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Era demasiado temprano <strong>para</strong> perder los nervios,<br />
se dijo ella, perdiéndolos por fin.<br />
–¿Por qué?<br />
La sonrisa que Bobby le dedicó le dio ganas de<br />
darle un puñetazo en el estómago.<br />
–Vamos a grabar cómo llega Billy en la moto y necesitamos<br />
espacio –explicó Bobby con un tono menos<br />
halagador y más autoritario–. Mueve el coche.<br />
¿Quién se había creído que era? Jenny hizo una<br />
pausa, un truco que solía funcionar <strong>para</strong> captar la<br />
atención de un niño de cualquier edad. Se irguió en<br />
toda su altura de metro sesenta y tuvo que levantar la<br />
cabeza <strong>para</strong> mirarlo a los ojos.<br />
–No. Este es mi sitio. Siempre aparco aquí –señaló<br />
ella. En parte, sabía que no estaba siendo muy racional,<br />
no le costaba mucho mover el coche. Pero no<br />
quería que Bobby Bolton pensara que podía darle<br />
órdenes.<br />
Demasiadas personas la trataban como si fuera inferior.<br />
Creían que no discutiría porque era una chica<br />
complaciente o porque era maestra o porque no tenía<br />
nada. Sobre todo, por lo último. Aunque sí tenía<br />
una plaza de aparcamiento.<br />
Bobby dejó de sonreír. Parecía agotado.<br />
–Sé que es tu sitio, pero creo que una mujer adulta<br />
puede sobrellevar aparcar en otra parte solo por<br />
un día. Muchas gracias. ¿Vicky? –llamó él por el micrófono<br />
que llevaba–. ¿Podemos traerle a Jennifer un<br />
café? Gracias –dijo, y se volvió hacia Jenny con otra de<br />
sus falsas sonrisas–. Sé que es temprano, pero una vez<br />
que muevas el coche y te tomes un café, estoy seguro<br />
de que te sentirás mejor, Jennifer.<br />
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