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La Cigüeña V1.0

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Junio 2016<br />

<strong>La</strong> Cigueña<br />

Revista de la Pampa Bonarense<br />

1


2 Revista de la Pampa Bonarense Junio 2016<br />

2<br />

<strong>La</strong> Cigueña<br />

Un espacio que crece a fuerza de intercambio: económico, cultural y social. Una<br />

práctica con historia, presente y futuro. ¿Cómo generar un espacio de feria?<br />

¿Qué necesita la gente para poder participar? Aquí la experiencia de un grupo<br />

de emprendedores bajo el nombre de la Asociación Civil “Colectivo Natural”.<br />

Sebastián, Nelia y Aluhen presentan sus producciones todos los sábados de 10 a 14 horas en Alsina 1241


Junio 2016 <strong>La</strong> Cigueña Revista de la Pampa Bonarense<br />

Kaash<br />

3<br />

Sofía y su familia llevan adelante “Ser y alma” con distintas propuestas veganas


4 Kaage<br />

Revista de la Pampa Bonarense <strong>La</strong> Cigueña Junio 2016<br />

Gloria amasa y empana sabores en forma de medallones.<br />

Leandro y Natalia dueños de “Una Nueva Tierra“


Junio Junio 2016 2016 <strong>La</strong> <strong>La</strong> Cigueña Revista de la Pampa Bonarense<br />

Kchen 5<br />

LA OTRA HISTORIA DEL CONURBANO BONAERENSE<br />

En la zona norte del Gran Buenos Aires, entre los partidos de Tigre y Escobar, un<br />

movimiento vecinal recuperó un territorio ancestral y cementerio del pueblo<br />

querandí. Salvándolo del acecho de los emprendimientos inmobiliarios, se<br />

convirtió en un lugar público, educativo y sagrado de los pueblos originarios; un<br />

oasis de territorio comunitario entre barrios privados.<br />

Un camino de tierra de diez<br />

cuadras separa la Ruta<br />

26 de Punta Querandí, el<br />

nombre con el que vecinos<br />

de la región rebautizaron a la parada<br />

Punta Canal del ferrocarril Mitre<br />

Ramal 56 (Maschwitz-Dique Luján),<br />

cerrado en 1967. Luego los pobladores<br />

comenzaron a usar esa zona como<br />

lugar de pesca y recreación. Hoy ese<br />

pequeño espacio sitiado por countries<br />

náuticos fue recuperado y resignificado<br />

por el Movimiento en Defensa de<br />

la Pacha (MDP), una organización que<br />

surgió hace siete años, y que viene denunciando<br />

la destrucción del ambiente<br />

y de sitios arqueológicos y sagrados<br />

por el avance de los barrios privados.<br />

El auge de estos grandes emprendimientos<br />

en zona norte comenzó con<br />

la construcción de Nordelta, la conocida<br />

“ciudad satélite” fundada en 1999.<br />

Luego, Tigre se convirtió en uno de los<br />

partidos bonaerenses en los que más<br />

se desarrollaron estos complejos y en<br />

el preferido por las empresas inmobiliarias.<br />

Dentro de ese mapa, Punta Querandí<br />

es un espacio de resistencia; una hectárea<br />

que contiene restos de un yacimiento<br />

arqueológico de mil años de<br />

antigüedad y donde se llevan a cabo<br />

ceremonias ancestrales. Además, es<br />

un lugar educativo y cultural; escuelas,<br />

institutos y universidades visitan<br />

el lugar. También se dan talleres de<br />

música sikuri, alfarería, se organizan<br />

presentaciones de libros y encuentros<br />

ambientales y de pueblos originarios.<br />

Seis años<br />

resistiendo a la<br />

fiebre inmobiliaria<br />

Es domingo al mediodía y el calor<br />

resquebraja la tierra. Es un<br />

día especial, porque se celebran<br />

seis años del acampe del Movimiento<br />

en Defensa de la Pacha, con el que<br />

comenzó una larga lucha por la recuperación<br />

de ese espacio sagrado. Un<br />

joven isleño cruza por el río con una<br />

pequeña balsa a cada una de las personas<br />

que se acercan al festejo; vienen<br />

de todas partes<br />

de la provincia.<br />

En la otra orilla<br />

se comienzan<br />

a divisar las<br />

banderas, las<br />

whipalas y los<br />

carteles. De un<br />

lado está Punta<br />

Querandí, y<br />

del otro canales<br />

artificiales,<br />

arroyos desviados,<br />

lagunas y<br />

espejos de agua;<br />

pocos árboles y<br />

muchas lanchas.<br />

El salón comunitario<br />

“Cacique<br />

Manuá”<br />

está adornado<br />

por una muestra<br />

de fotos<br />

y recortes de<br />

diarios que recorren<br />

los seis<br />

años de lucha.<br />

Sobre la mesa<br />

hay folletos que<br />

explican los reclamos,<br />

los logros,<br />

las causas. “Soy nacida<br />

en Tigre y testigo<br />

de cómo fueron<br />

desapareciendo los humedales y los<br />

espacios verdes por el avance inmobiliario.<br />

Cuando era chica íbamos a la<br />

costa a pescar y ahora ya no se puede.<br />

Estamos cercados por los countries,<br />

por estructuras totalmente fuera de lo<br />

comunitario”, cuenta Soledad Roa, integrante<br />

del MDP.<br />

“Hay gente que tiene dos o tres horas<br />

de viaje hasta acá y vienen igual<br />

a acompañar nuestra lucha; eso nos<br />

da mucha satisfacción, porque vemos<br />

mucho apoyo”, agrega Soledad. Su<br />

papá, Reynaldo Roa, es guaraní y se<br />

“Es un espacio para que los que<br />

no son indígenas empiecen a<br />

tomar conciencia de que son parte<br />

de este territorio”<br />

vinculó con Punta Querandí hace dos<br />

años: “Me encontré con gente sana, de<br />

mente limpia, de palabras sagradas.<br />

Aquí me siento<br />

libre, es un espacio<br />

para que<br />

aprendamos<br />

que tenemos<br />

que defender<br />

la naturaleza,<br />

nosotros no<br />

somos dueños,<br />

somos parte”.<br />

También siente<br />

lo mismo el<br />

guía espiritual,<br />

Mario Barrios,<br />

del pueblo kolla:<br />

“Es un espacio<br />

para que<br />

los que no son<br />

indígenas empiecen<br />

a tomar<br />

conciencia de<br />

que son parte<br />

de este territorio.<br />

Por eso<br />

la ceremonia<br />

es abierta, esta<br />

espiritualidad<br />

tiene que ver<br />

con la tierra,<br />

con el sol y con<br />

la naturaleza,<br />

es muy distinta a la<br />

occidental y cristiana<br />

que nos quisieron<br />

imponer”.<br />

“Éste es un lugar<br />

simbólico”<br />

Comienza la ceremonia al calor<br />

de un sol picante que enrojece<br />

las caras y hombros de los participantes.<br />

Se forma una gran ronda,<br />

de unas 40 personas, en la que se intercalan<br />

hombres y mujeres. En el centro<br />

hay una apacheta, un montículo de<br />

piedras con alto valor sagrado para los<br />

pueblos originarios. Mario y Reynaldo<br />

guían la ceremonia. Reynaldo aviva<br />

el fuego que encendió sobre una pala<br />

con yerba, coca, algunas otras hierbas<br />

y palo santo; mientras Mario pronuncia<br />

palabras de bienvenida en quechua.<br />

Se suman los saludos en guaraní, mapudungún<br />

–lengua mapuche- y otros<br />

idiomas nativos. <strong>La</strong> pala humeante da<br />

la vuelta a la ronda y cada uno abraza<br />

ese humo. Durante media hora todos<br />

permanecen en silencio, sintiendo la<br />

energía ancestral y conectándose con<br />

ese territorio.<br />

Luego circula la palabra; Valentín Palma<br />

Callamullo, uno de los fundadores<br />

del MDP rompe el hielo: “No nos van<br />

a quitar el lugar. Este es un sitio de<br />

encuentro de todos los pueblos originarios<br />

desplazados hacia el cordón del<br />

conurbano, es un lugar simbólico, que<br />

resumen muchas luchas”. Otra compañera<br />

del Movimiento, Leni <strong>La</strong>chs<br />

expresa: “Siempre hay que estar alerta,<br />

porque este lugar es muy codiciado<br />

por las desarrolladoras inmobiliarias.<br />

Los tenemos enfrente, se han apropiado<br />

de cuanto terreno han podido con<br />

mentiras, comprando y rodeando a los<br />

pobladores y cercando calles”.<br />

Hacia el cierre de la ceremonia, Pablo<br />

Badano, también integrante y pionero<br />

del MDP, actualizó la situación de<br />

los reclamos: “Nuestras luchas siguen<br />

pendientes. Todas las reivindicaciones<br />

están igual que en 2010 cuando empezamos.<br />

El municipio de Tigre no quiere<br />

reconocer a Punta Querandí como<br />

sitio cultural. Además estamos pidiendo<br />

información sobre restos humanos<br />

de toda la zona y no nos han informado<br />

a dónde están”.<br />

<strong>La</strong> ronda se desarma con una invitación<br />

a compartir un almuerzo comunitario,<br />

con paltas tamaño pomelo y<br />

variedad de sanguchitos, luego habrá<br />

música y una minga de trabajo colectivo<br />

para techar otro salón comunitario.<br />

Mario Barrios da por finalizada<br />

la ceremonia con una frase que queda<br />

retumbando en el ambiente: “Los<br />

alambres en la tierra son alambres en<br />

nuestros corazones”.<br />

Florencia Yanniello es Periodista y Licenciada en Comunicación Social. Docente e investigadora de la UNLP, autora del libro Descolonizando la Palabra y editora de la compilación<br />

Testimoniar las resistencias. Se especializa en temas socioambientales y de pueblos originarios y formó parte de varios medios alternativos. Actualmente integra el colectivo de<br />

comunicación Tinta Verde y la editorial comunitaria <strong>La</strong> Caracola.


6<br />

Winekaash<br />

APRENDIZAJES EN PLENA PAMPA<br />

Revista de la Pampa Bonarense <strong>La</strong> Cigueña Junio 2016<br />

Y de atrás caminando medio a los tumbos y con un vozarrón potente aparece <strong>La</strong> Tato<br />

“¡Ahora te voy a enseñar cómo se hace el chorizo!”.<br />

A<br />

la pasada una mujer de porte<br />

inquebrantable levanta la<br />

mano como prometiendo<br />

un azul futuro lleno de correrías<br />

propias de una vida audaz. A su<br />

lado el hombre flaco como un fideo y<br />

torcido como varilla vieja, se asoma a<br />

la tranquera para abrir las puertas de<br />

su edén.<br />

Esa mujer tenaz es <strong>La</strong> Tato, compañera<br />

del César. Este César es el afamado César<br />

Pagano. Se podría decir que ambos<br />

llevan toda una vida juntos. Cuenta la<br />

historia que un día “El César” caminaba<br />

con su madre de la mano. Seis años<br />

tenía y le dijo: “Mamá, ella va a ser mi<br />

novia”. A los meses, nomás, los vecinos<br />

de chacra lindera se pusieron de<br />

novios para toda la vida. Aluviones de<br />

alegría emanan estos dos enamorados<br />

que superan los setenta y pico de años.<br />

Un detalle valioso; Pagano es de la generación<br />

del 27. Hombres y mujeres<br />

templados al sol, con heladas cojudas<br />

y escarcha en los caminos. Han transitado<br />

a diestra y siniestra las más aventuradas<br />

madrugadas. Eso sí, siempre<br />

viajando sobre el lomo de un caballo.<br />

El verano se hace humo entre la tardecita<br />

de cielo celeste que promete un<br />

crepúsculo naranja, un cambio, un cachetazo,<br />

un frena y arranca de nuevo.<br />

Un otoño que llega pisando los talones<br />

y hace que el sonido viaje aún más denso<br />

por el aire de la llanura. Los bicharracos<br />

cantan, gritan, torean, gruñen y<br />

vuelan. Hay un perro que se muerde la<br />

cola solo.<br />

En el medio de este alboroto <strong>La</strong> Tato<br />

embiste la charla con su voz potente:<br />

- Está medio así nomás pero pasen.<br />

No se van a asustar por el despelote.<br />

Pasen. ¿Este como he? César. ¡César!,<br />

- grita <strong>La</strong> Tato y con el estampido<br />

las gallinas pegan un vuelo y se arma<br />

un lío bárbaro.<br />

Patos, gallinas, unas pigmeas, gatos,<br />

pavos. Todo convive en perfecta armonía.<br />

<strong>La</strong> Tato se queja: “tiene de todo<br />

este, ¡Ay, dios, este César! Mirá, mirá<br />

la cantidad de bicharracos que tiene<br />

este hombre”. <strong>La</strong> Tato reniega un poco<br />

porque César aún vive en el campo.<br />

“Podés creer que está jubilado y en vez<br />

de vivir en el pueblo se queda acá, ¡qué<br />

cosa bárbara los viejos eh!”, se ríe.<br />

César no puede meter un bocado en<br />

la charla. <strong>La</strong> Tato lo tapa. No lo deja<br />

hablar. Va y viene con fotos y recuerdos<br />

de los ranchos que hicieron juntos.<br />

“Acá ves este”, y señala la foto, “este lo<br />

hicimos con el barro de una laguna y<br />

me quedaron las manos sangrando,<br />

sangrando las manos me quedaron por<br />

hacer el revoque. ¡Atendeme César!,<br />

César ¿no tenés la foto esa del otro rancho?”,<br />

y Pagano contesta con un suave<br />

y sencillo<br />

- No, no sé.<br />

- ¿Cómo que no sabés si el otro<br />

día la andabas encima?<br />

- Y fíjate en la cartera, en la mesita<br />

de luz, no sé. - <strong>La</strong> voz de César parece<br />

salir de lo más profundo del corazón.<br />

- Perate un cachito que la voy<br />

a buscar. - <strong>La</strong> Tato hace una seña y se<br />

mete en el rancho, desaparece.<br />

El Cesar comienza a explicar un poco<br />

de que va el chorizo. Y de adentro una<br />

voz estrepitosa avanza como una topadora:<br />

“Espérate un cachito que me<br />

cambio y voy a explicarles como se<br />

hace el chorizo”.<br />

El camino del<br />

resero<br />

Sobre un poste hay dos pavos<br />

blancos hermosos con los mocos<br />

colgando como de costumbre,<br />

Cesar señala el horizonte y saca una<br />

voz suave y pausada, en sus ojos pequeños<br />

se puede adivinar la curiosidad<br />

de un niño lleno de bondad y alegría.<br />

“¡Ahora, me han salido trabajadores<br />

los chicos!”, se asombra. “Para esquilar<br />

ovejas mejor que yo. Ahora pal maíz yo<br />

soy más rápido, diestro, eso sí, a dos<br />

manos”.<br />

“Fui resero, huellero y caballerizo en<br />

la ruta 50, juntador de bosta para los<br />

hornos de ladrillos, esquilador, alambrador,<br />

constructor de rancho, criador<br />

de todos los animales que te puedas<br />

imaginar. Trabajé en todos los campos,<br />

trabajé para todos, ¡pa´ no quedar<br />

mal con nadie, viste!”, se ríe. “Cuando<br />

arranqué dormía en el recado y me tapaba<br />

con un cuero. Eso, si tenía la suerte<br />

de encontrar un cuero en el medio<br />

del campo, porque los patrones no te<br />

daban nada, vos trabajabas y después<br />

tenías que dormir a la intemperie, debajo<br />

de una planta. ¡Un frío que dios<br />

mío! Donde preguntes toda la vida trabajando,<br />

de acá para allá, la feria la hice<br />

yo, toda”.<br />

El César se frena, hace una pausa y<br />

pone las manos en jarra sobre la cintura,<br />

abre los ojos grandes como el dos<br />

de oro para seguir hablando: “<strong>La</strong> de<br />

ranchos que hicimos, mirá que ni mi<br />

acuerdo. Acá en Rauch le hice a mucha<br />

gente, en De la Canal, Udaquiola, Ayacucho,<br />

pal´ lau´ de Azul. Más o menos<br />

entre galpones y ranchos, cincuenta y<br />

pico de construcciones. Un galpón de<br />

veinticuatro metros de largos hice con<br />

chorizo de barro. En un mes y cuatro<br />

días armamos el rancho, eso sí, chorizo,<br />

todo chorizo. Cortamos la paja y le<br />

metemos barro. Y después paja colorada<br />

pa´l techo. <strong>La</strong> paja seca pa´ churiziar,<br />

bien pisaú con caballo el barro.<br />

Tiene que estar bien pisaú igual que<br />

pa´l ladrillo”.<br />

Por allá, entre el umbral bajito del rancho,<br />

vuelve esa voz femenina, fuerte y<br />

musical que trae de pie a <strong>La</strong> Tato. “¿Qué<br />

no hacía?”, se pregunta para comenzar<br />

una respuesta. “Antes criaba chanchos,<br />

juntaba bosta, hacíamos ranchos con el<br />

César, sembraba y le hacía pantaloncito<br />

a los chicos, de todo, yo acá, y mi marido<br />

trabajando afuera y así los fuimos<br />

criando a los chicos viste. Y ahora a la<br />

ropa ¿podés creer?, la encontrás tirada.<br />

Dos bolsas de ropa en la tranquera encontré<br />

el otro día y las camperas se las<br />

di a mi marido. ¿Qué iba a hacer?”<br />

“Acá en el campo de un doctor hay<br />

unos chicos correntinos, muy pobres,<br />

muy pobres, con cinco hijos. Los nenes<br />

con los dedos afuera. Y una chica<br />

me dio ropa y empezamos a juntar y le<br />

llevamos todo, re contentos. ¿Y éste<br />

cómo es? Contentísimos, gorro, zapatilla,<br />

pantalones, re contentos”.<br />

<strong>La</strong> Tato se distrae espantando algunos<br />

bicharracos, anda con un repasador a<br />

los ponchazos de acá para allá, ahuyentando<br />

un poco a ese centenar de aves<br />

que nos rodean. El César aprovecha y<br />

mete un bocadito más: “A mí me gusta<br />

acá, no me gusta el pueblo, acá nomás.<br />

Podría estar bien en el pueblo. Pero a<br />

mí me gusta el campo, los animales.<br />

Toda la vida trabajando”.<br />

Acá hay barro de<br />

sobra.<br />

César está parado sobre una<br />

puerta de tejido. <strong>La</strong> Tato camina<br />

unos metros entre un potrero<br />

y cuando llega al sitio indicado hace<br />

una seña y se pregunta: “¿A ver donde<br />

hay buen barro?, acá, mirá”. Manotea el<br />

cuchillo y corta un poco de paja seca,<br />

lo enrolla y se arrodilla sobre el piso.<br />

“¿Ves? Agarrás la mitad de la paja,<br />

¿ves?. Y le metés barro al chorizo. Y le<br />

vas echando”.<br />

“A mí me quisieron venir a filmar del<br />

canal 2 pero yo no quise. Mirá, le metés<br />

barro, bien hechito. <strong>La</strong> paja seca. Sí o sí<br />

seca. Una vez que lo tenés agarrás. ¡Ay,<br />

que me cuesta pararme por la rodilla<br />

que la tengo media jodida!”, se queja <strong>La</strong><br />

Tato y encara la puerta.<br />

“A ver, César, abrirme la puerta que no<br />

quiero ensuciar. Bueno, vos suponete<br />

que ya tenés el alambre tensado abajo.<br />

Bueno ahí. Ves. Lo enterrás un poco en<br />

el suelo. Así no se te entra el agua después.<br />

Venís y lo haces así, lo doblás al<br />

medio y lo colgas en el alambre, lo retorcés<br />

y lo enrroscás un poco. De abajo<br />

pa´ arriba. Y después le ponés mucho


Junio 2016<br />

<strong>La</strong> Cigueña<br />

Revista de la Pampa Bonarense<br />

7<br />

<strong>La</strong> Tato y Pagano, la experiencia de toda una vida juntos en el corazón de la pampa húmeda.<br />

barro. Y después el revoque. ¿Te dije<br />

que de abajo pa´ arriba, no? Mucho<br />

barro. Y lo emparejás. Y después barro<br />

finito. Y al final, al final bosta de<br />

caballo para hacerles un revoque bien<br />

prolijito”.<br />

César sigue parado sobre la puerta de<br />

tejido, a su lado un perro, su perro. Se<br />

arrima un poco y agrega: “Lo que hay<br />

que hacer, hay que meterse adentro de<br />

un pozo para churiziar. Entonces trabajás<br />

parado. Porque si tenés que estar<br />

agachado te cansás mucho. Yo trabajaba<br />

con el Vasco Zubillaga ¡ahora ese<br />

vasco sí que era bruto! ¡Muy bruto!<br />

Calculá que los chorizos eran tan pesados<br />

que cortaban los alambres. Muy<br />

bruto ese hombre. Esto si lo mantenés<br />

y lo revocas te dura 100 años”.<br />

<strong>La</strong> Tato con las manos embarradas señala<br />

un monte cercano: “El rancho del<br />

abuelo Pedro tiene 60 y pico de años.<br />

Y al de acá diga que se lo llevó el agua<br />

sino todavía estaría de pie. Acá era mi<br />

casa, un rancho hermoso y un eucalipto<br />

se cayó arriba de la casa. En el 80.<br />

En la inundación, cuando en Tandil<br />

abrieron las compuertas y dejaron que<br />

el agua se venga de repente”.<br />

“Uno cincuenta de agua llegó”, grita <strong>La</strong><br />

Tato para que la escuchen y se hace entender.<br />

“Yo salí con el agua al cuello y<br />

agarrada del cogote de un caballo. <strong>La</strong>s<br />

víboras querían picar a los caballos. Y<br />

tenía un lazo nomás. Acá el agua se llevó<br />

un tractor y volcó una lancha. Era<br />

un mar esto. Yo salí con el agua al cuello”.<br />

<strong>La</strong> hora sagrada<br />

“Pará, pará que saco otra silla”, dijo<br />

la Tato y al ratito nomás arranco<br />

la ronda de mate bajo el alero. A<br />

continuación llegó esa serie de preguntas<br />

que se hacen a esta hora particular<br />

junto a los verdes. Buscando entre los<br />

comensales parentelas, conocidos, ex<br />

compañeros de trabajo, toda relación<br />

posible que pueda hacer más agradable<br />

aún este encuentro.<br />

César camina por debajo del alero y<br />

mientras charla le estira las manos a<br />

la cotorra. Y le dice: “¿Y la tato?, ¿Y el<br />

perro?, ¿Y la gallina?”. Y la cotorra responde<br />

clarito como el agua cristalina<br />

del Chapaleufú: “¿Y la tato?, ¿Y el perro?,<br />

¿Y la gallina?”.<br />

Pagano se ríe como un chico que ha<br />

logrado su cometido. “Viste vos, es increíble,<br />

después dicen que los animales<br />

molestan. ¡Ma´ qué joder si son hermosos!<br />

Hay que hablarles nomás, porque<br />

es hablando que uno se entiende”.<br />

“Preguntale a la Pocha los perros que<br />

tenía yo. El perro que tenía yo, le decía<br />

andá a buscar una mulita, y él salía. Al<br />

rato volvía con una mulita y mis hijos<br />

se la querían sacar de la boca. Pero no<br />

podían y cuando me veía a mí, el perro<br />

venía y me daba la mulita en la mano<br />

sin lastimarla nada eh, viva la traía.<br />

¿Qué cosa barbara, no?”.<br />

Todo va en la fé<br />

Podríamos decir que a esta altura<br />

somos como hermanos con<br />

El César y <strong>La</strong> Tato. Ya tenemos<br />

parientes en común, algunos políticos,<br />

otros de sangre. Pero eso no es nada,<br />

cuestión que también nos unen amistades<br />

y familiares. Nuestros abuelos<br />

fueron conocidos y amigos. Algunos<br />

parientes también fueron vecinos de la<br />

pareja. Es por eso que para esta hora<br />

ya estamos hablando de temas más<br />

profundos como la fe, las creencias y<br />

la medicina. A estos sensibles temas El<br />

César agrega.<br />

“A mí se me corto una arteria del pulmón,<br />

poniendo un esquinero en la feria,<br />

ahí para el lado del Club Boca. Y<br />

me curó un curandero, el de Saladillo,<br />

muy conocido en esos años. Mirá cómo<br />

será que la Tato no podía ni caminar,<br />

fue por la rodilla porque decían que no<br />

podía caminar más, lloraba en la silla<br />

de rueda de dolor y fue al de Bolívar.<br />

Y podes creer que la curó, ahí anda caminando<br />

pa´ todos lados. Cura como<br />

ochocientas mil personas por día. Raúl<br />

se llama, ese ha curado varios, eh, ése<br />

mierda que tiene, tiene juerza, tiene”.<br />

<strong>La</strong> Tato habla por teléfono a lo lejos,<br />

antes de que caiga el sol se vuelve pa´l<br />

pueblo. Dice que ahí está mejor. El César<br />

es hombre de campo como la gramilla,<br />

se acuesta temprano y arranca<br />

antes del alba, dice que no piensa en<br />

la plata, que solo piensa en lo que tiene<br />

que hacer y con eso es feliz.<br />

Tiene aire de hombre con certezas y<br />

agrega: “Como ser acá yo tenía una<br />

chancha que me querían cobrar doce o<br />

quince mil pesos para curarle la hernia.<br />

En cambio, yo le atraco la pata para<br />

atrás, la apoyo en la planta de higo, y si<br />

está herniada se le meten las tripa pa´<br />

dentro. Lo que sea, una chancha, una<br />

vaca, una yegua o cualquier cosa que<br />

se le salgan las tripas. Y la chancha al<br />

tiempo me amaneció pariendo como<br />

doce chanchitos acá nomás. Y las verrugas,<br />

más verrugas he curado yo. Porque<br />

tengo fe nomás”.<br />

A lo lejos canta un gallo desparejo, <strong>La</strong><br />

Tato vuelve, se sienta y nos cuenta que<br />

algunas cosas si uno no hace caso no<br />

se curan, “no va creer que es tan fácil”,<br />

afirma. Ya está lista para salir pa´l pueblo.<br />

El César le pega un chupetazo más<br />

al mate para seguir hablando. “El de<br />

Saladillo me dijo: pasado mañana dejás<br />

de fumar y vos dejás el vino, le dijo al<br />

Corto Meaca, y el Corto decía mirá que<br />

voy a dejar el vino yo si me la paso en<br />

pedo todos los días. Y decíamos: ¡qué<br />

lindo que Dios quisiera y que dejemos<br />

todo! Y al otro día el no tomo más y yo<br />

no fume más. Y al otro no va que voy a<br />

poner el cigarro en la boca y lancé y me<br />

cure pa´ toda la vida del cigarro, nunca<br />

más me puse uno en la boca. Y al Corto<br />

le pasó lo mismo, nunca más tomó<br />

vino. Mirá que era perdido pa´ tomar<br />

vino, y no tomó más”.<br />

“Hay gente que se pone inyecciones,<br />

parches y no sé cuántas cosas más,<br />

pero eso no es nada. O toman pastillas<br />

toda la vida. ¿Para qué? Si con la<br />

fe alcanza. Eso sí, lo que es de uno es<br />

de uno, yo soy medio delicadito, ¿viste?<br />

Naci así, una vuelta me vendieron<br />

una camioneta sin papeles y la devolví.<br />

Porque yo siempre ando por la buena.<br />

Sí. Siempre. Es que es muy lindo andar<br />

así, andás tranquilo. Nada de compromiso.<br />

Qué sé yo, uno nació así, mi padre<br />

nos enseñó así.”<br />

Como la gallina de<br />

Guinea (envolver)<br />

Los grillos anuncian que la noche<br />

está cada vez más cerca en<br />

la llanura. Los animalitos ya están<br />

ocupando todas las ramas de los<br />

árboles, listos para comenzar a soñar.<br />

En una de esas <strong>La</strong> Tato aprovecha para<br />

mostrar el revoque de su rancho y de<br />

paso cuestionar al César.<br />

“Pero este César tiene de todo y te lo<br />

rompen al rancho”, dice la Tato. “Tiene<br />

gallinetas esas que dicen ´tío Juan,<br />

tío Juan´ Sí, esas que ponen 60 huevos<br />

cada dos o tres días. No tienen colesterol<br />

los huevos. Pará que voy a buscar<br />

una. Pero no te metas, eh. Porque<br />

la espina colorada es bravísima. No te<br />

metas, no te metas. Esperá que voy a<br />

buscar huevos y la gallineta. Ahora<br />

vuelvo”. <strong>La</strong> Tato se pierde entre un espinal.<br />

Entre los muchos bicharracos que se<br />

puede encontrar en este oasis de vida<br />

en medio de la pampa húmeda, hay un<br />

especimen particular, con raíces africanas<br />

y a César se le ilumina la cara al<br />

hablar de su animal preferido.<br />

Viste que como el pavo pisa tres o cuatro<br />

pavas, o las pigmeas también. El gallo<br />

pisa a todas las gallinas que puede.<br />

Casi todos los animales son así. Ahora<br />

la gallina de Guinea no, son solo una<br />

pareja. Y esa pareja es para toda la vida.<br />

“Como nosotros”, dice el César entre<br />

risas, “como <strong>La</strong> Tato y yo, porque hay<br />

muchos animales como nosotros acá”.


8<br />

8 Posh<br />

Revista de la Pampa Bonarense <strong>La</strong> Cigueña Junio 2016<br />

OBSERVANDO LA PAMPA<br />

UNIVERSO ABEJA<br />

LA CIGÜEÑA asomó el pescuezo y metió el ojo en la vida de las abejas: organización<br />

productividad y sabiduría comunitaria. De la mano de varios apicultores regionales<br />

que nos regalan anécdotas y aprendizajes nos acercamos al mundo de las creadoras de<br />

un alimento como la miel que en estos tiempos fríos calientan el alma y endulzan el<br />

corazón.


Junio 2016 <strong>La</strong> Cigueña Revista de la Pampa Bonarense<br />

Jamekchen<br />

9<br />

<strong>La</strong> canasta de “<strong>La</strong> Viajerita” con distintos productos de la colmena


10 Kaaken<br />

Revista de la Pampa Bonarense <strong>La</strong> Cigueña Junio 2016<br />

Arriba las manos de todos los cooperativistas apícolas de Tandil


Junio 2016 <strong>La</strong> Cigueña Revista de la Pampa Bonarense<br />

(Kaaken) chochen kaur<br />

11


12<br />

<strong>La</strong> noche estaba demasiado estrellada,<br />

el calorcito abrazaba pero como pa´ un<br />

buzito liviano, las luciérnagas brillantes<br />

revoloteaban como loco con bocina<br />

nueva y las ranas cantaban a los gritos.<br />

Yo, bastante cansado después de unos<br />

escasos 25 km. en todo el día. ¨Ha pero<br />

demasiado hizo mijo, pa´ como está<br />

el camino¨, me consolaba doña Adela<br />

e intentaba a fuerza de amabilidad<br />

convencerme de la proeza realizada.<br />

¨Naaa, si yo a veces tardo 2 o 3 horas<br />

en venir del pueblo por este camino,<br />

¡y si no llueve! Con lluvia menos de 5<br />

horas nunca¨. De a poco las palabras<br />

comenzaban a tranquilizarme y yo a<br />

sentirme realizado con lo transitado en<br />

el día, que finalmente no era poco para<br />

haberlo hecho durante una jornada de<br />

tanto calor, con más arena que tierra en<br />

el camino y montado en una bicicleta<br />

con casi 50 kilos encima de bártulos<br />

y artilugios mágicos que ni yo sabía<br />

si eran realmente necesarios para esta<br />

travesía.<br />

Y ahí Adela, con esa dulzura y misterio<br />

litoraleño, como si todo el tiempo<br />

en realidad estuviera intentando<br />

contarme otra cosa. Me hablaba del<br />

calor, de las lluvias, las gallinas, los<br />

yacarés que sorprenden en el camino,<br />

que esto y aquello. Pero había algo<br />

más, algo que no me estaba diciendo,<br />

algo que quería pero no se animaba,<br />

algo sumamente interesante. ¨Bueno<br />

me vía costar, será hasta mañana<br />

joven¨, me madrugó Adela y se fue<br />

para adentro rapidito, me dejó con las<br />

ganas y ni tiempo me dio a preguntarle,<br />

así que tenía que conformarme e irme<br />

también a dormir. Comencé a armar la<br />

carpa debajo de un árbol gigante, como<br />

a doscientos metros del rancho, la bici<br />

y los mil bártulos me miraban atentos<br />

apoyados en un viejo alambrado, cinco<br />

perros que por momentos eran seis<br />

y luego siete y más tarde ya perdía la<br />

cuenta revoloteaban a mi alrededor<br />

acostándose sobre todo lo que podían<br />

como intentando retrasar mi tarea, tres<br />

gallinas y un gallo enorme me miraban<br />

Mitos y Leyendas populares<br />

CUENTOS EN LA RUTA<br />

fijo como congelados.<br />

¨ ¿Qué?¨, les dije algo cansado, ellos<br />

seguían mirándome fijo sin moverse.<br />

¨ ¿Qué les pasa?¨, volví a preguntarles,<br />

y nada che! Al principio me asusté y<br />

me paré de golpe, pero luego al verlos<br />

atento comprendí lo que me estaban<br />

queriendo decir: ¨ ¡Claro, si es eso lo<br />

que ando haciendo: buscando historias!<br />

Tengo que ir y preguntarle, no me<br />

puedo quedar con la duda¨. Di media<br />

vuelta y salí ligerito para el rancho de<br />

Adela, una vez más, ¡me madrugó!<br />

No alcancé a llegar al alero que una<br />

voz suave y firme paró mi marcha: ¨<br />

¿Escuchaste?¨, me dijo la doña sentada<br />

en el borde de un viejo aljibe. ¨ ¿Qué<br />

cosa?¨ dije agitado, ¨ ¡Eso!¨ insistió<br />

sin moverse¨. ¿Los gatos peleando?¨,<br />

arriesgué algo despistado, ¨nooo miiijo,<br />

venga acá siéntese conmigo¨, ordenó<br />

dulcemente Adela. ¨Acá en el campo<br />

una suele acostumbrarse a todo…¨,<br />

comenzó sin mirarme, ¨… al frio, al<br />

calor, a los vientos, a la falta de luz, a las<br />

distancias, a los ruidos, ¡A todo! Pero<br />

esto es distinto, a esto una jamás puede<br />

acostumbrarse¨, concluyó y quedó<br />

como pensativa mirando las copas<br />

de los árboles, yo a su lado escuchaba<br />

intentando no interrumpirla, ¨ ¡Ahí<br />

está!¨ dijo alterada, ¨ ¿Los gatos?¨,<br />

volví a preguntar, ¨Noo mijo, ¡Escuche<br />

bien! Parece un gato pero no lo es,<br />

es un ave, un ave enorme con alas<br />

gigantes, con garras capaces de romper<br />

los candados de las tranqueras, su<br />

oído es más poderoso que el mejor<br />

de los murciélagos¨, continuó ya casi<br />

susurrando, ¨Dicen que su plumaje es<br />

tan oscuro como la noche y que nadie<br />

lo ha visto jamás. Desaparece durante<br />

el día y viene por las noches a la copa<br />

de los arboles a cazar…¨ sin poderme<br />

contener la interrumpí: ¨ ¿ratones?¨,<br />

Adela sonrió, ¨ ¿Qué ratones? ¡Gatos<br />

caza! Dicen que es el ave que protege<br />

a las aves pequeñas y a los pichones<br />

de los nidos. Todas las noches se posa<br />

sobre las ramas más altas de los árboles,<br />

cierra sus ojos y comienza a imitar<br />

<strong>La</strong> Cigueña<br />

Revista de la Pampa Bonarense Junio 2016<br />

el maullido de los gatos, hiaaaaaauu,<br />

hiaaauuuuu, se oye por allá arriba. Los<br />

gatos curiosos comienzan a acercarse<br />

y a trepar intentando ver si es algún<br />

pariente o conocido que llama, y ahí el<br />

gran ave abre sus ojos y los hipnotiza,<br />

dicen que tiene los ojos del color de la<br />

luna que quien lo mire directamente<br />

queda paralizado en el instante y a<br />

merced de su filosas garras¨. ¨¿Y se<br />

los come?¨ curosie, ¨Noo, solo se los<br />

lleva, los toma velozmente por el lomo<br />

y se va volando con los gatos entre las<br />

garras lejos, muy lejos, algunos dicen<br />

que llega hasta el medio del pantano<br />

grande y ahí los suelta¨, terminó la<br />

frase como quien tira un hielo helado<br />

en un buen vaso de vino veraniego, el<br />

relato fue contundente y la sensación<br />

un tanto extraña pero satisfactoria.<br />

Allí estábamos los dos, observando<br />

atentos las copas altas de los árboles,<br />

parando atento los oídos y esperando<br />

verlo pasar en el momento exacto<br />

de la acción. Me mordía la lengua<br />

para no interrumpir la sinfonía de<br />

grillos, ranas y luciérnagas, queriendo<br />

preguntar sobre el nombre de aquella<br />

extraña criatura protectora que bajaba<br />

por las inmensidades de las noches<br />

Correntinas. Pero una vez más Adela<br />

se preparaba para madrugarme de<br />

nuevo, note que inclinaba levemente su<br />

cabeza hacia adelante como queriendo<br />

agudizar el oído, retuvo la respiración<br />

y se quedó con la boca entreabierta…<br />

¨hiiiiaaaaaaaaaaauuuuu¨ resonó en<br />

todo el lugar, un sonido que jamás<br />

había escuchado ni había imaginado<br />

escuchar, un chillido fuertísimo que<br />

aturdió en cada rincón. Miré a la doña<br />

asombrado de felicidad y sentí que una<br />

sombra veloz pasó fugazmente a unos<br />

metros de donde estaba la carpa, la bici<br />

y los bártulos, abrí los ojos como el<br />

dos de oro, Adela sonrió suavemente,<br />

levantó la cabeza, me miró por primera<br />

vez desde que estábamos allí sentados<br />

y susurró casi imperceptiblemente: ¨El<br />

ÑACURUTU mijito¨.<br />

EDITORIAL<br />

Al fin y al cabo nunca decidimos nada.<br />

Siempre está la vida que te lleva para<br />

adelante. Esa fuerza inexplicable que te hace<br />

tirar siempre para adelante.<br />

Por que la verdad, la verdad de la verdad es<br />

que nosotros no sabemos muy bien por que<br />

comenzamos a hacer la revista.<br />

Capaz por que veíamos un bombardeo de<br />

información trágica en los grandes medios.<br />

O porque hay un montón de información<br />

bella dando vueltas por ahí. Sí, debe ser por<br />

eso. Es que al fin y al cabo la información es<br />

una alimentación. Alguna vez te preguntaste<br />

¿qué pasa si en tu almuerzo miras el<br />

noticiero? ¿Cómo te puede caer la comida<br />

cuando recibís una noticia mala?<br />

Quizá la revista salió sola, y nosotros somos<br />

meros conductores de este vehículo. Creo<br />

que <strong>La</strong> <strong>Cigüeña</strong> nace con la idea de difundir<br />

las cosas buenas que pasan a nuestro<br />

alrededor y un poco mas allá. Convengamos<br />

que esta es una región muy silenciosa. Hay<br />

información que no se le da bolilla, como si<br />

no sucediera nada o como que todo sucede<br />

en Buenos Aires. A ver, decime vos cuantas<br />

veces escuchaste la expresión ¡en este pueblo<br />

no pasa nada! Muchas seguro, mas de las que<br />

puedas contar con dedos de tus manos. Pero<br />

ahora parece que se abrió el abanico. Que<br />

pasan cosas. Apareció <strong>La</strong> Cigueña que rescata<br />

saberes y andanzas de personas comunes<br />

que día a día se levantan impulsados por un<br />

puñado de sueños. Porque esa es la idea de<br />

<strong>La</strong> Cigueña, volar y echar luz sobre prácticas<br />

y experiencias atravesadas por sueños y<br />

ansias de cambio. Porque tenemos en claro<br />

que el cambio no viene de arriba para abajo,<br />

los grandes cambios nacen de abajo hacia<br />

arriba, nacen de nosotros mismos.<br />

LA CIGÜEÑA es una publicación de<br />

José Delgado, Pablo Mariano Orcajo y<br />

José Bannon.<br />

Calle 7 de abril N° 971<br />

Estación Gardey, Tandil, Provincia Buenos<br />

Aires.<br />

Esta edición corresponde a los meses de<br />

junio, julio, agosto y septiembre de 2016<br />

y sumó el esfuerzo de:<br />

Redacción<br />

José Bannon, José Delgado, Florencia<br />

Yanniello y Matías “El Rusito” <strong>La</strong>zzeri.<br />

Fotografía<br />

José Delgado y Florencia Yanniello.<br />

Ilustraciones<br />

Pablo Orcajo, <strong>La</strong>ura Paterno y el<br />

“Colo” Yañez.<br />

Diseño<br />

Pedro Juan Martin (TandilPlotter)<br />

Impresión<br />

Avisar impresiones gráficas<br />

Calle Felipe Amoedo N° 1380 Quilmes,<br />

Buenos Aires.<br />

Tel.: (011) 6120-0211<br />

AUTOR:<br />

Matias ¨El Rusito¨ <strong>La</strong>zzeri, un soñador eterno, un viajero incansable, un poeta enamorado de<br />

la vida, un cantor de las simples cosas, un loco.<br />

“Vivo para encontrar las maravillas universales en cada pequeño rincón del planeta, en cada<br />

señora que barre la vereda en camisón, en el viejo que toma mate asomado en la ventana, en el<br />

viento que acaricia el pelo de quien anda en bicicleta y del sol que roza la cara de los amantes<br />

eternos. <strong>La</strong> vida nómade es mi forma de vivir, la del cambio continuo, la de la transformación<br />

constante y el eterno movimiento, miles de kilómetros o pequeños pasos, un movimiento interno, el<br />

de curiosear a cada rato, porque es quien se mueve quien se transforma y crece día a día”.<br />

ILUSTRACIÓN:<br />

Ignacio Yañez, diseñador gráfico. Estudió en Mar Del Plata, en la “Escuela de artes visuales<br />

Martin Malharro”. Actualmente se encuentra desarrollando actividades como muralismo y arte<br />

urbano. Podes ver sus trabajos en la página de Facebook: Yañez.<br />

Distribución en Tandil<br />

Agencia Berkunsky SA<br />

Arana 1617, Tandil, Buenos Aires.<br />

Directores responsables: José Bannon,<br />

Pablo Orcajo y José Delgado.<br />

Registro Nacional de la propiedad intelectual<br />

en trámite.<br />

LA CIGÜEÑA es parte de AReCIA (Asociación<br />

de Revistas Culturales Independientes).<br />

Desde este espacio se pide y se<br />

trabaja por la sanción de una ley que<br />

fomente las revistas culturales e independientes,<br />

por una ley que proteja y reconozca<br />

el trabajo de los canillitas y por la<br />

derogación del decreto 1025, que fomenta<br />

la concentración.<br />

Los números de esta edición están<br />

escritos en Aonikaish (lengua de los<br />

Aonikenk), agradecemos a Wixaleyiñ<br />

por aportar este material.

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