contenido

itácora arquitectura + número 31
julio + noviembre 2015
autenticidad se muestra claramente desde sus
inicios en la disciplina, pues mientras proyecta
y levanta su primera obra, comienza a construir
su primera teoría arquitectónica. Si bien en su
momento nadie la comprendía, después de verla
realizada –como se dijo en la revista Tolteca, “[…]
el tiempo dirá la última palabra”–, comprendieron
su vanguardia “a la manera mexicana”.
Juan Carlos Calanchini González Cos
Latin America in Construction: Architecture
1955–1980
Barry Bergdoll
Carlos Eduardo Comas
Jorge Francisco Liernur
Patricio del Real
The Museum of Modern Art, MoMA
Primera edición, 2015
isbn: 978-0-870770-963-0
320 pp.
El futuro estuvo en América Latina
En 1955, el Museo de Arte Moderno (MoMA) de
Nueva York hizo una retrospectiva sobre el estado
de la arquitectura moderna en América Latina; sesenta
años después se hace una conmemoración
de ello con el montaje de una nueva exposición y
el lanzamiento de un libro, que recorre una de las
épocas más prolíficas de producción arquitectónica
y urbana que el mundo ha conocido.
Latin America in Construction es un libro que
busca explorar un tiempo que hoy nos parece lejano,
una época en la historia en que gobiernos
y arquitectos trabajaban juntos en busca de materializar
una visión acerca de lo que sus países
eran y en lo que buscaban convertirse; soñaban
con una evolución social, con un cambio que se
debía materializar de forma arquitectónica y urbana.
Desde México hasta Chile, este sueño era
compartido por todos. Las naciones, su economía
y sus ciudades crecían a ritmos nunca antes
vistos; era una época donde se creía que los retos
sociales debían ser combatidos con formas bellas,
con arte y con una relación inspirada en el medio
natural circundante. Dichos desarrollos no sólo
eran auspiciados por los gobiernos nacionales,
sino también por aquéllos de las superpotencias,
enfrentadas en una guerra fría que alcanzó su
cúspide en las décadas que el libro retrata, y en
la que América Latina jugó un papel fundamental
en la geopolítica de las alianzas de los bloques
capitalista y comunista. Es importante recordar
que la administración del presidente Kennedy
prestó un gran apoyo para la construcción de infraestructura
y vivienda en Uruguay y Venezuela,
mientras que la Unión soviética se concentró en
Cuba y Chile, al menos hasta el golpe de Estado
que derrocó a Salvador Allende en 1973.
Ciudades como la de México comenzaban a
expandirse de forma cada vez más rápida alejándose
de su centro, donde la Torre Latinoamericana
(de Augusto H. Álvarez, 1956) se alzaba como
el hito indiscutible de la modernidad y el progreso,
que ahora surgían en el corazón del pasado
colonial; La Habana resplandecía con novedosas
construcciones y propuestas auspiciadas bajo el
régimen de Batista; en Brasil, Sao Paulo se transformaba
no sólo en la capital industrial y financiera
del país más grande de nuestro continente,
sino también en la ciudad más grande y poblada
del hemisferio sur. Todas estas urbes eran campos
fértiles para que los arquitectos afamados de la
época, y las generaciones surgidas bajos sus ideales
y nacidas ya en América Latina, pudieran experimentar
y poner en marcha sus sueños, algunos
de ellos utópicos, otros dogmáticos, algunos
megalómanos y otros más, muchos más, con un
gran enfoque social.
El libro nos permite romper el paradigma de
una arquitectura latinoamericana subordinada a
los ideales de la Bauhaus o de Le Corbusier, mediante
la exposición de ejemplos del brutalismo,
como el Banco de Londres y América del Sur en
Buenos Aires (de sepra arquitectos, 1966); o con
una exploración formal que mira y se enraíza
en las tradiciones nacionales y precolombinas
buscando una comunión con el llamado estilo
internacional. Ejemplo de ello es el campus de
la Ciudad Universitaria de nuestra Universidad,
un trabajo conjunto de docenas de reconocidos
arquitectos y estudiantes de nuestra Facultad,
donde las torres de concreto y cristal de Mario
Pani y de Enrique del Moral fueron cubiertas por
extraordinarios murales y mosaicos con clara inspiración
prehispánica, inspiración fusionada con
elementos de las vanguardias artísticas europeas
y, más importantemente, con elementos y discursos
surgidos ya en México.
La cu de la unam y otras universidades, como
la de Caracas, Sao Paulo, Río de Janeiro, etcétera,
son ejemplos de conjuntos urbanos modernos
que servirán como puente en el desarrollo de
proyectos a una escala mucho mayor. Así, Brasilia
(sueño de Juscelino Kubitschek y desarrollado por
Lucio Costa en colaboración con el legendario y
longevo Oscar Niemeyer) es el gran ejemplo paradigmático
y el mayor logro del movimiento moderno,
es su símbolo, aunque no necesariamente
represente lo mismo para quienes en ella habitan.
El libro, sin embargo, toca poco aquello que
corresponde a los gobiernos dictatoriales que
surgieron después de los cincuentas y sesentas,
los cuales frenaron los deseos de una mejora y
un bienestar social materializados a través de la
arquitectura; algunos de ellos apoyados por el
propio gobierno de los Estados Unidos, como
Chile y Panamá. Tampoco se menciona que algunos
arquitectos que parecían comprometidos
con las ideas de la socialdemocracia aceptaron
sin tapujos los nuevos regímenes; quizá no sea
un tema para tratarse en el libro, sin embargo
sus consecuencias marcaron un giro en la conceptualización
de los proyectos, pues un nuevo
régimen basado en las armas, sin lugar a dudas,
tiene una forma muy propia de querer construir
una imagen en piedra, concreto, acero y cristal.
No es lo mismo una arquitectura auspiciada por
un régimen democrático que por uno dictatorial.
Algunos arquitectos se exiliaron, como Niemeyer
en París después del golpe de 1964; otros se quedaron,
pero con un perfil más bajo.
En cuanto a nuestro país, también evoluciona
a través del régimen, y lo mismo hace su arquitectura;
el libro lo ilustra, a pesar de que quizá todavía
es palpable para quienes lo vivieron y para los
que conocemos la historia.
Otro punto débil es que no aborda toda la
región, sino que se seleccionan ciertos países y
sobre ellos se abordan las temáticas.
Por otro lado, no deja de ser interesante que
un libro en lengua inglesa se ocupe de estos temas,
ya que la arquitectura en América Latina
siempre ha sido un tema ignorado o subordinado
a los corrientes internacionales por las academias
de Estados Unidos y Europa. Por lo demás, el libro
está magníficamente hecho. Con una calidad sorprendente
se nos conduce a través de una gran
cantidad de fotografías antiguas y nuevas que
ilustran maquetas, planos, dibujos y las propias
obras; mucho de ese material ha sido poco conocido
y estudiado, por lo cual es una mina de oro
para profesionistas y estudiantes de arquitectura,
así como para toda aquella persona que guste
del buen diseño y de nuestra profesión. El MoMA
nunca defrauda, como lo confirma este libro.
Otra gran ventaja es que podemos conocer
hoja tras hoja una cantidad importante de
proyectos desconocidos incluso para nosotros
que estamos en América Latina, como las iglesias
rurales de Eladio Dieste, las cuales no compiten,
pero están a la altura de Ronchamp; una
unidad habitacional de interés social en Bogotá
proyectada por Rogelio Salmona; una escuela de
arquitectura en Sao Paulo por João Batista Vilanova
Artigas y Carlos Cascaldi, construida en un
brutalismo puro pero lleno de movimiento; los
proyectos de vivienda de interés social de San Felipe
y el proyecto experimental de vivienda previ,
ambos en Perú; la sede de la corporación venezolana
de Guayana-Electrificación de Varoní y la
unidad habitacional de Cerro Piloto en Caracas, y
la lista sigue y siempre sorprende.
Al mismo tiempo, vemos proyectos privados
y de muy diversos géneros, viviendas particulares
y departamentos, hoteles, fábricas, pabellones,
oficinas, iglesias, etcétera. Se nos ofrece un panorama
global y muy amplio de la arquitectura que
nos permite conocer la versatilidad de nuestro
campo de trabajo, a pesar de la evidente e inevitable
exclusión de algunos arquitectos y sus obras
imprescindibles; aun así, esta publicación incentiva
la curiosidad por conocer más, por explorar
profundamente nuestro propio país y su historia,
así como la de nuestros vecinos. De esta forma, el
libro es un ejemplo de no limitarse a los discursos
oficiales de las academias, a ser abiertos a lo que no
siempre vemos, a lo que a veces ha sido ignorado,
ya sea por decisión consciente o por error histórico,
o debido a la falta de información y de registros.
El libro logra uno de los objetivos de la exposición:
reposicionar nuestra región dentro de
la historia de la modernidad y la modernización
en la arquitectura. Es cierto que no podremos ver
mucho sobre la labor de los grandes arquitectos
internacionales en nuestra región, pero ése es el
tema, qué se hacía aquí en esas décadas. Es curioso
y muy loable que un libro en inglés busque
ser un compendio de la arquitectura latinoamericana
e intente unificar arquitectónicamente esta
región, unida ya por idiomas y tradiciones, con
pasados muy parecidos; una región unida en el
discurso político, pero no siempre en la práctica.
Para nosotros como latinoamericanos, el
libro nos sirve también para reflexionar en torno
a nuestro papel como región en un mundo
globalizado y de cara al primer siglo donde la
humanidad vive mayormente en ciudades. Tenemos
enfrente de nosotros un gran reto, reto en
el cual ya estamos envueltos. Los modelos económicos
han evolucionado y los tiempos retratados
en el libro ya no existen. Seguimos creciendo,
no como entonces, pero lo seguimos haciendo;
nuestras poblaciones se siguen multiplicando y
el Estado ha perdido fuerza. La mancuerna con
los arquitectos ha desaparecido o se ha llevado a
los límites de la extinción. Ahora se busca arquitectura
que brille, proyectos puntuales y que no
sean de largo plazo; nuestra gente se beneficia
poco de nuestra profesión y nosotros carecemos
ya de un discurso propio, de una causa, quizá por
una mentalidad centrada en el individualismo
y el éxito para beneficio únicamente personal.
¿Dónde han quedado los tiempos de los grandes
arquitectos nacionales, de los discursos formales
basados en una teoría que hoy no existe o que
está profundamente apolillada? Nuestras escuelas
pierden impulso o se radicalizan. La sociedad
se desdibuja en nuestras aulas. El chovinismo
y las ideologías a ultranza, el olvido de nuestra
memoria arquitectónica histórica y la pasividad
y mecanización de los planes de estudio nos hacen
entender por qué continuar un libro como
éste en nuestros días resulta tan difícil: ese ímpetu
constructor está perdido; esos años dorados,
diluidos y barnizados en museos.
No todo en nuestra historia es el pasado prehispánico
y colonial, hubo un siglo xx muy prolífico
y tenemos que reconciliarnos con él, aprender
de él y forjar en él los cimientos del futuro,
debemos evolucionar o perecer en historicismos
y folklorismos indignos de nuestras capacidades.
Este libro es un claro ejemplo de lo que somos capaces
de hacer.
¿Podremos volver a ser una región altamente
propositiva? La respuesta sería un sí, mas la pregunta
es, ¿hasta cuándo?
Fernando Nájera Fragoso
0142 0143