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El Conflicto de los Siglos Elena G de White [Version Completa]

Se recrudece una guerra espiritual y cósmica en los Cielos y la Tierra. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual y cósmica en los Cielos y la Tierra. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

niños en la escuela, el<strong>los</strong> las repetían en sus hogares. No tardaron <strong>los</strong> padres en acudir a escuchar la<br />

explicación <strong>de</strong> la Biblia, hasta que la sala <strong>de</strong> la escuela se llenó <strong>de</strong> atentos oyentes. Se distribuyeron<br />

gratis folletos y Nuevos Testamentos que alcanzaron a muchos que no se atrevían a venir públicamente<br />

a oír las nuevas doctrinas. Después <strong>de</strong> algún tiempo también este sembrador tuvo que huir; pero las<br />

verda<strong>de</strong>s que había propagado quedaron grabadas en la mente <strong>de</strong>l pueblo. La Reforma se había<br />

establecido e iba a <strong>de</strong>sarrollarse y fortalecerse. Volvieron <strong>los</strong> predicadores, y merced a sus trabajos, el<br />

culto protestante se arraigó finalmente en Ginebra. La ciudad se había <strong>de</strong>clarado ya partidaria <strong>de</strong> la<br />

Reforma cuando Calvino, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> varios trabajos y vicisitu<strong>de</strong>s, penetró en ella. Volvía <strong>de</strong> su última<br />

visita a su tierra natal y dirigíase a Basilea, cuando hallando el camino invadido por las tropas <strong>de</strong> Car<strong>los</strong><br />

V, tuvo que hacer un ro<strong>de</strong>o y pasar por Ginebra.<br />

En esta visita reconoció Farel la mano <strong>de</strong> Dios. Aunque Ginebra había aceptado ya la fe reformada,<br />

quedaba aún una gran obra por hacer. Los hombres se convierten a Dios por individuos y no por<br />

comunida<strong>de</strong>s; la obra <strong>de</strong> regeneración <strong>de</strong>be ser realizada en el corazón y en la conciencia por el po<strong>de</strong>r<br />

<strong>de</strong>l Espíritu Santo, y no por <strong>de</strong>cretos <strong>de</strong> concilios. Si bien el pueblo ginebrino había <strong>de</strong>sechado el yugo<br />

<strong>de</strong> Roma, no por eso estaba dispuesto a renunciar también a <strong>los</strong> vicios que florecieran en su seno bajo el<br />

dominio <strong>de</strong> aquélla. Y no era obra <strong>de</strong> poca monta la <strong>de</strong> implantar entre aquel pueblo <strong>los</strong> principios puros<br />

<strong>de</strong>l Evangelio, y prepararlo para que ocupara dignamente el puesto a que la Provi<strong>de</strong>ncia parecía llamarle.<br />

Farel estaba seguro <strong>de</strong> haber hallado en Calvino a uno que podría unírsele en esta empresa. En el nombre<br />

<strong>de</strong> Dios rogó al joven evangelista que se quedase allí a trabajar. Calvino retrocedió alarmado. Era tímido<br />

y amigo <strong>de</strong> la paz, y quería evitar el trato con el espíritu atrevido, in<strong>de</strong>pendiente y hasta violento <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

ginebrinos. Por otra parte, su poca salud y su afición al estudio le inclinaban al retraimiento. Creyendo<br />

que con su pluma podría servir mejor a la causa <strong>de</strong> la Reforma, <strong>de</strong>seaba encontrar un sitio tranquilo<br />

don<strong>de</strong> <strong>de</strong>dicarse al estudio, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> allí, por medio <strong>de</strong> la prensa, instruir y edificar a las iglesias. Pero la<br />

solemne amonestación <strong>de</strong> Farel le pareció un llamamiento <strong>de</strong>l cielo, y no se atrevió a oponerse a él. Le<br />

pareció, según dijo, "como si la mano <strong>de</strong> Dios se hubiera extendido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cielo y le sujetase para<br />

<strong>de</strong>tenerle precisamente en aquel lugar que con tanta impaciencia quería <strong>de</strong>jar." —D'Aubigné, Histoire<br />

<strong>de</strong> la Réformation au temps <strong>de</strong> Calvin, lib. 9, cap. 17.<br />

La causa protestante se veía entonces ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s peligros. Los anatemas <strong>de</strong>l papa<br />

tronaban contra Ginebra, y po<strong>de</strong>rosas naciones amenazaban <strong>de</strong>struirla. ¿Cómo iba tan pequeña ciudad<br />

a resistir a la po<strong>de</strong>rosa jerarquía que tan a menudo había sometido a reyes y emperadores? ¿Cómo podría<br />

vencer <strong>los</strong> ejércitos <strong>de</strong> <strong>los</strong> gran<strong>de</strong>s capitanes <strong>de</strong>l siglo? En toda la cristiandad se veía amenazado el<br />

protestantismo por formidables enemigos. Pasados <strong>los</strong> primeros triunfos <strong>de</strong> la Reforma, Roma reunió<br />

nuevas fuerzas con la esperanza <strong>de</strong> acabar con ella. Entonces fue cuando nació la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> <strong>los</strong> jesuítas,<br />

que iba a ser el más cruel, el menos escrupu<strong>los</strong>o y el más formidable <strong>de</strong> todos <strong>los</strong> campeones <strong>de</strong>l papado.<br />

Libres <strong>de</strong> todo lazo terrenal y <strong>de</strong> todo interés humano, insensibles a la voz <strong>de</strong>l afecto natural, sordos a<br />

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