del sistema solar
Travesia-volcanes-18
Travesia-volcanes-18
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importante debate sobre pruebas concluyentes que demuestren<br />
la presencia de volcanes activos en ese planeta.<br />
Figura 3. Erupción de Pele Patera captada por la misión Voyager 1 en 1979. La columna de<br />
piroclastos alcanza los 300 kilómetros de altura. Una vez el material cae por acción <strong>del</strong> campo<br />
gravitacional de Io, este cubre un área ligeramente mayor a la de Colombia y Ecuador juntos.<br />
Fuente: NASA/JPL/USGS<br />
65% de feldespato-plagioclasa) que cubren gran parte <strong>del</strong> lado<br />
cercano de la Luna, y que se caracterizan por no presentar ni el<br />
mínimo rastro de agua, molécula que casi siempre está presente<br />
en lavas terrestres. Estas propiedades, estudiadas por primera<br />
vez gracias a las muestras que trajeron los astronautas <strong>del</strong> programa<br />
Apolo, nos han permitido entender la vital importancia de<br />
la evolución <strong>del</strong> satélite natural de la Tierra.<br />
En este recorrido por los volcanes <strong>del</strong> <strong>sistema</strong> <strong>solar</strong> nos encontramos<br />
con un planeta cuya densidad, volumen, campo<br />
gravitacional, composición y régimen térmico son muy similares<br />
a los <strong>del</strong> nuestro; nos referimos al planeta Venus. John Guest,<br />
miembro <strong>del</strong> equipo de la misión Magallanes, cuando le preguntaron<br />
sobre los resultados obtenidos por dicha misión, dijo:<br />
“Venus es un paraíso para los vulcanólogos, pero una pesadilla<br />
para los geólogos estructurales”. Este planeta es considerado el<br />
“hermano gemelo” de la Tierra, pero en realidad dista mucho de<br />
serlo. Venus tiene una atmósfera 90 veces más densa que la atmósfera<br />
terrestre, y está compuesta principalmente por dióxido<br />
de carbono; esto significa que estar en la superficie de Venus<br />
sería equivalente a estar aproximadamente a un kilómetro de<br />
profundidad bajo el mar, en la Tierra. Además, las altas temperaturas<br />
en su superficie (aproximadamente 470 ºC), producto <strong>del</strong><br />
efecto invernadero, hacen de este planeta un verdadero infierno.<br />
Pero ¿dónde están los volcanes? Pues bien, a pesar de no<br />
poder observar su superficie directamente, debido a su densa<br />
atmósfera, observaciones en la frecuencia de radio hechas por<br />
la misión Magallanes en la década de los noventa revelaron que<br />
tanto cráteres de impacto como volcanes están distribuidos globalmente.<br />
Existen 1.194 centros volcánicos identificados cuyo<br />
diámetro excede los 20 kilómetros, y 167 volcanes con diámetro<br />
mayor a 100 kilómetros. Según información de la sonda Venus<br />
Express, de la Agencia Espacial Europea (ESA), que orbitó el planeta<br />
hasta enero de 2015, las concentraciones de dióxido de<br />
azufre en la atmósfera están presentando grandes variaciones,<br />
cuya causa podría ser la actividad volcánica actual. Aún hay un<br />
Continuando nuestro recorrido, el siguiente destino es el planeta<br />
Marte, que pese a tener menor masa, ser más pequeño que la<br />
Tierra y no presentar placas tectónicas, preserva en su superficie<br />
uno de los paisajes volcánicos más llamativos <strong>del</strong> <strong>sistema</strong><br />
<strong>solar</strong>. Marte, por tener menos masa que la Tierra, y por consiguiente,<br />
un campo gravitacional menor, facilitó la acumulación<br />
de lava que posteriormente se convertiría en inmensos edificios<br />
volcánicos. Esto, sumado a la ausencia de placas tectónicas,<br />
permite que la fuente que provee magma desde el interior <strong>del</strong><br />
planeta hacia la superficie alimente al edificio volcánico por largos<br />
períodos de tiempo, que en términos geológicos equivaldría<br />
a rangos que van de tan solo unos cuantos millones de años<br />
a decenas de millones de años, lo que da lugar a que dicho<br />
edificio crezca de manera descomunal, en comparación con sus<br />
equivalentes terrestres. El monte Olimpo (Olympus Mons, según<br />
la designación oficial de la Unión Astronómica Internacional), con<br />
sus casi 25 kilómetros de altura, es, de hecho, el volcán más<br />
alto de todo nuestro vecindario —unas tres veces el tamaño <strong>del</strong><br />
monte Everest en la Tierra— (figura 2). Con casi 600 kilómetros<br />
de diámetro, es tan extenso como viajar de Bogotá a Pasto en<br />
línea recta. Respecto a los volcanes marcianos, dos observaciones<br />
generales pueden ser abordadas antes de entrar a describir<br />
pequeños detalles:<br />
1. A gran escala, los volcanes de Marte son geomorfológicamente<br />
similares a los terrestres (aunque con diferentes escalas<br />
de tamaño), lo que indica a los geólogos planetarios<br />
que los procesos eruptivos de Marte no fueron diferentes<br />
a los de los estilos y procesos volcánicos de la Tierra. Esta<br />
inferencia nos permite establecer, con alto grado de confianza,<br />
ciertas suposiciones que nos sirven como punto de<br />
partida para entender la evolución de los volcanes marcianos,<br />
basándonos en la volcanología tradicional; y<br />
2. Los volcanes marcianos se encuentran localizados en terrenos<br />
con varias edades relativas, lo cual indica que el<br />
vulcanismo jugó un papel fundamental en los procesos<br />
geológicos marcianos a lo largo de la historia.<br />
Pero no solo existen volcanes en los planetas rocosos <strong>del</strong> <strong>sistema</strong><br />
<strong>solar</strong>. Nuestro viaje continúa hacia el que es considerado el<br />
cuerpo con mayor actividad volcánica de todo el <strong>sistema</strong> <strong>solar</strong>,<br />
Io, la luna galileana más interior de Júpiter. Allí la actividad volcánica<br />
y las geoformas de los edificios volcánicos son de un nivel<br />
jamás antes visto en otro planeta o luna de nuestro vecindario.<br />
En términos coloquiales, ¡es el Hulk de los Avengers! Varios<br />
avistamientos hechos desde observatorios terrestres (principalmente<br />
en el infrarrojo) revelaron una concentración muy alta<br />
de azufre que de inmediato se atribuyó a la reciente actividad<br />
volcánica. No fue sino hasta la llegada de la misión Voyager 1 a<br />
Júpiter, en 1979, que se pudo confirmar la sospecha de vulcanismo<br />
activo en Io. El Voyager 1 logró una de las imágenes más<br />
Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias 85