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46 <strong>LA</strong>S HISTORIAS <strong>DE</strong> <strong>LA</strong>S CANCIONES...<br />
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canciones, como si alguien nos dictara esos sentimientos colectivos y nos diera la maravillosa<br />
posibilidad, casi mágica, de expresarlas desde lo subjetivo pero atendiendo<br />
a ese rumor multitudinario que compone nuestro alrededor. Desde allí es que decidí<br />
presentarla, no sin algunos temores de que su contenido fuera tergiversado, cosa que<br />
por suerte no sucedió. El pueblo también soñaba con que el devenir del tiempo alineara<br />
a las Fuerzas Armadas bajo la letra escrita de nuestra Constitución.<br />
Otra de las cuestiones que tuve que enfrentar fue la búsqueda de sinónimos en distintos<br />
pasajes de la letra para no incurrir en la justificación de malas acentuaciones<br />
con “licencias poéticas”. Deploro, muy enfáticamente, la deformación de nuestro<br />
riquísimo idioma, que nos permite infinidad de sinónimos y tiempos verbales (a<br />
diferencia de otros idiomas). Tal deformación suele emplearse con el fin de corregir<br />
algunos errores a los que suele llevarnos la rítmica propuesta por la música.<br />
Por eso, como puede observarse en cada estrofa, la música es absolutamente irregular,<br />
al igual que la métrica del poema. Antes de componer una canción con una<br />
cadencia musical que me limitara en el relato o provocara algún error idiomático,<br />
decidí darle forma alrededor de un concepto más libre en ambos sentidos: musical<br />
y poético. Con este objetivo me apoyé en los espacios de tiempo entre estrofa<br />
y estrofa, entre palabra y palabra. De este modo intenté no perder cadencia, y<br />
proporcionar a cada término un tratamiento literario y expresivo sin tener que<br />
deformarlo para llegar al fin deseado.<br />
Aquellos Soldaditos de Plomo<br />
De pequeño yo tenía un marcado<br />
sentimiento armamentista:<br />
tanques de lata, de cromo y níquel<br />
y unos graciosos reservistas de plomo,<br />
a mano pintados, con morriones colorados<br />
que eran toda una delicia para mi mente infantil.<br />
Yo me creía, cómo creía en el honor<br />
del paso del batallón, dentro de mi habitación.<br />
Era todo un general dirigiendo la batalla<br />
y el humo de la metralla acunaba mi pasión<br />
por los gloriosos soldados que, sable en mano,<br />
avanzaban sobre aquel cruel invasor<br />
que atacaba mi nación.<br />
Sangre de entonces, sangre vertida.<br />
Toda mi niñez vencida por el tiempo que pasó.<br />
De las banderas, sólo jirones. De los morriones<br />
empenachados sólo un revuelo desmadejado de dolor.<br />
¿Qué nos pasó, cómo ha pasado?<br />
¿Que traidor nos ha robado<br />
la ilusión del corazón?<br />
Creo que quiero cerrar los ojos<br />
para no ver los despojos de lo que tanto<br />
amaba entonces.<br />
¡Que vuelva bruñido el bronce!<br />
¡Que se limpien las banderas!<br />
Yo quiero una fila entera de soldados desfilando<br />
y todo un pueblo cantando con renovada pasión.<br />
Quiero de nuevo el honor<br />
aunque no existan victorias.<br />
Quiero llorar con la gloria de una marcha militar<br />
y un banderín agitar frente a un ejército popular.