VenturA

PARAPENTE
Fotografía por Gabriela Dueñas
Son diez años ya desde que Sebastián Salinas,
abogado de 29 años, practica el parapente.
Empezó como un hobby desde que
su padre un día lo llevó con él. Antes no era
se practicaba el parapente, sino el Alas Delta
que es una estructura metálica en forma
de triangulo, sin embargo tienen la misma
función.
Sebastián empezó a tomarse el deporte más
en serio cuando ya tuvo la oportunidad de
adquirir todos los implementos. Hoy, a pesar
de seguir siendo un hobby, lo hace con
mucha más disciplina: procura aprender
siempre más mediante práctica y mediante
cursos.
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Desde cualquier loma a la que se pueda
subir se puede hacer parapente y el primer
vuelo de Sebastián fue en Canoa. Pero Sebastián
ha volado mucho: en Ambato, Riobamba,
Baños, Cuenca, en casi todas las
playas, Quito que “es un privilegio porque
estamos rodeados de montañas” y explica
Sebastián que al ya no estar el aeropuerto
en la mitad de la ciudad ya tienen permiso
libre de vuelo y, así, ya pueden volar desde
el Pichincha, que son 4000 metros de altura
y aterrizar en el Parque La Carolina o en el
Bicentenario.
La diferencia del parapente con el paracaídas
es que con el paracaídas solo se desciende.
En el parapente el objetivo es mantenerse
el mayor tiempo posible y llegar lo
más lejos que se pueda y para eso se busca
corrientes de aire caliente que le ayude a
uno a ascender. Sin embargo, no es la única
modalidad del parapente; existe el parapente
de acrobacias, el de precisión de aterrizaje,
entre otros.
Recientemente Sebastián fue a un evento
llamado Flyron Man, en Ibarra que se vuela
sobre sus lagunas: “No hay mayor paisaje
que ver a 2000 metros a toda Ibarra, es algo
que no tiene comparación”. Detalla cómo
se llevó a cabo el campeonato; es un equipo
de tres personas: el uno corre, el otro
nada en la laguna y el tercero vuela y el que
mejor tiempo hace desde el punto A al B,
gana.