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El Conflicto de los Siglos Elena G de White [Version Completa]

Se recrudece una guerra espiritual y cósmica en los Cielos y la Tierra. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual y cósmica en los Cielos y la Tierra. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

Colombano y sus colaboradores, <strong>los</strong> que, reuniendo en su <strong>de</strong>rredor a <strong>los</strong> creyentes esparcidos en la<br />

solitaria isla <strong>de</strong> Iona, establecieron allí el centro <strong>de</strong> sus trabajos misioneros. Entre estos evangelistas<br />

había uno que observaba el sábado bíblico, y así se introdujo esta verdad entre la gente. Se fundó en Iona<br />

una escuela <strong>de</strong> la que fueron enviados misioneros no sólo a Escocia e Inglaterra, sino a Alemania, Suiza<br />

y aun a Italia.<br />

Roma empero había puesto <strong>los</strong> ojos en Gran Bretaña y resuelto someterla a su supremacía. En el<br />

siglo VI, sus misioneros emprendieron la conversión <strong>de</strong> <strong>los</strong> sajones paganos. Recibieron favorable<br />

acogida por parte <strong>de</strong> <strong>los</strong> altivos bárbaros a quienes indujeron por miles a profesar la fe romana. A medida<br />

que progresaba la obra, <strong>los</strong> jefes papales y sus secuaces tuvieron encuentros con <strong>los</strong> cristianos primitivos.<br />

Se vio entonces un contraste muy notable. Eran estos cristianos primitivos sencil<strong>los</strong> y humil<strong>de</strong>s, cuyo<br />

carácter y cuyas doctrinas y costumbres se ajustaban a las Escrituras, mientras que <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong><br />

Roma ponían <strong>de</strong> manifiesto la superstición, la arrogancia y la pompa <strong>de</strong>l papado. <strong>El</strong> emisario <strong>de</strong> Roma<br />

exigió <strong>de</strong> estas iglesias cristianas que reconociesen la supremacía <strong>de</strong>l soberano pontífice. Los habitantes<br />

<strong>de</strong> Gran Bretaña respondieron humil<strong>de</strong>mente que el<strong>los</strong> <strong>de</strong>seaban amar a todo el mundo, pero que el papa<br />

no tenía <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> supremacía en la iglesia y que el<strong>los</strong> no podían rendirle más que la sumisión que era<br />

<strong>de</strong>bida a cualquier discípulo <strong>de</strong> Cristo.<br />

Varias tentativas se hicieron para conseguir que se sometiesen a Roma, pero estos humil<strong>de</strong>s<br />

cristianos, espantados <strong>de</strong>l orgullo que ostentaban <strong>los</strong> emisarios papales, respondieron con firmeza que<br />

el<strong>los</strong> no reconocían a otro jefe que a Cristo. Entonces se reveló el verda<strong>de</strong>ro espíritu <strong>de</strong>l papado. <strong>El</strong><br />

enviado católico romano les dijo: Si no recibís a <strong>los</strong> hermanos que os traen paz, recibiréis a <strong>los</strong> enemigos<br />

que os traerán guerra; si no os unís con nosotros para mostrar a <strong>los</strong> sajones el camino <strong>de</strong> vida, recibiréis<br />

<strong>de</strong> el<strong>los</strong> el golpe <strong>de</strong> muerte. —J. H. Merle d'Aubigné, Histoire <strong>de</strong> la Réformation du seizième siècle,<br />

(París, 1835-53), libro 17, cap. 2. No fueron vanas estas amenazas. La guerra, la intriga y el engaño se<br />

emplearon contra estos testigos que sostenían una fe bíblica, hasta que las iglesias <strong>de</strong> la primitiva<br />

Inglaterra fueron <strong>de</strong>struidas u obligadas a someterse a la autoridad <strong>de</strong>l papa. En <strong>los</strong> países que estaban<br />

fuera <strong>de</strong> la jurisdicción <strong>de</strong> Roma existieron por muchos sig<strong>los</strong> grupos <strong>de</strong> cristianos que permanecieron<br />

casi enteramente libres <strong>de</strong> la corrupción papal. Ro<strong>de</strong>ados por el paganismo, con el transcurso <strong>de</strong> <strong>los</strong> años<br />

fueron afectados por sus errores; no obstante siguieron consi<strong>de</strong>rando la Biblia como la única regla <strong>de</strong> fe<br />

y adhiriéndose a muchas <strong>de</strong> sus verda<strong>de</strong>s. Creían estos cristianos en el carácter perpetuo <strong>de</strong> la ley <strong>de</strong><br />

Dios y observaban el sábado <strong>de</strong>l cuarto mandamiento. Hubo en el África central y entre <strong>los</strong> armenios <strong>de</strong><br />

Asia iglesias que mantuvieron esta fe y esta observancia.<br />

Mas entre <strong>los</strong> que resistieron las intrusiones <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r papal, <strong>los</strong> val<strong>de</strong>nses fueron <strong>los</strong> que más<br />

sobresalieron. En el mismo país en don<strong>de</strong> el papado asentara sus reales fue don<strong>de</strong> encontraron mayor<br />

oposición su falsedad y corrupción. Las iglesias <strong>de</strong>l Piamonte mantuvieron su in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia por<br />

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