,a las partes interesadas y a los líderes, para que todoencaje.48


Palmer: ¿Esos principios te motivan en lo personalcuando te levantas por la mañana? ¿Dices “Voy a ganardinero” o “Voy a ser fiel a mis principios esenciales”?Mackey: Supongo que soy un poco extraño en esesentido, porque llevo casi cinco años sin cobrar unsueldo en Whole Foods. Ni bonificaciones. Las opcionesde compra de acciones que me corresponderíanquedan en la Whole Planet Foundation y se usan paraotorgar microcréditos a las personas pobres de todoel mundo. Me motiva mucho el propósito de WholeFoods, más que cuánto dinero podría generar con laempresa como remuneración. Considero que tengomás que suficiente riqueza con las acciones que todavíamantengo en la empresa.Palmer: Una vez más, ¿cómo defines ese fin?Mackey: El propósito de Whole Foods es... bueno, sihubiera más tiempo podríamos explayarnos sobre elobjetivo trascendental de Whole Foods. Hace unas dossemanas di una charla para nuestro Grupo de Líderes.Lo que puedo decir más o menos en un minutoes que nuestra empresa se organiza en torno a sietevalores centrales. Nuestro primer valor central essatisfacer y deleitar a nuestros clientes. Nuestro segundovalor básico es la felicidad y la excelencia delos miembros de nuestro equipo. (Por cierto, todo estoestá en nuestro sitio web, porque nos gusta hacerlopúblico.) El tercero es crear riqueza a través de lasganancias y el crecimiento. El cuarto es ser buenos49


ciudadanos en las comunidades donde operamos. Elquinto es procurar realizar nuestras actividades conintegridad ambiental. El sexto es que consideramosa nuestros proveedores nuestros socios e intentamosplantear con ellos relaciones donde ambos ganamos.Y el séptimo es que queremos educar a todas nuestraspartes interesadas en el estilo de vida y la alimentaciónsaludables. Nuestros fines trascendentales sonuna extensión directa de estos propósitos centrales.Por ejemplo: intentar curar a los Estados Unidos; tenemosun país gordo y enfermo, llevamos una dietaterrible y morimos de enfermedades cardiovasculares,cáncer y diabetes. Son enfermedades determinadaspor el estilo de vida, en gran medida evitableso reversibles, por esta razón ese es uno de nuestrosobjetivos. Tenemos un propósito fundamental relacionadocon nuestro sistema agrícola: procurar que seaun sistema de agricultura más sustentable y que almismo tiempo sea muy productivo.El tercer propósito fundamental se relaciona connuestra Whole Planet Foundation: trabajar con GrameenTrust y otras organizaciones de microcrédito[nota del editor: Grameen Bank y Grameen Trust promuevenlas microfinanzas en países pobres, en especialpara las mujeres, como camino hacia el desarrollo]a fin de ayudar a poner fin a la pobreza en todo elmundo. Actualmente estamos en 34 países –serán 56en dos años–, y ese trabajo ya tiene un impacto positivoen cientos de miles de personas. Nuestro cuartoobjetivo trascendental es difundir el capitalismo conconciencia.50


Palmer: Hablaste de los propósitos de una empresa.Entonces, ¿para qué son las ganancias? ¿No es la empresauna organización que se dedica a maximizar lasganancias? ¿No podría hacerse todo eso sin tener ganancias?¿No podría ganarse solo el dinero suficientepara cubrir los costos?Mackey: Una respuesta es que no sería muy efectivo,porque, si solo ganas dinero suficiente para cubrirlos costos, el impacto será muy limitado. Hoy WholeFoods tiene un impacto mucho mayor que hace treinta,veinte, quince o diez años. Gracias a que somosuna empresa altamente rentable y que podemos crecery realizar nuestros propósitos cada vez más y más,llegamos y ayudamos a millones de personas en lugarde solamente a algunas miles. Por eso creo que lasganancias son esenciales para cumplir mejor con elpropósito que uno tiene. Además, al generar gananciasse genera el capital que necesita el mundo parainnovar y progresar: sin ganancias no hay progreso.Son completamente interdependientes.Palmer: Pero si las ganancias van a parar a los bolsillosde tus accionistas, ¿ayudan a realizar la misióntanto como podrían?Mackey: Por supuesto que la mayor parte de nuestrasganancias no va a parar a los bolsillos de nuestros accionistas.Solamente el porcentaje relativamente pequeñoque pagamos en dividendos va al bolsillo de losaccionistas. Más del 90% del dinero que ganamos se51


einvierte en la empresa para crecer. En términos estrictos,si pagáramos el 100% de nuestras gananciasen dividendos, tendrías razón, pero no sé si hay algunaempresa que haga eso, aparte de las sociedades deinversión inmobiliaria. Todos los demás reinviertenpara crecer. Además, las ganancias que reciben losaccionistas son las que los inducen a invertir en laempresa, algo imprescindible para contar con capitalque permita realizar los propósitos trascendentales.La capacidad de incrementar el valor del capitalde una empresa significa tener la capacidad de crearvalor, y una buena medida de eso es el precio de lasacciones. A eso me refería cuando decía que en losúltimos treinta y algo de años creamos más de 10.000millones de dólares en valor.Palmer: A veces las personas dicen que el libre mercadogenera desigualdad. ¿Qué piensas de esa idea?Mackey: Que no es cierto. La pobreza extrema ha sidola condición humana normal de la mayoría de las personasen toda la historia. Todos los seres humanoseran igualmente pobres y vivían pocos años. Hace200 años, el 85% de las personas que vivían en el planetatenían un ingreso diario de menos de un dólaren dólares actuales. ¡El 85%! Hoy esa cifra bajó a apenasel 20% y, cuando termine este siglo, debería serprácticamente el 0%. Es decir que la tendencia es positiva.El mundo se está enriqueciendo. Las personassalen de la pobreza. La humanidad avanza de verdad.Nuestra cultura avanza. Nuestra inteligencia avanza.52


Estamos en una espiral ascendente, si es que logramosno autodestruirnos, que sin duda es un riesgo,porque las personas también pueden ser belicosas aveces. Y, por cierto, ese es uno de los motivos por losque deberíamos promover la actividad de las empresas,los negocios y la creación de riqueza como uncanal de desahogo de energía más saludable que elmilitarismo, el conflicto político y la destrucción deriqueza. Pero ese es otro tema.Entonces, ¿esto aumenta la desigualdad? Supongoque no es tanto que el capitalismo cree desigualdadcomo que ayuda a las personas a ser más prósperas.Inevitablemente, eso significa que no todos progresaránal mismo ritmo, pero en última instancia todosterminan por mejorar su situación. Ya hemos vistoeso, sobre todo en los últimos veinte años, cuando literalmentecientos de millones de personas salieronde la pobreza en China e India gracias al avance delcapitalismo. La realidad es que algunas personas sencillamenteescapan de la pobreza y se vuelven prósperasmás rápido que otras. Eso no es provocar pobreza,es ponerle fin. No genera desigualdad en el sentidoen el que la mayoría de las personas entienden estetérmino. A lo largo de la historia, siempre hubo desigualdaden todos los tipos de organizaciones sociales.Hasta el comunismo, que se suponía que generaríauna sociedad con igualdad de riqueza, estabasumamente estratificado y tenía élites con privilegiosespeciales. Así que no veo que haya que echarle laculpa de la desigualdad al capitalismo. El capitalismoles permite a las personas escapar de la pobreza y ser53


más prósperas y ricas, y eso es muy positivo. Eso esen lo que nos deberíamos concentrar.La gran brecha que hay en el mundo es la que existeentre los países que adoptaron el capitalismo de libremercado y se enriquecieron, y los que no lo hicierony permanecieron pobres. El problema no es quealgunos se hayan enriquecido, sino que otros hayanseguido siendo pobres. ¡Y eso no tiene por qué ser así!Palmer: Hiciste una distinción entre el capitalismo delibre mercado y otros sistemas en los que las personastambién generan ganancias y tienen empresas, peroque suelen describirse como “capitalismo de compinches”.¿Qué diferencia hay entre tu visión moral y loque hay en muchos países del mundo?Mackey: Tiene que haber Estado de Derecho. Las personastienen que contar con reglas que se apliquena todos por igual y que se hagan cumplir medianteun sistema judicial que tenga conscientemente esteobjetivo como prioridad. La aplicación igualitaria dela ley tiene que ser la meta principal, no puede haberprivilegios especiales para algunos. Lo que ocurre enmuchas sociedades, y creo que cada vez más en los EstadosUnidos, es que se conceden favores a personasque tienen contactos políticos. Eso es incorrecto. Estámal. Cuando una sociedad padece el capitalismo decompinches, o lo que mi amigo Michael Strong llama“crapitalism”, deja de ser una sociedad de libre mercadoy no optimiza la prosperidad; hace que muchas, muchaspersonas sigan siendo innecesariamente menos54


prósperas de lo que serían en un verdadero orden delibre mercado apoyado en el Estado de Derecho.Palmer: ¿Qué pasa en el país en el que vives, los EstadosUnidos? ¿Crees que hay capitalismo de compinches?Mackey: Te daré mi ejemplo actual preferido. En realidadtengo dos. Uno es que actualmente tenemos másde mil exenciones que ha otorgado la administraciónObama para sus regulaciones bajo la ley de reformade salud (Obamacare). Esa es una forma de capitalismode compinches. Las normas no se aplican a todos porigual. Y el poder de otorgar una exención también esel poder de denegarla. Y se la puede denegar a quienesno hacen donaciones adecuadas al partido políticoen el poder o que, por algún motivo, no son de suagrado. Es un derecho arbitrario que se puede aplicarselectivamente a algunos sí y a otros no.El otro es que veo al capitalismo de compinches entodos esos subsidios que se están asignando a la “tecnologíaecológica”, por ejemplo. Se están subsidiandoalgunas empresas y, en última instancia, puesto queel gobierno no tiene dinero propio, lo hace con dinerode los contribuyentes que redistribuye entre personasque cuentan con su favor político. Veo lo queestá pasando con General Electric, en términos de lostipos de impuestos que están pagando, con todas lasexenciones y deducciones especiales que se están incluyendoen las leyes tributarias. Y como están orientándosetanto a esas tecnologías de energía alternativa,o a algunas de ellas, están llegando al punto en el55


que casi no pagan impuestos sobre su ingreso, soloporque tienen contactos políticos. Eso me ofende. Meparece muy mal.Palmer: ¿Dirías que es inmoral?Mackey: Sí, así es... Bueno, yo lo llamaría inmoral.Pero eso te obliga a definir qué es la inmoralidad. Sinduda, esto es algo que viola mi ética y mi sentido delbien y el mal. Si viola la ética de otras personas o no,es algo más difícil de determinar. A mí no me gusta.Me opongo. No es compatible con mi idea de cómodebería gobernarse la sociedad. Son cosas que no deberíanocurrir en una sociedad con un Estado de Derechofuerte.Palmer: ¿Quiénes crees que son los que más ganancon el capitalismo de libre mercado que propugnas?Mackey: ¡Todos! Todos los miembros de la sociedadson beneficiarios. Es lo que sacó a gran parte de la humanidadde la pobreza. Es lo que hizo rico a este país.Éramos tremendamente pobres. Los Estados Unidosera una tierra de oportunidades pero no era un paísrico. No es un país perfecto, pero gozó de uno de losmercados más libres del mundo durante un par desiglos y, como resultado, pasamos de ser muy pobresa ser un país próspero, auténticamente rico.Palmer: En su libro Bourgeois Dignity, Deirdre McCloskeysostiene que un cambio en el modo en que las per-56


sonas pensaban en la actividad empresarial y en lainnovación emprendedora fue lo que posibilitó la prosperidadde las personas. ¿Crees que podemos recuperarese respeto por la empresa creadora de riqueza?Mackey: Creo que sí, porque vi lo que pasó cuandoRonald Reagan ganó las elecciones. En los años setenta,los Estados Unidos estaban en decadencia, deeso no hay duda; fíjate qué pasaba con la inflación,dónde estaban las tasas de interés, adónde se dirigíael producto interno bruto (PIB), la frecuencia de lasrecesiones, sufríamos una “estanflación” que dejabaal descubierto las profundas fallas de la filosofía keynesiana.Y entonces llegó un líder que recortó los impuestosy liberó un montón de industrias por mediode la desregulación, y Estados Unidos experimentóun renacimiento, un volver a nacer, que nos impulsóen los últimos veinticinco años o más. En líneasgenerales, transitamos una espiral ascendente decrecimiento y progreso. Por desgracia, últimamentevolvimos a retroceder, por lo menos unos pasos.Primero, con... bueno, podría culpar a todos y cadauno de estos presidentes y políticos, y Reagan mismodistaba de ser perfecto, pero últimamente Bush acelerómucho ese retroceso, y ahora Obama está yendomucho más allá en esa dirección que ningún otropresidente anterior.Pero ya sabes: soy emprendedor, por lo tanto soyun optimista. Pienso que es posible revertir la tendencia.No creo que estemos en una decadencia irreversibleaún, pero sí creo que muy pronto tendremos57


que hacer algunos cambios profundos. Para empezar,vamos a la quiebra. A menos que estemos dispuestosa tomarnos eso en serio y a enfrentar el problema sinaumentar los impuestos y ahogar la actividad empresarialde los Estados Unidos, la decadencia me pareceinevitable. ¡Pero por ahora tengo esperanzas!Palmer: ¿Crees que el capitalismo genera conformismohacia la homogeneización o genera espacio parala diversidad? Pienso en las personas que prefierencomidas kosher o halal, o en las minorías religiosas,culturales o sexuales…Mackey: El hecho de que hayas podido listar esas cosascasi responde tu pregunta. En definitiva, el capitalismono es más que personas que cooperan entresí para crear valor para otras personas y para ellasmismas. Eso es el capitalismo. Claro que también estáel elemento del interés propio. La clave es poder crearvalor por medio de la cooperación y hacerlo tanto parauno como para los demás. Y eso permite una diversidadde esfuerzo productivo, porque los seres humanossomos muy diversos en nuestras necesidades ydeseos. El capitalismo, la cooperación en el mercado,apuntan a satisfacer esas necesidades y deseos. Esocrea un enorme espacio para la individualidad. Enuna sociedad autoritaria, un grupo con algún interésespecial, ya sea una jerarquía religiosa o un grupode intelectuales universitarios o unos fanáticos quecreen saber lo que es mejor para todos, pueden imponersus valores a todos. Pueden dictaminar cómo58


deben vivir los demás. En una sociedad capitalista,hay mucho más espacio para la individualidad. Hayespacio para que crezcan y florezcan millones de flores,sencillamente porque el florecimiento humano esel fin último del capitalismo, su creación más grandiosa.Palmer: ¿Cuál es tu visión de un futuro justo, emprendedory próspero?Mackey: Lo primero que quisiera es que los defensoresdel capitalismo empezaran a entender que la estrategiaque vienen usando les va como anillo al dedoa sus oponentes. Cedieron el territorio moral y permitieronque los enemigos del capitalismo lo pintarancomo un sistema explotador, codicioso y egoístaque genera desigualdad, explota a los trabajadores,defrauda a los consumidores, destruye el medio ambientey desgasta la comunidad. Los defensores delcapitalismo no saben cómo responder a eso porqueya cedieron mucho territorio a sus críticos. Lo quedeben hacer es superar su obsesión con el interés propioy empezar a ver el valor que crea el capitalismo,no solo para los inversores –aunque ese valor tambiénexiste, por supuesto–, sino para todas las personasque comercian con empresas: crea valor paralos clientes; crea valor para los trabajadores; crea valorpara los proveedores; crea valor para la sociedadcomo un todo; crea valor para el gobierno. ¿Dónde estaríanuestro gobierno sin un fuerte sector empresarialque creara empleos e ingreso y riqueza que luego59


el gobierno puede gravar? Y que quede claro que esaparte no siempre me entusiasma.El capitalismo es una fuente de valor. Es el vehículomás asombroso para la cooperación social quehaya existido jamás. Esta es la historia que debemoscontar. Debemos cambiar el relato. Desde el punto devista ético, debemos cambiar el relato del capitalismopara demostrar que se trata de crear valor común,no para unos pocos, sino para todos. Si las personaspudieran verlo como yo, amarían al capitalismo comolo amo yo.Palmer: Agradezco tu tiempo.Mackey: Un placer, Tom.60


LA LIBERTAD Y LA DIGNIDAD EXPLICAN ELMUNDO MODERNOPor Deirdre N. McCloskeyEn este ensayo, la historiadora económica y crítica socialDeirdre McCloskey argumenta que el crecimiento del capitalismomoderno y el mundo que este hizo posible nopueden explicarse satisfactoriamente a partir de “factoresmateriales”, algo que generaciones de historiadores intentaronhacer. Fue el cambio en la forma en la que la gentepensaba acerca de los negocios, el intercambio, la innovacióny las ganancias lo que creó el capitalismo moderno yliberó a las mujeres, a los homosexuales, a los disidentesreligiosos y a las masas hasta entonces oprimidas, cuyasvidas eran brutales, dolorosas y breves, antes de la invencióny la comercialización de la agricultura moderna, lamedicina, la electricidad y los demás accesorios de la vidacapitalista moderna.Deirdre N. McCloskey es profesora de economía, historia,inglés y comunicación en la Universidad de Illinois, enChicago. Es la autora de trece libros sobre economía, historiaeconómica, estadística, retórica y literatura, ademásde un libro de memorias, titulado Crossing. Fue coeditoradel Journal of Economic History y ha publicado ennumerosas oportunidades en publicaciones académicas.Su último libro, de reciente públicación, es BourgeoisDignity: Why Economics Can’t Explain the ModernWorld.61


Fue el cambio en la forma en que las personas honrabanlos mercados y la innovación lo que dio origena la Revolución Industrial y, posteriormente, almundo moderno. La antigua visión convencional, encambio, no contempla actitudes sobre el comercio o lainnovación ni tiene espacio para el pensamiento liberal.La vieja teoría materialista sostiene que la RevoluciónIndustrial fue el resultado de causas materiales,como la inversión, el robo, las mayores tasas deahorro o el imperialismo. Todos conocemos la teoría:“Europa es rica por sus imperios”; “Estados Unidos seconstruyó sobre las espaldas de los esclavos”; “Chinase está enriqueciendo gracias al comercio”.Pero ¿qué tal si la Revolución Industrial fue impulsada,en cambio, por las modificaciones en la forma depensar de las personas y, en especial, en cómo pensabanacerca de los demás? ¿Y si suponemos que los motoresde vapor y las computadoras fueron el resultadode una nueva manera de honrar a los innovadores, yno de apilar ladrillos sobre ladrillos o africanos muertossobre africanos muertos?Los economistas y los historiadores están comenzandoa tomar consciencia de que se necesitó más,mucho más, que el robo o la acumulación de capitalespara activar la Revolución Industrial: se necesitó uncambio drástico en la forma en la que los occidentalespensaban sobre el comercio y la innovación. La“destrucción creativa” tuvo que empezar a gustarle alas personas, la idea nueva que reemplaza a la vieja.Pasa lo mismo con la música: un nuevo grupo tieneuna idea nueva en el ámbito del rock, y esa idea reem-62


plaza a la idea vieja si es adoptada libremente por unacantidad suficiente de personas. Si la música viejase considera peor que la nueva, es “destruida” por lacreatividad. De la misma manera, las luces eléctricas“destruyeron” las lámparas de queroseno, y las computadoras“destruyeron” las máquinas de escribir.Todo para beneficio nuestro.La historia correcta es así: hasta que los holandeses,aproximadamente en 1600, o los ingleses, alrededorde 1700, cambiaron su forma de pensar, habíados maneras de conseguir reconocimiento: ser un soldadoo ser un sacerdote, en el castillo o en la iglesia.Las personas que se limitaban a comprar y vendercosas para vivir o aquellas que innovaban, recibíanel escarnio público como tramposos pecaminosos. Uncarcelero en el siglo XIII rechazó la súplica de piedadde un hombre rico: “Vamos, Señor Arnaud Teisseire,¡usted se revuelca en la opulencia! ¿Cómo es posibleque no tenga pecado?”.En 1800, el ingreso promedio por persona por día entodo el planeta era, en dinero actual, de entre un dólary cinco dólares. Supongamos un promedio de tres dólarespor día. Imaginemos cómo sería vivir en Río o enAtenas o en Johannesburgo en la actualidad con tresdólares por día (algunas personas lo hacen). Es el equivalentea tres cuartas partes del precio de un cappuccinoen Starbucks. Era y sigue siendo una desgracia.Luego, algo cambió, primero en Holanda y luegoen Inglaterra. Las revoluciones y los movimientos dereforma de Europa, desde 1517 hasta 1789, dieronvoz a personas comunes que no eran ni obispos ni63


aristócratas. Los europeos y luego personas de otraspartes comenzaron a admirar a emprendedores comoBen Franklin, Andrew Carnegie y Bill Gates. La clasemedia comenzó a ser vista como algo bueno, y tambiénse le permitió realizar cosas positivas y prosperar.Las personas firmaron un Contrato de Clase Mediaque caracteriza a lugares actualmente ricos, comoGran Bretaña, Suecia o Hong Kong, desde entonces:“Permítanme innovar y ganar montañas de dinero enel corto plazo con mi innovación, y en el largo plazolos haré ricos”.Y eso fue lo que ocurrió. A partir del siglo XVIIIcon el pararrayos de Franklin y el motor de vapor deWatts, y potenciándose en el siglo XIX y aún más enel siglo actual, Occidente, que durante siglos habíaestado rezagado respecto de China y del mundo islámico,pasó a ser sorprendentemente innovador.La clase media recibió dignidad y libertad por primeravez en la historia humana, y el resultado fueel siguiente: el motor de vapor, el telar textil automático,la línea de montaje, la orquesta sinfónica, elferrocarril, la industria, el abolicionismo, la prensade vapor, el papel barato, la alfabetización generalizada,el acero barato, el vidrio barato, la universidadmoderna, el periódico moderno, el agua potable, elhormigón reforzado, el movimiento feminista, la luzeléctrica, el ascensor, el automóvil, el petróleo, las vacacionesen Yellowstone, el plástico, medio millón delibros nuevos publicados en inglés por año, el maízhíbrido, la penicilina, el aeroplano, el aire urbano lim-64


pio, los derechos civiles, las cirugías a corazón abiertoy la computadora.El resultado fue que, por única vez en la historia, lagente común (y, en especial, los muy pobres) vio su situaciónmuy mejorada: recordemos el Contrato de ClaseMedia. El 5% más pobre de los estadounidenses tiene actualmenteel mismo nivel de bienestar, en términos de aireacondicionado y automóviles, que el 5% más rico de India.Estamos frente al mismo proceso de cambio en Chinay en India, que representan el 40% de la poblaciónmundial. La gran historia económica de nuestra épocano es la Gran Recesión de 2007-09, por desagradableque haya sido. La gran historia es que China, en 1978,e India, en 1991, adoptaron ideas liberales en sus economíasy le dieron la bienvenida a la destrucción creativa.En la actualidad, los bienes y servicios per cápitade esos países se cuadruplican en cada generación.En el presente, en los muchos lugares que hanadoptado libertad y dignidad para la clase media, unapersona promedio produce y consume más de cien dólarespor día. Recordemos: hace dos siglos, esa cifraera de tres dólares, con los precios actuales. Y no estamosteniendo en cuenta la gran mejora en la calidadde muchas cosas, desde la luz eléctrica hasta los antibióticos.Los jóvenes de Japón, Noruega e Italia están,incluso según estimaciones conservadoras, en unasituación aproximadamente treinta veces mejor, entérminos materiales, que sus tátara-tátara-tátara-tátara-tátara-abuelos.Todos los demás avances hacia elmundo moderno –más democracia, la liberación de lamujer, la mejora en la expectativa de vida, el aumento65


de la educación, el crecimiento espiritual y la explosiónartística– están estrechamente vinculados con elGran Suceso de la historia moderna: un incrementodel dos mil novecientos por ciento en alimentos, educacióny transporte.El Gran Suceso es tan grande, tan inédito, que esimposible pensar que es producto de causas rutinariascomo el comercio o la explotación o la inversióno el imperialismo. Eso es lo que los economistas puedenexplicar satisfactoriamente: la rutina. Sin embargo,todas las rutinas se registraron en gran escalaen China y en el Imperio Otomano y en Roma y enAsia meridional. La esclavitud era moneda corrienteen Medio Oriente, el comercio era muy importante enIndia, la inversión en canales en China y en caminosen Roma era inmensa. Sin embargo, el Gran Sucesono llegó entonces. Claramente hay algo muy erróneoen las explicaciones económicas habituales.En otras palabras, depender exclusivamente delmaterialismo económico para explicar el mundo moderno,así sea materialismo histórico de izquierda oeconomía de derecha, es un error. La clave está en lasideas de dignidad y libertad humanas. En palabrasdel historiador económico Joel Mokyr: “El cambioeconómico en todos los períodos depende, más de loque la mayoría de los economistas imagina, en lo quelas personas piensan”. Los enormes cambios materialesfueron el resultado, no la causa. Fueron las ideas,o la “retórica”, las que permitieron nuestro enriquecimientoy, con ese enriquecimiento, que gozáramos denuestras libertades modernas.66


COMPETENCIA Y COOPERACIÓNPor David BoazEn este ensayo, David Boaz, académico y vicepresidenteejecutivo de un instituto de políticas públicas, expone larelación entre la competencia y la cooperación, que suelenpresentarse como alternativas opuestas: una sociedad seorganiza de acuerdo con uno de esos principios o bien conel otro. Por el contrario, según explica Boaz, en los sistemaseconómicos capitalistas se compite a in de cooperarcon los demás.David Boaz es vicepresidente ejecutivo del Cato Institutey asesor de Students For Liberty. Es autor de Libertarianism:A Primer y editor de otros quince libros, entreellos The Libertarian Reader: Classic and ContemporaryWritings from Lao Tzu to Milton Friedman.Ha escrito para periódicos como el New York Times,el Wall Street Journal y el Washington Post,es comentarista frecuente de radio y televisión, y escribeblogs de manera periódica para Cato@Liberty, TheGuardian, The Australian y la Enciclopedia Británica.Los defensores del proceso de mercado suelen destacarlas ventajas de la competencia. El procesocompetitivo permite la constante puesta a prueba,experimentación y adaptación en respuesta a situacionescambiantes. Mantiene a las empresas siempre67


alerta para atender a los consumidores. Tanto desdeel punto de vista analítico como empírico, se observaque los sistemas competitivos producen mejoresresultados que los sistemas centralizados o monopolísticos.Por eso es que en libros, artículos de prensay apariciones en televisión, los partidarios del libremercado subrayan la importancia del mercado competitivoy se oponen a las restricciones a la competencia.Pero son muchos los que, cuando escuchan elogiosa la competencia, oyen palabras como hostil, feroz o despiadada.Se preguntan si no sería mejor la cooperaciónen lugar de la postura antagonista para con el mundo.El inversor multimillonario George Soros, porejemplo, escribe en el Atlantic Monthly: “Mucha competenciay muy poca cooperación pueden causar unainequidad e inestabilidad intolerables”. Agrega quesu “principal argumento (...) es que la cooperaciónforma parte del sistema tanto como la competencia,y la frase ‘la supervivencia del más apto’ tergiversaeste hecho”.Cabe mencionar que la frase “la supervivencia delmás apto” es rara vez usada por los partidarios de lalibertad y del libre mercado. Se acuñó para describirel proceso de la evolución biológica y para referirsea la supervivencia de los rasgos mejor adaptados alentorno; bien podría aplicarse a la competencia empresarialen el mercado, pero ciertamente no con laintención de implicar la supervivencia solo de los individuosmás aptos en un sistema capitalista. No sonlos amigos sino los enemigos del proceso de mercado68


los que emplean la frase “la supervivencia del másapto” para describir la competencia económica.Es necesario aclarar que aquellos que afirman quelos seres humanos “están hechos para cooperar, nopara competir”, no comprenden de manera cabal queel mercado es cooperación. De hecho, como se exponea continuación: el mercado es el conjunto de personasque compiten para cooperar.Individualismo y comunidadDe igual manera, los opositores al liberalismo clásicose han apresurado a acusar a los liberales defavorecer un individualismo “atomístico”, en el quecada persona es una isla en sí misma, que solo buscasu propio beneficio sin considerar las necesidades odeseos ajenos. E. J. Dionne, Jr., del Washington Post,ha escrito que los libertarios modernos creen que “losindividuos vienen al mundo como adultos plenamenteformados que deben hacerse responsables de susacciones desde el momento en que nacen”. El columnistaCharles Krauthammer señaló en una reseña dellibro What It Means to Be a Libertarian, de Charles Murray,que hasta la llegada de Murray la visión libertariaera “una raza de individualistas ariscos, cada unode los cuales vivía en una cabaña en la cima de unamontaña rodeada de alambre de púas y con un cartelde ‘Prohibido pasar’”. No me explico cómo omitióagregar “cada uno armado hasta los dientes” en esadescripción.69


Desde luego, nadie cree realmente en la clase de“individualismo atomístico” que a los profesores ycolumnistas les gusta ridiculizar. Es un hecho quevivimos juntos y trabajamos en grupos. No está clarocómo se puede ser un individuo atomístico en nuestracompleja sociedad moderna: ¿significaría comersolamente lo que uno cultiva o cría, usar vestimentahecha por uno mismo, vivir en una casa construidapor uno mismo, limitarse a medicamentos naturalesextraídos de las plantas? Algunos críticos del capitalismoo defensores de la “vuelta a la naturaleza”–como el Unabomber, o Al Gore si realmente creyeralo que escribió en La Tierra en equilibrio– podrían apoyarsemejante proyecto. Pero pocos libertarios desearíanmudarse a una isla desierta y renunciar a los beneficiosde lo que Adam Smith llamó la Gran Sociedad,la sociedad compleja y productiva que la interacciónsocial hace posible. Podría pensarse, por lo tanto, quecualquier periodista sensato se detendría, observaríalas palabras que ha escrito y pensaría: “Debo de habertergiversado esta postura. Debería ir a leer de nuevo alos autores libertarios”.En nuestro tiempo esta falacia –sobre el aislamientoy la atomicidad de las personas– ha resultado sermuy perjudicial para los partidarios del proceso demercado. Cabría aclarar que estamos de acuerdo conGeorge Soros en que “la cooperación forma parte delsistema tanto como la competencia”. De hecho, consideramosla cooperación tan esencial para la prosperidadhumana que no deseamos únicamente hablar deella: deseamos crear instituciones sociales que la po-70


sibiliten. De eso se tratan los derechos de propiedad,la intervención limitada del gobierno y el Estado deDerecho.En una sociedad libre, los individuos gozan de derechosnaturales e imprescriptibles y deben cumplir susobligaciones generales de respetar los derechos de losdemás individuos. Nuestras otras obligaciones son lasque elegimos asumir por contrato. No es casual queuna sociedad fundada en los derechos a la vida, a lalibertad y a la propiedad también genere paz social ybienestar material. Como lo demuestran John Locke,David Hume y otros filósofos del liberalismo clásico,necesitamos un sistema de derechos que produzca cooperaciónsocial, sin lo cual las personas no pueden hacermucho. Hume sostuvo en su Tratado de la naturalezahumana que las circunstancias con que nos enfrentamoslos humanos son 1) el interés propio, 2) nuestragenerosidad necesariamente limitada para con los demás,y 3) la escasez de recursos disponibles para satisfacernuestras necesidades. Dadas esas circunstancias,es necesario que cooperemos con otros y que tengamosnormas de justicia –en especial relativas a la propiedady al intercambio– que definan cómo hacerlo. Esasreglas establecen quién tiene derecho a decidir cómoutilizar una porción de propiedad. Si no hubiera derechosde propiedad bien definidos, nos encontraríamosen constante conflicto respecto de ese tema. Es nuestroacuerdo sobre los derechos de propiedad lo que nospermite llevar a cabo las complejas tareas sociales decooperación y coordinación mediante las cuales logramosnuestros objetivos.71


Sería maravilloso que el amor pudiera cumplir esecometido, sin todo el énfasis en el propio interés ylos derechos individuales, y muchos oponentes al liberalismoofrecen una visión tentadora de la sociedadbasada en la benevolencia universal. No obstante,como señaló Adam Smith, “en una sociedad civilizada[el hombre] necesita a cada instante la cooperacióny asistencia de grandes multitudes”, y sin embargo,en toda su vida jamás podría establecer amistad nisiquiera con un pequeño porcentaje de la totalidadde personas cuya cooperación necesita. Si dependiéramostotalmente de la benevolencia para producircooperación, directamente no podríamos emprendertareas complejas. Depender del interés propio de losdemás, en un sistema de derechos de propiedad biendefinidos y libre intercambio, es la única manera deorganizar una sociedad más compleja que un pueblopequeño.La sociedad civilQueremos asociarnos con otros para fines útiles–producir más alimentos, intercambiar bienes, desarrollarnueva tecnología– pero también porque sentimosuna profunda necesidad humana de conexión,amor, amistad y comunidad. Las asociaciones queformamos con otros componen lo que denominamossociedad civil. Esas asociaciones pueden adoptar unasorprendente diversidad de formas: familias, iglesias,escuelas, clubes, fraternidades, consorcios de copropietarios,grupos vecinales y las innumerables formas72


de sociedades comerciales, como alianzas, corporaciones,sindicatos y asociaciones comerciales. Todasestas asociaciones atienden necesidades humanas dediferentes maneras. La sociedad civil puede definirseen sentido amplio como el conjunto de asociacionesnaturales y voluntarias que se dan en la sociedad.Algunos analistas distinguen entre organizacionescomerciales y sin fines de lucro, con el argumentode que las empresas forman parte del mercado yno de la sociedad civil; pero personalmente sigo latradición de que la verdadera distinción es entre lasasociaciones coercitivas (el Estado) y las naturales ovoluntarias (todo lo demás). Ya sea que una asociaciónespecífica se establezca para obtener ganancias opara alguna otra finalidad, la característica clave esque nuestra participación en esta sea voluntaria.Con toda la confusión contemporánea sobre la sociedadcivil y el “propósito nacional”, deberíamos recordarla idea de F. A. Hayek de que las asociacionesdentro de la sociedad civil se crean para alcanzar unobjetivo específico, pero que la sociedad civil en suconjunto no tiene un único propósito: es el resultadono intencional, espontáneo, de todas esas asociacionesdeliberadas.El mercado como cooperaciónEl mercado es un elemento esencial de la sociedadcivil. Surge de dos hechos: que los seres humanospueden lograr más en cooperación con otros que enforma individual y que somos capaces de reconocerlo.73


Si fuésemos una especie para la cual la cooperaciónno fuera más productiva que el trabajo aislado, o si nopudiésemos discernir las ventajas de la cooperación,permaneceríamos aislados y atomizados. Pero, lo quesería peor, como explicó Ludwig von Mises: “Cadahombre se habría visto obligado a ver a todos los demáscomo enemigos; el anhelo de saciar sus propiosapetitos lo habría llevado a un conflicto implacablecon todos sus vecinos”. Sin la posibilidad del beneficiomutuo a partir de la cooperación y de la división deltrabajo, no podrían surgir ni sentimientos de compasióny amistad ni el propio orden del mercado.En todo el sistema de mercado, los individuos y lasempresas compiten para cooperar mejor. General Motorsy Toyota compiten para cooperar conmigo paraayudarme a lograr mi objetivo de transporte. AT&T yMCI compiten para cooperar conmigo para lograr miobjetivo de comunicarme con otros. De hecho, compitende manera tan agresiva para cooperar conmigoque he cooperado con otra empresa de comunicacionespara que me brinde tranquilidad por medio de uncontestador automático.Los críticos de los mercados suelen quejarse de queel capitalismo estimula y recompensa el interés propio.En realidad, las personas actuamos bajo interéspropio en cualquier sistema político. Los mercadoscanalizan ese propio interés hacia direcciones socialmentebenéficas. En un libre mercado, las personaslogran sus propios objetivos indagando acerca de loque otros necesitan y tratando de ofrecérselo. Ellopuede traducirse en varias personas trabajando jun-74


tas para construir una red para pescar o una carretera.En una economía más compleja, significa buscarel beneficio propio ofreciendo bienes o servicios quesatisfacen las necesidades o deseos de otros. Los trabajadoresy los emprendedores que mejor satisfacenesas necesidades se ven recompensados; los que no,pronto aprenden y se sienten impulsados a copiar asus competidores más exitosos o a probar una nuevaestrategia.Todas las distintas organizaciones económicasque vemos en un mercado son experimentos para hallarmejores maneras de cooperar para lograr objetivosmutuos. Un sistema de derechos de propiedad,el Estado de Derecho y una mínima intervención delgobierno permiten un margen enorme para experimentarnuevas formas de cooperación. El desarrollode corporaciones permitió la realización de tareaseconómicas mayores de las que podrían lograr individuoso alianzas. Organizaciones tales como consorciosde copropietarios, fondos comunes de inversión,compañías de seguros, bancos, cooperativas de trabajoy demás, son intentos de solucionar problemaseconómicos particulares mediante nuevas formas deasociación. Se comprobó que algunas de estas formasson ineficientes: por ejemplo, muchos de los conglomeradosde empresas de la década de 1960 demostraronser imposibles de administrar y los accionistasperdieron dinero. La acelerada retroalimentación delproceso de mercado brinda incentivos para copiar lasformas de organización que dan buenos resultados ydesalentar aquellas que no.75


La cooperación es parte del capitalismo tanto comolo es la competencia. Ambas son elementos esencialesdel simple sistema de la libertad natural, y la mayoríade nosotros dedica mucho más tiempo a cooperar consocios, compañeros de trabajo, proveedores y clientesque a competir.La vida sería detestable, bestial y corta si fuera solitaria.Afortunadamente para todos nosotros, en lasociedad capitalista no lo es.76


LA MEDICINA CON FINES DE LUCRO Y EL MOTORDE LA COMPASIÓNPor Tom G. PalmerEn este ensayo, el editor de este volumen ofrece una meditaciónpersonal a partir de su experiencia en el tratamientodel dolor. No tiene por objeto servir de doctrina generalni constituye un aporte a las ciencias sociales. Es un intentode aclarar la relación entre la empresa con ines delucro y la compasión.La medicina con fines de lucro debe de ser una cosaatroz e inmoral. Después de todo, así es como escuchoque la atacan todo el tiempo. De hecho, mientrasescribo estas líneas escucho por la CorporaciónCanadiense de Radiodifusión un duro ataque a loshospitales privados. Cuando los médicos, los enfermerosy los administradores de los hospitales se preocupanúnicamente por sus ingresos, la compasión cedesu lugar a un egoísmo insensible, dicen muchos. Peroyo me formé una nueva opinión del tema cuando meencontré obligado a ir a dos hospitales –uno con finesde lucro y el otro sin fines de lucro– a buscar alivio deuna enfermedad dolorosa e incapacitante.Hace poco sufrí una hernia de disco en la columnavertebral que me causó un dolor de magnitudes quenunca había imaginado posibles. Consulté a un especialistadel hospital de mi zona, con fines de lucro,77


que me derivó a una clínica de radiología cercana,con fines de lucro, para que en menos de una hora mepracticaran una resonancia magnética. Luego hizoque me dieran una inyección epidural para reducirla inflamación de los nervios que llegan a la columnavertebral, que eran el origen de los dolores. Me aquejabaun dolor tan intenso que casi no podía moverme.El consultorio de tratamiento del dolor, con fines delucro, del hospital con fines de lucro que visité estabaintegrado por médicos y enfermeros que me mostraronuna amabilidad extraordinaria y me trataroncon gentileza. Una vez que la enfermera verificó quecomprendí el procedimiento y que entendía todas lasinstrucciones, se presentó la doctora que me administróla inyección epidural, explicó cada paso y luegoprocedió con notable profesionalismo y evidente preocupaciónpor mi bienestar.Adelantémonos unas semanas. Mi estado, si bientodavía doloroso y debilitado, había mejorado mucho.El médico me recomendó otra inyección epidural paraacercarme aún más hacia un estado normal. Lamentablemente,el consultorio de tratamiento del dolorcon fines de lucro no tenía turnos hasta tres semanasmás tarde. No quería esperar tanto y llamé a algunosotros hospitales de la zona. En un hospital sin finesde lucro muy conocido y de muy buena reputaciónpodían atenderme en dos días. Contento, pedí turno.Cuando llegué al hospital sin fines de lucro, primerohablé con algunos jubilados muy serviciales que llevabanpulcros uniformes de voluntarios. Eran personasa todas luces caritativas, como cabe esperar en un78


hospital sin fines de lucro. Luego llegué cojeando conmi bastón al área de tratamiento del dolor, en cuya recepciónme registré. Salió una enfermera y anunció minombre, y después de que me identifiqué se sentó juntoa mí en la sala de espera. La entrevista tuvo lugar conpersonas desconocidas alrededor. Por suerte no hubopreguntas embarazosas. Observé que las otras enfermerasdaban órdenes a los pacientes en un tono imperativo.Una enfermera le dijo a una señora que evidentementeestaba adolorida que se sentara en otra sillay cuando la paciente le dijo que se sentía más cómodadonde estaba, la enfermera le señaló la otra silla y exclamó:“No. ¡Siéntese!”. Cuando esa misma enfermerase me acercó, creo que con mi gesto le dije que no teníaintenciones de dejarme tratar como un matriculado enuna escuela de obediencia. Sin pronunciar palabra, señalóla sala de examen, a la que ingresé.Entró el médico a cargo. No se presentó. No medijo su nombre. No me saludó. Revisó mi ficha, murmurópara sus adentros y me dijo que me sentara enla camilla, me bajara los pantalones y me levantarala camisa. Le dije que antes el procedimiento habíasido conmigo acostado de lado y que esa posición eramás cómoda, porque sentado me dolía bastante. Dijoque prefería que estuviera sentado. Respondí que yoprefería acostarme de lado. Dijo que el estar sentadofavorecía el acceso, lo cual al menos redundaba enmis propios intereses tanto como en los suyos, porlo tanto accedí. Luego, a diferencia de la doctora delhospital con fines de lucro, clavó la aguja e inyectó lamedicación con una fuerza tan sorprendente y terri-79


le que hizo que se me escapara un verdadero alarido,muy por el contrario a mi experiencia anterior. Luegoextrajo la aguja, anotó algo en su ficha y desapareció.La enfermera me entregó una hoja y señaló la salida.Pagué y me fui.Lucro y compasiónEsa es una serie de experiencias demasiado pequeñaa partir de la cual comparar la medicina con finesde lucro y sin fines de lucro. Pero puede revelar algoacerca del motor del lucro y su relación con la compasión.No es que los hospitales con fines de lucro seanlos únicos que atraen a bondadosos y compasivos,pues los ancianos voluntarios del hospital sin fines delucro eran bondadosos y compasivos. Pero no puedoevitar pensar que los médicos y los enfermeros quetrabajaban en un consultorio de tratamiento del dolorcon fines de lucro en un hospital con fines de lucrotenían algún incentivo para ejercer compasión en eltrabajo. Después de todo, si necesito tratamiento adicionalo si me piden una recomendación, voy a pensaren el hospital con fines de lucro. Pero jamás volveríaal hospital sin fines de lucro ni lo recomendaría, ycreo que sé por qué: allí los médicos y los enfermerosno tienen motivos para desear que yo lo haga. Y ahoratambién comprendo por qué el hospital sin finesde lucro podía darme un turno tan pronto. Dudo quetuvieran muchos clientes asiduos.La experiencia no indica que el lucro sea condiciónnecesaria o siquiera suficiente para la compasión, la80


caridad o la cortesía. Yo trabajo para una organizaciónsin fines de lucro, que depende del apoyo continuode una amplia base de donantes. Si yo fracasaraen el cumplimiento de mis obligaciones fiduciariaspara con ellos, dejarían de apoyar mi trabajo. Resultaque mis colegas y yo trabajamos allí porque compartimoslas mismas inquietudes de los donantes, por locual el sistema funciona en forma armoniosa. Perocuando los donantes, los empleados y los “clientes”(ya sean personas que sufren dolor o periodistas yeducadores que necesitan información y conocimientos)no comparten todos los mismos valores u objetivos,como en el hospital sin fines de lucro, el motordel lucro actúa con fuerza para poner esos objetivosen sintonía.Las ganancias obtenidas en el contexto de derechoslegales bien definidos y aplicados (por oposición a lasganancias que arroja ser un ladrón brillante) puedenconstituir el fundamento no de la insensibilidad, sinode la compasión. La búsqueda del lucro requiere queel médico considere los intereses del paciente poniéndoseen el lugar de este, para imaginar el sufrimientoajeno, para sentir compasión. En una economía delibre mercado, el motor del lucro bien podría ser otraforma de denominar al motor de la compasión.81


Segunda ParteLa interacción voluntariay el interés propio


LA PARADOJA DE LA MORALIDADPor Mao YushiEn este ensayo, el economista, intelectual y emprendedorsocial chino Mao Yushi explica el rol que tienen los mercadospara generar armonía y cooperación. El autor revelalos beneicios de la búsqueda de precios bajos y gananciasde quienes participan en el intercambio contraponiendoese comportamiento basado en el “interés propio” a lasfantasías expuestas por los críticos del capitalismo. El autortoma sus ejemplos del patrimonio literario chino y desus experiencias (y de las de otros millones de chinos) duranteel desastroso experimento chino de abolir el capitalismo.Mao Yushi es fundador y director del Unirule Institute, ubicadoen Beijing, China. Es autor de numerosos libros y artículospopulares y académicos; enseñó economía en variasuniversidades, fundó algunas de las primeras institucionesde caridad no gubernamentales y organizaciones independientesde autoayuda de China, y es conocido como un valerosodefensor de la libertad. En los años cincuenta fuecastigado con trabajos forzados, exilio, “reeducación” y acasi morir de hambre por decir “Si no tenemos dónde comprarcerdo, su precio debería aumentar” y “Si Mao quiereconocer a un cientíico, ¿quién debe visitar a quién?”. Enel año 2011, justo antes de que se imprimiera este libro, alos 82 años, escribió un ensayo que se publicó en Caixin, enInternet, titulado “Devolviéndole la forma humana a MaoZedong”. Ese ensayo le valió muchas amenazas de muerte yun mayor prestigio como voz de la honestidad y la justicia.85


Mao Yushi es una de las grandes iguras de la libertad en elmundo contemporáneo, que ha trabajado incansablementepor llevar las ideas del libertarismo y la experiencia dela vida libre al pueblo de China y al mundo en general.Conflicto de intereses en la Tierra de losCaballerosEntre los siglos XVIII y XIX, el autor chino LiRuzhen escribió una novela titulada Flores en el espejo.El libro describe a un hombre llamado Tang Aoque, luego de un revés en su trayectoria profesional,acompaña a su cuñado al extranjero. Durante el viaje,visita muchos países distintos que le ofrecen vistasy sonidos fantásticos y exóticos. El primer país quevisita es “la Tierra de los Caballeros”.Todos los habitantes de la Tierra de los Caballerossufren intencionalmente para asegurar el beneficiode los demás. En el undécimo capítulo de la novelase describe a un alguacil (no es casual la elección deLi Ruzhen de usar este personaje tal como se lo conocíaen la antigua China, donde los alguaciles teníanprivilegios especiales y solían intimidar a la gentecomún por medio de la violencia) que se encuentracon la siguiente situación mientras está comprandomercancías:Después de examinar un puñado de bienes, el alguacille dice al vendedor: “Amigo, tienes mercaderíade muy buena calidad, pero el precio es86


muy bajo. ¿Cómo puedo quedarme tranquilo sime aprovecho de ti? Si no aumentas el precio, impedirásque hagamos una transacción”.El vendedor respondió: “Me has hecho el favor devenir a mi tienda. Se dice que el vendedor pide unprecio que está por el cielo y el comprador respondetrayéndolo de nuevo a la tierra. Mi precio estápor el cielo, y aun así tú quieres que lo aumente.Me resulta difícil aceptarlo. Será mejor que vayasa otra tienda a comprar mercadería”.Al oír la respuesta del vendedor, el alguacil le dijo:“Le pones un precio bajo a mercadería de muy buenacalidad. ¿Eso no implica una pérdida para ti? Debemosser honestos y ecuánimes. ¿No podríamos decirque cada uno de nosotros tiene un ábaco incorporado?”.Después de discutir un rato, el vendedor seguíainsistiendo en no aumentar el precio, y el alguacil,en un arranque de rabia, compró solo la mitad de lamercadería que pensaba comprar. Cuando estaba porirse, el vendedor le bloqueó la salida. En ese momento,llegaron dos ancianos que, después de evaluar lasituación, determinaron que el alguacil debía tomarel 80% de la mercadería y marcharse.Luego, el libro describe otra transacción en la queel comprador considera que el precio que pide el vendedores demasiado bajo para la alta calidad de lamercadería, mientras que el vendedor insiste en queel producto no es tan fresco y es más bien ordinario.Al final, el comprador elige uno de los peores productosofrecidos; la gente que presencia la escena lo87


acusa de ser injusto, de modo que el comprador tomala mitad de su compra de la pila de mayor calidad y laotra mitad de la pila de menor calidad. En una terceratransacción, ambas partes comienzan a discutir alevaluar el peso y la calidad de la plata. El compradorque paga en plata dice con severidad que el metal esde mala calidad y peso insuficiente, mientras que elvendedor que cobra asegura que es una plata de calidady peso superiores. Una vez se hubo retirado elcomprador, el vendedor se siente obligado a darle laplata que considera que se le pagó de más a un vagabundoque viene de otras tierras.Hay dos cuestiones planteadas en la novela que merecenser exploradas.La primera es que cuando ambas partes decidensacrificar sus ganancias o insisten en que estas sonexcesivas, se produce una discusión. En la vida real,la mayoría de las discusiones surgen de la búsquedade satisfacer nuestro propio interés. Como resultado,solemos cometer el error de suponer que, si siemprenos alineáramos con el otro, no discutiríamos nunca.Sin embargo, en la Tierra de los Caballeros vemos quetomar el interés ajeno como base para nuestras decisionestambién genera conflictos; por lo tanto, deberíamosbuscar el fundamento lógico de una sociedadarmoniosa y coordinada.Si damos un paso más en nuestra investigación,descubriremos que, en las transacciones comercialesde la vida real, cada parte busca su propia ganancia y através de negociar las condiciones (como el precio y lacalidad) se puede llegar a un acuerdo. En cambio, en la88


Tierra de los Caballeros, tal acuerdo es imposible. Enla novela, el autor debe recurrir a un anciano, a un vagabundoy hasta a la compulsión para resolver el conflicto30 . Aquí nos encontramos con una verdad profundae importante: las negociaciones en las que ambaspartes persiguen su ganancia personal pueden llegara un equilibrio, mientras que, si cada parte persigue elinterés de la otra, jamás llegarán a un consenso.Más aún, eso crearía una sociedad permanentementereñida consigo misma, lo que contradice de llenolas expectativas de la mayoría. Puesto que la Tierrade los Caballeros es incapaz de alcanzar un equilibrioen las relaciones entre sus habitantes, eventualmentese convertirá en la Tierra de los Desconsideradosy Groseros. Ya que la Tierra de los Caballeros buscael interés ajeno, es un caldo de cultivo para personajesviles. Cuando los Caballeros no logran dar porconcluido un intercambio, los desconsiderados y groserospueden aprovecharse del hecho de que los Caballerosbuscan una ganancia sacrificando su propiointerés. Si las cosas continuaran así, probablementelos Caballeros se extinguirían y serían reemplazadospor los Desconsiderados y Groseros.De esa idea puede deducirse que los seres humanossolo pueden cooperar cuando persiguen su propiointerés. Esos son los cimientos sólidos sobre los quela humanidad puede esforzarse en pos de crear unmundo ideal. Si la humanidad persiguiera directa y30 Afortunadamente, el mendigo era extranjero: de haber sido de la Tierrade los Caballeros, la disputa se habría perpetuado indefinidamente.89


exclusivamente el beneficio ajeno, no podría realizarningún ideal.Por supuesto, tomando a la realidad como punto departida, todos debemos estar atentos a nuestro prójimoy a encontrar el modo de reprimir nuestros deseosegoístas a fin de reducir los conflictos. Pero sila atención al interés ajeno se convirtiera en la metade todos nuestros comportamientos, generaría el mismoconflicto que describió Li Ruzhen en la Tierra delos Caballeros. Algunos dirán que los elementos máscómicos de la vida en la Tierra de los Caballeros nopodrían ocurrir en la vida real, pero, como gradualmenteva demostrando el libro, los sucesos del mundoy los de la Tierra de los Caballeros tienen causas similares.Para decirlo de otro modo, ni el mundo real nila Tierra de los Caballeros tienen claro el principio dela búsqueda del propio interés.¿Cuáles son las motivaciones de los habitantes dela Tierra de los Caballeros? Primero debemos preguntarnospor qué los seres humanos quieren realizar intercambios.Ya sea un intercambio primitivo en formade trueque o el intercambio de bienes por dinero de lasociedad moderna, la motivación del intercambio esmejorar la situación propia, hacernos más convenientey confortable la vida. Sin esa motivación, ¿por quélas personas preferirían intercambiar en lugar de trabajarsolas? Accedemos a todos los bienes materialesde los que disponemos, desde la aguja e hilo hasta losrefrigeradores y los televisores a color, únicamentepor medio del intercambio. Si la gente no intercambiara,cada persona se vería obligada a plantar granosy algodón en el campo, a usar ladrillos de barro90


para construir su casa y a luchar por arrancarle alsuelo todos los bienes necesarios para subsistir. Nosganaríamos la vida a duras penas tal como lo hicieronnuestros antepasados durante decenas de milesde años. Pero sin duda no disfrutaríamos de ningunode los beneficios que ofrece la civilización moderna.Los habitantes de la Tierra de los Caballeros ya tienenun Estado y un mercado, lo que demuestra queya abandonaron la economía de subsistencia para seguirla senda del intercambio a fin de mejorar suscircunstancias materiales. Entonces, ¿por qué se niegana pensar en su propio interés al participar enun intercambio económico? Por supuesto, si el objetivodel intercambio es, desde el comienzo, reducir laventaja propia y promover la ventaja de los demás,podría surgir un comportamiento “caballeresco”. Sinembargo, como saben todos aquellos que participanen un intercambio o que tienen experiencia en intercambiar,las dos partes involucradas se mueven enbeneficio propio, mientras que quienes actúan contrariandosu propio interés en el transcurso de un intercambiopadecen motivaciones incoherentes.¿Es posible fundar una sociedad sobre la base delbeneficio mutuo sin negociaciones de precios?En la época en la que la vida y obra de Lei Feng 31 sepromovían en China, solía verse en televisión la ima-31 Lei Feng (18 de diciembre de 1940-15 de agosto de 1962) era un soldadodel Ejército Popular de Liberación que se convirtió en héroe nacional en1962 tras morir en un accidente de tránsito. En 1963 comenzó una cam-91


gen de uno de los comprometidos y bienintencionadosseguidores de Lei Feng reparando las ollas y cacharrosde un grupo de gente. Se veía que iba formándoseuna larga fila de personas que llevaban utensiliosdañados que querían reparar. Esas imágenes buscabanalentar a otras personas a emular al bondadososeguidor de Lei Feng, y fijar la atención del públicoen esta conducta ejemplar. Hay que notar que, deno haber sido por la larga fila de personas, la propagandano habría tenido ningún poder de persuasión.También hay que tomar en cuenta que quienes hacíanfila para reparar sus cacharros y ollas no estaban allípara aprender de Lei Feng; por el contrario, estabanallí para satisfacer su propio interés a expensas deotra persona. Si bien este tipo de propaganda podráenseñarles a algunos a hacer obras de bien por los demás,al mismo tiempo, enseña aún más a beneficiarsepersonalmente con el trabajo ajeno. Antes solía creerseque la propaganda que instaba a la gente a trabajaral servicio de los demás sin compensación podía mejorarla moral social. Sin embargo, no hay duda de quelo anterior es un enorme malentendido, puesto quequienes aprenden a buscar alguna ventaja personalserán mucho más numerosos que quienes aprenden adar su trabajo desinteresadamente.Desde la perspectiva de la ganancia económica, laobligación universal de trabajar por los demás generaderroche. Es muy probable que quienes acepten lapaña para “Aprender del Camarada Lei Feng”, en la que se pedía al pueblochino que emulara su devoción para con el Partido Comunista chino y elsocialismo.92


oferta de servicios gratuitos de reparación lleven artículosdañados que no valga la pena reparar, y talvez incluso lleven objetos tomados directamente de labasura. Pero, como ahora el precio de repararlos escero, aumentará el tiempo –siempre escaso– dedicadoa repararlos, al igual que los materiales –tambiénescasos– utilizados para la reparación. Puesto que lacarga de la reparación descansa en espaldas ajenas, elúnico costo para la persona promedio que procura unarreglo gratuito es el tiempo que le lleva hacer la fila.Si se los mira desde el punto de vista de la sociedaden su conjunto, todo el tiempo, el esfuerzo y los materialesempleados para reparar esos artículos dañadosdarán como resultado unos cacharros y ollas apenasusables. Si, en cambio, ese tiempo y esos materiales seemplearan en actividades más productivas, sin dudagenerarían más valor para la sociedad.Desde la perspectiva de la eficiencia económica y elbienestar general, ese trabajo obligatorio y no remuneradode reparación, casi con certeza, genera másperjuicios que beneficios.Más aún, si otro bienintencionado seguidor de LeiFeng se ofreciera a guardarle el lugar en la fila a unode los que llevan sus cacharros a la espera del serviciogratuito de reparación, a fin de liberar al pobre de latediosa espera, la fila se volvería aún más larga. Esesí que sería un panorama absurdo, un grupo haciendofila para que otro grupo no tenga que hacerlo. Esesistema de obligación presupone que hay un grupodispuesto a ser servido. Es una ética del servicio queno puede ser universal. Como es evidente, quienes se93


afanan de la superioridad de un sistema semejante deservicio mutuo sin precios no han pensado bien lascosas.La obligación de reparar bienes ajenos tiene otraconsecuencia imprevista: si los seguidores de LeiFeng superan en número a los reparadores de oficio,estos últimos perderán su empleo y enfrentarán seriasdificultades.No me opongo en absoluto al estudio de Lei Feng,que ayudó a los necesitados, una actividad positivay hasta necesaria para la sociedad. Sin embargo, elrequisito de que el servicio prestado a los demás seaobligatorio genera incoherencias y desorden, y distorsionael espíritu voluntario de Lei Feng.En nuestra sociedad, están los cínicos que detestanlas sociedades en las que, desde su punto de vista, sevalora el dinero por sobre todo lo demás. Creen quelos que tienen dinero son insufribles, que los ricossienten que están por encima del resto de la sociedadmientras que los pobres padecen por la humanidad.Afirman, además, que el dinero deforma las relacionesnormales entre las personas. Como resultado, deseanuna sociedad basada en el servicio mutuo, librede dinero y de precios. Esa sería una sociedad en laque los campesinos plantarían alimentos sin pensaren una recompensa; en la que los trabajadores confeccionaríantejidos para todos, también sin recompensa;en la que los peluqueros cortarían el cabellogratis, etc. ¿Es práctica esa sociedad ideal?Para responder esa pregunta, debemos apelar a lateoría económica de la asignación de recursos, lo que94


exige hacer un paréntesis. Para facilitar las cosas,podemos comenzar con un experimento mental: imaginemosa un peluquero. En la actualidad, los hombresse cortan el cabello cada tres o cuatro semanas,pero si los cortes fueran gratuitos, quizá lo haríantodas las semanas. El hecho de que se cobre dineropor cortar el cabello conlleva una mejor utilizacióndel trabajo del peluquero. En el mercado, el precio delos servicios del peluquero determina la proporciónde la fuerza laboral de la sociedad que se dedica a esaprofesión. Si el Estado mantuviera bajo el precio delcorte de cabello, aumentaría la cantidad de personasque deseara un corte y, por ende, la cantidad de peluqueros;si se mantiene constante la fuerza laboral, sereduciría la cantidad de personas que se dedicarían aotros trabajos. Lo que sucedería con los peluquerospasaría también con otras profesiones.En muchas zonas rurales de China, es bastante comúnque se ofrezcan servicios gratuitos. Si alguienquiere construir una casa, sus parientes y amigosacuden a ayudar en la construcción. En esas situacionesno suelen mediar pagos, excepto una gran comidaque se sirve a los ayudantes. La siguiente vez queuno de los amigos del beneficiario construye una casa,el que fue beneficiado la primera vez ofrece su manode obra gratuita para devolver el favor. Los técnicossuelen reparar artefactos eléctricos sin cobrar y noesperan como compensación más que un regalo en elaño nuevo chino. Esos intercambios no monetarios nopueden medir con precisión el valor de los serviciosprestados. En consecuencia, el valor del trabajo no se95


desarrolla con eficiencia, y no se alienta la división deltrabajo en la sociedad. El dinero y los precios cumplenuna función importante en el desarrollo de esta. Nadiedebería pretender reemplazar con dinero emocionescomo el amor o la amistad. Sin embargo, tampoco eslógico esperar que el amor y la amistad reemplacen aldinero. No podemos eliminar el dinero solo porque tememosque desgaste los lazos humanos. De hecho, losprecios expresados en dinero son el único método delque disponemos para determinar cómo asignar recursosa sus usos más valiosos. Si mantenemos tanto losprecios monetarios como nuestras emociones y valoresmás importantes, podemos esperar construir unasociedad tanto eficiente como humana.El equilibrio del interés propioSupongamos que A y B deben repartirse dos manzanaspara poder comerlas. A es el primero en actuary toma la más grande. Enojado, B le pregunta a A:“¿Cómo puedes ser tan egoísta?”, a lo que A responde:“Si tú hubieras tomado la primera manzana, ¿cuálhabrías elegido?”. B le contesta: “Habría agarrado lamás pequeña”. Riendo, A dice: “Siendo así, mi modode elegir se adecua perfectamente a tus deseos”.En esa situación hipotética, A aprovechó que B estabasiguiendo el principio de “poner el interés ajenopor encima del propio”, mientras que A no lo hacía. Siun solo segmento de la sociedad sigue ese principio yotro no, es seguro que el primero sufrirá pérdidas yel segundo se beneficiará. Si la situación permanece96


igual, sin duda terminará en un conflicto. Claramente,si solo algunas personas anteponen los interesesde los demás a los suyos, el sistema terminará solamentegenerando conflicto y desorden.Si tanto A como B se preocupan por los interesesdel otro, el problema de la manzana será imposible deresolver. Puesto que ambos querrían comer la manzanamás pequeña, surgiría un problema nuevo, elmismo que observamos en la Tierra de los Caballeros.Lo que sucede con A y B ocurriría con todos. Si todala sociedad menos una persona siguieran el principiode beneficiar explícitamente a los demás, la sociedadentera se pondría a disposición de esa persona; seríaun sistema posible, desde el punto de vista de lalógica. Pero si esa persona también se convirtiera alprincipio de privilegiar el beneficio de los demás, lasociedad dejaría de existir como tal, es decir, comosistema de cooperación. El principio de beneficiar alos demás es factible en líneas generales solo con lacondición de que el cuidado de los intereses de la sociedaden su conjunto se delegue en otros. Pero, desdeuna perspectiva mundial, eso sería imposible a menosque la responsabilidad de velar por los intereses dela población del planeta pudiera delegarse en la luna.El motivo de esa incoherencia es que, desde el puntode vista de la sociedad en su conjunto, no hay diferenciaentre “uno” y “los demás”. Queda claro que,para un Juan o Juana Pérez determinado, “uno” es“uno”, y “los demás” son “los demás”, y no deben confundirse.Sin embargo, desde la perspectiva social, todaslas personas son al mismo tiempo “uno” y “otro”.97


Cuando el principio de “beneficiar a los demás antesde beneficiarse a uno mismo” se aplica a la personaA, la persona A primero debe contemplar las gananciasy pérdidas ajenas. Sin embargo, si la persona Badopta el mismo principio, la persona A se convierte en lapersona cuyos intereses se priorizan. Para los miembros dela misma sociedad, la cuestión de si deberían pensarprimero en los demás o si los otros deberían pensarprimero en ellos es confusa e incoherente. Por lo tanto,el principio del altruismo en este contexto es lógicamenteinconsistente y contradictorio y, en consecuencia,no puede cumplir la función de resolver losnumerosos problemas que emergen en las relacioneshumanas. Por supuesto que eso no significa que el espírituque los origina nunca deba elogiarse ni que esecomportamiento considerado hacia los otros no seadigno de admiración, sino que no puede proporcionarla base universal sobre la que los miembros de unasociedad buscan asegurar su interés mutuo.Quienes vivieron la Revolución Cultural recordaránque, cuando el lema “Luchar contra el egoísmo,criticar el revisionismo” (dousi pixiu) reverberaba entodo el país, la cantidad de conspiradores y oportunistasalcanzó la mayor cantidad. En esa época, para unagran parte de la gente común de China (laobaixing) eraposible creer que “Luchar contra el egoísmo, criticarel revisionismo” podía convertirse en una normasocial y, por consiguiente, realizó un gran esfuerzopara atenerse a las condiciones. Al mismo tiempo, losoportunistas utilizaban el lema para aprovecharse delos demás, usaban la campaña contra la explotación98


como excusa para saquear hogares y llenarse los bolsilloscon las propiedades ajenas. Exhortaban a losdemás a destruir el egoísmo y, por el bien de la revolución,a admitir que eran traidores, espías o contrarrevolucionarios,lo que agregaba una mancha más asu lista de deméritos. Sin que les temblara el pulso,esos oportunistas eran capaces de poner en riesgo lavida de los demás para asegurarse un cargo de funcionarios.Hasta ahora, hemos analizado los problemasteóricos del principio de “beneficiar a los demás antesque a uno mismo”, pero la historia de la RevoluciónCultural demuestra la contradicción de ese principiocuando se lo pone en práctica.La Revolución Cultural pasó a la historia, pero debemosrecordar que, en esa época, todos los lemas sesometían a rigurosas críticas y revisiones. Esto ya noocurre, puesto que la cuestión de qué principio es elmejor para lidiar con los problemas de la sociedad, segúnparece, está exenta de análisis. Todavía solemosutilizar la antigua propaganda para instar a la gentea resolver conflictos y, aun cuando se presentan casosante la justicia, esos métodos desactualizados conservanuna influencia considerable.Los lectores adeptos a los experimentos mentalessin duda tendrán otras preguntas acerca del problemade cuál es la mejor manera de asignar las manzanasentre dos personas. Si estamos de acuerdo en que“beneficiar a los demás antes que a uno mismo” nopuede resolver el problema de la mejor distribuciónde las dos manzanas, ¿eso significa que no hay unamanera mejor de hacerlo? Recordemos que hay una99


manzana más pequeña y otra más grande, y que solodos personas participan en la distribución. ¿Será queni los legendarios inmortales chinos serían capacesde resolver el problema?En una sociedad de intercambio, el dilema tiene solución.Las dos personas pueden consultarse previamentepara poder resolverlo. Por ejemplo, supongamosque A elige la manzana más grande y acepta queB tendrá derecho a llevarse la manzana más grandela próxima vez que se encuentren; o que, a cambiode que A se lleve la manzana más grande, B recibealguna forma de compensación. Un pago ayudaría aresolver la dificultad. En una economía que utiliza eldinero, seguramente habría partes dispuestas a utilizareste último método. Se podría comenzar con unasuma pequeña en compensación (digamos un centavo)e incrementarla gradualmente hasta que la otraparte estuviera dispuesta a aceptar la manzana pequeñamás la compensación. Si la suma inicial es muybaja, podemos suponer que ambas partes preferirántomar la manzana más grande y pagar esa suma pequeñacomo compensación. Al aumentar la compensación,en algún momento una de las partes aceptarála manzana pequeña más la compensación. Podemosafirmar que, si las dos partes evalúan el problema conracionalidad, encontrarán un método para resolver elconflicto. Este es un modo de resolver pacíficamenteel conflicto de intereses entre ambas partes.Treinta años después de la Reforma y AperturaChina, volvió a plantearse la cuestión de la riqueza yla pobreza, y el rencor contra los ricos crece día a día.100


Durante el período en que se hacía hincapié en la luchade clases, al comienzo de cada movimiento de masas,se contrastaba el sufrimiento del pasado con lafelicidad del presente. Se denunciaba la sociedad anteriory se usaba la explotación previa para movilizarel odio de la gente. En el año 1966, cuando comenzó laRevolución Cultural (un movimiento que procurabaarrasar con el mal del antiguo sistema de clases), enmuchos lugares se enterraban vivos a los descendientesde la clase terrateniente, a pesar de que muchosde los terratenientes mismos ya habían muerto. No sele perdonó la vida a nadie: viejos, jóvenes, ni siquieraa las mujeres y los niños. La gente decía que, asícomo no hay amor sin causa, tampoco hay odio sinrazón. ¿De dónde venía ese espíritu de enemistad hacialos hijos de la clase terrateniente? Provenía de laferviente creencia de que esos descendientes de la claseterrateniente se habían apoyado en la explotaciónpara crear su lugar en el mundo. En la actualidad, labrecha entre ricos y pobres se ha hecho más evidente.Si bien es cierto que existen quienes emplearon métodosilegales para enriquecerse, la brecha entre ricosy pobres es un fenómeno inevitable en toda sociedad.Incluso en los países desarrollados, donde se limitanestrictamente los canales ilegales, suele existir unabrecha entre ricos y pobres.La lógica en la que se respalda el resentimientocontra los ricos es falsa. Si se tiene resentimiento contralos ricos porque uno todavía no se enriqueció, entoncesla mejor estrategia que se podría adoptar seríaprimero desplazar a los ricos y luego esperar el mo-101


mento en que uno se haya enriquecido para promoverla protección de los derechos de los acaudalados. Paracierto grupo de personas, ese sería, en efecto, el caminomás racional. Pero, para la sociedad en su conjunto,no hay modo de coordinar ese proceso para quetodos los miembros de la sociedad se enriquezcan a lamisma velocidad. Algunos se enriquecerán antes queotros; si esperamos que todos se enriquezcan al mismoritmo, nadie jamás conseguirá riqueza. La oposicióna los ricos carece de justificación, puesto que lospobres solo tendrán la oportunidad de enriquecerse sise garantizan los derechos que permiten que todos –ycada uno– acumulen riqueza, si no se violan los frutosdel trabajo de cada uno y si se respeta el derechode propiedad. Una sociedad en la que cada vez máspersonas consigan riqueza y concuerden en que “enriquecersees glorioso”, es, de hecho, posible.El investigador académico chino Li Ming escribió,en algún momento, que es un error separar a la genteen “ricos” y “pobres”; en cambio, deberíamos distinguirentre quienes tienen derechos y quienes no lostienen. Se refería a que, en la sociedad moderna, lacuestión de los ricos y pobres es en realidad una cuestiónde derechos. Los ricos se enriquecieron porquetienen derechos, mientras que los pobres no los tienen.Por “derechos” debemos entender “derechos humanos”,no “privilegios”. No es posible que todos losciudadanos tengan acceso al privilegio; el privilegioes solo para una pequeña minoría. Si queremos resolverla cuestión de los ricos y pobres, primero debemosestablecer derechos humanos iguales para todos. Elanálisis de Li Ming es profundo y completo.102


LA LÓGICA MORAL DE LA IGUALDAD Y LADESIGUALDAD EN LA SOCIEDAD DE MERCADOPor Leonid V. NikonovEn este ensayo, el ilósofo ruso Leonid Nikonov analiza laidea de la “igualdad” en el intercambio desde un punto devista crítico y llega a la conclusión de que la mayoría delas críticas anticapitalistas que se basan en los reclamosde igualdad, ya sea en términos de dotación inicial, de valoreso de resultados, son incoherentes.Leonid Nikonov es catedrático de Filosoía en la Altai StateUniversity de Barnaul, en la Federación Rusa, donde daclases sobre ilosoía social, ontología, teoría del conocimientoy ilosoía de la religión. Actualmente está escribiendoun libro sobre las “Medidas morales del liberalismo”y sus investigaciones pueden encontrarse en diversaspublicaciones académicas de Rusia. En 2010, creó y dirigióel Centro para la Filosoía de la Libertad, que organizaconferencias, torneos de debate y otros programas en Rusiay en Kazajstán. Se involucró más en este tema luego deobtener el primer lugar en 2007 en el concurso de ensayos(en ruso) sobre “Capitalismo global y libertad humana”,una competencia similar a la que patrocinó Students ForLiberty en 2011. Asistió a la escuela de verano sobre libertaden Alushta, Ucrania (El programa en aquel entoncesse organizaba a través de Cato.ru, y actualmente a travésde InLiberty.ru). En 2011 fue invitado a formar parte dela Sociedad Mont Pelerin, fundada en 1947 por 39 intelectualespara revivir el pensamiento liberal clásico, y seconvirtió en su miembro más joven.103


Los mercados no generan necesariamente resultadosiguales, ni exigen igualdad en las dotaciones.Sin embargo, esto no es solamente un costo lamentablede tener un mercado. La desigualdad no esmeramente el resultado normal de un intercambio demercado. Es una precondición del intercambio, sin lacual el intercambio no tendría sentido. Esperar quelos intercambios de mercado y, por consiguiente, lassociedades en las que la riqueza se distribuye a travésdel mercado, generen igualdad, es absurdo. La igualdadde derechos básicos, que incluyen la libertad deintercambio, es necesaria para los mercados libres,pero no debe esperarse que estos generen resultadosigualitarios ni dependan de una igualdad de condicionesmás allá de los derechos legales.El ideal de un intercambio igualitario puede referirsea la igualdad de dotaciones iniciales o a la igualdadde resultados. En la primera, solo las partes queson iguales en todos los sentidos relevantes podríanrealizar un intercambio igualitario; toda diferenciaharía que el intercambio fuera desigual, razón por lacual algunos rechazan los contratos laborales entreempleadores y empleados por considerarlos inherentementedesiguales (y por lo tanto injustos). De acuerdocon la segunda interpretación, podría significarque se intercambian valores iguales o que los resultadosdel intercambio son iguales en términos de valor.Por ejemplo, si cantidades iguales de bienes de lamisma calidad cambiaran de manos entre las partes,el intercambio satisfaría las condiciones de igualdad.Imaginemos una escena surrealista en la que dos hu-104


manoides, totalmente iguales entre sí (es decir, carentesde diferencias personales que constituyan unadesigualdad relevante), intercambian cosas idénticasentre ellos. Más allá de cualquier rechazo estético quepodríamos sentir ante una imagen tan poco natural,el sentido común debería sugerir que la idea mismade un intercambio igualitario se basa en una contradicciónprofunda. Dicho intercambio no cambia nada:no mejora la posición de ninguna de las dos partes,lo que significa que ninguna de las partes tiene unarazón para realizar el intercambio (Karl Marx insistióque los intercambios del mercado se basaban enel intercambio de valores iguales, lo que generó unateoría económica sinsentido e incoherente). Basar elintercambio de mercado en el principio de igualdadanula la razón fundamental del intercambio: mejorarla situación de las partes que lo realizan. La economíadel intercambio se basa en reconocer el valor diferentede los bienes o servicios por parte de los participantes.Sin embargo, bajo la mirada ética, es posible que laidea de igualdad siga resultando atractiva para algunos.Un rasgo común en varios de los juicios moraleses el hecho de que son formulados en una modalidadpuramente deontológica, es decir, exclusivamentede acuerdo con la lógica de los deberes. Solo lesconcierne lo que debería hacerse, sin tener en cuentala lógica de la economía o de lo que sencillamenteexiste o incluso de lo que existirá como resultado delo que (se podría afirmar) debe hacerse. De acuerdocon Immanuel Kant, por ejemplo, un deber exige surealización independiente de sus resultados, de sus105


consecuencias e incluso de las posibilidades de hacerlo que el deber manda. Decir que uno debe hacer algoes decir que uno es capaz de hacerlo. Por lo tanto,incluso si dicha igualdad en el intercambio es económicamenteabsurda, podría sostenerse (y se sostiene)como un ideal moral.La igualdad, en cuanto tema moral, es un asuntobastante complicado. Podemos distinguir entrelas perspectivas en las que la igualdad es la principalpreocupación y aquellas en las que no; de maneraacorde, las primeras se denominan “perspectivasigualitarias”, y las segundas, “perspectivas no igualitarias”.Quienes sostienen la posición no igualitariano necesariamente afirman que la igualdad no es algodeseable ni necesitan postular la deseabilidad de ladesigualdad: se limitan a rechazar el énfasis igualitarioexclusivamente basado en la igualdad como meta,excluyendo otras metas, y en especial el foco en garantizarla igualdad respecto de la riqueza material.Los liberales clásicos (o libertarios) no igualitariosconfirman, de hecho, la importancia de cierto tipo deigualdad, a saber, la igualdad de derechos básicos,que consideran contradictoria con la igualdad de resultados,por lo que podrían ser considerados igualitariosde otro tipo. (La igualdad de derechos está enlos cimientos de gran parte de la experiencia sobreel derecho, la propiedad y la tolerancia que las personasde las sociedades modernas y libres dan porsentada.) Los libertarios no igualitarios y los liberalesclásicos defienden su opinión como la forma máspura, más consistente o más sostenible de igualdad,106


pero los defensores de la “distribución” igualitaria dela riqueza suelen sostener que esa igualdad de los libertarioses meramente formal: una igualdad en laspalabras, pero no en los hechos. (En este sentido, tienenun buen argumento, ya que la igualdad legal serefiere en gran medida a cómo piensa y cómo actúa lagente, y no a descripciones de los estados del mundoo distribuciones estáticas de activos. Que dicho enfoquepara la igualdad sea meramente formal en lugarde ser sustancial depende de cómo veamos la importanciade los procedimientos legales y las normas decomportamiento.)Es habitual someter preguntas filosóficas difícilesa un debate activo antes de formularlas claramenteo plantearlas de manera adecuada. Los filósofos deOriente y de Occidente propusieron doctrinas éticasdurante miles de años antes de que existieran suficientesanálisis sistemáticos de los juicios sobre el debery la lógica de las acciones. Dicho trabajo comenzó deforma seria con David Hume, continuó con ImmanuelKant y posteriormente con los filósofos positivistascomo George Moore, Alfred Ayer, Richard Hare yotros; la investigación sobre la lógica de las accionesy la lógica deontológica sigue en curso. Aunque ladisputa entre la postura igualitaria y la no igualitariano se limita exclusivamente a analizar la relaciónlógica adecuada entre la igualdad y la moralidad, entenderla relación entre igualdad y moralidad seríaun aporte valioso al intenso debate en marcha acercade si la redistribución forzada de riquezas desigualesgeneradas por el intercambio de mercado es mo-107


almente necesaria o si debería ser prohibida. (Es unasunto bastante diferente respecto de si los bienes robadosa los propietarios legales, ya sea por los gobernantesde Estados o por criminales “independientes”,deberían devolverse a sus dueños originales.)Pensemos en el problema de la moralidad de laigualdad mediante una pregunta sencilla: ¿Por quées la igualdad, ya sea a partir de dotaciones inicialeso de resultados, moralmente superior a la desigualdad(o viceversa)? Un intento honesto de llegar a unaresolución ética de la disputa exige que esa preguntadirecta se dirija a los igualitarios y también a los noigualitarios.El espectro de respuestas posibles es limitado. Podríamostratar en primer lugar de definir que ciertasproporciones numéricas (de igualdad y desigualdad)son mejores que otras. Por ejemplo, la relación de X aY es moralmente superior si los valores de las variablesson iguales, y moralmente inferior en caso contrario;es decir, si la relación de “1:1” es superior a lade “1:2” (y, con mayor razón, superior a la de “1:10”).A pesar de que dicha posición parece evidentementeclara, la pregunta sobre los problemas morales no seresuelve tan sencillamente. Los valores no se obtienende enunciados de proporciones matemáticas, que soninherentemente neutrales en términos de ética. Esbastante arbitrario sostener la superioridad de unarelación matemática sobre otra, algo similar a la curiosapráctica de los pitagóricos, que clasificaban losnúmeros en masculinos, femeninos, amigables, perfectos,deficientes y demás.108


En lugar de dirigir la atención a la igualdad de lasdotaciones iniciales o de los resultados de los intercambios,es posible que sea más sensato concentrarseen la igualdad o la desigualdad del estatus moral personalcomo base para la evaluación de las relacionesentre las personas (incluidos los intercambios). Porconsiguiente: ninguna persona tiene un estatus moralmentesuperior (o inferior) al de otra persona o,alternativamente, algunas personas son moralmentesuperiores (o inferiores) a otras. Sobre esa base,podríamos deducir si es deseable o no insistir con laigualdad en las dotaciones iniciales o en los resultados.Ambas perspectivas podrían converger en unaredistribución forzada, destinada a eliminar o a establecerla desigualdad, y en ambos casos el argumentocentral sería el estatus moral de las partes, independientementedel abismo conceptual insuperable queexiste entre la idea de estatus moral y las situacionesreales con las que lidian las personas.Por consiguiente, la pregunta central sería sobrela relación entre el estatus moral humano, por unlado, y la cantidad, la calidad o el valor de los bienes alos que una persona tiene acceso, por el otro. Así, podríamospasar a preguntarnos por qué dos personascon la misma importancia moral deben beber la mismacantidad, calidad o valor de café por las mañanas;o si el hombre caritativo y su vecino avaro, amboscon el mismo estatus moral (o no, tal vez), deben o noposeer plantaciones de árboles frutales que producencosechas igualmente valiosas. La existencia de un estatusmoral igual no parece tener ningún significado109


evidente en términos de la igualdad de las dotaciones,del consumo o de las posesiones. Pensemos larelación entre dos jugadores de ajedrez, ambos con elmismo estatus moral. ¿Exige esa igualdad de estatusque tengan las mismas habilidades o que todas laspartidas terminen en tablas? ¿O exige que jueguen deacuerdo con las mismas reglas, lo que no implicaríaninguna prescripción normativa de que las partidasterminen en tablas? No existe una conexión directaentre un estatus moral igual y los talentos iniciales olos resultados particulares.Si nos concentramos en el comportamiento y enlas reglas, en lugar de detenernos en las dotacioneso los resultados, notamos que los estados de situaciónse juzgan por el comportamiento humano, porlas elecciones y por las intenciones (en especial en casosdelictivos). La cantidad de dinero disponible deesa persona o si esa cantidad es mayor o menor a lasuma disponible de su vecino no es en sí un elementomoralmente significativo de la vida humana. Lo queimporta es la procedencia de esa cantidad. Un magnatey un chofer de taxi pueden considerarse justos oinjustos, según la compatibilidad de sus acciones conlos estándares morales universales, a saber, si respetanlas reglas de justicia y la entidad moral inherentetanto en ellos como en los otros. El elogio y la condenano se justifican por la riqueza o por la pobreza ensí mismas, si no por las acciones que realizan las personas:las diversas actitudes frente a distintas oportunidadespermiten tener un comportamiento buenoo malo, virtuoso o vicioso, justo o injusto, pero esas110


normas definen el comportamiento humano, no lasdotaciones o los resultados. La aplicación igualitariade los estándares es la concreción moral de un estatusde igualdad moral, base que permite juzgar loscomportamientos en términos de moral. La igualdadmoral implica que un delito es un delito, así lo hayacometido un chofer de taxi o un magnate, y una actividadhonesta que genera ganancias es una actividadhonesta, así la emprendan dos choferes de taxi, dosmagnates o un magnate y un chofer.Retomemos la relación entre riqueza e igualdad. Lariqueza puede ser el resultado de un simple comportamientoo de una coerción. Los intercambios realizadosen un contexto de libre mercado pueden generarmayor desigualdad o mayor igualdad, y las intervencionesestatales y las redistribuciones también puedengenerar más desigualdad o más igualdad. No haynada inherentemente igualitario o no en los dos tiposde interacciones. Un emprendedor puede generar riquezay así tener más que otra persona, incluso sila generación de riqueza benefició también a esa otrapersona. Los intercambios de libre mercado ademáspueden generar mayor igualdad, mediante la generaciónde una prosperidad generalizada y erosionandolos privilegios injustos de los poderosos, heredadosde sistemas anteriores. Un ladrón puede robar aalguien y pasar a tener más que la víctima, lo cualgenera mayor desigualdad, o la misma cantidad quela víctima, lo que genera mayor igualdad. De manerasimilar, las intervenciones realizadas desde el podercoercitivo organizado del Estado pueden generar111


enormes desigualdades de riqueza, así sea ignorandolas elecciones de los participantes del mercado (medianteel proteccionismo, los subsidios y la “búsquedade rentas”) o sencillamente a través del ejercicio dela fuerza bruta y la violencia, como sucedió sin dudaen los países sometidos a regímenes comunistas. (Estaroficialmente dedicado a la igualdad no es lo mismoque producir igualdad real, como lo demuestra latriste experiencia de muchas décadas.)Por ejemplo, es una cuestión empírica, no conceptual,que un sistema jurídico o económico produzcamayores o menores aproximaciones a la igualdad deingreso. El Economic Freedom of the World Report (www.freetheworld.com) mide los grados de libertad económicay compara esos índices con diversos indicadoresde bienestar económico (longevidad, alfabetismo, gradode corrupción, ingreso per cápita, etc.) Los datosno solo muestran que los residentes de los países conlas economías más libres son mucho más ricos frentea los de países con menos libertad económica, sinoque también indican que la desigualdad de ingreso(específicamente, la proporción del ingreso nacionalque recibe el 10% más pobre de la población) noes una característica de distintas políticas públicas,mientras que sí lo es la cantidad de ingreso que perciben.Si pensamos en los países del mundo por cuartiles(cada cuartil incluye el 25% del total de países), laproporción promedio del ingreso nacional que llegaal 10% más pobre de la población en el cuartil menoslibre (que incluye a países como Zimbabwe, Myanmary Siria) en 2008 (el último año con datos disponibles)112


fue del 2,47%; en el siguiente cuartil (el tercero máslibre), del 2,19%; en el siguiente (el segundo más libre),del 2,27%; y en el cuartil más libre, del 2,58%.La variación es muy poco significativa. Es decir, estetipo de desigualdad parece ser inmune a las reglas delas políticas económicas. Por otro lado, la cantidad deingreso que percibe el 10% más pobre de la sociedadvaría en gran medida, precisamente porque esa variableno es inmune a las políticas económicas. Estarentre el 10% más pobre en los países menos libresrepresenta un ingreso anual promedio de 910 dólarespor año, mientras que estar en el 10% más pobre enlas economías de mercado más libres representa uningreso anual promedio de 8.474 dólares. Para quienesson pobres, todo indica que es mucho mejor serpobre en Suiza que en Siria.Que usted y yo tengamos dotaciones iniciales igualesantes de los intercambios libres o tenencias igualesluego de los intercambios libres no constituye, ensí mismo, un problema moral. Por otro lado, negarsea tratar con igualdad a personas moralmente igualesy a aplicarles reglas iguales, todo con el fin de generarresultados más igualitarios (empresa, al parecerpoco satisfactoria, ya que dichos resultados no se manipulanfácilmente), sí es un problema moral: es unaviolación a la igualdad moral que sí importa.El mayor escándalo del mundo en relación con ladesigualdad de riqueza no es la desigualdad que existeentre los ricos y los pobres en sociedades económicamentelibres, sino la enorme brecha que existe entrela riqueza de las personas que viven en sociedades113


económicamente libres y la riqueza de aquellas queviven en sociedades sin libertad económica. Esa brechaentre riqueza y pobreza es, sin duda, un asuntoque puede resolverse cambiando las reglas, es decir,modificando las políticas económicas. Liberando a losciudadanos de sociedades sin libertad económica secrearían enormes cantidades de riqueza que tendríanun mayor efecto que cualquier política pública imaginablea la hora de zanjar la brecha entre los ricos y lospobres del mundo. Además, ese resultado se lograríacomo una consecuencia positiva de la realización dela justicia, a partir de la eliminación del tratamientoinjusto que reciben las personas en países mal gobernadosa través de los compinches, el estatismo, el militarismo,el socialismo, la corrupción y la fuerza bruta.La libertad económica, es decir, la existencia de estándaresiguales de justicia y el respeto igualitario porlos derechos de todos a producir y a intercambiar, esla norma de justicia correcta para los seres morales.114


ADAM SMITH Y EL MITO DE LA CODICIAPor Tom G. PalmerEn este ensayo, el autor desvela el mito de un Adam Smithingenuo que creía que el “interés propio” era suicientepara crear prosperidad. Pareciera que aquellos que citana Smith en ese sentido jamás leyeron más que algunas citasde sus trabajos, y no están al tanto del gran énfasis queSmith le asignó al papel de las instituciones y a los efectosnocivos que las conductas signadas por el interés propiopueden tener si se canalizan a través de las institucionescoercitivas del Estado. El Estado de Derecho, la propiedad,los contratos y el intercambio canalizan el interés propiohacia el beneicio mutuo, mientras que la anarquía y el norespeto a la propiedad conieren al interés propio un sentidototalmente distinto y profundamente nocivo.Se suele escuchar con frecuencia que Adam Smithcreía que si las personas se limitaban a actuarcon egoísmo, todo estaría bien en el mundo: que “lacodicia hace girar al mundo”. Smith, desde ya, nocreía que depender exclusivamente de motivacionesegoístas fuera a hacer del mundo un mejor lugar, nipromovía o alentaba comportamientos egoístas. El extensoanálisis que presenta en La teoría de los sentimientosmorales sobre la función del “espectador imparcial”debería descartar dichas interpretaciones erróneas.Smith no era un defensor del egoísmo, pero tampoco115


era suficientemente ingenuo como para creer que ladevoción desinteresada al bienestar de los demás (o elhecho de profesar esa devoción) harían del mundo unmejor lugar. Como señaló Stephen Holmes en su ensayocorrectivo “The Secret History of Self-Interest” 32 ,Smith conocía a la perfección los efectos destructivosde muchas pasiones “desinteresadas”, como la envidia,la malicia, la venganza, el fanatismo y demás.Los fanáticos desinteresados de la Inquisición españolahicieron lo que hicieron con la esperanza de queen el último momento de agonía los herejes moribundosse arrepintieran y recibieran la gracia divina deDios. Esa doctrina se denominaba justificación salvífica.Humberto de Romans, en sus instrucciones paralos inquisidores, insistía que ellos justificaran ante lacongregación los castigos que debían imponer a losherejes, por qué “rogamos a Dios, y les rogamos quese unan a nosotros en oración, para que el don de sugracia permita a aquellos que deben ser castigadossoportar pacientemente los castigos que pretendemosimponerles (en demanda de justicia, pero con dolor),de modo que redunden en la salvación. Es por eso queimponemos dichos castigos” 33 . En opinión de Smith,esa devoción desinteresada al bienestar de los demásno era moralmente superior a aquellos mercaderes32 “The Secret History of Self-Interest”, en Stephen Holmes, Passions andConstraints: On the Theory of Liberal Democracy (Chicago: University of ChicagoPress, 1995).33 Citado en Christine Caldwell Ames, Righteous Persecution: Inquisition, Dominicans,and Christianity in the Middle Ages (Filadelfia: University of PennsylvaniaPress, 2008) P. 44.116


supuestamente egoístas que buscaban enriquecersevendiendo cerveza y pescado seco salado a los clientessedientos y hambrientos.Smith es difícilmente un defensor general de lasconductas egoístas, ya que la posibilidad de que dichasmotivaciones permitan impulsar el bienestargeneral “como si fueran guiadas por una mano invisible”depende en gran medida del contexto de lasacciones y, en particular, del marco institucional.En ocasiones, nuestro deseo egoísta de caer bien alos demás puede, de hecho, llevarnos a adoptar unaperspectiva moral, ya que nos hace pensar en cómolos otros nos perciben. En los contextos interpersonalesa pequeña escala que suelen describirse en la Teoríade los sentimientos morales, es posible que esa motivaciónresulte en un beneficio general, ya que el “deseode convertirnos en objeto de los mismos sentimientosagradables y de ser tan afables y admirables comoaquellos que más amamos y admiramos” nos exige“convertirnos en espectadores imparciales de nuestrocarácter y nuestra conducta” 34 . Incluso el interés propioaparentemente excesivo, bajo un marco institucionalcorrecto, puede ser beneficioso para otros, comoocurre en la historia que cuenta Smith acerca del hijodel hombre pobre cuya ambición lo lleva a trabajarincansablemente a fin de acumular riqueza y que des-34 Adam Smith, Teoría de los sentimientos morales, D.D. Raphael y A.L.Macfie (eds.), vol. I de la edición de Glasgow de las Obras y la Correspondenciade Adam Smith (Indianápolis: Liberty Fund, 1982). Capítulo: a capii: Del amor a la alabanza, y a ser loable, y del pavor al reproche, y a serreprochable; consultado en http://oll.libertyfund.org/title/192/200137 el30/05/2011 (en inglés).117


cubre tras una vida de trabajo duro que no es másfeliz que el mendigo que toma sol al costado del camino;la búsqueda ambiciosamente excesiva del propiointerés por parte del hijo del hombre pobre beneficióal resto de la humanidad, ya que lo llevó a produciry acumular la riqueza que hizo posible la existenciade muchos otros, ya que “la tierra, por estos trabajosdel hombre, se vio obligada a redoblar su fertilidadnatural y a mantener a una mayor multitud de habitantes”35 .En el contexto más amplio de la economía políticadescrito en muchos pasajes de la Investigación sobrela naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, específicamenteaquellos referidos a la interacción con lasinstituciones del Estado, no es tan probable que labúsqueda del propio interés tenga efectos positivos.El propio interés de los mercaderes, por ejemplo, loslleva a ejercer presión sobre el Estado para promoverla generación de consorcios, el proteccionismoo incluso la guerra: “… esperar, de hecho, que la libertadde comercio se restaurare completamente enGran Bretaña, es tan absurdo como esperar que unaOcéana o una Utopía se establezcan en el país. No seoponen solo los intereses del público, sino también alinterés privado de muchas personas, que es mucho35 Adam Smith, Teoría de los sentimientos morales, D.D. Raphael y A.L.Macfie (eds.), vol. I de la edición de Glasgow de las Obras y la Correspondenciade Adam Smith (Indianápolis: Liberty Fund, 1982). Capítulo:b cap. i b: De la belleza que la apariencia de utilidad confiere a todaslas producciones artísticas, y de la generalizada influencia de esta especiede belleza; consultado en http://oll.libertyfund.org/title/192/200137 el30/05/2011 (en inglés).118


más inconquistable” 36 . Las insignificantes gananciasque obtienen los mercaderes de los monopolios se adquierena costa de las terribles cargas que se imponensobre el público en el caso de imperios y guerras:En el sistema de leyes que se creó para la gestiónde nuestras colonias en América y en las IndiasOccidentales, el interés del consumidor local sesacrificó a favor del interés del productor con unaextravagante profusión de normas mayor que entodo el resto de nuestras regulaciones comerciales.Se creó un gran imperio con el único fin dedesarrollar una nación de clientes que debían serobligados a comprar en los comercios de nuestrosdiversos productores todos los bienes que dichoscomercios podrían ofrecerles. En pos de esa levemejora del precio que este monopolio podría habilitara nuestros productores, los consumidoreslocales han sido sometidos a la carga de mantenery defender dicho imperio. Con ese fin y ningúnotro, en las últimas dos guerras, se gastaronmás de doscientos millones y se contrajo unanueva deuda de más de ciento setenta millonespor encima de lo que se había gastado en guerrasanteriores. El interés de esa deuda en sí mismono solo es mayor que toda la ganancia extraordi-36 Adam Smith, Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza delas naciones, R.H. Campbell y A.S. Skinner (eds.), vol. I de la edición deGlasgow de las Obras y la Correspondencia de Adam Smith (Indianápolis:Liberty Fund, 1981). Capítulo: [IV.ii] CAPÍTULO II: De las restriccionesimpuestas a la introducción de aquellas mercaderías extranjeras que sepueden producir en el país. Consultado en http://oll.libertyfund.org/title/220/217458/2313890el 23/08/2010 (en inglés).119


naria que pueda proyectarse y que se logrará apartir del monopolio del comercio colonial, sinotambién que el valor completo de ese comercio oel valor total de los bienes que se exportaron enpromedio a las colonias anualmente 37 .Por lo tanto, la opinión de Smith acerca de la afirmaciónde Gordon Gecko, el personaje de la películaWall Street, de Oliver Stone, “La codicia es buena”, essin lugar a dudas: “a veces sí, a veces no” (asumiendoque todo comportamiento que proviene interés propioes “codicia”). La diferencia es el marco institucional.¿Qué ocurre con la opinión habitual de que los mercadosfavorecen las conductas egoístas, qué la actitudpsicológica que engendra el intercambio promueveel egoísmo? No conozco ninguna razón de peso parapensar que los mercados promueven el egoísmo o lacodicia, en el sentido de que la interacción de mercadoaumente la cantidad de codicia o la propensión de laspersonas a ser egoístas en comparación con lo quese observa en las sociedades gobernadas por Estadosque suprimen, desalientan, o perturban los mercados,o interfieren con ellos. De hecho, los mercadosposibilitan que los más altruistas, y también los másegoístas, persigan sus fines en paz. Los que dedicansus vidas a ayudar a los demás usan los mercados con37 Adam Smith, Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de lasnaciones, vol. 1 R.H. Campbell y A.S. Skinner (eds.), vol. II de la ediciónde Glasgow de las Obras y la Correspondencia de Adam Smith (Indianápolis:Liberty Fund, 1981). Capítulo: [IV.viii] CAPÍTULO VIII: Conclusióndel sistema mercantil. Consultado en http://oll.libertyfund.org/title/220/217484/2316261el 23/08/2010 (en inglés).120


ese fin, tal como los utilizan aquellos que tienen lameta de aumentar su acumulación de riqueza. Algunosde estos últimos incluso acumulan riqueza paraaumentar su capacidad de ayudar a otros. George Sorosy Bill Gates son ejemplos de esa actitud; gananenormes cantidades de dinero, al menos en parte paraaumentar su capacidad de ayudar a otros a través desus variadas actividades solidarias. La generación deriqueza en el contexto de la búsqueda de gananciasles permite ser generosos.Un filántropo o santo desea usar la riqueza que tienedisponible para alimentar, vestir y confortar a lamayor cantidad de personas posibles. Los mercados lepermiten encontrar los precios más bajos de abrigo,de alimento y de medicamentos para atender a quienesnecesitan su asistencia. Los mercados permitenque la generación de riqueza pueda utilizarse paraayudar a los desafortunados y facilitan que los caritativosmaximicen su capacidad de ayudar a otros. Losmercados hacen posible la caridad.Un error común es el de identificar los fines delas personas exclusivamente con su “interés propio”,que a su vez se confunde con “egoísmo”. Los fines delas personas en el mercado son, en efecto, fines personales,pero como personas con fines, también nospreocupan los intereses y el bienestar de los otros:los integrantes de nuestra familia, nuestros amigos,nuestros vecinos e incluso completos extraños que jamásconoceremos. Los mercados ayudan, sin duda, alas personas a tomar consciencia sobre las necesidadesde los otros, incluso de completos extraños.121


Philip Wicksteed presentó un análisis matizado delas motivaciones en los intercambios de mercado. Enlugar de referirse al “egoísmo” para explicar las motivacionesdetrás de la participación en intercambios demercado (uno podría ir al mercado para comprar alimentopara los pobres, por ejemplo), acuñó el término“no-tuismo” 38 . Podemos vender nuestros productospara ganar dinero para ayudar a nuestros amigos oincluso a extraños, pero cuando regateamos para obtenerel precio más bajo o el más alto, no es habitualque lo hagamos teniendo en cuenta el bienestar de laotra parte con la que estamos negociando. Si lo hacemos,estamos haciendo un intercambio y un regalo, loque complica un poco la naturaleza del intercambio.Aquellos que pagan deliberadamente más de lo necesariono suelen ser buenos empresarios, y, como señalaraH.B. Acton en su libro The Morals of the Markets 39 ,administrar un negocio con pérdidas es en generaluna manera muy insensata, e incluso estúpida, de serfilántropo.Para aquellos que celebran la participación en políticacomo algo superior a la participación en la industriay el comercio, es necesario recordar que la primeraactividad puede ser muy dañina y es poco habitual38 “La características específicas de una relación económica no es su ‘egoismo’,sino su ‘no-tuismo’”. Philip H. Wicksteed, The Commonsense of PoliticalEconomy, including a Study of the Human Basis of Economic Law (Londres: Macmillan,1910). Capítulo: CAPÍTULO V: BUSINESS AND THE ECONOMICNEXUS. Consultado en http://oll.libertyfund.org/title/1415/38938/104356el 23/08/2010 (en inglés).39 H.B. Acton, The Morals of Markets and Related Essays, David Gordon y JeremyShearmur (eds.) (Indianapolis: Liberty Fund, 1993).122


que sea beneficiosa. Voltaire, antes que Smith, vio ladiferencia claramente. En su ensayo “Sobre el comercio”de sus Cartas ilosóicas (escritas por Voltaire eninglés, idioma en el que era bastante fluido, y luegoreescritas por él en francés y publicadas como LettresPhilosophiques o Cartas inglesas) señaló:En Francia puede ser el marqués quien lo desee;cualquiera puede llegar a París desde una provinciadistante, con suficiente dinero para gastary un nombre terminado en “ac” o en “ille”, y permitirsedecir: “Un hombre como yo, un hombrede mi categoría...”, y despreciar soberanamente aun comerciante. El comerciante es tan tonto queal oír hablar con frecuencia despectivamente desu profesión, termina por avergonzarse. Sin embargo,no sé quién es más útil a una Nación, siun noble todo empolvado, que sabe exactamentea qué hora se acuesta y se levanta el rey, que sepavonea como un gran señor mientras representael papel de esclavo en las antecámaras de un ministro,o un comerciante que enriquece a su país,que desde su escritorio da órdenes a Surata y ElCairo, y contribuye a la felicidad del mundo 40 .Los comerciantes y los capitalistas no deben avergonzarsecuando nuestros políticos e intelectualescontemporáneos los miran con desdén y se pavoneandeclamando esto y condenando aquello, sin dejar de40 Voltaire, Cartas inglesas, Nicholas Cronk (ed.) (Oxford: Oxford UniversityPress, 1999), pág. 43.123


demandar que los comerciantes, capitalistas, trabajadores,inversionistas, artesanos, agricultores, inventoresy demás productores fructíferos generen lariqueza que los políticos confiscan y que los intelectualesanticapitalistas odian, pero consumen codiciosamente.Los mercados no presuponen ni dependen de quelas personas sean egoístas, como tampoco lo hace lapolítica. Tampoco es cierto que los intercambios demercado fomenten conductas o motivaciones másegoístas que la política. Sin embargo, a diferencia delo que ocurre en el caso de la política, el libre intercambioentre participantes dispuestos genera riquezay paz, condiciones que permiten el florecimiento dela generosidad, la amistad y el amor. Y eso tambiéntiene su mérito, como muy bien comprendió AdamSmith.124


AYN RAND Y EL CAPITALISMO:LA REVOLUCIÓN MORALPor David KelleyEn este ensayo, el ilósofo objetivista David Kelley proponeuna “cuarta revolución” para completar los cimientos delmundo moderno y proteger los logros conseguidos graciasal capitalismo.David Kelley es el director ejecutivo de The Atlas Society,que promueve el desarrollo y la divulgación de la ilosoíadel objetivismo. Kelley es autor de The Evidence of theSenses, The Art of Reasoning (uno de los manuales delógica más utilizados en Estados Unidos), A Life of One’sOwn: Individual Rights and the Welfare State, yotros títulos. Enseñó ilosoía en el Vassar College y la Universidadde Brandeis, y ha publicado numerosos artículosen diversos medios, como Harper’s, The Sciences, Reason,Harvard Business Review y Barron’s.Este ensayo se reimprimió con autorización del autor deThe New Individualist, primavera de 2009.“Está en nuestras manos hacer el mundo denuevo”.Thomas Paine, Common Sense, 1792.La crisis de los mercados financieros generó unpredecible caudal de sentimientos anticapitalistas.A pesar de que las regulaciones gubernamen-125


tales fueron una de las grandes causas de la crisis,los anticapitalistas y sus facilitadores en los mediosculparon al mercado y exigieron nuevas restricciones.El gobierno ya ejerce un grado de intervenciónsin precedentes en los mercados financieros, y ahoraparece evidente que los nuevos controles económicosirán mucho más allá de Wall Street.La regulación de la producción y el comercio esuna de las dos cosas básicas que hace el gobierno ennuestra economía mixta. La otra es la redistribución:la transferencia de ingresos y riqueza de un conjuntode personas a otro. También en ese terreno los anticapitalistasaprovecharon la ocasión para exigir nuevosderechos, como un seguro de salud garantizado, juntocon mayores cargas impositivas para los más ricos.La crisis económica, más la elección de Barack Obama,dejó al descubierto una enorme demanda de redistribuciónque estaba contenida. ¿De dónde provieneesa demanda? Para poder brindar una respuestafundamentada a esa pregunta, debemos retrotraernosa los orígenes del capitalismo y observar con mayoratención los argumentos a favor de la redistribución.El sistema capitalista llegó a su madurez en el siglocomprendido entre 1750 y 1850 como resultadode tres revoluciones. La primera fue una revoluciónpolítica: el triunfo del liberalismo, sobre todo de ladoctrina de los derechos naturales, y la idea de queel gobierno debía estar limitado en sus funciones a laprotección de los derechos individuales, entre ellos losderechos de propiedad. La segunda revolución fue elnacimiento de la ciencia económica, ejemplificado en126


La riqueza de las naciones de Adam Smith. Smith demostróque, cuando las personas tienen la libertad de perseguirsus propios intereses económicos, el resultadono es el caos sino un orden espontáneo, un sistema demercado en el que se coordinan los actos individualesy se produce más riqueza que en una economía dirigidapor el gobierno. La tercera revolución, obviamente,fue la Revolución Industrial. La innovación tecnológicapermitió un apalancamiento que multiplicó significativamenteel poder de producción del hombre.Como consecuencia, no solo aumentó el nivel de vidade todos, sino que, además, ofreció a las personas despiertasy emprendedoras la posibilidad de aspirar agenerar una fortuna inimaginable hasta entonces.La revolución política, el triunfo de la doctrinade los derechos individuales, se vio acompañada porun espíritu de idealismo moral. Era la liberación delhombre de la tiranía, el reconocimiento de que todapersona, sea cual sea su estatus social, es un fin ensí misma. Pero la revolución económica se expresó entérminos moralmente ambiguos: como sistema económico,existía la idea generalizada de que el capitalismohabía sido concebido en pecado. El deseo deriquezas cayó bajo la sombra de la condena cristianadel egoísmo y la avaricia. Los primeros estudiantesdel orden espontáneo eran conscientes de que estabanafirmando una paradoja moral: la paradoja, en palabrasde Bernard Mandeville, de que los vicios privadospodían producir beneficios públicos.Los críticos del mercado siempre se han beneficiadode esas dudas acerca de su moralidad. El movimiento127


socialista se sostenía en denuncias de que el capitalismotraía aparejados el egoísmo, la explotación, laalienación y la injusticia. En versiones más moderadas,la misma creencia produjo el Estado de bienestar,que redistribuye el ingreso por medio de programasgubernamentales en nombre de la “justicia social”.El capitalismo nunca pudo escapar de la ambigüedadmoral en la que fue concebido. Se lo valora por la prosperidadque trae; se le valora como precondición necesariapara la libertad política e intelectual. Pero pocosde sus defensores están dispuestos a afirmar que elmodo de vida esencial para el capitalismo –la búsquedade la satisfacción del propio interés por medio de laproducción y el comercio– es moralmente honorable,mucho menos que es noble e idealista.No es ningún misterio de dónde viene la antipatíamoral por el mercado. Surge de la ética del altruismo,profundamente arraigada en la cultura occidental,así como en la mayoría de las culturas. De acuerdocon los parámetros del altruismo, la búsqueda de lasatisfacción del propio interés es un acto neutral, enel mejor de los casos, que excede el terreno de la moralidad;en el peor de los casos es un pecado. Es ciertoque el éxito en el mercado se logra por medio delcomercio voluntario y, por lo tanto, satisfaciendo lasnecesidades de los otros. Pero también es verdad quelos exitosos están motivados por la ganancia personal,y la ética se ocupa tanto de las motivaciones comode los resultados.En el discurso cotidiano, el término “altruismo”suele entenderse como simple amabilidad o cortesía.128


Pero su verdadero significado, histórico y filosófico,es el del sacrificio personal. Para los socialistas queacuñaron el término, significaba la sumersión totaldel yo en el conjunto social. Según Ayn Rand, “Elprincipio básico del altruismo es que el hombre no tienederecho a existir por su propio bien, que el servicioa los demás es la única justificación de su existenciay que el autosacrificio es el deber moral, la virtud y elvalor más perfecto”. En sentido estricto, el altruismoes la base de diversos conceptos de “justicia social” quese usan para defender los programas gubernamentalesde redistribución de la riqueza. Esos programasrepresentan el sacrificio obligatorio de quienes debenpagar los impuestos para financiarlos. Representanel uso de los individuos como recurso colectivo, comomedio para el fin de otros. Esa es la razón fundamentalpor la que cualquiera que defienda el capitalismodebería oponerse a ellos por motivos morales.Las demandas por justicia socialLas demandas por justicia social adoptan dos formasdistintas, que llamaré bienestarismo e igualitarismo.De acuerdo con el bienestarismo, las personastienen derecho a satisfacer ciertas necesidades vitales,como un mínimo nivel de alimento, vivienda, ropa,atención médica, educación y demás. Es responsabilidadde la sociedad garantizar que todos sus miembrostengan acceso a esas necesidades. Pero el sistema capitalistade laissez-faire no garantiza eso para todos. Porlo tanto, según los bienestaristas, el capitalismo falla129


con su responsabilidad moral y debe modificarse pormedio de la acción estatal para brindar esos bienes alos que no pueden obtenerlos por sus propios medios.Según el igualitarismo, la riqueza que produceuna sociedad debe distribuirse equitativamente. Esinjusto que algunos ganen quince, cincuenta o cienveces más ingresos que otros. Pero el capitalismo delaissez-faire permite y alienta esas disparidades en elingreso y la riqueza y, por lo tanto, es injusto. El rasgodistintivo del igualitarismo es el uso de la estadísticaen la distribución del ingreso. En el año 2007,por ejemplo, el 20% de los hogares estadounidensesde más altos ingresos ganaba el 50% de los ingresostotales, mientras que el 20% de los hogares con menoresingresos obtenía apenas el 3,4%. El objetivo deligualitarismo es reducir esa brecha; todo cambio enpos de una mayor igualdad se considera una gananciaen términos de equidad.La diferencia entre esas dos concepciones de la justiciasocial es la diferencia entre los niveles absolutosy relativos de bienestar individual. Los bienestaristasdemandan que las personas tengan acceso a cierto nivelmínimo de vida. Mientras exista ese piso o esa “redde seguridad”, no importa cuánta riqueza tengan losdemás ni cuán grandes sean las diferencias entre ricosy pobres. De modo que lo que más les interesa alos bienestaristas son los programas que beneficiana las personas que están bajo una línea determinadade pobreza, las que están enfermas, desempleadas osufren alguna otra privación. A los igualitaristas, encambio, les preocupa el bienestar relativo. Los igua-130


litaristas suelen decir que, entre dos sociedades, prefierenaquella en la cual la riqueza se distribuye deun modo más parejo aunque su nivel de vida globalsea más bajo. Por lo tanto, los igualitaristas tienden aapoyar medidas de gobierno tales como los impuestosprogresivos, que apuntan a redistribuir la riqueza entoda la escala de ingresos, no solo en la franja másbaja. También son proclives a secundar la nacionalizaciónde bienes como la educación y la medicina, quitándolospor completo del mercado para ofrecérselosa todos más o menos por igual.Analicemos estos dos conceptos de la justicia social.El bienestarismo: la obligación no elegidaLa premisa fundamental del bienestarismo es quelas personas tienen derecho a disfrutar de bienes talescomo la comida, la vivienda y la atención médica.Les corresponden por derecho. De acuerdo con esesupuesto, quien se ve beneficiado por un programagubernamental no hace más que recibir lo que se ledebe del mismo modo que un comprador debe recibirel bien por el que pagó. Cuando el Estado otorga beneficiospara el bienestar social, se limita a proteger derechos,como protege a un comprador del fraude. Enninguno de los dos casos corresponde sentir gratitud.El concepto de derechos de bienestar social –o derechospositivos, como suele llamárselos– se formósobre la base de los derechos liberales tradicionales ala vida, la libertad y la propiedad. Pero hay una diferenciamuy conocida: los derechos tradicionales son131


derechos a actuar sin la intervención de los otros. Elderecho a la vida es el derecho a actuar en pos de laautopreservación. No es el derecho a ser inmune a lamuerte por causa natural, ni siquiera a una muerteprematura. El derecho a la propiedad es el derecho acomprar y vender libremente y a apropiarse de bienesde la naturaleza que carecen de dueño. Es el derecho aexigir propiedad, pero no a recibir una dotación de lanaturaleza ni del Estado; no es una garantía de éxitoen el intento de adquirir algo. Por consiguiente, esosderechos solo imponen a los otros la obligación negativade no interferir, de no impedir por la fuerza quela persona actúe como elige. Si me expulsaran fuerade la sociedad –a una isla desierta, por ejemplo–, misderechos estarían plenamente seguros. Quizá no vivamucho tiempo, y seguramente no viva bien, pero estaríatotalmente libre de asesinato, robo y agresión.En cambio, los derechos de bienestar social sonconcebidos como derechos a poseer y disfrutar ciertosbienes, sin importar cómo actúe uno; son derechosa recibir esos bienes de parte de otras personassi uno no puede procurárselos por sí mismo. Por consiguiente,los derechos de bienestar social imponenobligaciones positivas a los otros. Si tengo derecho alalimento, alguien tiene la obligación de producirlo. Sino puedo pagarlo, alguien tiene la obligación de comprármelo.Los bienestaristas a veces sostienen que laobligación se impone a la sociedad como un todo, noa un individuo específico. Pero la sociedad no es unaentidad, ni mucho menos un agente moral, más alláde sus miembros individuales, de modo que cualquier132


obligación de ese tipo recae sobre nosotros como individuos.En la medida en que los derechos de bienestarsocial se implementan a través de programas gubernamentales,por ejemplo, la obligación se distribuyeentre todos los contribuyentes.Es decir que, desde el punto de vista ético, la esenciadel bienestarismo es la premisa de que la necesidadde una persona es la obligación de otras. La obligaciónpuede abarcar solo a una ciudad o un país; nopodría alcanzar a toda la humanidad. Sin embargo,en todas las versiones de la doctrina, la obligación nodepende de nuestra relación personal con la personanecesitada, ni de nuestra elección de ayudar ni denuestra evaluación sobre si es merecedor de nuestraayuda. Es una obligación no elegida que se desprendedel mero hecho de su necesidad.Pero debemos dar un paso más en el análisis. Sivivo solo en una isla desierta, como no hay nadie másno me pueden proveer los bienes que necesito, por lotanto no tengo derechos de bienestar social. Por elmismo motivo, si vivo en una sociedad primitiva enla que no se conoce la medicina, no tengo derechoa la atención médica. El alcance de los derechos debienestar social está relacionado con el nivel de riquezaeconómica y con la capacidad productiva de cadasociedad. Del mismo modo, la obligación de las personasde satisfacer las necesidades de los otros dependede su capacidad de hacerlo. Nadie puede hacerme responsablecomo individuo de no poder brindar a otrosalgo que no puedo producir para mí.133


Si puedo producirlo pero sencillamente prefiero nohacerlo, ¿qué implicaría? Supongamos que soy capazde ganar un ingreso mucho mayor del que tengo, uningreso por el que debería pagar impuestos que mantendríana una persona que, de lo contrario, pasaríahambre. ¿Estoy obligado a trabajar más duramente, aganar más, por el bien de esa persona? No conozco aningún filósofo del bienestarismo que esté dispuestoa afirmarlo. La obligación moral que me impone lanecesidad de otra persona depende no solo de mi capacidadde producir, sino también de mi voluntad parahacerlo.Y eso nos dice algo importante acerca de la perspectivaética del bienestarismo. No afirma la obligaciónde procurar satisfacer las necesidades humanas,ni mucho menos la obligación de tener éxito para conseguirlo.Se trata de una obligación condicional: quieneslogran generar riqueza solo pueden hacerlo conla condición de compartirla con otros. La meta no estanto beneficiar a los necesitados como limitar a losmás capaces. El supuesto implícito es que la capacidady la iniciativa de una persona son activos sociales,que solo pueden ejercerse con la condición de quese pongan al servicio de los otros.El igualitarismo: la distribución “justa”Si analizamos ahora el igualitarismo, notaremosque llegamos al mismo principio por un camino lógicodistinto. El marco ético del igualitarismo se definepor el concepto de justicia más que por el de los134


derechos. Si observamos a la sociedad como un todo,veremos que el ingreso, la riqueza y el poder se distribuyende una manera determinada entre individuos ygrupos. La pregunta básica es la siguiente: ¿es la distribuciónexistente justa? Si no lo es, debe corregirsemediante la redistribución a través de programas gubernamentales.Una economía de mercado puro, porsupuesto, no produce igualdad entre los individuos.Pero son pocos los igualitaristas que afirman que elresultado debe ser una igualdad estricta por justicia.La postura más frecuente es que hay una presuncióna favor de los resultados igualitarios, y que todo desvíode la igualdad debe justificarse sobre la base de susbeneficios para la sociedad en su conjunto. El escritoringlés R. H. Tawney sostuvo que “la desigualdad enlas circunstancias se considera razonable en tantosea condición necesaria para garantizar los serviciosque requiere la comunidad”. El famoso “principio dela diferencia” de John Rawls –que las desigualdadesestán permitidas siempre y cuando estén al serviciode los intereses de las personas menos favorecidas dela sociedad– es solo el ejemplo más reciente de estaperspectiva. En otras palabras, los igualitaristas reconocenque un emparejamiento estricto tendría unefecto desastroso en la producción. Admiten que notodas las personas aportan por igual a la riqueza deuna sociedad. Por lo tanto, hasta cierto punto, la gentedebe verse recompensada de acuerdo con su capacidadproductiva, como incentivo para hacer su mayoresfuerzo. Pero esas diferencias deben limitarse a lasque sean necesarias para el bien público.135


¿Cuál es el fundamento filosófico de ese principio?Los igualitaristas suelen sostener que deriva lógicamentedel principio básico de justicia: que las personassolo deben recibir un trato diferente si tienen discrepanciasmorales relevantes. Sin embargo, si vamosa aplicar ese principio fundamental a la distribucióndel ingreso, primero debemos dar por supuesto quela sociedad asume la tarea de distribuir el ingreso.Ese supuesto es totalmente falso. En una economía demercado, el ingreso está determinado por las eleccionesde millones de personas: consumidores, inversionistas,empresarios y trabajadores. Esas elecciones secoordinan mediante las leyes de la oferta y la demanda,y no es casual que un emprendedor exitoso, porejemplo, gane mucho más que un jornalero. Pero tampocoes el resultado de ninguna intención conscientede la sociedad. En el año 2007, la conductora de televisiónmejor pagada en los Estados Unidos fue OprahWinfrey, que ganó 260 millones de dólares. Eso nofue porque la “sociedad” hubiera decidido que valíaesa cantidad de dinero, sino porque millones de televidentesdecidieron que valía la pena ver su programa.Ahora sabemos que ni siquiera en una economía socialistalos resultados económicos son controlados porlos planificadores del gobierno. Incluso en esas sociedadeshay un orden espontáneo, aunque corrupto, enel que los resultados están determinados por disputasburocráticas internas, mercados negros y demás.A pesar de que no existe un acto explicito de distribución,los igualitaristas suelen afirmar que la sociedades responsable de garantizar que la distribución136


estadística del ingreso se adecue a ciertos parámetrosde justicia. ¿Por qué? Porque la producción de riquezaes un proceso cooperativo y social. Se crea más riquezaen una sociedad caracterizada por el comercioy la división del trabajo que en una sociedad de productoresautosuficientes. La división del trabajo quieredecir que mucha gente aporta a la elaboración delproducto final, mientras que el comercio hace que laresponsabilidad por la riqueza que reciben los productoressea compartida por un círculo aún mayorde personas. De acuerdo con los igualitaristas, esasrelaciones transforman hasta tal punto la producciónque el grupo en su conjunto debe considerarse comola verdadera unidad de producción y la verdaderafuente de riqueza. Por lo menos, esa es la raíz de ladiferencia de riqueza que existe entre una sociedadcooperativa y una sociedad no cooperativa. Por lo tanto,la sociedad debe garantizar que los frutos de sucooperación se distribuyan con justicia entre todossus participantes.Pero este argumento solo es válido si consideramosque la riqueza económica es un producto social anónimoen el que es imposible aislar los aportes individuales.Solo en ese caso será necesario formular principiosde justicia distributiva a posteriori para asignarparticipaciones en el producto. Pero, una vez más, setrata de un supuesto evidentemente equivocado. Loque suele llamarse producto social es en realidad unagran variedad de productos y servicios individualesdisponibles en el mercado. Es claramente posible sabera qué bien o servicio una persona contribuyó en137


la producción. Del mismo modo cuando la elaboraciónde un producto está en manos de un conjunto de individuos,como ocurre en una empresa, es posible determinarquién hizo qué. Al fin y al cabo, un empleadorno contrata empleados por capricho. Los trabajadoresse contratan por el aporte que se prevé que harán susesfuerzos al producto final. Los igualitaristas mismoslo reconocen cuando dicen que las desigualdadesson aceptables si constituyen un incentivo para quelos más productivos incrementen la riqueza total deuna sociedad. A fin de garantizar que los incentivoslleguen a las personas correctas, como señaló RobertNozick, hasta los igualitaristas deben suponer quepodemos identificar los efectos de los aportes individuales.En pocas palabras, no hay razón para aplicarel concepto de justicia a la distribución estadística delingreso o la riqueza en una economía. Debemos abandonarla imagen de una gran torta que es divididapor un padre benevolente que quiere ser justo con todossus hijos sentados a la mesa.Una vez que renunciamos a esa imagen, ¿qué pasacon el principio que propugnan Tawney, Rawls yotros, de que las desigualdades solo son aceptables sifavorecen los intereses de todos? Si esa idea no puedefundarse en la justicia, debe considerarse una obligaciónque tenemos entre todos como individuos. Desdeesa perspectiva, vemos que es el mismo principio queidentificamos como la base de los derechos de bienestarsocial. El principio es que quienes son productivossolo pueden disponer de los frutos de su esfuerzo conla condición de que su esfuerzo también beneficie a138


los demás. No hay obligación de producir, de crear, nide generar un ingreso, pero, si lo hacemos, aparecenlas necesidades ajenas como limitación de nuestrosactos. Nuestra capacidad, nuestra iniciativa, nuestrainteligencia, nuestra dedicación a lograr nuestros objetivosy todas las demás cualidades que hacen posibleel éxito son activos personales que imponen unaobligación con quienes tienen menos capacidad, iniciativa,inteligencia o dedicación.En otras palabras, toda forma de justicia social seapoya en el supuesto de que la capacidad individuales un activo social. El supuesto no se limita a que elindividuo no debería utilizar sus talentos para pisotearlos derechos de los menos capaces. Tampoco sostienemeramente que la bondad y la generosidad sonvirtudes. El supuesto afirma que el individuo debeconsiderarse, por lo menos en parte, un medio parael bien de otros. Y aquí llegamos al núcleo de la cuestión:al respetar los derechos de los demás, reconozcoque son fines en sí mismos, que no puedo tratarloscomo simples medios para conseguir mi satisfacción,como trato a los objetos inanimados. Entonces, ¿porqué no es igualmente moral considerarme a mí mismocomo un fin?, por respeto a mi dignidad como sermoral, ¿por qué no debería negarme a considerarmeun medio al servicio de los demás?Hacia una ética individualistaLa justificación del capitalismo que hace Ayn Randse basa en una ética individualista que reconoce el139


derecho moral a buscar la satisfacción del interés propioy rechaza el altruismo desde la raíz.Los altruistas sostienen que la vida nos plantea unaelección básica: debemos sacrificar a otros por nosotroso bien sacrificarnos por los demás. Ellos eligenesto último, y el supuesto es que la única alternativaes vivir como un predador. Pero, según Rand, estoes una disyuntiva falsa. La vida no exige sacrificiosen ninguna dirección. Los intereses de las personasracionales no entran en conflicto, y la búsqueda dela satisfacción de nuestro propio interés genuino nosexige interactuar con los demás en un intercambiopacífico y voluntario.Para comprender por qué, preguntémonos cómodecidimos qué conviene a nuestro propio interés. Uninterés es un valor que buscamos obtener: riqueza,placer, seguridad, amor, autoestima o algún otrobien. La filosofía ética de Rand se basa en la percepciónde que el valor fundamental, el summum bonum,es la vida. La existencia de los organismos vivos, sunecesidad de sostenerse por medio de la acción constantepara satisfacer sus necesidades, es lo que da lugara todo el fenómeno de los valores. Un mundo sinvida sería un mundo de hechos pero sin valores, unmundo en el que no podría decirse de ningún estadoque es mejor o peor que otro. Por lo tanto el parámetrofundamental del valor, en referencia al que laspersonas deben juzgar lo que les conviene, es su vida:no la mera supervivencia de un momento al otro, sinola plena satisfacción de las necesidades a través delejercicio constante de sus facultades.140


La facultad primaria del hombre, su medio primordialde supervivencia, es el raciocinio. La razón nospermite vivir de la producción y, de ese modo, superarel precario nivel de la caza y la recolección. La razónes la base del lenguaje, que nos hace posible cooperary transmitir conocimientos. Es la base de las institucionessociales regidas por normas abstractas. El propósitode la ética es brindar parámetros para vivir deacuerdo con la razón, al servicio de nuestra vida.Para vivir de acuerdo con la razón, debemos aceptarla independencia como virtud. La razón es unafacultad del individuo. No importa cuánto aprendamosde los demás, el acto del pensamiento ocurre enla mente de manera individual. Cada uno de nosotrosdebe iniciarlo por su propia voluntad y dirigirlo consu esfuerzo mental. Por lo tanto, la racionalidad nosexige aceptar la responsabilidad de dirigir y sostenernuestra propia vida.Para vivir de acuerdo con la razón, también debemosaceptar la productividad como virtud. La producciónes el acto de crear valor. Los seres humanos nopueden llevar una vida segura y plena buscando loque necesitan en la naturaleza, como los demás animales.Tampoco pueden vivir como parásitos de losdemás. En palabras de Rand:Aun si algunos hombres intentan sobrevivir pormedio de la fuerza bruta o el fraude, saqueando,robando, engañando o esclavizando a los hombresque producen, de todos modos su supervivenciaes únicamente posible gracias a sus víctimas, los141


hombres que eligen pensar y producir los bienesde los cuales los saqueadores se apropian. Estossaqueadores son parásitos incapaces de sobrevivir,que existen destruyendo a los que sí tienenesa capacidad, a aquellos que siguen un curso deacción propio del hombre.El egoísta suele describirse como alguien que hacelo que sea para obtener lo que quiere: alguien queestá dispuesto a mentir, a robar y a intentar dominara los demás para satisfacer sus deseos. Como ala mayoría de la gente, a Rand ese modo de vida leparecería inmoral. Pero ella no diría que una personaasí es inmoral porque perjudica a los demás; diría quees inmoral porque se perjudica a sí misma. El deseosubjetivo no es la prueba que demuestra si algo nosconviene, y el engaño, el robo y el poder no son losmedios adecuados para alcanzar la felicidad ni llevaruna vida exitosa. Las virtudes que he mencionado sonparámetros objetivos. Nacen de la naturaleza humanay, por lo tanto, se aplican a todos los seres humanos.Pero su propósito es permitirle a cada persona “conseguir,mantener, realizar y gozar del valor último,el fin en sí mismo que es su propia vida”. Es por estoque el propósito de la ética es decirnos cómo satisfacernuestros verdaderos intereses, no cómo sacrificarlos.El principio de quien intercambiaEntonces, ¿cómo debemos comportarnos con losdemás? La ética social de Rand descansa sobre dos142


principios básicos: el principio de los derechos y elprincipio de la justicia. El primero establece que debemostener un trato pacífico con los demás, regido porel intercambio voluntario, sin utilizar la fuerza contraellos. Solo así podemos vivir con independencia,sobre la base de nuestros propios esfuerzos productivos;el que intenta vivir controlando a los otros es unparásito. Además, en una sociedad organizada, debemosrespetar los derechos de los otros si queremosque se respeten los nuestros. Es este el único modo deobtener los muchos beneficios de la interacción social:los beneficios del intercambio económico e intelectual,y los valores de las relaciones personales más íntimas.La fuente de esos beneficios es la racionalidad,la productividad, la individualidad del otro, y esas cosasnecesitan libertad para prosperar. Si vivimos pormedio de la fuerza, atacamos la raíz de los valores quebuscamos alcanzar.El principio de justicia es lo que Rand llama elprincipio de quien intercambia: vivir del intercambio,ofreciendo valor a cambio de valor, sin buscar niotorgar lo que no se ha ganado. Una persona honorableno expone sus necesidades como reclamo hacialos demás; ofrece valor como la base de cualquier relación.Tampoco acepta una obligación impuesta desatisfacer las necesidades ajenas. Nadie que valore supropia vida puede aceptar la responsabilidad indeterminadade ser el cuidador de su hermano. Y ningunapersona independiente desearía que nadie la cuidarade ese modo, ni un amo ni el Departamento de Salud yServicios Humanos. Según observa Rand, el principio143


del intercambio es la única base sobre la que puedeninteractuar los seres humanos como iguales independientes.En resumen, la ética Objetivista trata al individuocomo un fin en sí mismo en todo el sentido de la palabra.De eso se desprende que el capitalismo es elúnico sistema justo y moral. La sociedad capitalistase basa en el reconocimiento y la protección de losderechos individuales. En la sociedad capitalista, loshombres tienen la libertad de perseguir sus propiosfines por medio del ejercicio de sus facultades. Comoen toda sociedad, están limitados por las leyes de lanaturaleza. Ni el alimento, ni la vivienda, ni la ropa,ni los libros, ni los medicamentos caen del cielo; hayque producirlos. Y, como en toda sociedad, los hombrestambién están limitados por su propia naturaleza,por la medida de su capacidad individual. Pero laúnica limitación social que impone el capitalismo esla condición de que quienes deseen los servicios delos demás ofrezcan valor a cambio. Nadie debe usar alEstado para expropiar lo que otros produjeron.Los resultados económicos en el mercado –la distribucióndel ingreso y la riqueza– dependen de lasacciones e interacciones voluntarias de todos los participantes.El concepto de justicia no se aplica al resultado,sino al proceso de la actividad económica. Elingreso de una persona es justo si se gana por mediodel intercambio voluntario, como recompensa porel valor ofrecido, según lo juzga aquel a quien se leofrece. Hace tiempo que los economistas saben queno existe tal cosa como el precio justo de un bien,144


más allá de las valoraciones que hacen los participantesdel mercado sobre el valor del bien para ellos. Lomismo ocurre con el precio de los servicios humanosproductivos. Eso no significa que debo medir lo quevalgo por mi ingreso, sino simplemente que, si deseovivir del intercambio con los demás, no puedo exigirlesque acepten mis condiciones a costa de sus propiosintereses.La benevolencia como un valor elegido¿Qué pasa con alguien pobre, discapacitado o dealgún modo incapaz de mantenerse a sí mismo? Estaes una pregunta válida siempre y cuando no sea laprimera pregunta que nos hagamos sobre un sistemasocial. Es un legado del altruismo creer que el criterioprincipal para evaluar una sociedad es el modo en quetrata a sus miembros menos productivos. “Bienaventuradoslos pobres de espíritu”, dijo Jesús; “bienaventuradoslos que sufren”. Pero no hay ninguna baseen la justicia que sostenga una especial estima porlos pobres ni los que sufren, ni para considerar quesus necesidades son primordiales. Si tuviéramos queelegir entre una sociedad colectivista en la que nadiees libre pero nadie pasa hambre y una sociedad individualistaen la que todos son libres pero algunos pocosestán privados de alimento, yo argumentaría que lasegunda sociedad, la sociedad libre, es la opción moral.Nadie puede reclamar el derecho de obligar a losdemás a ayudarlo involuntariamente, ni siquiera sisu vida dependiera de ello.145


Pero no nos enfrentamos a esa opción. De hecho,los pobres están en una situación mucho mejor en elcapitalismo que en el socialismo y hasta en el Estadode bienestar. Es un dato histórico que las sociedadesen las que nadie es libre, como la ex Unión Soviética,son sociedades en las que un gran número de personaspasan hambre.Los que son capaces de trabajar tienen un interésvital en el crecimiento económico y tecnológico, queocurre con mayor rapidez en un orden de mercado. Lainversión de capital y el uso de maquinaria permitenemplear a gente que de lo contrario no podría producirlo suficiente para mantenerse. Las computadorasy los equipos de comunicación, por ejemplo, hoy permitenque personas con discapacidades severas trabajendesde su hogar.En cuanto a los que no están en condiciones de trabajar,las sociedades libres siempre les han proveídocon numerosas formas de ayuda y filantropía privadasfuera del mercado: organizaciones de caridad,sociedades de beneficencia y demás. En ese sentido,dejemos en claro que no hay contradicción entre elegoísmo y la caridad. De acuerdo con los muchos beneficiosque recibimos del trato con otros, es naturalque veamos a nuestros prójimos en un espíritu debenevolencia general, que tengamos empatía por susdesgracias y que los ayudemos cuando ello no impliqueun sacrificio de nuestros propios intereses. Peroexisten grandes diferencias en el concepto de caridadentre un egoísta y un altruista.146


Para un altruista, la generosidad hacia los otroses un fundamento ético primordial y debe ponerse enpráctica hasta el sacrificio, de acuerdo con el principiode “dar hasta que duela”. Dar es un deber moral,sin importar qué otros valores se tengan, y el receptortiene derecho a recibir. Para un egoísta, la generosidades un medio entre muchos otros para perseguirsus valores; entre ellos, el que le atribuye al bienestarde los demás. Debe hacerse en el contexto de los otrosvalores que tenemos, sobre el principio de “dar cuandoayuda”. No es un deber y el receptor no tiene derechoa recibir. El altruista es proclive a ver la generosidadcomo una expiación de culpa, ya que suponeque hay algo pecaminoso o sospechoso en el hecho deser capaz, exitoso, productivo o rico. El egoísta consideraque esos rasgos son virtudes y ve la generosidadcomo una expresión de orgullo por ellos.La cuarta revoluciónAl comenzar este ensayo dije que el capitalismo eraresultado de tres revoluciones, cada una de las cualesrepresentó un quiebre radical con el pasado. La revoluciónpolítica estableció la primacía de los derechosindividuales y el principio de que el gobierno está alservicio del hombre, y no es su amo. La revolucióneconómica trajo consigo la comprensión de los mercados.La Revolución Industrial expandió drásticamentela aplicación de la inteligencia al proceso productivo.Pero la humanidad nunca rompió con su pasadoético. El principio ético de que la capacidad individual147


es un activo social es incompatible con una sociedadlibre. Para que la libertad sobreviva y prospere, necesitamosuna cuarta revolución: una revolución moral,que establezca el derecho moral del individuo a vivirpara sí mismo.148


Tercera parteLa producción y distribuciónde la riqueza


LA ECONOMÍA DE MERCADO Y LA DISTRIBUCIÓNDE LA RIQUEZAPor Ludwig LachmannEn este ensayo, el distinguido economista Ludwig Lachmannanaliza y revela la incoherencia de las críticas sobrela “justicia social” que se hacen al capitalismo de libremercado. Explica la diferencia entre “propiedad” y “riqueza”y señala de qué manera el respeto por la propiedad(posesión) es compatible con la redistribución masiva dela riqueza a través del mercado. Este documento ayuda acomprender la naturaleza dinámica de las relaciones socialesy económicas en regímenes capitalistas.Ludwig Lachmann (1906-90) obtuvo su doctorado en la Universidadde Berlín. En el año 1933 dejó Alemania y se dirigióa Inglaterra, donde continuó su investigación en la LondonSchool of Economics. Realizó aportes signiicativos a la teoríadel capital, el crecimiento económico y las bases metodológicasde la economía y la sociología. Fue autor de los libros:Capital and Its Structure; The Legacy of MaxWeber; Macro-Economic Thinking and The MarketEconomy; Capital, Expectations, and The MarketProcess; y The Market as an Economic Process.Este documento es una versión resumida del original, queapareció por primera vez en 1956.¿Quién puede dudar todavía de que, tal como señalarael profesor Mises hace treinta años, cada151


intervención de una autoridad política implica unaposterior intervención con el fin de impedir que lasinevitables repercusiones económicas del primerpaso efectivamente ocurran? ¿Quién negará que unaeconomía dirigida requiere de una atmósfera de inflaciónpara funcionar, y quién en la actualidad noconoce los efectos perjudiciales de la “inflación controlada”?Aunque algunos economistas inventaron elelogioso término “inflación secular” a fin de describirla inflación permanente que todos bien conocemos,es poco probable que se haya engañado a alguien. Nohacía falta realmente el reciente ejemplo alemán parademostrarnos que la economía de mercado creará ordena partir de un caos “controlado administrativamente”,incluso en las circunstancias más desfavorables.Una forma de organización económica basadaen la cooperación voluntaria y en el intercambio universalde conocimientos es necesariamente superiora cualquier estructura jerárquica, incluso si en estaúltima existiera una evaluación racional de las capacidadesde quienes tienen la voz de mando. Quienespueden aprender de la razón y la experiencia yalo sabían antes, y los que no, es improbable que loaprendan ahora.Enfrentados a esta situación, los opositores de laeconomía de mercado han cambiado de argumentos:ahora se oponen con fundamentos “sociales” en vezde económicos. La acusan de ser injusta en vez de ineficiente.Ahora insisten en los “efectos distorsivos”de la propiedad de la riqueza y sostienen que “el plebiscitodel mercado está dominado por el voto plural”.152


Muestran que la distribución de la riqueza afecta a laproducción y a la distribución del ingreso ya que lospropietarios de riqueza no solo reciben una “porcióninjusta” del ingreso social, sino que además influyenen la composición del producto social: los lujos sondemasiados y las necesidades muy pocas. Además,como son quienes más ahorran, también determinanla tasa de acumulación del capital y, por lo tanto, elprogreso económico.Algunos de estos opositores no negarían de maneraconjunta que la distribución de la riqueza, en ciertosentido, es el resultado acumulado de la acción defuerzas económicas, pero sostendrían que esta acumulaciónfunciona de manera tal que hace que el presentesea esclavo del pasado, un factor arbitrario y deotros tiempos.La distribución actual de ingresos está determinadapor la distribución actual de la riqueza y, aunquela riqueza de hoy fue en parte acumulada ayer, fueacumulada como consecuencia de procesos que reflejanla influencia de la distribución de la riqueza deanteayer. Este argumento de los opositores de la economíade mercado se basa esencialmente en la instituciónde la “herencia”, a la que, incluso en una sociedadprogresista, según nos dicen, la mayoría de lospropietarios debe su riqueza.Este argumento parece ser ampliamente aceptadohoy en día, incluso por muchos que están genuinamentea favor de la libertad económica. Esas personasllegaron a la conclusión de que una “redistribuciónde la riqueza”, por ejemplo, a través de impuestos so-153


e las sucesiones, tendría resultados económicos socialmentedeseables y no desfavorables. Al contrario,como esas medidas ayudarían a liberar al presente dela “mano muerta” del pasado, también ayudarían aajustar los ingresos presentes a sus respectivas necesidades.¡La distribución de la riqueza es un dato delmercado y modificando los datos podemos cambiarlos resultados sin interferir con su mecanismo! Deesto se deduce que solo si está acompañado por unapolítica diseñada de forma continua para redistribuirla riqueza existente, el proceso del mercado tendríaresultados “socialmente tolerables”.Este punto de vista, como ya fue mencionado, escompartido por muchos individuos, incluso por algunoseconomistas que entienden la superioridad de laeconomía de mercado sobre la economía dirigida y lasfrustraciones del intervencionismo, pero que no lesagrada lo que consideran que son las consecuenciassociales de la economía de mercado. Están dispuestosa aceptar la economía de mercado solo cuando sufuncionamiento está acompañado por una política deredistribución.El presente trabajo presenta una fuerte crítica a labase de este punto de vista.En primer lugar, la lógica detrás del argumentose desprende de una confusión verbal que surge delsignificado ambiguo del término “dato”. En el uso comúny en la mayoría de las ciencias, por ejemplo enestadística, la palabra “dato” significa algo que, en unmomento del tiempo, nos está “dado” como observadoresde la escena. En este sentido es, por supuesto, una154


obviedad decir que el modo en el que se distribuye lariqueza es un dato en cualquier momento, en el sentidotrivial de que es el modo que existe y no puede darsede otra manera. Pero en las teorías del equilibrioque, para bien o para mal, llegaron a tener una granimportancia en el pensamiento económico actual y determinaronen gran medida el contenido, la palabra“dato” adquirió una segunda acepción muy diferente:en este contexto un dato significa una condición necesariapara el equilibrio, una variable independiente, y“los datos” en su conjunto representan la suma totalde condiciones necesarias y suficientes de las cuales,una vez que las conocemos todas, podemos deducir,sin más, el precio y la cantidad de equilibrio. En estasegunda acepción, la distribución de la riqueza seríapor lo tanto, de manera conjunta con otros datos, unfactor DETERMINANTE, aunque no el único, de losprecios y cantidades de los distintos servicios y productosque se compran y venden.Sin embargo, la tarea principal en este trabajo serádemostrar que la distribución de la riqueza no es un“dato” según la segunda acepción. Lejos de ser una“variable independiente” del proceso de mercado, está,por el contrario, sujeta a modificaciones continuascomo consecuencia de las fuerzas del mercado. No esnecesario aclarar que esto no niega que en algún momentoesté entre las fuerzas que determinan el rumbodel proceso de mercado en el futuro inmediato, perosí niega que la forma de la distribución en sí puede teneralguna influencia permanente. Aunque la riquezasiempre está distribuida de alguna forma particular,155


la forma de la distribución se encuentra en constantecambio.Solo en caso de que la forma de la distribuciónpermaneciera invariable período tras período y a lavez las riquezas individuales fueran transferidas porherencia, se podría decir que tal forma constante esuna fuerza económica permanente. Esto no sucede enla realidad. La distribución de la riqueza está determinadapor las fuerzas del mercado como objeto, nocomo agente, y la forma actual sin importar cual sea,pronto se habrá convertido en un pasado irrelevante.La distribución de la riqueza, por lo tanto, no figuraentre los datos del equilibrio. Sin embargo, lo quees de gran interés económico y social no es el modo dedistribución de la riqueza en un momento dado, sinola manera en que se modifica en el tiempo. Como veremos,este cambio se da realmente entre los sucesosque ocurren en esa problemática “trayectoria” quepuede conducir al equilibrio, pero en la realidad pocasveces lo logra. Es un típico fenómeno “dinámico”.Resulta llamativo que despierte tan poco interés enun momento en el que se dice tanto sobre la necesidadde buscar y promover estudios dinámicos.La propiedad es un concepto legal que se refiere aobjetos materiales concretos. La riqueza es un conceptoeconómico que se refiere a los recursos escasos.Todos los recursos valiosos son, reflejan o representan,objetos materiales, pero no todos los objetos materialesson recursos: casas en ruinas y montañas dechatarra son ejemplos evidentes, así como cualquierobjeto que cuyo dueño estaría encantado de regalar156


si encontrara a alguien que quisiera llevárselo. Además,lo que es un recurso hoy puede dejar de serlomañana, mientras que un objeto que en el presentecarece de valor puede volverse valioso en el futuro. Espor esta razón que la condición de recursos que adquierenlos objetos materiales siempre es problemáticay depende hasta cierto punto de las expectativas.Un objeto constituye riqueza solo si es una fuente deflujo de ingreso. El valor que tiene el objeto para eldueño, real o potencial, refleja en todo momento sucapacidad esperada de generación de ingresos. Esto,a su vez, dependerá de los usos que se le pueden daral objeto. Por lo tanto, la utilización exitosa de los objetosy no (necesariamente) la sola propiedad confiereriqueza. La fuente de los ingresos y la riqueza no es lapropiedad sino el uso de los recursos. Una fábrica dehelados en Nueva York puede significar riqueza parasu dueño; la misma fábrica de helados en Groenlandiaapenas llegaría a ser un recurso.En un mundo de cambios inesperados, el mantenimientode la riqueza es siempre problemático, y a largoplazo se puede decir que es imposible. Para manteneruna cierta cantidad de riqueza que se puedatransferir por herencia de una generación a otra, unafamilia tendría que poseer recursos tales que generenun flujo de ingreso neto permanente, es decir, un flujode excedentes de valor de producción por sobre elcosto de los servicios de factores complementarios alos recursos que se poseen. Al parecer esto sería posiblesolo en dos escenarios: ya sea en un mundo estacionario,en el que hoy es igual que ayer y mañana igual157


que hoy y en el que, por lo tanto, día a día, año trasaño, el mismo ingreso le corresponderá a los mismosdueños o a sus herederos; o bien si todos ellos tuvieranuna previsión perfecta del futuro. Como los dos casosse alejan mucho de la realidad, podemos ignorarlos.Entonces, ¿qué sucede en realidad con la riqueza enun mundo de cambios inesperados?Toda riqueza consiste en activos de capital que, deuna u otra forma, representan o al menos reflejan losrecursos materiales de la producción, las fuentes deun producto valioso. Toda producción se realiza contrabajo humano y con la ayuda de combinaciones dedichos recursos. Para ello, los recursos deben utilizarseen determinadas combinaciones, puesto que lacomplementariedad es la esencia del uso de los recursos.Los modos de esta complementariedad de ningunamanera están “dados” a los emprendedores que generan,inician y llevan a cabo planes de producción.No existe tal cosa como una función de producción enla realidad. Por el contrario, la tarea del emprendedores precisamente detectar, en un mundo de cambioscontinuos, qué combinación de recursos producirá unexcedente máximo de producción sobre el valor de losinsumos teniendo en cuenta las condiciones actuales,y conjeturar cuál lo hará en las condiciones futurasmás probables, cuando hayan cambiado los valores deproducción, el costo de insumos complementarios yla tecnología.Si todos los recursos de capital fueran infinitamenteversátiles, el único problema de los emprendedoressería acompañar los cambios en las condiciones exter-158


nas modificando las combinaciones de recursos asignadosa una sucesión de usos que estos cambios haganrentables. En realidad, los recursos tienen, por logeneral, un rango limitado de versatilidad. Cada unotiene una cantidad de usos específicos 41 . Por lo tanto,la necesidad de ajustarse al cambio por lo generalimplica la necesidad de un cambio en la composicióndel grupo de recursos, para “reagrupar el capital”.Pero cada cambio en el modo de complementariedadafectará el valor de los componentes de los recursos algenerar ganancias y pérdidas de capital. Los emprendedoresestarán dispuestos a pagar más por los serviciosde los recursos para los que encontraron usosmás rentables, y menos por aquellos que deben emplearseen usos menos rentables. En el caso límite enel que no se puede encontrar ningún uso (presente opotencial) para un recurso que hasta el momento habíaformado parte de una combinación rentable, esteperderá totalmente su carácter de tal. Pero inclusoen casos menos drásticos, las ganancias y pérdidasde capital en activos durables están inevitablementeasociadas a un mundo de cambios inesperados.Por lo tanto, el proceso de mercado es consideradocomo nivelador. En una economía de mercado, se dade manera constante un proceso de redistribución dela riqueza. Frente a esto los procesos en apariencia similaresque los políticos modernos tienen la costum-41 El argumento presentado a continuación le debe mucho a las ideas quepresentó el profesor Mises en “Das festangelegte Kapital,” en Grundproblemeder Nationalökonomie, págs. 201-14. [Posteriormente traducido alespañol como Problemas Epistemológicos de la Economía.]159


e de instituir se desvanecen de manera significativaal ser comparados por la sencilla razón de que el mercadoles da riqueza a quienes son capaces de conservarla,mientras que los políticos dan riqueza a suselectores que por lo general carecen de esa capacidad.Este proceso de redistribución de la riqueza no estáprovocado por una concatenación de riesgos. Quienesparticipan no juegan un juego de azar, sino de destreza.Este proceso, como todos los procesos reales dinámicos,refleja la transmisión de conocimientos entreindividuos. Esto solo es posible porque algunas personastienen conocimientos que otras todavía no hanadquirido, dado que el conocimiento sobre el cambio ysus implicancias se propaga gradualmente y de mododesigual entre la sociedad.En este proceso, tiene éxito quien descubre antesque los demás que un determinado recurso, que hoyse puede producir, si es nuevo, o comprar, si es unrecurso existente, a un determinado precio A; mañanaformará parte de una combinación productiva quecomo resultado valdrá A’. Estas ganancias y pérdidasde capital provocadas por la posibilidad o la necesidadde reasignar los recursos de un uso a otro, superior oinferior al primero, forman la sustancia económica delo que significa la riqueza en un mundo cambiante, yson el vehículo principal del proceso de redistribución.Es muy improbable que la misma persona continúeacertando una y otra vez en sus conjeturas sobrenuevos usos posibles para recursos existentes opotenciales, a menos que sea realmente superior, encuyo caso es improbable que sus herederos tengan un160


éxito similar, a menos que sean superiores también.En un mundo de cambios inesperados, las pérdidas decapital son en última instancia tan inevitables comolas ganancias. La competencia entre los propietariosde capital y la naturaleza específica de los recursosdurables, aunque sea de “múltiples especificidades”,implican que las ganancias conllevan pérdidas y viceversa.Estos hechos económicos tienen determinadas consecuenciassociales. Como los críticos de la economíade mercado actualmente prefieren basarse en fundamentos“sociales”, puede ser pertinente dilucidaraquí los verdaderos resultados sociales del proceso demercado. Anteriormente lo hemos presentado comoun proceso nivelador. De manera más apropiada, eneste momento estamos en condiciones de describir estosresultados como un caso de lo que Pareto llamó “lacirculación de élites”. Es improbable que la riquezase quede mucho tiempo en las mismas manos. Pasade mano en mano a medida que los cambios imprevistosconfieren valor a uno u otro recurso específico,generando ganancias y pérdidas de capital. Los propietariosde la riqueza, podríamos decir, siguiendo aSchumpeter, son como los huéspedes en un hotel o lospasajeros en un tren: siempre están allí pero nuncason las mismas personas durante mucho tiempo.En una economía de mercado, como hemos visto,toda la riqueza es de una naturaleza problemática.Cuanto más duraderos y más específicos son los activos,mayor restricción tendrá el rango de usos quese les puede dar, y el problema se torna visible con161


mayor claridad. Pero en una sociedad con un bajo nivelde capital fijo en la cual la mayoría de la riquezaacumulada se transformó en inventarios de productosbásicos (principalmente agrícolas y perecederos),mantenidos por diversos períodos y en la que los bienesde consumo durables, exceptuando quizás las casasy los muebles, casi no existían, el problema no estan claramente visible. En líneas generales, así era lasociedad en la que vivían los economistas clásicos yde la cual tomaron muchas características. Por consiguiente,teniendo en cuenta las condiciones de esostiempos hasta cierto punto se podía justificar que loseconomistas clásicos consideraran que el capital esvirtualmente homogéneo y perfectamente versátil, encomparación con la tierra, el único recurso específicoe irreproducible. Esta dicotomía no se justifica en laactualidad. Cuanto más capital fijo haya y más duraderosea, mayor es la probabilidad de que estos recursosde capital tengan que utilizarse, antes de que seagoten, con propósitos distintos a los originales. Estosignifica prácticamente que en una economía de mercadomoderna no puede haber tal cosa como una fuentede ingreso permanente, dado que la durabilidad yla versatilidad limitada lo hacen imposible.El hecho principal que hemos remarcado en estetrabajo, la redistribución de riqueza causada por lasfuerzas del mercado en un mundo de cambios inesperados,es un hecho de observación común. ¿Por qué,entonces, se lo ignora constantemente? Podríamosentender por qué los políticos eligen ignorarlo: despuésde todo, es improbable que la gran mayoría de162


sus electores se vea afectado directamente por estoy, como se demuestra ampliamente en el caso de lainflación, apenas podrían entenderlo si estuvieranafectados. Pero ¿por qué los economistas elegirían ignorarlo?Si la forma en la que se distribuye la riquezaes el resultado del ejercicio de fuerzas económicas,se creería que es el tipo de proposición que deberíaatraerles. ¿Por qué, entonces, tantos economistas siguenconsiderando que la distribución de la riquezaes un “dato” de acuerdo con la segunda acepción desarrolladaanteriormente? Sostenemos que la razóndebe buscarse en una excesiva preocupación por problemasrelacionados con el equilibrio.Previamente hemos desarrollado que los modossucesivos de distribución de la riqueza pertenecen almundo del desequilibrio. Las ganancias y las pérdidasde capital surgen principalmente porque los recursosdurables deben ser utilizados de manera distinta a laplanificada originariamente, y además algunas personascomprenden mejor y con mayor velocidad lasimplicaciones de las cambiantes necesidades y recursosde un mundo en movimiento. El equilibrio significaconsistencia en la planificación, pero la formaen la cual el mercado realiza la redistribución de lariqueza es el típico resultado de una acción inconsistente.Para quienes están formados para pensar entérminos de equilibrio quizá resulte natural que estosprocesos no parezcan tan “respetables”. Para ellos, las“verdaderas” fuerzas económicas son las que tiendena establecer y mantener el equilibrio. Por lo tanto, seconsidera que las fuerzas que solo operan en desequi-163


librio no son en realidad muy interesantes, por lo quesuele ignorárselas.Por supuesto, esto no significa que el economistamoderno, con un profundo conocimiento de la gramáticadel equilibrio, y con un importante desconocimientode los hechos del mercado, no puede o noquiere abordar el cambio económico; eso sería absurdo.Estamos señalando que está bien preparado paraenfrentarse únicamente a algunas clases de cambiosque se inscriben en un patrón bastante rígido.164


JUNTAS, LA LIBERTAD POLÍTICA Y LA LIBERTADECONÓMICA REALIZAN LOS MILAGROS DE LAHUMANIDADPor Temba A. NolutshunguEn este ensayo, el economista sudafricano Temba A. Nolutshungurecurre a la historia reciente de su país paradistinguir entre el gobierno de las mayorías (que se consiguióluego de décadas de lucha contra la monopolizaciónminoritaria del poder) y la libertad, y muestra el potencialliberador de la libertad económica.Temba A. Nolutshungu es director de la Free Market Foundationen Sudáfrica. Enseña en programas de promociónde la autonomía económica en todo el país y colabora conla prensa sudafricana asiduamente. Se desempeñó comocomisionado para la redacción en los Zimbabwe Papers,elevados con posterioridad al Primer Ministro de ZimbabweMorgan Tsvangirai; siendo este un compendio de propuestasde políticas para la recuperación de Zimbabweluego del desastre provocado por las políticas de Mugabe.Nolutshungu se destacó durante su juventud en el Movimientode Conciencia Negra de Sudáfrica.Maximilien Robespierre, republicano revolucionario,demócrata radical y motor detrás del Reinodel Terror en la Francia revolucionaria, períododurante el cual cerca de 40.000 hombres y mujeresmurieron en la guillotina como “enemigos de la Na-165


ción”, fue ejecutado en julio de 1794 por sus oponentespolíticos. En los momentos previos a su muertese dirigió a la multitud, que antes lo alababa y queahora clamaba por su sangre, con las siguientes palabras:“Les di la libertad; ahora además quieren pan”.Y así finalizó el Reino del Terror.La enseñanza que podemos tomar de esto es que noes lo mismo la libertad política y el bienestar económico,aunque es posible que exista un vínculo entreambos.El bienestar económico es una consecuencia de lalibertad. En Sudáfrica, con una tasa de desempleoregistrada formalmente del 25,2% (una cifra que noincluye a aquellos que abandonaron la búsqueda detrabajo), la disyuntiva entre la libertad política y elbienestar económico refleja un estado de situación potencialmentecataclísmica: un riesgo exacerbado porgobiernos sucesivos que prometen todo tipo de beneficiosa los votantes.Para lidiar con los desafíos que enfrentamos, espreciso que corrijamos ciertas ideas falsas.La creación de empleo no es responsabilidad del Estado.Para que el empleo sea sostenible, debe ser creadopor el sector privado. Los empleos generados porel gobierno se crean a costas de los contribuyentes yno son más que empleo subsidiado. Como son insostenibles,no tienen una relevancia económica positiva.El sector privado es el principal creador de riqueza, yel sector público es un consumidor.El dinero no es sino un medio para el intercambiode bienes y servicios, por lo que debería estar relacio-166


nado con la productividad y reflejarla. Cuando visitéRusia y Checoslovaquia en el período poscomunista,en 1991, la broma de moda era decir que los trabajadoressimulaban trabajar y el gobierno simulaba pagarles.Así, en mi opinión, si hablamos de una creaciónde empleo que tiene valor, deberíamos concentrarnosúnicamente en el sector privado.Eso nos lleva a preguntarnos qué políticas deberíanaplicarse a empresas privadas. ¿Cuáles mejorarán suproductividad y cuáles la obstaculizarán? ¿Qué debehacerse?Examinemos los principios subyacentes al más simplede los intercambios entre dos partes. Las transaccionessencillas pueden servir como ejemplo y comomicrocosmos de la economía más amplia, y los encargadosdel diseño de políticas deben utilizarlas paradeterminar qué políticas son más compatibles con lanaturaleza humana, porque el factor humano es fundamentalen el contexto económico. Comencemos enun pasado remoto, con un cavernícola hipotético quees hábil para cazar pero inexperto al momento de fabricarun arma para la caza. Nuestro cavernícola conocea un fabricante de armas habilidoso y acuerdaentregar parte de su caza a cambio de un arma. Amboshombres salen de la transacción con la sensaciónde haberse beneficiado a partir de la obtención de algomás valioso para ellos que lo que entregaron. Tardeo temprano, el fabricante de armas advierte que si seespecializa en la fabricación de armas, en lugar de salira cazar, puede intercambiar las armas por pieles,carne, marfil y demás. Comienza un negocio. Prospe-167


a, y también prosperan todos sus clientes, porqueahora utilizan armas de caza más eficientes.Lo que debemos tomar de ese escenario es que nohay participación de fuerza o fraude alguno. No hayparticipación de terceros. Ninguna parte dicta lasreglas para hacer negocios. Las reglas de las partesinvolucradas en la transacción se generan espontáneamente.Lo que cumplen es una suerte de orden natural.Es lo que el economista Friedrich Hayek denominabaorden espontáneo, y parte de ese orden es quela propiedad privada se respeta de manera recíproca.A partir de este ejemplo sencillo, podemos extrapolarque en la economía moderna, en un país en el queel gobierno se niega a interferir en el área económica,se registrarán grandes niveles de crecimiento económicoy beneficios socioeconómicos concomitantes. Enotras palabras, si un gobierno promueve la libertadeconómica de los productores y los consumidores yles permite participar de transacciones que no impliquenfuerza o fraude, el país y la gente prosperarán.Es un método infalible para reducir el desempleo, mejorarla educación y crear una mejor atención médica.Estos principios fundamentales se cumplen en todaslas economías, independientemente del contextocultural dentro del cual se hayan formado. El mitopersistente de la “ética de trabajo” justifica un análisiscrítico. Esa opinión refuerza implícitamente estereotiposnacionales o de grupos étnicos en términosde tener o no una ética laboral, con la extensión lógicade que los pobres son pobres porque no tienen éticade trabajo y que los ricos son más exitosos porque sí168


tienen esa ética: una opinión muy peligrosa de sostener,en especial si coincide con aspectos étnicos.Antes de que el Muro de Berlín se desmoronara enel año 1989, Alemania Occidental era la segunda economíamás grande del mundo, y Alemania Orientalera una zona de desastre económico. El mismo pueblo,la misma cultura y las mismas familias en algunoscasos, antes de la división posterior a la SegundaGuerra Mundial. Algo similar puede decirse en el casode las dos Coreas: el sur, un gigante económico, y elnorte, un abismo económico que sigue absorbiendoasistencia extranjera. Una vez más, el mismo pueblo,la misma cultura. ¿Y el contraste entre China continentaly Hong Kong previo a 1992, cuando DengXiaoping introdujo las reformas radicales de libremercado, tras anunciar que no importaba que un gatofuera negro o blanco, siempre y cuando atrapara ratones?Y otra vez, el mismo pueblo, la misma culturay las mismas discrepancias económicas reveladoras.La diferencia, en todos los casos, radicaba en el gradode libertad otorgado a los participantes económicos.Luego de 1992, gracias a las reformas de libre mercadomás radicales de los últimos años, China emergecomo la tercera economía más grande del mundo; y encontraste, según las palabras de Bertel Schmitt, “EstadosUnidos recogió esas recetas económicas socialistasque Deng Xiaoping descartó tan sensatamente”.El marco legislativo e institucional dentro del cualse produce la actividad económica y, en particular, elgrado de regulación que se aplica en una economía,son los determinantes de cuán rico puede ser un país169


y sus habitantes. En otras palabras, el grado de libertadeconómica que los gobiernos permiten ejercera las personas determina los resultados económicosque obtienen.Las palabras expresadas por el profesor Walter Williams,autor del estimulante libro South Africa’s WarAgainst Capitalism, son un perfecto resumen: “(…) la solucióna los problemas de Sudáfrica no radica en aplicarprogramas especiales, en adoptar medidas afirmativas,ni dádivas ni en el Estado de bienestar: radicaen la libertad. Ya que, si buscamos personas ricas enel mundo actual, personas que tienen la capacidad deconvivir bastante bien, estaremos buscando tambiénuna sociedad en la que existen niveles relativamentealtos de libertad individual”.170


Cuarta ParteGlobalización del capitalismo171


CAPITALISMO GLOBAL Y JUSTICIAPor June ArungaEn este ensayo, June Arunga clama por un capitalismo delibre mercado en África y confronta con quienes se oponena que los africanos participen en la economía mundial através de la libertad de comercio. La autora respalda sistemáticamenteel libre comercio y critica a quienes propugnanpor las “zonas de comercio” delimitadas que brindanbeneicios especiales a inversores extranjeros o éliteslocales privilegiadas (y, en ocasiones, violan los derechosde propiedad de los habitantes) y les niegan a los demás lalibertad de comerciar o invertir en una situación de igualdad,y exige el respeto de los derechos de propiedad de losafricanos y del capitalismo de libre mercado, sin la distorsiónde privilegios ni poderes monopólicos.June Arunga es una empresaria y productora cinematográ-ica de Kenia. Es fundadora y CEO de Open Quest Media LLCy ha trabajado con varias empresas de telecomunicacionesde África. Filmó dos documentales de la BBC sobre ese continente,The Devil’s Footpath, que relata su travesíade seis semanas y 8.000 kilómetros de El Cairo a Ciudaddel Cabo, y Who’s to Blame?, un debate/diálogo entreArunga y el ex presidente de Gana, Jerry Rawlings. Además,escribe para AfricanLiberty.org y es coautora de The CellPhone Revolution in Kenya. Se graduó de abogada enla Universidad de Buckingham, en el Reino Unido.173


En mi experiencia, la mayor parte –quizá el 90%–de los desacuerdos derivan de la falta de informaciónde uno u otro lado. Y el fenómeno es realmenteimportante cuando la gente pasa de un ámbito culturala otro. Estamos presenciando un gran auge del comercioen África, entre africanos, tras un largo períodode aislamiento entre sí a causa del proteccionismo,el nacionalismo y el malentendido. Creo que deberíamoscelebrar el incremento del comercio. Algunos letemen; yo considero que necesitan más información.La globalización está en marcha y, en mi opinión,deberíamos recibirla de buen grado, pues ha generadotransferencia de capacidades, acceso a la tecnologíade todo el mundo y mucho más. Sin embargo,muchos se han quedado afuera; la pregunta es porqué. En el año 2002 conocí al economista sueco JohanNorberg, autor del revelador libro In Defense of GlobalCapitalism, y me impresionó su actitud con respecto ala información: en lugar de rechazar a los oponentesdel libre comercio, los escuchaba, atendía sus puntosde vista y verificaba su información. Su interés en lainformación fáctica es lo que lo llevó a comenzar adefender el capitalismo.También me impresionó su modo de adoptar laperspectiva de los más afectados: los pobres. Norbergrecorrió el mundo haciendo preguntas. No le dice a lagente lo que debe pensar, le pregunta qué piensa. Alinterrogar a los pobres que tuvieron la oportunidadde participar en el comercio –ya fuera como comercianteso negociantes o como empleados de empresasque participaban en el comercio internacional–, reve-174


ló hechos que pasan por alto los pontificadores oficiales.Ese empleo en una fábrica nueva, ¿mejoró o empeorósu vida? ¿Mejoró o empeoró su vida ese primerteléfono celular? ¿Subieron o bajaron sus ingresos?¿Cómo viaja, a pie, en bicicleta, en moto o en auto?¿Prefiere andar en moto o a pie? Norberg insiste enobservar los hechos in situ. Les pregunta a los involucradoslo que piensan y si el libre comercio mejoró suvida. Quiere escuchar el punto de vista de cada uno.Deberíamos preguntarnos qué nos están haciendonuestros gobernantes, no solo qué están haciendo pornosotros. Nuestros propios gobiernos nos están lastimando:nos roban, nos impiden comerciar y mantienensometidos a los pobres. Los inversores locales nopueden competir a causa de la falta de un Estado deDerecho en los países de ingreso bajo. Tal vez por esosean países de ingreso bajo: porque la gente no tieneel respeto de su propio gobierno.Muchos gobiernos de países pobres se concentranen atraer “inversores extranjeros” pero no permitenla entrada de su propia gente en el mercado. La aperturadel mercado de la competencia a los habitanteslocales no está en su agenda. Los habitantes tienenlas ideas, el entendimiento y los “conocimientos locales”necesarios, pero nuestros propios gobiernos deÁfrica impiden el ingreso de su gente en el mercadoen favor de grupos de intereses especiales, extranjeroso locales.Por ejemplo, las severas restricciones que asfixianla competencia local en los servicios, como los serviciosbancarios y el suministro de agua, pasan por175


alto las capacidades de nuestra gente para utilizar suconocimiento local de la tecnología, las preferenciasy la infraestructura. No es verdadera “globalización”conceder favores especiales a los “inversores extranjeros”y arrasar con los locales sin dejarlos competir.Si en verdad son una buena idea las “zonas económicasespeciales” que instauran los gobiernos paraatraer a “inversores extranjeros”, ¿por qué la mayorparte de nuestra gente no se beneficia de ellas? ¿Porqué se las considera zonas de privilegios especialesen lugar de ser parte de la libertad de comercio paratodos? La libertad de comercio debería basarse en lalibre competencia para atender a la gente, no en privilegiosespeciales para las élites locales que no quierencompetencia, ni para inversores extranjeros queobtienen audiencias especiales con los ministros.No es “libre comercio” cuando las empresas internacionalesconsiguen favores especiales de los gobiernos,ni lo es cuando las empresas locales ven su ingreso enel mercado obstaculizado por su propio gobierno. Ellibre comercio exige el Estado de Derecho para todosy la libertad universal de participar en la acción másnatural de todas: el intercambio voluntario.Nuestra prosperidad como africanos no vendrá dela ayuda externa ni del dinero fácil. De eso hemos tenidomucho en África, pero no ha tenido un efecto positivoen la vida de los pobres. Ese tipo de “ayuda” generacorrupción y socava el Estado de Derecho. Vieneatada a la compra de servicios de gente específica delos países que envían la ayuda. Eso distorsiona lasrelaciones comerciales. Pero lo peor es que la “ayuda”176


desconecta a los gobiernos de su propia gente, porquela gente que paga las cuentas no está en África, sinoen París, Washington o Bruselas.El comercio puede verse distorsionado y limitadopor élites locales que consiguen hacerse escuchar porlos ministros por medio de… Bueno, todos sabemoscómo. El comercio puede verse distorsionado cuandose otorgan derechos de monopolio que excluyen a rivaleslocales y extranjeros. Más aún, el comercio seve distorsionado y limitado cuando los gobiernos localesotorgan derechos de monopolio a élites extranjeraspor medio de contratos de ayuda condicionadaen connivencia con sus propios gobiernos: contratosque excluyen a rivales tanto locales como extranjeros,puesto que el acuerdo es fijo. Todas esas regulacionesrestringen nuestros mercados y nuestra libertad.Nos obligan a comprar bienes y servicios que puedenno ser de la mayor calidad ni estar al mejor precio,porque no tenemos la libertad de elegir. La falta de libertadnos mantiene sometidos y perpetúa la pobreza.Pero no solo nos despojan de precios más bajos ymayor calidad: nos despojan de la oportunidad deinnovar, de hacer uso de nuestra mente, de mejorarnuestra situación por medio de nuestra propia energíae inteligencia. A largo plazo, ese es el peor crimenque se comete contra nosotros. El proteccionismo ylos privilegios perpetúan no solo la quiebra económica,sino también el estancamiento del intelecto, el coraje,el carácter, la voluntad, la determinación y la feen nosotros mismos.177


Lo que necesitamos es información. Necesitamoshablar con la gente in situ. Necesitamos verificar losmismos hechos. En la mayoría de los casos no sonsecretos, pero pocos se toman la molestia de observarlos.Hay pruebas incontestables de que el capitalismode libre mercado, la libertad de comercio y los derechosigualitarios bajo el Estado de Derecho generanprosperidad para las masas.Lo que necesitamos es un capitalismo de libre mercadoque nos dé espacio para realizar nuestro potencial.En su libro El misterio del capital, el economistaperuano Hernando de Soto demuestra que los pobrespueden convertir el “capital muerto” en “capital vivo”para mejorar su vida. La falta de capital no es inevitable.En África tenemos muchísimo capital pero, ensu mayor parte, no podemos utilizarlo para mejorarnuestra vida. Está “muerto”. Necesitamos mejorarnuestros derechos de propiedad para convertir nuestroabundante capital en el “capital vivo”, que generavida. Necesitamos propiedad, es decir, necesitamosque se respeten nuestros derechos. Necesitamosigualdad ante la ley. Necesitamos capitalismo de libremercado.178


EL DESARROLLO DEL SER HUMANO A TRAVÉSDE LA GLOBALIZACIÓNPor Vernon SmithEn este ensayo, el economista y Premio Nobel Vernon Smithdescribe el crecimiento de la riqueza humana a través dela propagación de los mercados y explica por qué el capitalismoglobal genera el desarrollo del ser humano.Vernon Smith es profesor de Economía en la Universidadde Chapman en California y pionero en el nuevo campo deestudio de la “economía experimental”. Su investigación seha centrado en los mercados de productos básicos y en losde capital, la aparición de burbujas de activos, los cicloseconómicos, las inanzas, la economía de recursos naturalesy el crecimiento de las instituciones del mercado.En el año 2002 fue galardonado con el Premio Nobel enEconomía “por su transformación del análisis económicoempírico mediante la inclusión de un nuevo instrumento:experimentos de laboratorio, especialmente en el estudiode mecanismos alternativos de mercado”. Ha publicadomuchos artículos en revistas académicas de economía,teoría de juegos y riesgo, y es el autor de Papers in ExperimentalEconomics y Bargaining and MarketBehavior: Essays in Experimental Economics.También es reconocido en todo el mundo como profesor,y ha desarrollado programas en los que se utiliza la economíaexperimental no solo para generar nuevas formasde entender los procesos económicos, sino también paraenseñar los principios de la economía.179


Este ensayo se tomó de un discurso pronunciado en “Eveningsat FEE 42 ” en septiembre de 2005.Mi mensaje de hoy es optimista. Es sobre el intercambioy los mercados, que nos permitenespecializarnos en distintas tareas y conocimientos,la especialización siempre es el secreto para generarriquezas y la única manera de que los seres humanosmejoren de manera sostenible. Esa es la esencia de laglobalización.Lo problemático es que todos actuamos al mismotiempo en dos mundos de intercambio superpuestos.Primero, vivimos en un mundo de intercambio personaly social, basado en la reciprocidad y las normascompartidas en grupos pequeños, familias y comunidades.La frase “te debo una” es una expresión universaldel ser humano en muchos idiomas para reconocerque se debe un favor. Desde los tiempos primitivos, elintercambio entre personas permitió especializar lastareas realizadas por el ser humano (la caza, la recoleccióny la fabricación de herramientas) y generarmás productividad y bienestar. La división del trabajohizo posible que los primeros hombres migraran portodo el mundo, por lo tanto, esta especialización dioinicio a la globalización mucho antes del surgimientode los mercados formales.42 Foundation for Economic Education. www.fee.org180


Segundo, vivimos en un mundo de intercambio impersonalde mercado donde la comunicación y la cooperaciónse fueron desarrollando de forma lenta haciael comercio a distancia entre desconocidos. Cuandoparticipamos en un intercambio entre personas, muchasveces tenemos la intención de hacer el bien a losotros. En el mercado, no solemos sentir lo mismo, yaque cada uno se ocupa de su propia ganancia. Sinembargo, nuestros experimentos realizados en el laboratorioy controlados demostraron que los mismosindividuos que hacen un esfuerzo especial para cooperaren el intercambio entre personas se empeñan enmaximizar sus propias ganancias en un mercado demayor escala. Sin quererlo, en sus transacciones demercado también maximizan el beneficio que percibeel grupo. ¿Por qué? Por los derechos de propiedad. Enel intercambio entre personas, las normas vigentessurgen del consentimiento voluntario de las partes.En el intercambio impersonal de mercado, las normasvigentes, como los derechos de propiedad, que prohíbentomar sin dar algo a cambio, están escritas en elmarco institucional. Por eso, los dos mundos de intercambiofuncionan de manera similar: hay que darpara recibir.Los fundamentos de la prosperidadLos mercados de productos básicos y los de servicios,que son los elementos fundamentales para crearriqueza, determinan cuánta especialización tiene elmercado en general. En mercados organizados, los181


productores tienen costos de producción relativamentepredecibles, y, por ende, los consumidores cuentancon una oferta relativamente predecible de los bienesdeseados. Estas actividades de mercado que se repitenconstantemente son muy eficientes, incluso enrelaciones de mercado muy complejas en las que secomercializa una gran variedad de productos básicos.Con nuestros experimentos de mercado tambiéndescubrimos que la mayoría de las personas no creeque un modelo pueda predecir los precios finales desus operaciones y el volumen de bienes que comprarány venderán. De hecho, para que el mercado sea eficiente,no hace falta que haya muchos participantes,información completa, conocimientos económicos nininguna sofisticación en particular. Después de todo,las personas comerciaban en los mercados mucho antesde que existieran los economistas para estudiar elproceso de mercado. Solo es necesario saber cuándose está ganando más o menos dinero y detectar cuándomodificar estas acciones.Lo que distingue a los mercados de productos básicosy los mercados de servicios es la diversidad: unadiversidad de gustos, capacidades humanas, conocimientos,recursos naturales, suelo y clima. Pero ladiversidad sin libertad para intercambiar implica pobreza.Aunque una persona tenga un recurso abundanteo una gran capacidad, no puede prosperar sinel comercio. En los mercados libres dependemos deotros a los que no conocemos, reconocemos ni entendemos.Sin los mercados, seríamos pobres, miserables,brutos e ignorantes.182


Los mercados exigen que todos apliquen las normasde interacción social e intercambio económico.Nadie lo expresó mejor que David Hume hace más de250 años, que dijo que hay solo tres leyes de la naturaleza:el derecho de posesión, la transferencia porconsentimiento y el cumplimiento de las promesas.Esa es la base del orden, lo que hace posible la prosperidady los mercados.Las leyes de la naturaleza de Hume tienen su origenen los antiguos mandamientos: no robarás, no codiciaráslos bienes ajenos y no darás falso testimonio.El juego del “robo” consume la riqueza y desalientasu reproducción. Codiciar la propiedad del prójimoinvita a un estado coercitivo a redistribuir la riquezay así pone en peligro los incentivos para producir lacosecha de mañana. El falso testimonio debilita la comunidad,la credibilidad de la administración, la confianzade los inversores, la rentabilidad a largo plazoy los intercambios personales, que son los que máshumanizan.Solo los mercados distribuyen los bienesEl desarrollo económico está relacionado con lossistemas políticos y económicos libres, que se apoyanen el Estado de Derecho y los derechos de propiedadprivada. Los regímenes de planificación muy centralizadosfracasaron siempre que intentaron redistribuirlos bienes. Sin embargo, existen muchísimos ejemplosde países grandes y pequeños (desde China hastaNueva Zelanda e Irlanda) en los cuales los gobiernos183


han eliminado al menos algunas de las barreras enpos de la libertad económica. Por consiguiente, huboun notable crecimiento económico simplemente porquehan permitido a las personas buscar la prosperidadeconómica.China avanzó bastante hacia a la libertad económica.Hace apenas un año, modificó su Constituciónpara permitir que su gente posea, compre y vendapropiedades privadas. ¿Por qué? Uno de los problemasque tenía el gobierno chino era que la gente comprabay vendía propiedades aunque el gobierno no reconocieraesas transacciones. Esto se prestaba a quelos funcionarios recaudaran dinero de los que violabanla ley con esas operaciones. Reconocer los derechosde propiedad es el intento del gobierno centralde quitar poder a la corrupción burocrática local, quees muy difícil de supervisar y controlar desde el gobiernocentral. Ese cambio constitucional, a mi modode ver, es una manera práctica de limitar la galopantecorrupción de los funcionarios y la interferencia políticaen el desarrollo económico.Aunque este cambio no haya sido consecuencia deuna predisposición política a la libertad, de todos modospuede allanar el camino para una sociedad máslibre. Los beneficios inmediatos ya se ven: 276 de lasempresas de la lista Fortune 500 están invirtiendo en unenorme parque de investigación y desarrollo cerca deBeijing, gracias a las condiciones muy favorables dearrendamiento a 50 años que ofrece el gobierno chino.El caso de Irlanda ilustra el principio de que no esnecesario ser un país grande para volverse rico si se184


liberaliza la política económica. Durante mucho tiempo,Irlanda fue un gran exportador de personas, estofavoreció a los Estados Unidos y a Gran Bretaña, querecibieron gran cantidad de inmigrantes irlandesesbrillantes que huían de la vida sofocante de su país.Tan solo dos décadas atrás, Irlanda estaba sumida enuna pobreza tipo del Tercer Mundo, pero ahora superóa su, en otro tiempo, opresor colonial en el ingresoper cápita, y se convirtió en un comprometido actoreuropeo. Según las estadísticas del Banco Mundial, latasa de crecimiento del producto interno bruto (PIB)saltó del 3,2% en la década de 1980 al 7,8% en la décadade 1990. Recientemente, Irlanda figuraba en eloctavo lugar a nivel mundial en términos de PIB percápita, mientras que el Reino Unido estaba en el decimoquinto.Promoviendo la inversión extranjera directa(incluido el capital de riesgo), los servicios financierosy la tecnología de la información, Irlandarevirtió formidablemente la fuga de cerebros: los jóvenesestán regresando a su casa.Estos jóvenes están regresando dado que las nuevasoportunidades permiten una mayor libertad económicaen su país. Son ejemplos de empresarios conuna actitud de “querer es poder” basada en el conocimiento,que están generando riqueza y, por lo tanto,promoviendo el desarrollo del ser humano no solopara su país natal, sino también para los Estados Unidosy todos los países del mundo. La historia de esaspersonas demuestra que si se cambian las malas políticaspúblicas para crear nuevas oportunidades eco-185


nómicas, se puede revertir drásticamente la “fuga decerebros” de un país.No hay nada que temerUna parte esencial del proceso de cambio, mejoray crecimiento económico, es permitir a los trabajosdel pasado seguir la misma trayectoria de la tecnologíade ayer. Impedir a las empresas nacionales quetercericen no evitará que lo haga la competencia enel exterior. Mediante la tercerización, la competenciaen el exterior podrá reducir costos, usar los ahorrospara bajar los precios y actualizar la tecnología, y asíganar una gran ventaja en el mercado.Uno de los ejemplos más conocidos de tercerizaciónfue la mudanza de la industria textil de Nueva Inglaterraal sur después de la Segunda Guerra Mundialcomo consecuencia de la caída de los salarios en losestados del sur. (Como era de esperar, eso hizo subirlos salarios en el sur, y más tarde la industria tuvoque mudarse a lugares de costos más bajos, en Asia).Pero el empleo no desapareció en Nueva Inglaterra.El negocio textil fue reemplazado por industrias dealta tecnología: información electrónica y biotecnología.El resultado fue que Nueva Inglaterra consiguióenormes ganancias netas incluso después de perderlo que había sido alguna vez una industria importante.En 1965, Warren Buffett tomó el control de Berkshire-Hathaway,una de esas fábricas textiles en decadenciade Massachusetts. Utilizó el flujo de efectivode gran tamaño pero en descenso de la empresa como186


plataforma de lanzamiento para reinvertir dinero ennumerosas empresas riesgosas que estaban subvaluadas.Esas empresas se hicieron famosas por su éxitoy, cuarenta años después, la empresa de Buffet tieneuna capitalización de mercado de 113.000 millones dedólares. Hoy en día se está dando la misma transiciónen K-Mart y Sears Roebuck. Nada es para siempre: amedida que las empresas viejas decaen, sus recursosse desvían a empresas nuevas.La Oficina Nacional de Investigación Económica(NBER) informó recientemente sobre un estudio deinversiones internas y externas de empresas multinacionalesestadounidenses. El estudio demostróque, por cada dólar invertido en un país extranjero,se invertían tres dólares y medio en los Estados Unidos.Eso demuestra que existe una relación complementariaentre la inversión extranjera y la nacional:cuando una aumenta, la otra también. McKinsey andCompany estima que por cada dólar que tercerizanlas empresas estadounidenses en India, se acumulan1,14 dólares en beneficio de los Estados Unidos. Cercade la mitad de ese beneficio se devuelve a los inversoresy clientes, y la mayor parte de lo que queda segasta en nuevos puestos de trabajo. En cambio, enAlemania, cada euro invertido en el extranjero sologenera el 80% de beneficio para la economía interna,principalmente porque la tasa de reempleo de los trabajadoresalemanes desplazados es mucho más bajadebido a la gran regulación pública.En mi opinión, mientras los Estados Unidos siganencabezando el índice mundial de innovación, no hay187


nada que temer por la tercerización y hay mucho quetemer si los políticos logran oponerse a ella. De acuerdocon el Instituto de Economía Internacional, entre1999 y 2003 se crearon más de 115.000 puestos detrabajo en el área de sistemas informáticos con salariosmás altos y se eliminaron 70.000 debido a la tercerización.Del mismo modo, en el sector de servicios,se crearon 12 millones de puestos nuevos de trabajoal mismo tiempo que desaparecían 10 millones depuestos viejos. De eso se trata el desarrollo económico:de este fenómeno de cambio tecnológico rápido ydel reemplazo de puestos viejos por trabajos nuevos.Al tercerizar a otros países, las empresas estadounidensesahorran dinero que pueden invertir ennuevas tecnologías y nuevos puestos de trabajo paraseguir siendo competitivas en el mercado mundial.Por desgracia, no se pueden disfrutar los beneficiossin sufrir el dolor de la transición. Sin duda, el cambioes doloroso. Es doloroso para los que pierden eltrabajo y deben buscar una nueva ocupación. Es dolorosopara los que arriesgan su inversión en nuevastecnologías y pierden. Pero los beneficios que percibenlos que ganan generan una gran riqueza para laeconomía en su conjunto. Estos beneficios, a su vez,se consolidan en todo el mercado a través del procesode descubrimiento y la experiencia de aprendizajecompetitivo.La globalización no es nada nuevo. Es una palabramoderna para describir un antiguo movimiento humano,una palabra que permite el desarrollo del serhumano a través del intercambio y la especialización188


en todo el mundo. Es una palabra de paz. Representala sabia declaración del gran economista francés FredericBastiat: si los bienes no cruzan las fronteras, loharán los ejércitos.189


LA CULTURA DE LA LIBERTADPor Mario Vargas LlosaEn este ensayo, el novelista galardonado con el Nobel deLiteratura, Mario Vargas Llosa, disipa los temores de queel capitalismo global contamine o erosione las culturas yargumenta que las nociones de “identidad colectiva” sondeshumanizadores y que esa identidad brota de la “capacidadde los seres humanos para resistir esas inluencias ycontrarrestarlas con actos libres, de invención personal”.Mario Vargas Llosa es un novelista e intelectual de famamundial. En 2010, fue galardonado con el Premio Nobelde Literatura “por su cartograía de las estructuras de podery sus imágenes incisivas de la resistencia, revuelta yderrota del individuo”. Es el autor de obras de icción comoLa fiesta del chivo, La guerra del fin del mundo,La tía Julia y el escribidor, Travesuras de la niñamala, Historia de Mayta, entre otras.Este ensayo ha sido reimpreso de la edición de la revistaForeign Policy del 1 de enero de 2001 con permiso delautor.Los ataques más efectivos que recibe la llamadaglobalización, no suelen ser de índole económica, sinoética, social y cultural. Sus argumentos ya aparecieronen los alborotos contestatarios de Seattle, y hanseguido resonando luego en Davos, Bangkok y Praga.Dicen así:191


La desaparición de las fronteras nacionales y elestablecimiento de un mundo interconectado porlos mercados internacionales infligirá un golpede muerte a las culturas regionales y nacionales,a las tradiciones, costumbres, mitologías y patronesde comportamiento que determinan la identidadcultural de cada comunidad o país. Incapacesde resistir la invasión de productos culturalesde los países desarrollados –o, mejor dicho, delsuperpoder, los Estados Unidos– que, inevitablemente,acompañan como una estela a las grandestrasnacionales, la cultura norteamericana (algunosarrogantes la llaman “subcultura”) terminarápor imponerse, uniformizando al mundo entero,y aniquilando la rica floración de diversasculturas que todavía ostenta. De este modo, todoslos demás pueblos, y no solo los pequeños y débiles,perderán su identidad –vale decir, su alma– ypasarán a ser los colonizados del siglo XXI, epígonos,zombis o caricaturas modelados según lospatrones culturales del nuevo imperialismo, que,además de reinar sobre el planeta gracias a suscapitales, técnicas, poderío militar y conocimientoscientíficos, impondrá a los demás su lengua,sus maneras de pensar, de creer, de divertirse yde soñar.Esta pesadilla o utopía negativa, de un mundo que,en razón de la globalización, habrá perdido su diversidadlingüística y cultural y sido igualado culturalmentepor los Estados Unidos, no es, como algunoscreen, patrimonio exclusivo de minorías políticas de192


extrema izquierda, nostálgicas del marxismo, delmaoísmo y del guevarismo tercermundista, un deliriode persecución atizado por el odio y el rencor haciael gigante norteamericano. Se manifiesta también enpaíses desarrollados y de alta cultura, y la compartensectores políticos de izquierda, de centro y de derecha.El caso tal vez más notorio sea el de Francia, dondeperiódicamente se realizan campañas por los gobiernosde diverso signo ideológico, en defensa de la“identidad cultural” francesa, supuestamente amenazadapor la globalización. Un vasto abanico de intelectualesy políticos se alarma con la posibilidad de quela tierra que produjo a Montaigne, Descartes, Racine,Baudelaire, fue árbitro de la moda en el vestir, en elpensar, en el pintar, en el comer y en todos los dominiosdel espíritu, pueda ser invadida por los McDonald’s,los Pizza Hutts, los Kentucky Fried Chicken,el rock y el rap, las películas de Hollywood, los bluejeans, los sneakers y las polo shirts. Este temor ha hecho,por ejemplo, que en Francia se subsidie masivamentea la industria cinematográfica local y que hayafrecuentes campañas exigiendo un sistema de cuotasque obligue a los cines a exhibir un determinado númerode películas nacionales y a limitar el de las películasimportadas de los Estados Unidos. Asimismo,esta es la razón por la que se han dictado severas disposicionesmunicipales (aunque, a juzgar por lo queve el transeúnte por las calles de París, no son muyrespetadas) penalizando con severas multas los anunciospublicitarios que desnacionalicen con anglicismosla lengua de Molière. Esta es la razón por la que193


José Bové, el granjero convertido en cruzado contra lamalbouffe (el mal comer), que destruyó un McDonald’s,se ha convertido en poco menos que un héroe popularen Francia. Y con su reciente condena a tres meses deprisión su popularidad debe haber aumentado.Aunque creo que el argumento cultural contra laglobalización no es aceptable, conviene reconocer que,en el fondo de él, yace una verdad incuestionable. Elmundo en el que vamos a vivir en el siglo que comienzava a ser mucho menos pintoresco, impregnado demenos color local, que el que dejamos atrás. Fiestas,vestidos, costumbres, ceremonias, ritos y creenciasque en el pasado dieron a la humanidad su frondosavariedad folclórica y etnológica van desapareciendo,o confinándose en sectores muy minoritarios, en tantoque el grueso de la sociedad los abandona y adoptaotros, más adecuados a la realidad de nuestro tiempo.Este es un proceso que experimentan, unos más rápidootros más despacio, todos los países de la tierra.Pero, no por obra de la globalización, sino de la modernización,de la que aquella es efecto, no causa. Sepuede lamentar, desde luego, que esto ocurra, y sentirnostalgia por el eclipse de formas de vida del pasadoque, sobre todo vistas desde la cómoda perspectivadel presente, nos parecen llenas de gracia, originalidady color. Lo que no creo que se pueda es evitarlo.Ni siquiera países como Cuba o Corea del Norte, quetemerosos de que la apertura destruya los regímenestotalitarios que los gobiernan, se cierran sobre sí mismosy oponen toda clase de censuras y prohibicionesa la modernidad, consiguen impedir que esta vaya194


infiltrándose en ellos y socave poco a poco su llamada“identidad cultural”. En teoría, sí, tal vez, un paíspodría conservarla, a condición de que, como ocurrecon ciertas remotas tribus en África o la Amazonía,decida vivir en un aislamiento total, cortando todaforma de intercambio con el resto de las naciones ypracticando la autosuficiencia. La identidad culturalasí conservada retrocedería a esa sociedad a los nivelesde vida del hombre prehistórico.Es verdad, la modernización hace desaparecer muchasformas de vida tradicionales, pero, al mismotiempo, abre oportunidades y constituye, a grandesrasgos, un gran paso adelante para el conjunto de lasociedad. Es por eso que, en contra a veces de lo quesus dirigentes o intelectuales tradicionalistas quisieran,los pueblos, cuando pueden elegir libremente,optan por ella, sin la menor ambigüedad.En verdad, el alegato a favor de la “identidad cultural”en contra de la globalización, delata una concepcióninmovilista de la cultura que no tiene el menorfundamento histórico. ¿Qué culturas se han mantenidoidénticas a sí mismas a lo largo del tiempo? Paradar con ellas hay que ir a buscarlas entre las pequeñascomunidades primitivas mágico-religiosas, de seresque viven en cavernas, adoran al trueno y a lafiera, y, debido a su primitivismo, son cada vez másvulnerables a la explotación y el exterminio. Todas lasotras, sobre todo las que tienen derecho a ser llamadasmodernas –es decir, vivas– han ido evolucionandohasta ser un reflejo remoto de lo que fueron apenasdos o tres generaciones atrás. Este es, precisamente,195


el caso de países como Francia, España e Inglaterra,donde solo en el último medio siglo los cambios hansido tan profundos y espectaculares, que, hoy, unProust, un García Lorca y una Virginia Woolf, apenasreconocerían las sociedades donde nacieron, y cuyasobras ayudaron tanto a renovar.La noción de “identidad cultural” es peligrosa,porque, desde el punto de vista social representa unartificio de dudosa consistencia conceptual, y, desdeel político, un peligro para la más preciosa conquistahumana, que es la libertad. Desde luego, no niegoque un conjunto de personas que hablan la mismalengua, han nacido y viven en el mismo territorio,afrontan los mismos problemas y practican la mismareligión y las mismas costumbres, tenga característicascomunes. Pero este denominador colectivo no puededefinir cabalmente a cada una de ellas, aboliendo,o relegando a un segundo plano desdeñable, lo quecada miembro del grupo tiene de específico, la sumade atributos y rasgos particulares que lo diferenciade los otros. El concepto de identidad, cuando no seemplea en una escala exclusivamente individual y aspiraa representar a un conglomerado, es reductor ydeshumanizador, un pase mágico-ideológico de signocolectivista que abstrae todo lo que hay de original ycreativo en el ser humano, aquello que no le ha sidoimpuesto por la herencia ni por el medio geográfico,ni por la presión social, sino que resulta de su capacidadpara resistir esas influencias y contrarrestarlascon actos libres, de invención personal.196


En verdad, la noción de identidad colectiva es unaficción ideológica, cimiento del nacionalismo, que,para muchos etnólogos y antropólogos, ni siquieraentre las comunidades más arcaicas representa unaverdad. Pues, por importantes que para la defensa delgrupo sean las costumbres y creencias practicadas encomún, el margen de iniciativa y de creación entresus miembros para emanciparse del conjunto es siempregrande y las diferencias individuales prevalecensobre los rasgos colectivos cuando se examina a losindividuos en sus propios términos y no como merosepifenómenos de la colectividad. Precisamente, unade las grandes ventajas de la globalización, es queella extiende de manera radical las posibilidades deque cada ciudadano de este planeta interconectado –lapatria de todos– construya su propia identidad cultural,de acuerdo a sus preferencias y motivaciones íntimasy mediante acciones voluntariamente decididas.Pues, ahora ya no está obligado, como en el pasado ytodavía en muchos lugares en el presente, a acatar laidentidad que, recluyéndolo en un campo de concentracióndel que es imposible escapar, le imponen lalengua, la nación, la iglesia, las costumbres, etcétera,del medio en que nació. En este sentido, la globalizacióndebe ser bienvenida porque amplía de maneranotable el horizonte de la libertad individual.Las Dos Historias de un ContinenteQuizás América Latina sea el mejor ejemplo de loartificioso e irreal, para no decir absurdo, de tratar de197


establecer identidades colectivas. ¿Cuál sería la identidadcultural latinoamericana, el conjunto coherentede creencias, costumbres, signos, tradiciones, prácticasy mitologías que la dotarían de una personalidadsingular, única e intransferible? Nuestra historiaestá cuajada de polémicas intelectuales –algunas feroces–tratando de responder a esta pregunta. La máscelebre fue la que, a partir de los años veinte del siglopasado, opuso a hispanistas e indigenistas y que reverberópor todo el continente.Para hispanistas como José de la Riva Agüero,Víctor Andrés Belaúnde y Francisco García Calderón,América Latina nacía cuando, gracias al Descubrimientoy Conquista, se articulaba con Europa, esdecir con las lenguas española y portuguesa traídaspor descubridores y conquistadores y, adoptando elcristianismo, pasaba a formar parte de la civilizaciónoccidental. Los hispanistas no menospreciaban lasculturas prehispánicas, pero, para ellos, constituíanapenas un sustrato, y no el primordial, de la realidadhistórica y social, que solo completaba su naturalezay personalidad gracias al influjo vivificante de Occidente.Los indigenistas, en cambio, rechazaban, con indignaciónmoral, el supuesto beneficio que habríantraído a América los europeos. Para ellos nuestraidentidad tenía sus raíces y su alma en las culturasy civilizaciones prehispánicas cuyo desarrolloy modernización fueron brutalmente frenados porla violencia y sometidos a una censura, represión ymarginación inicuas, no solo durante los tres siglos198


coloniales, sino también después, durante la República.Y, según los indigenistas, la auténtica expresiónamericana (para decirlo con el título de un libro deLezama Lima) estaba en todas aquellas manifestacionesculturales –desde las lenguas nativas hasta lascreencias, ritos, artes y usos populares– que habíanresistido la opresión cultural occidental y llegadohasta nuestros días. Un destacado historiador de estacorriente, el peruano Luis E. Valcárcel, llegó a afirmaren uno de sus libros –Ruta Cultural del Perú– quelas iglesias, conventos y demás monumentos arquitectónicoscoloniales debían ser quemados pues representabanel “Anti-Perú”, es decir una impostura,una negación de la prístina identidad americana, quesolo podía ser de exclusiva raigambre india. Y unode los más originales novelistas de América Latina,José María Arguedas, narró, en historias de grandelicadeza y de vibrante protesta moral, la epopeyadiscreta de la supervivencia de la cultura quechua enel mundo andino pese a la sofocante presencia distorsionadorade lo occidental.El hispanismo produjo algunos excelentes ensayoshistóricos y también el indigenismo, así comoficciones de alto nivel creativo, pero, juzgadas desdela perspectiva actual, ambas doctrinas nos parecenigualmente sectarias, reductoras y falsas. Ningunade ellas es capaz de abarcar en su camisa de fuerzaideológica, de resabios racistas, la frondosa diversidadlatinoamericana. ¿Quién se atrevería, en nuestrosdías, a afirmar que solo lo hispánico, o solo lo indígena,representan legítimamente a América Latina?199


Sin embargo, las tentativas para cernir y aislar una“identidad cultural” nuestra, que nos distinga ontológicamentedel resto del mundo, prosiguen, de tantoen tanto, con una pertinacia intelectual y políticadigna de mejores causas. Porque querer imponer unaidentidad cultural a un pueblo equivale a encerrarloen una cárcel y a privar a todos quienes lo integrande la más preciosa de las libertades: la de elegir qué,quién y cómo se quiere ser. América Latina no tieneuna sino muchas identidades culturales y ninguna deellas puede reclamarse como más legítima, más purao más genuina que las otras.Desde luego que América Latina es el mundo prehispánicoy las culturas que lo prolongan hasta nuestrosdías, y que, en países como México, Guatemala ylos países andinos, gravitan con tanta fuerza, sobre eltodo social. Pero también es América Latina el vastoenjambre de hispano y lusohablantes, con una tradiciónde cinco siglos a las espaldas, y cuya presenciay acción han sido decisivas para darle al Continentesu conformación actual. ¿Acaso no es también AméricaLatina algo del África, que llegó a nuestras playasjunto con los europeos? ¿No ha marcado, acaso,de manera indeleble, nuestra piel, nuestra música,nuestra idiosincrasia, nuestro paisaje social, la presenciaafricana? Cuando uno explora los ingredientesculturales, étnicos y sociales de que está hecha AméricaLatina se encuentra con una dispersión fluvial quenos vincula a casi todas las regiones y culturas delmundo. Y eso, que nos impide tener una identidad culturalúnica –tenemos tantas que equivale a no tener200


ninguna– es, contrariamente a lo que creen los nacionalistas,nuestra mejor riqueza. También, una excelentecredencial para sentirnos ciudadanos de plenoderecho en el mundo globalizado de la actualidad.Voces Locales, Alcance MundialEl temor a la americanización del planeta tiene muchomás de paranoia ideológica que de realidad. Nohay duda, claro está, de que, con la globalización, elimpulso del idioma inglés, que ha pasado a ser, comoel latín de la Edad Media, la lengua general de nuestrotiempo, proseguirá su marcha ascendente, pues esun instrumento indispensable de las comunicacionesy transacciones internacionales. ¿Significa esto queel desarrollo del inglés tendrá lugar en menoscabo delas otras grandes lenguas de la cultura? En absoluto.La verdad es, más bien, la contraria. El desvanecimientode las fronteras y la perspectiva de un mundointerdependiente se ha convertido en un incentivopara que las nuevas generaciones traten de aprendery asimilar otras culturas (que ahora podrán hacersuyas, si lo quieren), por afición, pero también pornecesidad, pues hablar varias lenguas y moverse condesenvoltura en culturas diferentes, es una credencialvaliosísima para el éxito profesional en nuestrotiempo. Quisiera citar, como ejemplo de lo que digo,el caso del español. Hace medio siglo los hispanohablanteséramos todavía una comunidad poco menosque encerrada en sí misma, que se proyectaba de maneramuy limitada fuera de nuestros tradicionales201


confines lingüísticos. Hoy, en cambio, muestra unapujanza y un dinamismo crecientes, y tiende a ganarcabeceras de playa y a veces vastos asentamientos enlos cinco continentes. Que en Estados Unidos hayaen la actualidad entre 25 y 30 millones de hispanohablantes,por ejemplo, explica que los dos candidatos,el gobernador Bush y el vicepresidente Gore, hagansus campañas presidenciales no solo en inglés, sinotambién en español.¿Cuántos millones de jóvenes de ambos sexos, entodo el globo, se han puesto, gracias a los retos dela globalización, a aprender japonés, alemán, mandarín,cantonés, árabe, ruso o francés? Muchísimos,desde luego, y esta es una tendencia de nuestra épocaque, afortunadamente, solo puede incrementarse enlos años venideros. Por eso, la mejor política para ladefensa de la cultura y la lengua propias, es promoverlasa lo largo y ancho del nuevo mundo en que vivimos,en vez de empeñarse en la ingenua pretensiónde vacunarlas contra la amenaza del inglés. Quienesproponen este remedio, aunque hablen mucho de cultura,suelen ser gentes incultas, que disfrazan su verdaderavocación: el nacionalismo. Y si hay algo reñidocon la cultura, que es siempre de propensión universal,es esa visión parroquiana, excluyente y confusaque la perspectiva nacionalista imprime a la vida cultural.La más admirable lección que las culturas nosimparten es hacernos saber que ellas no necesitan serprotegidas por burócratas, ni comisarios, ni confinadasdentro de barrotes, ni aisladas por aduanas, paramantenerse vivas y lozanas, porque ello, más bien, las202


folcloriza y las marchita. Las culturas necesitan viviren libertad, expuestas al cotejo continuo con culturasdiferentes, gracias a lo cual se renuevan y enriquecen,y evolucionan y adaptan a la fluencia continua dela vida. En la antigüedad, el latín no mató al griego,por el contrario la originalidad artística y la profundidadintelectual de la cultura helénica impregnaronde manera indeleble la civilización romana y, a travésde ella, los poemas de Homero, y la filosofía de Platóny Aristóteles, llegaron al mundo entero. La globalizaciónno va a desaparecer a las culturas locales; todolo que haya en ellas de valioso y digno de sobrevivirencontrará en el marco de la apertura mundial unterreno propicio para germinar.Está ocurriendo en Europa, por doquier. Y quizásvalga la pena subrayar el caso de España, por el vigorque tiene en él este renacer de las culturas regionales.Durante los cuarenta años de la Dictadura deFranco, ellas estuvieron reprimidas y casi sin oportunidadespara expresarse, condenadas poco menosque a la clandestinidad. Pero, con la democracia, la libertadllegó también para el libre desarrollo de la ricadiversidad cultural española, y, en el régimen de lasautonomías imperante, ellas han tenido un extraordinarioauge, en Cataluña, en Galicia, en el País Vasco,principalmente, pero, también, en el resto del país.Desde luego, no hay que confundir este renacimientocultural regional, positivo y enriquecedor, con el fenómenodel nacionalismo, fuente de problemas y unaseria amenaza para la cultura de la libertad.203


En un célebre ensayo, “Notas para la definición dela cultura”, T.S. Eliot predijo que la humanidad delfuturo vería un renacimiento de las culturas localesy regionales, y su profecía pareció entonces bastanteaventurada. Sin embargo, la globalización probablementela convierta en una realidad del siglo XXI, yhay que alegrarse de ello. Un renacimiento de las pequeñasculturas locales devolverá a la humanidad esarica multiplicidad de comportamientos y expresiones,que –es algo que suele olvidarse o, más bien, que seevita recordar por las graves connotaciones moralesque tiene– a partir de fines del siglo XVIII y, sobretodo, en el XIX, el Estado-nación aniquiló, y a vecesen el sentido no metafórico sino literal de la palabra,para crear las llamadas identidades culturales nacionales.Estas se forjaron a sangre y fuego muchasveces, prohibiendo la enseñanza y las publicacionesde idiomas vernáculos, o la práctica de religiones ycostumbres que disentían de las proclamadas comoidóneas para la Nación de modo que, en la mayoría depaíses del mundo, el Estado-nación consistió en unaforzada imposición de una cultura dominante sobreotras, más débiles o minoritarias, que fueron reprimidasy abolidas de la vida oficial. Pero, contrariamentea lo que piensan esos temerosos de la globalizaciónno es tan fácil borrar del mapa a las culturas, porpequeñas que sean, si tienen detrás de ellas una ricatradición que las respalde, y un pueblo que, aunquesea en secreto, las practique. Y lo vamos viendo, enestos días, en que, gracias al debilitamiento de la rigidezque caracterizaba al Estado-nación, las olvidadas,204


marginadas o silenciadas culturas locales, comienzana renacer y a dar señales de una vida a veces muydinámica, en el gran concierto de este planeta globalizado.205


Lecturas adicionales,para entretenimiento y enriquecimiento (y paramejorar trabajos universitarios)Hay una vasta bibliograía sobre la moralidad del capitalismo.La mayor parte no es buena. Aquí listamos algunos libros queprobablemente ayuden a comprender las cuestiones que rodeanal capitalismo. La lista podría ser muy extensa, pero grancantidad de libros y ensayos ya están citados en los diversos escritosque conforman el presente libro, entre ellos las obras deSmith, Mises, Hayek, Rand, McCloskey y otros defensores del capitalismode libre mercado. Consulte sin dudar los libros mencionadosen las notas de los ensayos. De todos modos, seguramentelas obras que se listan a continuación, alfabéticamentepor nombre del autor o editor, le proporcionen algún ejerciciomental útil.Tom G. PalmerActon, H. B., The Morals of Markets and Related Essays (Indianápolis,Liberty Fund, 1993). El filósofo británicoH. B. Acton escribió con claridad y sensatez acercadel lucro, la competencia, el individualismo y el colectivismo,la planificación y muchos otros temas.Friedman, Daniel, Morals and Markets: An Evolutionary Accountof the Modern World (Nueva York, Palgrave Macmillan,2008). El autor ofrece una perspectiva de laevolución paralela de los mercados y la moralidad, y207


hace algunas sugerencias controvertidas para el desarrollode ambos.Hayek, F. A., The Fatal Conceit: The Errors of Socialism,(Chicago, University of Chicago Press, 1988). Hayekrecibió el Premio Nobel de Ciencias Económicas, perono era un “simple economista”. Este libro breve –el últimode los que escribió– reúne muchos de sus temasde investigación para presentar una defensa exhaustivadel capitalismo de libre mercado.De Jouvenel, Bertrand, The Ethics of Redistribution (Indianapolis,Liberty Fund, 1990). Este brevísimo libro estábasado en las conferencias del famoso politólogo francésen la Universidad de Cambridge. Los capítulos soncortos y concisos, y analizan los fundamentos y consecuenciaséticas de los intentos de redistribuir el ingresopara alcanzar una mayor igualdad de ingresos.Kirzner, Israel, Discovery and the Capitalist Process(Chicago, University of Chicago Press, 1985). Un economista“austríaco” estudia el capitalismo, el intervencionismoy el socialismo a través de la lente de unemprendedor, y contiene gran cantidad de informacióninteresante acerca del estado de alerta, la innovación,los incentivos y las ganancias.Meadowcraft, John, The Ethics of the Market (NuevaYork, Palgrave Macmillan, 2005). Un muy breve panoramade las cuestiones planteadas por diversosenemigos del capitalismo de libre mercado.208


Ridley, Matt, The Origins of Virtue: Human Instincts and theEvolution of Cooperation (Nueva York, Viking, 1997).Ridley es un zoólogo y escritor profesional de temascientíficos que se dedicó a estudiar el comportamientohumano desde el punto de vista de la biología evolutiva.Sus ideas sobre la virtud, la propiedad y el intercambioson un gran aporte y una lectura entretenida.Sugden, Robert, The Economics of Rights, Co-operation, andWelfare (Londres, Palgrave Macmillan, 2005). El autorofrece una mirada muy accesible sobre la moralidadde la propiedad y el intercambio abordada desdela teoría de los juegos. La matemática que usa esmuy básica (de verdad) y nos ayuda a comprender lasgrandes ideas del filósofo David Hume.Zak Paul, J. Moral Markets: The Critical Role of Values in theEconomy (Princeton, Princeton University Press, 2008).Los ensayos comprendidos en este libro exploran muchostemas sobre la moralidad de los mercados y presentanideas científicas avanzadas de la teoría de losjuegos, la biología, la psicología y otras disciplinas.209


El Dr. Tom G. Palmer es vicepresidente ejecutivo deprogramas internacionales en Atlas Network y supervisael trabajo de equipos dedicados en todo el mundoa promover los principios del liberalismo clásico. ElDr. Palmer es Académico Titular del Cato Institute,donde se desempeñó como vicepresidente de programasinternacionales y director del Centro para la Promociónde los Derechos Humanos. Palmer fue H. B.Earhart Fellow en Hertford College, Oxford University,y vicepresidente del Institute for Humane Studiesen George Mason University. Es miembro del consejoasesor de Students For Liberty. Ha publicado críticasy artículos sobre política y moral en publicacionesacadémicas como Harvard Journal of Law and Public Policy,Ethics, Critical Review y Constitutional Political Economy, ytambién en publicaciones como Slate, Wall Street Journal,New York Times, Die Welt, Al Hayat, Caixing, WashingtonPost y The Spectator, de Londres. Obtuvo su BA in LiberalArts en el St. Johns College de Annapolis, Maryland;su MA in Philosophy en Catholic University of America,Washington, D.C.; y su doctorado en Política enOxford University. Su trabajo académico ha sido publicadoen libros de Princeton University Press, CambridgeUniversity Press, Routledge y otras editorialesacadémicas, y es el autor de Realizing Freedom: LibertarianTheory, History, and Practice, publicado en 2009.210


Pase adelante. Arriésguese. Luche con los argumentosde este libro. Reflexione sobre ellos. Y luego formesu propia opinión.El término “capitalismo” no solo se refiere a losmercados de intercambio de bienes y servicios, queexisten desde tiempos inmemoriales, sino quetambién al sistema de innovación, creación de riquezay cambio social que ha generado para miles demillones de personas una prosperidad inimaginablepara las primeras generaciones de seres humanos.Este libro no se limita a la filosofía moral abstracta,sino que también se nutre de la economía, la lógica, lahistoria, la literatura y otras disciplinas.Recomiendo que lea también las mejores críticas alcapitalismo de libre mercado. Lea a Marx. Lea aSombart. Lea a Rawls. Lea a Sandel. Entiéndalos.Permítase que ellos lo convenzan. Reflexionesobre ellos.He leído mejores argumentos contra el capitalismo delibre mercado que los que exponen a menudo lamayoría de sus principales detractores y por estosiento que, muchas veces, yo podría exponer susrazones mejor que ellos.Lo que este libro ofrece es el otro lado del debate, ellado cuya existencia misma suele pasarse por alto.LaMORALIDAD delCAPITALISMO(Lo que NO LE CONTARÁN sus profesores)Tom G. PalmerDe la introducciónEl capitalismo es una fuente de valor. Es el vehículo másasombroso para la cooperación social que haya existidojamás. Esta es la historia que debemos contar. Debemoscambiar el relato. Desde el punto de vista ético,debemos cambiar el relato del capitalismo para demostrarque se trata de crear valor común, no para unospocos sino para todos. Si las personas pudieran verlocomo yo, amarían al capitalismo como lo amo yo.John MackeyCofundador de Whole Foods Market

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!