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El Mundo de las Tinieblas pdf 2

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Hicimos algo <strong>de</strong> <strong>de</strong>sayuno, antes <strong>de</strong> salir al monte, nos preparamos con la ropa <strong>de</strong><br />

cuevear y salimos todos, incluido mi padre y el chofer <strong>de</strong> la guagua, hacia la cueva.<br />

Comenzamos a avanzar por un trillo <strong>de</strong> esos que solo cabe un pie tras otro, todos en fila<br />

india. Eulogio iba <strong>de</strong> primero acompañado <strong>de</strong> su fiel perro. Le seguía mi papa, a quien<br />

le gustaba la caza y había llevado su escopeta “por si acaso” e iba caminando <strong>de</strong>trás <strong>de</strong><br />

Eulogio. Habíamos caminado ya un buen trecho y estabamos bastante internados en el<br />

bosque, cuando el perro <strong>de</strong> Eulogio empezó a ladrar frenéticamente. Mi Papa vió que<br />

que el perro tenía acosado y acorralado a un puerco jíbaro y le pregunta a Eulogio –<br />

que no había visto el puerco - ¿Es jíbaro? y contesta Eulogio:- No, es manso.<br />

Cabe aclarar que Eulogio, era un señor ya bastante mayor y al parecer su vista y oídos<br />

no estaban ya en plenas capacida<strong>de</strong>s.<br />

Pues seguimos caminando y llegamos a la entrada <strong>de</strong> la cueva que era<br />

una solapa bastante amplia y que se encontraba en un blanco farallón a unos 200<br />

metros subiendo el mogote. Dimos un recorrido por su interior y vimos que no había a<br />

simple vista, galerías o entradas, excepto una<br />

grieta vertical, muy estrecha, como efectivamente nos había dicho Acevedo.<br />

Por ahí <strong>de</strong>saparecimos todos <strong>de</strong> la vista <strong>de</strong> Eulogio, <strong>de</strong> mi padre y <strong>de</strong>l<br />

chofer, quienes se quedaron fuera sentados en la solapa <strong>de</strong> entrada, por diferentes<br />

motivos, entre ellos, que no cabían por la estrecha grieta (a mi padre le hubiera<br />

encantado seguirnos).<br />

Nosotros, como éramos todos jovencitos y casi todos <strong>de</strong>lgados, pasamos fácilmente.<br />

Después <strong>de</strong> pasar la grieta recorrimos todo lo que fue posible explorar. Digo todo,<br />

porque había galerías colaterales, algunas muy bajas<br />

y estrechas, por don<strong>de</strong> solo se podía pasar agachados. Pero lo más llamativo era que<br />

estas estaban totalmente vírgenes, repletas <strong>de</strong> formaciones secundarias <strong>de</strong> todo tipo,<br />

hasta los conocidos “espaguetis” y helictitas que cubrían todo el espacio y no había<br />

forma <strong>de</strong> avanzar si no era dañándo<strong>las</strong>, por lo que <strong>de</strong>cidimos, por supuesto, no tocar<br />

esas galerías.<br />

Avanzamos por la galería principal hasta un espacioso salón, impactante también por<br />

sus prístinas formaciones. Quedamos tan impresionados con este salón que lo<br />

bautizamos como el Salón <strong>de</strong> Protocolo. Al final <strong>de</strong> este había una pequeña grieta<br />

horizontal que queda entre <strong>las</strong> formaciones por la cual se pasa gran trabajo para pasar<br />

y la cueva continua su recorrido y siguen apareciendo salones <strong>de</strong> gran belleza con<br />

abundantes<br />

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