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FONDO DE CULTURA ECONÓMICA<br />

NOVIEMBRE DE 2016<br />

551<br />

ADEMÁS<br />

Introducción<br />

a Poética<br />

y profética<br />

por tomás segovia<br />

REVOLUCIÓN<br />

MEXICANA


FONDO O DE CULTURA U ECONÓMICA<br />

NOVIEMBRE DE 2016<br />

551<br />

Revolución mexicana:<br />

semillero de diversidad<br />

historiográfica<br />

Con este número, La Gaceta del<br />

fce conmemora el 106<br />

aniversario de la Revolución mexicana, el hecho más<br />

importante en la formación del México moderno y<br />

respecto del cual tenemos hoy suficiente distancia<br />

para verlo como el hecho histórico que fue, sin apasionamiento<br />

ni sesgo político.<br />

Comparemos el autocelebratorio 50 aniversario de<br />

1960 (México: cincuenta años de Revolución, cuatro vols., fce, México,<br />

1960) con el de 2010, que reflejó la gran diversidad de perspectivas,<br />

muchas de las cuales han sido publicadas por esta casa.<br />

La renovación de los estudios de la Revolución mexicana empezó a<br />

fines de los años sesenta y principios de los setenta en un ambiente de<br />

politización y radicalización de los estudiosos. Funestos acontecimientos<br />

políticos de la época habrían puesto en evidencia la muerte de la<br />

Revolución y de la historiografía reverencial que la acompañaba.<br />

El interés de aquella primera generación de historiadores renovadores<br />

fue reivindicar a “los de abajo” y desmitificar la historia de bronce<br />

o de “los de arriba”. Surgió así una historiografía “de barro” que, no<br />

obstante el maniqueísmo de muchos estudios, matizó fuertemente los<br />

conceptos heredados de la historia oficial. En particular, la historia regional<br />

fue decisiva para demoler el mito de una historia unitaria que<br />

metía en un mismo saco teleológico a vencedores y vencidos.<br />

Luego vino una segunda oleada de estudios que puso el foco en aspectos<br />

desconocidos hasta entonces, en particular los relacionados<br />

con la identidad cultural de los actores. Esto dio relevancia a la identidad<br />

de individuos y comunidades, antes vistos como masas anónimas o<br />

carne de cañón de los acontecimientos. El cuadro se tornó vívido y heterogéneo<br />

hasta el grado de generar la idea de que una historia general<br />

de la Revolución era imposible.<br />

Esta diversidad muestra por sí misma el progreso de la historiografía<br />

y la maduración política de las nuevas generaciones de historiadores,<br />

que pueden ver el fenómeno con mayor objetividad y detalle que<br />

las anteriores. No obstante, debe decirse que esta eclosión no habría<br />

sido posible sin la creación de muchísimas escuelas de historiadores<br />

y centros de investigación, y la apertura y modernización de los archivos<br />

nacionales y locales, hechos que reflejan el compromiso del Estado<br />

con la educación, iniciado por la Revolución misma y continuado por<br />

los gobiernos subsecuentes, cualquiera que sea su filiación partidista.<br />

Es digno de notar que la conmemoración del primer centenario de la<br />

revolución fue auspiciada por un gobierno emanado de un partido que<br />

nació precisamente para combatirla. La ironía de la situación, lejos de<br />

alimentar rencillas históricas, fue tomada con civilidad y los historiadores<br />

pudieron expresar sus diferentes puntos de vista en un ambiente<br />

de cordialidad ante el gran interés del público lector.<br />

A lo largo de estos años, el fce ha publicado títulos de las más diversas<br />

perspectivas de la Revolución mexicana, y lo sigue haciendo, honrando<br />

así una tradición editorial de más de ochenta años. •<br />

José Carreño Carlón Director general del fce<br />

Martha Cantú, Adriana Konzevik, Susana López,<br />

Socorro Venegas, Rafael Mercado, Karla López y Octavio Díaz<br />

Consejo editorial<br />

Roberto Garza Iturbide Editor de La Gaceta<br />

Ramón Cota Meza Redacción<br />

León Muñoz Santini Arte y diseño<br />

Andrea García Flores Formación<br />

Ernesto Ramírez Morales Versión para internet<br />

Impresora y Encuadernadora Progreso, sa de cv Impresión<br />

Suscríbase en<br />

www.fondodeculturaeconomica.com⁄editorial⁄laGaceta⁄<br />

lagaceta@fondodeculturaeconomica.com<br />

www.facebook.com⁄LaGacetadelFCE<br />

La Gaceta<br />

es una publicación mensual editada por el Fondo de Cultura Económica, con domicilio<br />

en Carretera Picacho-Ajusco 227, Bosques del Pedregal, 14738, Tlalpan, Ciudad de<br />

México. Editor responsable: Roberto Garza. Certificado de licitud de título 8635 y de<br />

licitud de contenido 6080, expedidos por la Comisión Calificadora de Publicaciones y<br />

Revistas Ilustradas el 15 de febrero de 1995. La Gaceta es un nombre registrado en el<br />

Instituto Nacional del Derecho de Autor, con el número 04-2001-112210102100, el 22<br />

de noviembre de 2001. Registro postal, Publicación periódica: pp09-0206. Distribuida<br />

por el propio Fondo de Cultura Económica. ISSN: 0185-3716<br />

Ilustración de portada © Ignacio Aguirre<br />

3<br />

5<br />

6<br />

12<br />

14<br />

15<br />

17<br />

20<br />

22<br />

Jacarandas<br />

tomás segovia<br />

La Revolución mexicana<br />

dossier<br />

La Revolución mexicana:<br />

qué hizo, qué hizo posible<br />

y qué no hizo<br />

john womack, jr.<br />

Francisco Villa<br />

en Canutillo<br />

ignacio solares<br />

Escritos sobre<br />

la Revolución<br />

y la dictadura<br />

beatriz urías<br />

Camino<br />

a La frontera nómada<br />

héctor aguilar camín<br />

Introducción a<br />

Poética y profética<br />

tomás segovia<br />

Novedades<br />

Trasfondo<br />

El tiempo real<br />

luis tovar<br />

© fernando castro pacheco


poema<br />

Jacarandas<br />

Tomás Segovia<br />

Las dulces jacarandas se quedan en lo suyo<br />

Todos son verdes y ellas no<br />

Nadie les quitará de la cabeza<br />

Que hay mil maneras de ser árbol<br />

Mil maneras de ser lo mismo<br />

De otra manera<br />

Que se puede ser verde siendo azul<br />

Tener flores por hojas<br />

Tener por copa un fresco resplandor<br />

Ser dichosas aparte y a su modo<br />

Bien seguras están de que hacen bien<br />

Que nos da gusto que así sean<br />

Que no por eso las querremos menos<br />

Que siempre nos ha sido necesario<br />

Que haya otra cosa. •<br />

La singularidad de los seres vivos no niega lo que<br />

les es común. Hay “mil maneras de ser lo mismo”:<br />

declaración simple y profunda que busca eco en la<br />

moral pluralista hoy predominante.<br />

noviembre de 2016<br />

la gaceta 3


dossier 550<br />

revolución mexicana<br />

El contenido de este número es una muestra<br />

de la diversidad de enfoques historiográficos de<br />

la Revolución mexicana, desde el audaz ensayo<br />

contrafactual de John Womack, jr., hasta el estudio<br />

de Beatriz Urías Horcasitas sobre el pensador<br />

conservador Rodulfo Brito Foucher, el prólogo<br />

de Ignacio Solares al legendario reportaje de<br />

Regino Hernández Llergo sobre Francisco Villa y<br />

la rememoración crítica de Héctor Aguilar Camín<br />

sobre la escritura de La frontera nómada. Con<br />

enfoque provocador, reivindicatorio de la visión de<br />

los agentes de la III Internacional Comunista en el<br />

México de los años veinte y treinta, Womack nos<br />

hace pensar en “qué hubiera pasado si…”. Beatriz<br />

Urías Horcasitas explora las ideas de un pensador<br />

y activista conservador para encontrar en ellas<br />

atisbos de la naturaleza del régimen producto de<br />

la Revolución. Por su parte, Héctor Aguilar Camín<br />

reconstruye el ambiente intelectual en el que<br />

escribió su famoso libro y resume su tesis principal.<br />

noviembre de 2016 © erasto cortés juárez<br />

5 la gaceta


La Revolución mexicana:<br />

qué hizo, qué hizo posible y qué no hizo<br />

Ejercicio erudito<br />

de historiografía<br />

contrafactual, aquella<br />

que se pregunta “Qué<br />

hubiera ocurrido si…”<br />

Se desprende que la<br />

Revolución mexicana<br />

pudo haber sido socialista. sta.<br />

Publicado por primera vez<br />

en español, incluye las<br />

numerosas y nutridas notas<br />

al pie porque refieren la<br />

evidencia empírica en apoyo<br />

de esta interesante<br />

y provocadora conjetura.<br />

john womack, jr.<br />

A la memoria<br />

de James Connolly,<br />

Michael Mallin,<br />

Christopher Poole<br />

y Constance Markievicz<br />

Agradezco al Centro Katz su<br />

invitación a dar esta conferencia<br />

en honor de Friedrich<br />

Katz. No puede ser por mérito<br />

mío. Soy humilde ante todo lo<br />

que él logró en su trabajo académico<br />

y en su vida. Fue uno<br />

de los grandes historiadores del México moderno,<br />

el más grande respecto de las más poderosas<br />

circunstancias y factores externos actuantes en<br />

el México moderno; en una palabra, el imperialismo,<br />

la condición económica, geopolítica y cultural<br />

de la historia moderna de México. No menos<br />

notable, como persona fue uno de los historiadores<br />

más clarividentes, honestos y generosos en<br />

este amplio campo de estudios, quizá el historiador<br />

más amable de todos.<br />

No intento repasar aquí toda la Revolución, es<br />

decir, todos los movimientos políticos y sociales<br />

nacionalmente importantes de México de 1910 a<br />

1920; mucho menos intentar hacerlos comprensibles.<br />

Sólo presentaré un punto específico. Pero es<br />

un punto crítico que supone cierto conocimiento<br />

del viejo régimen y de los principales movimientos<br />

revolucionarios, que requiere algo de análisis<br />

de algunos de ellos, que justifica un juicio histórico<br />

sobre ellos y que plantea interrogantes sobre el<br />

viejo régimen y su oposición, y sobre el régimen<br />

posterior a la Revolución, las luchas sobre su formación<br />

y sus objetivos. Retomo un argumento<br />

que dejé implícito en un ensayo publicado hace 30<br />

años, en el que concluí: “La ‘revolución’ ha sido en<br />

la gobernanza”. 1 No puedo hacer completamente<br />

explícito mi argumento aquí. Pero quiero clarificar<br />

su tesis principal. No es una tesis muy nueva;<br />

no difiere mucho de la conclusión principal de los<br />

agentes comunistas internacionales en México en<br />

la década de 1920. 2 Pienso que lo nuevo puede ser<br />

1 John Womack, Jr., “The Mexican Revolution, 1910-1920”, en<br />

Leslie Bethell, ed., The Cambridge History of Latin America, 11<br />

vols. (Cambridge University Press, 1984-95), pp. 152-153.<br />

2 Edgar Woog, “Chiffres et Materiaux sur la Situation du Mexique:<br />

Rapport du camarade Stirner”, diciembre 18, 1927, Rossiikii<br />

Gosudarstvennii Arkhiv Sotscialno-Politicheskoi Istorii (rgaspi<br />

en adelante), Colección 495-Sección 108-Documentos 67-69, pp.<br />

(según su renumeración en el archivo) 5-8, 15, 24-25, 57, 126, 161-<br />

164, cuya copia agradezco a Miles V. Rodriguez; Presidium, Internacional<br />

Comunista, “Mexic [sic] Resolution”, 18 de abril, 1928,<br />

rgaspi, 495-108-79, gracias a Miles V. Rodriguez; Trawin [Yakov<br />

Davidovitch Drabkin, alias Sergei Ivanovich Gusev: Lazar Jeifets,<br />

Victor Jeifets y Peter Huber, eds., La Internacional Comunista y<br />

América Latina, 1919-1943: Diccionario Biográfico (Moscú: Instituto<br />

de Latinoamérica de la Academia de Ciencias, 2004), 146-<br />

147], “Zur Mexikanischen Frage (Thesen)”, 27 de abril, 1928,<br />

rgaspi, 495-108-79, cuya copia agradezco a Miles V. Rodriguez;<br />

Stirner [Edgar Woog], “Rapport sur le Mexique,” 15 de septiembre,<br />

1929, rgaspi, 495.108-96, pp. (según su renumeración en el<br />

archivo) 76-90, gracias a Miles V. Rodriguez; A Vol’skii [Stanislav<br />

S. Pestkovsky], Istoriia meksikanskikh revoliutsii (Moscow-<br />

Leningrad: Gosudarstvennoe Izdatel’stvo, 1928) 139-143, 173-<br />

174, 205-206; Diego Ortgea[Stanislav S. Pestkovsky], Agrarny<br />

vopros i krest’ianskoe dvizhenie v Meksike (Moscow_Leningrad:<br />

Gosudarstvennoe Izdatel’stvo, 1928), 63-76, 86-140; idem, Grazhdanskaya<br />

voina v Meksike,” Mirovoye Khoziaistvo Politika, No.<br />

7 (julio, 1929), 45-61; Lazar Jeifets y Victor Jeifets, “Quién diasólo<br />

el énfasis en ciertos acontecimientos que podrían<br />

haber ocurrido pero que no ocurrieron durante<br />

la Revolución y en las preguntas que esto<br />

plantea en consecuencia sobre los regímenes pre y<br />

posrevolucionarios. Más breve, crudamente, la tesis<br />

es que la Revolución tal y como ocurrió no llegó<br />

a poner en peligro el desarrollo del capitalismo en<br />

México; en ciertos momentos, en ciertos lugares,<br />

algunos movimientos pudieron volverse anarcosindicalistas<br />

o socialistas, pero otros movimientos<br />

los aplastaron antes de que emprendieran deliberadamente<br />

el giro. 3 Corolario: las luchas importantes<br />

por el socialismo ocurridas en el México moderno<br />

no empezaron sino después de la Revolución, en<br />

los 1920 (y entonces, argumentaré, principalmente<br />

debido a la Comintern). En otras palabras, la Revolución<br />

mexicana pertenece completamente al largo<br />

siglo xix, no al breve siglo xx (1914-1991).<br />

Tres advertencias introductorias: (1) No solo<br />

no abordaré todos los principales movimientos<br />

revolucionarios de 1910-1920; tampoco consideraré<br />

a la Revolución como si se hubiera prolonblos<br />

es Andréi [alias Vol’skii y Diego Ortega]? Stanislav Pestkovsky,<br />

Camarada Andréi: Una tentativa de investigación histórica,”<br />

Memoria: Boletín de Cemos, No. 121 (marzo, 1999), 21-26; Viktor L.<br />

Kheifets [Jeifets], Komintern i evoliutsia levovo dvizheniia Meksiki<br />

(Saint-Peterburg, Nauk, 2006), 178-203.<br />

3 Sobre “conciente” y “deliberado”: Lars T. Lih, Lenin (Londres:<br />

Reaktion Books, 2011), 58.<br />

6 la gaceta © ignacio aguirre<br />

noviembre de 2016


evolución mexicana<br />

gado después de 1920, como si (históricamente)<br />

una gran, pero definida, conjunción de energías<br />

(digamos una guerra) contuviera en sí misma sus<br />

consecuencias y secuelas, las que por supuesto<br />

vinieron después, en nuevas condiciones externas<br />

e internas, involucrando nuevas funciones<br />

y factores. (2) Por Revolución no quiero decir<br />

cualquier cosa que la gente haya hecho o experimentado<br />

en México en esa década, sino la acción<br />

que deliberadamente tomó por considerarla revolucionaria.<br />

(3) Mi interés recae en las luchas de<br />

clases deliberadas; mi análisis es como el de un<br />

oficial de inteligencia del Comintern, digamos en<br />

1928 (anacrónico en mis propias palabras).<br />

¿Qué hizo entonces la Revolución?<br />

(1) Rompió el largamente establecido trato imperialista<br />

sobre México, el conjunto informal de<br />

arreglos entre los bancos, las corporaciones y los<br />

gobiernos estadunidenses, británicos, alemanes<br />

y franceses (improvisados a lo largo de los 50<br />

años previos) para realizar sus negocios e impulsar<br />

sus políticas en México en términos civiles,<br />

si no exactamente pacíficos al menos sin guerras<br />

o sin apoderados belicosos, a diferencia de<br />

América Central o el Caribe. Esta ruptura ocurrió<br />

muy al principio de la Revolución, en 1910,<br />

cuando la Standard Oil, ardida por el favoritismo<br />

del gobierno mexicano hacia la Eagle Oil, apoyó<br />

la principal conspiración de entonces para derrocar<br />

al gobierno. A medida que la Revolución continuó<br />

bajo su primer gobierno, la ruptura se tornó<br />

más aguda, más hostil, más fuerte, alentando y<br />

agravando los conflictos imperialistas. Esto se<br />

profundizó como beligerancia de apoderados con<br />

el pendenciero derrocamiento del gobierno revolucionario<br />

en 1913, cuando Washington perdió<br />

control del golpe a causa de un general apoyado<br />

por Londres y Berlín y apoyó entonces a los revolucionarios<br />

hasta que tuvo éxito en 1914 (dada<br />

la intervención armada de los Estados Unidos en<br />

Veracruz). Pero Washington y Nueva York no ganaron<br />

nada contra Londres, o Berlín, o México.<br />

Aun si los ejércitos revolucionarios al triunfar<br />

hubieran tratado de restaurar el viejo arreglo imperialista,<br />

o negociar uno nuevo como mejor para<br />

México que las guerras imperialistas de apoderados,<br />

no podrían haberlo hecho, pues los poderes<br />

imperialistas habían empezado su propia Guerra<br />

de los Treinta Años moderna en Europa en 1914,<br />

cuyo primer round duró hasta que la intervención<br />

militar de los Estados Unidos obligó a firmar<br />

el armisticio de 1918. Durante la primera Guerra<br />

Mundial, los revolucionarios de México usaron<br />

los conflictos imperialistas para hacerse la<br />

guerra entre ellos, lo cual intensificó su uso por<br />

estadunidenses, británicos y alemanes como guerras<br />

de apoderados, provocó una segunda intervención<br />

armada de los Estados Unidos en México,<br />

prolongó la guerra civil, con lo cual, desprovisto<br />

de toda premeditación revolucionaria, mucho menos<br />

sin plan para ello, atizó más intensamente<br />

que nunca el nacionalismo mexicano antiestadunidense.<br />

En consecuencia, hacia 1920, en el nuevo<br />

imperialismo de posguerra, en circunstancias de<br />

predominio económico, geopolítico y cultural de<br />

los Estados Unidos sin precedentes en el hemisferio<br />

occidental, la Revolución prácticamente había<br />

impuesto sobre las relaciones exteriores oficiales<br />

de México la obligación de realizar (al menos) exhibiciones<br />

ocasionales de antiimperialismo, específicamente<br />

nacionalismo “antiamericano”. 4<br />

(2) La Revolución demolió al viejo régimen de<br />

México y desintegró sus largamente reinantes jerarquías<br />

políticas. Desde sus círculos sólidamente<br />

burgueses, semicoloniales, privados, la Revolución<br />

planteó al público mexicano, a la sociedad<br />

civil mexicana y entre las fuerzas armadas regulares<br />

e irregulares, durante diez años, la cuestión<br />

de quién debía gobernar México oficial y realmente.<br />

(Éste fue mi punto sobre “gobernanza”<br />

4 Vol’skii, op. cit., 75-80, 141-156, 167-177, 194-198, 205-206;<br />

Ortega, Agrarnyi vopros, 30-42, 49-52, 77-79, 110-110, 113-117;<br />

José C. Valadés, Historia general de la Revolución Mexicana, 10<br />

vols. (Ciudad de México: M. Quesada Brandi, 1963-67), VI, 298-<br />

299, 303-304, 306-309, 311, VII, 43, 145-153, 157-194; Friedrich<br />

Katz, Deutchland, Diaz und die mexikanische Revolution: die<br />

deutsche Politik in Mexiko, 1870-1920 (Berlín: deutscher Verlag<br />

der Wissenschaften, 1964); Robert F. Smith, The United States and<br />

Revolutionary Nationalism in Mexico, 1916-1932 (Chicago: University<br />

of Chicago, 1972), 23-228; Lorenzo Meyer, Mexico and the United<br />

States in the Oil Controversy, 1917-1942 (Austin: University of<br />

Texas, 1977), 3-148; Emilio Zebadúa, Banqueros y revolucionarios:<br />

la soberanía financiera de México (Ciudad de México: Colegio de<br />

México, 1994), 137-155, 168-222. The new “Thirthy Years War”:<br />

Arno Mayer, Why Did the Heavens Not Darken? The “Final Solution”<br />

in History (Nueva York: Pantheon, 1988), 19-20, 30-33.<br />

hace tiempo). El régimen porfiriano había entrado<br />

en crisis años antes de 1910, sobre todo porque<br />

el ejército y las altas finanzas no podían ponerse<br />

de acuerdo sobre la sucesión del muy viejo presidente<br />

Díaz. Los conflictos armados disponibles<br />

en torno a su crisis probablemente no habrían<br />

sido mejores que un retiro y una sucesión presidenciales<br />

para proteger el feo y profundamente<br />

inestable compromiso entre los imperialistas,<br />

los militares mexicanos y las facciones financieras<br />

mexicanas. Los líderes de la Revolución en<br />

1910, tan burgueses como el régimen que iban a<br />

derrocar, conectados a los Estados Unidos, apoyados<br />

por la Standard Oil, en el mejor de los casos<br />

luchaban por establecer en México lo que en<br />

su ilusión liberal imaginaban una democracia de<br />

hombre blanco, la cual (razonaban) resolvería la<br />

crisis inmediata y garantizaría un futuro al orden<br />

democrático burgués para el progreso capitalista<br />

de México. De hecho, y sobre todo, su manejo de<br />

la crisis tenía el fin de proteger un feo y profundamente<br />

inestable compromiso entre los Estados<br />

Unidos, el Reino Unido y las facciones militaresfinancieras<br />

mexicanas, 1911-1912. Pero su Revolución<br />

provocó también mucha agitación popular<br />

en torno a una gran expectativa de justicia; no un<br />

nuevo programa nacional, sólo justicia mediante<br />

un renovado respeto nacional a la vieja constitución<br />

liberal. En términos populares, la reparación<br />

de incontables agravios judiciales y políticos particulares<br />

que ciudadanos desfavorecidos, frustrados,<br />

despojados, maltratados o explotados habían<br />

sufrido, no como clases, sólo como individuos, familias<br />

o comunidades. 5 Aun así, la expectativa de<br />

justicia fue contagiosa en todas las clases. 6<br />

Dado que la Revolución no tenía entonces suficiente<br />

organización política para hacer compromisos<br />

firmes, menos para satisfacer las esperanzas<br />

burguesas o populares, mucho menos para<br />

impartir justicia duradera a las quejas burguesas<br />

o populares, su primer gobierno no podía durar.<br />

5 Valadés, op. cit., I, II; Alan Knight, The Mexican Revolution, 2<br />

vols. (Cambridge: Cambridge University, 1986). I; Friedrich Katz,<br />

De Díaz a Madero: orígenes y estallido de la Revolución Mexicana<br />

(Ciudad de México: Editorial Era, 2008). Sobre la ilusión liberal:<br />

W.E.B. Dubois, The Souls of Black Folk (Chicago: A.C. McClurg &<br />

Co., 1903); idem, John Brown (Filadelfia: G.W. Jacobs and Company,<br />

1909); Domenico Losurdo, Liberalism: a counterhistory<br />

(Londres: Verso, 2011).<br />

6 Ej., Mariano Azuela, Los de abajo: novela de la revolución mejicana<br />

[1915] (Madrid: Espasa-Calpe, 1930); Álvaro Obregón, Ocho<br />

mil kilómetros en campaña [1917], 3ª. ed. (Ciudad de México: Fondo<br />

de Cultura Económica, 1960), 4-32; Francisco Bulnes, El verdadero<br />

Díaz y la revolución [1920] (Ciudad de México: Editora Nacional<br />

Edinal, 1960), 335-430; Gabriel Gavira, Su actuación Político-Militar<br />

Revolucionaria, 2ª. ed. (Ciudad de México: Talleres Tipográficos<br />

de A. del Bosque, 1933), 5-69; José Vasconcelos, Ulises criollo:<br />

La vida del autor escrita por él mismo, 6ª. Ed. (Ciudad de México:<br />

Ediciones Botas, 1936); Alberto J. Pani, Apuntes autobiográficos, 2<br />

vols. (Ciudad de México: Manuel Porrúa, 1951), I, 17-166; Porfirio del<br />

Castillo, Puebla y Tlaxcala en los Días de la Revolución (Ciudad de<br />

México: Imprenta Zavala, 1953); Michael C. Meyer, Mexican Rebel:<br />

Pascual Orozco and the Mexican Revolution, 1910-1915 (Lincoln:<br />

University of Nebraska, 1967), 9-93; James D. Cockcroft, Intellectual<br />

Precursors of the Mexican Revolution (Nueva York: Alfred A.<br />

Knopf, 1969), 3-158; Paul Friedrich, Agrarian Revolt in a Mexican<br />

Village (Englewood Cliffs: Prentice-Hall, 1970, 43-68; Héctor Aguilar<br />

Camín, La frontera nómada: Sonora y la Revolución Mexicana<br />

(Ciudad de México: Siglo XXI, 1977), 19-273; Ian Jacobs, Ranchero<br />

Revolt: The Mexican Revolution in Guerrero (Austin: University of<br />

Texas, 1982), 3-97; Ángeles Mendieta Alatorre, Juana Belén Gutiérrez<br />

de Mendoza (1875-1942): Extraordinaria precursora de la Revolución<br />

Mexicana (Cuernavaca: Impresores de Morelos, 1983), 15-26,<br />

43-45-47, 63-65, 83-103, 123-153; Douglas W. Richmond, Venustiano<br />

Carranza’s Nationalist Struggle, 1893-1920 (Lincoln: University<br />

of Nebraska, 1983), 1-42; Gonzalo N. Santos, Memorias, 5ª. ed. (Ciudad<br />

de México: Grijalbo, 1984), 13-65; Ricardo Corzo Ramírez et al.,<br />

…nunca un desleal: Cándido Aguilar (1889-1960) (Ciudad de México:<br />

Colegio de México, 1986), 136-137; David LaFrance, The Mexican<br />

Revolution in Puebla, 1908-1913: The Maderista Movement and<br />

the Failure of Liberal Reform (Wilmington: Scholarly Resources,<br />

1989); Thomas Benjamin and Mark Wasserman, eds., Provinces of<br />

the Revolution: Essays on Mexican Regional History (Alburquerque:<br />

University of New Mexico, 1990); David W. Walker, “Homegrown<br />

Revolution: The Hacienda Santa Catalina del Álamo y Anexas and<br />

Agrarian Protest in Eastern Durango, México, 1897-1913”, Hispanic<br />

American Historical Review, LXXII, 2 (mayo, 1992), 239-273;<br />

Oscar Flores Torres, Burguesía, militares y movimiento obrero en<br />

Monterrey, 1909-1923: revolución y comuna empresarial (Monterrey:<br />

Universidad Autónoma de Nuevo León, 1993), 19-72; Ana Lau<br />

y Carmen Ramos, eds., Mujeres y Revolución, 1900-1917 (Ciudad de<br />

México: Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución<br />

Mexicana, 1993), 25, 30-34, 177-208; William K. Meyers, Forge of<br />

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Lagunera, 1880-1911 (Alburquerque: University of New Mexico,<br />

1994); Alicia Villaneda, Justicia y Libertad: Juana Belén Gutiérrez<br />

de Mendoza, 1875-1942 (Ciudad de México: Documentación y Estudios<br />

de Mujeres, 1994), 17-57: Mónica Blanco, Revolución y contienda<br />

política en Guanajuato, 1908-1913 (Ciudad de México: Colegio de<br />

México, 1995); Friedrich Katz, The Life and Times of Pancho Villa<br />

(Stanford: Stanford University, 1998), 14-189; Francie R. Chassen<br />

de López, From Liberal to Revolutionary Oaxaca, The View from<br />

the South: Mexico, 1867-1911 (University Park: Pennsylvania State<br />

University, 2004) 351-537; Mario A. Aldana Rendón, Manuel M. Diéguez<br />

y la revolución mexicana (Zapopan: Colegio de Jalisco, 2006),<br />

23-92; Ana Lau Jaiven, “Las mujeres también fueron a la Revolución”,<br />

en Patricia Galeana, ed., Impacto de la Revolución Mexicana<br />

(Ciudad de México: Siglo XXI, 2010), 91-112.<br />

Los jefes revolucionarios locales rehusaron hacer<br />

justicia y rápidamente hicieron planes para<br />

sí mismos, algunos para su propia gente, y en las<br />

provincias del norte y el sur algunos se alzaron<br />

contra el gobierno revolucionario. Los imperialistas,<br />

los generales y los banqueros sabían que el<br />

nuevo gobierno no podía durar y pronto formaron<br />

facciones para complotar tanto contra las otras<br />

como contra el gobierno, cada una abocada a dar<br />

el golpe decisivo en su propio beneficio. El derrocamiento<br />

del gobierno provino de una detestable<br />

e impugnada mezcla de varios movimientos y<br />

maniobras imperialistas, militares, financieras,<br />

políticas y populares.<br />

En 1913-1914, la Revolución tuvo una contrarrevolución<br />

contra la cual concentrar sus diversas<br />

fuerzas. Y desde sus varias bases y ángulos,<br />

todas estas fuerzas —militares, políticas y diplomáticas—<br />

actuaron contra la contrarrevolución,<br />

su gobierno y su ejército —el viejo ejército regular.<br />

Confiscaron propiedades, obtuvieron préstamos<br />

forzosos, recaudaron sus propios impuestos,<br />

eventualmente suficientes para organizar verdaderos<br />

ejércitos revolucionarios. Importa crucialmente<br />

que estas fuerzas permanecieran separadas,<br />

agrupadas en facciones, no realmente unidas,<br />

ni siquiera en coaliciones duraderas militar, política<br />

o diplomáticamente. Una vez que la Fuerza<br />

Naval de los Estados Unidos tomó Veracruz para<br />

favorecer a la coalición revolucionaria que Washington<br />

consideraba afín a los intereses estadunidenses,<br />

la coalición de Carranza, militarmente<br />

organizada como Ejército Constitucionalista, la<br />

cual se robusteció por la adhesión de otras, y se<br />

fortaleció mucho más gracias al ingreso petrolero<br />

de Veracruz condonado por los Estados Unidos.<br />

Así que esta coalición obtuvo la enemistad<br />

de las otras dos grandes coaliciones revolucionarias:<br />

la División del Norte (dn) comandada por<br />

Villa, y el Ejército de Liberación del Sur (els) con<br />

su jefe Zapata. Estas tres fuerzas continuaron<br />

sus campañas contra la contrarrevolución, todas<br />

más fuertes que antes, más separadas que antes,<br />

al menos en su mayor parte, hasta después de la<br />

capitulación de la contrarrevolución, cuya derrota<br />

final fue lograda por todas ellas a mediados de<br />

1914. El Ejército Constitucionalista, siendo entonces<br />

el más rico, llegó primero a disolver el viejo<br />

ejército y ocupar la Ciudad de México. El intento<br />

de la coalición carrancista de imponer su autoridad<br />

sobre las otras dos las impactó, las presionó<br />

hasta que juntas intentaron en 1914-1915 organizar<br />

la primera representación nacional de la Revolución,<br />

una “Convención Soberana” para hacer<br />

una nueva constitución, normas para realizar los<br />

“ideales… de mejoramiento [democrático] social<br />

y político…” de la Revolución. La Convención se<br />

deshizo en la guerra civil revolucionaria de 1915-<br />

1916, los villistas y los zapatistas se volvieron a<br />

separar, y el Ejército Constitucionalista ganó suficiente<br />

terreno como para que la coalición de Carranza<br />

clamara creíblemente autoridad nacional,<br />

obtuviera reconocimiento de los Estados Unidos<br />

y, pese a las resistencias villistas, zapatistas y<br />

algunas contrarrevolucionarias, pudo escenificar<br />

elecciones nacionales para tener su propia<br />

convención nacional y redactar las reglas de un<br />

nuevo Estado liberal más poderosamente asertivo.<br />

7 Esta convención fue mucho más allá de las<br />

expectativas de Carranza, mucho más allá que<br />

el viejo liberalismo mexicano, jurando, en febrero<br />

de 1917, una constitución con artículos sobre<br />

la propiedad productiva y el trabajo asalariado<br />

sociológicamente mediados (notablemente como<br />

las posiciones del Partido Progresista de los Estados<br />

Unidos). 8 Ni la nueva constitución ni la<br />

7 Valadés, op. cit., III, IV, V, VI, 1-61; Luis F. Amaya C., La Soberana<br />

Convención Revolucionaria, 1914-1916 (Ciudad de México: F.<br />

Trillas, 1966); Meyer, Mexican Rebel, 94-175; Womack, Zapata,<br />

159-266; Richmond, op. cit., 43-164; Linda B. Hall, Álvaro Obregón:<br />

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y negocios en la Revolución Mexicana”, Historia mexicana,<br />

XXXIV, 2 (octubre 1984), 181-212; ídem, “El zapatismo: una gran<br />

coalición nacional popular democrática”, en Javier Garciadiego,<br />

ed., Zapatismo: origen e historia (Ciudad de México: Instituto<br />

Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México,<br />

2009), 17-51; Knight, op. cit., II, 1-469; Katz, Villa, 193-614; Aldana<br />

Rendón, op. cit., 92-274; Francisco Pineda Gómez, La revolución<br />

del sur, 1912-1914 (Ciudad de México: Ediciones Era, 2005), 469-<br />

529; ídem, Ejército Libertador, 1915 (Ciudad de México: Ediciones<br />

Era, 2013), 38-85, 132-151, 177-178, 201-216, 242-246, 250-255,<br />

266-272, 288-291, 302-305, 317-321, 369-373, 379-382.<br />

8 Felipe Tena Ramírez, Leyes fundamentales de México, 1808-<br />

1967, 3ª. ed., rev. (Ciudad de México: Porrúa, 1967), 606-629, 745-<br />

881; H.N. Branch, “The Mexican Constitutionn of 1917 compared<br />

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noviembre de 2016 la gaceta 7


la revolución mexicana: qué hizo, qué hizo posible y qué no hizo<br />

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Era, 1978); ídem, Esbozo de los primeros diez años de la revolución<br />

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Talleres Gráficos del Museo Nacional de Arqueología, Historia y<br />

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“Compañía Agrícola, Industrial, Colonizadora, Limitada del<br />

Tlahualilo, S.A., contra el Gobierno Federal de la República Mexicana”<br />

[1909], en sus Obras completas, 4 vols. (Ciudad de México:<br />

Ediciones Oasis, 1972-75, 347-361, 365-386, 394-395; ídem, “La<br />

reconstitución de los ejidos de los pueblos como medio de suprimir<br />

la esclavitud del jornalero mexicano [1912]”, Ibid., I, 137-165; Stanley<br />

F. Shadle, Andrés Molina Enríquez, Mexican Land Reformer of<br />

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1994), 21-75; Emilio H. Kouri, “Interpreting the Expropiation of<br />

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LXXXII, 1 (febrero 2002), 90-104. The main antecedents the Constitutionalists<br />

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Velasco, eds., Colección de códigos y leyes de España: Primera sección,<br />

códigos antiguos, 4 vols. (Madrid: Francisco Roig, R. Labajos,<br />

1865-66), I, 52; Castile, Laws, “Aquí comienza la Primera Partida<br />

[1256 ff]”, Los códigos españoles, concordados y anotados, 12 vols.,<br />

2ª ed. (Madrid: Antonio de San Martín, 1872), II-1, xiv, 327-328,<br />

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vols. (Filadelfia: University of Pennsylvania, 2001-12), II, 273, 376-<br />

377; Frances G. Davenport, ed., European Treaties on the History of<br />

the United States and its Dependencies, 4 vols. (Washington: Carnegie<br />

Institution, 1934), I, 9-26, 56-83, III, 223-231; Alfonso García<br />

Gallo, ed., Cedulario indiano, recopilado por Diego de Encinas<br />

[1596], 4 vols. (Madrid: Cultura Hispánica, 1945), I, 58-60; Francisco<br />

Martínez Marina, Ensayo histórico-crítico sobre la Antigua<br />

legislación y principales cuerpos legales de los reynos de León y<br />

Castilla, especialmente sobre el código d D. Alonso el Sabio, conocido<br />

con el nombre de las Siete Partidas (Madrid: La Hija de D. Joaquín<br />

Ibarra, 1808), 43-44, 52-53, 57-61, 122-123, 137-140, 317-320;<br />

“Bienes…”, en Joaquín Escriche, Diccionario razonado de legislación<br />

y jurisprudencia [1831], 2ª ed., 3 vols. (Bogotá: Editorial<br />

Témis, 1998), I, 712, 727-731; “Dominio…”, ibid., II, 129-132; “Patrimonio…”,<br />

ibid., III, 395; “Propiedad”, ibid., III, 512-513; “Realengo”,<br />

ibid., III, 555; “República”, ibid., III, 601. Cf. Otto Gierke, Political<br />

Theories of the Middle Age (Cambridge: Cambridge University,<br />

1900); Adhémar Esmein, “L’inaliénabilité du domaine de la Couronne<br />

devant les États Généraux du xvie siècle”, en Paul Oertmann et.<br />

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von Schülern, Freunden un Verehren (Weimar: Hermann Böhlaus<br />

Nachfolger, 1911), 361-381; William W. Buckland, A Text-Book of<br />

Roman Law from Augustus to Justinian (Cambridge: Cambridge<br />

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in the Monarchomach Doctrine of Popular Soverignty”,<br />

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mostly followed, but did not cite: Jacinto Pallares (d. 1904, no Revolutionary,<br />

or revolutionary), ed., Legislación federal complementaria<br />

del derecho civil mexicano (Ciudad de México: Ramón F. Riveroll,<br />

1897); idem, Curso completo de derecho mexicano, o exposición<br />

filosófica, histórica y doctrina de toda la legislación mexicana, 2<br />

vols. (Ciudad de México: I. Paz, 1901). U.S. Progressivism then ideologically<br />

interesting in Mexico: e.g., Lester F. Ward, Dynamic Sociology;<br />

or Applied Social Science, as based upon Statical Sociology<br />

and the Less Complex Sciences, 2 vols. (Nueva York: D. Appleton<br />

and Company, 1883); idem, Applied Sociology: A Treatise on the<br />

Conscious Improvement of Society by Society (Boston: Ginn and<br />

Company, 1906; Richard T. Ely y George R. Wicker, Elementary<br />

Principles of Economics, together with A Short Sketch of Economic<br />

History (Nueva York, Macmillan, 1904); Richard T. Ely, “La division<br />

del trabajo”, La Iberia, Agosto 27, 1910; idem, “Las organizaciones<br />

obreras”, ibid., septiembre 6, 7, 8, 1910; “Lo que es el Sistema de las<br />

organizaciones”, ibid., septiembre 22, 1910; Roberto A. Esteva<br />

Ruiz, “El derecho público internacional en México”, Diario de<br />

Jurisprudencia, septiembre 11, 1911, 70; National Progressive Convention,<br />

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Party, adopted at its first National Convention, Chicago, August 7,<br />

1912 (Nueva York: Progressive National Committee, 1912); Wesley<br />

N. Hohfeld, Fundamental Legal Conceptions as applied in Judicial<br />

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1919), 23-64; “A New Frontier”, Mexican Herald, marzo 24,<br />

1914; “The Socialization of the Common Law: Professor Pound’s<br />

Lowell Institute Lectures”, The Green Bag, abril 1914, 166-170; Roscoe<br />

Pound, The Spirit of the Common Law (Boston: Marshall Jones<br />

Company, 1921); “Sociología económica”, El Correo Español, mayo<br />

18, 1914; “Reflexiones: la civilización y el progreso social” y “Nota<br />

editorial: Después del desastre, el meliorismo”, ibid., mayo 22,<br />

1914; “Por mayoría ayer se aprobó el artículo trece”, Mexican<br />

Herald, marzo 27, 1915; “Carranza Sends Commission to U.S. to<br />

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14, 1915; “Mexican Oil Wealth Great Lure to Wealthy Interventionists”,<br />

ibid., junio 7, 1915; José Vázquez Schiaffino, “Memoria relative<br />

al viaje efectuado a los Estados Unidos de América, por una<br />

parte del personal de la Comisión Técnica del Petróleo [septiembre,<br />

1915]”, Boletín del Petróleo, II, 6 (diciembre 1916), 505-534; “Sección<br />

editorial: Lo que significa para México la Reelección de Wilson”,<br />

El Pueblo, (diciembre 1916). Why the congeniality of (some)<br />

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York: n.p., 1916); “’La Unión Americana contra el Militarismo”’<br />

Trabaja Activamente Para ver [sic] de Evitar Decorosamente la<br />

Guerra”, El Pueblo, 23 de junio, 1916; “Los Delegados se van directamente<br />

a Washington”, ibid, 4 de julio, 1916; Atl a Luis R. Guzmán,<br />

AGN, G, 168-16, 7 de julio, 1916; Atl a Jesús Acuña, ibid., G, 168-16,<br />

27 de junio, 1916; “Brief Peace Notes”, Advocate of Peace, agosto<br />

1916; American Federation of Labor, Report of the Proceedings of<br />

the Thirty-Sixth Annual Convention of the American Federation of<br />

elección del jefe de la coalición carrancista como<br />

presidente pacificó a los villistas, los zapatistas<br />

y los contrarrevolucionarios. Los carrancistas<br />

mismos rápidamente se dividieron en nuevas<br />

facciones, cada una tramando su propia sucesión<br />

presidencial en 1920. La que triunfó, en una nueva<br />

coalición a favor de Obregón, lo hizo mediante<br />

rebelión, favorecida por los Estados Unidos y en<br />

alianza con sobrevivientes zapatistas y algunos<br />

contrarrevolucionarios. 9 Aunque nadie podría haberlo<br />

dicho entonces, éste fue el arreglo final de la<br />

Revolución, después del cual la historia económica,<br />

política y social sería nueva.<br />

Había sido una gran, larga Revolución, ciertamente<br />

una década de grandes, duras, violentas<br />

luchas por el poder. La lamentación de las quizá<br />

250 000 muertes en acción militar, probablemente<br />

muchas más por enfermedades causadas por la<br />

guerra, más otras 400 000 por la epidemia global<br />

de influenza en 1918-1919, fue muy dolorosa para<br />

la mayoría de los mexicanos hacia 1920. 10 De hecho,<br />

hacia el tiempo del arreglo el imperialismo<br />

de los Estados Unidos era más fuerte que nunca<br />

en México; las fuerzas armadas dirigidas (oficialmente<br />

o no) por grandes empresarios mexicanos<br />

apoyados por los Estados Unidos seguían<br />

peleando entre ellas para decidir las elecciones<br />

nacionales a favor de sus propios intereses; con<br />

todo y los discursos y decretos revolucionarios y<br />

los nuevos artículos constitucionales desde 1910,<br />

la única reforma sustantiva para los desposeídos<br />

y explotados que una fuerza revolucionaria había<br />

hecho realmente en diez años, la restitución de las<br />

viejas tierras agrarias a las comunidades de la región<br />

zapatista por el els, había sido desecha con<br />

perjuicio extremo por el nuevo ejército nacional<br />

constitucionalmente legitimado. Pero aun así, no<br />

menos significativo, las promesas que los revolucionarios<br />

habían hecho continuamente, así fuera<br />

sólo para superar a sus rivales, habían revivido<br />

las esperanzas burguesas de independencia nacional<br />

respecto de los Estados Unidos, esperanzas<br />

burguesas de una democracia como la de los<br />

Estados Unidos (liberal o progresista) para ellos<br />

mismos, y esperanzas populares de justicia para<br />

las clases explotadas.<br />

Toda esta Revolución, Revolucionamiento, Revolucionización,<br />

trajo algunos cambios notables<br />

en la sociedad mexicana. Ejemplos: la huida de algunas<br />

familias de la élite al exilio en los Estados<br />

Unidos o en Europa; la huida de los jerarcas católicos<br />

al exilio; la huida de muchas familias burguesas<br />

de la provincia a la Ciudad de México; la migración<br />

de muchos proletarios a trabajar en las industrias<br />

del transporte, la manufactura y la agricultura<br />

de los Estados Unidos, escasas de mano de obra,<br />

o en los nuevos campos petroleros mexicanos; la<br />

pesada nueva carga sobre las mujeres trabajadoras<br />

migrantes sin vínculos consanguíneos, o dejadas<br />

atrás para cuidar a los viejos y a los niños;<br />

muchos más hombres no blancos (algunos no sólo<br />

indios sino también con adn africano profundo);<br />

el enriquecimiento de los alguna vez generales y<br />

Labor, held at Baltimore, Md., 13 a 25 de noviembre, 1916 (Washington:<br />

Law Reporter Printing, 1916), 55-64, 385-389; John Murray,<br />

“Behind the Drums of Revolution”, The Survey, 2 de diciembre,<br />

1916, 241, 243; Rosendo Salazar y José G. Escobedo, Las pugnas de<br />

la gleba, 1907-1922, dos partes en una (Ciudad de México: Editorial<br />

Avante, 1923), I, 193-200; Amos R. E. Pinchot, History of the Progressive<br />

Party, 1912-1916 [1927-36] (Nueva York: New York University,<br />

1958) 7-71, 218-223; Lincoln Stephens, The Autobiography of<br />

Lincoln Stephens, 2 vols. en uno (Nueva York: Harcourt, Brace and<br />

Company, 1931), 715-740; Eugene M. Tobin, Organize or Perish:<br />

America´s Independent Progressives, 1913-1933 (Nueva York: Greenwood,<br />

1986), 9-10, 67-73; Nancy P, Pinchot, “Amos Pinchot: Rebel<br />

Prince”, Pennsylvania History, LXVI, 2 (Primavera, 1999), 180-191.<br />

The best light now on Molina’s confusion: Antonio Azuela, “El problema<br />

con las ideas que están detrás”, en Emilio Kouri, ed., En busca<br />

de Molina Enríquez: Cien años de “Los grandes problemas nacionales”<br />

(Ciudad de México: Colegio de México, 2009), 79-125; y<br />

Alejandra Núñez Luna, “Las aportaciones del jurista sobre la propiedad<br />

de las aguas: Del rey a la nación”, ibid., 127-227. On Constitutionalism<br />

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of Law: The Supreme Court and Labor Legislation in Mexico, 1875-<br />

1931 (Stanford: Stanford University, 2012), 110-180.<br />

9 Valadés, op. cit., VI, 62-392, VII, 1-92; Womack, Zapata, 266-<br />

370; Meyer, Mexico and the United States, 75-148; Richmond, op.<br />

cit., 98-237; Alicia Hernández Chávez, “Militares y negocios en<br />

la Revolución Mexicana”, Historia Mexicana, XXXIV, 2 (octubre<br />

1984), 181-212; ídem, “El zapatismo: una gran coalición nacional<br />

popular democrática”, en Javier Garciadiego, ed., Zapatismo: origen<br />

e historia (Ciudad de México: Instituto Nacional de Estudios<br />

Históricos de las Revoluciones de México, 2009), 17-51; Knight, op.<br />

cit., II, 469-516; Linda B. Hall, Oil, Banks and Politics: The United<br />

States and Post-Revolutionary Mexico, 1917-1924 (Austin: University<br />

of Texas, 1995); Katz, Villa, 615-715.<br />

10 Melvin Small y J. David Singer, Resort to Arms: International<br />

and Civil Wars, 1816-1980, 2ª ed. (Beverly Hills: Sage, 1982), 227,<br />

238, 254, 278; Valadés, op, cit., VII, 81-83, 108-109; Womack, “The<br />

Mexican Revolution”, 138, 153.<br />

políticos revolucionarios pequeño-burgueses (en<br />

muchos casos inicialmente por las buenas o por<br />

las malas, mediante el saqueo, pero a menudo<br />

vueltos respetables después por parientes y abogados);<br />

la democratización del machismo, del lema<br />

agrarista la tierra es de quien la trabaja al engreimiento<br />

de cualquier hombre de que la mujer es de<br />

quien la manda; más impresionante, la formación<br />

de un nuevo ejército nacional. Estos cambios profundos,<br />

serios algunos de ellos, han sido sacados a<br />

la luz por los historiadores sociales en los últimos<br />

40 años.<br />

Pero éstos son cambios revolucionarios sólo<br />

en el sentido más general. Algunos historiadores<br />

los han confundido con la Revolución mexicana<br />

como tal. Pero no fueron cambios revolucionarios<br />

mexicanos específicos; son solo el tipo de<br />

cambios que cualquier fuerza poderosa desencadenaría,<br />

cambios que, por ejemplo, cualquier gran<br />

innovación tecnoeconómica, digamos la máquina<br />

de vapor, la transmisión eléctrica a larga distancia,<br />

los combustibles derivados del petróleo, o<br />

cualquier gran innovación dietética de altas calorías<br />

(caña de azúcar, papas, maíz), cualquier gran<br />

invención médica (como los medicamentos contra<br />

la viruela o la fiebre amarilla), o cualquier racha<br />

de desastres naturales, o plagas, o hambrunas,<br />

desencadenarían; cualquier guerra civil grande<br />

desbandaría al ejército derrotado y haría que los<br />

victoriosos crearan un nuevo ejército. Cualquier<br />

guerra intensa por ferrocarril en México habría<br />

traído entonces todos estos cambios, incluyendo<br />

la creación de un nuevo ejército nacional.<br />

Lo que está implicado aquí es lo que hizo la Revolución<br />

mexicana a la Revolución mexicana, lo<br />

que la especificó, lo que la hizo especial, “la Revolución<br />

Mexicana”. La clave es la conexión continuamente<br />

cambiante, doblemente contradictoria<br />

siempre, entre las fuerzas burguesas y las fuerzas<br />

populares del México de entonces, conexión<br />

de fuerzas impulsadas por tres clases en colaboraciones<br />

y conflictos continuamente repetidos.<br />

Como en tandas de cooperación y contención<br />

naturalmente repetidas, en mutua obsesión, accionadas<br />

por una Wechselwirkung [interacción]<br />

loca, por una “salvaje corriente alterna”, esto fue<br />

realmente la lucha de clases en México entonces,<br />

capitalistas, trabajadores propietarios y proletarios<br />

en una lucha doble, en ambas juntos y en<br />

contra de los otros, en una dialéctica imperialista<br />

continuamente trenzada, en la que ninguna fuerza<br />

subsumía a la vieja dinámica, tomara control<br />

de la torsión, diera el giro hacia una nueva dirección<br />

definida y ascendiera para escribir una nueva<br />

historia mexicana. 11<br />

En las luchas de poder y en las esperanzas resurgentes,<br />

convergentes, divergentes, reconciliadoras,<br />

antagónicas, la Revolución mexicana transcurrió<br />

la mayor parte de la década como si las<br />

fuerzas burguesas movieran a las fuerzas populares,<br />

extraídas de trabajadores propietarios y proletarios.<br />

En muchas situaciones diferentes, geográficas,<br />

económicas y sociales, contemporáneas<br />

y sucesivas, la conexión fue mayormente directa,<br />

mutuamente reforzante y efectiva entre la fuerza<br />

revolucionaria explotadora de clase, la fuerza revolucionaria<br />

autoexplotadora de clase y el liderato<br />

definitivamente superior, esto es, liderato burgués<br />

y seguidores propietarios. Aun así, estos seguidores,<br />

subordinados, subalternos oficiales literales,<br />

fueron intermediarios socialmente estratégicos,<br />

líderes en sí mismos, quienes por sus propias razones<br />

se habían vuelto voluntarios bajo un mando<br />

general y se movilizaron entre sus vecinos<br />

propietarios y, proletarios urbanos, industriales<br />

y rurales. 12 Esta fue la fuerza en movimiento de<br />

11 Cfr. V.I. Lenin, “El slogan del ‘Desarme’ [octubre 1916]”, en<br />

sus Obras Completas, 45 vols. (Moscú: Editorial Progreso, 1960-<br />

70), XXIII, 94-104; ídem, “Lectura de la Revolución de 1905 [marzo<br />

1917]”, ibid., XXIII, 236-253; ídem, “Cartas desde lejos: Primera<br />

Carta [marzo 1917]”, ibid, XXIII, 297-308; ídem, “Das Militärprogramm<br />

der proletarischen Revolution”, Jugend-Internationale,<br />

No. 9 y 10 (septiembre y octubre 1917), 4-6, 3-4, respectivamente;<br />

Leopold H, Haimson, The Russian Marxists and the Origins of Bolshevism<br />

(Cambridge: Harvard University, 1955), 99-101; Georges<br />

Haupt, L’historien et le mouvement sociale (París: Maspero, 1980),<br />

237-266; Stathis Kouvelakis, “Lenin as Reader of Hegel; Hypotheses<br />

for a Reading of Lenin’s Notebooks on Hegel’s The Science of<br />

Logic”, en Stanislav Budgen et al., eds., Lenin Reloaded: Toward<br />

a Politicos of Truth (Durham: Duke University, 2007), 164-205;<br />

Étienne Balibar, “The Philosophical Moment in Politics”, ibid, 207-<br />

221. Sobre corriente alterna salvaje: Wayne Kilcollins, Maintenance<br />

Fundamentals for Wind Technicians (Clifton Park: delmar,<br />

2012), 7-8.<br />

12 “Subalterno”, en Harry T. Peck, ed., New Websterian 1912<br />

Dictionary, rev. (Nueva York: Syndicate Publishing Company,<br />

1912), 801; “Subaltern”, en J.A. Simpson y E.S.C. Weiner, eds., The<br />

8 la gaceta noviembre de 2016


evolución mexicana<br />

la revolución maderista, como después la fuerza<br />

en movimiento revolucionaria carrancista,<br />

1910-1915. Entonces irrumpió la excepción sobresaliente,<br />

la guerra civil Revolucionaria, 1914-16,<br />

cuando la Revolución burguesa-propietaria perdió<br />

una parte crítica, cuando por su propia fuerza<br />

y contra el liderato burgués, algunos jefes subordinados<br />

fuertes, el jefe mayor Villa, alió a la dn<br />

con el els, y amenazó desde adentro con convertir<br />

a la Revolución en “revolución social” popular,<br />

populista. La alianza popular villista-zapatista,<br />

dn-els, fracasó en 1915-1916 —el mayor fracaso,<br />

el más significativo, de la Revolución—. Pero la<br />

nueva coalición revolucionaria burguesa propietaria,<br />

aunque dominante sobre las viejas y nuevas<br />

facciones disidentes revolucionarias y las persistentes<br />

facciones contrarrevolucionarias, no volvió<br />

a recuperar el control burgués del liderato de<br />

la Revolución, 1916-1920. El arreglo de 1920 fue<br />

en consecuencia definitivo y espurio.<br />

Debido a las contradicciones esenciales, mutuamente<br />

interferentes, dialécticas, mutuamente<br />

accionantes, entre las grandes luchas por el poder<br />

de la Revolución, las continuamente resurgentes<br />

esperanzas burguesas de democracia burguesa,<br />

y las incongruentes esperanzas populares de justicia,<br />

justicia propietaria, justicia proletaria, a<br />

lo largo de toda la década, la crisis de 1915-1916<br />

requiere especial reflexión. Reflexionar sobre<br />

esto no es negar la significación de otros sucesos,<br />

conflictos, momentos revolucionarios. Es tratar<br />

de entender cómo, en la coyuntura dinámica total<br />

de la época, imperialismo, guerra mundial,<br />

grandes revoluciones en otras partes (ejemplos:<br />

Turquía, China, Rusia), la crisis de 1915-1916 fue<br />

la diferencia esencial de la Revolución mexicana.<br />

El análisis reflexivo de esto considera especialmente<br />

cuatro excepciones revolucionarias,<br />

dos grandes fuerzas, dos movimientos secundarios.<br />

Las dos excepciones principales, la fuerza<br />

villista y la fuerza zapatista, surgieron originalmente<br />

de la revolución maderista. Fueron excepcionales<br />

no sólo por su sorprendente afirmación<br />

de independencia (para el escandaloso disgusto<br />

de la burguesía), sino mucho más por luchar<br />

como fuerzas populares, no con propósitos burgueses,<br />

sino por la justicia propietaria y proletaria,<br />

principalmente por el derecho a la tierra,<br />

los villistas idealmente en igualdad individual,<br />

los zapatistas idealmente en solidaridad comunitaria.<br />

A fin de entender la importancia de estas<br />

fuerzas en la Revolución, la mayoría de los historiadores<br />

ha estudiado sobre todo sus programas,<br />

pero importa más cómo ellas se comportaron en<br />

la guerra civil. La mayor fuerza de ambas, militarmente,<br />

en contingentes, logística, disciplina,<br />

armamento, movilidad, rango de operaciones<br />

y duración de la acción, fue la dn de Villa, probablemente<br />

el ejército revolucionario regular<br />

más grande en la historia de América Latina.<br />

Gracias a Katz los historiadores conocen ahora<br />

mucho de esto, incluyendo, como Katz lo explicó<br />

brillantemente, la debilidad central de la dn: que<br />

para mantener unidas sus columnas, mantener<br />

su impulso revolucionario, no podía cumplir su<br />

reforma agraria. 13 La otra fuerza —el Ejército Libertador<br />

del Sur dirigido por Zapata— era más<br />

pequeña, localizada, mucho menos móvil pero<br />

más coherente, consistente, intensiva, intensa y<br />

subversiva, siempre basada en Morelos, por eso<br />

no más extendida que replicada o adaptada en las<br />

provincias vecinas. Dada su lucha en las plantaciones<br />

de azúcar en Morelos, los molinos en los<br />

campos ahí, y las villas de las que los hacendados<br />

había tomado las tierras y obtenido fuerza<br />

de trabajo, las villas mismas aprovisionaban al<br />

els, sus cuarteles podían hacer justicia agraria<br />

colectiva a algunos trabajadores propietarios y<br />

proletarios, tenían todas las buenas razones para<br />

hacerlo y lo hicieron. Si estas dos excepcionales<br />

fuerzas hubieran cooperado en acciones serias<br />

en 1914-1915, probablemente hubieran dividido a<br />

la fuerza carrancista de dirección burguesa, dada<br />

la Convención Soberana, con un poco de tiempo<br />

para intentar realizar una mancomunidad agraria<br />

nacional. Pero precisamente debido a sus<br />

bases y organización diferentes, diferencias en<br />

las que fueron tan lejos como pudieron en 1915,<br />

fueron incapaces de cooperar política o militar-<br />

Oxford English Dictionary, 2a ed., 20 vols. (Oxford: Clarendon,<br />

1989), XVII, 13.<br />

13 Katz, Villa, 287-308, 358, 807. Sobre las contradicciones de<br />

Villa: ibid., 211, 236-238, 249, 403-414, 474-475, 541, 803, 808.<br />

mente por mucho tiempo en escala nacional, no<br />

pudieron crear un poder nacional, y la alianza<br />

carrancista las destruyó por separado y una tras<br />

otra. El Ejército Constitucionalista de Operaciones<br />

comandado por Obregón destruyó a la dn en<br />

1915. El Ejército Constitucionalista de Oriente<br />

comandado por González destruyó al els en 1916.<br />

Las fuerzas norteñas y sureñas sobrevivientes<br />

(en los años por venir) no pudieron poner en peligro<br />

por sí mismas al nuevo régimen de dirección<br />

burguesa de 1917.<br />

Que en 1915-1916 fue cuando la Revolución dio<br />

su giro crítico contra un proyecto popular populista,<br />

a favor de un proyecto burgués progresista,<br />

es una vieja observación. La observación<br />

es correcta respecto de que el giro fue entonces<br />

esencial para hacer de la Revolución lo que resultó<br />

ser. Pero no es correcta si significa que el giro<br />

no fue más que asunto de capacidades políticomilitares<br />

comparadas, pues en tal sentido significaría<br />

que el giro no fue realmente crítico, sino<br />

inevitable, ya inscrito en las cartas de clase, de<br />

modo que la Revolución terminaría inevitablemente<br />

en el arreglo constitucional de 1917. Ciertamente<br />

fue el giro crítico de la Revolución, pero<br />

en un sentido más profundo, de modo que tomó<br />

otros cuatro años para concluir en el acuerdo<br />

de liquidación de cuentas espurio de 1920. Para<br />

entender lo que fue realmente la distintiva, definitiva<br />

crisis de 1915-1916 se requiere un análisis<br />

más allá de las fuerzas villistas, zapatistas y carrancistas.<br />

Y aquí exigen consideración las otras<br />

dos excepciones revolucionarias porque, aunque<br />

ambas fueron secundarias en cuanto a compromiso<br />

revolucionario en 1915-1916, pudieron haber<br />

hecho una diferencia crítica, histórica.<br />

Ambas excepciones fueron movimientos sociales<br />

inevitablemente metidos en política, uno de<br />

cierta laicidad católica; el otro, totalmente diferente,<br />

de un cierto movimiento obrero. Los orígenes<br />

de ambos son anteriores a la Revolución. Sus<br />

terríficas y entonces incomprensiblemente complejas<br />

historias, demasiado complejas, demasiado<br />

diferentes para tratarlas aquí, involucraron<br />

tantas contradicciones que ni la Iglesia ni el movimiento<br />

laboral, nacionalmente, habrían tomado<br />

a estos movimientos como aproximadamente<br />

representativos de ellos durante la Revolución.<br />

El clero y los laicos tomaron diversas actitudes (a<br />

menudo en mutua discordia) hacia las diferentes<br />

facciones revolucionarias, aunque más acordes<br />

en su enemistad radical hacia la coalición constitucionalista,<br />

1914-1917. Si solo por esta razón,<br />

para no entrar en otros asuntos como doctrina,<br />

conciencia y voluntad de Dios, los entonces bien<br />

organizados católicos sociales de la Ciudad de<br />

México, incluyendo a los fieles que doblaron las<br />

campanas por la ocupación de la ciudad por el<br />

els (el miércoles 25 de noviembre de 1915) y sus<br />

regimientos aprovisionados con el estandarte de<br />

Guadalupe y los medallones de la Virgen María<br />

que ostentaban, bien pudieron haber organizado<br />

en 1915 el Partido Popular de México y un movimiento<br />

zapatista clandestino con poderosos,<br />

probablemente críticos efectos en 1916, de serias<br />

consecuencias mucho después. 14<br />

14 Jorge Prieto Laurens, Cincuenta años de política mexicana:<br />

Memorias políticas (Ciudad de México: Editora Mexicana de<br />

Periódicos, Libros y Revistas, 1968), 10-30, 34, 37-41, 49-52; Jean<br />

Meyer, La cristiada, 3 vols. (Ciudad de México: Siglo XXI, 1973),<br />

II, 54-100; Manuel Ceballos Ramírez: El catolicismo social: un<br />

tercero en discordia: Rerum Novarum, la “cuestión social” y la<br />

movilización de los católicos mexicanos (1891-1911) (Ciudad de<br />

México: Colegio de México, 1991), 270-416; Javier Garciadiego<br />

Dantan, Rudos contra científicos: La Universidad Nacional durante<br />

la Revolución mexicana (Ciudad de México: Colegio de México,<br />

1996), 60, 141, 204, 218, 229, 300, 327, 331-332, 337-338; Katz,<br />

Villa, 45-47, 51-52, 233-234, 236-237, 266-267, 404-409, 426-428,<br />

446-448. The ELS’s first entrance into the city: “Han entrado ya<br />

a la capital las tropas surianas”, Mexican Herald, 25 de noviembre,<br />

1914; “Capital Quiet under Rule of the Zapatistas”, ibid., 26 de<br />

noviembre, 1914; “Emiliano Zapata with His Staff Arrive in Capital”,<br />

ibid., 28 de noviembre, 1914; Francisco Ramírez Plancarte,<br />

La ciudad de México durante la revolución constitucionalista, 2ª<br />

ed. (Ciudad de México: Ediciones Botas, 1941), 246-252; Gustavo<br />

Casasola, et., Historia gráfica de la Revolución Mexicana, 1900-<br />

1970, 2ª ed. 10 vols., (Ciudad de México: Trillas, 1973), III, 928. The<br />

DN-ELS parade into the city, the ELS against Guadalupan: “60,000<br />

Troops to Make Entry into Capital Today”, Mexican Herald, 6 de<br />

diciembre 1914; “Troops from North and South Parade in Capital”,<br />

ibid., 7 de diciembre, 1914; Ramírez Plancarte, op. cit., 271-278;<br />

Casasola, op. cit., III, 942; Christopher G. Cunningham, “The Casa<br />

del Obrero Mundial and the Mexican Revolution: Radical Ideology<br />

and the Role of the Urban Worker in Mexico City, 1912-1916”,<br />

Disertación Ph.D. (Universidad de Toronto: Departamento de<br />

Historia, 1978), 274-447; Pineda Gómez, La revolución, 515. The<br />

individual likeliest most responsible for the Church’s welcome of<br />

the ELS and its Guadalupan entry, Fr. Pedro Benavides Lira, entonces<br />

canónigo y tesorero de la Catedral Metropolitana de la Arquidiócesis<br />

de la Ciudad de México y secretario de la Sagrada Mitra<br />

ahí, en efecto el vicario diocesano general, antiguo párroco de la<br />

Mucho más importante para las entonces tres<br />

coaliciones revolucionarias mayores fue la otra<br />

excepción secundaria, el movimiento laboral. En<br />

esta crisis importó poco que en la división económica<br />

del trabajo en México, vastamente rural<br />

todavía, mayormente agrícola, sólo una pequeña<br />

fracción fuera proletaria en servicios urbanos,<br />

minas, molinos, fábricas, transporte, plantas de<br />

electricidad, campos petroleros. Lo que importaba<br />

era su poder industrialmente estratégico,<br />

cuánto poder específico tenían en su trabajo para<br />

parar la producción en cuántos departamentos<br />

de la matriz de producción nacional y así desafiar<br />

(más o menos) el orden de seguridad nacional<br />

existente (lo que hubiera de él). De todas estas<br />

organizaciones obreras en el país en 1914, en<br />

muchas ciudades y pueblos diferentes, en muchas<br />

industrias diferentes, en muchas situaciones políticas<br />

diferentes, sin organización nacional, los<br />

sindicatos tenían poder estratégico industrial en<br />

alrededor de 15 lugares militarmente críticos (estratégicos<br />

como puertos o talleres ferroviarios).<br />

Entre ellos, sin sorpresa, la plaza más importante<br />

era la Ciudad de México, el Distrito Federal,<br />

considerando sus suburbios. Ahí, a principios de<br />

1915, bajo una rápida ocupación constitucionalista<br />

con Obregón como comandante en jefe, los<br />

sindicatos sufrieron un cisma crítico. Muchos detalles<br />

altamente reminiscentes de las traiciones<br />

excitadas por la guerra de 1914 en los movimientos<br />

laborales europeos son parte de la historia<br />

de este cisma en el movimiento obrero mexicano<br />

pero no son pertinentes aquí. Analíticamente es<br />

suficiente resumir: algunos sindicatos aceptaron<br />

de Obregón una oferta difícil de rehusar: servicio<br />

militar constitucionalista en sus propios “Batallones<br />

Rojos”, con pago de salarios normales a<br />

sus miembros y derechos de veteranos al regresar<br />

a sus empleos al triunfo del constitucionalismo<br />

sobre las fuerzas villistas y zapatistas; otros<br />

sindicatos, políticamente independientes, recientemente<br />

unidos en una federación del Distrito<br />

Federal, no aceptarían la oferta, y a lo largo de<br />

1915 desafiaron sucesivos puestos de mando en la<br />

ciudad en medio de la guerra civil revolucionaria,<br />

gran inflación, comercios vacíos y tifoidea, realizando<br />

cuatro grandes huelgas por reconocimiento<br />

contractual, salarios y condiciones de trabajo,<br />

la mayoría de las cuales ganaron. 15 De estos sinparroquia<br />

de Tizayuca, México., Tlálpam, Santo Tomás la Palma y<br />

San Pablo, todas en el Distrito Federal, y desde 1896 notorio guadalupano:<br />

“El cumplimiento Pascual en la Cárcel de Tlálpam”, El<br />

tiempo, 19 de junio 1895; “Instalación de la Junta Guadalupana”,<br />

Voz de México, 17 de octubre, 1896; “Actualidades”, ibid., 14 de<br />

abril, 1897, “La gran peregrinación obrera al Santuario de Ntra.<br />

Sra. De Guadalupe”, El Tiempo, 2 de junio, 1900; “Misiones”, ibid.,<br />

6 de mayo, 1902; “El colmo de la mala fe”, El País, 5 de julio, 1902;<br />

Aviso religioso”, Voz de México, 21 de agosto, 1906; “Religioso”, El<br />

Tiempo, 21 de octubre, 1906; “Más de cincuenta mil almas han presenciado<br />

la entrada del nuevo arzobispo de México”, El Tiempo, 12<br />

de febrero, 1909; “Las Bodas de Plata del señor Pbro. D. Modesto<br />

Basurto”, El Tiempo, 6 de octubre, 1909; “Los nuevos Canónigos en<br />

la Catedral”, Correo Español, 11 de febrero, 1910; “El señor Pbro.<br />

Aguilar celebra sus bodas de plata”, El Tiempo, 6 de abril, 1910;<br />

“Honras fúnebres por el eterno descanso del alma del señor Pbro.<br />

Don Modesto Basurto”, ibid., 11 de febrero, 1911; “Fue recibido con<br />

indescriptible entusiasmo la venerada imagen de Nuestra Señora<br />

de los Remedios en Catedral”, El País, 19 de abril, 1912; “No se ha<br />

nombrado nuevo srio. De la Sagrada Mitra”, ibid., 17 de marzo,<br />

1915; “Notes of the Passing Day”, Mexican Herald, 5 de abril, 1914;<br />

El Canónigo Benavides Gob. De la Mitra”, ibid., 17 de marzo, 1915;<br />

“Está en Veracruz el Sr. Vicario Paredes”, ibid., 22 de marzo, 1915.<br />

15 Para completar, según mis cuentas, diecisiete, ver Guaymas,<br />

Guadalajara, Juárez, Monterrey, Tampico, San Luis Potosí,<br />

Torreón, Aguascalientes, Irapuato, Celaya, Veracruz, Orizaba,<br />

Puebla, Apizaco, Rincón Antonio, Salina Cruz y Ciudad de México:<br />

Departamento de Guerra de los Estados Unidos, Oficina del Jefe<br />

de Estado Mayor, División del Colegio de Guerra, Staff General,<br />

No. 21, Monograph on Mexico (Washington: Government Printing<br />

Office, 1914), 97-121, 157-180; [George Marvin?] “What War with<br />

Mexico Means”, World’s Work, agosto 1916, 427-429; y War Map<br />

of Mexico (Garden City: World’s Work, n.d. [1916]. The Red Battalions:<br />

Dr. Atl al Primer Jefe, 1 de marzo, 1915, Archivo Histórico de<br />

la Defensa Nacional (en adelante AHDN), XI/481.5/97/627; John<br />

Murray, “Labor Unionism Sweeping Mexico”, New York Call, 2 de<br />

abril, 1915; ídem, “Mexico May be the First Socialist Republic…”;<br />

ídem, Murray in Trench as Bullets Sing”, ibid., 2 de mayo, 1915;<br />

idem, “When Diaz Ruled Mexico it was slavery and death for workers.<br />

Under Carranza the workers strike and get the moral support<br />

of the Constitutionalists”, ibid., 19 de mayo, 1915; idem, “When<br />

We Take a City, You Organize Workers, Carranza Tells Unions”,<br />

ibid., 20 de mayo, 1915, agradezco a Jenny Kastner las copias de<br />

los seis últimos documentos; idem, “Behind the Drums”; Eliseo<br />

López Rabela e Ismael E. Sonoqui, “Informe que rinde la comisión<br />

nombrada para investigar las cuentas del compañero Jesús<br />

Torres Polo, ex tesorero de la Casa del Obrero Mundial”, 5 de abril,<br />

1915, Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Secretaría<br />

de Gobernación (en adelante G), 99-35; Comité Revolucionario de<br />

la Casa del Obrero Mundial de México a Eliseo Arredondo, 10 de<br />

junio, 1915, AHDN, XI/481.5/316/240; Salazar y Escobedo, op. cit.,<br />

I, 92-113, 119.125, 137-142, 153-162; Ramírez Plancarte, op. cit.,<br />

325, 355-362, 371-372; Cunningham, op. cit., 311-334, 341-365; Alicia<br />

Hernández Chávez, “Los Batallones Rojos y Obregón, un pacto<br />

inestable”, manuscrito, Simposio Denominado Gral. Emiliano<br />

Zapata Salazar y el Problema Campesino, 30 de noviembre, 1979.<br />

noviembre de 2016 la gaceta 9


la revolución mexicana: qué hizo, qué hizo posible y qué no hizo<br />

dicatos independientes, el más estratégico industrialmente<br />

fue el de Luz y Fuerza de la Ciudad de<br />

México, el Sindicato Mexicano de Electricistas<br />

(sme), organizado en diciembre de 1914 durante<br />

la ocupación de la capital por el els, bajo cierto<br />

entendimiento (secreto) con Zapata, el cual evidentemente<br />

se mantuvo bajo la ocupación constitucionalista<br />

después de agosto de 1915, sindicato<br />

técnicamente capaz, como lo demostró más de<br />

una vez, de cortar la fuerza motriz del transporte<br />

mecanizado, de servicios públicos vitales y de<br />

casi toda la industria moderna en el Distrito Federal.<br />

16 Del 31 de julio al 2 de agosto de 1916, durante<br />

la Expedición Punitiva de los Estados Unidos<br />

contra Villa en Chihuahua, el sme golpeó de<br />

nuevo al poder, parando los servicios modernos y<br />

la producción del distrito, más ofensivamente (si<br />

bien brevemente) las fábricas de pólvora y municiones<br />

del ejército nacional en la Ciudad de México.<br />

El mando constitucionalista orilló al sindicato<br />

a terminar la huelga, significativamente mediante<br />

órdenes, amenazas horrendas, despliegue de<br />

fuerzas armadas y arrestos, no baño de sangre. 17<br />

16 Indicios de un entendimiento SME-ELS: Libros de Actas del<br />

Sindicato Mexicano de Electricistas, I, 14 de diciembre, 1914, 6 y 13<br />

de febrero, 13, 16 y 21 de abril, 2 de junio, 11 y 13 de agosto, 1915, II,<br />

17, 20 y 24 de noviembre, 1, 2, 6, 18, 21, 22 y 29 de diciembre, 1915,<br />

8 de enero, 19 de febrero, 1 de marzo, 1916; L. Ochoa y E. Velasco a<br />

José Colado, 22 de diciembre, 1914, AGN, Departamento de Trabajo<br />

(en adelante DT), 31/2/7/11; C.B. Vilchis, Informe confidencial,<br />

13 de marzo, 1914 [sic por 1915], AGN, G, 8-32; J. Guilibaldo Nava al<br />

Secretario de Gobernación, 5 de octubre, 1915, AGN, G, 177-89; “En<br />

las minas no se registraron daños”, Mexican Herald, 6 de mayo,<br />

1915; “Durante dos horas toda la ciudad careció de luz”, ibid., 9 de<br />

julio, 1915; “Á última hora”, ibid., 20 de julio, 1915; “El servicio de<br />

los eléctricos se normaliza”, ibid., 21 de julio, 1915; “Tres poblaciones<br />

en poder del General Amado Azuara”, ibid., 8 de agosto, 1915;<br />

“Quedó arreglada la huelga gral. de electricistas” y “La huelga gral.<br />

paralizó ayer muchos servicios”, ibid., 14 de ahosto, 1915; “Las<br />

concesiones a los electricistas”, ibid., 12 de agosto, 1915; “Se interrumpió<br />

el servicio de luz y fuerza”, ibid., 15 de septiembre, 1915;<br />

“Luz y energía de las plantas de la capital”, ibid., 16 de septiembre,<br />

1915; “Fue recuperada Necaxa por el Gral. A. González” y “Se<br />

reanudaron los servicios de luz y agua”, ibid., 29 de septiembre,<br />

1915; “Los últimos triunfos de las armas constitucionalistas”, El<br />

Pueblo, 30 de septiembre, 1915; “Regocijo popular por los triunfos<br />

obtenidos en Torreón, Necaxa y Viesca”, ibid., 2 de octubre, 1915;<br />

“Sindicato Mexicano de Electricistas”, ibid., 15 de diciembre, 1915;<br />

“Un agitador trató de provocar una huelga entre los empleados de<br />

la Compañía de Tranvías”, ibid., 29 de marzo, 1916; Pablo González,<br />

“Parte oficial rendido por el General Pablo González, sobre los<br />

combates sostenidos contra fuerzas zapatistas, con motivo de la<br />

recuperación de la plaza de México, efectuada en el mes de Julio<br />

de 1915 [12 de julio, 1915]”, en Juan Barragán, Historia del Ejército<br />

y de la Revolución Constitucionalista, 2 vols. (Ciudad de México:<br />

Antigua Librería Robredo, 1946), II, 609; ídem, “Parte oficial de<br />

las operaciones militares llevadas a cabo por el Cuerpo de Ejército<br />

de Oriente desde el 17 de julio hasta la reocupación de la Ciudad<br />

de México, el 2 de agosto de 1915 [2 de agosto, 1915]”, ibid., II, 611-<br />

617; ídem, “Informe, que el General de División Pablo González,<br />

rinde al C. Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista<br />

y Encargado del Poder Ejecutivo de la Nación, sobre<br />

su gestión en la parte administrativa, como General en Jefe del<br />

Cuerpo de Ejército de Oriente y con motivo de la recuperación y<br />

ocupación de la Ciudad de México y poblaciones cercanas [diciembre<br />

1915]”, en Pablo González [Jr.], El centinela fiel del constitucionalismo<br />

(Saltillo: Editorial Alfonso Reyes, 1971), 411-414, 426,<br />

431, 433, 435-436; Graham Fulton al Secretario de Gobernación, 8<br />

de julio, 1916, AGN, G, 205-54; ídem al Secretario de Gobernación,<br />

14 de julio, 1916, AGN, G, 205-53; ídem al Secretario de Gobernación,<br />

26 de julio, AGN, G, 206-41; Subsecretario de Comunicaciones<br />

al Secretario de Guerra, 28 de julio, 1916, ibid.; Fulton al<br />

Secretario de Gobernación, 4 de septiembre, 1916, AGN, G, 221-<br />

64; Hernández Chávez, “Los batallones rojos”, 3-4, 12-15, nn 5, 22,<br />

24, 25, 27; ídem, “El zapatismo, 38-41; David G. LaFrance, “Lucas<br />

and the Mexican Revolution, 1910-1917”, en Guy P.C. Thomson con<br />

David G. LaFrance, Patriotism, Politics, and Popular Liberalism in<br />

Nineteenth-Century Mexico: Juan Francisco Lucas and the Puebla<br />

Sierra (Wilmington: Scholarly Resources, 1999), 294-300.<br />

17 Entre fuentes abundantes, Secretario de Justicia a Secretario<br />

de Gobernación, 13 de junio 1916, AGN, G, 15753; Ignacio<br />

López Bancalari a Lugo, 24 de junio y 24 de julio, 1916, AGN,<br />

Departamento de Trabajo (en adelante DT), 31/2/11/14; Director<br />

del Departamento de Trabajo a Gerente General de la Compañía<br />

Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, 27 de junio, 1916, ibid.; B.G. Hill<br />

a Subsecretario de Fomento, 20 de julio, 1916, AGN, DT, 34/1/13/2;<br />

Graham Fulton a Secretario de Gobernación, 26 de julio, 1916;<br />

Libro de Actas del Sindicato Mexicano de Electricistas, II, 26 de<br />

julio, 16 de octubre, 1916; “La Confederación de sindicatos exige<br />

para los trabajadores a partir del día de hoy, el pago de salarios<br />

a base de oro,” El Pueblo, 22 de julio, 1916; “Sindicatos obreros,”<br />

ibid., 23 de julio, 1916; “Las clases laboriosas no deben divorciarse<br />

en su conducta económica, del gobierno de la revolución,” ibid.,<br />

25 de julio, 1916; “Obreros de la metrópoli: Volved sobre vuestros<br />

pasos,” “Los obreros de México no han tenido plena conciencia de<br />

su conducta legal,” y “Conceptos del ciudadano Primer Jefe que<br />

deben tener presentes los obreros,” ibid., extra, 1 de agosto, 1916;<br />

“Ayer, a Medio Día, Fueron Reanudados los Servicios Públicos que<br />

se Encontraban en Suspenso a Causa de la Huelga,” ibid., 13 de<br />

agosto, 1916; “Á propósito de la huelga,” “El noventa por ciento de<br />

los obreros declarados en huelga se ha presentado ya a reanudar<br />

sus labores,” y “Se Fija la Jornada de Ocho Horas de Trabajo para<br />

los Obreros de los Ferrocarriles Constitucionalsitas,” ibid., 4 de<br />

agosto, 1916; “La Opinión Pública y la Huelga” “Los Enemigos de la<br />

Patria Siempre Serán de los Obreros,” y “Está terminada la averiguación<br />

judicial contra los obreros huelguistas,” ibid., 5 de agosto,<br />

1916; “¿Huelga……[sic] Política?,” “La “Última Huelga,” “Nombraron<br />

defensor los obreros detenidos,” y “Con motivo de la huelga,”<br />

ibid., 6 de agosto, 1916; “Sobre el mismo tema,” “Una entrevista<br />

con los obreros de Puebla a propósito de la huelga,” “Terminó el<br />

proceso de Ernesto Velasco y Luis Harris,” y “Está Próximo el Consejo<br />

de Guerra de los Huelguistas,” ibid., 8 de agosto, 1916; “Hoy se<br />

efectuará el consejo de guerra de los obreros huelguistas,” ibid.,<br />

Considérese lo que hubiera ocurrido en la Revolución<br />

si un Batallón Rojo se hubiera amotinado<br />

y pasado a pelear como batallón zapatista,<br />

algo de lo cual ocurrió. 18 Mucho más importante:<br />

considérese si el Sindicato Mexicano de Maquinistas<br />

del ferrocarril local del Distrito Federal, o<br />

mejor el sme, o mejor ambos, hubieran organizado<br />

células clandestinas de resistencia anticonstitucionalista<br />

en el distrito, coordinados con<br />

los cuarteles del els para acciones decisivas, si<br />

hubieran convertido una huelga económica general<br />

del distrito en huelga política de masas en<br />

demanda no sólo de un nuevo gobierno nacional<br />

popular sino de la nacionalización de la tierra,<br />

inhabilitado al mando constitucionalista de la<br />

capital y abierto la ciudad para ser retomada por<br />

el els, con el comité de huelga maquinistas-sme<br />

haciéndose cargo de la economía del distrito y<br />

los cuarteles del els decretando la nacionalización<br />

de la tierra en todo México, con comités de<br />

trabajadores agrícolas localmente electos que<br />

habilitaran a quienes tenían derecho, restituyeran<br />

a los desposeídos y distribuyeran tierra<br />

a quienes no la tenían. 19 Aun si, más probable-<br />

10 de agosto, 1916; “Fueron absueltos del delito de rebelión los<br />

obreros procesados,” ibid., 12 de agosto, 1916; “Queja de Empleados<br />

Contra el Sindicato de Electricistas,” ibid., 15 de agosto, 1916;<br />

“Los Obreros Huelguistas Comparecerán Nuevamente ante el Consejo<br />

de Guerra,” ibid., 16 de agosto, 1916; “El Sindicato Mexicano<br />

de Electricistas rechaza varios cargos que se le hacen,” ibid., 21<br />

de agosto, 1916; “Se efectuó el consejo de guerra de los obreros<br />

huelguistas,” ibid., 27 de agosto, 1916; “Ayer Fueron Restablecidos<br />

los Servicios Públicos que Quedaron en Suspenso al Estallar la<br />

Huelga” y “Durante el Movimiento Huelguísta, La Fábrica Nacional<br />

de Armas no [sic] Interrumpió sus Labores,” El Demócrata, 3<br />

de agosto, 1916; “Son muy graves las trascendencias de la huelga,”<br />

La Defensa, extra, 1 de agosto, 1916; “Hoy, a las cinco de la tarde,<br />

se promulgará la Ley Marcial en vista de que los obreros no cejan<br />

en su actitud,“ El Nacional, 1 de agosto, 1916; “A las doce y media<br />

se reanudaron todos los servicios públicos, entre ellos, los tranviarios<br />

y eléctricos y el alumbrado,” ibid., 12 de agosto, 1916; “El<br />

Consejo de Guerra de los promotores de la última huelga se reunió<br />

hoy por la mañana,” ibid., 11 de agosto, 1916; “Ernesto H. Velasco<br />

fue sentenciado a sufrir la pena capital,” ibid., 28 de agosto, 1916;<br />

“Sección Telegráfica,” Periódico Oficial del Estado de Chihuahua,<br />

5 de agosto, 1916; R.G. Cox, “A ‘Good’ Government in Action,”<br />

Regeneración, 28 de agosto, 1916; idem, “Benevolence on a Rampage,”<br />

ibid., 16 de septiembre, 1916; idem, “The Real Carranza” y<br />

“Carranza Still at It,” Regeneración, 30 de septiembre, 1916; “Promedios<br />

de kilowatts-hora generados en la planta de Necaxa, en<br />

comparación con los acontecimientos políticos [febrero 1913-julio<br />

1922],” Archivo de la Compañia de Luz y Fuerza Motriz de México,<br />

cuya copia agradezco a Jonathan Schrag; Salazar y Escobedo,<br />

op. cit., I, 184-187, 200-208; Rosendo Salazar, Líderes y sindicatos<br />

(Ciudad de México: T.C. Modelo, 1953), 55-61; Valadés, op. cit., V,<br />

364-381; Luis Araiza, Historia del movimiento obrero mexicano, 4<br />

vols. (Ciudad de México: Editorial Cuauhtémoc, 1964-65), III, 138-<br />

177; Jacinto Huitrón, Orígenes e historia del movimiento obrero<br />

en México (Ciudad de México: Editores Mexicanos Unidos, 1974),<br />

193-296; Cunningham, op. cit., 383-394; Berta Ulloa, Historia de<br />

la Revolución Mexicana, 1914-1917 (Ciudad de México: Colegio<br />

de México, 1983), 271-324; John Lear, Workers, Neighbors, and<br />

Citizens: The Revolution in Mexico City (Lincoln: Universidad de<br />

Nebraska, 2001), 320-340; Ariel Rodríguez Kuri, Historia del desasosiego:<br />

La revolución en la ciudad de México, 1911-1922 (Ciudad<br />

de México: Colegio de México, 2010), 125-177.<br />

18 Antecedentes e instigación: “Coyoacán: le será aplicado el<br />

artículo 33 a Eloy Armenta,” El Diario, 31 de mayo, 1913; “Notes of<br />

the Passing Day,” Mexican Herald, 13 de junio, 1913; “Los que salen<br />

del país,” La Opinión, 2 de junio, 1913; “Se expulsarán a unos peligrosos<br />

socialistas,” El Imparcial, 3 de junio, 1913; “Los que salen<br />

del país,” El Correo Español, 7 de junio, 1913; “El mitin socialista,”<br />

Diario del Hogar, 7 de septiembre, 1914; “Notes of the Passing<br />

Day,” Mexican Herald, 31 de octubre, 1914; “Arrest of Director of<br />

Workingmen’s Society,” ibid., 1 de noviembre, 1914; “Los sindicatos<br />

de Artes Gráficos y Sastres apoyan definitivamente la idea de<br />

la Casa del Obrero para ayudar a la Revolución,” El Pueblo, 8 de<br />

marzo, 1915; “Regocijo popular por los triunfos…Expulsión de un<br />

agitador,” ibid., 2 de octubre, 1915; “El movimiento obrero en Guanajuato,”<br />

ibid., 10 de diciembre, 1915; [C.D. López] “Sociedades y<br />

sindicatos,” ibid., 15 de febrero, 1919; “Informe del Sr. J. Guilebaldo<br />

[sic] Nava al Director General de Consulados, Rafael Múzquiz,<br />

acerca de la fundación y actividades de la Casa Obrera Mundial,<br />

por el Sr. Eloy Armenta [15 de octubre, 1915], en Isidro Fabela,<br />

ed., Documentos Históricos de la Revolución Mexicana, 23 vols. en<br />

10, más índice (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica/<br />

Editorial Jus, 1960-76), IV-1, 257-259; Oficial Mayor de Hacienda a<br />

Secretario de Gobernación, 4 de marzo, 1916, AGN, G, 5-67; y Lear,<br />

op. cit., 275-276.<br />

19 Este tipo de huelgas en: Karl Kautsky, Der Weg zur Macht:<br />

politische Betrachtungen über das hineinwachsen in die Revolution,<br />

2a ed., rev. (Berlin: Vorwärts, 1910). Reforma agraria: cfr.<br />

“Plan de Ayala [25 de noviembre, 1911],” en Josefina E. de Fabela,<br />

ed., Documentos Históricos de la Revolución Mexicana (1970),<br />

XXI, 35-40; “Ley Agraria [26 de octubre, 1915],” ibid., XXI, 246-<br />

253; y “Programa de reformas político-sociales de la Revolución<br />

aprobado por la Soberana Convención Revolucionaria [18 de abril,<br />

1916],” en Luis F. Amaya C., La Soberana Convención Revolucionaria,<br />

1914-1916 (Ciudad de México: F. Trillas, 1966), 459-460; con<br />

V.I. Lenin, To the Rural Poor [1903], 2a ed., rev. (Moscú: Foreign<br />

Languages Publishing House, 1967); idem, The Agrarian Programme<br />

of SocialDemocracy in the First Russian Revolution, 1905-1907<br />

[1907] (Moscú: Foreign Languages Publishing House, 1954), 299-<br />

308; y D.A. Kolesnichenko, “Agrarnye proecty Trudovoi gruppy<br />

v I Gosudarstvennoi dume,” Istoricheskie zapiski, No. 82 (1968),<br />

40-88. El ELS público y clandestino en la Ciudad de México, 1912-<br />

16: Ramírez Plancarte, op. cit., 333-334, 368-372; Mendieta Alatorre,<br />

op. cit., 27-39, 65; Pineda Gómez, La revolución, 32, 268277,<br />

292-293, 296-298, 518-522, 526-529; idem, Ejército, 105-110, 182-<br />

183, 187, 195-201, 204-205, 214, 276, 279288, 359; y ej., “Acúsanlas<br />

de enviar armas a los del Sur,” Mexican Herald, 6 de octubre,<br />

1915; “Notas de México… Fueron aprehendidas las hijas de Paulino<br />

Martínez,” El Pueblo, 18 de octubre, 1915; “Aprehensión de espías<br />

mente, esta Comuna de la Ciudad de México<br />

hubiera fracasado, habría hecho una tremenda<br />

diferencia histórica en la Revolución y su memoria<br />

popular. Supongamos que fracasó. Considérense<br />

sus efectos en la convención constitucional,<br />

programada para noviembre de 1916; y si la<br />

convención se hubiera realizado y emitido una<br />

constitución burguesa-propietaria en 1917, piénsese<br />

en la remembranza de esa Comuna de 1916<br />

en la crisis de sucesión de 1920. La Comuna de<br />

París fracasó. Igual la insurrección de Pascua en<br />

Irlanda en abril de 1916. Pero dejaron poderosas<br />

memorias, vívidas, indelebles a lo largo del siglo<br />

xx, de fuerza popular revolucionaria en acción,<br />

en combate, por la fundación de repúblicas nacionales<br />

democráticas, socialmente comprometidas.<br />

20 Como una premonición menor, distante,<br />

de la fatal gran Entente del Euro-Armisticio<br />

de 1918-19 impuesto por los Estados Unidos, la<br />

coalición burguesa-propietaria de 1917-18 del<br />

Presidente Carranza dependía no solo del nuevo<br />

Ejército Nacional, sino también de la milicia<br />

estratégica y de los sindicatos de transportistas,<br />

cuya memoria de la Comuna los habría vuelto<br />

aún más desleales de lo que realmente fueron en<br />

la crisis de 1920.<br />

Que una Comuna de la Ciudad de México en<br />

1916, incluso el potencial de constituir ahí el núcleo<br />

de una república mexicana nacional, democrática<br />

y social, es demasiado para tomarla en<br />

cuenta, irrazonable, fuera de la cuestión, algo que<br />

exuda fantasías izquierdistas juveniles, va directo<br />

a mi punto. Considerarlo es demasiado para<br />

cualquier propósito práctico. Pero sirve, no obstante,<br />

para hacer una reflexión histórica válida y<br />

plantear mi argumento.<br />

Primero, suscita preguntas interesantes, cuestiones<br />

guía, sobre la crisis de 1915-1916: ¿qué<br />

hubiera sido necesario para que esta clase de<br />

acción revolucionaria, acción revolucionaria radical,<br />

ocurriera? No importan el pobre Ricardo<br />

Flores Magón, el pobre Juan Sarabia, o el verdaderamente<br />

heroico Lázaro Gutiérrez de Lara. 21 No<br />

zapatistas” y “Vendían parque a los zapatistas,” El Nacional, 8 de<br />

julio, 1916; “Fueron detenidos unos espías zapatistas,” ibid., 28 de<br />

julio, 1916. Cfr. La vieja anarco-confusión propugnada en México<br />

en 1915-16, ej., Miguel Mendoza L. Schwerdtfeger, ¡Tierra libre!<br />

(Ciudad de México: Secretaría de Fomento, 1915); Ricardo Flores<br />

Magón, “La barricada y la trinchera,” Regeneración (Los Angeles),<br />

20 de noviembre, 1915; idem, “La necesidad del momento”,<br />

ibid., 8 de enero, 1916; idem, “¡Venganza!” ibid., 26 de agosto, 1916;<br />

“Manifiesto al Pueblo Mexicano [Tlaltizapan, junio 1916], ibid., 26<br />

de noviembre, 1916, todo en Armando Bartra, ed., Regeneración,<br />

1900-1918: La corriente más radical de la Revolución de 1910 a través<br />

de su periódico de combate (Ciudad de México: HADISE, 1972),<br />

respectivamente 451-452, 462466, 485, 488-495; Comité Central,<br />

La Confederación del Trabajo de la Región Mexicana, “Declaración<br />

de Principios…, Pacto de Solidaridad [13-14 de marzo, 1916],” en<br />

Salazar y Escobedo, Las pugnas, 179-180; “Programa de reformas<br />

[18 de abril, 1916],” op. cit., 459-463; con V.I. Lenin, “Socialism<br />

and War: The Attitude of the R.S.D.L.P. towards the War [julioagosto<br />

1915],” Collected Works, XXI, 295-338; idem, “The Socialist<br />

Revolution and the Right of Nations to Self-Determination [enero-febrero<br />

1916],” ibid., XXII, 143-156; idem, “The Discussion on<br />

Self-Determination Summed Up [julio 1916],” ibid., XXII, 353-358;<br />

idem, “The Military Program of the Proletarian Revolution [septiembre<br />

1916],” ibid.., XXIII, 77-87; idem, “Letters from Afar: Fifth<br />

Letter, The Tasks Involved in the Building of the Revolutionary<br />

Proletarian State [26 de marzo/8 de abril, 1917],” ibid., XXIII, 340-<br />

342; idem, “The Tasks of the Proletariat in the Present Revolution<br />

[4-5/17-18 de abril, 1917],” ibid., XXIV, 19-26.<br />

20 Karl Marx, The Civil War in France [1871] (Nueva York: International<br />

Publishers, 1940), 58-64, 81-82, 85-86; Edward S. Mason,<br />

The Paris Commune: An Episode in the History of the Socialist Movement<br />

(Nueva York: Macmillan, 1930). Noticias mexicanas sobre la<br />

rebelión en Irlanda: “Sangrientos Motines Tienen Lugar en la Ciudad<br />

de Dublín, Donde Gran Número de Civiles Sostiene Nutrido Tiroteo<br />

con las Fuerzas del Gobierno,” “Las Calles de Dublín continúan<br />

siendo teatro de acontecimientos trágicos,” “En la capital de Irlanda<br />

ondea el pabellón republicano” y “La Ciudad de Dublín Recobra su<br />

Perdida Calma,” El Pueblo, 26, 28 y 29 de abril y 2 de mayo, 1916.<br />

Cfr. Thomas Darragh [¿Roddy Connolly?], “Revolutionary Ireland<br />

and Communism,” Communist International, serie vieja No. 10-11<br />

(junio-julio 1920), columnas 2281-2294. Memory, fidelity, and fortitude:<br />

V.I. Lenin, “Karl Marx: A Brief Biographical Sketch with an<br />

Exposition of Marxism [1913],” Collected Works, XXI, 78; Haupt, op.<br />

cit., 45-76; George Jackson, “Interview,” “P.S. On Discipline,” and<br />

“On Withdrawal,” The Black Panther, 28 de agosto, 1971, 6-8, 13-17,<br />

19; Priscilla Metscher, Republicanism and Socialism in Ireland: A<br />

Study in the Relationship of Politics and Ideology from the United<br />

Irishmen to James Connolly, 2a ed. (Dublín: Connolly Books, para<br />

ser publicado en May 2016); Finbar Cullen, “Commemorating the<br />

1916 Rising: Taking stock,” Socialist Voice, marzo 1916, http://www.<br />

communistpartyofireland.ie/sv/07-rising.<br />

21 Lázaro Gutiérrez de Lara y Edgcumb Pinchon, The Mexican<br />

People: Their Struggle for Freedom (Nueva York: Doubleday,<br />

Page & Co., 1914); John L. Donnelly et al., Proceedings of the Sixth<br />

Annual Convention of the Arizona State Federation of Labor, held<br />

at Clifton, Arizona, 6 a 10 de agosto, 1917 (Miami [Ariz.]: Convention<br />

City, 1918), 78, 11-13, 34, 36-38, 44-46, 48, 54-56, 58-59, 63-65;<br />

“Mexican Agitator Killed in Sonora,” Copper Era and Morenci Leader,<br />

8 de febrero, 1918; “Freed in Gun Plot, Held in Draft Case,”<br />

Los Angeles Herald, 16 de febrero, 1918; “El leader socialista<br />

Gutiérrez de Lara, promotor de levantamientos entre los Yaquis,<br />

fue capturado y fusilado,” El Informador, 8 de marzo, 1918; Gail<br />

H. Stimson, The Rise of the Labor Movement in Los Angeles (Berkeley:<br />

Universidad de California, 1955), 226-233, 305-310, 321-<br />

10 la gaceta noviembre de 2016


evolución mexicana<br />

importa Luis N. Morones, el Samuel Gompers de<br />

México. 22 No importa el charlatán Dr. Atl. 23 ¿Qué<br />

acerca de Antonio Villarreal (y sus hermanas),<br />

o Manuel Palafox, o Antonio Díaz Soto y Gama,<br />

o Jacinto Huitrón, o Celestino Gasca? 24 Ningu-<br />

323; Eugenio Martínez Núñez, Juan Sarabia: Apóstol y mártir de<br />

la Revolución Mexicana (Ciudad de México: Instituto Nacional de<br />

Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1965); Cockcroft,<br />

op. cit., 180, 202, 224; Huitrón, op. cit., 74-75, 227; W. Dirk Raat,<br />

Revoltosos: Mexico’s Rebels in the United States, 1903-1923 (College<br />

Station: Texas Universidad A & M, 1981), 17, 21, 25-27, 47-54,<br />

58-59, 80-87, 106, 118-119, 121, 191, 193, 212; José C. Valadés, El<br />

joven Ricardo Flores Magón (Ciudad de México: Editora Extemporáneos,<br />

1983);Juan L. Sariego Rodríguez, Enclaves y Minerales en<br />

el Norte de México: Historia social de los mineros de Cananea y<br />

Nueva Rosita, 1900-1970 (Ciudad de México: Centro de Investigaciones<br />

y Estudios Superiores en Antropología Social, 1988), 132-<br />

134, 152, 159-160; Carlos Macías Richard, Vida y temperamento:<br />

Plutarco Elías Calles, 1877-1920 (Hermosillo: Instituto Sonorense<br />

de Cultura, 1995), 231-232; Philip J. Mellinger, Race and Labor in<br />

Western Copper: The Fight for Equality, 1896-1918 (Tucson: Universidad<br />

de Arizona, 1995), 89,142, 154173, 197; F. Arturo Rosales,<br />

ed., Testimonio: Documentary History of the Mexican-American<br />

Struggle for Civil Rights (Houston: Arte Público, 2000), 217; Claudio<br />

Lomnitz, The Return of Comrade Ricardo Flores Magón (New<br />

York: Zone Books, 2014).<br />

22 Araiza, op. cit., III, 59-60, 108-111, 114, 131, 187-189, IV 12-55;<br />

José Ortiz Petricioli, El compañero Morones: Biografía de un gran<br />

líder (Ciudad de México, Costa-Amic, 1968).<br />

23 Referencias sobre Atl, su cultura y el impostor: André Arnyvelde<br />

[André Lévy], “La Courtisane,” L’Illustration théatrale:<br />

Journal d’actualités dramatiques, No. 41 (27 de octubre, 1906),<br />

1-40; idem, “Les Arts: Un grand peintre mexicain, Atl,” Gil Blas, 19<br />

de enero, 1912; idem, “À propos d’un livre récent: l’oeuvre écrite<br />

dans la chambre close--Chez M. Marcel Proust,” Le Miroir, 21 de<br />

diciembre, 1913, resumido en traducción parcial en Marcel Proust,<br />

Swann’s Way, ed. Susanna Lee (Nueva York: W.W. Norton, 2014),<br />

409-411; Gaston Sorbets, “La Courtisane à la Comédie Française,”<br />

L’Illustration théatrale, No. 41 (27 de octubre, 1906), ii, contraportada;<br />

“Exposition Atl,” Gil Blas, 1 de mayo, 1914; Jean Jaurès, “Au<br />

Mexique,” L’Humanité, 17 de julio, 1914; [Antonio] Fabra Ribas, “La<br />

démission du Général Huerta,” ibid., 17 de julio, 1914; “Le Général<br />

Huerta donne les Raisons de sa Démission,” ibid., 17 de julio,<br />

1914; Marciano C. de Medina, “Los ferrocarrileros formarán una<br />

brigada,” El Pueblo, 25 de diciembre, 1914; Doctor Atl [Gerardo<br />

Murillo], “La Importancia de la Revolución Mexicana en el Conflicto<br />

Mundial,” ibid., 31 de diciembre, 1914; “Hoy habrá mitin en<br />

la Plaza de Armas,” ibid., 7 de enero 1915; M. Fernández Cabrera,<br />

“Mi viaje a México: El doctor Atl,” ibid., 8 de enero, 1915; Jorge<br />

Useta, “Al margen de los sucesos diarios,” ibid., 9, 23 de enero,<br />

1915; “Los últimos trabajos de la Confederación Revolucionaria,”<br />

ibid., 19 de enero, 1915; “Notas personales y de sociedad,” ibid., 20<br />

de enero, 1915; “Notas obreras,” ibid., 22 de enero, 1915; “Movimiento<br />

de pasajeros,” ibid., 18 de febrero, 1915; “Quedó en libertad<br />

el vicario capitular, señor canónigo Paredes,” ibid., 25 de febrero,<br />

1915; “Informe que rindió el ingeniero Pani sobre los trabajos de la<br />

Junta Revolucionaria de Auxilios,” ibid., 11 de marzo, 1915; “Manifestación<br />

en memoria de los mártires de Río Blanco,” ibid., 13 de<br />

marzo, 1915; John Murray, “John Murray Finds Soul of Mexican<br />

Revolution; Tells of Labor’s Hopes,” New York Call, 31 de marzo,<br />

1915; idem, “Mexico May Be First Socialist Republic, Says John<br />

Murray, in Heart of Revolutionary Center,” ibid., 4 de abril, 1915;<br />

Dr. Atl, “The Importance of the Mexican Revolution in the World’s<br />

Conflict,” ibid., 16 de mayo, 1915, agradezco a Jenny Kastner por<br />

los tres últimos artículos; idem, “La Prensa llamada ‘Revolucionaria,’”<br />

Acción Mundial, 16 de mayo, 1916; “La Petición de los obreros,”<br />

ibid., 25 de julio, 1916; Gonzalo de la Parra, “Gerardo Murillo,<br />

alias Doctor Atl, no puede digerir sus fracasos,” El Nacional, 17<br />

de mayo, 1916; Salazar y Escobedo, Las pugnas, I, 203-304; Clement<br />

Greenberg, “Avant Garde and Kitsch [1939],”en Art and Culture:<br />

Critical Essays (Boston: Beacon, 1965), 3-21; Paul Fort, Mes<br />

mémoires: toute la vie d’un poète, 1872-1943 (Paris: Flammarion,<br />

1944); Dr. Atl, Gentes profanas en el convento (Ciudad de México:<br />

Ediciones Botas, 1950), 67-74; Antonio Luna Arroyo, El Dr.<br />

Atl: Paisajista puro (Ciudad de México: Editorial Cultura, 1952),<br />

15-42; Huitrón, op. cit., 257-258, 275, 277, 296; Roger Shattuck,<br />

The Banquet Years: The Origins of the Avant-Garde in France, 1885<br />

to World War I (Garden City: Anchor Books, 1961), 7-29, 40-43,<br />

186-222, 273-287; Paul Desanges, “Chronique d’une communauté<br />

militante: Les Forgerons, 1911-1920,” Le mouvement social, No.<br />

91 (abril 1975), 35-43; Cunningham, op. cit., 282-299, 307, 309-<br />

315, 320321, 354, 393; Arturo Casado Navarro, Gerardo Murillo:<br />

El Dr. Atl (Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma de<br />

México, 1984), 13-32, 177-182; Debora L. Silverman, Art Nouveau<br />

in Fin-de-Siècle France: Politics, Psychology, and Style (Berkeley:<br />

Universidad de California, 1989), 212-214, 226-228, 275, 284-314;<br />

Richard D. Sonn, Anarchism & Cultural Politics in Fin-de-Siècle<br />

France (Lincoln: Universidad de Nebraska, 1989), 26, 55-56, 76-78,<br />

181-210; Daniel Wildenstein, Monet, or the Triumph of Impressionism<br />

(Colonia: Benedikt Taschen Verlag, 1999), 400. Cfr. Robert<br />

Hunter, Socialists at Work (New York: Macmillan, 1908), 31-55,<br />

71-75, 236-238; William Z. Foster, “Revolutionary Tactics,” The<br />

Agitator, 15 de abril, 1 y 15 de mayo, 1 y 15 de junio, 1 de julio, 1912;<br />

idem, “Syndicalism in France,” ibid., 15 de julio, 1 y 15 de agosto,<br />

1912; idem, From Bryan to Stalin (Nueva York: International<br />

Publishers, 1937), 47-52; idem, Pages from a Worker’s Life (Nueva<br />

York: International Publishers, 1939), 286-293; idem, History<br />

of the Three Internationals: The World Socialist and Communist<br />

Movements from 1848 to the Present (Nueva York: International<br />

Publishers, 1955), 157-249; Edward P. Johanningsmeier, Forging<br />

American Communism: The Life of William Z. Foster (Princeton:<br />

Universidad de Princeton, 2014), 42-46, 56-87 y V.I. Lenin, warning<br />

of “anarcho-syndicalists” acting “as shamefully [as] in France,”<br />

in his “The European War and International Socialism [September<br />

1914],” Collected Works, XXI, 23.<br />

24 Fortunato Lozano, Antonio I. Villarreal, Vida de un Gran<br />

Mexicano (Monterrey: Imprenta Monterrey, 1959); Cockcroft, op.<br />

cit., 83, 121-122, 125-133, 136, 147-153, 161-162, 175, 180-182, 192-<br />

203, 230; Huitrón, op. cit., 194-196, 198, 210-213, 224, 227, 235-<br />

247, 254, 257, 259, 262, 264, 266, 268, 278, 282-283, 291, 293;<br />

Cunningham, op. cit., 269-271, 317, 324, 369; Gloria Sánchez Azcona,<br />

El general Antonio I. Villarreal, civilista de la Revolución Mexicana<br />

(Ciudad de México: Instituto Nacional de Estudios Históricos<br />

de la Revolución Mexicana, 1980); Raat, op. cit., 19, 21-22, 25-27,<br />

32, 37-38, 46-55, 58-61,79-87, 95, 104-106, 118-119, 125-126, 132-<br />

136, 145-147, 151-167, 191193, 212; César Garza Guajardo, El gobierno<br />

revolucionario de Antonio I. Villarreal, 1914 (Monterrey: Universidad<br />

Autónoma de Nuevo León, 1988); Gloria Villegas Moreno,<br />

Antonio Díaz Soto y Gama, intelectual revolucionario (Ciudad de<br />

no de ellos o cualquiera otro con su experiencia,<br />

valor, inteligencia y compromiso popular, compromiso<br />

“social” básicamente, fue más allá de<br />

la “revolución social” del siglo xix —viejo, buen<br />

anarquismo utópico (ni siquiera anarcosindicalismo)—.<br />

En 1915-1916, mucho menos después,<br />

ninguno de ellos dio un paso firme o pronunció<br />

una palabra clara sobre un rompimiento decisivo,<br />

definitivo, con el capitalismo en México, por<br />

una revolución todavía proletaria y propietaria<br />

entonces ahí, pero clara, intencional, definitivamente<br />

enfilada hacia un nuevo socialismo del siglo<br />

xx. 25 ¿Qué tan diferentes debieron haber sido<br />

para preverla, organizarla y tratar de hacerla?<br />

¿Qué habrían hecho diferente?<br />

Estas cuestiones son interesantes porque atañen<br />

a la historia de la que estos hombres surgieron,<br />

la historia que los formó y limitó. La<br />

reflexión suscita en este punto cuestiones apremiantes<br />

sobre esta historia, México, 1870-1910:<br />

qué hubo en ella para impedir que estos hombres<br />

desarrollaran no sólo una alienación valerosa,<br />

de gran corazón, del capitalismo y su burguesía,<br />

sino una inteligencia clara, crítica, del capitalismo,<br />

de modo que descartaran fantasías de reformarlo<br />

y lucharan por una revolución, para ir<br />

deliberadamente más allá, hacia la creación del<br />

nuevo socialismo. Esta historia no estuvo escasa<br />

de héroes populares, campeones valerosos de la<br />

justicia popular. Pero no tuvo nada claro contra<br />

el capitalismo, por el socialismo pos capitalista. 26<br />

Yo argumentaría que los problemas esenciales de<br />

esta historia fueron entonces el liberalismo, su<br />

doblez, complacencia, mendacidad, hipocresía,<br />

engreimiento, y el catolicismo por su pusilánime<br />

adaptación al capitalismo, su franca avenencia<br />

con el capitalismo y el orgullo burgués. 27 Esta<br />

historia inculcó en la generación de hombres que<br />

hicieron la revolución algún tipo de obediencia<br />

radicalmente extraviada a su pasado fatal, demasiada<br />

confianza en él, una confianza irrevocable<br />

en la reforma, una incapacidad para asumir la<br />

gracia redentora de la alienación, para liberarse<br />

México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2010), 520-<br />

529, 536-542; México, Secretaría de la Cámara de Senadores del<br />

Congreso de la Unión, 2a. Comisión de Guerra, XXXIV Legislatura,<br />

“Hoja de Servicios del General de Brigada Manuel Palafox Ybarrola,”<br />

24 de noviembre, 1931, 1485/70; Araiza, op. cit., III, 21, 45,<br />

65-66, 69, 72, 76-77, 100, 177, IV, 37-39, 42, 47-49, 95-98; Jeffrey<br />

K. Lucas, The Rightward Drift of Mexico’s Former Revolutionaries<br />

(Lewiston: Edwin Mellen, 2010), 57-239; Elisa Servín, “Reclaiming<br />

Revolution in Light of the ‘Mexican Miracle’: Celestino Gasca and<br />

the Federacionistas Leales Insurrection of 1961,” The Americas,<br />

LXVI, 4 (abril 2010), 527-557.<br />

25 Paul Zierold, “Die Revolution in Mexiko,” Die Neue Zeit,<br />

XXIX, 2 (1911), 396-402; idem [translator], “Suicides in the<br />

Army,” International Socialist Review, XV, 4 (octubre 1914), 254;<br />

“Progress in Mexico,” ibid., XV, 8 (febrero 1915), 508; Jacinto<br />

Huitrón Chavero y Luis Méndez al Congreso Anarquista de Londres,<br />

8 de julio, 1914, en Huitrón , op. cit., 242-246; idem, ibid.,<br />

299-304; Linn A.E. Gale, “Mex [sic] Socialists Join Commune<br />

[sic] Party,” Butte Daily Bulletin, 22 de septiembre, 1920; Andrei<br />

[Pestkovsky] a Dorogoi Druzhya, 8 de diciembre, 1924, RGASPI,<br />

495-108-39, agradezco a Miles V. Rodriguez; Vol’skii [Pestkovsky],<br />

op. cit., 168-176, 187-206; Woog, “Chiffres et Materiaux,” 164-169,<br />

212-220; Stirner [Woog], “Rapport Politique,” 15 de septiembre,<br />

1929, pp. (renumeradas) 76-90; Kheifets, op. cit., 49-50, 112-121,<br />

130-133, 139-162, 177-190, 338-358. Cfr. Pineda Gómez, La revolución,<br />

450; idem, Ejército, 261-288, 302-305, 316-321 y, por ejemplo,<br />

V. I. Lenin, “Letters on Tactics [abril 1917],” Collected Works,<br />

XXIV, 44-51; idem, “From a Publicist’s Diary [14 de septiembre (1),<br />

1917],” ibid., XXV, 294-304; idem, “The Proletarian Revolution and<br />

the Renegade Kautsky [octubre-noviembre 1918],” ibid., XXVIII,<br />

294-304, 311-315; Alexander V. Chayanov, The Theory of Peasant<br />

Economy [1924-28] (Madison: University of Wisconsin, 1986),<br />

1-28; Mancur Olson, The Logic of Collective Action: Public Goods<br />

and the Theory of Groups (Cambridge: Universidad de Harvard,<br />

1965); Eric R. Wolf, Peasants (Englewood Cliffs: Prentice-Hall,<br />

1965), 77-95; Harold Wolpe, “Capitalism and Cheap Labour-Power<br />

in South Africa: From Segregation to Apartheid,” Economy and<br />

Society, I, 4 (1972), 425-456; idem, “Introduction,” en idem, The<br />

Articulation of Modes of Production: Essays from Economy and<br />

Society (London: Routledge & Kegan Paul, 1980), 1-45.<br />

26 Cfr James Connolly, Labour in Irish History (Dublín: Maunsel<br />

and Co., 1910); Priscilla Metscher, James Connolly and the Reconquest<br />

of Ireland (Minneapolis: MEP Publications, 2002); idem,<br />

“James Connolly and the Wider Class Politics of 1916,” Marxism-<br />

Leninism Today, marzo 1916, http://mltoday.com/article/2387.<br />

27 Liberalism: Judith N. Shklar, The Faces of Injustice (New<br />

Haven: Universidad de Yale, 1990); Walter B. Michaels, The Trouble<br />

with Diversity: How We Learned to Love Identity and Ignore<br />

Inequality (Nueva York, Henry Holt, 2006); Carole Pateman and<br />

Charles W. Mills, Contract & Domination (Cambridge: Polity,<br />

2007); Losurdo, op. cit.; Karen E. Fields and Barbara J. Fields,<br />

Racecraft: The Soul of Inequality in American Life (London: Verso,<br />

2012); Adolph Reed, Jr., “Marx, Race, and Neoliberalism,” New<br />

Labor Forum, XXII, 1 (Winter 2013), 49-57. Catholicism: Jean-<br />

Michel-Alfred Vacant, Études théologiques sur les constitutions<br />

du Concile du Vatican d’après les actes du Concile, 2 vols. (París:<br />

Delhomme et Briguet, 1895), I, 134-145, 298-303, II, 256-262;<br />

Gerald A. McCool, Catholic Theology in the Nineteenth Century:<br />

The Quest for a Unitary Method (Nueva York: Seabury, 1977); Hans<br />

U. von Balthasar, The Glory of the Lord: A Theological Aesthetics,<br />

7 vols. (Edinburgh: T. and T. Clark, 1982), V, 21-29; Fergus Kerr,<br />

After Aquinas: Versions of Thomism (Malden: Blackwell, 2002);<br />

idem, Twentieth-Century Catholic Theologians: From Neo-Scholasticism<br />

to Nuptial Mysticism (Malden: Blackwell, 2007).<br />

de la reforma pretérita, de modo que no pudieron<br />

siquiera ver el nuevo socialismo, mucho menos<br />

entenderlo, organizar para él, luchar por él.<br />

Así que aquí está lo más significativo que la<br />

Revolución mexicana realmente hizo, sus posibilidades<br />

más significativas, la dinámica de<br />

su época, incluyendo sus propias luchas, lo que<br />

abrió, y las posibilidades más significativas que<br />

no realizó, que ni siquiera se encaminó a realizar.<br />

Destruyó el viejo arreglo imperialista sobre México<br />

y el viejo régimen de México. En la dinámica<br />

global de su época, preponderantemente la Gran<br />

Guerra, abrió inmensas posibilidades revolucionarias,<br />

despejó caminos para conducir hacia la<br />

nueva fase moderna de la lucha de clases a través<br />

del capitalismo. No entró verdaderamente en<br />

esos caminos, en ese tipo de lucha. Permaneció<br />

con mucho en el largo siglo xix. No entró al breve<br />

pero asombroso siglo xx. •<br />

John Womack, Jr.<br />

Widener 46<br />

Universidad de Harvard<br />

28 de octubre de 2015.<br />

Deo gratias.<br />

©John Womack, Jr.<br />

Traducción: Ramón Cota Meza<br />

noviembre de 2016 © josé guadalupe posada<br />

la gaceta 11


Francisco Villa<br />

en Canutillo<br />

El fce se enorgullece de incluir en su catálogo<br />

el famoso y acaso fatídico reportaje de Regino<br />

Hernández Llergo sobre Francisco Villa en<br />

Canutillo, Durango, publicado originalmente<br />

en el diario El Universal, poco antes de que Villa<br />

muriera asesinado. Presentamos a continuación el<br />

prólogo de Ignacio Solares, que ubica el reportaje<br />

en su adecuado contexto político.<br />

ignacio solares<br />

El reportaje<br />

realizado por el<br />

periodista Regino<br />

Hernández Llergo<br />

en la hacienda del<br />

general Francisco<br />

Villa en Canutillo,<br />

Durango, y que fue publicado con<br />

gran despliegue de texto e imágenes<br />

a lo largo de una semana —del 12 al<br />

18 de junio de 1922— en las páginas<br />

de El Universal, es un documento<br />

histórico indispensable para entender<br />

la vida de un hombre fundamental<br />

del movimiento revolucionario<br />

de principios del siglo xx en México,<br />

sobre todo si tenemos en cuenta<br />

que el Centauro del Norte sería<br />

asesinado apenas 13 meses después.<br />

¿Cuánto contribuyó esta entrevista<br />

a su desenlace fatal?<br />

Es probable que a ningún otro<br />

general revolucionario —salvo los<br />

que alcanzaron la Presidencia de<br />

la República— se le haya dado un<br />

tratamiento tan destacado en un<br />

diario tan importante como a Villa.<br />

Y no era para menos: para entonces<br />

era ya una leyenda viviente y seguía<br />

siendo temido por sus compañeros<br />

de armas en el poder. Aunque<br />

se había retirado a la vida privada<br />

para ejercer como un simple agricultor,<br />

Villa era visto como un factor<br />

de poder real y de riesgo para<br />

el aún frágil equilibrio político que<br />

buscaba consolidar el grupo encabezado<br />

por Álvaro Obregón y Plutarco<br />

Elías Calles.<br />

El reportaje de El Universal nos<br />

muestra un Francisco Villa casi<br />

irreconocible, alejado del imaginario<br />

popular en el que lo han situado<br />

tanto sus partidarios como sus<br />

detractores: ya no es el bandolero<br />

que se convierte en uno de los principales<br />

caudillos militares de la Revolución;<br />

ya no es el guerrillero que<br />

realizó la única incursión militar<br />

que ha sufrido Estados Unidos en<br />

su propio territorio, luego de atacar<br />

Columbus, Nuevo México, y eludir<br />

la persecución de Pershing; tampoco<br />

es ya Pancho Villa el asesino de<br />

curas y gachupines. Busca acercarse<br />

más bien a la imagen más apacible<br />

de amigo y bienhechor de los pobres,<br />

los campesinos y los desamparados.<br />

Para entender la trascendencia<br />

del reportaje de Hernández Llergo<br />

en El Universal hay que ubicarla en<br />

el contexto en el que se realizó dicho<br />

trabajo periodístico.<br />

Tan pronto como llegó a la presidencia<br />

provisional, en junio de 1920,<br />

el general Adolfo de la Huerta se dio<br />

a la tarea de establecer contacto con<br />

Villa para negociar la pacificación.<br />

Villa, aún con recelo, extiende un<br />

pliego de peticiones a De la Huerta,<br />

quien no lo acepta en su totalidad,<br />

pero le plantea seguir negociando,<br />

en tanto Plutarco Elías Calles,<br />

con la venia de Obregón, entonces<br />

candidato presidencial, maniobra<br />

con sus generales en el norte para<br />

cercar y eliminar a Villa en cuanto<br />

hubiera oportunidad.<br />

Ante tal situación, Villa y su<br />

ejército emprenden una travesía de<br />

13 días recorriendo en línea recta<br />

700 kilómetros desde Chihuahua<br />

hasta Coahuila, cabalgando día y<br />

noche, atravesando el desierto, la<br />

serranía, veredas y pasos de montaña,<br />

sin alimentos ni agua, en una<br />

de sus más sorprendentes hazañas<br />

bélicas, cruzando territorio enemigo<br />

y sin librar un solo combate.<br />

Luego de tomar Sabinas sin<br />

problema alguno, Villa establece<br />

comunicación telegráfica con De<br />

la Huerta hasta Palacio Nacional,<br />

como cuenta Paco Ignacio Taibo<br />

II en Pancho Villa. Una biografía<br />

narrativa:<br />

—Me pongo a sus órdenes, señor<br />

presidente, la intransigencia<br />

de uno de sus jefes me ha obligado<br />

a apoderarme de esta ciudad, pero<br />

en perfecto orden, ningún mal ha<br />

sufrido la población, no ha habido<br />

un solo muerto… estoy a sus órdenes<br />

para continuar los arreglos<br />

interrumpidos.<br />

Extrañamente, De la Huerta no<br />

se sorprendió de lo hecho por Villa:<br />

había burlado a los hombres de<br />

Calles que supuestamente lo tenían<br />

“cercado” en Chihuahua.<br />

—Quiero decir que estoy a sus<br />

órdenes y que con usted sí me rindo<br />

—dijo Villa.<br />

—Usted no se rinde con nadie,<br />

véngase a hacer la paz conmigo<br />

—respondió el presidente.<br />

—Sí, solamente quiero señalar<br />

las condiciones; no por mí, que estoy<br />

incondicionalmente a sus órdenes,<br />

por mis muchachos.<br />

Luego de más negociaciones,<br />

finalmente, a las 11 de la mañana del<br />

28 de julio de 1920 se firma el acta<br />

de rendición. Villa depone las armas<br />

para retirarse a la vida privada.<br />

Cuidadosamente se evita la<br />

palabra rendición. Le entregan la<br />

hacienda de Canutillo, donde deberá<br />

tener su residencia, le permiten<br />

tener una escolta de 50 hombres<br />

armados con sueldos a cargo de la<br />

Secretaría de Guerra; a los combatientes<br />

que depongan las armas se<br />

les entregará un año de haberes y<br />

tierras en propiedad o se aceptará<br />

su incorporación al ejército. El<br />

texto terminaba con el compromiso<br />

de Villa de “no tomar las armas<br />

contra el gobierno constituido”.<br />

Obregón trata de azuzar a algunos<br />

generales para que manifiesten<br />

su inconformidad ante el acuerdo<br />

con Villa, pero De la Huerta aplaca<br />

las quejas. Obregón apechuga ante<br />

los hechos consumados y Calles ni<br />

protesta, pues no estaba en el país<br />

en esas fechas.<br />

Los oficiales villistas firmaron el<br />

llamado “Manifiesto de Tlahualilo”<br />

el 31 de agosto de 1920 en el que se<br />

explicaban las razones para dejar la<br />

lucha armada, ya que en el gobierno<br />

había “hombres de buena fe”. Se<br />

comprometían a nunca volver a tomar<br />

las armas, salvo en caso de una<br />

intervención extranjera. Aceptaban<br />

retirarse “para siempre a una vida<br />

de trabajo”. Villa insistió en que<br />

había que “darles oportunidad a<br />

los señores del nuevo movimiento”,<br />

además de que no se estaban rindiendo<br />

sino simplemente aceptando<br />

el Plan de Agua Prieta.<br />

Tan pronto colgó las armas y se<br />

retiró a la vida privada en Canutillo,<br />

Francisco Villa dejó de ser<br />

material noticioso para los periódicos.<br />

Esporádicamente atendía a<br />

reporteros, sobre todo extranjeros,<br />

a los que les presumía lo que<br />

estaba logrando en su hacienda:<br />

trabaja la tierra él mismo, atiende<br />

las necesidades de su gente, reúne<br />

a su familia, sus hijos y sus mujeres<br />

que andaban desperdigados,<br />

establece una escuela ejemplar a la<br />

que bautiza con el nombre de Felipe<br />

Ángeles, cultiva cordiales relaciones<br />

políticas con sus antiguos<br />

enemigos Obregón y Calles, pero<br />

eso sí: se resiste a dar opiniones<br />

políticas, aunque de vez en cuando<br />

se le salga alguna.<br />

Así, a los 10 años, diez de los cuales<br />

había pasado en guerra, en los<br />

que recorrió 68 000 kilómetros, la<br />

mayoría de ellos a caballo, ganador<br />

de batallas decisivas en la lucha<br />

revolucionaria, Francisco Villa, el<br />

Centauro del Norte, se retiró a la<br />

vida del campo.<br />

Durante los dos primeros años<br />

que pasó en Canutillo, no hay evidencias<br />

de que Villa participara<br />

abiertamente en la política nacional,<br />

regional o local. Durante todo<br />

ese tiempo trató de llevar relaciones<br />

en buenos términos con el gobierno,<br />

sobre todo con Obregón, a<br />

quien mandaba a felicitar en sus<br />

cumpleaños y le mandaba notas<br />

aclaratorias cuando algún periódico<br />

le atribuía que andaba metiendo la<br />

cuchara en asuntos políticos. Villa<br />

sabía que necesitaba cultivar a sus<br />

viejos enemigos para desarrollar el<br />

proyecto que quería hacer realidad<br />

en Canutillo. Desde luego, no faltaron<br />

los rumores calumniosos de que<br />

Villa había recibido la hacienda y un<br />

millón de pesos por rendirse.<br />

Con quien sí estableció una relación<br />

más cordial, y hasta podría<br />

decirse que cercana y muy abierta,<br />

fue con Adolfo de la Huerta, que<br />

terminó siendo ministro de Hacienda<br />

en el gobierno de Obregón. Como<br />

lo testimonia la larga correspondencia<br />

entre ellos, de los sonorenses<br />

en el poder De la Huerta era el<br />

que le inspiraba más confianza, a<br />

grado tal que decidió regalarle nada<br />

más y nada menos que su yegua<br />

Siete Leguas, a la que le guardaba<br />

especial cariño y debió tener gran<br />

significado simbólico.<br />

Esta cercanía con De la Huerta<br />

debió tener nervioso a Obregón,<br />

pero sobre todo a Calles. Por otro<br />

lado, hay que tener en cuenta que, a<br />

pesar de sus intenciones manifiestas<br />

de no participar abiertamente<br />

en política, Villa seguía actuando<br />

como un evidente factor de poder,<br />

no solo local sino nacional, habida<br />

cuenta de su gran popularidad,<br />

como lo reveló luego una encuesta<br />

de El Universal sobre quién podría<br />

ser el sucesor de Obregón: Carlos<br />

B. Zetina tuvo 142 872 votos; De la<br />

12 la gaceta noviembre de 2016


francisco villa en canutillo<br />

Huerta, 139 965; Calles, 84 129, y<br />

Villa, 77 854.<br />

Su gran influencia política la demostró<br />

aún más con el asunto de<br />

McQuatters y las tierras de los Terrazas<br />

en Chihuahua, que para Friedrich<br />

Katz, el gran biógrafo de Villa,<br />

“pudo ser la causa de su muerte”.<br />

A pesar de que la justicia agraria<br />

fue una de las banderas enarboladas<br />

por los revolucionarios, en<br />

la tierra de Francisco Villa no fue<br />

posible aplicarla debido al poder<br />

de la familia Terrazas, grandes<br />

terratenientes a los que Villa había<br />

desafiado abiertamente. La promesa<br />

de la expropiación de sus<br />

propiedades y el posterior reparto<br />

entre los campesinos había sido<br />

una de las banderas principales que<br />

le habían dado gran popularidad a<br />

Villa. En 1916 se ratificó el decreto<br />

expropiatorio, pero en 1920 Carranza<br />

dio marcha atrás. Al llegar<br />

al poder Obregón, la demanda<br />

campesina de repartición de tierras<br />

en Chihuahua era cada vez más<br />

fuerte, pero políticamente no podía<br />

hacerlo. Estaba entre dos fuegos,<br />

así que se sacó de la manga una estratagema<br />

para usar, prácticamente<br />

como prestanombres, a un rico<br />

empresario minero estadunidense<br />

llamado A. J. McQuatters, quien<br />

compraría todas las propiedades de<br />

los Terrazas y se comprometería a<br />

firmar un contrato con el gobierno<br />

mexicano para venderles en abonos<br />

las tierras y las haciendas a los<br />

campesinos y trabajadores; eso en<br />

la letra, porque en la realidad, los<br />

beneficiarios resultarían empresarios<br />

y amigos ligados al gobernador<br />

Ignacio Enríquez, principal interesado<br />

en el proyecto.<br />

Al saberse el proyecto, de inmediato<br />

se levantó una oleada de<br />

descontento. Como cuenta Katz,<br />

Villa envió una carta a Obregón<br />

el 12 de marzo de 1922 en la que manifestaba<br />

abiertamente su oposición<br />

al contrato de McQuatters, pues<br />

lo consideraba “una conspiración<br />

de sus tres mayores enemigos: el<br />

clan Terrazas, los estadunidenses<br />

y el gobernador Enríquez”. Le dijo<br />

que McQuatters “no es sino un fiel<br />

servidor de los altos funcionarios<br />

de Norte América, y ya comprendiéndolo<br />

el pueblo mexicano, es<br />

posiblemente el primer paso para<br />

una decadencia en el gobierno de su<br />

muy digno cargo, y creo que tal mal<br />

bien vale la pena de ver de ponerle<br />

inmediato remedio”. Villa dijo<br />

que escribía esa carta para “salvar<br />

tanto a mi patria, así como también<br />

al gobierno que usted actualmente<br />

representa y al que soy verdaderamente<br />

adicto como he venido y<br />

vengo demostrándolo”. Y apuntaba,<br />

con evidente intención amenazante:<br />

“Después de las unánimes protestas<br />

del pueblo chihuahuense se vendrán<br />

sin duda los balazos, y esto se dice<br />

que será antes de tres meses”. Villa<br />

mandó la carta al presidente con un<br />

mensajero especial y pidió que le<br />

respondiera inmediatamente.<br />

Así fue. Obregón le contestó que<br />

coincidía por completo con él. Calles<br />

tampoco estaba muy de acuerdo con<br />

el contrato de McQuatters y lo había<br />

vetado, así que, finalmente, Obregón<br />

reculó y a los pocos días decretó la<br />

expropiación de las tierras de los<br />

Terrazas para que fueran repartidas<br />

entre los campesinos de Chihuahua.<br />

Obviamente, tanto los estadunidenses<br />

como Terrazas y Enríquez pusieron<br />

el grito en el cielo, pero ante<br />

los hechos consumados no tuvieron<br />

nada más que hacer que apechugar…<br />

aparentemente. Al gobierno<br />

de Obregón le interesaba saber qué<br />

se traía Villa entre manos. Lograr<br />

que se diera marcha atrás al contrato<br />

de McQuatters fue una evidente<br />

demostración de fuerza. Había que<br />

hacer que Villa asomara la cabeza y<br />

mostrara sus cartas. Y lo lograron<br />

con la entrevista de Hernández Llergo.<br />

Como bien señala Katz, una de<br />

las características del temperamento<br />

de Villa, que solía contribuir a sus<br />

derrotas, era el exceso de confianza<br />

que le inspiraban sus victorias.<br />

Quizá por eso, ya encarrerado, Villa<br />

habló de más en la entrevista, y ése<br />

fue el principio del fin.<br />

El Universal tenía fuertes vínculos<br />

con el gobierno de Obregón y le<br />

facilitó los contactos para llegar a<br />

Villa, que seguía reticente a hablar<br />

con la prensa. El comandante de las<br />

fuerzas federales del norte, Gonzalo<br />

Escobar, encomendó a Félix<br />

Lara, comandante de Parral, vecina<br />

a Canutillo, que apoyara a Hernández<br />

Llergo para convencer a Villa.<br />

Como Lara la llevaba bien con el<br />

ahora boyante agricultor, le presentó<br />

al periodista. Tardó una hora en<br />

convencer a Villa de que aceptara<br />

la entrevista, y dejó muy claro que<br />

“nada de política”, lo que evidentemente<br />

no se cumplió.<br />

Como señala Katz, el gobierno<br />

esperaba que Villa repitiera en su<br />

entrevista con Hernández Llergo<br />

lo que constantemente decía en sus<br />

cartas a Obregón: que lo único que<br />

le interesaba era su hacienda de Canutillo,<br />

sus negocios y sus asuntos<br />

familiares, y que de ningún modo<br />

participaría en política.<br />

Villa paseó a Hernández Llergo<br />

por toda la hacienda. Fungió como<br />

el perfecto anfitrión, y cautivó al<br />

periodista, que lo retrató en todo<br />

su esplendor: el general Francisco<br />

Villa “vive sin rastacuerismo de<br />

rico improvisado…, sin alardes y<br />

sin ostentaciones…, hospitalario,<br />

cordial…”<br />

En especial presume la escuela<br />

Felipe Ángeles, cuyos salones “tienen<br />

el nivel de la mejor escuela de<br />

la república”: pizarras, ábacos, cuadros<br />

explicativos, mapas, libreros,<br />

mesas, baños.<br />

Era un viejo anhelo que Villa no<br />

pudo concretar cuando fue fugaz<br />

gobernador interino de Chihuahua<br />

—entre 1913 y 1914—, pues creía<br />

que con “tierra para el pueblo y<br />

escuelas para los niños” resolvería<br />

todos los problemas del país. En ese<br />

entonces estableció más de cincuenta<br />

escuelas en el breve lapso de su<br />

gobierno —veía a un grupo de niños<br />

pobres jugando en la calle y ahí mismo<br />

les mandaba abrir una escuela—,<br />

repartió cuanta tierra pudo,<br />

estableció un decreto por el cual se<br />

expropiaban sin indemnización las<br />

haciendas más ricas, las cuales quedaron<br />

en manos de sus trabajadores,<br />

y puso también a sus soldados<br />

a estudiar y a trabajar en el molino,<br />

en el rastro, en los tranvías o en la<br />

vigilancia policiaca, pues sólo el<br />

estudio y el trabajo justificaban los<br />

tiempos de paz. Tanto así que cuando<br />

Obregón le ofreció hacerse cargo<br />

de la educación de su hijo Agustín,<br />

Villa le contestó que la primaria de<br />

Canutillo era muy buena. Aunque<br />

confiesa luego en la entrevista que<br />

le gustaría que alguno estudiara<br />

en el extranjero, pero en Estados<br />

Unidos nunca: “Lo primero que les<br />

enseño es a odiar al enemigo de mi<br />

raza”. Y predice que llegará un día<br />

en que habrá un enfrentamiento<br />

inevitable con los gringos.<br />

Villa deja muy claro que su promesa<br />

de no participar en política<br />

es sólo mientras Obregón esté en<br />

la presidencia (“Muchos de esos<br />

políticos de petate han ido a decirle<br />

a Álvaro Obregón que yo quiero<br />

rebelarme, y no es cierto. ¡Déjense<br />

de chismes!”), pero admite que<br />

luego bien podría lanzarse de candidato<br />

a gobernador de Durango:<br />

“De muchas partes de la república,<br />

de muchos distritos de Durango<br />

me han enviado cartas y comisiones<br />

ofreciéndome mi candidatura,<br />

y pidiéndome autorización para<br />

trabajar en mi favor… Pero yo les<br />

he dicho que se esperen... que no<br />

muevan ese asunto por ahora. Les<br />

he manifestado que en los arreglos<br />

que hice cuando me arreglé con el<br />

gobierno, había dado mi palabra de<br />

que yo no me metería en asuntos de<br />

política durante el periodo del general<br />

Obregón... y estoy dispuesto<br />

a cumplir con mi palabra… A todos<br />

mis amigos les he dicho lo mismo:<br />

que esperen, que cuando menos lo<br />

piensen llegará la oportunidad...<br />

¡entonces será otra cosa!”<br />

Aclara que en realidad lo de la<br />

candidatura para gobernador de<br />

Durango no tiene mucha importancia<br />

para él en estos momentos, pero<br />

eso demostraría su gran popularidad,<br />

“el gran partido que tengo...<br />

¡tengo mucho pueblo, señor!... Mi<br />

raza me quiere mucho; yo tengo<br />

amigos en todas las capas sociales,<br />

ricos, pobres, cultos, ignorantes…<br />

¡Uh, señor, si yo creo que nadie tiene<br />

ahora el partido que tiene Francisco<br />

Villa!... Por eso me temen<br />

los políticos…, me tienen miedo,<br />

porque saben que el día que yo me<br />

lance a la lucha, ¡uh, señor!... ¡los<br />

aplastaría!” Y remata, contundente:<br />

“Yo, señores, soy un soldado de verdad.<br />

Yo puedo movilizar cuarenta<br />

mil hombres en cuarenta minutos”.<br />

Rota ya la promesa de no hablar<br />

de política, Hernández Llergo le<br />

pregunta su opinión por los candidatos<br />

punteros: de “Fito” —a tal<br />

grado era la confianza que le tenía<br />

a De la Huerta— dijo que era “un<br />

muy buen hombre” y que los defectos<br />

que tenía se debían a su excesiva<br />

bondad. Fito era un político que<br />

quería conciliar los intereses de<br />

todos y cualquiera que lograra eso<br />

le haría un gran servicio a su patria...<br />

“Fito es una buena persona,<br />

muy inteligente, y no sería un mal<br />

presidente de la república...” De<br />

Calles opina que “tiene muchas buenas<br />

cualidades, pero también, como<br />

todos los hombres, algunos defectos.<br />

Su punto de vista político, según<br />

creo yo, es resolver el problema<br />

obrero a base de radicalismo”.<br />

Entonces Hernández Llergo le<br />

dice que él tiene muchos votos. Villa<br />

señala que podría tener más si<br />

no “hubiera partidarios míos que<br />

están silenciados”. No obstante, se<br />

descarta para ocupar la silla, pues<br />

“yo sé bien que soy inculto..., hay<br />

que dejar eso para los que están<br />

mejor preparados”.<br />

Al parecer, Villa quedó muy satisfecho<br />

con la entrevista. El propio<br />

Hernández Llergo contó años después<br />

que Villa dijo que había sido<br />

“el único periodiquero que había<br />

dicho la verdad”.<br />

Katz señala que no está claro lo<br />

que pretendía Villa en esa entrevista;<br />

era posible que “simplemente<br />

dijera lo que le pasaba por la cabeza,<br />

como hacía con frecuencia, y<br />

más desde que no tenía asesores<br />

políticos que lo frenaran”, o en<br />

efecto quería inclinar la balanza en<br />

favor de De la Huerta. No obstante,<br />

cuando éste, 11 meses después de<br />

la entrevista, le pidió que apoyara<br />

la candidatura de Calles, Villa se<br />

decepcionó de Fito y se inclinó por<br />

Raúl Madero. Se dice —como consigna<br />

Friedrich Katz en su magna<br />

biografía— que el propio Calles se<br />

reunió con Villa y le pidió su apoyo,<br />

pero a la pregunta directa de Calles:<br />

“¿Puedo contar contigo?”, Villa respondió:<br />

“Eso depende... Ya sabes, si<br />

estás con la justicia y con la mayoría<br />

del pueblo, sí. Si no, ¡pos no!”<br />

En alguna ocasión Villa le dijo<br />

a Felipe Ángeles: “Yo soy hombre<br />

que vino al mundo para atacar,<br />

general, no para atrincherarse y<br />

esperar, aunque no siempre mis<br />

ataques me deparen la victoria.<br />

Y si por atacar hoy me derrotan,<br />

tenga plena seguridad que atacaré<br />

mañana y ganaré”.<br />

Ese 20 de julio de 1923, en la esquina<br />

de Juárez y Barreda, en la ciudad<br />

de Parral, Chihuahua, no sólo lo<br />

derrotaron sino que lo mataron. •<br />

noviembre de 2016 © leopoldo méndez<br />

la gaceta 13


Escritos sobre<br />

la Revolución<br />

y la dictadura<br />

El propósito de publicar Rodulfo Brito<br />

Foucher. Escritos sobre la Revolución<br />

y la dictadura (fce, 2016) es estimular<br />

la discusión sobre el clima intelectual<br />

opositor a la Revolución mexicana en los<br />

años treinta y cuarenta, separando las<br />

ideas rescatables de las aristas ideológicas<br />

y contradicciones del momento.<br />

beatriz urías<br />

La primera mitad del siglo xx fue<br />

un periodo marcado por controversias<br />

y polémicas entre los<br />

partidarios de la Revolución y<br />

sus críticos. Algunos de estos<br />

últimos son muy poco conocidos,<br />

no sólo porque fueron satanizados<br />

por la historiografía oficial, sino también<br />

porque sus trayectorias políticas e intelectuales<br />

estuvieron plagadas de aristas y contradicciones.<br />

Este libro recupera los escritos de Rodulfo Brito<br />

Foucher, uno de los principales representantes de<br />

la vertiente de oposición contrarrevolucionaria<br />

de tendencia laica que adquirió presencia y visibilidad<br />

durante el cardenismo.<br />

Los contrarrevolucionarios, como Brito Foucher,<br />

propusieron un modelo de sociedad con mayor<br />

participación de las elites que habían sido desplazadas<br />

de la vida política; argumentaban a favor<br />

de fortalecer las libertades y los derechos de propiedad<br />

dentro del marco legal establecido; minimizaban<br />

la influencia del pasado prehispánico y<br />

el peso de lo indígena en la configuración del nuevo<br />

proyecto de nación y de sociedad, y frecuentemente<br />

adoptaron la doctrina de la hispanidad<br />

para sustentar que México debía recuperar su referente<br />

original: España. Dentro de esta corriente<br />

se ubican individuos que habían aspirado a ocupar<br />

posiciones en el nuevo aparato político como<br />

Luis Cabrera; filósofos cristianos como Antonio<br />

Caso, y escritores críticos de tendencia liberal<br />

como Jorge Cuesta. Caben también dentro de ella<br />

Miguel Alessio Robles, Eduardo Pallares, Diego<br />

Arenas Guzmán, Manuel Herrera y Lasso, Luis<br />

Lara Pardo, Alberto J. Pani, José Vasconcelos,<br />

Manuel Gómez Morin y Rodulfo Brito Foucher.<br />

Todos ellos difundieron sus ideas en periódicos de<br />

amplia circulación como Excélsior, El Universal,<br />

El Hombre Libre y Omega; en revistas importantes<br />

como Hoy, Lectura, Ábside y La Nación, y en<br />

libros publicados por casas editoriales reconocidas<br />

como Polis, Jus y Cvltvra. Desde esos espacios<br />

sostuvieron que la Revolución había introducido<br />

una nueva forma de autoritarismo bajo el<br />

modelo corporativo, y que el hombre modelado<br />

por este tipo de Estado no era un “hombre nuevo”,<br />

sino un ser amorfo y manipulable que se adaptaba<br />

con facilidad a las directrices impuestas por<br />

la pirámide de complicidades en la cúspide de la<br />

cual se encontraba el Estado. La serie de ensayos<br />

de Rodulfo Brito Foucher, que apareció bajo el título<br />

de “Mi expedición a Tabasco” en la revista<br />

Hoy entre abril y junio de 1938, se sitúa en este<br />

contexto político e intelectual.<br />

Sus temas son la Revolución y la dictadura, los<br />

cuales habían sido objeto del pensamiento conservador<br />

años atrás, y constituyen una parte importante<br />

del debate que se produjo en México entre<br />

partidarios y opositores de la revolución a finales<br />

de la década de 1930. En ellos, el análisis de acontecimientos<br />

políticos coyunturales se entrelaza con<br />

la denuncia de una Revolución que había instaurado<br />

una dictadura bajo el disfraz de un régimen democrático.<br />

Brito Foucher explora una problemática<br />

de fondo a partir del examen pormenorizado de<br />

una coyuntura regional: la experiencia garridista.<br />

En su cometido retomó algunas de las grandes preguntas<br />

de la discusión política europea del periodo<br />

de entreguerras: ¿bajo qué condiciones podía<br />

hablarse de la existencia de una dictadura? ¿En<br />

qué medida el liberalismo podía seguir ofreciendo<br />

soluciones a una situación política marcada por la<br />

irrupción de masas manipuladas por nuevas elites<br />

corruptas? ¿Era el corporativismo una opción deseable<br />

para encuadrar a estas mayorías? ¿Cuáles<br />

eran los riesgos de concentrar mayor poder en un<br />

Estado asentado en el sistema corporativo? ¿Se<br />

estaban creando las bases de un nuevo despotismo<br />

con la expansión del estrato burocrático?<br />

A partir del triunfo de la Revolución soviética<br />

y del ascenso del fascismo italiano, los críticos de<br />

la Revolución mexicana comenzaron a interrogarse<br />

sobre la capacidad de las elites para controlar<br />

las acciones de un nuevo actor social: las<br />

“masas”. Éstas fueron imaginadas como fuerzas<br />

amenazantes, violentas, fácilmente manipulables,<br />

incapaces de generar un pensamiento propio<br />

y de llevar a cabo acciones independientes.<br />

Para un filósofo como José Ortega y Gasset, la<br />

participación de las multitudes en la vida política<br />

era el origen del caos que había aparecido en las<br />

sociedades de esa época.<br />

Brito Foucher empezó a escribir sus ensayos<br />

a partir de que se convirtió en político activo. Él<br />

fue el líder del movimiento de protesta protagonizado<br />

por un grupo de estudiantes tabasqueños<br />

radicados en la Ciudad de México contra el gobierno<br />

de Tomás Garrido Canabal en Tabasco en<br />

julio de 1935 y que provocó una represión violenta<br />

por parte de ese gobierno. A partir del examen<br />

retrospectivo de lo ocurrido en Villahermosa en<br />

ese entonces, los ensayos abordan una segunda<br />

dimensión que resulta en una visión demoledora<br />

del cardenismo. En este nivel, el autor presenta<br />

argumentos para demostrar que Cárdenas dio<br />

continuidad a las alianzas y los equilibrios políticos<br />

instaurados durante el obregonismo y el<br />

callismo. Siguiendo esta línea de argumentación<br />

pasó a un tercer plano, donde hizo un cuestionamiento<br />

más profundo de los mecanismos de funcionamiento<br />

y reproducción del sistema político<br />

posrevolucionario. En este plano puso a discusión<br />

cuestiones clave como la articulación y las<br />

ramificaciones del autoritarismo en los niveles<br />

local y regional, la construcción de un entramado<br />

piramidal de relaciones de dominación y de complicidad<br />

a través de las organizaciones obreras y<br />

del partido, la manipulación electoral, la violación<br />

sistemática de la legalidad, la instauración<br />

del terror, el ejercicio de la violencia como motor<br />

de la vida política, la postulación de derechos ficticios,<br />

la amenaza constante de revoluciones y la<br />

ausencia de libertad de pensamiento y de acción<br />

para la mayor parte de los ciudadanos. Los temas<br />

de la política anticlerical y de las relaciones do-Iglesia, muyrecurridosporotrosescritores<br />

otros escritores,<br />

Esta-<br />

no aparecen en su reflexión.<br />

La idea que atraviesa el conjunto de ensayos<br />

reproducidos en este libro es que, a partir de la<br />

Revolución, los niveles local, regional y nacional<br />

de gobierno funcionaban como un sistema dictatorial<br />

donde la legalidad había sido anulada. Describe<br />

de manera pormenorizada los mecanismos<br />

que hacían funcionar la maquinaria política —por<br />

ejemplo, el sistema electoral— y ofrece elementos<br />

para poner a prueba su interpretación. Los ensayos<br />

contienen percepciones lúcidas de los orígenes<br />

de algunos fenómenos que siguen presentes en el<br />

México actual, como la violencia, y afloran otros<br />

problemas de fondo que es necesario explicitar.<br />

El primero de estos problemas está relacionado<br />

con los cambios ideológicos que marcaron la<br />

trayectoria del autor. Al igual que muchos otros<br />

intelectuales mexicanos de su época, Brito Foucher<br />

fue un conservador influido por la corriente<br />

hispanoamericanista en su juventud pero no<br />

formó parte de los grupos católicos que reaccionaron<br />

con virulencia contra el laicismo y las políticas<br />

modernizadoras. En la década de 1930 se<br />

perfiló como un contrarrevolucionario que fustigaba<br />

la retórica oficialista, el corporativismo, las<br />

violaciones a la legalidad y la política de masas.<br />

En cambio, en los textos que publicó en 1938 hace<br />

una reflexión crítica e inteligente de las formas<br />

de funcionamiento del sistema político revolucionario,<br />

reflexión entrelazada por momentos con<br />

manifestaciones de admiración hacia los autoritarismos<br />

europeos de la época. Al inicio de la<br />

década de 1940 adoptó posturas cada vez más<br />

autoritarias y derechistas, reivindicó el régimen<br />

franquista y estableció vínculos con grupos católicos<br />

de choque en el medio universitario. Finalmente<br />

se retiró a la vida privada y a la filantropía,<br />

se afilió a asociaciones masónicas estadunidenses<br />

y se inclinó hacia el esoterismo.<br />

Un segundo problema a señalar es que los gobiernos<br />

revolucionarios fueron intolerantes hacia<br />

cualquier forma de crítica y marginaron de la<br />

vida política a las elites opositoras cuyos miembros,<br />

entre ellos Brito Foucher, tenían una sólida<br />

formación universitaria, albergaban ambiciones y<br />

mostraban capacidad de gestión. Estos individuos<br />

fueron descalificados y marginados por no compartir<br />

los principios y las prácticas de los grupos<br />

revolucionarios en el poder y muy rápidamente se<br />

les etiquetó de “antimexicanos”, “reaccionarios”<br />

y “enemigos del cambio”. En esta retórica, la crítica<br />

de raíz liberal-conservadora, como la de Brito<br />

Foucher, fue encerrada en la misma categoría del<br />

tradicionalismo católico. Con ello desaparecieron<br />

las diferencias de matiz entre los contrarrevolucionarios<br />

seculares descontentos por el giro que<br />

la Revolución estaba dando al país, y los conservadores<br />

recalcitrantes que buscaban un retorno<br />

al pasado, negando la posibilidad de una transformación.<br />

Los primeros pertenecían a elites desplazadas<br />

de la vida política, pero no pugnaban por el<br />

retorno al pasado. La marginación política de que<br />

fueron objeto dio lugar a la radicalización de sus<br />

posturas iniciales y a la deformación de sus argumentos,<br />

lo que parecía justificar la censura y el<br />

silencio que cayeron sobre ellos. Su giro radical<br />

a la derecha contribuyó a anular la posibilidad de<br />

que su argumentación crítica sobre la Revolución<br />

fuera discutida seriamente.<br />

El tercer problema está relacionado con el<br />

hecho de que, en el marco de su crítica política,<br />

Brito Foucher sustentó doctrinas raciales<br />

que cuestionaban el tipo de mestizaje mexicano<br />

y la preeminencia de lo indio sobre lo español.<br />

En esta perspectiva, el mestizaje producido en<br />

la época colonial y en el periodo independiente<br />

habría determinado los continúa en la página 16<br />

14 la gaceta © alfredo zalce<br />

noviembre de 2016


adelanto de libr0<br />

Camino a<br />

La frontera<br />

nómada<br />

Llegué a La frontera nómada por<br />

el camino de una superstición<br />

académica según la cual las investigaciones<br />

históricas debían<br />

ser monográficas sobre temas<br />

poco estudiados. Era una su-<br />

perstición vigente en El Colegio<br />

de México cuando ingresé en 1969 a hacer el<br />

doctorado en el Centro de Estudios Históricos. Se<br />

hacía ahí poca historia del siglo xx y poca historia<br />

política. La historia del siglo xx parecía demasiado<br />

cercana para ser historia, y la historia<br />

política reciente era cosa de “politólogos”.<br />

Lo más cercano al presente que se investigaba<br />

era el Porfiriato (1876-1910), cuya exploración<br />

monumental, dirigida por Daniel Cosío Villegas,<br />

había consumido las energías de los mejores historiadores<br />

de la institución, como Luis González<br />

y González y Moisés González Navarro.<br />

A mí me interesaba la Revolución mexicana<br />

por razones generacionales. Me había marcado el<br />

68, quería hacer historia crítica de los gobiernos<br />

que seguían llamándose “herederos de la Revolución”,<br />

en particular el gobierno de Gustavo Díaz<br />

Ordaz (1964-1970), responsable de la matanza de<br />

Tlatelolco.<br />

Buscando un tema poco estudiado de aquel periodo<br />

di con los caudillos sonorenses. Habían ganado<br />

la revolución pero nadie les había dedicado un<br />

estudio académico. La historia de los sonorenses<br />

coincidía poco o nada con la idea oficial de aquella<br />

revolución justiciera, popular, asociada a los<br />

nombres de Madero, Zapata, Villa o los hermanos<br />

Flores Magón. Lo que mi generación veía era un<br />

México injusto, desigual, autoritario, distante del<br />

discurso de la revolución social hecha gobierno.<br />

Cuando digo “mi generación” hablo de los jóvenes<br />

universitarios que vimos en el 68 la prueba de<br />

que el “régimen de la Revolución” había llegado<br />

a su extremo intolerable. En esos años y en esa<br />

franja generacional empezó a incubarse lo que<br />

sería con los años la demolición del legado de la<br />

Revolución mexicana.<br />

Aquella sensibilidad urbana, hija de la naciente<br />

clase media del “milagro mexicano”, padecía el<br />

autoritarismo presidencial y su discurso celebra-<br />

Publicada por primera vez<br />

en 1976 por Siglo XXI, La frontera<br />

nómada es un hito renovador en<br />

los estudios historiográficos de la<br />

Revolución mexicana. Presentamos<br />

a continuación un fragmento de uno<br />

de los textos que se incorporan<br />

en la nueva edición del fce,<br />

de próxima publicación.<br />

héctor aguilar camín<br />

torio. El centro de aquel discurso era una curiosa<br />

idea de la historia patria, según la cual México<br />

había marchado de epopeya en epopeya, desde su<br />

Independencia, hacia la grandeza. El represen-<br />

tante de aquella grandeza era el gobierno priista<br />

en turno.<br />

Cubetadas de agua fresca sobre ese discurso<br />

empolvado fueron en aquellos años la historia de<br />

Cosío Villegas sobre el Porfiriato, la de Womack<br />

sobre Zapata, la de James Cockroft sobre los hermanos<br />

Flores Magón, la de Jean Meyer sobre los<br />

cristeros y, desde luego, la de Luis González sobre<br />

San José de Gracia, su Pueblo en vilo. Antes de<br />

esta oleada historiográfica, las visiones críticas<br />

de México sólo podían encontrarse en sus escritores,<br />

Octavio Paz, José Revueltas, Carlos Fuentes<br />

o en los novelistas de la Revolución: José Vasconcelos,<br />

Mariano Azuela, Martín Luis Guzmán.<br />

Pero sus hallazgos no bastaban para explicar el<br />

68. Hacía falta la historia de por qué el país había<br />

llegado a donde llegó. Había en mi generación<br />

hambre de historia que explicara el presente.<br />

Para mí es claro ahora que estábamos atrapados<br />

en una de las grandes mistificaciones de la<br />

historia de México, eso que llamé en alguna parte<br />

“el fetiche de la Revolución mexicana”. Me refiero<br />

al hecho de que sucesivos gobiernos que se<br />

dedicaban a crear un país industrial capitalista<br />

llevaban del brazo un discurso oficial obrerista,<br />

campesino, indigenista, revolucionario.<br />

Para legitimarse como revolucionario, el Estado<br />

creó un discurso popular y social. Sin embargo,<br />

a ese discurso le venían mejor las causas<br />

de los movimientos derrotados durante la Revolución<br />

—el agrarismo de Zapata, la justicia plebeya<br />

de Villa, el anarquismo de los Flores Magón—<br />

que la historia de las facciones ganadoras:<br />

el liberalismo de Carranza, la fiebre empresarial<br />

de Obregón, la corrupción de los caudillos revolucionarios<br />

como forma de movilidad social y de<br />

acumulación primitiva, valores y prácticas más<br />

consistentes que el zapatismo o el floresmagonismo<br />

con los procesos que siguieron: la industrialización,<br />

la urbanización, el desarrollo capitalista.<br />

La contradicción entre el discurso y la realidad<br />

posrevolucionaria se condensaba para mí entonces<br />

en una pregunta académica simple: ¿por qué<br />

no había estudios ni prestigio para los ganadores<br />

de la Revolución —los constitucionalistas: Carranza,<br />

Obregón, Calles— y sí los había para los<br />

perdedores: Madero, los Flores Magón, Zapata.<br />

La pregunta creció cuando hice una lista de<br />

los sonorenses que habían ocupado altos puestos<br />

en los gobiernos posrevolucionarios entre 1920<br />

(año del ascenso de Obregón) y 1936 (año del exilio<br />

de Calles).<br />

La lista mostraba algo más que un triunfo militar:<br />

una verdadera ocupación del gobierno por<br />

políticos y militares nacidos en Sonora. Ellos no<br />

sólo habían sido el grupo militar triunfador de la<br />

revolución. En los siguientes 15 años se habían repartido<br />

el gobierno del país y puesto los cimientos<br />

institucionales del siglo xx mexicano, empezando<br />

por la pacificación del ejército y terminando con la<br />

creación del banco central y del Partido Nacional<br />

Revolucionario (1929), el abuelo político del pri.<br />

Me propuse entonces escribir la historia de<br />

aquel triunfo y de aquella ocupación. Con la enjundia<br />

juvenil del caso —nací en 1946, entré a El<br />

Colegio en 1969, escogí el tema un año o año y medio<br />

después, por ahí de los 25 años—, me propuse<br />

hacer una historia que empezara en 1910 y terminara<br />

en 1936.<br />

Escribí la primera versión de La frontera<br />

nómada, en forma de tesis doctoral, a marchas<br />

forzadas para cumplir el plazo de entrega. La<br />

promoción doctoral del año 69 del Centro de Estudios<br />

Históricos de El Colegio de México fue extravagante.<br />

Por insistencia de José Gaos, el gran<br />

maestro del centro, se abrió la posibilidad de hacer<br />

el doctorado en historia a no historiadores.<br />

Entre los 12 doctorantes de aquella promoción<br />

hubo una contadora, un ingeniero, un economista,<br />

un ex seminarista y un renegado de la comunicación,<br />

yo mismo.<br />

Nos dieron un año de clases de historia, metodología<br />

y ciencias sociales y tres años de plazo para<br />

escoger y terminar una tesis. La mitad de esos<br />

tres años trabajé en el Departamento de Investigaciones<br />

Históricas del inah por invitación de mi<br />

maestro y, a partir de entonces, amigo de toda la<br />

vida, Enrique Florescano. continúa en la página 16<br />

noviembre de 2016 © arturo garcía bustos<br />

la gaceta 15


escritos sobre la revolución y la dictadura<br />

camino a la frontera nómada<br />

viene de la página 14 rasgos negativos de los gobernantes<br />

mexicanos y el desarrollo de una cultura<br />

política marcada por la barbarie. La amplia circulación<br />

de explicaciones racialistas de la realidad<br />

política y social mexicana en el siglo xx no se<br />

entiende sólo como prolongación de ideas formuladas<br />

en la última parte del siglo xix sino como<br />

elemento del contexto más amplio de la reacción<br />

contra las transformaciones radicales que la Revolución<br />

estaba generando. En particular, la formación<br />

de una sociedad de masas en cuyo seno<br />

diferentes segmentos de la clase media y de los<br />

estratos populares comenzaron a interactuar al<br />

amparo de un nuevo marco legal e institucional.<br />

En suma, la irrupción de una sociedad de masas<br />

—receptora de la propaganda oficial y potencial<br />

productora y consumidora— fue percibida por las<br />

elites conservadoras como un fenómeno amenazante<br />

frente al cual articularon una retórica racialista<br />

de orientación hispanófila, en oposición<br />

a la mestizofilia oficial. Tanto los intelectuales<br />

ligados a los regímenes revolucionarios como sus<br />

opositores mantuvieron la interconexión entre lo<br />

político y lo racial hasta mediados del siglo xx.<br />

La idea subyacente en los ensayos de Brito Foucher<br />

apunta hacia la instauración de un régimen<br />

autoritario con perfil legalista que, sin embargo,<br />

no clama por un regreso al autoritarismo porfirista.<br />

En vez de eso planteó que la única manera<br />

de terminar con la decadencia y la corrupción imperantes<br />

era remplazar la “dictadura de partido”<br />

con una “dictadura necesaria” de orientación ética.<br />

Define la dictadura de partido como aquella<br />

“en la que exclusivamente los hombres del régimen<br />

[tenían] el derecho de jugar como candidatos<br />

en las elecciones, pero en la cual todos los sectores<br />

populares, sin excepción, [conservaban] el<br />

derecho del voto”. 1 En contra de ese sistema que<br />

se perpetuaba indefinidamente a través de diversos<br />

mecanismos (clientelares, electorales, represivos)<br />

que reforzaban los rasgos antidemocráticos<br />

de la sociedad, proponía instaurar otra forma<br />

de autoritarismo que asumiría la totalidad de las<br />

funciones del gobierno durante un tiempo limitado<br />

con el propósito de preparar a la sociedad<br />

para ejercer sus derechos ciudadanos. De acuerdo<br />

con esta idea, una minoría selecta trabajaría<br />

activamente a favor de la estabilidad y el respeto<br />

a la ley, combatiría los poderes personalistas<br />

e impediría la formación de cacicazgos como el<br />

que Garrido Canabal había impuesto en Tabasco<br />

durante más de una década.<br />

Sabemos muy poco sobre la fascinación que los<br />

autoritarismos europeos ejercieron sobre una parte<br />

de la intelectualidad mexicana de mediados del<br />

siglo xx y sobre la manera en que las ideas extranjeras<br />

se entrelazaron con las formas de conservadurismo<br />

entonces vigentes en México. Hasta muy<br />

recientemente, este tema y los indicios de vínculos<br />

de algunos intelectuales con la España franquista<br />

y la Alemania nazi fueron silenciados. El ocaso de<br />

la doctrina nazi al término de la segunda Guerra<br />

Mundial y el repliegue del franquismo en América<br />

Latina al comienzo de la década de 1950 terminaron<br />

por erosionar la reputación de algunos de esos<br />

intelectuales, mientras que otros negaron haber<br />

mantenido filiaciones semejantes.<br />

La ausencia de un debate en torno a esta problemática<br />

puede explicar el predominio de la ideología<br />

de la Revolución mexicana durante esos años.<br />

Hasta final de la década de 1960, a excepción del<br />

Partido Acción Nacional y de individuos aislados,<br />

algunos de izquierda y otros liberales, la ideología<br />

oficial no fue objeto de una crítica consistente en<br />

el ámbito intelectual. La argumentación en contra<br />

de un aparato burocrático, corrupto, ineficiente<br />

y revestido de nacionalismo, quedó en manos de<br />

grupos minoritarios que fueron fácilmente reprimidos<br />

o censurados. Individuos que, como Brito<br />

Foucher, habían esgrimido una crítica sistemática<br />

a final de la década de 1930, se retiraron a la vida<br />

privada, dejaron de escribir y quedaron en el olvido.<br />

Una relectura de esta crítica a la Revolución<br />

permite comprender mejor los giros de la historia<br />

intelectual del siglo xx mexicano, los argumentos<br />

que estuvieron en juego y las cambiantes filiaciones<br />

ideológicas de sus actores. •<br />

1 Rodulfo Brito Foucher, Mi expedición a Tabasco. IV, “El sistema<br />

electoral mexicano”, Hoy, núm. 64, 14 de mayo de 1938.<br />

viene de la página 15 Luego empaqué mis cosas, me<br />

fui a Sonora y trabajé siete meses en el archivo<br />

del gobierno del estado y en la Biblioteca y Museo<br />

de Sonora.<br />

Volví con gran cantidad de tarjetas y documentos<br />

cuando me quedaban unos cuantos meses<br />

para escribir. Luego de ordenar las tarjetas<br />

en una secuencia narrativa razonable, escribí<br />

copiosamente, tratando de explicar los detalles<br />

de cada situación más que su sentido general. Encerrado<br />

a piedra y lodo, tecleando, corrigiendo<br />

y volviendo a teclear, vi crecer el manuscrito de<br />

manera incontenible. Lo que pensé que sería un<br />

breve capítulo introductorio, el retrato de la Sonora<br />

porfiriana y de sus agravios locales, creció<br />

hasta volverse una tercera parte de la obra.<br />

Encontré un mecanismo narrativo que hizo<br />

menos académica o menos árida esa reconstrucción.<br />

Fui siguiendo el itinerario de la gira de Madero<br />

por el estado, contando morosamente las<br />

características de cada lugar a que llegaba, de<br />

manera que, cuando la narración de la gira termina,<br />

de algún modo tenía una historia de la vida<br />

sonorense durante el Porfiriato.<br />

Las siguientes partes del libro fueron ordenadas<br />

en una secuencia más lineal, propiamente cronológica,<br />

pasando de la insurrección maderista<br />

en 1911 a la rebelión de Orozco en 1912, a la rebelión<br />

de Sonora contra Huerta en 1913 y a la “revolución<br />

administrada” que marchó del noroeste hacia<br />

el centro por la cuenca del Pacifico y el Bajío, hasta<br />

la rendición del ejército federal en agosto de<br />

1914.<br />

La narración cronológica fue ordenada conceptualmente<br />

por unos cuantos temas recurrentes:<br />

la persistente violencia indígena, la organización<br />

del ejército revolucionario desde el gobierno estatal,<br />

las pugnas políticas de jefes y dirigentes, la<br />

lógica financiera de la guerra, la frontera como<br />

gran proveedora de armas, dinero y negociación<br />

política con los Estados Unidos.<br />

Escribí sin más pretensión que hacer fluido el<br />

texto, dejándome llevar en todo momento por los<br />

hechos que me sorprendían. Fue el primer libro<br />

que escribí con premeditación: trazando su estructura<br />

en un mapa preciso que luego llené. Fue<br />

mi primer libro profesional en el sentido gozoso<br />

de esa palabra. Al mismo tiempo, fue un libro<br />

completamente amateur, del todo inacabado respecto<br />

de su pretensión original que era narrar la<br />

historia hasta 1936. Como he dicho antes, terminé<br />

cuando la narración iba en 1914.<br />

Con La frontera nómada descubrí el placer de<br />

la microhistoria. Una entidad poco poblada, una<br />

sociedad alcanzable con la investigación de un archivo<br />

como la sonorense, era como un Aleph donde<br />

podían leerse todas las trazas del comportamiento<br />

humano, su variedad de pasiones, necesidades,<br />

esperanzas. La historia de Sonora era la de unas<br />

80 familias extensas y sus etnias principales: los<br />

yaquis y los mayos. Lo demás eran las etnias pequeñas<br />

y los fuereños, ricos y pobres, que llegaron<br />

a aquella remota sociedad atraídos por un vendaval<br />

de cambios que, en una década, hizo aparecer y<br />

desaparecer ciudades, fortunas, destinos.<br />

Uno de los grandes retos de escribir La frontera<br />

nómada fue reconstruir la Sonora porfiriana<br />

con ayuda de unos cuantos libros y miles de telegramas<br />

que dejaban traslucir la vida local a través<br />

de los más diversos incidentes: la presencia<br />

de unos abigeos, un escándalo en el pueblo, los informes<br />

políticos de los presidentes municipales y<br />

los prefectos, las cartas de solicitantes al gobierno<br />

explicando sus problemas, etc. Aprendí en qué<br />

consiste el bordado a mano y por qué puede llegar<br />

a ser una actividad absorbente y maravillosa.<br />

La abundancia y significación de los pequeños<br />

detalles satisfizo otra de mis grandes tentaciones:<br />

la del gusano novelístico. Olí en la historia de<br />

la Revolución en Sonora una versión real de las<br />

aventuras del lejano oeste que veía en el cine y de<br />

las que aún soy irredento aficionado. Fui a la historia<br />

de Sonora como quien acude a un western<br />

de la vida real: guerra contra los indios, vaqueros<br />

libres, gente de caballo y carabina, pueblos remotos,<br />

abigeos, minas incendiarias, ranchos prósperos<br />

y una revolución. Encontré todo eso, y encontrarlo<br />

fue una fiesta aparte.<br />

Quise escribir una historia narrativa que pudiera<br />

leerse como novela. Mi amigo de la vida,<br />

José María Pérez Gay, leyó la primera versión y<br />

me escribió que era una “novela desangelada”.<br />

Tenía razón, entre otras cosas porque el libro<br />

termina cuando los personajes apenas empiezan<br />

a tomar fuerza y contornos propios.<br />

El hecho es que escribí una historia narrativa<br />

más que una historia analítica. Cuando empecé<br />

la investigación no tenía hipótesis en el sentido<br />

académico, sólo algunas preguntas. La principal<br />

era cómo había surgido la Revolución en Sonora.<br />

Conforme la fui respondiendo se fue desvaneciendo<br />

en mi horizonte la idea de la Revolución como<br />

alzamiento popular, espontáneo, incontenible.<br />

En lugar de un “pueblo en armas” apareció<br />

ante mis ojos un gobierno estatal que organizaba<br />

la guerra a partir de la tradición de autodefensa<br />

de pueblos acostumbrados a guerrear y a<br />

defenderse. En lugar de un ejército popular desbordado<br />

apareció un ejército profesional cuyos<br />

soldados cobraban su “haber” y cuyos jefes eran<br />

nombrados por el gobierno rebelde. Se trataba de<br />

una “revolución administrada” por un gobierno<br />

mediante un ejército profesional que ese gobierno<br />

pagaba con sus ingresos provenientes de las<br />

grandes empresas mineras y agrícolas del estado,<br />

en su mayor parte extranjeras. Para conservar<br />

sus ingresos y pagar su ejército, el gobierno local<br />

tenía que cuidar los intereses de esas compañías,<br />

mantenerlas trabajando.<br />

No había nada muy revolucionario en todo eso,<br />

nada que correspondiera al lugar común según el<br />

cual una revolución supone la alteración radical<br />

de las relaciones de propiedad o el acceso de las<br />

clases proletarias al poder. En Sonora apenas se<br />

interrumpió el hilo constitucional del gobierno establecido.<br />

Fue el gobierno local el que organizó la<br />

rebelión contra el centro, es decir, contra la dictadura<br />

militar de Victoriano Huerta cuyo golpe de Estado<br />

había derribado a Madero en febrero de 1913.<br />

Fue una rebelión de rancheros, comerciantes,<br />

maestros de escuela, hacendados venidos a menos<br />

contra el intento del gobierno federal de someter<br />

al gobierno local.<br />

La continuidad entre el viejo y el nuevo régimen<br />

era más evidente en Sonora que en el sur zapatista<br />

o en el norte villista. Por ejemplo, el gobierno estatal<br />

y sus huestes revolucionarias sostenían una<br />

guerra de tintes raciales contra las tribus yaqui<br />

y mayo, la cual se diferenciaba poco de la guerra<br />

porfiriana contra esas mismas tribus.<br />

Desde el punto de vista del paradigma revolucionario,<br />

el de una Revolución con mayúscula<br />

—como la rusa o la cubana: sueño político, luego<br />

pesadilla de mi generación—, la revolución sonorense<br />

era un anticlímax, todo lo contrario de la<br />

revolución popular que habíamos aprendido a desear<br />

ingenua y encendidamente. Mi molestia con<br />

esa realidad poco revolucionaria puede advertirse<br />

en diversos pasajes del libro, en los que me dediqué<br />

a reprochar a los sonorenses que hubieran<br />

hecho la revolución que ellos querían, no la que<br />

mi generación hubiera querido.<br />

Escribí La frontera, pues, con los anteojos<br />

de mi generación, reprochando a los sonorenses<br />

que no fueran suficientemente revolucionarios,<br />

que no satisficieran el estereotipo de revolucionarios<br />

radicales determinados a cambiar<br />

el régimen de propiedad y a someter a las clases<br />

propietarias a las demandas del pueblo. La revolución<br />

que teníamos en la cabeza como digna de<br />

tal nombre era la revolución socialista, en particular<br />

la Revolución cubana, pero también la soviética<br />

y la china: la revolución que faltaba por<br />

hacer en México.<br />

No sé con qué maestros, con qué autores, en<br />

qué ambiente de época adquirimos prejuicios tan<br />

funestos y desencaminados. No en El Colegio de<br />

México, ciertamente, donde el talante político era<br />

liberal y ponderado, incluso reaccionario para<br />

muchos. Quizá el ambiente fue el de la Universidad<br />

Nacional Autónoma de México, sacudida por<br />

el 68, donde el tono dominante en humanidades<br />

era de izquierda radical. La revuelta estudiantil<br />

de los sesenta fue antigubernamental, antiliberal,<br />

antiautoritaria y de izquierda. No la guiaba<br />

un espíritu democrático. Era rupturista y revolucionaria,<br />

aderezada con cierto vitalismo que asociaba<br />

la revolución a la libertad de costumbres,<br />

la fiesta, el rechazo a las normas y a los límites:<br />

prohibido prohibir. Era el espíritu de los tiempos.<br />

Ahora entiendo que la retórica de la revolución<br />

socialista era sólo un extremo de la retórica de la<br />

revolución nacionalista y estatista que dominaba<br />

el discurso público de México. Hasta los empresarios<br />

eran nacionalista y estatistas tas en el México<br />

de la Revolución mexicana.<br />

•<br />

16 la gaceta © alfredo zalce<br />

noviembre de 2016


además<br />

Escribir una introducción para<br />

un libro es intentar de una<br />

manera o de otra justificar su<br />

existencia. A veces los autores<br />

se sienten tan seguros de<br />

sí mismos, o más bien de ser<br />

tan poco ellos mismos, o sea<br />

de cumplir tan minuciosamente con las reglas o<br />

las convenciones de su profesión, que esa ansia<br />

de justificación se confunde con un autoritarismo<br />

satisfecho o con la buena conciencia de quien,<br />

protegido por su adhesión a la norma instituida,<br />

no sólo tiende a verla como sustraída a la duda y<br />

a la interrogación sobre su fundamento, sino que<br />

desconfía de toda actividad fuera de sus carriles<br />

y tiene incluso la tentación inquisitorial o policiaca<br />

de pedir la exclusión y el baldón para esos extravíos.<br />

El lector perspicaz ha adivinado ya, tan<br />

sólo por el estilo del párrafo que precede, que tal<br />

no es el caso del libro que tiene entre las manos.<br />

Le aconsejaremos sin embargo no pasarse de<br />

perspicaz, porque si este libro siente en efecto la<br />

necesidad, y más bien angustiosa, de justificarse,<br />

no es porque sienta la seguridad en sí mismo,<br />

de por sí precaria, amenazada sólo por ese lado.<br />

Cuando se deja uno ir ocasionalmente a la ilusión<br />

de que podría uno ver su época como si no<br />

perteneciera a ella, imagina uno que esta manera<br />

nuestra de pensar, vista a siglos de distancia,<br />

aparecerá sobre todo como un curioso episodio<br />

histórico donde el pensamiento dio en la manía<br />

de querer estar siempre, como dicen en París (todavía<br />

un poco capital de la moda en este rutinario<br />

siglo), “desmarcado”. Nada más típico ni más<br />

exclusivo de nuestros tiempos que ese universal<br />

concierto de los antiautoritarismos, cuyo discurso<br />

reclama a todas luces la autoridad más prístina<br />

cuando no recurre simplistamente al clamor a<br />

la vez denunciatorio y autoritario. Hacer de la disidencia<br />

un academismo, de la protesta un estilo<br />

aclamado, de la ruptura una tradición (como dice<br />

Octavio Paz), de la revolución una institución<br />

(como proclama el partido dominante mexicano),<br />

de la singularidad un gregarismo (como propone<br />

la publicidad), de la originalidad una norma niveladora,<br />

de la agresión al espectador un éxito artístico,<br />

de las declaraciones subversivas la mejor<br />

manera de hacer una brillante carrera oficial y<br />

hasta del socialismo un burocratismo son para<br />

nosotros hábitos cotidianos que sin embargo en<br />

cualquier época pasada (o también, esperémoslo,<br />

futura) hubieran provocado insuperable asombro.<br />

Todas las épocas se ignoran, por supuesto,<br />

pero cada una a su manera: la nuestra no parece e<br />

notar que nos hemos vuelto todos ovejas negras,<br />

y cada cual sigue juzgándose diferente por ser<br />

oveja negra como todo el mundo. Hablo, por supuesto,<br />

de la civilización occidental; en ella casi<br />

puede definirse hoy el ámbito intelectual como<br />

aquel donde la marginalidad puede ser dificilísima<br />

de alcanzar.<br />

De este vertiginoso juego de ganar lo que se declara<br />

perder es claro que resulta casi imposible<br />

escapar. Intentaré sin embargo no utilizar mi disidencia<br />

frente a la buena conciencia académica e<br />

institucional para fabricarme a mi vez una buena<br />

conciencia más inexpugnable de rebelde agasajado<br />

o de disidente aplaudido. Este libro no ha sido<br />

nunca de los que sueñan ser una Biblia, o tan siquiera<br />

un catecismo, de la contracultura o del contrapoder.<br />

Para él la contracultura es cultura y el<br />

contrapoder poder, aunque en sentidos divergentes:<br />

la primera porque la cultura, por su diversidad<br />

misma, por la imposibilidad de clausurarla y<br />

centrarla, porque todo lo humano cae dentro de<br />

ella sin que nada la rebase, es en su indefinición y<br />

su inacabamiento una y la misma, y por eso siempre<br />

tradición. La unidad indefinida e inacabada<br />

del sentido describe simultáneamente a la cultura<br />

y a la tradición. Precisamente una de las obsesiones<br />

de este libro es que no se puede dividir lo<br />

indefinido e inacabado: verdad general que nuestro<br />

academismo, por supuesto, no ignora, puesto<br />

que de ella saca sus conminaciones pedagógicas<br />

al definir y clausurar para poder dividir a gusto,<br />

pero de la que podría sacarse también el consejo<br />

inverso, el de no dividir ni clasificar para poder<br />

nadar a gusto en lo no clausurado, o sea en<br />

la cultura. Creo pues (es una creencia, como su<br />

opuesta) que una contracultura no podría de veras<br />

ser contra sin dejar de ser cultura, y que esta<br />

última seguiría siendo la misma en su diversidad<br />

sin centro. Así por ejemplo (porque en este mundo<br />

del sentido inacabado todo puede tener valor<br />

de ejemplo y todo detalle puede ser significativo),<br />

Ejercicio de significación sobre literatura<br />

y lenguaje, Poética y profética es una divagación<br />

deliberada cuyo desafío es pensar lo que al<br />

autor le viene en gana sin que eso paralice el<br />

lenguaje sobre el que está pensando. Nada de<br />

conclusiones, sólo apertura de brechas; nada<br />

de academismos, sólo rigor intelectual y felicidad<br />

expresiva. El fce se honra en publicar la tercera<br />

edición de este libro en el quinto aniversario<br />

de la muerte de su autor.<br />

Introducción a<br />

Poética y profética<br />

tomás segovia<br />

esa creencia mía se volvía casi evidencia cuando<br />

hace años leí en México algunos textos clave de<br />

la contracultura en un… suplemento cultural.<br />

Se me ocurre incluso que tal vez la contracultura<br />

no podría salirse de la cultura para ponérsele<br />

en contra sino en la medida en que se apoye o<br />

se funde en un contrapoder. Porque al contrapoder<br />

le sucede en cambio lo contrario: por muy en<br />

contra que se ponga nunca dejará de ser poder. Si<br />

la cultura es un espacio sin bordes, sin verdaderas<br />

divisiones fijas y sin partes separadas, hasta<br />

el punto de que puede pasarse insensiblemente,<br />

sin transición disruptiva, de “una” cultura a<br />

“otra”, el poder en cambio es cosa demarcada y<br />

dividida, y un poder no sólo se distingue de otro,<br />

sino que se opone a él. Es otra manera de decir<br />

que el poder está dentro de la cultura (de la sociedad)<br />

mientras que la cultura no está dentro del<br />

poder. Una contracultura sólo podría oponerse a<br />

la cultura desde dentro, puesto que no hay un fuera:<br />

siendo, en su interior, i r su negación, o sea como<br />

un hueco en un sólido. Pero así como los agujeros<br />

del gruyer sólo están incrustados allí por no<br />

ser de gruyer sino de aire, la contracultura sólo<br />

puede ser contra estando hecha de otra cosa que<br />

de cultura, o sea de otra cosa que tradición. La<br />

cultura, como el gruyer, sigue siendo una unidad<br />

continua a pesar de contener agujeros, mientras<br />

que los agujeros sólo existen por estar rodeados<br />

de queso y son discontinuos. Esa discontinuidad<br />

es la ruptura con el caldo de la tradición buscada<br />

por la contracultura. Pero esa disrupción no puede<br />

hacerla una cultura, aunque quiera ser contra;<br />

sólo la puede hacer un contrapoder, que tiene los<br />

tres rasgos necesarios para ello: no ser cultura,<br />

estar dentro, y estar contra. La cultura quiere ser<br />

cultura otra, o sea cultura a su vez, pero otra por<br />

ser sin tradición, cosa imposible. En cambio otro<br />

poder es perfectamente posible, incluso es la única<br />

manera de oponerse al poder, y por eso lo lla-<br />

noviembre de 2016 tarot siciliano<br />

la gaceta 17


introducción a poética y profética<br />

mamos oposición. Lo que esté frente al poder sin<br />

ser otro poder podrá resistirle, pero no oponérsele:<br />

será cultura, y sólo podría oponérsele convirtiéndose<br />

en ese ideal utópico y contradictorio<br />

que es un poder popular, cosa imposible. Es pues<br />

de esperarse que una contracultura, para tener<br />

alguna consistencia, se funde en un contrapoder.<br />

Tal vez pueda ahora pasar a lo concreto y decir<br />

cuáles son los rasgos de este libro que me hacen<br />

temer tanto como para llevar al lector tan lejos<br />

en busca de su posible justificación. El más fácil<br />

de ver es un detalle superficial, pero que no<br />

por eso me hace temblar menos ante la probable<br />

iracundia de mis autorizados colegas: se trata<br />

de un libro sin una sola nota y sin la más exigua<br />

página de bibliografía. Confesaré que este detalle<br />

aparentemente nimio me produjo más dudas<br />

y aprensivas vacilaciones que otros dilemas quizá<br />

más serios. Varias veces estuve convencido<br />

de que no valía la pena provocar la pelea por esa<br />

tontería y era preferible aceptar la aburrida pero<br />

rudimentaria tarea de montar lo que llaman aparato<br />

crítico, a pesar de la irritación que ese solo<br />

término me produce. Otras pocas veces me incliné<br />

por una solución intermedia: un comentario<br />

final, al que llamaría por ejemplo “Andamiaje” o<br />

“Bambalinas”, donde se hablaría, con una redacción<br />

corrida y humanamente articulada, de las<br />

fuentes librescas, las alusiones inocentes y maliciosas,<br />

las nociones implicadas o complementarias,<br />

los ejemplos a veces que pudieran ser útiles.<br />

Estas vacilaciones significan tal vez que mi decisión<br />

final no carecía de gravedad.<br />

La cuestión es que acabé por pensar que este<br />

libro sería más fiel a sí mismo sin notas y sin bibliografía.<br />

Cierto que no puedo, por desgracia, en<br />

alguna medida, en algún terreno y en algún sentido,<br />

dejar de ser del todo un especialista. Por lo<br />

menos no subrayaré deliberadamente esa maldición.<br />

Por poco que recupere uno la mirada espontánea<br />

o que comparta uno la mirada del lector<br />

no especialista, los complicados hábitos de la<br />

moderna redacción académica resultan cosa de<br />

lunáticos. Sugieren un temor paranoico al robo<br />

intelectual, una enfermiza obsesión de honestidad<br />

proclamada con sospechosa insistencia, un<br />

hieratismo estereotipado que en la horrible jerga<br />

de los psicólogos se llamaría securizante. Sólo<br />

quien tenga muy pocas ideas puede temer tanto<br />

que se las roben y sólo quien no se tenga mucha<br />

confianza en el fondo en materia de honestidad<br />

puede ser tan puntilloso con los signos visibles<br />

de esa fanática virtud. Por lo demás, nadie verifica<br />

nunca la exactitud de las referencias de citas<br />

salvo por maldad y animadversión, y las tergiversaciones<br />

y dolos intelectuales se hacen siempre,<br />

por supuesto, a cubierto bajo todo el “aparato”<br />

imaginable. Mientras que no recuerdo haber<br />

encontrado muchas fichas bibliográficas en Platón<br />

o en Aristóteles, ni tampoco, para no ir tan<br />

lejos, en la Crítica de la razón pura o en Más allá<br />

del bien y del mal. Con lo cual no quiero compararme<br />

imprudentemente con esos modelos, sino<br />

sacar la lección.<br />

Pero no negaré que estoy exagerando. Aparte<br />

de que no puedo evitar sentir respeto por lo que<br />

esos hábitos académicos tienen de artesanal, y<br />

aun por lo que tienen de ritual, tengo que reconocer<br />

también que hay temas, terrenos y hasta<br />

estilos donde son muy útiles y a veces necesarios.<br />

Una investigación histórica no podría dejar<br />

de citar sus fuentes ni un estudio sociológico sus<br />

datos estadísticos. Tan lejos estoy de negar estas<br />

cosas, que hasta tengo un poco la manía (que<br />

cuidaré de no hacer pasar por un argumento), así<br />

como desconfío de un poeta que pasa al “verso” libre<br />

sin dominar el oficio (el del verso tradicional,<br />

se entiende: no hay otro), de desconfiar de un universitario<br />

que pasa al estilo liberado sin dominar<br />

su oficio académico. Pero es precisamente porque<br />

he tratado de meditar un poco sobre la diferencia<br />

entre el oficio y la técnica por lo que creo que las<br />

“reglas del arte” pierden su sentido no sólo si se<br />

empieza a hacerlas valer por sí mismas, sino incluso<br />

si se empieza a dejar de confrontarlas con<br />

su propio contenido, o sea de transgredirlas en<br />

su propio nombre, diluyendo un poco sus límites<br />

para que vuelvan a bañarse en el sentido que originalmente<br />

las justificaba. Es la diferencia, señalada<br />

en los últimos párrafos de este libro, entre<br />

fidelidad y literalidad.<br />

No se trata pues de borrar dogmáticamente<br />

los dogmas académicos, ni mucho menos de fingir<br />

que estoy pensando a partir de la nada impoluta<br />

o de hacer pasar por mi propiedad privada<br />

El desafío era pues tratar<br />

de escribir un libro donde<br />

pueda uno pensar todo lo<br />

que le dé la gana sin que eso<br />

paralice el lenguaje sobre<br />

el que está uno pensando.<br />

La vida, como estaba diciendo,<br />

le enseña a uno el camino.<br />

Porque en la vida se piensa<br />

escribiendo y hablando,<br />

y siempre en el lenguaje de<br />

todos los días, incluso cuando<br />

a la vez (pero no siempre)<br />

se “escriban” o se “hablen”<br />

lenguajes artificialmente<br />

construidos. Se puede<br />

entonces intentar pensar<br />

con un lenguaje que sabe todo<br />

el tiempo que es lenguaje y<br />

que piensa por ser lenguaje,<br />

no por otra cosa que estaría<br />

en otro sitio y para la que<br />

el lenguaje sería vehículo<br />

o traducción.<br />

ideas que son de la época y que otros han trabajado<br />

concretamente. El lector interesado en los<br />

mismos temas que yo reconocerá fácilmente de<br />

qué lecturas estoy alimentado y a qué corrientes<br />

o episodios aludo, porque además no están disimulados,<br />

sino que he mencionado todos los nombres<br />

y todas las pistas que he juzgado pertinentes.<br />

El lector en cambio para el que estas cosas<br />

sean nuevas no ganará nada con que esas pistas<br />

se le den en un estilo tecnicista y más autoritario<br />

que autorizado. Me temo que ese estilo se usa sobre<br />

todo, y casi siempre con éxito, para provocar<br />

en el lego un temor sagrado que lo disuadirá de<br />

toda tentación de intervenir en el debate y dejará<br />

bien clara la frontera infranqueable entre la autoridad<br />

y la falta de autoridad, cuya forma canónica<br />

es la frontera, institucionalmente vigilada y<br />

celosamente defendida por sus beneficiarios, de<br />

los grados académicos por coopción ritualizada.<br />

Yo por lo menos no podía hacerle eso al lector,<br />

puesto que a mi vez me estaba tomando la libertad<br />

de saltarme alguna que otra frontera, convencido<br />

de que lo que se piense en cualquier terreno<br />

se piensa para mí, como yo pienso en cualquier<br />

terreno para el lector (o también a veces para el<br />

paciente auditor). Porque este libro es de cabo a<br />

rabo divagación, o sea vagar fuera de casa. Y prefiero<br />

avisar desde la introducción a su lector todavía<br />

potencial que le conviene más no perder su<br />

precioso tiempo en esa lectura si la aborda con la<br />

esperanza de llegar finalmente a un capítulo de<br />

“Conclusiones” que pueda embolsarse como retribución<br />

por su paciencia y su aburrimiento. Al<br />

contrario: esta divagación no sólo no se preocupa<br />

de concluir alguna vez, sino que intenta siempre<br />

abrir brechas en todas las esferas conclusas por<br />

donde le toca pasar en su excursión.<br />

Pero conviene puntualizar que una cosa es divagación<br />

y otra cosa es vagabundeo errático u<br />

ociosos paseos de esparcimiento. Este libro, por<br />

desgracia, no está escrito para divertir, aunque<br />

tampoco creo que haya que aburrir necesariamente<br />

al lector hasta las lágrimas para convencerlo<br />

de que no está uno diciendo tonterías. Pero<br />

el tono que alguno podría encontrar desenvuelto<br />

(o deshilachado), la ingenuidad con que prefiero<br />

ver si hay lectores con esa misma anormalidad<br />

que a mí, ante otros libros, me hace enfrascarme<br />

deliciosamente en el despliegue de un pensamiento<br />

y gozar de todas sus evoluciones, sus<br />

astucias y sus malicias que alguno podría encontrar<br />

desplazadas (o estúpidas) —todo eso no es<br />

aquí ni una meta ni un adorno o una prima con<br />

que compensar lo desabrido del meollo, sino, valga<br />

lo que valga, parte del pensamiento mismo. Es<br />

que esas fronteras que me salto alegremente no<br />

podrían saltarse de otra manera. Es que en medio<br />

de tantas lamentaciones y denuncias, a la vez<br />

viejas como el hombre y típicas de nuestra época,<br />

frente a los poderes de ocultación, enajenación<br />

y dominación de los lenguajes, intento decididamente<br />

una salvación por el lenguaje, y el lenguaje<br />

salvador, como bien vieron los románticos, tiene<br />

una alianza irrenunciable con la ironía.<br />

Sucede pues que, como tantos otros escritores,<br />

he sentido a menudo que me incumben en gran<br />

parte las ideas más básicas, más difundidas o<br />

más características de mi época; que, como muchos<br />

de ellos, me he preguntado qué significan<br />

para mi actividad y mi experiencia, y qué significan<br />

estas últimas para ellas; y que, como algunos<br />

de ellos, he acabado por emprender una reflexión<br />

continuada aunque inevitablemente no exhaustiva.<br />

No sólo porque en su vastedad y su vaguedad<br />

esos problemas no tienen ninguna probabilidad<br />

de agotarse, sino además y sobre todo porque<br />

aquí están abordados deliberadamente, como ya<br />

dije, sin ninguna erudición, sin ninguna calificación<br />

especial y aun sin ninguna autoridad. Y esto<br />

me pone en el riesgo de despertar, además de las<br />

iras del académico y del purista, las del conocedor,<br />

las del especialista, las del catequista, las del<br />

militante. Confieso en efecto que en estas páginas<br />

piso a menudo con temeridad terrenos que<br />

tienen dueño, o sea que tienen sus especialistas.<br />

Aclaro que no discuto sus títulos de propiedad,<br />

sino únicamente la pretensión de que esos títulos<br />

dan el derecho de prohibir a otros el libre tránsito<br />

por esas tierras. Aspectos del pensamiento actual<br />

tan importantes como el marxismo o el evolucionismo,<br />

el freudismo o el estructuralismo, la física<br />

relativista o la genética molecular, y tantos otros,<br />

no pueden ser hoy coto exclusivo de los especialistas.<br />

El no especialista se mostraría bien ingenuo<br />

en aceptar esas barreras cuando es precisamente<br />

en él, en su actividad y en su vida, donde esas<br />

grandes ideas tienen más probabilidades de ejercer<br />

alguna influencia autoritaria, alguna tiranía o<br />

algún chantaje. Hay que atreverse a afirmar sin<br />

ambages que si hoy en día es preciso tener conocimientos<br />

especializados para opinar sobre numismática<br />

o sobre polinología, no es preciso en<br />

cambio tenerlos para opinar sobre el marxismo<br />

o sobre la tecnología, sobre ingeniería genética o<br />

sobre los límites de la ciencia, incluso sobre una<br />

verdadera profesión como el psicoanálisis: no es<br />

cierto en absoluto (puede demostrarse que no lo<br />

es) que del freudismo un psicoanalista tenga una<br />

noción más clara que la que pueda tener un hombre<br />

culto y reflexivo de profesión muy diferente.<br />

Así, no ha sido nunca legítimo exigir conocimientos<br />

especializados para opinar no sólo sobre política,<br />

sino también sobre poesía o pintura. Nada<br />

más obviamente manipulador y falaz que esa<br />

interesada pretensión de exclusividad, porque,<br />

aunque tienen visiblemente sus especialistas, sus<br />

militantes y sus mártires, tanto la poesía como<br />

la política pertenecen indisimulablemente al espacio<br />

público. Lo que digo es que los grandes debates<br />

de ideas de una época pertenecen también<br />

a ese espacio.<br />

Confío en que esté claro que no abogo por una<br />

garrulería irresponsable y caprichosa en estos<br />

grandes debates de ideas, todo lo contrario: lo<br />

mismo que en la poesía o en la política, el no especialista<br />

está obligado aquí a un mayor esfuerzo<br />

de comprensión y a una reflexión más cautelosa;<br />

pero quien emprenda una meditación un poco<br />

proseguida sobre algún tema de historia o de humanidades<br />

podrá evitar quizá toparse con esos<br />

grandes modos de pensamiento bajo su forma de<br />

doctrinas exhaustivas o de teorías desarrolladas,<br />

pero no bajo su forma de estilos de pensar,<br />

de sesgos de la mirada, de lugares comunes más<br />

o menos vulgarizados y deformados, incluso de<br />

tics formularios o de recetas en boga. Es en realidad<br />

con esos lugares comunes, con esos modos de<br />

ver y hablar característicos, convertidos a veces<br />

en automatismos, con los que un libro como éste<br />

tiene que enfrentarse, más que con las doctrinas<br />

o teorías específicas en las que se basan o con las<br />

que se justifican.<br />

Pero tranquilicemos al lector: todo esto no<br />

significa que las páginas que siguen sean de las<br />

que toman como su asunto la literatura o el lenguaje<br />

sólo para lanzarse a hablar exclusivamente<br />

de sociología, economía y política, o de libido,<br />

censura y edipo. Si lo más característico, en mi<br />

opinión, del pensamiento actual no es ni siquiera<br />

el pensamiento científico, que a pesar de su evi-<br />

18 la gaceta noviembre de 2016


además<br />

dente madurez me parece haber seguido desde<br />

comienzos de siglo una dirección general constante,<br />

sino más bien el comienzo de una reflexión<br />

enriquecedora sobre la naturaleza de la significación,<br />

yo no podía dejar de preguntarme cómo<br />

significa la literatura y, más concretamente aún,<br />

qué sentido toman las nociones o las teorías elaboradas<br />

por mi época en torno a esos problemas<br />

al confrontarlas con mi experiencia de escritor y<br />

de lector, o incluso, por extensión, de comentador<br />

de la literatura.<br />

Esta experiencia nos coloca en efecto, para estas<br />

cuestiones, en una posición privilegiada. No<br />

por el valor superior que la literatura como tal<br />

tenga o deje de tener, sino porque ella, como ejercicio<br />

de significación deliberadamente asumido,<br />

puede situarse a la vez más allá de los actos<br />

significativos indeliberados o involuntarios que<br />

no pueden verse a sí mismos como tales, y más<br />

acá de las miradas exteriores que ven la significación<br />

sin ejercerla —o más exactamente que no<br />

pueden ejercerla en el mismo lugar o el mismo nivel<br />

o el mismo momento en que la ven. Siempre<br />

que he reflexionado sobre la significación, literaria<br />

o no, me ha parecido terminar en un punto<br />

desde donde se vislumbra en el horizonte un<br />

nivel de esta naturaleza. Todo me inclina a pensar<br />

que entre los lenguajes invisibles para sí y los<br />

metalenguajes que los fijan en una luz glacial hay<br />

otra cosa. Para empezar, es claro que un lenguaje<br />

nunca es igual al lenguaje-objeto en que lo petrifica<br />

la mirada de un metalenguaje que lo hace<br />

su tema, sin que ese excedente de significación<br />

pueda recuperarse tampoco en el nivel segundo<br />

que cree digerirlo. Para ese nivel, como para<br />

todo digeridor, ese excedente son heces; pero no<br />

seamos zoocentristas y pensemos en todo lo que<br />

eso que llamamos heces puede ser en el metabolismo<br />

ecológico general. No hagamos pues ascos<br />

a la comparación y no seamos por ejemplo menos<br />

atrevidos que uno de esos metalenguajes, el freudismo,<br />

que se ha atrevido a mostrarnos toda la<br />

historia de activa represión que ha sido necesaria<br />

para llegar psicológicamente a ese asco físico.<br />

Pero entonces atrevámonos también a ver la<br />

represión teórica que nos elabora un asco intelectual<br />

hacia el sentido cultural de ese asco mismo,<br />

en el que nos repugna cada vez más meter las<br />

narices. Pues entre el asco irreflexivo que se juzga<br />

“invencible” y no puede verse a sí mismo por<br />

no poder vencerse a sí mismo, y la impasibilidad<br />

objetiva que tiene primero que haber vencido su<br />

asco, aplastándolo y borrándolo, para poder verlo<br />

y desarticularlo, y que por consiguiente no se<br />

las huele, hay una zona donde el asco es sentido<br />

humano del mundo y por lo tanto no es consecuencia<br />

de unos mecanismos de la cultura, ni<br />

parte de los mecanismos cuya consecuencia es la<br />

cultura, sino contemporáneo de esa cultura misma,<br />

y por eso ni automático en el sentido en que<br />

lo son los fenómenos extraculturales, sometidos<br />

(por lo menos para nosotros) a la causalidad, ni<br />

mudo en el sentido en que lo son los fenómenos<br />

significativos acostados en el quirófano analítico:<br />

todo metalenguaje desarticula el lenguaje<br />

del que hace, justamente, su objeto, y así el asco<br />

desarticulado por una teoría del asco deja de ser<br />

significancia, o sea perspectiva donde unos aspectos<br />

del mundo toman sentido asqueroso, para<br />

presentarse únicamente como lugar vacío constituido<br />

por su pura posición en un orden de lugares<br />

que la determina. Tal es el famoso “desinterés”<br />

de la ciencia (y de la “ciencia”), o sea la actitud<br />

para la cual el valor no valora sino que acontece.<br />

En esa tercera zona, en cambio, el asco para<br />

empezar nos distingue de los animales: es pues<br />

parte de lo que nos hace humanos —pero “hace”<br />

en el sentido lógico (o metafísico), que es como<br />

decir que es “lo mismo” que lo humano y no una<br />

cosa que “produce” lo humano y por lo tanto no lo<br />

es. Y si lo es “para empezar”, quiere decir que, si<br />

nos colocamos en esa perspectiva, fuera a la vez<br />

de la mirada que no sabe que mira y cree que el<br />

mundo se mira solo, y de la que ve el error de ésa<br />

pero no como un modo de ver sino como un no<br />

ver, entonces esa mirada, nos coloquemos donde<br />

nos coloquemos, está siempre ya empezada y no<br />

es posible colocarse antes de su comienzo para<br />

derivarla de un antecedente. Pero esa zona donde<br />

la significación está siempre ya empezada (y<br />

por supuesto nunca ya concluida) no es la zona en<br />

que la significación es incapaz en su circularidad<br />

de separarse de sí misma, es decir de saber que<br />

es significación. No podrá saberlo como lo sabe<br />

la otra significación, la que observa a ésta y que<br />

empieza por estar ya separada de ella, sino de<br />

otra manera que la observación no puede observar;<br />

pero justamente esa otra manera de saber es<br />

la que más valdría la pena de tratar por fin de entender<br />

un poco. Que esa significación de primer<br />

grado es efectivamente circular es algo que se repite<br />

a menudo en este libro. Pero se señala también<br />

que eso se debe a que es nuestro horizonte,<br />

y todos los horizontes son circulares, incluyendo<br />

el del espacio físico (por lo menos según Einstein);<br />

pero en el sentido de que no se puede estar<br />

más allá de un horizonte, y no en el sentido literal<br />

de un círculo geométrico. Hay otras circularidades<br />

y hay otras maneras de delimitar un espacio<br />

de manera que no toque el horizonte, pero eso no<br />

quita que haya mil señales para sugerirnos que<br />

un lenguaje podría saber que es un lenguaje sin<br />

dejar de ejercerse —o para empezar a decirlo con<br />

un término más característico: en su uso mismo.<br />

En cuanto a mí, ese es claramente el tema de la<br />

siguiente etapa de la reflexión, para la que este<br />

libro no hace más que barrer un poco el camino.<br />

Pero volvamos a los rasgos de este libro, sacando<br />

un poco de los párrafos anteriores con qué<br />

seguir situándolo, y hasta poniéndolo en su sitio.<br />

Esta tercera zona no repugna únicamente a la mirada<br />

teórica que, como el búho de Arreola, sólo<br />

reflexiona digiriendo. Como en la historia política,<br />

la represión de un tercer mundo proviene<br />

siempre simultáneamente de los dos primeros.<br />

En nuestro caso, la que proviene del otro lado<br />

usará naturalmente un lenguaje menos refinado,<br />

pero, por ejemplo, ¿no nos reprime también, o<br />

más exactamente no nos reprimimos también solitos<br />

con la oscura convicción de que un poeta no<br />

debe reflexionar demasiado sobre estas cosas?<br />

Aparte de que a los que no piensan les irrita siempre<br />

que alguien piense, hay además aquí un mito<br />

más profundo y confuso. Creer que la lucidez o<br />

incluso el conocimiento pueden hacer tanto daño<br />

es sin duda desconfiar de esas cosas, pero también<br />

quizá atribuirles demasiados poderes. Por lo<br />

menos atribuirles demasiado terreno: implica que<br />

todo lo que no esté en el terreno de la expresión<br />

ciega cae necesariamente en el petrificado terreno<br />

que hiela la letal mirada de Medusa: la mirada<br />

que mira la acción. Si ya Perseo supo mandar<br />

a Medusa a petrificarse sola, no se ve qué sigue<br />

persuadiéndonos de esa fatalidad. En el fondo de<br />

ese miedo hay este otro: si pienso demasiado no<br />

podré hacer el amor. Ninguna convicción menos<br />

explícita y confesada ni más difundida que la que<br />

podría resumirse en la consigna: o conciencia u<br />

orgasmo (hasta el freudismo vulgar la perpetúa).<br />

Pero seamos justos con la vida, que no sólo no<br />

es, afortunadamente, tan simple, sino que ni siquiera<br />

nos deja casarnos del todo y para siempre<br />

con nuestras simplezas. Si es cierto que todavía<br />

hoy las mujeres, puesto que los hombres<br />

siguen viéndolas como “naturales” (quiero decir<br />

como más “naturales” que ellos), corren el riesgo<br />

cuando dejan ver demasiado su inteligencia de<br />

provocar las dudas masculinas sobre su sexualidad,<br />

también es cierto que esas mismas mujeres<br />

suelen despertar, por esa misma inteligencia, y a<br />

menudo en los mismos hombres, exaltadas fantasías<br />

de superación sexual. Las dos reacciones<br />

se superponen con frecuencia, y cuál de las dos<br />

vencerá en un momento dado depende sobre todo<br />

de cuál vencerá entre el miedo y el deseo. Pero de<br />

estas cosas no sacamos nunca la consecuencia,<br />

como si, una vez más, pensáramos en un lugar y<br />

viviéramos en otro que no se tocan. Todavía hoy,<br />

entre los datos hace mucho divulgados por los<br />

estudios de Masters y Johnson, el que sigue produciendo<br />

infaliblemente sorpresa es el de las estadísticas<br />

que muestran cómo el orgasmo es incomparablemente<br />

más frecuente en las mujeres<br />

citadinas, modernas y con alto grado de educación<br />

que en las mujeres sencillas, campesinas y<br />

supuestamente espontáneas (como también, naturalmente,<br />

en las maduras que en las jóvenes).<br />

Y sin embargo los lectores de esos estudios son<br />

mujeres citadinas y cultas, y hombres del mismo<br />

tipo y que hacen sobre todo el amor, estadísticamente,<br />

con esas mujeres, y que por consiguiente<br />

deberían saberlo.<br />

Esta comparación sexual puede todavía enseñarnos<br />

algo. Saber hacer el amor no es lo mismo<br />

que tener conocimientos teóricos o técnicos<br />

sobre eso. Pero tampoco es lo mismo que hacerlo<br />

ciegamente, mal hecho, o para ser más exactos,<br />

estúpidamente. Confundir ese saber con un<br />

conocimiento teórico o una técnica no hace sino<br />

agrandar la brecha entre esos dos extremos, y<br />

eso, en nuestra civilización, redunda siempre en<br />

reforzar el prestigio y el exclusivismo de lo teórico<br />

y lo técnico, concederle todo el saber, o sea<br />

toda la luz sobre el sentido, y hacerlo al mismo<br />

tiempo cada vez más incapaz de entender otro saber.<br />

En mi experiencia cotidiana estoy tan acostumbrado<br />

a encontrar lingüistas que no saben escribir<br />

como escritores que tienen sobre la lengua<br />

las ideas menos lúcidas del mundo.<br />

El desafío era pues tratar de escribir un libro<br />

donde pueda uno pensar todo lo que le dé la gana<br />

sin que eso paralice el lenguaje sobre el que está<br />

uno pensando. La vida, como estaba diciendo,<br />

le enseña a uno el camino. Porque en la vida se<br />

piensa escribiendo y hablando, y siempre en el<br />

lenguaje de todos los días, incluso cuando a la vez<br />

(pero no siempre) se “escriban” o se “hablen” lenguajes<br />

artificialmente construidos. Se puede entonces<br />

intentar pensar con un lenguaje que sabe<br />

todo el tiempo que es lenguaje y que piensa por<br />

ser lenguaje, no por otra cosa que estaría en otro<br />

sitio y para la que el lenguaje sería vehículo o traducción.<br />

Pero esto no es tan fácil como parece.<br />

Quiero decir que corre el peligro de caer en algunas<br />

facilidades. Una de ellas, muy de nuestros<br />

tiempos, es no distinguir entre la afirmación de<br />

que el pensamiento no está en otro lugar que el<br />

lenguaje, y la afirmación que los identifica al uno<br />

con el otro. Decir que todo pensamiento es palabrería<br />

(o en el otro extremo, pero da igual, codificación<br />

lingüística), o que todo lenguaje es automáticamente<br />

pensamiento me parece que es suprimir<br />

el problema en lugar de enfrentarlo. Otra<br />

de ellas, no menos frecuente, es tener una verdad<br />

escondida en otro sitio, y mientras se está proclamando<br />

que hay que dejar a los lenguajes manifestarse<br />

por sí mismos, estar manipulando en realidad<br />

ese espontaneísmo contra las otras verdades<br />

teóricas para imponer sobre sus ruinas la propia.<br />

Es como esos partidos que “se ponen a la cabeza”<br />

de los movimientos populares: al final siempre<br />

habla el partido, no el pueblo. Es lo que le pasaría<br />

a este libro si desembocara en unas “Conclusiones”:<br />

las conclusiones habrían estado en realidad<br />

desde el principio instigando a la divagación en<br />

espera de su oportunidad. Una facilidad más sería<br />

identificar a nuestra vez el pensamiento con<br />

los signos, pero secretamente concebidos como<br />

signos artificialmente construidos, y sólo ver un<br />

pensamiento en el lenguaje de todos los días en<br />

la medida en que veamos en él ocultos los signos<br />

artificiales más o menos deformados o atenuados.<br />

Con lo cual en realidad seguiríamos viendo<br />

el pensamiento en otro sitio, aunque ese otro sitio<br />

fuera otro lenguaje.<br />

Por todo esto este libro tenía que ser enormemente<br />

digresivo. Tenía que mantener todo<br />

el tiempo el punto de vista menos especializado<br />

que le fuera posible, que era, entre los posibles,<br />

el punto de vista del poeta. Pero incluso ése hubiera<br />

podido ser demasiado especializadamente<br />

poético. Contra eso, por un lado, se introduce a<br />

veces el punto de vista menos prestigioso y autorizado<br />

que existe: el del traductor, que nunca<br />

podrá permitirse la ridiculez de parangonarse<br />

con los guías de este mundo, como a veces los escritores<br />

y poetas se la permiten. Y por otro lado,<br />

se autoriza a la mirada a indagar en todos los temas<br />

que despierten su curiosidad, y esa mirada,<br />

aunque no deja de mirar desde la poesía, no mira<br />

por eso, mira por la curiosidad. Porque además,<br />

aunque intente ser una mirada no especializada,<br />

tiene que mirar algunas zonas especializadas,<br />

puesto que sigue siendo siempre una mirada polémica<br />

que no puede permitirse la trampa malvada<br />

de fingir que el enemigo no existe. La más<br />

cercana de estas zonas era naturalmente la lingüística:<br />

hay así algunos pasajes (que no está prohibido<br />

saltarse) que abordan cuestiones lingüísticas<br />

bastante técnicas, pero siempre desde una<br />

posición rigurosamente no militante. •<br />

noviembre de 2016 la gaceta 19


N OVEDADES<br />

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA<br />

NOVIEMBRE DE 2016<br />

551<br />

Una vida en resiliencia<br />

El arte de vivir en peligro<br />

brad evans y julian reid<br />

Enmarcado en los debates postestructurales<br />

que animan buena<br />

parte de la sociología actual, este<br />

libro es ante todo una lúcida crítica<br />

política del concepto de resiliencia,<br />

definida como la habilidad de los<br />

sistemas para anticipar, absorber,<br />

acomodarse o recuperarse<br />

eficientemente de los efectos<br />

adversos de acontecimientos<br />

azarosos. Los autores analizan la<br />

conversión del concepto en una<br />

especie de mantra del liberalismo<br />

y las implicaciones políticas de<br />

tal manipulación. Se trata de un<br />

trabajo pionero, pues inaugura la<br />

crítica de tal concepto desde la<br />

biopolítica.<br />

sociología<br />

1ª ed. 2016, 269 pp.<br />

Teatro completo<br />

elena garro<br />

El presente volumen reúne las 16<br />

piezas dramáticas de esta escritora,<br />

entre ellas Andarse por las ramas,<br />

Los pilares de doña Blanca, Felipe<br />

Ángeles, La dama boba, Parada<br />

San Ángel y Sócrates y los gatos,<br />

en las que impera el lenguaje<br />

poético y simbólico expresado en<br />

atmósferas inesperadas, ámbitos<br />

reales y fantásticos y una singular<br />

visión de la vida, la historia y la<br />

condición humana. Esta edición<br />

ordena cronológicamente las piezas<br />

y enmienda los errores editoriales<br />

de versiones anteriores. El<br />

prólogo de Jesús Garro y de<br />

Guillermo Schmidhuber de la Mora,<br />

otorga una visión íntima de la<br />

autora. En el marco del centenario<br />

de su nacimiento, el fce se propone<br />

contribuir al redescubrimiento del<br />

fascinante universo imaginario de<br />

una de las voces más originales de<br />

las letras mexicanas.<br />

letras mexicanas<br />

1ª ed. 2016, 408 pp.<br />

Novelas escogidas<br />

(1981-1998)<br />

elena garro<br />

La deslumbrante irrupción literaria<br />

de Elena Garro (1916-1998) se<br />

dio en tres géneros: dramaturgia<br />

(Un hogar sólido), novela (Los<br />

recuerdos del porvenir) y cuento<br />

(La semana de colores). Esto<br />

ocurrió entre 1958 y 1964. Luego<br />

de este triple debut, señalado<br />

por la madurez técnica y la<br />

imaginación osada, Garro no volvió<br />

a los estantes de las librerías<br />

sino hasta 1980. En el marco del<br />

centenario del nacimiento de esta<br />

escritora fundamental de las letras<br />

mexicanas del siglo xx, el presente<br />

volumen reúne seis novelas y<br />

seis nouvelles: Reencuentro<br />

de personajes, Mi hermanita<br />

Magdalena, Testimonios sobre<br />

Mariana, La casa junto al río, Y<br />

Matarazo no llamó… y Busca mi<br />

esquela. Todas ellas forman parte<br />

de la última etapa literaria de la<br />

autora, la mayoría textos de poca<br />

circulación editorial, difíciles de<br />

conseguir. Por todo lo anterior,<br />

este volumen pone a disposición<br />

del lector diversas aristas de la<br />

novelística de Garro, desde lo<br />

testimonial hasta el suspenso,<br />

pasando por la política.<br />

letras mexicanas<br />

1ª ed. 2016, 928 pp.<br />

En defensa de los derechos<br />

de los animales<br />

tom regan<br />

El movimiento a favor de los<br />

derechos animales ha argumentado<br />

que la caza y captura de seres<br />

vivos, así como su uso para realizar<br />

experimentos, son actividades<br />

injustificables y reprobables.<br />

Para defender estos argumentos<br />

generalmente se apela a principios<br />

morales, pero casi nunca con<br />

una base teórica sólida. A fin de<br />

superar esta deficiencia, Tom<br />

Regan busca establecer cimientos<br />

filosóficos para dicho movimiento.<br />

Contra las afirmaciones de que los<br />

animales carecen de conciencia,<br />

deseos, memoria, creencias o<br />

percepción, y por lo tanto, de<br />

derechos, Regan argumenta que<br />

estos seres tienen más elementos<br />

en común con la humanidad de lo<br />

que se admite. De esto se desprende<br />

la necesidad de un cambio radical<br />

en la forma de tratarlos. El<br />

autor aborda cuestiones como<br />

el bienestar, las capacidades<br />

sensoriales, la justicia, el deber<br />

indirecto y directo, los derechos y<br />

la igualdad. Gracias a ello, la obra<br />

va más allá de su objetivo principal<br />

y da pie a la discusión sobre los<br />

derechos básicos de los miembros<br />

más vulnerables de la sociedad.<br />

filosofía<br />

1ª ed. (fce, instituto de investigaciones<br />

filosóficas-unam, programa universitario<br />

de bioética), 2016, 504 pp.<br />

20 la gaceta noviembre de 2016


El Machete<br />

Edición facsimilar<br />

luciano concheiro (coordinador). autores varios<br />

En 1980, el antropólogo Roger Bartra fundó la revista El Machete, publicación financiada por el<br />

Partido Comunista Mexicano que, pese a su breve vida —tan sólo 15 números— llegó a convertirse<br />

en punto de referencia del análisis social y la cultura política del país. La revista fue nombrada<br />

así en homenaje a la revista del mismo nombre vinculada también al PCM en la década de 1920.<br />

En retrospectiva, El Machete representa un punto de inflexión en el pensamiento de izquierda,<br />

particularmente el de raigambre marxista, al introducir temas de identidad cultural que hoy son<br />

parte de la agenda política e institucional: derechos de los homosexuales, legalización de la marihuana,<br />

guadalupanismo, todo ello en un lenguaje escrito y gráfico irreverente. Irónica, lúdica y<br />

siempre crítica, su búsqueda podía oscilar entre una visita al teatro Blanquita, un examen de La<br />

familia Burrón o el análisis polivalente del rock y la trova. Su discurso plástico presentó innovaciones<br />

radicales gracias a los reconocidos artistas Rafael López Castro y Alberto Castro Leñero,<br />

encargados del diseño y el arte, respectivamente. Esta edición facsimilar reproduce las características<br />

originales de la revista en cuanto a papel, portadas, color y formación.<br />

letras mexicanas<br />

1ª ed. 2016, 1110 pp.<br />

Cazadores de especies<br />

La marca indeleble<br />

Romeo y Julieta<br />

Entre noches y fantasmas<br />

richard conniff<br />

Richard Conniff, escritor<br />

y periodista estadunidense<br />

especializado en el comportamiento<br />

animal y el comportamiento<br />

humano, narra en esta obra los<br />

descubrimientos de los viajeros<br />

y exploradores de los siglos xviii<br />

y xix, pioneros del estudio de la<br />

biodiversidad. El libro es idóneo<br />

para quienes estudian temas<br />

de ecología y, debido a su estilo<br />

sencillo y directo, dotado de un<br />

claro impulso literario que atrapa al<br />

lector, también para los interesados<br />

en conocer las relaciones históricas<br />

y biográficas de importantes<br />

personajes de la biología como<br />

Buffon, Say, Wallace, Bates, Owen o<br />

Daubenton. La obra se complementa<br />

con ilustraciones, bibliografía y un<br />

índice analítico que enriquecen la<br />

de por sí muy amena narración.<br />

ciencia y tecnología<br />

1ª ed. 2016, 449 pp.<br />

alicia molina, ilustrado<br />

por carlos vélez<br />

Los primeros en darse cuenta<br />

de que Inés no estaba fueron los<br />

pájaros. Daban vueltas piando<br />

y reclamando alrededor de la<br />

banca del bosque donde, cada<br />

tarde, la princesita se sentaba a<br />

ponerles trigo, arroz y alpiste. Los<br />

últimos que la vieron recordaron<br />

que iba entre las garras de un<br />

dragón. Después vino el llanto<br />

y la desesperación, hasta que su<br />

hermano Esteban y su primo Rulo<br />

decidieron emprender un viaje para<br />

rescatarla, acompañados por Li,<br />

un astuto colibrí. La desaparición<br />

de la princesa Inés es el punto de<br />

partida de este breve relato que<br />

describe la sagacidad de un paje, un<br />

aprendiz de escudero y un colibrí<br />

para traerla de vuelta al castillo.<br />

La travesía estará llena de peligros<br />

y retos, así que los tres valientes<br />

amigos tendrán que recurrir<br />

una y otra vez a su imaginación<br />

para enfrentar al temible dragón;<br />

sin embargo, pronto se darán<br />

cuenta de que éste es más astuto<br />

de lo que suponen y que la única<br />

manera de vencerlo es si consiguen<br />

hacerle las preguntas precisas.<br />

Una historia conmovedora y<br />

llena de aventuras que fomenta el<br />

pensamiento crítico de los niños<br />

a través de las situaciones que<br />

enfrentan y las decisiones que<br />

deben tomar los protagonistas. Las<br />

ilustraciones de Carlos Vélez están<br />

llenas de detalles y expresividad, y<br />

logran transmitir con eficacia las<br />

emociones del texto.<br />

a la orilla del viento<br />

1ª ed. en español, 2016, 56 pp.<br />

william shakespeare,<br />

ilustrado por mercè lópez<br />

Para conmemorar los 400 años<br />

de la muerte de Shakespeare,<br />

publicamos esta versión ilustrada<br />

del clásico Romeo y Julieta, obra<br />

que se publicó por primera vez en<br />

1597 y que el paso del tiempo ha<br />

consagrado. La intensidad de los<br />

sentimientos en ella representados<br />

la ha convertido en una de las<br />

obras más divulgadas del autor<br />

inglés, la cual sigue siendo recreada<br />

con frecuencia en la música, la<br />

danza, el teatro y la literatura; sin<br />

embargo, las ediciones ilustradas<br />

disponibles son pocas. Esta<br />

propuesta completamente gráfica,<br />

ilustrada de manera espléndida<br />

por Mercè López, narra de manera<br />

fresca esta historia de amor<br />

juvenil que, desde el comienzo,<br />

predice su trágico desenlace.<br />

“Al placer violento sigue un final<br />

violento”, dice Fray Lorenzo. Este<br />

presagio está presente también<br />

en la propuesta de Mercè, quien<br />

incluye en sus composiciones<br />

elementos que simbolizan los<br />

peligros de este amor imposible<br />

debido al odio imperante en sus<br />

familias. En medio de este odio, el<br />

amor de Romeo y Julieta persiste,<br />

así lo representa la ilustradora,<br />

quien envuelve a los personajes<br />

entre corales y otros elementos<br />

marinos que, conforme avanza la<br />

historia, se van transformando<br />

en espinos. El odio, la pasión<br />

llevada a la locura, los celos, la<br />

fidelidad a los suyos y al amor que<br />

los protagonistas se han jurado<br />

son algunos de los sentimientos<br />

que William Shakespeare expone<br />

en Romeo y Julieta y que Mercè<br />

captura y transforma en imágenes<br />

que conquistarán a todo tipo de<br />

lectores por su potente fuerza y<br />

expresividad.<br />

clásicos<br />

1ª ed. en español, 2016, 56 pp.<br />

francisco tario, ilustrado<br />

por isidro r. esquivel<br />

Francisco Tario ha sido considerado<br />

durante mucho tiempo un autor<br />

de culto pero en los últimos años su<br />

obra ha ganado muchos nuevos lectores.<br />

En 2012 la editorial española<br />

Atalanta publicó La noche; en 2013<br />

Conaculta, ahora Secretaría de Cultura,<br />

y Lectorum coeditaron La semana<br />

escarlata y otros relatos; en<br />

2015 el fce publicó el primer tomo<br />

de sus obras completas y este año<br />

publicó el segundo. En este resurgimiento<br />

se publica Entre noches<br />

y fantasmas, breve selección de<br />

cuentos ilustrados por Isidro R. Esquivel,<br />

quien ha logrado capturar la<br />

voz del autor y propone, desde una<br />

mirada personal, su interpretación<br />

de la historia que narra un féretro<br />

que se sabe destinado al matrimonio<br />

o, como lo designan comúnmente,<br />

al entierro, y que sueña con el<br />

encuentro de su cónyuge; la de un<br />

perro tísico que relata la muerte<br />

de su amo, un joven y triste poeta,<br />

y la desesperación que siente al no<br />

poder hacer otra cosa que verlo morir;<br />

la de un traje gris que, cansado<br />

de su espantosa monotonía, decide<br />

salir y experimentar la vida de los<br />

hombres; la de una extraña enfermedad<br />

que llega a un pueblo en la<br />

forma de una polka ininterrumpida<br />

que, después de que el paciente la<br />

escucha durante diez días, desaparece;<br />

la de una mujer que no le<br />

cumple a su esposo la promesa de<br />

ser enterrado con su vieja pata de<br />

palo y por ello es atormentada. Éstos<br />

son algunos de los personajes y<br />

tramas de esta selección de cuentos<br />

donde lo impredecible, lo fantástico<br />

y lo fantasmal siempre están presentes.<br />

Entre noches y fantasmas,<br />

libro coeditado con la Secretaría de<br />

Cultura, es un pequeño homenaje a<br />

uno de los mejores cuentistas mexicanos,<br />

quien ha sido comparado con<br />

autores como Jorge Luis Borges,<br />

Juan José Arreola y Juan Rulfo;<br />

pero sobre todo un autor que siempre<br />

ha sido reconocido y recomendado<br />

por sus lectores. Por su parte,<br />

Isidro R. Esquivel hace evidente su<br />

madurez y rigor como ilustrador.<br />

clásicos<br />

1ª ed. en español, 2016, 120 pp.<br />

noviembre de 2016 la gaceta 21


trasfondo<br />

fragmento<br />

El tiempo real<br />

Luis Tovar<br />

10<br />

8<br />

El solipsismo no es la forma de pensamiento más<br />

prestigiada pero puede ser una veta muy rica para la<br />

exploración literaria, como lo demuestra el presente texto<br />

—fragmento de la novela inédita El tiempo real— hecho de<br />

sensaciones y reflexiones contenidas en la interioridad pura,<br />

no obstante reveladoras de la condición humana moderna.<br />

3<br />

4 de mayo de 2001,<br />

8:31 de la mañana<br />

Sólo ha transcurrido un minuto<br />

desde que llegó a la estación Polanco<br />

del Metro. Tiene sueño, pues<br />

prácticamente no durmió anoche,<br />

y no podría decidir qué parte del<br />

cuerpo le duele más. Hasta ahora<br />

le había funcionado la estratagema<br />

de sumir la tensión nerviosa en un<br />

charco de cansancio, pero esta vez<br />

cada músculo le dice que todo el día<br />

sentirá el cuerpo tan tieso como un<br />

palo reseco, y al mismo tiempo un<br />

agotamiento como el que producen<br />

los insomnios largos y reiterados.<br />

Como si eso no bastara fumará<br />

más que nunca, más que siempre,<br />

con lo que se acarreará todos los<br />

males posibles que nunca dejan<br />

de mencionar aquellos que no fuman<br />

y consideran una obligación,<br />

casi una cruzada, decirle al que<br />

fuma que no debe hacerlo porque<br />

daña mucho no sólo su salud sino<br />

la de medio mundo, que si los fumadores<br />

pasivos, que si la falta de<br />

concentración, el aniquilamiento<br />

neuronal, incluso a la larga la impotencia,<br />

pero antes y paulatinamente<br />

los problemas de erección<br />

y el desinterés sexual, y más y<br />

más, tal como si el tabaco fuera y<br />

siempre hubiera sido poco menos<br />

o de plano tan letal como la más<br />

eficiente de las armas bacteriológicas<br />

—o una de destrucción masiva,<br />

ironiza—, todo lo cual, en caso de<br />

ser cierto, daría mucho que pensar<br />

respecto de la creciente pero<br />

siempre hipócrita prohibición fumadora<br />

pues, en todo caso, lo que<br />

deberían prohibir es su producción<br />

y comercialización, no su consumo,<br />

y entonces habría que replantearse<br />

decenas de consideraciones<br />

—meros sobreentendidos, a cual<br />

más difuso— respecto de los estupefacientes<br />

en general, sobre todo<br />

teniendo en cuenta que dentro de<br />

unos doce o trece años comenzará<br />

a legalizarse el consumo de la<br />

mariguana, después de lo cual será<br />

ridículo, por decir lo menos, que<br />

nadie pueda fumarse un cigarro en<br />

un restaurante, pero sí pueda prenderle<br />

fuego a un buen churro gallo<br />

carrujo porro chubi toquecito son.<br />

Por eso, congruente consigo<br />

mismo, Mario celebra el día mundial<br />

de no fumar encendiendo muy<br />

temprano su enésimo Lucky Strike<br />

—y una mañana cualquiera de 2016<br />

hará lo mismo con su Marlboro<br />

100, cuando apenas esté abriendo<br />

los ojos—, recordando el cuento<br />

de Ribeyro y haciéndole honores<br />

a la cortazariana vaga equívoca<br />

fragancia pero también al humo<br />

que tapiza las gargantas, al insigne<br />

puro entre los labios de Groucho, a<br />

Cabrera Infante de puro humo y a<br />

otros notables fumadores.<br />

Aunque más tarde, al otro día, el<br />

sueño sea mucho, no hace nada por<br />

pelear contra el insomnio. La madrugada<br />

lo pesca en vela todas las<br />

noches, y cada una de ellas Mario<br />

se repite que tal como hace con su<br />

cajetilla de cigarros diaria, así es<br />

él y así está bien. Lleva demasiados<br />

años acostándose a las dos o tres<br />

de la mañana como para aceptar<br />

al menos la posibilidad de que lo<br />

suyo es un problema de sueño. Lo<br />

tiene bien mecanizado: dormir hasta<br />

bien tarde le permite levantarse<br />

cuando todos los demás ya están<br />

en movimiento, han desayunado,<br />

salieron a la calle y se dirigen o<br />

ya llegaron al sitio adonde van.<br />

Pero si le preguntaran, aseguraría<br />

que no es por eso que se desvela<br />

y se levanta tarde. Diría que no lo<br />

hace por ninguna razón particular,<br />

sino sencillamente porque así está<br />

acostumbrado. No reconocería,<br />

por mucho que explicarlo le regalara<br />

un breve placer, que después de<br />

tantas noches de sueño incompleto<br />

sabe bien que el premio consiste en<br />

ver, a la mañana siguiente, la realidad<br />

como de a golpes. En fotones,<br />

diría él.<br />

*<br />

Así como si nada llegarán los días<br />

por venir. Mario detiene la vista en<br />

la palma de su mano izquierda, sabiendo<br />

que su futuro no está escrito<br />

ahí. Lo ignora todo respecto de la<br />

quiromancia, y además no cree en<br />

esas suertes. Se mira la palma porque<br />

sí, para distraerse. También,<br />

un poco, porque sin darse cuenta<br />

está rememorando la única vez que<br />

alguien pretendió encontrar ahí su<br />

destino. Hace tantos años de eso,<br />

que no podría recordar exactamente<br />

lo que le dijeron. A su memoria<br />

sólo viene la imagen de sí mismo<br />

caminando por avenida Insurgentes,<br />

distraído. Antes de llegar a una<br />

esquina una mujer lo interpeló y<br />

ofreció leerle las líneas de la mano.<br />

A pesar de su escepticismo, él aceptó<br />

perder diez minutos y quince<br />

pesos colaborando en el sustento de<br />

aquella falsísima gitana.<br />

Recuerda cuántas veces ha pensado<br />

en no ser, como los que a sus<br />

espaldas siguen saliendo del Metro,<br />

más que uno de tantos transeúntes,<br />

que se dirige a un sitio sólo conocido<br />

por él mismo, movido por un<br />

propósito igualmente ignorado por<br />

el resto de las personas que, como<br />

él, andan por la calle. Se dice a sí<br />

mismo que el anonimato es el más<br />

claro signo de la vida urbana contemporánea,<br />

y que a nadie le importan<br />

los propósitos del otro, salvo<br />

que sus respectivas trayectorias se<br />

intersecten, pero sabe también que,<br />

cuando eso sucede, por lo regular<br />

es de manera conflictiva.<br />

Piensa en los desplazamientos,<br />

en ir de un sitio a otro. Nadie puede<br />

concentrar la totalidad de sus<br />

actividades en un solo lugar. Sólo<br />

renunciando, sólo evitando deliberadamente<br />

el movimiento. Y sólo,<br />

claro está, a partir de condiciones<br />

materiales específicas. Entre más<br />

pobre más tiene uno que moverse,<br />

pero es menos posible llegar lejos.<br />

**<br />

El túnel Ogarrio en Real de Catorce<br />

no tiene una inscripción donde<br />

se lea “abandonad toda esperanza”<br />

pero no hace falta, porque cada<br />

quien ve lo que quiere ver y por eso<br />

Mario sí puede leerla o, más precisamente,<br />

sí podrá verla o, todavía<br />

más precisamente, del domingo seis<br />

de mayo en adelante dirá que ahí<br />

estaba, que vio esa leyenda advirtiéndole<br />

que, una vez habiendo pasado<br />

por ahí, ya no había ni salvación<br />

ni regreso ni nada; que cuando<br />

traspasara ese túnel, única vía para<br />

entrar a Real de Catorce, lo que habría<br />

de venir era la nada, el tiempo<br />

sin asideros, el reloj inmóvil.<br />

Antes que todo eso, una cuenta<br />

atrás. Verá cumplido —ya está<br />

cumpliéndose, mejor dicho— algo<br />

que le gusta mucho decir: que el<br />

tiempo no debería medirse por los<br />

minutos que pasan sino por lo que<br />

pasa en los minutos, pero dejará de<br />

decirlo en voz alta luego de que un<br />

menos que mediocre cantautor guatemalteco<br />

perpetre una canción en<br />

la que incluirá una frase demasiado<br />

parecida. Lo que sí seguirá pensando<br />

y diciendo es que a cada quien le<br />

toca su Aleph, que cada quien vive<br />

su concierto y su desconcierto y, si<br />

no tiene otro remedio ni logra evitarlo,<br />

su simultaneidad, ese todo<br />

indeseado, ingobernable, necesariamente<br />

múltiple, agolpado siempre<br />

a las puertas del entendimiento<br />

y dándose codazos para entrar<br />

primero.<br />

La memoria es el vestíbulo de la<br />

razón, se dice, pero si no se le asignan<br />

turnos al infinito de posibles<br />

evocaciones, la combinación será<br />

irremediablemente caótica. ¿Y qué<br />

combinación no lo es? Sólo un engaño<br />

amable, eso de creer que la ruta<br />

causal es algo más que la residencia<br />

provisional del desorden.<br />

El presente. Aute cantando “ahora<br />

es un instante dentro de un reloj”.<br />

La no-metáfora de un reloj de<br />

arena traído de Zacatecas que un<br />

día, un instante cualquiera, dejó de<br />

permitir el paso de los granos de<br />

un lado al otro. Cuando Mario se<br />

dio cuenta de que ahí, en el interior<br />

de esa clepsidra seca, para nadie<br />

y al mismo tiempo para cualquier<br />

persona que lo descubriera y quisiera<br />

creerlo, el tiempo no andaba;<br />

cuando entró a casa, encendió la<br />

luz del pasillo y, como si hubiera<br />

escuchado que alguien se lo ordenara,<br />

lo primero que hizo fue mirar<br />

el reloj de arena detenido a medio<br />

camino; cuando lo descubrió tuvo<br />

un atisbo, así fuera humilde, de<br />

intemporalidad.<br />

Pero nada de esto ha ocurrido<br />

todavía; sucederá más de tres años<br />

después, aunque Mario no lo sabe.<br />

Como con tantos otros acontecimientos,<br />

no tiene modo de saberlo<br />

y, no obstante, su ignorancia no alterará<br />

ni un ápice la configuración<br />

del futuro. Un ápice. Como todos,<br />

Mario emplea la palabra “ápice”<br />

para significar “poco”. Lo que por<br />

ahora tampoco sabe es que dentro<br />

de seis años leerá en un libro de Robert<br />

Kaplan la historia del número<br />

cero y comprenderá que, en rigor,<br />

un ápice es una porción de infinito,<br />

y que en sí mismo es infinito también.<br />

Lo que Mario sí sabe desde<br />

hace mucho es que basta un ápice<br />

para caer en la tentación de forjar<br />

los eternos universos del hubiera,<br />

palabra útil para tocar, aunque sea<br />

sólo con el pensamiento, el que acaso<br />

sea el único infinito de verdad<br />

accesible para el género humano.<br />

Cualquier hubiera es bueno, todos<br />

valen lo mismo, y debería ser<br />

fácil darse cuenta de que los hechos<br />

cotidianos también son un hubiera,<br />

que eso que tan confiadamente llamamos<br />

realidad es apenas el tal vez<br />

que alzó primero la mano, algo así<br />

como el primer caramelo que sale<br />

22 la gaceta noviembre de 2016


4<br />

1<br />

el tiempo real<br />

9<br />

5<br />

del paquete. Un puede ser que a fin<br />

de cuentas fue, como pudo tocarle a<br />

otro cualquiera.<br />

Aunque la frase suena bien bonita<br />

y ya ves cuántos la usan para decir<br />

algo quesque muy profundo, o cuando<br />

menos que suene medio culto, la<br />

pura verdad es que arquitecto de su<br />

propio destino, bien visto, no es nadie.<br />

Más bien, como es claro si uno<br />

sabe escuchar lo que los ciegos cantan,<br />

cada quien ha hecho lo que ha<br />

podido y Fortuna lo que ha querido.<br />

Es verdad, piensa, que los actos<br />

tienen consecuencias, pero el<br />

campo donde gobierna la causalidad<br />

pura es en realidad muy restringido.<br />

La causalidad como yo la<br />

entiendo, es decir, una en la que no<br />

intervenga ninguna contingencia.<br />

Pero para eso habría que vivir en<br />

un laboratorio, e incluso en un acelerador<br />

de partículas, con absolutamente<br />

todas las condiciones controladas,<br />

también absolutamente.<br />

“Despacio”, piensa, catorce minutos<br />

antes de que todo comience a<br />

suceder. Piensa despacio. No siempre<br />

la mejor vía es la más corta, y<br />

se puede llegar más pronto siguiendo<br />

una ruta que no sea ni recta ni la<br />

que aparentemente tomaría menos<br />

tiempo. La memoria y el pensamiento<br />

también tienen sus agujeros<br />

de gusano a modo de atajos, por<br />

donde puede cortarse camino. Pero<br />

no. No se trata de llegar más pronto.<br />

Aquí hay una trampa. Hay que<br />

evitar los pasadizos, no propiciarlos,<br />

para ya no hablar de seguirlos.<br />

De nueva cuenta mira la calle,<br />

y el desorden sonoro que sale del<br />

Metro le recuerda la nieve de un<br />

televisor sin señal, esa lluvia interminable<br />

de puntos blancogrises<br />

que en otros tiempos remataba, ya<br />

entradísima la noche, una jornada<br />

de transmisiones, lluvia hertziana<br />

hoy inexistente a consecuencia de<br />

la todavía más interminable programación<br />

televisiva. Cuando supo<br />

que una porción de ese ruido sin<br />

concierto en realidad es un remanente<br />

del Big Bang; cuando asimiló<br />

la paradoja tremenda de que resultara<br />

tan fácil, incluso involuntario,<br />

acceder a un testimonio directo del<br />

origen de todo, y que como le pasó<br />

a millones y millones en todo el<br />

mundo, atestiguó la maravilla incontables<br />

veces sin siquiera poder<br />

imaginarla, Mario tuvo un estremecimiento,<br />

y tuvo otro cuando le<br />

explicó el asunto a Bruno y descubrió<br />

que ni siquiera un auténtico<br />

11<br />

7<br />

12<br />

prodigio era capaz de concitar la<br />

unanimidad absoluta, puesto que su<br />

amigo lo escuchó, dijo algo así como<br />

“ah, mira”, y volvió a lo suyo, variando<br />

apenas el gesto y la actitud.<br />

***<br />

6<br />

2<br />

Como bien sabe cualquiera, el viaje<br />

consiste en el trayecto y no en la estadía,<br />

forzosamente fugaz, en el sitio<br />

adonde conducen los movimientos.<br />

Lo mismo habría que hacer con<br />

el lugar de donde se ha salido, como<br />

bien sabía Kazantzakis que sabía<br />

Odiseo.<br />

¡Pero qué ganas de hacerme un<br />

gran favor! ¿Qué clase de Odiseo<br />

puedo ser aquí, hoy, una mañana de<br />

viernes afuera de una estación del<br />

Metro? ¿Me alcanza la soberbia para<br />

romantizar —en todos los sentidos<br />

posibles, incluyendo el de confeccionar<br />

con todo esto una romain— un<br />

viaje que en este momento ni siquiera<br />

sé si de veras voy a hacer?<br />

Como tantos otros, y si me apuran<br />

como casi todos, no soy sino un<br />

puñado de trivialidades a las que<br />

puede otorgársele orden, sentido,<br />

significado. Por sí mismo nada tiene<br />

importancia, ya se sabe. Es perfectamente<br />

posible vivir dándole<br />

la espalda al mundo, mirándose el<br />

ombligo. El centro del mundo está<br />

en todas partes, tantas como habitantes<br />

hay en él.<br />

Lo mío es el simple y puro egoísmo<br />

de esa mónada consciente que, a<br />

final de cuentas, venimos a ser todos<br />

y cada uno de los seres humanos. Mi<br />

viaje, mi angustia, mi historia, ¿son<br />

importantes para alguien que no sea<br />

yo? ¿Lo serán para el yo que seré<br />

después, cuando todas estas palabras<br />

que ahora me digo hayan sido<br />

sustituidas por otras que en realidad<br />

vendrán a valer exactamente lo<br />

mismo? ¿Por qué debo creer que la<br />

representación del mundo que hoy<br />

ocupa mi cabeza es la más válida o la<br />

mejor si sólo, si apenas, es la única<br />

de la que soy capaz? Ya no estamos<br />

en el mejor de los mundos posibles,<br />

sino con dificultades, pobremente,<br />

en la menos incompleta de las representaciones<br />

posibles, y todas son<br />

individuales, lo cual significa que<br />

le sirven a uno nada más, aunque a<br />

veces ni siquiera eso.<br />

Se supone que todo esto tendría<br />

que estar diciéndoselo a alguien. A<br />

Beatriz, por ejemplo. Se supone que<br />

debo armar el artificio del diálogo,<br />

la quimera reiterada de la comunicación.<br />

Sí, claro, como si de verdad<br />

fuera posible comunicarse con los<br />

demás. Ni en sueños. Ni en un millón<br />

de años.<br />

Pero como estoy solo y eso es<br />

algo que muy probablemente no va<br />

a cambiar, en este aquí y este ahora<br />

soy el único que decide si algo es<br />

importante, y mi dictamen es que<br />

todo lo es. Digamos que aplicaré<br />

la teoría del mínimo cambio necesario,<br />

pero de tal manera que no<br />

resulten eventos catastróficos ni<br />

notorios ni relevantes, ni siquiera<br />

memorables. No todos los aleteos<br />

de mariposa tienen que terminar en<br />

tifones, como pretende cierta mala<br />

literatura y como medio mundo<br />

se muere de ganas de que sean sus<br />

viditas para no sentir que no están<br />

vivos, ignoro si por deformación<br />

literaria o quizá cinera o más bien<br />

televisiva o por supuesto que todas<br />

juntas.<br />

El mundo está lleno de nosotros,<br />

los que sólo somos importantes<br />

para nosotros y quizá ni siquiera<br />

eso, cuyosnuestros actos no tienen<br />

más consecuencias que una nueva<br />

organización en los impulsos y los<br />

flujos eléctricos dentro de nuestros<br />

cerebros. Estamos en todas partes<br />

y aunque nuestra ausencia individual<br />

tampoco sería notable, si de<br />

repente nos borráramos colectivamente<br />

del mapa y del tiempo, entonces<br />

sí que alguien, algún alguien<br />

igual de anónimo que los recién<br />

desaparecidos levantaría las cejas<br />

y se preguntaría si acaso antes no<br />

había ahí diez o veinte millones de<br />

seres, ¿qué pasaría con ellos?<br />

Pasa que estamos un poco enfermos.<br />

Un poco enfermos y también<br />

cansados. Encima de nuestras espaldas<br />

medra el peso inmenso del<br />

prestigio de los que no son como<br />

nosotros, ésos que nos necesitan<br />

muchísimo más de lo que nosotros<br />

podemos necesitarlos jamás a ellos,<br />

aunque hayan conseguido hacernos<br />

creer que es al contrario. Nosotros,<br />

los enfermos de anonimato crónico,<br />

no hacemos, ni tenemos, ni decimos,<br />

ni pensamos ni nos sucede<br />

nada de todo aquello que parece requisito<br />

insoslayable para que algún<br />

otro nos mencione: huérfanos, ausentes,<br />

ayunos, carentes de singularidad,<br />

o mejor dicho de cierto tipo<br />

de singularidad, ésa que sale en las<br />

películas y en las series de televisión<br />

y de la que se habla en las novelas.<br />

No vemos fantasmas, no hacemos<br />

estallar aviones, no atentamos<br />

contra nadie, no tenemos millones<br />

de pesos y por lo tanto no estamos<br />

en posibilidades de perderlos, no<br />

pertenecemos a ninguna organización<br />

secreta ni pública, no manifestamos<br />

preferencia política definida,<br />

no se nos reprime en una manifestación<br />

porque no vamos a ninguna,<br />

no se nos censura porque no hacemos<br />

nada por expresar nuestra opinión,<br />

con dificultad votamos cada<br />

que hay elecciones, no conocemos a<br />

ningún famoso, no vivimos romances<br />

dignos del fanzín, no deseamos<br />

asesinar a nadie, no somos ladrones<br />

ni grandes ni pequeños, no nos sacamos<br />

la lotería, no aparecemos en<br />

pantalla alguna, no tenemos nada<br />

que ver con el narco ni con la policía<br />

judicial ni con la piratería ni con<br />

la política ni con ninguna de todas<br />

las cosas de las que se habla en los<br />

medios, que se escriben en la literatura,<br />

que se publican en diarios y<br />

revistas o se performancean en<br />

la calle.<br />

Y después de todo, sólo somos<br />

hombres ordinarios, como bien dijo<br />

Waters aquella vez que anduvo del<br />

otro lado de la luna. Ordinarios,<br />

comunes y corrientes, semejantes<br />

al resto. Iguales a nosotros mismos,<br />

si se nos compara con los que<br />

fuimos hace tres, seis, diez años, e<br />

idénticos a los que seremos dentro<br />

de otros doce y otros quince, da lo<br />

mismo el número. Solamente unas<br />

cuantas canas, una barriga más<br />

prominente, una próstata más gastada,<br />

más poros en los huesos, otra<br />

vestimenta porque la que teníamos<br />

se fue estropeando<br />

como nosotros, ni más ni menos que<br />

como nosotros, cada día más hechos<br />

del sedimento de aquello que quisimos<br />

ser y jamás acabó de cuajar/<br />

pero por fin, entonces, ¿lo mismo o<br />

no? ¿Iguales o casi? Por ahí asoma<br />

su purulencia nuestro personalísimo<br />

retrato doriangreyesco, no para<br />

recordarnos quién somos ni quién<br />

fuimos ni quién seremos, sino quién<br />

vamos siendo/<br />

porque sólo somos un gerundio/<br />

al dejar de ser y convertirnos en<br />

unos nosotros diferentes a todo, pero<br />

sobre todo diferentes a los que nunca<br />

llegaremos a ser/<br />

y otra vez el verbo llegar, de nuevo<br />

la idea de trayecto debajo de toda<br />

conceptualización acerca de uno y su<br />

contexto/<br />

pero qué derrotismo, dios mío/<br />

en una tierra sin dioses, precisamente,<br />

porque ellos también fueron poniéndose<br />

viejos, les vinieron los achaques,<br />

perdieron elasticidad… ¿Y qué<br />

es un héroe, ya que un dios a fin de<br />

cuentas no es más que un ídolo al que<br />

se le habla de tú a la hora de los miedos<br />

grandes? ¿Qué es un héroe cuando<br />

está vencido, cuando no fue capaz<br />

de las proezas en prenda de las cuales<br />

lo instalamos muy bonito en su pedestal?<br />

¡A quitarlo entonces! Que se vaya<br />

mucho a la chingada, si para fracasar<br />

cada quien se basta solo. •<br />

El tiempo real fue escrito gracias al<br />

apoyo del Sistema Nacional de Creadores<br />

de Arte.<br />

noviembre de 2016 la gaceta 23


CONCURSO INTERNACIONAL DE<br />

¡Si tienes entre 9 y 15 años esta convocatoria es para ti!<br />

¿Cómo participo?<br />

Bases<br />

1. Si tienes entre 9 y 11 años de edad participa en la categoría A.<br />

2. Si tienes entre 12 y 15 años de edad participa en la categoría B.<br />

3. Elige uno de los siguientes libros de la colección A la Orilla del<br />

Viento del FCE:<br />

Categoría A<br />

Concierto No. 7 para violín y brujas, de Joel Franz Rosell<br />

Travesuritis aguda, de Rafael Barajas, El Fisgón<br />

La decisión de Ricardo, de Vivian Mansour<br />

El profesor Zíper y la fabulosa guitarra eléctrica, de Juan Villoro<br />

Categoría B<br />

Un viejo gato gris mirando por la ventana, de Antonio Malpica<br />

Los osos hibernan soñando que son lagartijas, de Juan Carlos Quezadas<br />

En la oscuridad, de Júlio Emílio Braz<br />

Odisea por el espacio inexistente, de M. B. Brozon<br />

4. Ve a tu librería más cercana o cómpralo en nuestra librería virtual<br />

www.fondodeculturaeconomica.com<br />

5. Cuando hayas terminado tu lectura, te invitamos a pensar ¿qué te pareció?,<br />

¿te gustó?, ¿le cambiarías algo?, ¿te recuerda a alguien?, ¿quién fue tu personaje<br />

favorito?, ¿le añadirías algo?, ¿qué te hizo sentir?<br />

6. Cuéntanos tus opiniones grabando un video de 3 minutos máximo en un celular,<br />

tableta o computadora. El nombre de tu video debe contener el hashtag<br />

#LeoyCompartoFCE + el título del libro que hayas elegido:<br />

#LeoyCompartoFCETravesuritisAguda<br />

7. Listo, ahora ¡súbelo a YouTube! www.youtube.com<br />

· Accede a YouTube y crea tu cuenta.<br />

· Haz clic donde dice Subir video (parte superior de la página).<br />

· Selecciona el video que desees subir.<br />

· Mientras el video se sube, puedes agregar información, título, hashtag<br />

y descripción.<br />

· Cuando haya quedado como tú quieres, haz clic en Publicar para terminar<br />

de subirlo a YouTube.<br />

· Selecciona la opción Compartir (Share) y copia el enlace que aparece.<br />

8. Regístrate en nuestra página www.fondodeculturaeconomica.com y sube el<br />

enlace de tu video.<br />

A. La convocatoria estará abierta a participantes de 9 a 15 años de edad. Deberán<br />

presentar un video en idioma español, sin importar el territorio geográfico<br />

en el que residan. La participación en este concurso implica la total aceptación<br />

de las bases de esta convocatoria.<br />

B. El premio del Concurso Internacional de Booktubers 2016 consistirá en un<br />

reconocimiento, una tableta, un paquete de libros del FCE y un taller en el<br />

Centro de Cultura Digital.<br />

C. El video deberá ser de 1 a 3 minutos de duración, de no ser así, será descalificado.<br />

Se valorarán las opiniones personales de los participantes más que<br />

los resúmenes de los textos.<br />

D. Se descalificarán aquellos videos que se limiten a contar el libro, específicamente<br />

el final, o que sólo respondan las preguntas que sugerimos en el punto 5.<br />

E. Cada participante deberá ser registrado en nuestra página:<br />

www.fondodeculturaeconomica.com por un adulto responsable.<br />

F. Los videos se recibirán desde el 19 de octubre de 2016 hasta el 10 de febrero<br />

de 2017. No se aceptarán videos extemporáneos bajo ninguna circunstancia.<br />

G. El Fondo de Cultura Económica designará un jurado compuesto por cinco prestigiosos<br />

autores y booktubers que elegirán dos videos ganadores, uno por<br />

cada categoría, y otorgarán menciones si así lo consideran.<br />

H. El fallo del jurado será inapelable y se dará a conocer el 10 de marzo de 2017<br />

por correo electrónico a los ganadores, en la página del FCE y en nuestras<br />

redes sociales. Ese mismo día se dará a conocer el lugar de la ceremonia de<br />

premiación, la cual se llevará a cabo el 1° de abril de 2017.<br />

I. Cualquier caso no previsto en esta convocatoria será resuelto por el Fondo de<br />

Cultura Económica.<br />

J. Los datos personales de los participantes son de carácter confidencial, y así<br />

serán tratados de conformidad con las disposiciones jurídicas aplicables.<br />

K. En caso de dudas, pueden comunicarse a las oficinas del Fondo de Cultura<br />

Económica en el teléfono 5554491800 o a los correos cperez@fondodeculturaeconomica.com<br />

y hdelarosa@fondodeculturaeconomica.com<br />

¡Listo!<br />

Lee, graba y comparte<br />

¡Participa y gánate una<br />

tableta electrónica y libros!

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