Edición No. 2 Octubre 2015

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Visión Universal Magazine
VESTIRME DE RESILIENCIA
Hoy hablaremos de todo
este asunto de resiliencia,
quiero que sepas que para
ser resiliente no es necesario
haber nacido en cierto
país, ni tener algún tipo de
creencia, dedicarte a alguna
profesión en especial, ni tu
condición civil, tampoco tu
estatus económico, ni edad,
ni sexo mucho menos preferencia
sexual, lo único que
necesitas es estar vivo y
haber pasado por una situación
frustrante y sin lugar a
dudas si estás leyendo estas
líneas seguramente tienes
ese perfil.
La resiliencia es la capacidad
de cada ser viviente (incluyendo
plantas y animales)
de recuperarse después de
una situación de adversidad
y esta puede ser desde un
evento cotidiano como cambio
de planes en el trabajo,
no encontrar estacionamiento,
extraviar un objeto valioso,
quemar la comida, no
encontrar boletos para una
función muy deseada, hasta
situaciones verdaderamente
traumáticas como terminar
una relación, despido de
trabajo, accidentes, amputaciones,
quiebre financiero,
secuestros, asaltos, la muerte
de un ser querido, incluso
la noticia de tener una enfermedad
importante propia
de algún miembro de la
familia.
Cada uno de nosotros
tenemos a readaptarnos a
los cambios, esto está íntimamente
ligado a nuestro
sentido de supervivencia
de hecho si no fuera así
atentaríamos contra nuestra
salud mental, imagina
que después de de romperte
uno o varios huesos
no dejaras de sentir dolor
y este fuera constante e insanable
simplemente sería
imposible continuar funcionando
de manera correcta
el dolor no lo permitiría,
alforjudamente contamos
con un sistema fisiológico
y psíquico de forma natural
el cuerpo y la mente busca
estabilizarse creando un
nuevo estado formándose
las cicatrices, no quiere
decir que todas las veces
nos estabilicemos de la
manera correcta es por eso
la importancia de hacer
este mismo proceso natural
con conciencia dirigido a
nuestro propio crecimiento
hacerlo así marca la diferencia
eso es la resiliencia.
Si bien es válido darle su
lugar al inevitable dolor
que precede a cualquier
quiebre emocional llorar la
pena en tiempo y forma es
lo más sano, pero también
es nuestra responsabilidad
no prolongar el dolor hasta
convertirlo en el sufrimiento
psíquico, ya que el sufrimiento
nos va paralizando
y empezamos a ausentarnos
de la vida propia y la de
los demás, es decir dejamos
de sentir, de demostrar
el amor, de reír a carcajadas,
no nos percatamos
de los milagros diarios, del
atardecer o amanecer, ni de
la flor crecida, pasamos por
alto los triunfos o tristezas
de nuestros seres amados,
corremos el riesgo de
olvidar que la vida sigue, es
por eso que ser resiliente
nos integra al circuito natural
de la existencia con más
y mejores herramientas de
vida que evidentemente denotan
un gran crecimiento
e inteligencia emocional.