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FONDO DE CULTURA ECONÓMICA<br />
NOVIEMBRE DE 2016<br />
551<br />
ADEMÁS<br />
Introducción<br />
a Poética<br />
y profética<br />
por tomás segovia<br />
REVOLUCIÓN<br />
MEXICANA
FONDO O DE CULTURA U ECONÓMICA<br />
NOVIEMBRE DE 2016<br />
551<br />
Revolución mexicana:<br />
semillero de diversidad<br />
historiográfica<br />
Con este número, La Gaceta del<br />
fce conmemora el 106<br />
aniversario de la Revolución mexicana, el hecho más<br />
importante en la formación del México moderno y<br />
respecto del cual tenemos hoy suficiente distancia<br />
para verlo como el hecho histórico que fue, sin apasionamiento<br />
ni sesgo político.<br />
Comparemos el autocelebratorio 50 aniversario de<br />
1960 (México: cincuenta años de Revolución, cuatro vols., fce, México,<br />
1960) con el de 2010, que reflejó la gran diversidad de perspectivas,<br />
muchas de las cuales han sido publicadas por esta casa.<br />
La renovación de los estudios de la Revolución mexicana empezó a<br />
fines de los años sesenta y principios de los setenta en un ambiente de<br />
politización y radicalización de los estudiosos. Funestos acontecimientos<br />
políticos de la época habrían puesto en evidencia la muerte de la<br />
Revolución y de la historiografía reverencial que la acompañaba.<br />
El interés de aquella primera generación de historiadores renovadores<br />
fue reivindicar a “los de abajo” y desmitificar la historia de bronce<br />
o de “los de arriba”. Surgió así una historiografía “de barro” que, no<br />
obstante el maniqueísmo de muchos estudios, matizó fuertemente los<br />
conceptos heredados de la historia oficial. En particular, la historia regional<br />
fue decisiva para demoler el mito de una historia unitaria que<br />
metía en un mismo saco teleológico a vencedores y vencidos.<br />
Luego vino una segunda oleada de estudios que puso el foco en aspectos<br />
desconocidos hasta entonces, en particular los relacionados<br />
con la identidad cultural de los actores. Esto dio relevancia a la identidad<br />
de individuos y comunidades, antes vistos como masas anónimas o<br />
carne de cañón de los acontecimientos. El cuadro se tornó vívido y heterogéneo<br />
hasta el grado de generar la idea de que una historia general<br />
de la Revolución era imposible.<br />
Esta diversidad muestra por sí misma el progreso de la historiografía<br />
y la maduración política de las nuevas generaciones de historiadores,<br />
que pueden ver el fenómeno con mayor objetividad y detalle que<br />
las anteriores. No obstante, debe decirse que esta eclosión no habría<br />
sido posible sin la creación de muchísimas escuelas de historiadores<br />
y centros de investigación, y la apertura y modernización de los archivos<br />
nacionales y locales, hechos que reflejan el compromiso del Estado<br />
con la educación, iniciado por la Revolución misma y continuado por<br />
los gobiernos subsecuentes, cualquiera que sea su filiación partidista.<br />
Es digno de notar que la conmemoración del primer centenario de la<br />
revolución fue auspiciada por un gobierno emanado de un partido que<br />
nació precisamente para combatirla. La ironía de la situación, lejos de<br />
alimentar rencillas históricas, fue tomada con civilidad y los historiadores<br />
pudieron expresar sus diferentes puntos de vista en un ambiente<br />
de cordialidad ante el gran interés del público lector.<br />
A lo largo de estos años, el fce ha publicado títulos de las más diversas<br />
perspectivas de la Revolución mexicana, y lo sigue haciendo, honrando<br />
así una tradición editorial de más de ochenta años. •<br />
José Carreño Carlón Director general del fce<br />
Martha Cantú, Adriana Konzevik, Susana López,<br />
Socorro Venegas, Rafael Mercado, Karla López y Octavio Díaz<br />
Consejo editorial<br />
Roberto Garza Iturbide Editor de La Gaceta<br />
Ramón Cota Meza Redacción<br />
León Muñoz Santini Arte y diseño<br />
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es una publicación mensual editada por el Fondo de Cultura Económica, con domicilio<br />
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México. Editor responsable: Roberto Garza. Certificado de licitud de título 8635 y de<br />
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de noviembre de 2001. Registro postal, Publicación periódica: pp09-0206. Distribuida<br />
por el propio Fondo de Cultura Económica. ISSN: 0185-3716<br />
Ilustración de portada © Ignacio Aguirre<br />
3<br />
5<br />
6<br />
12<br />
14<br />
15<br />
17<br />
20<br />
22<br />
Jacarandas<br />
tomás segovia<br />
La Revolución mexicana<br />
dossier<br />
La Revolución mexicana:<br />
qué hizo, qué hizo posible<br />
y qué no hizo<br />
john womack, jr.<br />
Francisco Villa<br />
en Canutillo<br />
ignacio solares<br />
Escritos sobre<br />
la Revolución<br />
y la dictadura<br />
beatriz urías<br />
Camino<br />
a La frontera nómada<br />
héctor aguilar camín<br />
Introducción a<br />
Poética y profética<br />
tomás segovia<br />
Novedades<br />
Trasfondo<br />
El tiempo real<br />
luis tovar<br />
© fernando castro pacheco
poema<br />
Jacarandas<br />
Tomás Segovia<br />
Las dulces jacarandas se quedan en lo suyo<br />
Todos son verdes y ellas no<br />
Nadie les quitará de la cabeza<br />
Que hay mil maneras de ser árbol<br />
Mil maneras de ser lo mismo<br />
De otra manera<br />
Que se puede ser verde siendo azul<br />
Tener flores por hojas<br />
Tener por copa un fresco resplandor<br />
Ser dichosas aparte y a su modo<br />
Bien seguras están de que hacen bien<br />
Que nos da gusto que así sean<br />
Que no por eso las querremos menos<br />
Que siempre nos ha sido necesario<br />
Que haya otra cosa. •<br />
La singularidad de los seres vivos no niega lo que<br />
les es común. Hay “mil maneras de ser lo mismo”:<br />
declaración simple y profunda que busca eco en la<br />
moral pluralista hoy predominante.<br />
noviembre de 2016<br />
la gaceta 3
dossier 550<br />
revolución mexicana<br />
El contenido de este número es una muestra<br />
de la diversidad de enfoques historiográficos de<br />
la Revolución mexicana, desde el audaz ensayo<br />
contrafactual de John Womack, jr., hasta el estudio<br />
de Beatriz Urías Horcasitas sobre el pensador<br />
conservador Rodulfo Brito Foucher, el prólogo<br />
de Ignacio Solares al legendario reportaje de<br />
Regino Hernández Llergo sobre Francisco Villa y<br />
la rememoración crítica de Héctor Aguilar Camín<br />
sobre la escritura de La frontera nómada. Con<br />
enfoque provocador, reivindicatorio de la visión de<br />
los agentes de la III Internacional Comunista en el<br />
México de los años veinte y treinta, Womack nos<br />
hace pensar en “qué hubiera pasado si…”. Beatriz<br />
Urías Horcasitas explora las ideas de un pensador<br />
y activista conservador para encontrar en ellas<br />
atisbos de la naturaleza del régimen producto de<br />
la Revolución. Por su parte, Héctor Aguilar Camín<br />
reconstruye el ambiente intelectual en el que<br />
escribió su famoso libro y resume su tesis principal.<br />
noviembre de 2016 © erasto cortés juárez<br />
5 la gaceta
La Revolución mexicana:<br />
qué hizo, qué hizo posible y qué no hizo<br />
Ejercicio erudito<br />
de historiografía<br />
contrafactual, aquella<br />
que se pregunta “Qué<br />
hubiera ocurrido si…”<br />
Se desprende que la<br />
Revolución mexicana<br />
pudo haber sido socialista. sta.<br />
Publicado por primera vez<br />
en español, incluye las<br />
numerosas y nutridas notas<br />
al pie porque refieren la<br />
evidencia empírica en apoyo<br />
de esta interesante<br />
y provocadora conjetura.<br />
john womack, jr.<br />
A la memoria<br />
de James Connolly,<br />
Michael Mallin,<br />
Christopher Poole<br />
y Constance Markievicz<br />
Agradezco al Centro Katz su<br />
invitación a dar esta conferencia<br />
en honor de Friedrich<br />
Katz. No puede ser por mérito<br />
mío. Soy humilde ante todo lo<br />
que él logró en su trabajo académico<br />
y en su vida. Fue uno<br />
de los grandes historiadores del México moderno,<br />
el más grande respecto de las más poderosas<br />
circunstancias y factores externos actuantes en<br />
el México moderno; en una palabra, el imperialismo,<br />
la condición económica, geopolítica y cultural<br />
de la historia moderna de México. No menos<br />
notable, como persona fue uno de los historiadores<br />
más clarividentes, honestos y generosos en<br />
este amplio campo de estudios, quizá el historiador<br />
más amable de todos.<br />
No intento repasar aquí toda la Revolución, es<br />
decir, todos los movimientos políticos y sociales<br />
nacionalmente importantes de México de 1910 a<br />
1920; mucho menos intentar hacerlos comprensibles.<br />
Sólo presentaré un punto específico. Pero es<br />
un punto crítico que supone cierto conocimiento<br />
del viejo régimen y de los principales movimientos<br />
revolucionarios, que requiere algo de análisis<br />
de algunos de ellos, que justifica un juicio histórico<br />
sobre ellos y que plantea interrogantes sobre el<br />
viejo régimen y su oposición, y sobre el régimen<br />
posterior a la Revolución, las luchas sobre su formación<br />
y sus objetivos. Retomo un argumento<br />
que dejé implícito en un ensayo publicado hace 30<br />
años, en el que concluí: “La ‘revolución’ ha sido en<br />
la gobernanza”. 1 No puedo hacer completamente<br />
explícito mi argumento aquí. Pero quiero clarificar<br />
su tesis principal. No es una tesis muy nueva;<br />
no difiere mucho de la conclusión principal de los<br />
agentes comunistas internacionales en México en<br />
la década de 1920. 2 Pienso que lo nuevo puede ser<br />
1 John Womack, Jr., “The Mexican Revolution, 1910-1920”, en<br />
Leslie Bethell, ed., The Cambridge History of Latin America, 11<br />
vols. (Cambridge University Press, 1984-95), pp. 152-153.<br />
2 Edgar Woog, “Chiffres et Materiaux sur la Situation du Mexique:<br />
Rapport du camarade Stirner”, diciembre 18, 1927, Rossiikii<br />
Gosudarstvennii Arkhiv Sotscialno-Politicheskoi Istorii (rgaspi<br />
en adelante), Colección 495-Sección 108-Documentos 67-69, pp.<br />
(según su renumeración en el archivo) 5-8, 15, 24-25, 57, 126, 161-<br />
164, cuya copia agradezco a Miles V. Rodriguez; Presidium, Internacional<br />
Comunista, “Mexic [sic] Resolution”, 18 de abril, 1928,<br />
rgaspi, 495-108-79, gracias a Miles V. Rodriguez; Trawin [Yakov<br />
Davidovitch Drabkin, alias Sergei Ivanovich Gusev: Lazar Jeifets,<br />
Victor Jeifets y Peter Huber, eds., La Internacional Comunista y<br />
América Latina, 1919-1943: Diccionario Biográfico (Moscú: Instituto<br />
de Latinoamérica de la Academia de Ciencias, 2004), 146-<br />
147], “Zur Mexikanischen Frage (Thesen)”, 27 de abril, 1928,<br />
rgaspi, 495-108-79, cuya copia agradezco a Miles V. Rodriguez;<br />
Stirner [Edgar Woog], “Rapport sur le Mexique,” 15 de septiembre,<br />
1929, rgaspi, 495.108-96, pp. (según su renumeración en el<br />
archivo) 76-90, gracias a Miles V. Rodriguez; A Vol’skii [Stanislav<br />
S. Pestkovsky], Istoriia meksikanskikh revoliutsii (Moscow-<br />
Leningrad: Gosudarstvennoe Izdatel’stvo, 1928) 139-143, 173-<br />
174, 205-206; Diego Ortgea[Stanislav S. Pestkovsky], Agrarny<br />
vopros i krest’ianskoe dvizhenie v Meksike (Moscow_Leningrad:<br />
Gosudarstvennoe Izdatel’stvo, 1928), 63-76, 86-140; idem, Grazhdanskaya<br />
voina v Meksike,” Mirovoye Khoziaistvo Politika, No.<br />
7 (julio, 1929), 45-61; Lazar Jeifets y Victor Jeifets, “Quién diasólo<br />
el énfasis en ciertos acontecimientos que podrían<br />
haber ocurrido pero que no ocurrieron durante<br />
la Revolución y en las preguntas que esto<br />
plantea en consecuencia sobre los regímenes pre y<br />
posrevolucionarios. Más breve, crudamente, la tesis<br />
es que la Revolución tal y como ocurrió no llegó<br />
a poner en peligro el desarrollo del capitalismo en<br />
México; en ciertos momentos, en ciertos lugares,<br />
algunos movimientos pudieron volverse anarcosindicalistas<br />
o socialistas, pero otros movimientos<br />
los aplastaron antes de que emprendieran deliberadamente<br />
el giro. 3 Corolario: las luchas importantes<br />
por el socialismo ocurridas en el México moderno<br />
no empezaron sino después de la Revolución, en<br />
los 1920 (y entonces, argumentaré, principalmente<br />
debido a la Comintern). En otras palabras, la Revolución<br />
mexicana pertenece completamente al largo<br />
siglo xix, no al breve siglo xx (1914-1991).<br />
Tres advertencias introductorias: (1) No solo<br />
no abordaré todos los principales movimientos<br />
revolucionarios de 1910-1920; tampoco consideraré<br />
a la Revolución como si se hubiera prolonblos<br />
es Andréi [alias Vol’skii y Diego Ortega]? Stanislav Pestkovsky,<br />
Camarada Andréi: Una tentativa de investigación histórica,”<br />
Memoria: Boletín de Cemos, No. 121 (marzo, 1999), 21-26; Viktor L.<br />
Kheifets [Jeifets], Komintern i evoliutsia levovo dvizheniia Meksiki<br />
(Saint-Peterburg, Nauk, 2006), 178-203.<br />
3 Sobre “conciente” y “deliberado”: Lars T. Lih, Lenin (Londres:<br />
Reaktion Books, 2011), 58.<br />
6 la gaceta © ignacio aguirre<br />
noviembre de 2016
evolución mexicana<br />
gado después de 1920, como si (históricamente)<br />
una gran, pero definida, conjunción de energías<br />
(digamos una guerra) contuviera en sí misma sus<br />
consecuencias y secuelas, las que por supuesto<br />
vinieron después, en nuevas condiciones externas<br />
e internas, involucrando nuevas funciones<br />
y factores. (2) Por Revolución no quiero decir<br />
cualquier cosa que la gente haya hecho o experimentado<br />
en México en esa década, sino la acción<br />
que deliberadamente tomó por considerarla revolucionaria.<br />
(3) Mi interés recae en las luchas de<br />
clases deliberadas; mi análisis es como el de un<br />
oficial de inteligencia del Comintern, digamos en<br />
1928 (anacrónico en mis propias palabras).<br />
¿Qué hizo entonces la Revolución?<br />
(1) Rompió el largamente establecido trato imperialista<br />
sobre México, el conjunto informal de<br />
arreglos entre los bancos, las corporaciones y los<br />
gobiernos estadunidenses, británicos, alemanes<br />
y franceses (improvisados a lo largo de los 50<br />
años previos) para realizar sus negocios e impulsar<br />
sus políticas en México en términos civiles,<br />
si no exactamente pacíficos al menos sin guerras<br />
o sin apoderados belicosos, a diferencia de<br />
América Central o el Caribe. Esta ruptura ocurrió<br />
muy al principio de la Revolución, en 1910,<br />
cuando la Standard Oil, ardida por el favoritismo<br />
del gobierno mexicano hacia la Eagle Oil, apoyó<br />
la principal conspiración de entonces para derrocar<br />
al gobierno. A medida que la Revolución continuó<br />
bajo su primer gobierno, la ruptura se tornó<br />
más aguda, más hostil, más fuerte, alentando y<br />
agravando los conflictos imperialistas. Esto se<br />
profundizó como beligerancia de apoderados con<br />
el pendenciero derrocamiento del gobierno revolucionario<br />
en 1913, cuando Washington perdió<br />
control del golpe a causa de un general apoyado<br />
por Londres y Berlín y apoyó entonces a los revolucionarios<br />
hasta que tuvo éxito en 1914 (dada<br />
la intervención armada de los Estados Unidos en<br />
Veracruz). Pero Washington y Nueva York no ganaron<br />
nada contra Londres, o Berlín, o México.<br />
Aun si los ejércitos revolucionarios al triunfar<br />
hubieran tratado de restaurar el viejo arreglo imperialista,<br />
o negociar uno nuevo como mejor para<br />
México que las guerras imperialistas de apoderados,<br />
no podrían haberlo hecho, pues los poderes<br />
imperialistas habían empezado su propia Guerra<br />
de los Treinta Años moderna en Europa en 1914,<br />
cuyo primer round duró hasta que la intervención<br />
militar de los Estados Unidos obligó a firmar<br />
el armisticio de 1918. Durante la primera Guerra<br />
Mundial, los revolucionarios de México usaron<br />
los conflictos imperialistas para hacerse la<br />
guerra entre ellos, lo cual intensificó su uso por<br />
estadunidenses, británicos y alemanes como guerras<br />
de apoderados, provocó una segunda intervención<br />
armada de los Estados Unidos en México,<br />
prolongó la guerra civil, con lo cual, desprovisto<br />
de toda premeditación revolucionaria, mucho menos<br />
sin plan para ello, atizó más intensamente<br />
que nunca el nacionalismo mexicano antiestadunidense.<br />
En consecuencia, hacia 1920, en el nuevo<br />
imperialismo de posguerra, en circunstancias de<br />
predominio económico, geopolítico y cultural de<br />
los Estados Unidos sin precedentes en el hemisferio<br />
occidental, la Revolución prácticamente había<br />
impuesto sobre las relaciones exteriores oficiales<br />
de México la obligación de realizar (al menos) exhibiciones<br />
ocasionales de antiimperialismo, específicamente<br />
nacionalismo “antiamericano”. 4<br />
(2) La Revolución demolió al viejo régimen de<br />
México y desintegró sus largamente reinantes jerarquías<br />
políticas. Desde sus círculos sólidamente<br />
burgueses, semicoloniales, privados, la Revolución<br />
planteó al público mexicano, a la sociedad<br />
civil mexicana y entre las fuerzas armadas regulares<br />
e irregulares, durante diez años, la cuestión<br />
de quién debía gobernar México oficial y realmente.<br />
(Éste fue mi punto sobre “gobernanza”<br />
4 Vol’skii, op. cit., 75-80, 141-156, 167-177, 194-198, 205-206;<br />
Ortega, Agrarnyi vopros, 30-42, 49-52, 77-79, 110-110, 113-117;<br />
José C. Valadés, Historia general de la Revolución Mexicana, 10<br />
vols. (Ciudad de México: M. Quesada Brandi, 1963-67), VI, 298-<br />
299, 303-304, 306-309, 311, VII, 43, 145-153, 157-194; Friedrich<br />
Katz, Deutchland, Diaz und die mexikanische Revolution: die<br />
deutsche Politik in Mexiko, 1870-1920 (Berlín: deutscher Verlag<br />
der Wissenschaften, 1964); Robert F. Smith, The United States and<br />
Revolutionary Nationalism in Mexico, 1916-1932 (Chicago: University<br />
of Chicago, 1972), 23-228; Lorenzo Meyer, Mexico and the United<br />
States in the Oil Controversy, 1917-1942 (Austin: University of<br />
Texas, 1977), 3-148; Emilio Zebadúa, Banqueros y revolucionarios:<br />
la soberanía financiera de México (Ciudad de México: Colegio de<br />
México, 1994), 137-155, 168-222. The new “Thirthy Years War”:<br />
Arno Mayer, Why Did the Heavens Not Darken? The “Final Solution”<br />
in History (Nueva York: Pantheon, 1988), 19-20, 30-33.<br />
hace tiempo). El régimen porfiriano había entrado<br />
en crisis años antes de 1910, sobre todo porque<br />
el ejército y las altas finanzas no podían ponerse<br />
de acuerdo sobre la sucesión del muy viejo presidente<br />
Díaz. Los conflictos armados disponibles<br />
en torno a su crisis probablemente no habrían<br />
sido mejores que un retiro y una sucesión presidenciales<br />
para proteger el feo y profundamente<br />
inestable compromiso entre los imperialistas,<br />
los militares mexicanos y las facciones financieras<br />
mexicanas. Los líderes de la Revolución en<br />
1910, tan burgueses como el régimen que iban a<br />
derrocar, conectados a los Estados Unidos, apoyados<br />
por la Standard Oil, en el mejor de los casos<br />
luchaban por establecer en México lo que en<br />
su ilusión liberal imaginaban una democracia de<br />
hombre blanco, la cual (razonaban) resolvería la<br />
crisis inmediata y garantizaría un futuro al orden<br />
democrático burgués para el progreso capitalista<br />
de México. De hecho, y sobre todo, su manejo de<br />
la crisis tenía el fin de proteger un feo y profundamente<br />
inestable compromiso entre los Estados<br />
Unidos, el Reino Unido y las facciones militaresfinancieras<br />
mexicanas, 1911-1912. Pero su Revolución<br />
provocó también mucha agitación popular<br />
en torno a una gran expectativa de justicia; no un<br />
nuevo programa nacional, sólo justicia mediante<br />
un renovado respeto nacional a la vieja constitución<br />
liberal. En términos populares, la reparación<br />
de incontables agravios judiciales y políticos particulares<br />
que ciudadanos desfavorecidos, frustrados,<br />
despojados, maltratados o explotados habían<br />
sufrido, no como clases, sólo como individuos, familias<br />
o comunidades. 5 Aun así, la expectativa de<br />
justicia fue contagiosa en todas las clases. 6<br />
Dado que la Revolución no tenía entonces suficiente<br />
organización política para hacer compromisos<br />
firmes, menos para satisfacer las esperanzas<br />
burguesas o populares, mucho menos para<br />
impartir justicia duradera a las quejas burguesas<br />
o populares, su primer gobierno no podía durar.<br />
5 Valadés, op. cit., I, II; Alan Knight, The Mexican Revolution, 2<br />
vols. (Cambridge: Cambridge University, 1986). I; Friedrich Katz,<br />
De Díaz a Madero: orígenes y estallido de la Revolución Mexicana<br />
(Ciudad de México: Editorial Era, 2008). Sobre la ilusión liberal:<br />
W.E.B. Dubois, The Souls of Black Folk (Chicago: A.C. McClurg &<br />
Co., 1903); idem, John Brown (Filadelfia: G.W. Jacobs and Company,<br />
1909); Domenico Losurdo, Liberalism: a counterhistory<br />
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mil kilómetros en campaña [1917], 3ª. ed. (Ciudad de México: Fondo<br />
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Edinal, 1960), 335-430; Gabriel Gavira, Su actuación Político-Militar<br />
Revolucionaria, 2ª. ed. (Ciudad de México: Talleres Tipográficos<br />
de A. del Bosque, 1933), 5-69; José Vasconcelos, Ulises criollo:<br />
La vida del autor escrita por él mismo, 6ª. Ed. (Ciudad de México:<br />
Ediciones Botas, 1936); Alberto J. Pani, Apuntes autobiográficos, 2<br />
vols. (Ciudad de México: Manuel Porrúa, 1951), I, 17-166; Porfirio del<br />
Castillo, Puebla y Tlaxcala en los Días de la Revolución (Ciudad de<br />
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Village (Englewood Cliffs: Prentice-Hall, 1970, 43-68; Héctor Aguilar<br />
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Revolt: The Mexican Revolution in Guerrero (Austin: University of<br />
Texas, 1982), 3-97; Ángeles Mendieta Alatorre, Juana Belén Gutiérrez<br />
de Mendoza (1875-1942): Extraordinaria precursora de la Revolución<br />
Mexicana (Cuernavaca: Impresores de Morelos, 1983), 15-26,<br />
43-45-47, 63-65, 83-103, 123-153; Douglas W. Richmond, Venustiano<br />
Carranza’s Nationalist Struggle, 1893-1920 (Lincoln: University<br />
of Nebraska, 1983), 1-42; Gonzalo N. Santos, Memorias, 5ª. ed. (Ciudad<br />
de México: Grijalbo, 1984), 13-65; Ricardo Corzo Ramírez et al.,<br />
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Colegio de México, 1986), 136-137; David LaFrance, The Mexican<br />
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Agrarian Protest in Eastern Durango, México, 1897-1913”, Hispanic<br />
American Historical Review, LXXII, 2 (mayo, 1992), 239-273;<br />
Oscar Flores Torres, Burguesía, militares y movimiento obrero en<br />
Monterrey, 1909-1923: revolución y comuna empresarial (Monterrey:<br />
Universidad Autónoma de Nuevo León, 1993), 19-72; Ana Lau<br />
y Carmen Ramos, eds., Mujeres y Revolución, 1900-1917 (Ciudad de<br />
México: Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución<br />
Mexicana, 1993), 25, 30-34, 177-208; William K. Meyers, Forge of<br />
Progress, Crucible of Revolt: Origins of the Revolution in La Comarca<br />
Lagunera, 1880-1911 (Alburquerque: University of New Mexico,<br />
1994); Alicia Villaneda, Justicia y Libertad: Juana Belén Gutiérrez<br />
de Mendoza, 1875-1942 (Ciudad de México: Documentación y Estudios<br />
de Mujeres, 1994), 17-57: Mónica Blanco, Revolución y contienda<br />
política en Guanajuato, 1908-1913 (Ciudad de México: Colegio de<br />
México, 1995); Friedrich Katz, The Life and Times of Pancho Villa<br />
(Stanford: Stanford University, 1998), 14-189; Francie R. Chassen<br />
de López, From Liberal to Revolutionary Oaxaca, The View from<br />
the South: Mexico, 1867-1911 (University Park: Pennsylvania State<br />
University, 2004) 351-537; Mario A. Aldana Rendón, Manuel M. Diéguez<br />
y la revolución mexicana (Zapopan: Colegio de Jalisco, 2006),<br />
23-92; Ana Lau Jaiven, “Las mujeres también fueron a la Revolución”,<br />
en Patricia Galeana, ed., Impacto de la Revolución Mexicana<br />
(Ciudad de México: Siglo XXI, 2010), 91-112.<br />
Los jefes revolucionarios locales rehusaron hacer<br />
justicia y rápidamente hicieron planes para<br />
sí mismos, algunos para su propia gente, y en las<br />
provincias del norte y el sur algunos se alzaron<br />
contra el gobierno revolucionario. Los imperialistas,<br />
los generales y los banqueros sabían que el<br />
nuevo gobierno no podía durar y pronto formaron<br />
facciones para complotar tanto contra las otras<br />
como contra el gobierno, cada una abocada a dar<br />
el golpe decisivo en su propio beneficio. El derrocamiento<br />
del gobierno provino de una detestable<br />
e impugnada mezcla de varios movimientos y<br />
maniobras imperialistas, militares, financieras,<br />
políticas y populares.<br />
En 1913-1914, la Revolución tuvo una contrarrevolución<br />
contra la cual concentrar sus diversas<br />
fuerzas. Y desde sus varias bases y ángulos,<br />
todas estas fuerzas —militares, políticas y diplomáticas—<br />
actuaron contra la contrarrevolución,<br />
su gobierno y su ejército —el viejo ejército regular.<br />
Confiscaron propiedades, obtuvieron préstamos<br />
forzosos, recaudaron sus propios impuestos,<br />
eventualmente suficientes para organizar verdaderos<br />
ejércitos revolucionarios. Importa crucialmente<br />
que estas fuerzas permanecieran separadas,<br />
agrupadas en facciones, no realmente unidas,<br />
ni siquiera en coaliciones duraderas militar, política<br />
o diplomáticamente. Una vez que la Fuerza<br />
Naval de los Estados Unidos tomó Veracruz para<br />
favorecer a la coalición revolucionaria que Washington<br />
consideraba afín a los intereses estadunidenses,<br />
la coalición de Carranza, militarmente<br />
organizada como Ejército Constitucionalista, la<br />
cual se robusteció por la adhesión de otras, y se<br />
fortaleció mucho más gracias al ingreso petrolero<br />
de Veracruz condonado por los Estados Unidos.<br />
Así que esta coalición obtuvo la enemistad<br />
de las otras dos grandes coaliciones revolucionarias:<br />
la División del Norte (dn) comandada por<br />
Villa, y el Ejército de Liberación del Sur (els) con<br />
su jefe Zapata. Estas tres fuerzas continuaron<br />
sus campañas contra la contrarrevolución, todas<br />
más fuertes que antes, más separadas que antes,<br />
al menos en su mayor parte, hasta después de la<br />
capitulación de la contrarrevolución, cuya derrota<br />
final fue lograda por todas ellas a mediados de<br />
1914. El Ejército Constitucionalista, siendo entonces<br />
el más rico, llegó primero a disolver el viejo<br />
ejército y ocupar la Ciudad de México. El intento<br />
de la coalición carrancista de imponer su autoridad<br />
sobre las otras dos las impactó, las presionó<br />
hasta que juntas intentaron en 1914-1915 organizar<br />
la primera representación nacional de la Revolución,<br />
una “Convención Soberana” para hacer<br />
una nueva constitución, normas para realizar los<br />
“ideales… de mejoramiento [democrático] social<br />
y político…” de la Revolución. La Convención se<br />
deshizo en la guerra civil revolucionaria de 1915-<br />
1916, los villistas y los zapatistas se volvieron a<br />
separar, y el Ejército Constitucionalista ganó suficiente<br />
terreno como para que la coalición de Carranza<br />
clamara creíblemente autoridad nacional,<br />
obtuviera reconocimiento de los Estados Unidos<br />
y, pese a las resistencias villistas, zapatistas y<br />
algunas contrarrevolucionarias, pudo escenificar<br />
elecciones nacionales para tener su propia<br />
convención nacional y redactar las reglas de un<br />
nuevo Estado liberal más poderosamente asertivo.<br />
7 Esta convención fue mucho más allá de las<br />
expectativas de Carranza, mucho más allá que<br />
el viejo liberalismo mexicano, jurando, en febrero<br />
de 1917, una constitución con artículos sobre<br />
la propiedad productiva y el trabajo asalariado<br />
sociológicamente mediados (notablemente como<br />
las posiciones del Partido Progresista de los Estados<br />
Unidos). 8 Ni la nueva constitución ni la<br />
7 Valadés, op. cit., III, IV, V, VI, 1-61; Luis F. Amaya C., La Soberana<br />
Convención Revolucionaria, 1914-1916 (Ciudad de México: F.<br />
Trillas, 1966); Meyer, Mexican Rebel, 94-175; Womack, Zapata,<br />
159-266; Richmond, op. cit., 43-164; Linda B. Hall, Álvaro Obregón:<br />
Power and Revolution in Mexico, 1911-1920 (College Station: Texas<br />
A & M University, 1981), 38-162; Alicia Hernández Chávez, “Militares<br />
y negocios en la Revolución Mexicana”, Historia mexicana,<br />
XXXIV, 2 (octubre 1984), 181-212; ídem, “El zapatismo: una gran<br />
coalición nacional popular democrática”, en Javier Garciadiego,<br />
ed., Zapatismo: origen e historia (Ciudad de México: Instituto<br />
Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México,<br />
2009), 17-51; Knight, op. cit., II, 1-469; Katz, Villa, 193-614; Aldana<br />
Rendón, op. cit., 92-274; Francisco Pineda Gómez, La revolución<br />
del sur, 1912-1914 (Ciudad de México: Ediciones Era, 2005), 469-<br />
529; ídem, Ejército Libertador, 1915 (Ciudad de México: Ediciones<br />
Era, 2013), 38-85, 132-151, 177-178, 201-216, 242-246, 250-255,<br />
266-272, 288-291, 302-305, 317-321, 369-373, 379-382.<br />
8 Felipe Tena Ramírez, Leyes fundamentales de México, 1808-<br />
1967, 3ª. ed., rev. (Ciudad de México: Porrúa, 1967), 606-629, 745-<br />
881; H.N. Branch, “The Mexican Constitutionn of 1917 compared<br />
with the Constitution of 1857”, Annals of the American Academy of<br />
noviembre de 2016 la gaceta 7
la revolución mexicana: qué hizo, qué hizo posible y qué no hizo<br />
Political and Social Science, Supplement LXXIII (mayo 1917), 1-116;<br />
Ignacio Marván Laborde, “Los constituyentes abogados en el Congreso<br />
de 1916-1917”, Anuario Mexicano de Historia del Derecho,<br />
XXV (2013), 319-340; Duncan M. Kennedy, “Three Globalizations of<br />
Law and Legal Thought: 1850-2000”, en David Trubek y Álvaro<br />
Santos, ed., The New Law and Economic Development: A Critical<br />
Appraisal (Cambridge: Cambridge University, 2006), 19-46. Constitutionalist<br />
Sociology and law re property: Andrés Molina Enríquez,<br />
Los grandes problemas nacionales [1909] (Ciudad de México: Editorial<br />
Era, 1978); ídem, Esbozo de los primeros diez años de la revolución<br />
agraria de México (1910-1920), 5 vols. (Ciudad de México:<br />
Talleres Gráficos del Museo Nacional de Arqueología, Historia y<br />
Etnografía, 1933-37), V, 112-120, 143-162, 167-192; Luis Cabrera,<br />
“Compañía Agrícola, Industrial, Colonizadora, Limitada del<br />
Tlahualilo, S.A., contra el Gobierno Federal de la República Mexicana”<br />
[1909], en sus Obras completas, 4 vols. (Ciudad de México:<br />
Ediciones Oasis, 1972-75, 347-361, 365-386, 394-395; ídem, “La<br />
reconstitución de los ejidos de los pueblos como medio de suprimir<br />
la esclavitud del jornalero mexicano [1912]”, Ibid., I, 137-165; Stanley<br />
F. Shadle, Andrés Molina Enríquez, Mexican Land Reformer of<br />
the Mexican Revolutionary Era (Tucson: University of Arizona,<br />
1994), 21-75; Emilio H. Kouri, “Interpreting the Expropiation of<br />
Indian Pueblo Lands in Porfirian Mexico: The Unexamined Legacies<br />
of Andrés Molina Enríquez”, Hispanic American Historical Review,<br />
LXXXII, 1 (febrero 2002), 90-104. The main antecedents the Constitutionalists<br />
mistook to justify their work on property, Article 27:<br />
“Fuero Juzgo [654/1241], en Esteban Pinel y Alberto Aguilera y<br />
Velasco, eds., Colección de códigos y leyes de España: Primera sección,<br />
códigos antiguos, 4 vols. (Madrid: Francisco Roig, R. Labajos,<br />
1865-66), I, 52; Castile, Laws, “Aquí comienza la Primera Partida<br />
[1256 ff]”, Los códigos españoles, concordados y anotados, 12 vols.,<br />
2ª ed. (Madrid: Antonio de San Martín, 1872), II-1, xiv, 327-328,<br />
489-490; Robert I. Burns, ed., Las Siete Partidas [1252-1284], 5<br />
vols. (Filadelfia: University of Pennsylvania, 2001-12), II, 273, 376-<br />
377; Frances G. Davenport, ed., European Treaties on the History of<br />
the United States and its Dependencies, 4 vols. (Washington: Carnegie<br />
Institution, 1934), I, 9-26, 56-83, III, 223-231; Alfonso García<br />
Gallo, ed., Cedulario indiano, recopilado por Diego de Encinas<br />
[1596], 4 vols. (Madrid: Cultura Hispánica, 1945), I, 58-60; Francisco<br />
Martínez Marina, Ensayo histórico-crítico sobre la Antigua<br />
legislación y principales cuerpos legales de los reynos de León y<br />
Castilla, especialmente sobre el código d D. Alonso el Sabio, conocido<br />
con el nombre de las Siete Partidas (Madrid: La Hija de D. Joaquín<br />
Ibarra, 1808), 43-44, 52-53, 57-61, 122-123, 137-140, 317-320;<br />
“Bienes…”, en Joaquín Escriche, Diccionario razonado de legislación<br />
y jurisprudencia [1831], 2ª ed., 3 vols. (Bogotá: Editorial<br />
Témis, 1998), I, 712, 727-731; “Dominio…”, ibid., II, 129-132; “Patrimonio…”,<br />
ibid., III, 395; “Propiedad”, ibid., III, 512-513; “Realengo”,<br />
ibid., III, 555; “República”, ibid., III, 601. Cf. Otto Gierke, Political<br />
Theories of the Middle Age (Cambridge: Cambridge University,<br />
1900); Adhémar Esmein, “L’inaliénabilité du domaine de la Couronne<br />
devant les États Généraux du xvie siècle”, en Paul Oertmann et.<br />
al., Festschrift Otto Gierke, zum siebzigsten Geburstag, dargebracht<br />
von Schülern, Freunden un Verehren (Weimar: Hermann Böhlaus<br />
Nachfolger, 1911), 361-381; William W. Buckland, A Text-Book of<br />
Roman Law from Augustus to Justinian (Cambridge: Cambridge<br />
University, 1921), 107-111, 174-181, 183-191, 201-202, 206-213, 258-<br />
261, 275-277, 331-356, 504-512; Ernst H. Kantorowicz, “Inalienability:<br />
A Note on Cannonical Practice and the English Coronation<br />
Oath in the Thirteenth Century”, Speculum, XXIX, 3 (julio 1954),<br />
488-502; J.P. Canning, “The corporation in the political thought of<br />
the Italian jurists of the thirteenth and fourteenth centuries”, History<br />
of Political Thought, I, 1 (1980), 9-32; Daniel Lee, “Private Law<br />
Models for Public Law Concepts: The Roman Law Theory of Dominium<br />
in the Monarchomach Doctrine of Popular Soverignty”,<br />
Review of Politics, LXX (2008), 370-399. The jurisprudence they<br />
mostly followed, but did not cite: Jacinto Pallares (d. 1904, no Revolutionary,<br />
or revolutionary), ed., Legislación federal complementaria<br />
del derecho civil mexicano (Ciudad de México: Ramón F. Riveroll,<br />
1897); idem, Curso completo de derecho mexicano, o exposición<br />
filosófica, histórica y doctrina de toda la legislación mexicana, 2<br />
vols. (Ciudad de México: I. Paz, 1901). U.S. Progressivism then ideologically<br />
interesting in Mexico: e.g., Lester F. Ward, Dynamic Sociology;<br />
or Applied Social Science, as based upon Statical Sociology<br />
and the Less Complex Sciences, 2 vols. (Nueva York: D. Appleton<br />
and Company, 1883); idem, Applied Sociology: A Treatise on the<br />
Conscious Improvement of Society by Society (Boston: Ginn and<br />
Company, 1906; Richard T. Ely y George R. Wicker, Elementary<br />
Principles of Economics, together with A Short Sketch of Economic<br />
History (Nueva York, Macmillan, 1904); Richard T. Ely, “La division<br />
del trabajo”, La Iberia, Agosto 27, 1910; idem, “Las organizaciones<br />
obreras”, ibid., septiembre 6, 7, 8, 1910; “Lo que es el Sistema de las<br />
organizaciones”, ibid., septiembre 22, 1910; Roberto A. Esteva<br />
Ruiz, “El derecho público internacional en México”, Diario de<br />
Jurisprudencia, septiembre 11, 1911, 70; National Progressive Convention,<br />
A Contract with the People: Platform of the Progressive<br />
Party, adopted at its first National Convention, Chicago, August 7,<br />
1912 (Nueva York: Progressive National Committee, 1912); Wesley<br />
N. Hohfeld, Fundamental Legal Conceptions as applied in Judicial<br />
Reasoning [1913], and Other Legal Essays (New Haven: Yale University,<br />
1919), 23-64; “A New Frontier”, Mexican Herald, marzo 24,<br />
1914; “The Socialization of the Common Law: Professor Pound’s<br />
Lowell Institute Lectures”, The Green Bag, abril 1914, 166-170; Roscoe<br />
Pound, The Spirit of the Common Law (Boston: Marshall Jones<br />
Company, 1921); “Sociología económica”, El Correo Español, mayo<br />
18, 1914; “Reflexiones: la civilización y el progreso social” y “Nota<br />
editorial: Después del desastre, el meliorismo”, ibid., mayo 22,<br />
1914; “Por mayoría ayer se aprobó el artículo trece”, Mexican<br />
Herald, marzo 27, 1915; “Carranza Sends Commission to U.S. to<br />
Study the Laws Regulating the Oil Industry”, New York Call, mayo<br />
14, 1915; “Mexican Oil Wealth Great Lure to Wealthy Interventionists”,<br />
ibid., junio 7, 1915; José Vázquez Schiaffino, “Memoria relative<br />
al viaje efectuado a los Estados Unidos de América, por una<br />
parte del personal de la Comisión Técnica del Petróleo [septiembre,<br />
1915]”, Boletín del Petróleo, II, 6 (diciembre 1916), 505-534; “Sección<br />
editorial: Lo que significa para México la Reelección de Wilson”,<br />
El Pueblo, (diciembre 1916). Why the congeniality of (some)<br />
U.S. Progressivism and Mexican Constitutionalist reformism:<br />
Charles A. Hale, The Transformation of Liberalism in Late Nineteenth-Century<br />
Mexico (Princeton: Princeton University, 1989);<br />
Gillis J. Harp, Positivist Republic: Auguste Comte and the Reconstruction<br />
of American Liberalism, 1865-1920 (University Park: Pennsylvania<br />
State University, 1995), 109-209; Barbara H. Fried, The<br />
Progressive Assault on Laissez Faire: Robert Hale and the First Law<br />
and Economic Movement (Cambridge: Harvard University, 2001).<br />
Direct U.S. Progressive-Mexican Constitutionalist political connections,<br />
1916: Crystal Eastman, The Mexican-American League (Nueva<br />
York: n.p., 1916); “’La Unión Americana contra el Militarismo”’<br />
Trabaja Activamente Para ver [sic] de Evitar Decorosamente la<br />
Guerra”, El Pueblo, 23 de junio, 1916; “Los Delegados se van directamente<br />
a Washington”, ibid, 4 de julio, 1916; Atl a Luis R. Guzmán,<br />
AGN, G, 168-16, 7 de julio, 1916; Atl a Jesús Acuña, ibid., G, 168-16,<br />
27 de junio, 1916; “Brief Peace Notes”, Advocate of Peace, agosto<br />
1916; American Federation of Labor, Report of the Proceedings of<br />
the Thirty-Sixth Annual Convention of the American Federation of<br />
elección del jefe de la coalición carrancista como<br />
presidente pacificó a los villistas, los zapatistas<br />
y los contrarrevolucionarios. Los carrancistas<br />
mismos rápidamente se dividieron en nuevas<br />
facciones, cada una tramando su propia sucesión<br />
presidencial en 1920. La que triunfó, en una nueva<br />
coalición a favor de Obregón, lo hizo mediante<br />
rebelión, favorecida por los Estados Unidos y en<br />
alianza con sobrevivientes zapatistas y algunos<br />
contrarrevolucionarios. 9 Aunque nadie podría haberlo<br />
dicho entonces, éste fue el arreglo final de la<br />
Revolución, después del cual la historia económica,<br />
política y social sería nueva.<br />
Había sido una gran, larga Revolución, ciertamente<br />
una década de grandes, duras, violentas<br />
luchas por el poder. La lamentación de las quizá<br />
250 000 muertes en acción militar, probablemente<br />
muchas más por enfermedades causadas por la<br />
guerra, más otras 400 000 por la epidemia global<br />
de influenza en 1918-1919, fue muy dolorosa para<br />
la mayoría de los mexicanos hacia 1920. 10 De hecho,<br />
hacia el tiempo del arreglo el imperialismo<br />
de los Estados Unidos era más fuerte que nunca<br />
en México; las fuerzas armadas dirigidas (oficialmente<br />
o no) por grandes empresarios mexicanos<br />
apoyados por los Estados Unidos seguían<br />
peleando entre ellas para decidir las elecciones<br />
nacionales a favor de sus propios intereses; con<br />
todo y los discursos y decretos revolucionarios y<br />
los nuevos artículos constitucionales desde 1910,<br />
la única reforma sustantiva para los desposeídos<br />
y explotados que una fuerza revolucionaria había<br />
hecho realmente en diez años, la restitución de las<br />
viejas tierras agrarias a las comunidades de la región<br />
zapatista por el els, había sido desecha con<br />
perjuicio extremo por el nuevo ejército nacional<br />
constitucionalmente legitimado. Pero aun así, no<br />
menos significativo, las promesas que los revolucionarios<br />
habían hecho continuamente, así fuera<br />
sólo para superar a sus rivales, habían revivido<br />
las esperanzas burguesas de independencia nacional<br />
respecto de los Estados Unidos, esperanzas<br />
burguesas de una democracia como la de los<br />
Estados Unidos (liberal o progresista) para ellos<br />
mismos, y esperanzas populares de justicia para<br />
las clases explotadas.<br />
Toda esta Revolución, Revolucionamiento, Revolucionización,<br />
trajo algunos cambios notables<br />
en la sociedad mexicana. Ejemplos: la huida de algunas<br />
familias de la élite al exilio en los Estados<br />
Unidos o en Europa; la huida de los jerarcas católicos<br />
al exilio; la huida de muchas familias burguesas<br />
de la provincia a la Ciudad de México; la migración<br />
de muchos proletarios a trabajar en las industrias<br />
del transporte, la manufactura y la agricultura<br />
de los Estados Unidos, escasas de mano de obra,<br />
o en los nuevos campos petroleros mexicanos; la<br />
pesada nueva carga sobre las mujeres trabajadoras<br />
migrantes sin vínculos consanguíneos, o dejadas<br />
atrás para cuidar a los viejos y a los niños;<br />
muchos más hombres no blancos (algunos no sólo<br />
indios sino también con adn africano profundo);<br />
el enriquecimiento de los alguna vez generales y<br />
Labor, held at Baltimore, Md., 13 a 25 de noviembre, 1916 (Washington:<br />
Law Reporter Printing, 1916), 55-64, 385-389; John Murray,<br />
“Behind the Drums of Revolution”, The Survey, 2 de diciembre,<br />
1916, 241, 243; Rosendo Salazar y José G. Escobedo, Las pugnas de<br />
la gleba, 1907-1922, dos partes en una (Ciudad de México: Editorial<br />
Avante, 1923), I, 193-200; Amos R. E. Pinchot, History of the Progressive<br />
Party, 1912-1916 [1927-36] (Nueva York: New York University,<br />
1958) 7-71, 218-223; Lincoln Stephens, The Autobiography of<br />
Lincoln Stephens, 2 vols. en uno (Nueva York: Harcourt, Brace and<br />
Company, 1931), 715-740; Eugene M. Tobin, Organize or Perish:<br />
America´s Independent Progressives, 1913-1933 (Nueva York: Greenwood,<br />
1986), 9-10, 67-73; Nancy P, Pinchot, “Amos Pinchot: Rebel<br />
Prince”, Pennsylvania History, LXVI, 2 (Primavera, 1999), 180-191.<br />
The best light now on Molina’s confusion: Antonio Azuela, “El problema<br />
con las ideas que están detrás”, en Emilio Kouri, ed., En busca<br />
de Molina Enríquez: Cien años de “Los grandes problemas nacionales”<br />
(Ciudad de México: Colegio de México, 2009), 79-125; y<br />
Alejandra Núñez Luna, “Las aportaciones del jurista sobre la propiedad<br />
de las aguas: Del rey a la nación”, ibid., 127-227. On Constitutionalism<br />
re Labor in 1916-17: William Suárez-Potts, The Making<br />
of Law: The Supreme Court and Labor Legislation in Mexico, 1875-<br />
1931 (Stanford: Stanford University, 2012), 110-180.<br />
9 Valadés, op. cit., VI, 62-392, VII, 1-92; Womack, Zapata, 266-<br />
370; Meyer, Mexico and the United States, 75-148; Richmond, op.<br />
cit., 98-237; Alicia Hernández Chávez, “Militares y negocios en<br />
la Revolución Mexicana”, Historia Mexicana, XXXIV, 2 (octubre<br />
1984), 181-212; ídem, “El zapatismo: una gran coalición nacional<br />
popular democrática”, en Javier Garciadiego, ed., Zapatismo: origen<br />
e historia (Ciudad de México: Instituto Nacional de Estudios<br />
Históricos de las Revoluciones de México, 2009), 17-51; Knight, op.<br />
cit., II, 469-516; Linda B. Hall, Oil, Banks and Politics: The United<br />
States and Post-Revolutionary Mexico, 1917-1924 (Austin: University<br />
of Texas, 1995); Katz, Villa, 615-715.<br />
10 Melvin Small y J. David Singer, Resort to Arms: International<br />
and Civil Wars, 1816-1980, 2ª ed. (Beverly Hills: Sage, 1982), 227,<br />
238, 254, 278; Valadés, op, cit., VII, 81-83, 108-109; Womack, “The<br />
Mexican Revolution”, 138, 153.<br />
políticos revolucionarios pequeño-burgueses (en<br />
muchos casos inicialmente por las buenas o por<br />
las malas, mediante el saqueo, pero a menudo<br />
vueltos respetables después por parientes y abogados);<br />
la democratización del machismo, del lema<br />
agrarista la tierra es de quien la trabaja al engreimiento<br />
de cualquier hombre de que la mujer es de<br />
quien la manda; más impresionante, la formación<br />
de un nuevo ejército nacional. Estos cambios profundos,<br />
serios algunos de ellos, han sido sacados a<br />
la luz por los historiadores sociales en los últimos<br />
40 años.<br />
Pero éstos son cambios revolucionarios sólo<br />
en el sentido más general. Algunos historiadores<br />
los han confundido con la Revolución mexicana<br />
como tal. Pero no fueron cambios revolucionarios<br />
mexicanos específicos; son solo el tipo de<br />
cambios que cualquier fuerza poderosa desencadenaría,<br />
cambios que, por ejemplo, cualquier gran<br />
innovación tecnoeconómica, digamos la máquina<br />
de vapor, la transmisión eléctrica a larga distancia,<br />
los combustibles derivados del petróleo, o<br />
cualquier gran innovación dietética de altas calorías<br />
(caña de azúcar, papas, maíz), cualquier gran<br />
invención médica (como los medicamentos contra<br />
la viruela o la fiebre amarilla), o cualquier racha<br />
de desastres naturales, o plagas, o hambrunas,<br />
desencadenarían; cualquier guerra civil grande<br />
desbandaría al ejército derrotado y haría que los<br />
victoriosos crearan un nuevo ejército. Cualquier<br />
guerra intensa por ferrocarril en México habría<br />
traído entonces todos estos cambios, incluyendo<br />
la creación de un nuevo ejército nacional.<br />
Lo que está implicado aquí es lo que hizo la Revolución<br />
mexicana a la Revolución mexicana, lo<br />
que la especificó, lo que la hizo especial, “la Revolución<br />
Mexicana”. La clave es la conexión continuamente<br />
cambiante, doblemente contradictoria<br />
siempre, entre las fuerzas burguesas y las fuerzas<br />
populares del México de entonces, conexión<br />
de fuerzas impulsadas por tres clases en colaboraciones<br />
y conflictos continuamente repetidos.<br />
Como en tandas de cooperación y contención<br />
naturalmente repetidas, en mutua obsesión, accionadas<br />
por una Wechselwirkung [interacción]<br />
loca, por una “salvaje corriente alterna”, esto fue<br />
realmente la lucha de clases en México entonces,<br />
capitalistas, trabajadores propietarios y proletarios<br />
en una lucha doble, en ambas juntos y en<br />
contra de los otros, en una dialéctica imperialista<br />
continuamente trenzada, en la que ninguna fuerza<br />
subsumía a la vieja dinámica, tomara control<br />
de la torsión, diera el giro hacia una nueva dirección<br />
definida y ascendiera para escribir una nueva<br />
historia mexicana. 11<br />
En las luchas de poder y en las esperanzas resurgentes,<br />
convergentes, divergentes, reconciliadoras,<br />
antagónicas, la Revolución mexicana transcurrió<br />
la mayor parte de la década como si las<br />
fuerzas burguesas movieran a las fuerzas populares,<br />
extraídas de trabajadores propietarios y proletarios.<br />
En muchas situaciones diferentes, geográficas,<br />
económicas y sociales, contemporáneas<br />
y sucesivas, la conexión fue mayormente directa,<br />
mutuamente reforzante y efectiva entre la fuerza<br />
revolucionaria explotadora de clase, la fuerza revolucionaria<br />
autoexplotadora de clase y el liderato<br />
definitivamente superior, esto es, liderato burgués<br />
y seguidores propietarios. Aun así, estos seguidores,<br />
subordinados, subalternos oficiales literales,<br />
fueron intermediarios socialmente estratégicos,<br />
líderes en sí mismos, quienes por sus propias razones<br />
se habían vuelto voluntarios bajo un mando<br />
general y se movilizaron entre sus vecinos<br />
propietarios y, proletarios urbanos, industriales<br />
y rurales. 12 Esta fue la fuerza en movimiento de<br />
11 Cfr. V.I. Lenin, “El slogan del ‘Desarme’ [octubre 1916]”, en<br />
sus Obras Completas, 45 vols. (Moscú: Editorial Progreso, 1960-<br />
70), XXIII, 94-104; ídem, “Lectura de la Revolución de 1905 [marzo<br />
1917]”, ibid., XXIII, 236-253; ídem, “Cartas desde lejos: Primera<br />
Carta [marzo 1917]”, ibid, XXIII, 297-308; ídem, “Das Militärprogramm<br />
der proletarischen Revolution”, Jugend-Internationale,<br />
No. 9 y 10 (septiembre y octubre 1917), 4-6, 3-4, respectivamente;<br />
Leopold H, Haimson, The Russian Marxists and the Origins of Bolshevism<br />
(Cambridge: Harvard University, 1955), 99-101; Georges<br />
Haupt, L’historien et le mouvement sociale (París: Maspero, 1980),<br />
237-266; Stathis Kouvelakis, “Lenin as Reader of Hegel; Hypotheses<br />
for a Reading of Lenin’s Notebooks on Hegel’s The Science of<br />
Logic”, en Stanislav Budgen et al., eds., Lenin Reloaded: Toward<br />
a Politicos of Truth (Durham: Duke University, 2007), 164-205;<br />
Étienne Balibar, “The Philosophical Moment in Politics”, ibid, 207-<br />
221. Sobre corriente alterna salvaje: Wayne Kilcollins, Maintenance<br />
Fundamentals for Wind Technicians (Clifton Park: delmar,<br />
2012), 7-8.<br />
12 “Subalterno”, en Harry T. Peck, ed., New Websterian 1912<br />
Dictionary, rev. (Nueva York: Syndicate Publishing Company,<br />
1912), 801; “Subaltern”, en J.A. Simpson y E.S.C. Weiner, eds., The<br />
8 la gaceta noviembre de 2016
evolución mexicana<br />
la revolución maderista, como después la fuerza<br />
en movimiento revolucionaria carrancista,<br />
1910-1915. Entonces irrumpió la excepción sobresaliente,<br />
la guerra civil Revolucionaria, 1914-16,<br />
cuando la Revolución burguesa-propietaria perdió<br />
una parte crítica, cuando por su propia fuerza<br />
y contra el liderato burgués, algunos jefes subordinados<br />
fuertes, el jefe mayor Villa, alió a la dn<br />
con el els, y amenazó desde adentro con convertir<br />
a la Revolución en “revolución social” popular,<br />
populista. La alianza popular villista-zapatista,<br />
dn-els, fracasó en 1915-1916 —el mayor fracaso,<br />
el más significativo, de la Revolución—. Pero la<br />
nueva coalición revolucionaria burguesa propietaria,<br />
aunque dominante sobre las viejas y nuevas<br />
facciones disidentes revolucionarias y las persistentes<br />
facciones contrarrevolucionarias, no volvió<br />
a recuperar el control burgués del liderato de<br />
la Revolución, 1916-1920. El arreglo de 1920 fue<br />
en consecuencia definitivo y espurio.<br />
Debido a las contradicciones esenciales, mutuamente<br />
interferentes, dialécticas, mutuamente<br />
accionantes, entre las grandes luchas por el poder<br />
de la Revolución, las continuamente resurgentes<br />
esperanzas burguesas de democracia burguesa,<br />
y las incongruentes esperanzas populares de justicia,<br />
justicia propietaria, justicia proletaria, a<br />
lo largo de toda la década, la crisis de 1915-1916<br />
requiere especial reflexión. Reflexionar sobre<br />
esto no es negar la significación de otros sucesos,<br />
conflictos, momentos revolucionarios. Es tratar<br />
de entender cómo, en la coyuntura dinámica total<br />
de la época, imperialismo, guerra mundial,<br />
grandes revoluciones en otras partes (ejemplos:<br />
Turquía, China, Rusia), la crisis de 1915-1916 fue<br />
la diferencia esencial de la Revolución mexicana.<br />
El análisis reflexivo de esto considera especialmente<br />
cuatro excepciones revolucionarias,<br />
dos grandes fuerzas, dos movimientos secundarios.<br />
Las dos excepciones principales, la fuerza<br />
villista y la fuerza zapatista, surgieron originalmente<br />
de la revolución maderista. Fueron excepcionales<br />
no sólo por su sorprendente afirmación<br />
de independencia (para el escandaloso disgusto<br />
de la burguesía), sino mucho más por luchar<br />
como fuerzas populares, no con propósitos burgueses,<br />
sino por la justicia propietaria y proletaria,<br />
principalmente por el derecho a la tierra,<br />
los villistas idealmente en igualdad individual,<br />
los zapatistas idealmente en solidaridad comunitaria.<br />
A fin de entender la importancia de estas<br />
fuerzas en la Revolución, la mayoría de los historiadores<br />
ha estudiado sobre todo sus programas,<br />
pero importa más cómo ellas se comportaron en<br />
la guerra civil. La mayor fuerza de ambas, militarmente,<br />
en contingentes, logística, disciplina,<br />
armamento, movilidad, rango de operaciones<br />
y duración de la acción, fue la dn de Villa, probablemente<br />
el ejército revolucionario regular<br />
más grande en la historia de América Latina.<br />
Gracias a Katz los historiadores conocen ahora<br />
mucho de esto, incluyendo, como Katz lo explicó<br />
brillantemente, la debilidad central de la dn: que<br />
para mantener unidas sus columnas, mantener<br />
su impulso revolucionario, no podía cumplir su<br />
reforma agraria. 13 La otra fuerza —el Ejército Libertador<br />
del Sur dirigido por Zapata— era más<br />
pequeña, localizada, mucho menos móvil pero<br />
más coherente, consistente, intensiva, intensa y<br />
subversiva, siempre basada en Morelos, por eso<br />
no más extendida que replicada o adaptada en las<br />
provincias vecinas. Dada su lucha en las plantaciones<br />
de azúcar en Morelos, los molinos en los<br />
campos ahí, y las villas de las que los hacendados<br />
había tomado las tierras y obtenido fuerza<br />
de trabajo, las villas mismas aprovisionaban al<br />
els, sus cuarteles podían hacer justicia agraria<br />
colectiva a algunos trabajadores propietarios y<br />
proletarios, tenían todas las buenas razones para<br />
hacerlo y lo hicieron. Si estas dos excepcionales<br />
fuerzas hubieran cooperado en acciones serias<br />
en 1914-1915, probablemente hubieran dividido a<br />
la fuerza carrancista de dirección burguesa, dada<br />
la Convención Soberana, con un poco de tiempo<br />
para intentar realizar una mancomunidad agraria<br />
nacional. Pero precisamente debido a sus<br />
bases y organización diferentes, diferencias en<br />
las que fueron tan lejos como pudieron en 1915,<br />
fueron incapaces de cooperar política o militar-<br />
Oxford English Dictionary, 2a ed., 20 vols. (Oxford: Clarendon,<br />
1989), XVII, 13.<br />
13 Katz, Villa, 287-308, 358, 807. Sobre las contradicciones de<br />
Villa: ibid., 211, 236-238, 249, 403-414, 474-475, 541, 803, 808.<br />
mente por mucho tiempo en escala nacional, no<br />
pudieron crear un poder nacional, y la alianza<br />
carrancista las destruyó por separado y una tras<br />
otra. El Ejército Constitucionalista de Operaciones<br />
comandado por Obregón destruyó a la dn en<br />
1915. El Ejército Constitucionalista de Oriente<br />
comandado por González destruyó al els en 1916.<br />
Las fuerzas norteñas y sureñas sobrevivientes<br />
(en los años por venir) no pudieron poner en peligro<br />
por sí mismas al nuevo régimen de dirección<br />
burguesa de 1917.<br />
Que en 1915-1916 fue cuando la Revolución dio<br />
su giro crítico contra un proyecto popular populista,<br />
a favor de un proyecto burgués progresista,<br />
es una vieja observación. La observación<br />
es correcta respecto de que el giro fue entonces<br />
esencial para hacer de la Revolución lo que resultó<br />
ser. Pero no es correcta si significa que el giro<br />
no fue más que asunto de capacidades políticomilitares<br />
comparadas, pues en tal sentido significaría<br />
que el giro no fue realmente crítico, sino<br />
inevitable, ya inscrito en las cartas de clase, de<br />
modo que la Revolución terminaría inevitablemente<br />
en el arreglo constitucional de 1917. Ciertamente<br />
fue el giro crítico de la Revolución, pero<br />
en un sentido más profundo, de modo que tomó<br />
otros cuatro años para concluir en el acuerdo<br />
de liquidación de cuentas espurio de 1920. Para<br />
entender lo que fue realmente la distintiva, definitiva<br />
crisis de 1915-1916 se requiere un análisis<br />
más allá de las fuerzas villistas, zapatistas y carrancistas.<br />
Y aquí exigen consideración las otras<br />
dos excepciones revolucionarias porque, aunque<br />
ambas fueron secundarias en cuanto a compromiso<br />
revolucionario en 1915-1916, pudieron haber<br />
hecho una diferencia crítica, histórica.<br />
Ambas excepciones fueron movimientos sociales<br />
inevitablemente metidos en política, uno de<br />
cierta laicidad católica; el otro, totalmente diferente,<br />
de un cierto movimiento obrero. Los orígenes<br />
de ambos son anteriores a la Revolución. Sus<br />
terríficas y entonces incomprensiblemente complejas<br />
historias, demasiado complejas, demasiado<br />
diferentes para tratarlas aquí, involucraron<br />
tantas contradicciones que ni la Iglesia ni el movimiento<br />
laboral, nacionalmente, habrían tomado<br />
a estos movimientos como aproximadamente<br />
representativos de ellos durante la Revolución.<br />
El clero y los laicos tomaron diversas actitudes (a<br />
menudo en mutua discordia) hacia las diferentes<br />
facciones revolucionarias, aunque más acordes<br />
en su enemistad radical hacia la coalición constitucionalista,<br />
1914-1917. Si solo por esta razón,<br />
para no entrar en otros asuntos como doctrina,<br />
conciencia y voluntad de Dios, los entonces bien<br />
organizados católicos sociales de la Ciudad de<br />
México, incluyendo a los fieles que doblaron las<br />
campanas por la ocupación de la ciudad por el<br />
els (el miércoles 25 de noviembre de 1915) y sus<br />
regimientos aprovisionados con el estandarte de<br />
Guadalupe y los medallones de la Virgen María<br />
que ostentaban, bien pudieron haber organizado<br />
en 1915 el Partido Popular de México y un movimiento<br />
zapatista clandestino con poderosos,<br />
probablemente críticos efectos en 1916, de serias<br />
consecuencias mucho después. 14<br />
14 Jorge Prieto Laurens, Cincuenta años de política mexicana:<br />
Memorias políticas (Ciudad de México: Editora Mexicana de<br />
Periódicos, Libros y Revistas, 1968), 10-30, 34, 37-41, 49-52; Jean<br />
Meyer, La cristiada, 3 vols. (Ciudad de México: Siglo XXI, 1973),<br />
II, 54-100; Manuel Ceballos Ramírez: El catolicismo social: un<br />
tercero en discordia: Rerum Novarum, la “cuestión social” y la<br />
movilización de los católicos mexicanos (1891-1911) (Ciudad de<br />
México: Colegio de México, 1991), 270-416; Javier Garciadiego<br />
Dantan, Rudos contra científicos: La Universidad Nacional durante<br />
la Revolución mexicana (Ciudad de México: Colegio de México,<br />
1996), 60, 141, 204, 218, 229, 300, 327, 331-332, 337-338; Katz,<br />
Villa, 45-47, 51-52, 233-234, 236-237, 266-267, 404-409, 426-428,<br />
446-448. The ELS’s first entrance into the city: “Han entrado ya<br />
a la capital las tropas surianas”, Mexican Herald, 25 de noviembre,<br />
1914; “Capital Quiet under Rule of the Zapatistas”, ibid., 26 de<br />
noviembre, 1914; “Emiliano Zapata with His Staff Arrive in Capital”,<br />
ibid., 28 de noviembre, 1914; Francisco Ramírez Plancarte,<br />
La ciudad de México durante la revolución constitucionalista, 2ª<br />
ed. (Ciudad de México: Ediciones Botas, 1941), 246-252; Gustavo<br />
Casasola, et., Historia gráfica de la Revolución Mexicana, 1900-<br />
1970, 2ª ed. 10 vols., (Ciudad de México: Trillas, 1973), III, 928. The<br />
DN-ELS parade into the city, the ELS against Guadalupan: “60,000<br />
Troops to Make Entry into Capital Today”, Mexican Herald, 6 de<br />
diciembre 1914; “Troops from North and South Parade in Capital”,<br />
ibid., 7 de diciembre, 1914; Ramírez Plancarte, op. cit., 271-278;<br />
Casasola, op. cit., III, 942; Christopher G. Cunningham, “The Casa<br />
del Obrero Mundial and the Mexican Revolution: Radical Ideology<br />
and the Role of the Urban Worker in Mexico City, 1912-1916”,<br />
Disertación Ph.D. (Universidad de Toronto: Departamento de<br />
Historia, 1978), 274-447; Pineda Gómez, La revolución, 515. The<br />
individual likeliest most responsible for the Church’s welcome of<br />
the ELS and its Guadalupan entry, Fr. Pedro Benavides Lira, entonces<br />
canónigo y tesorero de la Catedral Metropolitana de la Arquidiócesis<br />
de la Ciudad de México y secretario de la Sagrada Mitra<br />
ahí, en efecto el vicario diocesano general, antiguo párroco de la<br />
Mucho más importante para las entonces tres<br />
coaliciones revolucionarias mayores fue la otra<br />
excepción secundaria, el movimiento laboral. En<br />
esta crisis importó poco que en la división económica<br />
del trabajo en México, vastamente rural<br />
todavía, mayormente agrícola, sólo una pequeña<br />
fracción fuera proletaria en servicios urbanos,<br />
minas, molinos, fábricas, transporte, plantas de<br />
electricidad, campos petroleros. Lo que importaba<br />
era su poder industrialmente estratégico,<br />
cuánto poder específico tenían en su trabajo para<br />
parar la producción en cuántos departamentos<br />
de la matriz de producción nacional y así desafiar<br />
(más o menos) el orden de seguridad nacional<br />
existente (lo que hubiera de él). De todas estas<br />
organizaciones obreras en el país en 1914, en<br />
muchas ciudades y pueblos diferentes, en muchas<br />
industrias diferentes, en muchas situaciones políticas<br />
diferentes, sin organización nacional, los<br />
sindicatos tenían poder estratégico industrial en<br />
alrededor de 15 lugares militarmente críticos (estratégicos<br />
como puertos o talleres ferroviarios).<br />
Entre ellos, sin sorpresa, la plaza más importante<br />
era la Ciudad de México, el Distrito Federal,<br />
considerando sus suburbios. Ahí, a principios de<br />
1915, bajo una rápida ocupación constitucionalista<br />
con Obregón como comandante en jefe, los<br />
sindicatos sufrieron un cisma crítico. Muchos detalles<br />
altamente reminiscentes de las traiciones<br />
excitadas por la guerra de 1914 en los movimientos<br />
laborales europeos son parte de la historia<br />
de este cisma en el movimiento obrero mexicano<br />
pero no son pertinentes aquí. Analíticamente es<br />
suficiente resumir: algunos sindicatos aceptaron<br />
de Obregón una oferta difícil de rehusar: servicio<br />
militar constitucionalista en sus propios “Batallones<br />
Rojos”, con pago de salarios normales a<br />
sus miembros y derechos de veteranos al regresar<br />
a sus empleos al triunfo del constitucionalismo<br />
sobre las fuerzas villistas y zapatistas; otros<br />
sindicatos, políticamente independientes, recientemente<br />
unidos en una federación del Distrito<br />
Federal, no aceptarían la oferta, y a lo largo de<br />
1915 desafiaron sucesivos puestos de mando en la<br />
ciudad en medio de la guerra civil revolucionaria,<br />
gran inflación, comercios vacíos y tifoidea, realizando<br />
cuatro grandes huelgas por reconocimiento<br />
contractual, salarios y condiciones de trabajo,<br />
la mayoría de las cuales ganaron. 15 De estos sinparroquia<br />
de Tizayuca, México., Tlálpam, Santo Tomás la Palma y<br />
San Pablo, todas en el Distrito Federal, y desde 1896 notorio guadalupano:<br />
“El cumplimiento Pascual en la Cárcel de Tlálpam”, El<br />
tiempo, 19 de junio 1895; “Instalación de la Junta Guadalupana”,<br />
Voz de México, 17 de octubre, 1896; “Actualidades”, ibid., 14 de<br />
abril, 1897, “La gran peregrinación obrera al Santuario de Ntra.<br />
Sra. De Guadalupe”, El Tiempo, 2 de junio, 1900; “Misiones”, ibid.,<br />
6 de mayo, 1902; “El colmo de la mala fe”, El País, 5 de julio, 1902;<br />
Aviso religioso”, Voz de México, 21 de agosto, 1906; “Religioso”, El<br />
Tiempo, 21 de octubre, 1906; “Más de cincuenta mil almas han presenciado<br />
la entrada del nuevo arzobispo de México”, El Tiempo, 12<br />
de febrero, 1909; “Las Bodas de Plata del señor Pbro. D. Modesto<br />
Basurto”, El Tiempo, 6 de octubre, 1909; “Los nuevos Canónigos en<br />
la Catedral”, Correo Español, 11 de febrero, 1910; “El señor Pbro.<br />
Aguilar celebra sus bodas de plata”, El Tiempo, 6 de abril, 1910;<br />
“Honras fúnebres por el eterno descanso del alma del señor Pbro.<br />
Don Modesto Basurto”, ibid., 11 de febrero, 1911; “Fue recibido con<br />
indescriptible entusiasmo la venerada imagen de Nuestra Señora<br />
de los Remedios en Catedral”, El País, 19 de abril, 1912; “No se ha<br />
nombrado nuevo srio. De la Sagrada Mitra”, ibid., 17 de marzo,<br />
1915; “Notes of the Passing Day”, Mexican Herald, 5 de abril, 1914;<br />
El Canónigo Benavides Gob. De la Mitra”, ibid., 17 de marzo, 1915;<br />
“Está en Veracruz el Sr. Vicario Paredes”, ibid., 22 de marzo, 1915.<br />
15 Para completar, según mis cuentas, diecisiete, ver Guaymas,<br />
Guadalajara, Juárez, Monterrey, Tampico, San Luis Potosí,<br />
Torreón, Aguascalientes, Irapuato, Celaya, Veracruz, Orizaba,<br />
Puebla, Apizaco, Rincón Antonio, Salina Cruz y Ciudad de México:<br />
Departamento de Guerra de los Estados Unidos, Oficina del Jefe<br />
de Estado Mayor, División del Colegio de Guerra, Staff General,<br />
No. 21, Monograph on Mexico (Washington: Government Printing<br />
Office, 1914), 97-121, 157-180; [George Marvin?] “What War with<br />
Mexico Means”, World’s Work, agosto 1916, 427-429; y War Map<br />
of Mexico (Garden City: World’s Work, n.d. [1916]. The Red Battalions:<br />
Dr. Atl al Primer Jefe, 1 de marzo, 1915, Archivo Histórico de<br />
la Defensa Nacional (en adelante AHDN), XI/481.5/97/627; John<br />
Murray, “Labor Unionism Sweeping Mexico”, New York Call, 2 de<br />
abril, 1915; ídem, “Mexico May be the First Socialist Republic…”;<br />
ídem, Murray in Trench as Bullets Sing”, ibid., 2 de mayo, 1915;<br />
idem, “When Diaz Ruled Mexico it was slavery and death for workers.<br />
Under Carranza the workers strike and get the moral support<br />
of the Constitutionalists”, ibid., 19 de mayo, 1915; idem, “When<br />
We Take a City, You Organize Workers, Carranza Tells Unions”,<br />
ibid., 20 de mayo, 1915, agradezco a Jenny Kastner las copias de<br />
los seis últimos documentos; idem, “Behind the Drums”; Eliseo<br />
López Rabela e Ismael E. Sonoqui, “Informe que rinde la comisión<br />
nombrada para investigar las cuentas del compañero Jesús<br />
Torres Polo, ex tesorero de la Casa del Obrero Mundial”, 5 de abril,<br />
1915, Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Secretaría<br />
de Gobernación (en adelante G), 99-35; Comité Revolucionario de<br />
la Casa del Obrero Mundial de México a Eliseo Arredondo, 10 de<br />
junio, 1915, AHDN, XI/481.5/316/240; Salazar y Escobedo, op. cit.,<br />
I, 92-113, 119.125, 137-142, 153-162; Ramírez Plancarte, op. cit.,<br />
325, 355-362, 371-372; Cunningham, op. cit., 311-334, 341-365; Alicia<br />
Hernández Chávez, “Los Batallones Rojos y Obregón, un pacto<br />
inestable”, manuscrito, Simposio Denominado Gral. Emiliano<br />
Zapata Salazar y el Problema Campesino, 30 de noviembre, 1979.<br />
noviembre de 2016 la gaceta 9
la revolución mexicana: qué hizo, qué hizo posible y qué no hizo<br />
dicatos independientes, el más estratégico industrialmente<br />
fue el de Luz y Fuerza de la Ciudad de<br />
México, el Sindicato Mexicano de Electricistas<br />
(sme), organizado en diciembre de 1914 durante<br />
la ocupación de la capital por el els, bajo cierto<br />
entendimiento (secreto) con Zapata, el cual evidentemente<br />
se mantuvo bajo la ocupación constitucionalista<br />
después de agosto de 1915, sindicato<br />
técnicamente capaz, como lo demostró más de<br />
una vez, de cortar la fuerza motriz del transporte<br />
mecanizado, de servicios públicos vitales y de<br />
casi toda la industria moderna en el Distrito Federal.<br />
16 Del 31 de julio al 2 de agosto de 1916, durante<br />
la Expedición Punitiva de los Estados Unidos<br />
contra Villa en Chihuahua, el sme golpeó de<br />
nuevo al poder, parando los servicios modernos y<br />
la producción del distrito, más ofensivamente (si<br />
bien brevemente) las fábricas de pólvora y municiones<br />
del ejército nacional en la Ciudad de México.<br />
El mando constitucionalista orilló al sindicato<br />
a terminar la huelga, significativamente mediante<br />
órdenes, amenazas horrendas, despliegue de<br />
fuerzas armadas y arrestos, no baño de sangre. 17<br />
16 Indicios de un entendimiento SME-ELS: Libros de Actas del<br />
Sindicato Mexicano de Electricistas, I, 14 de diciembre, 1914, 6 y 13<br />
de febrero, 13, 16 y 21 de abril, 2 de junio, 11 y 13 de agosto, 1915, II,<br />
17, 20 y 24 de noviembre, 1, 2, 6, 18, 21, 22 y 29 de diciembre, 1915,<br />
8 de enero, 19 de febrero, 1 de marzo, 1916; L. Ochoa y E. Velasco a<br />
José Colado, 22 de diciembre, 1914, AGN, Departamento de Trabajo<br />
(en adelante DT), 31/2/7/11; C.B. Vilchis, Informe confidencial,<br />
13 de marzo, 1914 [sic por 1915], AGN, G, 8-32; J. Guilibaldo Nava al<br />
Secretario de Gobernación, 5 de octubre, 1915, AGN, G, 177-89; “En<br />
las minas no se registraron daños”, Mexican Herald, 6 de mayo,<br />
1915; “Durante dos horas toda la ciudad careció de luz”, ibid., 9 de<br />
julio, 1915; “Á última hora”, ibid., 20 de julio, 1915; “El servicio de<br />
los eléctricos se normaliza”, ibid., 21 de julio, 1915; “Tres poblaciones<br />
en poder del General Amado Azuara”, ibid., 8 de agosto, 1915;<br />
“Quedó arreglada la huelga gral. de electricistas” y “La huelga gral.<br />
paralizó ayer muchos servicios”, ibid., 14 de ahosto, 1915; “Las<br />
concesiones a los electricistas”, ibid., 12 de agosto, 1915; “Se interrumpió<br />
el servicio de luz y fuerza”, ibid., 15 de septiembre, 1915;<br />
“Luz y energía de las plantas de la capital”, ibid., 16 de septiembre,<br />
1915; “Fue recuperada Necaxa por el Gral. A. González” y “Se<br />
reanudaron los servicios de luz y agua”, ibid., 29 de septiembre,<br />
1915; “Los últimos triunfos de las armas constitucionalistas”, El<br />
Pueblo, 30 de septiembre, 1915; “Regocijo popular por los triunfos<br />
obtenidos en Torreón, Necaxa y Viesca”, ibid., 2 de octubre, 1915;<br />
“Sindicato Mexicano de Electricistas”, ibid., 15 de diciembre, 1915;<br />
“Un agitador trató de provocar una huelga entre los empleados de<br />
la Compañía de Tranvías”, ibid., 29 de marzo, 1916; Pablo González,<br />
“Parte oficial rendido por el General Pablo González, sobre los<br />
combates sostenidos contra fuerzas zapatistas, con motivo de la<br />
recuperación de la plaza de México, efectuada en el mes de Julio<br />
de 1915 [12 de julio, 1915]”, en Juan Barragán, Historia del Ejército<br />
y de la Revolución Constitucionalista, 2 vols. (Ciudad de México:<br />
Antigua Librería Robredo, 1946), II, 609; ídem, “Parte oficial de<br />
las operaciones militares llevadas a cabo por el Cuerpo de Ejército<br />
de Oriente desde el 17 de julio hasta la reocupación de la Ciudad<br />
de México, el 2 de agosto de 1915 [2 de agosto, 1915]”, ibid., II, 611-<br />
617; ídem, “Informe, que el General de División Pablo González,<br />
rinde al C. Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista<br />
y Encargado del Poder Ejecutivo de la Nación, sobre<br />
su gestión en la parte administrativa, como General en Jefe del<br />
Cuerpo de Ejército de Oriente y con motivo de la recuperación y<br />
ocupación de la Ciudad de México y poblaciones cercanas [diciembre<br />
1915]”, en Pablo González [Jr.], El centinela fiel del constitucionalismo<br />
(Saltillo: Editorial Alfonso Reyes, 1971), 411-414, 426,<br />
431, 433, 435-436; Graham Fulton al Secretario de Gobernación, 8<br />
de julio, 1916, AGN, G, 205-54; ídem al Secretario de Gobernación,<br />
14 de julio, 1916, AGN, G, 205-53; ídem al Secretario de Gobernación,<br />
26 de julio, AGN, G, 206-41; Subsecretario de Comunicaciones<br />
al Secretario de Guerra, 28 de julio, 1916, ibid.; Fulton al<br />
Secretario de Gobernación, 4 de septiembre, 1916, AGN, G, 221-<br />
64; Hernández Chávez, “Los batallones rojos”, 3-4, 12-15, nn 5, 22,<br />
24, 25, 27; ídem, “El zapatismo, 38-41; David G. LaFrance, “Lucas<br />
and the Mexican Revolution, 1910-1917”, en Guy P.C. Thomson con<br />
David G. LaFrance, Patriotism, Politics, and Popular Liberalism in<br />
Nineteenth-Century Mexico: Juan Francisco Lucas and the Puebla<br />
Sierra (Wilmington: Scholarly Resources, 1999), 294-300.<br />
17 Entre fuentes abundantes, Secretario de Justicia a Secretario<br />
de Gobernación, 13 de junio 1916, AGN, G, 15753; Ignacio<br />
López Bancalari a Lugo, 24 de junio y 24 de julio, 1916, AGN,<br />
Departamento de Trabajo (en adelante DT), 31/2/11/14; Director<br />
del Departamento de Trabajo a Gerente General de la Compañía<br />
Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, 27 de junio, 1916, ibid.; B.G. Hill<br />
a Subsecretario de Fomento, 20 de julio, 1916, AGN, DT, 34/1/13/2;<br />
Graham Fulton a Secretario de Gobernación, 26 de julio, 1916;<br />
Libro de Actas del Sindicato Mexicano de Electricistas, II, 26 de<br />
julio, 16 de octubre, 1916; “La Confederación de sindicatos exige<br />
para los trabajadores a partir del día de hoy, el pago de salarios<br />
a base de oro,” El Pueblo, 22 de julio, 1916; “Sindicatos obreros,”<br />
ibid., 23 de julio, 1916; “Las clases laboriosas no deben divorciarse<br />
en su conducta económica, del gobierno de la revolución,” ibid.,<br />
25 de julio, 1916; “Obreros de la metrópoli: Volved sobre vuestros<br />
pasos,” “Los obreros de México no han tenido plena conciencia de<br />
su conducta legal,” y “Conceptos del ciudadano Primer Jefe que<br />
deben tener presentes los obreros,” ibid., extra, 1 de agosto, 1916;<br />
“Ayer, a Medio Día, Fueron Reanudados los Servicios Públicos que<br />
se Encontraban en Suspenso a Causa de la Huelga,” ibid., 13 de<br />
agosto, 1916; “Á propósito de la huelga,” “El noventa por ciento de<br />
los obreros declarados en huelga se ha presentado ya a reanudar<br />
sus labores,” y “Se Fija la Jornada de Ocho Horas de Trabajo para<br />
los Obreros de los Ferrocarriles Constitucionalsitas,” ibid., 4 de<br />
agosto, 1916; “La Opinión Pública y la Huelga” “Los Enemigos de la<br />
Patria Siempre Serán de los Obreros,” y “Está terminada la averiguación<br />
judicial contra los obreros huelguistas,” ibid., 5 de agosto,<br />
1916; “¿Huelga……[sic] Política?,” “La “Última Huelga,” “Nombraron<br />
defensor los obreros detenidos,” y “Con motivo de la huelga,”<br />
ibid., 6 de agosto, 1916; “Sobre el mismo tema,” “Una entrevista<br />
con los obreros de Puebla a propósito de la huelga,” “Terminó el<br />
proceso de Ernesto Velasco y Luis Harris,” y “Está Próximo el Consejo<br />
de Guerra de los Huelguistas,” ibid., 8 de agosto, 1916; “Hoy se<br />
efectuará el consejo de guerra de los obreros huelguistas,” ibid.,<br />
Considérese lo que hubiera ocurrido en la Revolución<br />
si un Batallón Rojo se hubiera amotinado<br />
y pasado a pelear como batallón zapatista,<br />
algo de lo cual ocurrió. 18 Mucho más importante:<br />
considérese si el Sindicato Mexicano de Maquinistas<br />
del ferrocarril local del Distrito Federal, o<br />
mejor el sme, o mejor ambos, hubieran organizado<br />
células clandestinas de resistencia anticonstitucionalista<br />
en el distrito, coordinados con<br />
los cuarteles del els para acciones decisivas, si<br />
hubieran convertido una huelga económica general<br />
del distrito en huelga política de masas en<br />
demanda no sólo de un nuevo gobierno nacional<br />
popular sino de la nacionalización de la tierra,<br />
inhabilitado al mando constitucionalista de la<br />
capital y abierto la ciudad para ser retomada por<br />
el els, con el comité de huelga maquinistas-sme<br />
haciéndose cargo de la economía del distrito y<br />
los cuarteles del els decretando la nacionalización<br />
de la tierra en todo México, con comités de<br />
trabajadores agrícolas localmente electos que<br />
habilitaran a quienes tenían derecho, restituyeran<br />
a los desposeídos y distribuyeran tierra<br />
a quienes no la tenían. 19 Aun si, más probable-<br />
10 de agosto, 1916; “Fueron absueltos del delito de rebelión los<br />
obreros procesados,” ibid., 12 de agosto, 1916; “Queja de Empleados<br />
Contra el Sindicato de Electricistas,” ibid., 15 de agosto, 1916;<br />
“Los Obreros Huelguistas Comparecerán Nuevamente ante el Consejo<br />
de Guerra,” ibid., 16 de agosto, 1916; “El Sindicato Mexicano<br />
de Electricistas rechaza varios cargos que se le hacen,” ibid., 21<br />
de agosto, 1916; “Se efectuó el consejo de guerra de los obreros<br />
huelguistas,” ibid., 27 de agosto, 1916; “Ayer Fueron Restablecidos<br />
los Servicios Públicos que Quedaron en Suspenso al Estallar la<br />
Huelga” y “Durante el Movimiento Huelguísta, La Fábrica Nacional<br />
de Armas no [sic] Interrumpió sus Labores,” El Demócrata, 3<br />
de agosto, 1916; “Son muy graves las trascendencias de la huelga,”<br />
La Defensa, extra, 1 de agosto, 1916; “Hoy, a las cinco de la tarde,<br />
se promulgará la Ley Marcial en vista de que los obreros no cejan<br />
en su actitud,“ El Nacional, 1 de agosto, 1916; “A las doce y media<br />
se reanudaron todos los servicios públicos, entre ellos, los tranviarios<br />
y eléctricos y el alumbrado,” ibid., 12 de agosto, 1916; “El<br />
Consejo de Guerra de los promotores de la última huelga se reunió<br />
hoy por la mañana,” ibid., 11 de agosto, 1916; “Ernesto H. Velasco<br />
fue sentenciado a sufrir la pena capital,” ibid., 28 de agosto, 1916;<br />
“Sección Telegráfica,” Periódico Oficial del Estado de Chihuahua,<br />
5 de agosto, 1916; R.G. Cox, “A ‘Good’ Government in Action,”<br />
Regeneración, 28 de agosto, 1916; idem, “Benevolence on a Rampage,”<br />
ibid., 16 de septiembre, 1916; idem, “The Real Carranza” y<br />
“Carranza Still at It,” Regeneración, 30 de septiembre, 1916; “Promedios<br />
de kilowatts-hora generados en la planta de Necaxa, en<br />
comparación con los acontecimientos políticos [febrero 1913-julio<br />
1922],” Archivo de la Compañia de Luz y Fuerza Motriz de México,<br />
cuya copia agradezco a Jonathan Schrag; Salazar y Escobedo,<br />
op. cit., I, 184-187, 200-208; Rosendo Salazar, Líderes y sindicatos<br />
(Ciudad de México: T.C. Modelo, 1953), 55-61; Valadés, op. cit., V,<br />
364-381; Luis Araiza, Historia del movimiento obrero mexicano, 4<br />
vols. (Ciudad de México: Editorial Cuauhtémoc, 1964-65), III, 138-<br />
177; Jacinto Huitrón, Orígenes e historia del movimiento obrero<br />
en México (Ciudad de México: Editores Mexicanos Unidos, 1974),<br />
193-296; Cunningham, op. cit., 383-394; Berta Ulloa, Historia de<br />
la Revolución Mexicana, 1914-1917 (Ciudad de México: Colegio<br />
de México, 1983), 271-324; John Lear, Workers, Neighbors, and<br />
Citizens: The Revolution in Mexico City (Lincoln: Universidad de<br />
Nebraska, 2001), 320-340; Ariel Rodríguez Kuri, Historia del desasosiego:<br />
La revolución en la ciudad de México, 1911-1922 (Ciudad<br />
de México: Colegio de México, 2010), 125-177.<br />
18 Antecedentes e instigación: “Coyoacán: le será aplicado el<br />
artículo 33 a Eloy Armenta,” El Diario, 31 de mayo, 1913; “Notes of<br />
the Passing Day,” Mexican Herald, 13 de junio, 1913; “Los que salen<br />
del país,” La Opinión, 2 de junio, 1913; “Se expulsarán a unos peligrosos<br />
socialistas,” El Imparcial, 3 de junio, 1913; “Los que salen<br />
del país,” El Correo Español, 7 de junio, 1913; “El mitin socialista,”<br />
Diario del Hogar, 7 de septiembre, 1914; “Notes of the Passing<br />
Day,” Mexican Herald, 31 de octubre, 1914; “Arrest of Director of<br />
Workingmen’s Society,” ibid., 1 de noviembre, 1914; “Los sindicatos<br />
de Artes Gráficos y Sastres apoyan definitivamente la idea de<br />
la Casa del Obrero para ayudar a la Revolución,” El Pueblo, 8 de<br />
marzo, 1915; “Regocijo popular por los triunfos…Expulsión de un<br />
agitador,” ibid., 2 de octubre, 1915; “El movimiento obrero en Guanajuato,”<br />
ibid., 10 de diciembre, 1915; [C.D. López] “Sociedades y<br />
sindicatos,” ibid., 15 de febrero, 1919; “Informe del Sr. J. Guilebaldo<br />
[sic] Nava al Director General de Consulados, Rafael Múzquiz,<br />
acerca de la fundación y actividades de la Casa Obrera Mundial,<br />
por el Sr. Eloy Armenta [15 de octubre, 1915], en Isidro Fabela,<br />
ed., Documentos Históricos de la Revolución Mexicana, 23 vols. en<br />
10, más índice (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica/<br />
Editorial Jus, 1960-76), IV-1, 257-259; Oficial Mayor de Hacienda a<br />
Secretario de Gobernación, 4 de marzo, 1916, AGN, G, 5-67; y Lear,<br />
op. cit., 275-276.<br />
19 Este tipo de huelgas en: Karl Kautsky, Der Weg zur Macht:<br />
politische Betrachtungen über das hineinwachsen in die Revolution,<br />
2a ed., rev. (Berlin: Vorwärts, 1910). Reforma agraria: cfr.<br />
“Plan de Ayala [25 de noviembre, 1911],” en Josefina E. de Fabela,<br />
ed., Documentos Históricos de la Revolución Mexicana (1970),<br />
XXI, 35-40; “Ley Agraria [26 de octubre, 1915],” ibid., XXI, 246-<br />
253; y “Programa de reformas político-sociales de la Revolución<br />
aprobado por la Soberana Convención Revolucionaria [18 de abril,<br />
1916],” en Luis F. Amaya C., La Soberana Convención Revolucionaria,<br />
1914-1916 (Ciudad de México: F. Trillas, 1966), 459-460; con<br />
V.I. Lenin, To the Rural Poor [1903], 2a ed., rev. (Moscú: Foreign<br />
Languages Publishing House, 1967); idem, The Agrarian Programme<br />
of SocialDemocracy in the First Russian Revolution, 1905-1907<br />
[1907] (Moscú: Foreign Languages Publishing House, 1954), 299-<br />
308; y D.A. Kolesnichenko, “Agrarnye proecty Trudovoi gruppy<br />
v I Gosudarstvennoi dume,” Istoricheskie zapiski, No. 82 (1968),<br />
40-88. El ELS público y clandestino en la Ciudad de México, 1912-<br />
16: Ramírez Plancarte, op. cit., 333-334, 368-372; Mendieta Alatorre,<br />
op. cit., 27-39, 65; Pineda Gómez, La revolución, 32, 268277,<br />
292-293, 296-298, 518-522, 526-529; idem, Ejército, 105-110, 182-<br />
183, 187, 195-201, 204-205, 214, 276, 279288, 359; y ej., “Acúsanlas<br />
de enviar armas a los del Sur,” Mexican Herald, 6 de octubre,<br />
1915; “Notas de México… Fueron aprehendidas las hijas de Paulino<br />
Martínez,” El Pueblo, 18 de octubre, 1915; “Aprehensión de espías<br />
mente, esta Comuna de la Ciudad de México<br />
hubiera fracasado, habría hecho una tremenda<br />
diferencia histórica en la Revolución y su memoria<br />
popular. Supongamos que fracasó. Considérense<br />
sus efectos en la convención constitucional,<br />
programada para noviembre de 1916; y si la<br />
convención se hubiera realizado y emitido una<br />
constitución burguesa-propietaria en 1917, piénsese<br />
en la remembranza de esa Comuna de 1916<br />
en la crisis de sucesión de 1920. La Comuna de<br />
París fracasó. Igual la insurrección de Pascua en<br />
Irlanda en abril de 1916. Pero dejaron poderosas<br />
memorias, vívidas, indelebles a lo largo del siglo<br />
xx, de fuerza popular revolucionaria en acción,<br />
en combate, por la fundación de repúblicas nacionales<br />
democráticas, socialmente comprometidas.<br />
20 Como una premonición menor, distante,<br />
de la fatal gran Entente del Euro-Armisticio<br />
de 1918-19 impuesto por los Estados Unidos, la<br />
coalición burguesa-propietaria de 1917-18 del<br />
Presidente Carranza dependía no solo del nuevo<br />
Ejército Nacional, sino también de la milicia<br />
estratégica y de los sindicatos de transportistas,<br />
cuya memoria de la Comuna los habría vuelto<br />
aún más desleales de lo que realmente fueron en<br />
la crisis de 1920.<br />
Que una Comuna de la Ciudad de México en<br />
1916, incluso el potencial de constituir ahí el núcleo<br />
de una república mexicana nacional, democrática<br />
y social, es demasiado para tomarla en<br />
cuenta, irrazonable, fuera de la cuestión, algo que<br />
exuda fantasías izquierdistas juveniles, va directo<br />
a mi punto. Considerarlo es demasiado para<br />
cualquier propósito práctico. Pero sirve, no obstante,<br />
para hacer una reflexión histórica válida y<br />
plantear mi argumento.<br />
Primero, suscita preguntas interesantes, cuestiones<br />
guía, sobre la crisis de 1915-1916: ¿qué<br />
hubiera sido necesario para que esta clase de<br />
acción revolucionaria, acción revolucionaria radical,<br />
ocurriera? No importan el pobre Ricardo<br />
Flores Magón, el pobre Juan Sarabia, o el verdaderamente<br />
heroico Lázaro Gutiérrez de Lara. 21 No<br />
zapatistas” y “Vendían parque a los zapatistas,” El Nacional, 8 de<br />
julio, 1916; “Fueron detenidos unos espías zapatistas,” ibid., 28 de<br />
julio, 1916. Cfr. La vieja anarco-confusión propugnada en México<br />
en 1915-16, ej., Miguel Mendoza L. Schwerdtfeger, ¡Tierra libre!<br />
(Ciudad de México: Secretaría de Fomento, 1915); Ricardo Flores<br />
Magón, “La barricada y la trinchera,” Regeneración (Los Angeles),<br />
20 de noviembre, 1915; idem, “La necesidad del momento”,<br />
ibid., 8 de enero, 1916; idem, “¡Venganza!” ibid., 26 de agosto, 1916;<br />
“Manifiesto al Pueblo Mexicano [Tlaltizapan, junio 1916], ibid., 26<br />
de noviembre, 1916, todo en Armando Bartra, ed., Regeneración,<br />
1900-1918: La corriente más radical de la Revolución de 1910 a través<br />
de su periódico de combate (Ciudad de México: HADISE, 1972),<br />
respectivamente 451-452, 462466, 485, 488-495; Comité Central,<br />
La Confederación del Trabajo de la Región Mexicana, “Declaración<br />
de Principios…, Pacto de Solidaridad [13-14 de marzo, 1916],” en<br />
Salazar y Escobedo, Las pugnas, 179-180; “Programa de reformas<br />
[18 de abril, 1916],” op. cit., 459-463; con V.I. Lenin, “Socialism<br />
and War: The Attitude of the R.S.D.L.P. towards the War [julioagosto<br />
1915],” Collected Works, XXI, 295-338; idem, “The Socialist<br />
Revolution and the Right of Nations to Self-Determination [enero-febrero<br />
1916],” ibid., XXII, 143-156; idem, “The Discussion on<br />
Self-Determination Summed Up [julio 1916],” ibid., XXII, 353-358;<br />
idem, “The Military Program of the Proletarian Revolution [septiembre<br />
1916],” ibid.., XXIII, 77-87; idem, “Letters from Afar: Fifth<br />
Letter, The Tasks Involved in the Building of the Revolutionary<br />
Proletarian State [26 de marzo/8 de abril, 1917],” ibid., XXIII, 340-<br />
342; idem, “The Tasks of the Proletariat in the Present Revolution<br />
[4-5/17-18 de abril, 1917],” ibid., XXIV, 19-26.<br />
20 Karl Marx, The Civil War in France [1871] (Nueva York: International<br />
Publishers, 1940), 58-64, 81-82, 85-86; Edward S. Mason,<br />
The Paris Commune: An Episode in the History of the Socialist Movement<br />
(Nueva York: Macmillan, 1930). Noticias mexicanas sobre la<br />
rebelión en Irlanda: “Sangrientos Motines Tienen Lugar en la Ciudad<br />
de Dublín, Donde Gran Número de Civiles Sostiene Nutrido Tiroteo<br />
con las Fuerzas del Gobierno,” “Las Calles de Dublín continúan<br />
siendo teatro de acontecimientos trágicos,” “En la capital de Irlanda<br />
ondea el pabellón republicano” y “La Ciudad de Dublín Recobra su<br />
Perdida Calma,” El Pueblo, 26, 28 y 29 de abril y 2 de mayo, 1916.<br />
Cfr. Thomas Darragh [¿Roddy Connolly?], “Revolutionary Ireland<br />
and Communism,” Communist International, serie vieja No. 10-11<br />
(junio-julio 1920), columnas 2281-2294. Memory, fidelity, and fortitude:<br />
V.I. Lenin, “Karl Marx: A Brief Biographical Sketch with an<br />
Exposition of Marxism [1913],” Collected Works, XXI, 78; Haupt, op.<br />
cit., 45-76; George Jackson, “Interview,” “P.S. On Discipline,” and<br />
“On Withdrawal,” The Black Panther, 28 de agosto, 1971, 6-8, 13-17,<br />
19; Priscilla Metscher, Republicanism and Socialism in Ireland: A<br />
Study in the Relationship of Politics and Ideology from the United<br />
Irishmen to James Connolly, 2a ed. (Dublín: Connolly Books, para<br />
ser publicado en May 2016); Finbar Cullen, “Commemorating the<br />
1916 Rising: Taking stock,” Socialist Voice, marzo 1916, http://www.<br />
communistpartyofireland.ie/sv/07-rising.<br />
21 Lázaro Gutiérrez de Lara y Edgcumb Pinchon, The Mexican<br />
People: Their Struggle for Freedom (Nueva York: Doubleday,<br />
Page & Co., 1914); John L. Donnelly et al., Proceedings of the Sixth<br />
Annual Convention of the Arizona State Federation of Labor, held<br />
at Clifton, Arizona, 6 a 10 de agosto, 1917 (Miami [Ariz.]: Convention<br />
City, 1918), 78, 11-13, 34, 36-38, 44-46, 48, 54-56, 58-59, 63-65;<br />
“Mexican Agitator Killed in Sonora,” Copper Era and Morenci Leader,<br />
8 de febrero, 1918; “Freed in Gun Plot, Held in Draft Case,”<br />
Los Angeles Herald, 16 de febrero, 1918; “El leader socialista<br />
Gutiérrez de Lara, promotor de levantamientos entre los Yaquis,<br />
fue capturado y fusilado,” El Informador, 8 de marzo, 1918; Gail<br />
H. Stimson, The Rise of the Labor Movement in Los Angeles (Berkeley:<br />
Universidad de California, 1955), 226-233, 305-310, 321-<br />
10 la gaceta noviembre de 2016
evolución mexicana<br />
importa Luis N. Morones, el Samuel Gompers de<br />
México. 22 No importa el charlatán Dr. Atl. 23 ¿Qué<br />
acerca de Antonio Villarreal (y sus hermanas),<br />
o Manuel Palafox, o Antonio Díaz Soto y Gama,<br />
o Jacinto Huitrón, o Celestino Gasca? 24 Ningu-<br />
323; Eugenio Martínez Núñez, Juan Sarabia: Apóstol y mártir de<br />
la Revolución Mexicana (Ciudad de México: Instituto Nacional de<br />
Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1965); Cockcroft,<br />
op. cit., 180, 202, 224; Huitrón, op. cit., 74-75, 227; W. Dirk Raat,<br />
Revoltosos: Mexico’s Rebels in the United States, 1903-1923 (College<br />
Station: Texas Universidad A & M, 1981), 17, 21, 25-27, 47-54,<br />
58-59, 80-87, 106, 118-119, 121, 191, 193, 212; José C. Valadés, El<br />
joven Ricardo Flores Magón (Ciudad de México: Editora Extemporáneos,<br />
1983);Juan L. Sariego Rodríguez, Enclaves y Minerales en<br />
el Norte de México: Historia social de los mineros de Cananea y<br />
Nueva Rosita, 1900-1970 (Ciudad de México: Centro de Investigaciones<br />
y Estudios Superiores en Antropología Social, 1988), 132-<br />
134, 152, 159-160; Carlos Macías Richard, Vida y temperamento:<br />
Plutarco Elías Calles, 1877-1920 (Hermosillo: Instituto Sonorense<br />
de Cultura, 1995), 231-232; Philip J. Mellinger, Race and Labor in<br />
Western Copper: The Fight for Equality, 1896-1918 (Tucson: Universidad<br />
de Arizona, 1995), 89,142, 154173, 197; F. Arturo Rosales,<br />
ed., Testimonio: Documentary History of the Mexican-American<br />
Struggle for Civil Rights (Houston: Arte Público, 2000), 217; Claudio<br />
Lomnitz, The Return of Comrade Ricardo Flores Magón (New<br />
York: Zone Books, 2014).<br />
22 Araiza, op. cit., III, 59-60, 108-111, 114, 131, 187-189, IV 12-55;<br />
José Ortiz Petricioli, El compañero Morones: Biografía de un gran<br />
líder (Ciudad de México, Costa-Amic, 1968).<br />
23 Referencias sobre Atl, su cultura y el impostor: André Arnyvelde<br />
[André Lévy], “La Courtisane,” L’Illustration théatrale:<br />
Journal d’actualités dramatiques, No. 41 (27 de octubre, 1906),<br />
1-40; idem, “Les Arts: Un grand peintre mexicain, Atl,” Gil Blas, 19<br />
de enero, 1912; idem, “À propos d’un livre récent: l’oeuvre écrite<br />
dans la chambre close--Chez M. Marcel Proust,” Le Miroir, 21 de<br />
diciembre, 1913, resumido en traducción parcial en Marcel Proust,<br />
Swann’s Way, ed. Susanna Lee (Nueva York: W.W. Norton, 2014),<br />
409-411; Gaston Sorbets, “La Courtisane à la Comédie Française,”<br />
L’Illustration théatrale, No. 41 (27 de octubre, 1906), ii, contraportada;<br />
“Exposition Atl,” Gil Blas, 1 de mayo, 1914; Jean Jaurès, “Au<br />
Mexique,” L’Humanité, 17 de julio, 1914; [Antonio] Fabra Ribas, “La<br />
démission du Général Huerta,” ibid., 17 de julio, 1914; “Le Général<br />
Huerta donne les Raisons de sa Démission,” ibid., 17 de julio,<br />
1914; Marciano C. de Medina, “Los ferrocarrileros formarán una<br />
brigada,” El Pueblo, 25 de diciembre, 1914; Doctor Atl [Gerardo<br />
Murillo], “La Importancia de la Revolución Mexicana en el Conflicto<br />
Mundial,” ibid., 31 de diciembre, 1914; “Hoy habrá mitin en<br />
la Plaza de Armas,” ibid., 7 de enero 1915; M. Fernández Cabrera,<br />
“Mi viaje a México: El doctor Atl,” ibid., 8 de enero, 1915; Jorge<br />
Useta, “Al margen de los sucesos diarios,” ibid., 9, 23 de enero,<br />
1915; “Los últimos trabajos de la Confederación Revolucionaria,”<br />
ibid., 19 de enero, 1915; “Notas personales y de sociedad,” ibid., 20<br />
de enero, 1915; “Notas obreras,” ibid., 22 de enero, 1915; “Movimiento<br />
de pasajeros,” ibid., 18 de febrero, 1915; “Quedó en libertad<br />
el vicario capitular, señor canónigo Paredes,” ibid., 25 de febrero,<br />
1915; “Informe que rindió el ingeniero Pani sobre los trabajos de la<br />
Junta Revolucionaria de Auxilios,” ibid., 11 de marzo, 1915; “Manifestación<br />
en memoria de los mártires de Río Blanco,” ibid., 13 de<br />
marzo, 1915; John Murray, “John Murray Finds Soul of Mexican<br />
Revolution; Tells of Labor’s Hopes,” New York Call, 31 de marzo,<br />
1915; idem, “Mexico May Be First Socialist Republic, Says John<br />
Murray, in Heart of Revolutionary Center,” ibid., 4 de abril, 1915;<br />
Dr. Atl, “The Importance of the Mexican Revolution in the World’s<br />
Conflict,” ibid., 16 de mayo, 1915, agradezco a Jenny Kastner por<br />
los tres últimos artículos; idem, “La Prensa llamada ‘Revolucionaria,’”<br />
Acción Mundial, 16 de mayo, 1916; “La Petición de los obreros,”<br />
ibid., 25 de julio, 1916; Gonzalo de la Parra, “Gerardo Murillo,<br />
alias Doctor Atl, no puede digerir sus fracasos,” El Nacional, 17<br />
de mayo, 1916; Salazar y Escobedo, Las pugnas, I, 203-304; Clement<br />
Greenberg, “Avant Garde and Kitsch [1939],”en Art and Culture:<br />
Critical Essays (Boston: Beacon, 1965), 3-21; Paul Fort, Mes<br />
mémoires: toute la vie d’un poète, 1872-1943 (Paris: Flammarion,<br />
1944); Dr. Atl, Gentes profanas en el convento (Ciudad de México:<br />
Ediciones Botas, 1950), 67-74; Antonio Luna Arroyo, El Dr.<br />
Atl: Paisajista puro (Ciudad de México: Editorial Cultura, 1952),<br />
15-42; Huitrón, op. cit., 257-258, 275, 277, 296; Roger Shattuck,<br />
The Banquet Years: The Origins of the Avant-Garde in France, 1885<br />
to World War I (Garden City: Anchor Books, 1961), 7-29, 40-43,<br />
186-222, 273-287; Paul Desanges, “Chronique d’une communauté<br />
militante: Les Forgerons, 1911-1920,” Le mouvement social, No.<br />
91 (abril 1975), 35-43; Cunningham, op. cit., 282-299, 307, 309-<br />
315, 320321, 354, 393; Arturo Casado Navarro, Gerardo Murillo:<br />
El Dr. Atl (Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma de<br />
México, 1984), 13-32, 177-182; Debora L. Silverman, Art Nouveau<br />
in Fin-de-Siècle France: Politics, Psychology, and Style (Berkeley:<br />
Universidad de California, 1989), 212-214, 226-228, 275, 284-314;<br />
Richard D. Sonn, Anarchism & Cultural Politics in Fin-de-Siècle<br />
France (Lincoln: Universidad de Nebraska, 1989), 26, 55-56, 76-78,<br />
181-210; Daniel Wildenstein, Monet, or the Triumph of Impressionism<br />
(Colonia: Benedikt Taschen Verlag, 1999), 400. Cfr. Robert<br />
Hunter, Socialists at Work (New York: Macmillan, 1908), 31-55,<br />
71-75, 236-238; William Z. Foster, “Revolutionary Tactics,” The<br />
Agitator, 15 de abril, 1 y 15 de mayo, 1 y 15 de junio, 1 de julio, 1912;<br />
idem, “Syndicalism in France,” ibid., 15 de julio, 1 y 15 de agosto,<br />
1912; idem, From Bryan to Stalin (Nueva York: International<br />
Publishers, 1937), 47-52; idem, Pages from a Worker’s Life (Nueva<br />
York: International Publishers, 1939), 286-293; idem, History<br />
of the Three Internationals: The World Socialist and Communist<br />
Movements from 1848 to the Present (Nueva York: International<br />
Publishers, 1955), 157-249; Edward P. Johanningsmeier, Forging<br />
American Communism: The Life of William Z. Foster (Princeton:<br />
Universidad de Princeton, 2014), 42-46, 56-87 y V.I. Lenin, warning<br />
of “anarcho-syndicalists” acting “as shamefully [as] in France,”<br />
in his “The European War and International Socialism [September<br />
1914],” Collected Works, XXI, 23.<br />
24 Fortunato Lozano, Antonio I. Villarreal, Vida de un Gran<br />
Mexicano (Monterrey: Imprenta Monterrey, 1959); Cockcroft, op.<br />
cit., 83, 121-122, 125-133, 136, 147-153, 161-162, 175, 180-182, 192-<br />
203, 230; Huitrón, op. cit., 194-196, 198, 210-213, 224, 227, 235-<br />
247, 254, 257, 259, 262, 264, 266, 268, 278, 282-283, 291, 293;<br />
Cunningham, op. cit., 269-271, 317, 324, 369; Gloria Sánchez Azcona,<br />
El general Antonio I. Villarreal, civilista de la Revolución Mexicana<br />
(Ciudad de México: Instituto Nacional de Estudios Históricos<br />
de la Revolución Mexicana, 1980); Raat, op. cit., 19, 21-22, 25-27,<br />
32, 37-38, 46-55, 58-61,79-87, 95, 104-106, 118-119, 125-126, 132-<br />
136, 145-147, 151-167, 191193, 212; César Garza Guajardo, El gobierno<br />
revolucionario de Antonio I. Villarreal, 1914 (Monterrey: Universidad<br />
Autónoma de Nuevo León, 1988); Gloria Villegas Moreno,<br />
Antonio Díaz Soto y Gama, intelectual revolucionario (Ciudad de<br />
no de ellos o cualquiera otro con su experiencia,<br />
valor, inteligencia y compromiso popular, compromiso<br />
“social” básicamente, fue más allá de<br />
la “revolución social” del siglo xix —viejo, buen<br />
anarquismo utópico (ni siquiera anarcosindicalismo)—.<br />
En 1915-1916, mucho menos después,<br />
ninguno de ellos dio un paso firme o pronunció<br />
una palabra clara sobre un rompimiento decisivo,<br />
definitivo, con el capitalismo en México, por<br />
una revolución todavía proletaria y propietaria<br />
entonces ahí, pero clara, intencional, definitivamente<br />
enfilada hacia un nuevo socialismo del siglo<br />
xx. 25 ¿Qué tan diferentes debieron haber sido<br />
para preverla, organizarla y tratar de hacerla?<br />
¿Qué habrían hecho diferente?<br />
Estas cuestiones son interesantes porque atañen<br />
a la historia de la que estos hombres surgieron,<br />
la historia que los formó y limitó. La<br />
reflexión suscita en este punto cuestiones apremiantes<br />
sobre esta historia, México, 1870-1910:<br />
qué hubo en ella para impedir que estos hombres<br />
desarrollaran no sólo una alienación valerosa,<br />
de gran corazón, del capitalismo y su burguesía,<br />
sino una inteligencia clara, crítica, del capitalismo,<br />
de modo que descartaran fantasías de reformarlo<br />
y lucharan por una revolución, para ir<br />
deliberadamente más allá, hacia la creación del<br />
nuevo socialismo. Esta historia no estuvo escasa<br />
de héroes populares, campeones valerosos de la<br />
justicia popular. Pero no tuvo nada claro contra<br />
el capitalismo, por el socialismo pos capitalista. 26<br />
Yo argumentaría que los problemas esenciales de<br />
esta historia fueron entonces el liberalismo, su<br />
doblez, complacencia, mendacidad, hipocresía,<br />
engreimiento, y el catolicismo por su pusilánime<br />
adaptación al capitalismo, su franca avenencia<br />
con el capitalismo y el orgullo burgués. 27 Esta<br />
historia inculcó en la generación de hombres que<br />
hicieron la revolución algún tipo de obediencia<br />
radicalmente extraviada a su pasado fatal, demasiada<br />
confianza en él, una confianza irrevocable<br />
en la reforma, una incapacidad para asumir la<br />
gracia redentora de la alienación, para liberarse<br />
México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2010), 520-<br />
529, 536-542; México, Secretaría de la Cámara de Senadores del<br />
Congreso de la Unión, 2a. Comisión de Guerra, XXXIV Legislatura,<br />
“Hoja de Servicios del General de Brigada Manuel Palafox Ybarrola,”<br />
24 de noviembre, 1931, 1485/70; Araiza, op. cit., III, 21, 45,<br />
65-66, 69, 72, 76-77, 100, 177, IV, 37-39, 42, 47-49, 95-98; Jeffrey<br />
K. Lucas, The Rightward Drift of Mexico’s Former Revolutionaries<br />
(Lewiston: Edwin Mellen, 2010), 57-239; Elisa Servín, “Reclaiming<br />
Revolution in Light of the ‘Mexican Miracle’: Celestino Gasca and<br />
the Federacionistas Leales Insurrection of 1961,” The Americas,<br />
LXVI, 4 (abril 2010), 527-557.<br />
25 Paul Zierold, “Die Revolution in Mexiko,” Die Neue Zeit,<br />
XXIX, 2 (1911), 396-402; idem [translator], “Suicides in the<br />
Army,” International Socialist Review, XV, 4 (octubre 1914), 254;<br />
“Progress in Mexico,” ibid., XV, 8 (febrero 1915), 508; Jacinto<br />
Huitrón Chavero y Luis Méndez al Congreso Anarquista de Londres,<br />
8 de julio, 1914, en Huitrón , op. cit., 242-246; idem, ibid.,<br />
299-304; Linn A.E. Gale, “Mex [sic] Socialists Join Commune<br />
[sic] Party,” Butte Daily Bulletin, 22 de septiembre, 1920; Andrei<br />
[Pestkovsky] a Dorogoi Druzhya, 8 de diciembre, 1924, RGASPI,<br />
495-108-39, agradezco a Miles V. Rodriguez; Vol’skii [Pestkovsky],<br />
op. cit., 168-176, 187-206; Woog, “Chiffres et Materiaux,” 164-169,<br />
212-220; Stirner [Woog], “Rapport Politique,” 15 de septiembre,<br />
1929, pp. (renumeradas) 76-90; Kheifets, op. cit., 49-50, 112-121,<br />
130-133, 139-162, 177-190, 338-358. Cfr. Pineda Gómez, La revolución,<br />
450; idem, Ejército, 261-288, 302-305, 316-321 y, por ejemplo,<br />
V. I. Lenin, “Letters on Tactics [abril 1917],” Collected Works,<br />
XXIV, 44-51; idem, “From a Publicist’s Diary [14 de septiembre (1),<br />
1917],” ibid., XXV, 294-304; idem, “The Proletarian Revolution and<br />
the Renegade Kautsky [octubre-noviembre 1918],” ibid., XXVIII,<br />
294-304, 311-315; Alexander V. Chayanov, The Theory of Peasant<br />
Economy [1924-28] (Madison: University of Wisconsin, 1986),<br />
1-28; Mancur Olson, The Logic of Collective Action: Public Goods<br />
and the Theory of Groups (Cambridge: Universidad de Harvard,<br />
1965); Eric R. Wolf, Peasants (Englewood Cliffs: Prentice-Hall,<br />
1965), 77-95; Harold Wolpe, “Capitalism and Cheap Labour-Power<br />
in South Africa: From Segregation to Apartheid,” Economy and<br />
Society, I, 4 (1972), 425-456; idem, “Introduction,” en idem, The<br />
Articulation of Modes of Production: Essays from Economy and<br />
Society (London: Routledge & Kegan Paul, 1980), 1-45.<br />
26 Cfr James Connolly, Labour in Irish History (Dublín: Maunsel<br />
and Co., 1910); Priscilla Metscher, James Connolly and the Reconquest<br />
of Ireland (Minneapolis: MEP Publications, 2002); idem,<br />
“James Connolly and the Wider Class Politics of 1916,” Marxism-<br />
Leninism Today, marzo 1916, http://mltoday.com/article/2387.<br />
27 Liberalism: Judith N. Shklar, The Faces of Injustice (New<br />
Haven: Universidad de Yale, 1990); Walter B. Michaels, The Trouble<br />
with Diversity: How We Learned to Love Identity and Ignore<br />
Inequality (Nueva York, Henry Holt, 2006); Carole Pateman and<br />
Charles W. Mills, Contract & Domination (Cambridge: Polity,<br />
2007); Losurdo, op. cit.; Karen E. Fields and Barbara J. Fields,<br />
Racecraft: The Soul of Inequality in American Life (London: Verso,<br />
2012); Adolph Reed, Jr., “Marx, Race, and Neoliberalism,” New<br />
Labor Forum, XXII, 1 (Winter 2013), 49-57. Catholicism: Jean-<br />
Michel-Alfred Vacant, Études théologiques sur les constitutions<br />
du Concile du Vatican d’après les actes du Concile, 2 vols. (París:<br />
Delhomme et Briguet, 1895), I, 134-145, 298-303, II, 256-262;<br />
Gerald A. McCool, Catholic Theology in the Nineteenth Century:<br />
The Quest for a Unitary Method (Nueva York: Seabury, 1977); Hans<br />
U. von Balthasar, The Glory of the Lord: A Theological Aesthetics,<br />
7 vols. (Edinburgh: T. and T. Clark, 1982), V, 21-29; Fergus Kerr,<br />
After Aquinas: Versions of Thomism (Malden: Blackwell, 2002);<br />
idem, Twentieth-Century Catholic Theologians: From Neo-Scholasticism<br />
to Nuptial Mysticism (Malden: Blackwell, 2007).<br />
de la reforma pretérita, de modo que no pudieron<br />
siquiera ver el nuevo socialismo, mucho menos<br />
entenderlo, organizar para él, luchar por él.<br />
Así que aquí está lo más significativo que la<br />
Revolución mexicana realmente hizo, sus posibilidades<br />
más significativas, la dinámica de<br />
su época, incluyendo sus propias luchas, lo que<br />
abrió, y las posibilidades más significativas que<br />
no realizó, que ni siquiera se encaminó a realizar.<br />
Destruyó el viejo arreglo imperialista sobre México<br />
y el viejo régimen de México. En la dinámica<br />
global de su época, preponderantemente la Gran<br />
Guerra, abrió inmensas posibilidades revolucionarias,<br />
despejó caminos para conducir hacia la<br />
nueva fase moderna de la lucha de clases a través<br />
del capitalismo. No entró verdaderamente en<br />
esos caminos, en ese tipo de lucha. Permaneció<br />
con mucho en el largo siglo xix. No entró al breve<br />
pero asombroso siglo xx. •<br />
John Womack, Jr.<br />
Widener 46<br />
Universidad de Harvard<br />
28 de octubre de 2015.<br />
Deo gratias.<br />
©John Womack, Jr.<br />
Traducción: Ramón Cota Meza<br />
noviembre de 2016 © josé guadalupe posada<br />
la gaceta 11
Francisco Villa<br />
en Canutillo<br />
El fce se enorgullece de incluir en su catálogo<br />
el famoso y acaso fatídico reportaje de Regino<br />
Hernández Llergo sobre Francisco Villa en<br />
Canutillo, Durango, publicado originalmente<br />
en el diario El Universal, poco antes de que Villa<br />
muriera asesinado. Presentamos a continuación el<br />
prólogo de Ignacio Solares, que ubica el reportaje<br />
en su adecuado contexto político.<br />
ignacio solares<br />
El reportaje<br />
realizado por el<br />
periodista Regino<br />
Hernández Llergo<br />
en la hacienda del<br />
general Francisco<br />
Villa en Canutillo,<br />
Durango, y que fue publicado con<br />
gran despliegue de texto e imágenes<br />
a lo largo de una semana —del 12 al<br />
18 de junio de 1922— en las páginas<br />
de El Universal, es un documento<br />
histórico indispensable para entender<br />
la vida de un hombre fundamental<br />
del movimiento revolucionario<br />
de principios del siglo xx en México,<br />
sobre todo si tenemos en cuenta<br />
que el Centauro del Norte sería<br />
asesinado apenas 13 meses después.<br />
¿Cuánto contribuyó esta entrevista<br />
a su desenlace fatal?<br />
Es probable que a ningún otro<br />
general revolucionario —salvo los<br />
que alcanzaron la Presidencia de<br />
la República— se le haya dado un<br />
tratamiento tan destacado en un<br />
diario tan importante como a Villa.<br />
Y no era para menos: para entonces<br />
era ya una leyenda viviente y seguía<br />
siendo temido por sus compañeros<br />
de armas en el poder. Aunque<br />
se había retirado a la vida privada<br />
para ejercer como un simple agricultor,<br />
Villa era visto como un factor<br />
de poder real y de riesgo para<br />
el aún frágil equilibrio político que<br />
buscaba consolidar el grupo encabezado<br />
por Álvaro Obregón y Plutarco<br />
Elías Calles.<br />
El reportaje de El Universal nos<br />
muestra un Francisco Villa casi<br />
irreconocible, alejado del imaginario<br />
popular en el que lo han situado<br />
tanto sus partidarios como sus<br />
detractores: ya no es el bandolero<br />
que se convierte en uno de los principales<br />
caudillos militares de la Revolución;<br />
ya no es el guerrillero que<br />
realizó la única incursión militar<br />
que ha sufrido Estados Unidos en<br />
su propio territorio, luego de atacar<br />
Columbus, Nuevo México, y eludir<br />
la persecución de Pershing; tampoco<br />
es ya Pancho Villa el asesino de<br />
curas y gachupines. Busca acercarse<br />
más bien a la imagen más apacible<br />
de amigo y bienhechor de los pobres,<br />
los campesinos y los desamparados.<br />
Para entender la trascendencia<br />
del reportaje de Hernández Llergo<br />
en El Universal hay que ubicarla en<br />
el contexto en el que se realizó dicho<br />
trabajo periodístico.<br />
Tan pronto como llegó a la presidencia<br />
provisional, en junio de 1920,<br />
el general Adolfo de la Huerta se dio<br />
a la tarea de establecer contacto con<br />
Villa para negociar la pacificación.<br />
Villa, aún con recelo, extiende un<br />
pliego de peticiones a De la Huerta,<br />
quien no lo acepta en su totalidad,<br />
pero le plantea seguir negociando,<br />
en tanto Plutarco Elías Calles,<br />
con la venia de Obregón, entonces<br />
candidato presidencial, maniobra<br />
con sus generales en el norte para<br />
cercar y eliminar a Villa en cuanto<br />
hubiera oportunidad.<br />
Ante tal situación, Villa y su<br />
ejército emprenden una travesía de<br />
13 días recorriendo en línea recta<br />
700 kilómetros desde Chihuahua<br />
hasta Coahuila, cabalgando día y<br />
noche, atravesando el desierto, la<br />
serranía, veredas y pasos de montaña,<br />
sin alimentos ni agua, en una<br />
de sus más sorprendentes hazañas<br />
bélicas, cruzando territorio enemigo<br />
y sin librar un solo combate.<br />
Luego de tomar Sabinas sin<br />
problema alguno, Villa establece<br />
comunicación telegráfica con De<br />
la Huerta hasta Palacio Nacional,<br />
como cuenta Paco Ignacio Taibo<br />
II en Pancho Villa. Una biografía<br />
narrativa:<br />
—Me pongo a sus órdenes, señor<br />
presidente, la intransigencia<br />
de uno de sus jefes me ha obligado<br />
a apoderarme de esta ciudad, pero<br />
en perfecto orden, ningún mal ha<br />
sufrido la población, no ha habido<br />
un solo muerto… estoy a sus órdenes<br />
para continuar los arreglos<br />
interrumpidos.<br />
Extrañamente, De la Huerta no<br />
se sorprendió de lo hecho por Villa:<br />
había burlado a los hombres de<br />
Calles que supuestamente lo tenían<br />
“cercado” en Chihuahua.<br />
—Quiero decir que estoy a sus<br />
órdenes y que con usted sí me rindo<br />
—dijo Villa.<br />
—Usted no se rinde con nadie,<br />
véngase a hacer la paz conmigo<br />
—respondió el presidente.<br />
—Sí, solamente quiero señalar<br />
las condiciones; no por mí, que estoy<br />
incondicionalmente a sus órdenes,<br />
por mis muchachos.<br />
Luego de más negociaciones,<br />
finalmente, a las 11 de la mañana del<br />
28 de julio de 1920 se firma el acta<br />
de rendición. Villa depone las armas<br />
para retirarse a la vida privada.<br />
Cuidadosamente se evita la<br />
palabra rendición. Le entregan la<br />
hacienda de Canutillo, donde deberá<br />
tener su residencia, le permiten<br />
tener una escolta de 50 hombres<br />
armados con sueldos a cargo de la<br />
Secretaría de Guerra; a los combatientes<br />
que depongan las armas se<br />
les entregará un año de haberes y<br />
tierras en propiedad o se aceptará<br />
su incorporación al ejército. El<br />
texto terminaba con el compromiso<br />
de Villa de “no tomar las armas<br />
contra el gobierno constituido”.<br />
Obregón trata de azuzar a algunos<br />
generales para que manifiesten<br />
su inconformidad ante el acuerdo<br />
con Villa, pero De la Huerta aplaca<br />
las quejas. Obregón apechuga ante<br />
los hechos consumados y Calles ni<br />
protesta, pues no estaba en el país<br />
en esas fechas.<br />
Los oficiales villistas firmaron el<br />
llamado “Manifiesto de Tlahualilo”<br />
el 31 de agosto de 1920 en el que se<br />
explicaban las razones para dejar la<br />
lucha armada, ya que en el gobierno<br />
había “hombres de buena fe”. Se<br />
comprometían a nunca volver a tomar<br />
las armas, salvo en caso de una<br />
intervención extranjera. Aceptaban<br />
retirarse “para siempre a una vida<br />
de trabajo”. Villa insistió en que<br />
había que “darles oportunidad a<br />
los señores del nuevo movimiento”,<br />
además de que no se estaban rindiendo<br />
sino simplemente aceptando<br />
el Plan de Agua Prieta.<br />
Tan pronto colgó las armas y se<br />
retiró a la vida privada en Canutillo,<br />
Francisco Villa dejó de ser<br />
material noticioso para los periódicos.<br />
Esporádicamente atendía a<br />
reporteros, sobre todo extranjeros,<br />
a los que les presumía lo que<br />
estaba logrando en su hacienda:<br />
trabaja la tierra él mismo, atiende<br />
las necesidades de su gente, reúne<br />
a su familia, sus hijos y sus mujeres<br />
que andaban desperdigados,<br />
establece una escuela ejemplar a la<br />
que bautiza con el nombre de Felipe<br />
Ángeles, cultiva cordiales relaciones<br />
políticas con sus antiguos<br />
enemigos Obregón y Calles, pero<br />
eso sí: se resiste a dar opiniones<br />
políticas, aunque de vez en cuando<br />
se le salga alguna.<br />
Así, a los 10 años, diez de los cuales<br />
había pasado en guerra, en los<br />
que recorrió 68 000 kilómetros, la<br />
mayoría de ellos a caballo, ganador<br />
de batallas decisivas en la lucha<br />
revolucionaria, Francisco Villa, el<br />
Centauro del Norte, se retiró a la<br />
vida del campo.<br />
Durante los dos primeros años<br />
que pasó en Canutillo, no hay evidencias<br />
de que Villa participara<br />
abiertamente en la política nacional,<br />
regional o local. Durante todo<br />
ese tiempo trató de llevar relaciones<br />
en buenos términos con el gobierno,<br />
sobre todo con Obregón, a<br />
quien mandaba a felicitar en sus<br />
cumpleaños y le mandaba notas<br />
aclaratorias cuando algún periódico<br />
le atribuía que andaba metiendo la<br />
cuchara en asuntos políticos. Villa<br />
sabía que necesitaba cultivar a sus<br />
viejos enemigos para desarrollar el<br />
proyecto que quería hacer realidad<br />
en Canutillo. Desde luego, no faltaron<br />
los rumores calumniosos de que<br />
Villa había recibido la hacienda y un<br />
millón de pesos por rendirse.<br />
Con quien sí estableció una relación<br />
más cordial, y hasta podría<br />
decirse que cercana y muy abierta,<br />
fue con Adolfo de la Huerta, que<br />
terminó siendo ministro de Hacienda<br />
en el gobierno de Obregón. Como<br />
lo testimonia la larga correspondencia<br />
entre ellos, de los sonorenses<br />
en el poder De la Huerta era el<br />
que le inspiraba más confianza, a<br />
grado tal que decidió regalarle nada<br />
más y nada menos que su yegua<br />
Siete Leguas, a la que le guardaba<br />
especial cariño y debió tener gran<br />
significado simbólico.<br />
Esta cercanía con De la Huerta<br />
debió tener nervioso a Obregón,<br />
pero sobre todo a Calles. Por otro<br />
lado, hay que tener en cuenta que, a<br />
pesar de sus intenciones manifiestas<br />
de no participar abiertamente<br />
en política, Villa seguía actuando<br />
como un evidente factor de poder,<br />
no solo local sino nacional, habida<br />
cuenta de su gran popularidad,<br />
como lo reveló luego una encuesta<br />
de El Universal sobre quién podría<br />
ser el sucesor de Obregón: Carlos<br />
B. Zetina tuvo 142 872 votos; De la<br />
12 la gaceta noviembre de 2016
francisco villa en canutillo<br />
Huerta, 139 965; Calles, 84 129, y<br />
Villa, 77 854.<br />
Su gran influencia política la demostró<br />
aún más con el asunto de<br />
McQuatters y las tierras de los Terrazas<br />
en Chihuahua, que para Friedrich<br />
Katz, el gran biógrafo de Villa,<br />
“pudo ser la causa de su muerte”.<br />
A pesar de que la justicia agraria<br />
fue una de las banderas enarboladas<br />
por los revolucionarios, en<br />
la tierra de Francisco Villa no fue<br />
posible aplicarla debido al poder<br />
de la familia Terrazas, grandes<br />
terratenientes a los que Villa había<br />
desafiado abiertamente. La promesa<br />
de la expropiación de sus<br />
propiedades y el posterior reparto<br />
entre los campesinos había sido<br />
una de las banderas principales que<br />
le habían dado gran popularidad a<br />
Villa. En 1916 se ratificó el decreto<br />
expropiatorio, pero en 1920 Carranza<br />
dio marcha atrás. Al llegar<br />
al poder Obregón, la demanda<br />
campesina de repartición de tierras<br />
en Chihuahua era cada vez más<br />
fuerte, pero políticamente no podía<br />
hacerlo. Estaba entre dos fuegos,<br />
así que se sacó de la manga una estratagema<br />
para usar, prácticamente<br />
como prestanombres, a un rico<br />
empresario minero estadunidense<br />
llamado A. J. McQuatters, quien<br />
compraría todas las propiedades de<br />
los Terrazas y se comprometería a<br />
firmar un contrato con el gobierno<br />
mexicano para venderles en abonos<br />
las tierras y las haciendas a los<br />
campesinos y trabajadores; eso en<br />
la letra, porque en la realidad, los<br />
beneficiarios resultarían empresarios<br />
y amigos ligados al gobernador<br />
Ignacio Enríquez, principal interesado<br />
en el proyecto.<br />
Al saberse el proyecto, de inmediato<br />
se levantó una oleada de<br />
descontento. Como cuenta Katz,<br />
Villa envió una carta a Obregón<br />
el 12 de marzo de 1922 en la que manifestaba<br />
abiertamente su oposición<br />
al contrato de McQuatters, pues<br />
lo consideraba “una conspiración<br />
de sus tres mayores enemigos: el<br />
clan Terrazas, los estadunidenses<br />
y el gobernador Enríquez”. Le dijo<br />
que McQuatters “no es sino un fiel<br />
servidor de los altos funcionarios<br />
de Norte América, y ya comprendiéndolo<br />
el pueblo mexicano, es<br />
posiblemente el primer paso para<br />
una decadencia en el gobierno de su<br />
muy digno cargo, y creo que tal mal<br />
bien vale la pena de ver de ponerle<br />
inmediato remedio”. Villa dijo<br />
que escribía esa carta para “salvar<br />
tanto a mi patria, así como también<br />
al gobierno que usted actualmente<br />
representa y al que soy verdaderamente<br />
adicto como he venido y<br />
vengo demostrándolo”. Y apuntaba,<br />
con evidente intención amenazante:<br />
“Después de las unánimes protestas<br />
del pueblo chihuahuense se vendrán<br />
sin duda los balazos, y esto se dice<br />
que será antes de tres meses”. Villa<br />
mandó la carta al presidente con un<br />
mensajero especial y pidió que le<br />
respondiera inmediatamente.<br />
Así fue. Obregón le contestó que<br />
coincidía por completo con él. Calles<br />
tampoco estaba muy de acuerdo con<br />
el contrato de McQuatters y lo había<br />
vetado, así que, finalmente, Obregón<br />
reculó y a los pocos días decretó la<br />
expropiación de las tierras de los<br />
Terrazas para que fueran repartidas<br />
entre los campesinos de Chihuahua.<br />
Obviamente, tanto los estadunidenses<br />
como Terrazas y Enríquez pusieron<br />
el grito en el cielo, pero ante<br />
los hechos consumados no tuvieron<br />
nada más que hacer que apechugar…<br />
aparentemente. Al gobierno<br />
de Obregón le interesaba saber qué<br />
se traía Villa entre manos. Lograr<br />
que se diera marcha atrás al contrato<br />
de McQuatters fue una evidente<br />
demostración de fuerza. Había que<br />
hacer que Villa asomara la cabeza y<br />
mostrara sus cartas. Y lo lograron<br />
con la entrevista de Hernández Llergo.<br />
Como bien señala Katz, una de<br />
las características del temperamento<br />
de Villa, que solía contribuir a sus<br />
derrotas, era el exceso de confianza<br />
que le inspiraban sus victorias.<br />
Quizá por eso, ya encarrerado, Villa<br />
habló de más en la entrevista, y ése<br />
fue el principio del fin.<br />
El Universal tenía fuertes vínculos<br />
con el gobierno de Obregón y le<br />
facilitó los contactos para llegar a<br />
Villa, que seguía reticente a hablar<br />
con la prensa. El comandante de las<br />
fuerzas federales del norte, Gonzalo<br />
Escobar, encomendó a Félix<br />
Lara, comandante de Parral, vecina<br />
a Canutillo, que apoyara a Hernández<br />
Llergo para convencer a Villa.<br />
Como Lara la llevaba bien con el<br />
ahora boyante agricultor, le presentó<br />
al periodista. Tardó una hora en<br />
convencer a Villa de que aceptara<br />
la entrevista, y dejó muy claro que<br />
“nada de política”, lo que evidentemente<br />
no se cumplió.<br />
Como señala Katz, el gobierno<br />
esperaba que Villa repitiera en su<br />
entrevista con Hernández Llergo<br />
lo que constantemente decía en sus<br />
cartas a Obregón: que lo único que<br />
le interesaba era su hacienda de Canutillo,<br />
sus negocios y sus asuntos<br />
familiares, y que de ningún modo<br />
participaría en política.<br />
Villa paseó a Hernández Llergo<br />
por toda la hacienda. Fungió como<br />
el perfecto anfitrión, y cautivó al<br />
periodista, que lo retrató en todo<br />
su esplendor: el general Francisco<br />
Villa “vive sin rastacuerismo de<br />
rico improvisado…, sin alardes y<br />
sin ostentaciones…, hospitalario,<br />
cordial…”<br />
En especial presume la escuela<br />
Felipe Ángeles, cuyos salones “tienen<br />
el nivel de la mejor escuela de<br />
la república”: pizarras, ábacos, cuadros<br />
explicativos, mapas, libreros,<br />
mesas, baños.<br />
Era un viejo anhelo que Villa no<br />
pudo concretar cuando fue fugaz<br />
gobernador interino de Chihuahua<br />
—entre 1913 y 1914—, pues creía<br />
que con “tierra para el pueblo y<br />
escuelas para los niños” resolvería<br />
todos los problemas del país. En ese<br />
entonces estableció más de cincuenta<br />
escuelas en el breve lapso de su<br />
gobierno —veía a un grupo de niños<br />
pobres jugando en la calle y ahí mismo<br />
les mandaba abrir una escuela—,<br />
repartió cuanta tierra pudo,<br />
estableció un decreto por el cual se<br />
expropiaban sin indemnización las<br />
haciendas más ricas, las cuales quedaron<br />
en manos de sus trabajadores,<br />
y puso también a sus soldados<br />
a estudiar y a trabajar en el molino,<br />
en el rastro, en los tranvías o en la<br />
vigilancia policiaca, pues sólo el<br />
estudio y el trabajo justificaban los<br />
tiempos de paz. Tanto así que cuando<br />
Obregón le ofreció hacerse cargo<br />
de la educación de su hijo Agustín,<br />
Villa le contestó que la primaria de<br />
Canutillo era muy buena. Aunque<br />
confiesa luego en la entrevista que<br />
le gustaría que alguno estudiara<br />
en el extranjero, pero en Estados<br />
Unidos nunca: “Lo primero que les<br />
enseño es a odiar al enemigo de mi<br />
raza”. Y predice que llegará un día<br />
en que habrá un enfrentamiento<br />
inevitable con los gringos.<br />
Villa deja muy claro que su promesa<br />
de no participar en política<br />
es sólo mientras Obregón esté en<br />
la presidencia (“Muchos de esos<br />
políticos de petate han ido a decirle<br />
a Álvaro Obregón que yo quiero<br />
rebelarme, y no es cierto. ¡Déjense<br />
de chismes!”), pero admite que<br />
luego bien podría lanzarse de candidato<br />
a gobernador de Durango:<br />
“De muchas partes de la república,<br />
de muchos distritos de Durango<br />
me han enviado cartas y comisiones<br />
ofreciéndome mi candidatura,<br />
y pidiéndome autorización para<br />
trabajar en mi favor… Pero yo les<br />
he dicho que se esperen... que no<br />
muevan ese asunto por ahora. Les<br />
he manifestado que en los arreglos<br />
que hice cuando me arreglé con el<br />
gobierno, había dado mi palabra de<br />
que yo no me metería en asuntos de<br />
política durante el periodo del general<br />
Obregón... y estoy dispuesto<br />
a cumplir con mi palabra… A todos<br />
mis amigos les he dicho lo mismo:<br />
que esperen, que cuando menos lo<br />
piensen llegará la oportunidad...<br />
¡entonces será otra cosa!”<br />
Aclara que en realidad lo de la<br />
candidatura para gobernador de<br />
Durango no tiene mucha importancia<br />
para él en estos momentos, pero<br />
eso demostraría su gran popularidad,<br />
“el gran partido que tengo...<br />
¡tengo mucho pueblo, señor!... Mi<br />
raza me quiere mucho; yo tengo<br />
amigos en todas las capas sociales,<br />
ricos, pobres, cultos, ignorantes…<br />
¡Uh, señor, si yo creo que nadie tiene<br />
ahora el partido que tiene Francisco<br />
Villa!... Por eso me temen<br />
los políticos…, me tienen miedo,<br />
porque saben que el día que yo me<br />
lance a la lucha, ¡uh, señor!... ¡los<br />
aplastaría!” Y remata, contundente:<br />
“Yo, señores, soy un soldado de verdad.<br />
Yo puedo movilizar cuarenta<br />
mil hombres en cuarenta minutos”.<br />
Rota ya la promesa de no hablar<br />
de política, Hernández Llergo le<br />
pregunta su opinión por los candidatos<br />
punteros: de “Fito” —a tal<br />
grado era la confianza que le tenía<br />
a De la Huerta— dijo que era “un<br />
muy buen hombre” y que los defectos<br />
que tenía se debían a su excesiva<br />
bondad. Fito era un político que<br />
quería conciliar los intereses de<br />
todos y cualquiera que lograra eso<br />
le haría un gran servicio a su patria...<br />
“Fito es una buena persona,<br />
muy inteligente, y no sería un mal<br />
presidente de la república...” De<br />
Calles opina que “tiene muchas buenas<br />
cualidades, pero también, como<br />
todos los hombres, algunos defectos.<br />
Su punto de vista político, según<br />
creo yo, es resolver el problema<br />
obrero a base de radicalismo”.<br />
Entonces Hernández Llergo le<br />
dice que él tiene muchos votos. Villa<br />
señala que podría tener más si<br />
no “hubiera partidarios míos que<br />
están silenciados”. No obstante, se<br />
descarta para ocupar la silla, pues<br />
“yo sé bien que soy inculto..., hay<br />
que dejar eso para los que están<br />
mejor preparados”.<br />
Al parecer, Villa quedó muy satisfecho<br />
con la entrevista. El propio<br />
Hernández Llergo contó años después<br />
que Villa dijo que había sido<br />
“el único periodiquero que había<br />
dicho la verdad”.<br />
Katz señala que no está claro lo<br />
que pretendía Villa en esa entrevista;<br />
era posible que “simplemente<br />
dijera lo que le pasaba por la cabeza,<br />
como hacía con frecuencia, y<br />
más desde que no tenía asesores<br />
políticos que lo frenaran”, o en<br />
efecto quería inclinar la balanza en<br />
favor de De la Huerta. No obstante,<br />
cuando éste, 11 meses después de<br />
la entrevista, le pidió que apoyara<br />
la candidatura de Calles, Villa se<br />
decepcionó de Fito y se inclinó por<br />
Raúl Madero. Se dice —como consigna<br />
Friedrich Katz en su magna<br />
biografía— que el propio Calles se<br />
reunió con Villa y le pidió su apoyo,<br />
pero a la pregunta directa de Calles:<br />
“¿Puedo contar contigo?”, Villa respondió:<br />
“Eso depende... Ya sabes, si<br />
estás con la justicia y con la mayoría<br />
del pueblo, sí. Si no, ¡pos no!”<br />
En alguna ocasión Villa le dijo<br />
a Felipe Ángeles: “Yo soy hombre<br />
que vino al mundo para atacar,<br />
general, no para atrincherarse y<br />
esperar, aunque no siempre mis<br />
ataques me deparen la victoria.<br />
Y si por atacar hoy me derrotan,<br />
tenga plena seguridad que atacaré<br />
mañana y ganaré”.<br />
Ese 20 de julio de 1923, en la esquina<br />
de Juárez y Barreda, en la ciudad<br />
de Parral, Chihuahua, no sólo lo<br />
derrotaron sino que lo mataron. •<br />
noviembre de 2016 © leopoldo méndez<br />
la gaceta 13
Escritos sobre<br />
la Revolución<br />
y la dictadura<br />
El propósito de publicar Rodulfo Brito<br />
Foucher. Escritos sobre la Revolución<br />
y la dictadura (fce, 2016) es estimular<br />
la discusión sobre el clima intelectual<br />
opositor a la Revolución mexicana en los<br />
años treinta y cuarenta, separando las<br />
ideas rescatables de las aristas ideológicas<br />
y contradicciones del momento.<br />
beatriz urías<br />
La primera mitad del siglo xx fue<br />
un periodo marcado por controversias<br />
y polémicas entre los<br />
partidarios de la Revolución y<br />
sus críticos. Algunos de estos<br />
últimos son muy poco conocidos,<br />
no sólo porque fueron satanizados<br />
por la historiografía oficial, sino también<br />
porque sus trayectorias políticas e intelectuales<br />
estuvieron plagadas de aristas y contradicciones.<br />
Este libro recupera los escritos de Rodulfo Brito<br />
Foucher, uno de los principales representantes de<br />
la vertiente de oposición contrarrevolucionaria<br />
de tendencia laica que adquirió presencia y visibilidad<br />
durante el cardenismo.<br />
Los contrarrevolucionarios, como Brito Foucher,<br />
propusieron un modelo de sociedad con mayor<br />
participación de las elites que habían sido desplazadas<br />
de la vida política; argumentaban a favor<br />
de fortalecer las libertades y los derechos de propiedad<br />
dentro del marco legal establecido; minimizaban<br />
la influencia del pasado prehispánico y<br />
el peso de lo indígena en la configuración del nuevo<br />
proyecto de nación y de sociedad, y frecuentemente<br />
adoptaron la doctrina de la hispanidad<br />
para sustentar que México debía recuperar su referente<br />
original: España. Dentro de esta corriente<br />
se ubican individuos que habían aspirado a ocupar<br />
posiciones en el nuevo aparato político como<br />
Luis Cabrera; filósofos cristianos como Antonio<br />
Caso, y escritores críticos de tendencia liberal<br />
como Jorge Cuesta. Caben también dentro de ella<br />
Miguel Alessio Robles, Eduardo Pallares, Diego<br />
Arenas Guzmán, Manuel Herrera y Lasso, Luis<br />
Lara Pardo, Alberto J. Pani, José Vasconcelos,<br />
Manuel Gómez Morin y Rodulfo Brito Foucher.<br />
Todos ellos difundieron sus ideas en periódicos de<br />
amplia circulación como Excélsior, El Universal,<br />
El Hombre Libre y Omega; en revistas importantes<br />
como Hoy, Lectura, Ábside y La Nación, y en<br />
libros publicados por casas editoriales reconocidas<br />
como Polis, Jus y Cvltvra. Desde esos espacios<br />
sostuvieron que la Revolución había introducido<br />
una nueva forma de autoritarismo bajo el<br />
modelo corporativo, y que el hombre modelado<br />
por este tipo de Estado no era un “hombre nuevo”,<br />
sino un ser amorfo y manipulable que se adaptaba<br />
con facilidad a las directrices impuestas por<br />
la pirámide de complicidades en la cúspide de la<br />
cual se encontraba el Estado. La serie de ensayos<br />
de Rodulfo Brito Foucher, que apareció bajo el título<br />
de “Mi expedición a Tabasco” en la revista<br />
Hoy entre abril y junio de 1938, se sitúa en este<br />
contexto político e intelectual.<br />
Sus temas son la Revolución y la dictadura, los<br />
cuales habían sido objeto del pensamiento conservador<br />
años atrás, y constituyen una parte importante<br />
del debate que se produjo en México entre<br />
partidarios y opositores de la revolución a finales<br />
de la década de 1930. En ellos, el análisis de acontecimientos<br />
políticos coyunturales se entrelaza con<br />
la denuncia de una Revolución que había instaurado<br />
una dictadura bajo el disfraz de un régimen democrático.<br />
Brito Foucher explora una problemática<br />
de fondo a partir del examen pormenorizado de<br />
una coyuntura regional: la experiencia garridista.<br />
En su cometido retomó algunas de las grandes preguntas<br />
de la discusión política europea del periodo<br />
de entreguerras: ¿bajo qué condiciones podía<br />
hablarse de la existencia de una dictadura? ¿En<br />
qué medida el liberalismo podía seguir ofreciendo<br />
soluciones a una situación política marcada por la<br />
irrupción de masas manipuladas por nuevas elites<br />
corruptas? ¿Era el corporativismo una opción deseable<br />
para encuadrar a estas mayorías? ¿Cuáles<br />
eran los riesgos de concentrar mayor poder en un<br />
Estado asentado en el sistema corporativo? ¿Se<br />
estaban creando las bases de un nuevo despotismo<br />
con la expansión del estrato burocrático?<br />
A partir del triunfo de la Revolución soviética<br />
y del ascenso del fascismo italiano, los críticos de<br />
la Revolución mexicana comenzaron a interrogarse<br />
sobre la capacidad de las elites para controlar<br />
las acciones de un nuevo actor social: las<br />
“masas”. Éstas fueron imaginadas como fuerzas<br />
amenazantes, violentas, fácilmente manipulables,<br />
incapaces de generar un pensamiento propio<br />
y de llevar a cabo acciones independientes.<br />
Para un filósofo como José Ortega y Gasset, la<br />
participación de las multitudes en la vida política<br />
era el origen del caos que había aparecido en las<br />
sociedades de esa época.<br />
Brito Foucher empezó a escribir sus ensayos<br />
a partir de que se convirtió en político activo. Él<br />
fue el líder del movimiento de protesta protagonizado<br />
por un grupo de estudiantes tabasqueños<br />
radicados en la Ciudad de México contra el gobierno<br />
de Tomás Garrido Canabal en Tabasco en<br />
julio de 1935 y que provocó una represión violenta<br />
por parte de ese gobierno. A partir del examen<br />
retrospectivo de lo ocurrido en Villahermosa en<br />
ese entonces, los ensayos abordan una segunda<br />
dimensión que resulta en una visión demoledora<br />
del cardenismo. En este nivel, el autor presenta<br />
argumentos para demostrar que Cárdenas dio<br />
continuidad a las alianzas y los equilibrios políticos<br />
instaurados durante el obregonismo y el<br />
callismo. Siguiendo esta línea de argumentación<br />
pasó a un tercer plano, donde hizo un cuestionamiento<br />
más profundo de los mecanismos de funcionamiento<br />
y reproducción del sistema político<br />
posrevolucionario. En este plano puso a discusión<br />
cuestiones clave como la articulación y las<br />
ramificaciones del autoritarismo en los niveles<br />
local y regional, la construcción de un entramado<br />
piramidal de relaciones de dominación y de complicidad<br />
a través de las organizaciones obreras y<br />
del partido, la manipulación electoral, la violación<br />
sistemática de la legalidad, la instauración<br />
del terror, el ejercicio de la violencia como motor<br />
de la vida política, la postulación de derechos ficticios,<br />
la amenaza constante de revoluciones y la<br />
ausencia de libertad de pensamiento y de acción<br />
para la mayor parte de los ciudadanos. Los temas<br />
de la política anticlerical y de las relaciones do-Iglesia, muyrecurridosporotrosescritores<br />
otros escritores,<br />
Esta-<br />
no aparecen en su reflexión.<br />
La idea que atraviesa el conjunto de ensayos<br />
reproducidos en este libro es que, a partir de la<br />
Revolución, los niveles local, regional y nacional<br />
de gobierno funcionaban como un sistema dictatorial<br />
donde la legalidad había sido anulada. Describe<br />
de manera pormenorizada los mecanismos<br />
que hacían funcionar la maquinaria política —por<br />
ejemplo, el sistema electoral— y ofrece elementos<br />
para poner a prueba su interpretación. Los ensayos<br />
contienen percepciones lúcidas de los orígenes<br />
de algunos fenómenos que siguen presentes en el<br />
México actual, como la violencia, y afloran otros<br />
problemas de fondo que es necesario explicitar.<br />
El primero de estos problemas está relacionado<br />
con los cambios ideológicos que marcaron la<br />
trayectoria del autor. Al igual que muchos otros<br />
intelectuales mexicanos de su época, Brito Foucher<br />
fue un conservador influido por la corriente<br />
hispanoamericanista en su juventud pero no<br />
formó parte de los grupos católicos que reaccionaron<br />
con virulencia contra el laicismo y las políticas<br />
modernizadoras. En la década de 1930 se<br />
perfiló como un contrarrevolucionario que fustigaba<br />
la retórica oficialista, el corporativismo, las<br />
violaciones a la legalidad y la política de masas.<br />
En cambio, en los textos que publicó en 1938 hace<br />
una reflexión crítica e inteligente de las formas<br />
de funcionamiento del sistema político revolucionario,<br />
reflexión entrelazada por momentos con<br />
manifestaciones de admiración hacia los autoritarismos<br />
europeos de la época. Al inicio de la<br />
década de 1940 adoptó posturas cada vez más<br />
autoritarias y derechistas, reivindicó el régimen<br />
franquista y estableció vínculos con grupos católicos<br />
de choque en el medio universitario. Finalmente<br />
se retiró a la vida privada y a la filantropía,<br />
se afilió a asociaciones masónicas estadunidenses<br />
y se inclinó hacia el esoterismo.<br />
Un segundo problema a señalar es que los gobiernos<br />
revolucionarios fueron intolerantes hacia<br />
cualquier forma de crítica y marginaron de la<br />
vida política a las elites opositoras cuyos miembros,<br />
entre ellos Brito Foucher, tenían una sólida<br />
formación universitaria, albergaban ambiciones y<br />
mostraban capacidad de gestión. Estos individuos<br />
fueron descalificados y marginados por no compartir<br />
los principios y las prácticas de los grupos<br />
revolucionarios en el poder y muy rápidamente se<br />
les etiquetó de “antimexicanos”, “reaccionarios”<br />
y “enemigos del cambio”. En esta retórica, la crítica<br />
de raíz liberal-conservadora, como la de Brito<br />
Foucher, fue encerrada en la misma categoría del<br />
tradicionalismo católico. Con ello desaparecieron<br />
las diferencias de matiz entre los contrarrevolucionarios<br />
seculares descontentos por el giro que<br />
la Revolución estaba dando al país, y los conservadores<br />
recalcitrantes que buscaban un retorno<br />
al pasado, negando la posibilidad de una transformación.<br />
Los primeros pertenecían a elites desplazadas<br />
de la vida política, pero no pugnaban por el<br />
retorno al pasado. La marginación política de que<br />
fueron objeto dio lugar a la radicalización de sus<br />
posturas iniciales y a la deformación de sus argumentos,<br />
lo que parecía justificar la censura y el<br />
silencio que cayeron sobre ellos. Su giro radical<br />
a la derecha contribuyó a anular la posibilidad de<br />
que su argumentación crítica sobre la Revolución<br />
fuera discutida seriamente.<br />
El tercer problema está relacionado con el<br />
hecho de que, en el marco de su crítica política,<br />
Brito Foucher sustentó doctrinas raciales<br />
que cuestionaban el tipo de mestizaje mexicano<br />
y la preeminencia de lo indio sobre lo español.<br />
En esta perspectiva, el mestizaje producido en<br />
la época colonial y en el periodo independiente<br />
habría determinado los continúa en la página 16<br />
14 la gaceta © alfredo zalce<br />
noviembre de 2016
adelanto de libr0<br />
Camino a<br />
La frontera<br />
nómada<br />
Llegué a La frontera nómada por<br />
el camino de una superstición<br />
académica según la cual las investigaciones<br />
históricas debían<br />
ser monográficas sobre temas<br />
poco estudiados. Era una su-<br />
perstición vigente en El Colegio<br />
de México cuando ingresé en 1969 a hacer el<br />
doctorado en el Centro de Estudios Históricos. Se<br />
hacía ahí poca historia del siglo xx y poca historia<br />
política. La historia del siglo xx parecía demasiado<br />
cercana para ser historia, y la historia<br />
política reciente era cosa de “politólogos”.<br />
Lo más cercano al presente que se investigaba<br />
era el Porfiriato (1876-1910), cuya exploración<br />
monumental, dirigida por Daniel Cosío Villegas,<br />
había consumido las energías de los mejores historiadores<br />
de la institución, como Luis González<br />
y González y Moisés González Navarro.<br />
A mí me interesaba la Revolución mexicana<br />
por razones generacionales. Me había marcado el<br />
68, quería hacer historia crítica de los gobiernos<br />
que seguían llamándose “herederos de la Revolución”,<br />
en particular el gobierno de Gustavo Díaz<br />
Ordaz (1964-1970), responsable de la matanza de<br />
Tlatelolco.<br />
Buscando un tema poco estudiado de aquel periodo<br />
di con los caudillos sonorenses. Habían ganado<br />
la revolución pero nadie les había dedicado un<br />
estudio académico. La historia de los sonorenses<br />
coincidía poco o nada con la idea oficial de aquella<br />
revolución justiciera, popular, asociada a los<br />
nombres de Madero, Zapata, Villa o los hermanos<br />
Flores Magón. Lo que mi generación veía era un<br />
México injusto, desigual, autoritario, distante del<br />
discurso de la revolución social hecha gobierno.<br />
Cuando digo “mi generación” hablo de los jóvenes<br />
universitarios que vimos en el 68 la prueba de<br />
que el “régimen de la Revolución” había llegado<br />
a su extremo intolerable. En esos años y en esa<br />
franja generacional empezó a incubarse lo que<br />
sería con los años la demolición del legado de la<br />
Revolución mexicana.<br />
Aquella sensibilidad urbana, hija de la naciente<br />
clase media del “milagro mexicano”, padecía el<br />
autoritarismo presidencial y su discurso celebra-<br />
Publicada por primera vez<br />
en 1976 por Siglo XXI, La frontera<br />
nómada es un hito renovador en<br />
los estudios historiográficos de la<br />
Revolución mexicana. Presentamos<br />
a continuación un fragmento de uno<br />
de los textos que se incorporan<br />
en la nueva edición del fce,<br />
de próxima publicación.<br />
héctor aguilar camín<br />
torio. El centro de aquel discurso era una curiosa<br />
idea de la historia patria, según la cual México<br />
había marchado de epopeya en epopeya, desde su<br />
Independencia, hacia la grandeza. El represen-<br />
tante de aquella grandeza era el gobierno priista<br />
en turno.<br />
Cubetadas de agua fresca sobre ese discurso<br />
empolvado fueron en aquellos años la historia de<br />
Cosío Villegas sobre el Porfiriato, la de Womack<br />
sobre Zapata, la de James Cockroft sobre los hermanos<br />
Flores Magón, la de Jean Meyer sobre los<br />
cristeros y, desde luego, la de Luis González sobre<br />
San José de Gracia, su Pueblo en vilo. Antes de<br />
esta oleada historiográfica, las visiones críticas<br />
de México sólo podían encontrarse en sus escritores,<br />
Octavio Paz, José Revueltas, Carlos Fuentes<br />
o en los novelistas de la Revolución: José Vasconcelos,<br />
Mariano Azuela, Martín Luis Guzmán.<br />
Pero sus hallazgos no bastaban para explicar el<br />
68. Hacía falta la historia de por qué el país había<br />
llegado a donde llegó. Había en mi generación<br />
hambre de historia que explicara el presente.<br />
Para mí es claro ahora que estábamos atrapados<br />
en una de las grandes mistificaciones de la<br />
historia de México, eso que llamé en alguna parte<br />
“el fetiche de la Revolución mexicana”. Me refiero<br />
al hecho de que sucesivos gobiernos que se<br />
dedicaban a crear un país industrial capitalista<br />
llevaban del brazo un discurso oficial obrerista,<br />
campesino, indigenista, revolucionario.<br />
Para legitimarse como revolucionario, el Estado<br />
creó un discurso popular y social. Sin embargo,<br />
a ese discurso le venían mejor las causas<br />
de los movimientos derrotados durante la Revolución<br />
—el agrarismo de Zapata, la justicia plebeya<br />
de Villa, el anarquismo de los Flores Magón—<br />
que la historia de las facciones ganadoras:<br />
el liberalismo de Carranza, la fiebre empresarial<br />
de Obregón, la corrupción de los caudillos revolucionarios<br />
como forma de movilidad social y de<br />
acumulación primitiva, valores y prácticas más<br />
consistentes que el zapatismo o el floresmagonismo<br />
con los procesos que siguieron: la industrialización,<br />
la urbanización, el desarrollo capitalista.<br />
La contradicción entre el discurso y la realidad<br />
posrevolucionaria se condensaba para mí entonces<br />
en una pregunta académica simple: ¿por qué<br />
no había estudios ni prestigio para los ganadores<br />
de la Revolución —los constitucionalistas: Carranza,<br />
Obregón, Calles— y sí los había para los<br />
perdedores: Madero, los Flores Magón, Zapata.<br />
La pregunta creció cuando hice una lista de<br />
los sonorenses que habían ocupado altos puestos<br />
en los gobiernos posrevolucionarios entre 1920<br />
(año del ascenso de Obregón) y 1936 (año del exilio<br />
de Calles).<br />
La lista mostraba algo más que un triunfo militar:<br />
una verdadera ocupación del gobierno por<br />
políticos y militares nacidos en Sonora. Ellos no<br />
sólo habían sido el grupo militar triunfador de la<br />
revolución. En los siguientes 15 años se habían repartido<br />
el gobierno del país y puesto los cimientos<br />
institucionales del siglo xx mexicano, empezando<br />
por la pacificación del ejército y terminando con la<br />
creación del banco central y del Partido Nacional<br />
Revolucionario (1929), el abuelo político del pri.<br />
Me propuse entonces escribir la historia de<br />
aquel triunfo y de aquella ocupación. Con la enjundia<br />
juvenil del caso —nací en 1946, entré a El<br />
Colegio en 1969, escogí el tema un año o año y medio<br />
después, por ahí de los 25 años—, me propuse<br />
hacer una historia que empezara en 1910 y terminara<br />
en 1936.<br />
Escribí la primera versión de La frontera<br />
nómada, en forma de tesis doctoral, a marchas<br />
forzadas para cumplir el plazo de entrega. La<br />
promoción doctoral del año 69 del Centro de Estudios<br />
Históricos de El Colegio de México fue extravagante.<br />
Por insistencia de José Gaos, el gran<br />
maestro del centro, se abrió la posibilidad de hacer<br />
el doctorado en historia a no historiadores.<br />
Entre los 12 doctorantes de aquella promoción<br />
hubo una contadora, un ingeniero, un economista,<br />
un ex seminarista y un renegado de la comunicación,<br />
yo mismo.<br />
Nos dieron un año de clases de historia, metodología<br />
y ciencias sociales y tres años de plazo para<br />
escoger y terminar una tesis. La mitad de esos<br />
tres años trabajé en el Departamento de Investigaciones<br />
Históricas del inah por invitación de mi<br />
maestro y, a partir de entonces, amigo de toda la<br />
vida, Enrique Florescano. continúa en la página 16<br />
noviembre de 2016 © arturo garcía bustos<br />
la gaceta 15
escritos sobre la revolución y la dictadura<br />
camino a la frontera nómada<br />
viene de la página 14 rasgos negativos de los gobernantes<br />
mexicanos y el desarrollo de una cultura<br />
política marcada por la barbarie. La amplia circulación<br />
de explicaciones racialistas de la realidad<br />
política y social mexicana en el siglo xx no se<br />
entiende sólo como prolongación de ideas formuladas<br />
en la última parte del siglo xix sino como<br />
elemento del contexto más amplio de la reacción<br />
contra las transformaciones radicales que la Revolución<br />
estaba generando. En particular, la formación<br />
de una sociedad de masas en cuyo seno<br />
diferentes segmentos de la clase media y de los<br />
estratos populares comenzaron a interactuar al<br />
amparo de un nuevo marco legal e institucional.<br />
En suma, la irrupción de una sociedad de masas<br />
—receptora de la propaganda oficial y potencial<br />
productora y consumidora— fue percibida por las<br />
elites conservadoras como un fenómeno amenazante<br />
frente al cual articularon una retórica racialista<br />
de orientación hispanófila, en oposición<br />
a la mestizofilia oficial. Tanto los intelectuales<br />
ligados a los regímenes revolucionarios como sus<br />
opositores mantuvieron la interconexión entre lo<br />
político y lo racial hasta mediados del siglo xx.<br />
La idea subyacente en los ensayos de Brito Foucher<br />
apunta hacia la instauración de un régimen<br />
autoritario con perfil legalista que, sin embargo,<br />
no clama por un regreso al autoritarismo porfirista.<br />
En vez de eso planteó que la única manera<br />
de terminar con la decadencia y la corrupción imperantes<br />
era remplazar la “dictadura de partido”<br />
con una “dictadura necesaria” de orientación ética.<br />
Define la dictadura de partido como aquella<br />
“en la que exclusivamente los hombres del régimen<br />
[tenían] el derecho de jugar como candidatos<br />
en las elecciones, pero en la cual todos los sectores<br />
populares, sin excepción, [conservaban] el<br />
derecho del voto”. 1 En contra de ese sistema que<br />
se perpetuaba indefinidamente a través de diversos<br />
mecanismos (clientelares, electorales, represivos)<br />
que reforzaban los rasgos antidemocráticos<br />
de la sociedad, proponía instaurar otra forma<br />
de autoritarismo que asumiría la totalidad de las<br />
funciones del gobierno durante un tiempo limitado<br />
con el propósito de preparar a la sociedad<br />
para ejercer sus derechos ciudadanos. De acuerdo<br />
con esta idea, una minoría selecta trabajaría<br />
activamente a favor de la estabilidad y el respeto<br />
a la ley, combatiría los poderes personalistas<br />
e impediría la formación de cacicazgos como el<br />
que Garrido Canabal había impuesto en Tabasco<br />
durante más de una década.<br />
Sabemos muy poco sobre la fascinación que los<br />
autoritarismos europeos ejercieron sobre una parte<br />
de la intelectualidad mexicana de mediados del<br />
siglo xx y sobre la manera en que las ideas extranjeras<br />
se entrelazaron con las formas de conservadurismo<br />
entonces vigentes en México. Hasta muy<br />
recientemente, este tema y los indicios de vínculos<br />
de algunos intelectuales con la España franquista<br />
y la Alemania nazi fueron silenciados. El ocaso de<br />
la doctrina nazi al término de la segunda Guerra<br />
Mundial y el repliegue del franquismo en América<br />
Latina al comienzo de la década de 1950 terminaron<br />
por erosionar la reputación de algunos de esos<br />
intelectuales, mientras que otros negaron haber<br />
mantenido filiaciones semejantes.<br />
La ausencia de un debate en torno a esta problemática<br />
puede explicar el predominio de la ideología<br />
de la Revolución mexicana durante esos años.<br />
Hasta final de la década de 1960, a excepción del<br />
Partido Acción Nacional y de individuos aislados,<br />
algunos de izquierda y otros liberales, la ideología<br />
oficial no fue objeto de una crítica consistente en<br />
el ámbito intelectual. La argumentación en contra<br />
de un aparato burocrático, corrupto, ineficiente<br />
y revestido de nacionalismo, quedó en manos de<br />
grupos minoritarios que fueron fácilmente reprimidos<br />
o censurados. Individuos que, como Brito<br />
Foucher, habían esgrimido una crítica sistemática<br />
a final de la década de 1930, se retiraron a la vida<br />
privada, dejaron de escribir y quedaron en el olvido.<br />
Una relectura de esta crítica a la Revolución<br />
permite comprender mejor los giros de la historia<br />
intelectual del siglo xx mexicano, los argumentos<br />
que estuvieron en juego y las cambiantes filiaciones<br />
ideológicas de sus actores. •<br />
1 Rodulfo Brito Foucher, Mi expedición a Tabasco. IV, “El sistema<br />
electoral mexicano”, Hoy, núm. 64, 14 de mayo de 1938.<br />
viene de la página 15 Luego empaqué mis cosas, me<br />
fui a Sonora y trabajé siete meses en el archivo<br />
del gobierno del estado y en la Biblioteca y Museo<br />
de Sonora.<br />
Volví con gran cantidad de tarjetas y documentos<br />
cuando me quedaban unos cuantos meses<br />
para escribir. Luego de ordenar las tarjetas<br />
en una secuencia narrativa razonable, escribí<br />
copiosamente, tratando de explicar los detalles<br />
de cada situación más que su sentido general. Encerrado<br />
a piedra y lodo, tecleando, corrigiendo<br />
y volviendo a teclear, vi crecer el manuscrito de<br />
manera incontenible. Lo que pensé que sería un<br />
breve capítulo introductorio, el retrato de la Sonora<br />
porfiriana y de sus agravios locales, creció<br />
hasta volverse una tercera parte de la obra.<br />
Encontré un mecanismo narrativo que hizo<br />
menos académica o menos árida esa reconstrucción.<br />
Fui siguiendo el itinerario de la gira de Madero<br />
por el estado, contando morosamente las<br />
características de cada lugar a que llegaba, de<br />
manera que, cuando la narración de la gira termina,<br />
de algún modo tenía una historia de la vida<br />
sonorense durante el Porfiriato.<br />
Las siguientes partes del libro fueron ordenadas<br />
en una secuencia más lineal, propiamente cronológica,<br />
pasando de la insurrección maderista<br />
en 1911 a la rebelión de Orozco en 1912, a la rebelión<br />
de Sonora contra Huerta en 1913 y a la “revolución<br />
administrada” que marchó del noroeste hacia<br />
el centro por la cuenca del Pacifico y el Bajío, hasta<br />
la rendición del ejército federal en agosto de<br />
1914.<br />
La narración cronológica fue ordenada conceptualmente<br />
por unos cuantos temas recurrentes:<br />
la persistente violencia indígena, la organización<br />
del ejército revolucionario desde el gobierno estatal,<br />
las pugnas políticas de jefes y dirigentes, la<br />
lógica financiera de la guerra, la frontera como<br />
gran proveedora de armas, dinero y negociación<br />
política con los Estados Unidos.<br />
Escribí sin más pretensión que hacer fluido el<br />
texto, dejándome llevar en todo momento por los<br />
hechos que me sorprendían. Fue el primer libro<br />
que escribí con premeditación: trazando su estructura<br />
en un mapa preciso que luego llené. Fue<br />
mi primer libro profesional en el sentido gozoso<br />
de esa palabra. Al mismo tiempo, fue un libro<br />
completamente amateur, del todo inacabado respecto<br />
de su pretensión original que era narrar la<br />
historia hasta 1936. Como he dicho antes, terminé<br />
cuando la narración iba en 1914.<br />
Con La frontera nómada descubrí el placer de<br />
la microhistoria. Una entidad poco poblada, una<br />
sociedad alcanzable con la investigación de un archivo<br />
como la sonorense, era como un Aleph donde<br />
podían leerse todas las trazas del comportamiento<br />
humano, su variedad de pasiones, necesidades,<br />
esperanzas. La historia de Sonora era la de unas<br />
80 familias extensas y sus etnias principales: los<br />
yaquis y los mayos. Lo demás eran las etnias pequeñas<br />
y los fuereños, ricos y pobres, que llegaron<br />
a aquella remota sociedad atraídos por un vendaval<br />
de cambios que, en una década, hizo aparecer y<br />
desaparecer ciudades, fortunas, destinos.<br />
Uno de los grandes retos de escribir La frontera<br />
nómada fue reconstruir la Sonora porfiriana<br />
con ayuda de unos cuantos libros y miles de telegramas<br />
que dejaban traslucir la vida local a través<br />
de los más diversos incidentes: la presencia<br />
de unos abigeos, un escándalo en el pueblo, los informes<br />
políticos de los presidentes municipales y<br />
los prefectos, las cartas de solicitantes al gobierno<br />
explicando sus problemas, etc. Aprendí en qué<br />
consiste el bordado a mano y por qué puede llegar<br />
a ser una actividad absorbente y maravillosa.<br />
La abundancia y significación de los pequeños<br />
detalles satisfizo otra de mis grandes tentaciones:<br />
la del gusano novelístico. Olí en la historia de<br />
la Revolución en Sonora una versión real de las<br />
aventuras del lejano oeste que veía en el cine y de<br />
las que aún soy irredento aficionado. Fui a la historia<br />
de Sonora como quien acude a un western<br />
de la vida real: guerra contra los indios, vaqueros<br />
libres, gente de caballo y carabina, pueblos remotos,<br />
abigeos, minas incendiarias, ranchos prósperos<br />
y una revolución. Encontré todo eso, y encontrarlo<br />
fue una fiesta aparte.<br />
Quise escribir una historia narrativa que pudiera<br />
leerse como novela. Mi amigo de la vida,<br />
José María Pérez Gay, leyó la primera versión y<br />
me escribió que era una “novela desangelada”.<br />
Tenía razón, entre otras cosas porque el libro<br />
termina cuando los personajes apenas empiezan<br />
a tomar fuerza y contornos propios.<br />
El hecho es que escribí una historia narrativa<br />
más que una historia analítica. Cuando empecé<br />
la investigación no tenía hipótesis en el sentido<br />
académico, sólo algunas preguntas. La principal<br />
era cómo había surgido la Revolución en Sonora.<br />
Conforme la fui respondiendo se fue desvaneciendo<br />
en mi horizonte la idea de la Revolución como<br />
alzamiento popular, espontáneo, incontenible.<br />
En lugar de un “pueblo en armas” apareció<br />
ante mis ojos un gobierno estatal que organizaba<br />
la guerra a partir de la tradición de autodefensa<br />
de pueblos acostumbrados a guerrear y a<br />
defenderse. En lugar de un ejército popular desbordado<br />
apareció un ejército profesional cuyos<br />
soldados cobraban su “haber” y cuyos jefes eran<br />
nombrados por el gobierno rebelde. Se trataba de<br />
una “revolución administrada” por un gobierno<br />
mediante un ejército profesional que ese gobierno<br />
pagaba con sus ingresos provenientes de las<br />
grandes empresas mineras y agrícolas del estado,<br />
en su mayor parte extranjeras. Para conservar<br />
sus ingresos y pagar su ejército, el gobierno local<br />
tenía que cuidar los intereses de esas compañías,<br />
mantenerlas trabajando.<br />
No había nada muy revolucionario en todo eso,<br />
nada que correspondiera al lugar común según el<br />
cual una revolución supone la alteración radical<br />
de las relaciones de propiedad o el acceso de las<br />
clases proletarias al poder. En Sonora apenas se<br />
interrumpió el hilo constitucional del gobierno establecido.<br />
Fue el gobierno local el que organizó la<br />
rebelión contra el centro, es decir, contra la dictadura<br />
militar de Victoriano Huerta cuyo golpe de Estado<br />
había derribado a Madero en febrero de 1913.<br />
Fue una rebelión de rancheros, comerciantes,<br />
maestros de escuela, hacendados venidos a menos<br />
contra el intento del gobierno federal de someter<br />
al gobierno local.<br />
La continuidad entre el viejo y el nuevo régimen<br />
era más evidente en Sonora que en el sur zapatista<br />
o en el norte villista. Por ejemplo, el gobierno estatal<br />
y sus huestes revolucionarias sostenían una<br />
guerra de tintes raciales contra las tribus yaqui<br />
y mayo, la cual se diferenciaba poco de la guerra<br />
porfiriana contra esas mismas tribus.<br />
Desde el punto de vista del paradigma revolucionario,<br />
el de una Revolución con mayúscula<br />
—como la rusa o la cubana: sueño político, luego<br />
pesadilla de mi generación—, la revolución sonorense<br />
era un anticlímax, todo lo contrario de la<br />
revolución popular que habíamos aprendido a desear<br />
ingenua y encendidamente. Mi molestia con<br />
esa realidad poco revolucionaria puede advertirse<br />
en diversos pasajes del libro, en los que me dediqué<br />
a reprochar a los sonorenses que hubieran<br />
hecho la revolución que ellos querían, no la que<br />
mi generación hubiera querido.<br />
Escribí La frontera, pues, con los anteojos<br />
de mi generación, reprochando a los sonorenses<br />
que no fueran suficientemente revolucionarios,<br />
que no satisficieran el estereotipo de revolucionarios<br />
radicales determinados a cambiar<br />
el régimen de propiedad y a someter a las clases<br />
propietarias a las demandas del pueblo. La revolución<br />
que teníamos en la cabeza como digna de<br />
tal nombre era la revolución socialista, en particular<br />
la Revolución cubana, pero también la soviética<br />
y la china: la revolución que faltaba por<br />
hacer en México.<br />
No sé con qué maestros, con qué autores, en<br />
qué ambiente de época adquirimos prejuicios tan<br />
funestos y desencaminados. No en El Colegio de<br />
México, ciertamente, donde el talante político era<br />
liberal y ponderado, incluso reaccionario para<br />
muchos. Quizá el ambiente fue el de la Universidad<br />
Nacional Autónoma de México, sacudida por<br />
el 68, donde el tono dominante en humanidades<br />
era de izquierda radical. La revuelta estudiantil<br />
de los sesenta fue antigubernamental, antiliberal,<br />
antiautoritaria y de izquierda. No la guiaba<br />
un espíritu democrático. Era rupturista y revolucionaria,<br />
aderezada con cierto vitalismo que asociaba<br />
la revolución a la libertad de costumbres,<br />
la fiesta, el rechazo a las normas y a los límites:<br />
prohibido prohibir. Era el espíritu de los tiempos.<br />
Ahora entiendo que la retórica de la revolución<br />
socialista era sólo un extremo de la retórica de la<br />
revolución nacionalista y estatista que dominaba<br />
el discurso público de México. Hasta los empresarios<br />
eran nacionalista y estatistas tas en el México<br />
de la Revolución mexicana.<br />
•<br />
16 la gaceta © alfredo zalce<br />
noviembre de 2016
además<br />
Escribir una introducción para<br />
un libro es intentar de una<br />
manera o de otra justificar su<br />
existencia. A veces los autores<br />
se sienten tan seguros de<br />
sí mismos, o más bien de ser<br />
tan poco ellos mismos, o sea<br />
de cumplir tan minuciosamente con las reglas o<br />
las convenciones de su profesión, que esa ansia<br />
de justificación se confunde con un autoritarismo<br />
satisfecho o con la buena conciencia de quien,<br />
protegido por su adhesión a la norma instituida,<br />
no sólo tiende a verla como sustraída a la duda y<br />
a la interrogación sobre su fundamento, sino que<br />
desconfía de toda actividad fuera de sus carriles<br />
y tiene incluso la tentación inquisitorial o policiaca<br />
de pedir la exclusión y el baldón para esos extravíos.<br />
El lector perspicaz ha adivinado ya, tan<br />
sólo por el estilo del párrafo que precede, que tal<br />
no es el caso del libro que tiene entre las manos.<br />
Le aconsejaremos sin embargo no pasarse de<br />
perspicaz, porque si este libro siente en efecto la<br />
necesidad, y más bien angustiosa, de justificarse,<br />
no es porque sienta la seguridad en sí mismo,<br />
de por sí precaria, amenazada sólo por ese lado.<br />
Cuando se deja uno ir ocasionalmente a la ilusión<br />
de que podría uno ver su época como si no<br />
perteneciera a ella, imagina uno que esta manera<br />
nuestra de pensar, vista a siglos de distancia,<br />
aparecerá sobre todo como un curioso episodio<br />
histórico donde el pensamiento dio en la manía<br />
de querer estar siempre, como dicen en París (todavía<br />
un poco capital de la moda en este rutinario<br />
siglo), “desmarcado”. Nada más típico ni más<br />
exclusivo de nuestros tiempos que ese universal<br />
concierto de los antiautoritarismos, cuyo discurso<br />
reclama a todas luces la autoridad más prístina<br />
cuando no recurre simplistamente al clamor a<br />
la vez denunciatorio y autoritario. Hacer de la disidencia<br />
un academismo, de la protesta un estilo<br />
aclamado, de la ruptura una tradición (como dice<br />
Octavio Paz), de la revolución una institución<br />
(como proclama el partido dominante mexicano),<br />
de la singularidad un gregarismo (como propone<br />
la publicidad), de la originalidad una norma niveladora,<br />
de la agresión al espectador un éxito artístico,<br />
de las declaraciones subversivas la mejor<br />
manera de hacer una brillante carrera oficial y<br />
hasta del socialismo un burocratismo son para<br />
nosotros hábitos cotidianos que sin embargo en<br />
cualquier época pasada (o también, esperémoslo,<br />
futura) hubieran provocado insuperable asombro.<br />
Todas las épocas se ignoran, por supuesto,<br />
pero cada una a su manera: la nuestra no parece e<br />
notar que nos hemos vuelto todos ovejas negras,<br />
y cada cual sigue juzgándose diferente por ser<br />
oveja negra como todo el mundo. Hablo, por supuesto,<br />
de la civilización occidental; en ella casi<br />
puede definirse hoy el ámbito intelectual como<br />
aquel donde la marginalidad puede ser dificilísima<br />
de alcanzar.<br />
De este vertiginoso juego de ganar lo que se declara<br />
perder es claro que resulta casi imposible<br />
escapar. Intentaré sin embargo no utilizar mi disidencia<br />
frente a la buena conciencia académica e<br />
institucional para fabricarme a mi vez una buena<br />
conciencia más inexpugnable de rebelde agasajado<br />
o de disidente aplaudido. Este libro no ha sido<br />
nunca de los que sueñan ser una Biblia, o tan siquiera<br />
un catecismo, de la contracultura o del contrapoder.<br />
Para él la contracultura es cultura y el<br />
contrapoder poder, aunque en sentidos divergentes:<br />
la primera porque la cultura, por su diversidad<br />
misma, por la imposibilidad de clausurarla y<br />
centrarla, porque todo lo humano cae dentro de<br />
ella sin que nada la rebase, es en su indefinición y<br />
su inacabamiento una y la misma, y por eso siempre<br />
tradición. La unidad indefinida e inacabada<br />
del sentido describe simultáneamente a la cultura<br />
y a la tradición. Precisamente una de las obsesiones<br />
de este libro es que no se puede dividir lo<br />
indefinido e inacabado: verdad general que nuestro<br />
academismo, por supuesto, no ignora, puesto<br />
que de ella saca sus conminaciones pedagógicas<br />
al definir y clausurar para poder dividir a gusto,<br />
pero de la que podría sacarse también el consejo<br />
inverso, el de no dividir ni clasificar para poder<br />
nadar a gusto en lo no clausurado, o sea en<br />
la cultura. Creo pues (es una creencia, como su<br />
opuesta) que una contracultura no podría de veras<br />
ser contra sin dejar de ser cultura, y que esta<br />
última seguiría siendo la misma en su diversidad<br />
sin centro. Así por ejemplo (porque en este mundo<br />
del sentido inacabado todo puede tener valor<br />
de ejemplo y todo detalle puede ser significativo),<br />
Ejercicio de significación sobre literatura<br />
y lenguaje, Poética y profética es una divagación<br />
deliberada cuyo desafío es pensar lo que al<br />
autor le viene en gana sin que eso paralice el<br />
lenguaje sobre el que está pensando. Nada de<br />
conclusiones, sólo apertura de brechas; nada<br />
de academismos, sólo rigor intelectual y felicidad<br />
expresiva. El fce se honra en publicar la tercera<br />
edición de este libro en el quinto aniversario<br />
de la muerte de su autor.<br />
Introducción a<br />
Poética y profética<br />
tomás segovia<br />
esa creencia mía se volvía casi evidencia cuando<br />
hace años leí en México algunos textos clave de<br />
la contracultura en un… suplemento cultural.<br />
Se me ocurre incluso que tal vez la contracultura<br />
no podría salirse de la cultura para ponérsele<br />
en contra sino en la medida en que se apoye o<br />
se funde en un contrapoder. Porque al contrapoder<br />
le sucede en cambio lo contrario: por muy en<br />
contra que se ponga nunca dejará de ser poder. Si<br />
la cultura es un espacio sin bordes, sin verdaderas<br />
divisiones fijas y sin partes separadas, hasta<br />
el punto de que puede pasarse insensiblemente,<br />
sin transición disruptiva, de “una” cultura a<br />
“otra”, el poder en cambio es cosa demarcada y<br />
dividida, y un poder no sólo se distingue de otro,<br />
sino que se opone a él. Es otra manera de decir<br />
que el poder está dentro de la cultura (de la sociedad)<br />
mientras que la cultura no está dentro del<br />
poder. Una contracultura sólo podría oponerse a<br />
la cultura desde dentro, puesto que no hay un fuera:<br />
siendo, en su interior, i r su negación, o sea como<br />
un hueco en un sólido. Pero así como los agujeros<br />
del gruyer sólo están incrustados allí por no<br />
ser de gruyer sino de aire, la contracultura sólo<br />
puede ser contra estando hecha de otra cosa que<br />
de cultura, o sea de otra cosa que tradición. La<br />
cultura, como el gruyer, sigue siendo una unidad<br />
continua a pesar de contener agujeros, mientras<br />
que los agujeros sólo existen por estar rodeados<br />
de queso y son discontinuos. Esa discontinuidad<br />
es la ruptura con el caldo de la tradición buscada<br />
por la contracultura. Pero esa disrupción no puede<br />
hacerla una cultura, aunque quiera ser contra;<br />
sólo la puede hacer un contrapoder, que tiene los<br />
tres rasgos necesarios para ello: no ser cultura,<br />
estar dentro, y estar contra. La cultura quiere ser<br />
cultura otra, o sea cultura a su vez, pero otra por<br />
ser sin tradición, cosa imposible. En cambio otro<br />
poder es perfectamente posible, incluso es la única<br />
manera de oponerse al poder, y por eso lo lla-<br />
noviembre de 2016 tarot siciliano<br />
la gaceta 17
introducción a poética y profética<br />
mamos oposición. Lo que esté frente al poder sin<br />
ser otro poder podrá resistirle, pero no oponérsele:<br />
será cultura, y sólo podría oponérsele convirtiéndose<br />
en ese ideal utópico y contradictorio<br />
que es un poder popular, cosa imposible. Es pues<br />
de esperarse que una contracultura, para tener<br />
alguna consistencia, se funde en un contrapoder.<br />
Tal vez pueda ahora pasar a lo concreto y decir<br />
cuáles son los rasgos de este libro que me hacen<br />
temer tanto como para llevar al lector tan lejos<br />
en busca de su posible justificación. El más fácil<br />
de ver es un detalle superficial, pero que no<br />
por eso me hace temblar menos ante la probable<br />
iracundia de mis autorizados colegas: se trata<br />
de un libro sin una sola nota y sin la más exigua<br />
página de bibliografía. Confesaré que este detalle<br />
aparentemente nimio me produjo más dudas<br />
y aprensivas vacilaciones que otros dilemas quizá<br />
más serios. Varias veces estuve convencido<br />
de que no valía la pena provocar la pelea por esa<br />
tontería y era preferible aceptar la aburrida pero<br />
rudimentaria tarea de montar lo que llaman aparato<br />
crítico, a pesar de la irritación que ese solo<br />
término me produce. Otras pocas veces me incliné<br />
por una solución intermedia: un comentario<br />
final, al que llamaría por ejemplo “Andamiaje” o<br />
“Bambalinas”, donde se hablaría, con una redacción<br />
corrida y humanamente articulada, de las<br />
fuentes librescas, las alusiones inocentes y maliciosas,<br />
las nociones implicadas o complementarias,<br />
los ejemplos a veces que pudieran ser útiles.<br />
Estas vacilaciones significan tal vez que mi decisión<br />
final no carecía de gravedad.<br />
La cuestión es que acabé por pensar que este<br />
libro sería más fiel a sí mismo sin notas y sin bibliografía.<br />
Cierto que no puedo, por desgracia, en<br />
alguna medida, en algún terreno y en algún sentido,<br />
dejar de ser del todo un especialista. Por lo<br />
menos no subrayaré deliberadamente esa maldición.<br />
Por poco que recupere uno la mirada espontánea<br />
o que comparta uno la mirada del lector<br />
no especialista, los complicados hábitos de la<br />
moderna redacción académica resultan cosa de<br />
lunáticos. Sugieren un temor paranoico al robo<br />
intelectual, una enfermiza obsesión de honestidad<br />
proclamada con sospechosa insistencia, un<br />
hieratismo estereotipado que en la horrible jerga<br />
de los psicólogos se llamaría securizante. Sólo<br />
quien tenga muy pocas ideas puede temer tanto<br />
que se las roben y sólo quien no se tenga mucha<br />
confianza en el fondo en materia de honestidad<br />
puede ser tan puntilloso con los signos visibles<br />
de esa fanática virtud. Por lo demás, nadie verifica<br />
nunca la exactitud de las referencias de citas<br />
salvo por maldad y animadversión, y las tergiversaciones<br />
y dolos intelectuales se hacen siempre,<br />
por supuesto, a cubierto bajo todo el “aparato”<br />
imaginable. Mientras que no recuerdo haber<br />
encontrado muchas fichas bibliográficas en Platón<br />
o en Aristóteles, ni tampoco, para no ir tan<br />
lejos, en la Crítica de la razón pura o en Más allá<br />
del bien y del mal. Con lo cual no quiero compararme<br />
imprudentemente con esos modelos, sino<br />
sacar la lección.<br />
Pero no negaré que estoy exagerando. Aparte<br />
de que no puedo evitar sentir respeto por lo que<br />
esos hábitos académicos tienen de artesanal, y<br />
aun por lo que tienen de ritual, tengo que reconocer<br />
también que hay temas, terrenos y hasta<br />
estilos donde son muy útiles y a veces necesarios.<br />
Una investigación histórica no podría dejar<br />
de citar sus fuentes ni un estudio sociológico sus<br />
datos estadísticos. Tan lejos estoy de negar estas<br />
cosas, que hasta tengo un poco la manía (que<br />
cuidaré de no hacer pasar por un argumento), así<br />
como desconfío de un poeta que pasa al “verso” libre<br />
sin dominar el oficio (el del verso tradicional,<br />
se entiende: no hay otro), de desconfiar de un universitario<br />
que pasa al estilo liberado sin dominar<br />
su oficio académico. Pero es precisamente porque<br />
he tratado de meditar un poco sobre la diferencia<br />
entre el oficio y la técnica por lo que creo que las<br />
“reglas del arte” pierden su sentido no sólo si se<br />
empieza a hacerlas valer por sí mismas, sino incluso<br />
si se empieza a dejar de confrontarlas con<br />
su propio contenido, o sea de transgredirlas en<br />
su propio nombre, diluyendo un poco sus límites<br />
para que vuelvan a bañarse en el sentido que originalmente<br />
las justificaba. Es la diferencia, señalada<br />
en los últimos párrafos de este libro, entre<br />
fidelidad y literalidad.<br />
No se trata pues de borrar dogmáticamente<br />
los dogmas académicos, ni mucho menos de fingir<br />
que estoy pensando a partir de la nada impoluta<br />
o de hacer pasar por mi propiedad privada<br />
El desafío era pues tratar<br />
de escribir un libro donde<br />
pueda uno pensar todo lo<br />
que le dé la gana sin que eso<br />
paralice el lenguaje sobre<br />
el que está uno pensando.<br />
La vida, como estaba diciendo,<br />
le enseña a uno el camino.<br />
Porque en la vida se piensa<br />
escribiendo y hablando,<br />
y siempre en el lenguaje de<br />
todos los días, incluso cuando<br />
a la vez (pero no siempre)<br />
se “escriban” o se “hablen”<br />
lenguajes artificialmente<br />
construidos. Se puede<br />
entonces intentar pensar<br />
con un lenguaje que sabe todo<br />
el tiempo que es lenguaje y<br />
que piensa por ser lenguaje,<br />
no por otra cosa que estaría<br />
en otro sitio y para la que<br />
el lenguaje sería vehículo<br />
o traducción.<br />
ideas que son de la época y que otros han trabajado<br />
concretamente. El lector interesado en los<br />
mismos temas que yo reconocerá fácilmente de<br />
qué lecturas estoy alimentado y a qué corrientes<br />
o episodios aludo, porque además no están disimulados,<br />
sino que he mencionado todos los nombres<br />
y todas las pistas que he juzgado pertinentes.<br />
El lector en cambio para el que estas cosas<br />
sean nuevas no ganará nada con que esas pistas<br />
se le den en un estilo tecnicista y más autoritario<br />
que autorizado. Me temo que ese estilo se usa sobre<br />
todo, y casi siempre con éxito, para provocar<br />
en el lego un temor sagrado que lo disuadirá de<br />
toda tentación de intervenir en el debate y dejará<br />
bien clara la frontera infranqueable entre la autoridad<br />
y la falta de autoridad, cuya forma canónica<br />
es la frontera, institucionalmente vigilada y<br />
celosamente defendida por sus beneficiarios, de<br />
los grados académicos por coopción ritualizada.<br />
Yo por lo menos no podía hacerle eso al lector,<br />
puesto que a mi vez me estaba tomando la libertad<br />
de saltarme alguna que otra frontera, convencido<br />
de que lo que se piense en cualquier terreno<br />
se piensa para mí, como yo pienso en cualquier<br />
terreno para el lector (o también a veces para el<br />
paciente auditor). Porque este libro es de cabo a<br />
rabo divagación, o sea vagar fuera de casa. Y prefiero<br />
avisar desde la introducción a su lector todavía<br />
potencial que le conviene más no perder su<br />
precioso tiempo en esa lectura si la aborda con la<br />
esperanza de llegar finalmente a un capítulo de<br />
“Conclusiones” que pueda embolsarse como retribución<br />
por su paciencia y su aburrimiento. Al<br />
contrario: esta divagación no sólo no se preocupa<br />
de concluir alguna vez, sino que intenta siempre<br />
abrir brechas en todas las esferas conclusas por<br />
donde le toca pasar en su excursión.<br />
Pero conviene puntualizar que una cosa es divagación<br />
y otra cosa es vagabundeo errático u<br />
ociosos paseos de esparcimiento. Este libro, por<br />
desgracia, no está escrito para divertir, aunque<br />
tampoco creo que haya que aburrir necesariamente<br />
al lector hasta las lágrimas para convencerlo<br />
de que no está uno diciendo tonterías. Pero<br />
el tono que alguno podría encontrar desenvuelto<br />
(o deshilachado), la ingenuidad con que prefiero<br />
ver si hay lectores con esa misma anormalidad<br />
que a mí, ante otros libros, me hace enfrascarme<br />
deliciosamente en el despliegue de un pensamiento<br />
y gozar de todas sus evoluciones, sus<br />
astucias y sus malicias que alguno podría encontrar<br />
desplazadas (o estúpidas) —todo eso no es<br />
aquí ni una meta ni un adorno o una prima con<br />
que compensar lo desabrido del meollo, sino, valga<br />
lo que valga, parte del pensamiento mismo. Es<br />
que esas fronteras que me salto alegremente no<br />
podrían saltarse de otra manera. Es que en medio<br />
de tantas lamentaciones y denuncias, a la vez<br />
viejas como el hombre y típicas de nuestra época,<br />
frente a los poderes de ocultación, enajenación<br />
y dominación de los lenguajes, intento decididamente<br />
una salvación por el lenguaje, y el lenguaje<br />
salvador, como bien vieron los románticos, tiene<br />
una alianza irrenunciable con la ironía.<br />
Sucede pues que, como tantos otros escritores,<br />
he sentido a menudo que me incumben en gran<br />
parte las ideas más básicas, más difundidas o<br />
más características de mi época; que, como muchos<br />
de ellos, me he preguntado qué significan<br />
para mi actividad y mi experiencia, y qué significan<br />
estas últimas para ellas; y que, como algunos<br />
de ellos, he acabado por emprender una reflexión<br />
continuada aunque inevitablemente no exhaustiva.<br />
No sólo porque en su vastedad y su vaguedad<br />
esos problemas no tienen ninguna probabilidad<br />
de agotarse, sino además y sobre todo porque<br />
aquí están abordados deliberadamente, como ya<br />
dije, sin ninguna erudición, sin ninguna calificación<br />
especial y aun sin ninguna autoridad. Y esto<br />
me pone en el riesgo de despertar, además de las<br />
iras del académico y del purista, las del conocedor,<br />
las del especialista, las del catequista, las del<br />
militante. Confieso en efecto que en estas páginas<br />
piso a menudo con temeridad terrenos que<br />
tienen dueño, o sea que tienen sus especialistas.<br />
Aclaro que no discuto sus títulos de propiedad,<br />
sino únicamente la pretensión de que esos títulos<br />
dan el derecho de prohibir a otros el libre tránsito<br />
por esas tierras. Aspectos del pensamiento actual<br />
tan importantes como el marxismo o el evolucionismo,<br />
el freudismo o el estructuralismo, la física<br />
relativista o la genética molecular, y tantos otros,<br />
no pueden ser hoy coto exclusivo de los especialistas.<br />
El no especialista se mostraría bien ingenuo<br />
en aceptar esas barreras cuando es precisamente<br />
en él, en su actividad y en su vida, donde esas<br />
grandes ideas tienen más probabilidades de ejercer<br />
alguna influencia autoritaria, alguna tiranía o<br />
algún chantaje. Hay que atreverse a afirmar sin<br />
ambages que si hoy en día es preciso tener conocimientos<br />
especializados para opinar sobre numismática<br />
o sobre polinología, no es preciso en<br />
cambio tenerlos para opinar sobre el marxismo<br />
o sobre la tecnología, sobre ingeniería genética o<br />
sobre los límites de la ciencia, incluso sobre una<br />
verdadera profesión como el psicoanálisis: no es<br />
cierto en absoluto (puede demostrarse que no lo<br />
es) que del freudismo un psicoanalista tenga una<br />
noción más clara que la que pueda tener un hombre<br />
culto y reflexivo de profesión muy diferente.<br />
Así, no ha sido nunca legítimo exigir conocimientos<br />
especializados para opinar no sólo sobre política,<br />
sino también sobre poesía o pintura. Nada<br />
más obviamente manipulador y falaz que esa<br />
interesada pretensión de exclusividad, porque,<br />
aunque tienen visiblemente sus especialistas, sus<br />
militantes y sus mártires, tanto la poesía como<br />
la política pertenecen indisimulablemente al espacio<br />
público. Lo que digo es que los grandes debates<br />
de ideas de una época pertenecen también<br />
a ese espacio.<br />
Confío en que esté claro que no abogo por una<br />
garrulería irresponsable y caprichosa en estos<br />
grandes debates de ideas, todo lo contrario: lo<br />
mismo que en la poesía o en la política, el no especialista<br />
está obligado aquí a un mayor esfuerzo<br />
de comprensión y a una reflexión más cautelosa;<br />
pero quien emprenda una meditación un poco<br />
proseguida sobre algún tema de historia o de humanidades<br />
podrá evitar quizá toparse con esos<br />
grandes modos de pensamiento bajo su forma de<br />
doctrinas exhaustivas o de teorías desarrolladas,<br />
pero no bajo su forma de estilos de pensar,<br />
de sesgos de la mirada, de lugares comunes más<br />
o menos vulgarizados y deformados, incluso de<br />
tics formularios o de recetas en boga. Es en realidad<br />
con esos lugares comunes, con esos modos de<br />
ver y hablar característicos, convertidos a veces<br />
en automatismos, con los que un libro como éste<br />
tiene que enfrentarse, más que con las doctrinas<br />
o teorías específicas en las que se basan o con las<br />
que se justifican.<br />
Pero tranquilicemos al lector: todo esto no<br />
significa que las páginas que siguen sean de las<br />
que toman como su asunto la literatura o el lenguaje<br />
sólo para lanzarse a hablar exclusivamente<br />
de sociología, economía y política, o de libido,<br />
censura y edipo. Si lo más característico, en mi<br />
opinión, del pensamiento actual no es ni siquiera<br />
el pensamiento científico, que a pesar de su evi-<br />
18 la gaceta noviembre de 2016
además<br />
dente madurez me parece haber seguido desde<br />
comienzos de siglo una dirección general constante,<br />
sino más bien el comienzo de una reflexión<br />
enriquecedora sobre la naturaleza de la significación,<br />
yo no podía dejar de preguntarme cómo<br />
significa la literatura y, más concretamente aún,<br />
qué sentido toman las nociones o las teorías elaboradas<br />
por mi época en torno a esos problemas<br />
al confrontarlas con mi experiencia de escritor y<br />
de lector, o incluso, por extensión, de comentador<br />
de la literatura.<br />
Esta experiencia nos coloca en efecto, para estas<br />
cuestiones, en una posición privilegiada. No<br />
por el valor superior que la literatura como tal<br />
tenga o deje de tener, sino porque ella, como ejercicio<br />
de significación deliberadamente asumido,<br />
puede situarse a la vez más allá de los actos<br />
significativos indeliberados o involuntarios que<br />
no pueden verse a sí mismos como tales, y más<br />
acá de las miradas exteriores que ven la significación<br />
sin ejercerla —o más exactamente que no<br />
pueden ejercerla en el mismo lugar o el mismo nivel<br />
o el mismo momento en que la ven. Siempre<br />
que he reflexionado sobre la significación, literaria<br />
o no, me ha parecido terminar en un punto<br />
desde donde se vislumbra en el horizonte un<br />
nivel de esta naturaleza. Todo me inclina a pensar<br />
que entre los lenguajes invisibles para sí y los<br />
metalenguajes que los fijan en una luz glacial hay<br />
otra cosa. Para empezar, es claro que un lenguaje<br />
nunca es igual al lenguaje-objeto en que lo petrifica<br />
la mirada de un metalenguaje que lo hace<br />
su tema, sin que ese excedente de significación<br />
pueda recuperarse tampoco en el nivel segundo<br />
que cree digerirlo. Para ese nivel, como para<br />
todo digeridor, ese excedente son heces; pero no<br />
seamos zoocentristas y pensemos en todo lo que<br />
eso que llamamos heces puede ser en el metabolismo<br />
ecológico general. No hagamos pues ascos<br />
a la comparación y no seamos por ejemplo menos<br />
atrevidos que uno de esos metalenguajes, el freudismo,<br />
que se ha atrevido a mostrarnos toda la<br />
historia de activa represión que ha sido necesaria<br />
para llegar psicológicamente a ese asco físico.<br />
Pero entonces atrevámonos también a ver la<br />
represión teórica que nos elabora un asco intelectual<br />
hacia el sentido cultural de ese asco mismo,<br />
en el que nos repugna cada vez más meter las<br />
narices. Pues entre el asco irreflexivo que se juzga<br />
“invencible” y no puede verse a sí mismo por<br />
no poder vencerse a sí mismo, y la impasibilidad<br />
objetiva que tiene primero que haber vencido su<br />
asco, aplastándolo y borrándolo, para poder verlo<br />
y desarticularlo, y que por consiguiente no se<br />
las huele, hay una zona donde el asco es sentido<br />
humano del mundo y por lo tanto no es consecuencia<br />
de unos mecanismos de la cultura, ni<br />
parte de los mecanismos cuya consecuencia es la<br />
cultura, sino contemporáneo de esa cultura misma,<br />
y por eso ni automático en el sentido en que<br />
lo son los fenómenos extraculturales, sometidos<br />
(por lo menos para nosotros) a la causalidad, ni<br />
mudo en el sentido en que lo son los fenómenos<br />
significativos acostados en el quirófano analítico:<br />
todo metalenguaje desarticula el lenguaje<br />
del que hace, justamente, su objeto, y así el asco<br />
desarticulado por una teoría del asco deja de ser<br />
significancia, o sea perspectiva donde unos aspectos<br />
del mundo toman sentido asqueroso, para<br />
presentarse únicamente como lugar vacío constituido<br />
por su pura posición en un orden de lugares<br />
que la determina. Tal es el famoso “desinterés”<br />
de la ciencia (y de la “ciencia”), o sea la actitud<br />
para la cual el valor no valora sino que acontece.<br />
En esa tercera zona, en cambio, el asco para<br />
empezar nos distingue de los animales: es pues<br />
parte de lo que nos hace humanos —pero “hace”<br />
en el sentido lógico (o metafísico), que es como<br />
decir que es “lo mismo” que lo humano y no una<br />
cosa que “produce” lo humano y por lo tanto no lo<br />
es. Y si lo es “para empezar”, quiere decir que, si<br />
nos colocamos en esa perspectiva, fuera a la vez<br />
de la mirada que no sabe que mira y cree que el<br />
mundo se mira solo, y de la que ve el error de ésa<br />
pero no como un modo de ver sino como un no<br />
ver, entonces esa mirada, nos coloquemos donde<br />
nos coloquemos, está siempre ya empezada y no<br />
es posible colocarse antes de su comienzo para<br />
derivarla de un antecedente. Pero esa zona donde<br />
la significación está siempre ya empezada (y<br />
por supuesto nunca ya concluida) no es la zona en<br />
que la significación es incapaz en su circularidad<br />
de separarse de sí misma, es decir de saber que<br />
es significación. No podrá saberlo como lo sabe<br />
la otra significación, la que observa a ésta y que<br />
empieza por estar ya separada de ella, sino de<br />
otra manera que la observación no puede observar;<br />
pero justamente esa otra manera de saber es<br />
la que más valdría la pena de tratar por fin de entender<br />
un poco. Que esa significación de primer<br />
grado es efectivamente circular es algo que se repite<br />
a menudo en este libro. Pero se señala también<br />
que eso se debe a que es nuestro horizonte,<br />
y todos los horizontes son circulares, incluyendo<br />
el del espacio físico (por lo menos según Einstein);<br />
pero en el sentido de que no se puede estar<br />
más allá de un horizonte, y no en el sentido literal<br />
de un círculo geométrico. Hay otras circularidades<br />
y hay otras maneras de delimitar un espacio<br />
de manera que no toque el horizonte, pero eso no<br />
quita que haya mil señales para sugerirnos que<br />
un lenguaje podría saber que es un lenguaje sin<br />
dejar de ejercerse —o para empezar a decirlo con<br />
un término más característico: en su uso mismo.<br />
En cuanto a mí, ese es claramente el tema de la<br />
siguiente etapa de la reflexión, para la que este<br />
libro no hace más que barrer un poco el camino.<br />
Pero volvamos a los rasgos de este libro, sacando<br />
un poco de los párrafos anteriores con qué<br />
seguir situándolo, y hasta poniéndolo en su sitio.<br />
Esta tercera zona no repugna únicamente a la mirada<br />
teórica que, como el búho de Arreola, sólo<br />
reflexiona digiriendo. Como en la historia política,<br />
la represión de un tercer mundo proviene<br />
siempre simultáneamente de los dos primeros.<br />
En nuestro caso, la que proviene del otro lado<br />
usará naturalmente un lenguaje menos refinado,<br />
pero, por ejemplo, ¿no nos reprime también, o<br />
más exactamente no nos reprimimos también solitos<br />
con la oscura convicción de que un poeta no<br />
debe reflexionar demasiado sobre estas cosas?<br />
Aparte de que a los que no piensan les irrita siempre<br />
que alguien piense, hay además aquí un mito<br />
más profundo y confuso. Creer que la lucidez o<br />
incluso el conocimiento pueden hacer tanto daño<br />
es sin duda desconfiar de esas cosas, pero también<br />
quizá atribuirles demasiados poderes. Por lo<br />
menos atribuirles demasiado terreno: implica que<br />
todo lo que no esté en el terreno de la expresión<br />
ciega cae necesariamente en el petrificado terreno<br />
que hiela la letal mirada de Medusa: la mirada<br />
que mira la acción. Si ya Perseo supo mandar<br />
a Medusa a petrificarse sola, no se ve qué sigue<br />
persuadiéndonos de esa fatalidad. En el fondo de<br />
ese miedo hay este otro: si pienso demasiado no<br />
podré hacer el amor. Ninguna convicción menos<br />
explícita y confesada ni más difundida que la que<br />
podría resumirse en la consigna: o conciencia u<br />
orgasmo (hasta el freudismo vulgar la perpetúa).<br />
Pero seamos justos con la vida, que no sólo no<br />
es, afortunadamente, tan simple, sino que ni siquiera<br />
nos deja casarnos del todo y para siempre<br />
con nuestras simplezas. Si es cierto que todavía<br />
hoy las mujeres, puesto que los hombres<br />
siguen viéndolas como “naturales” (quiero decir<br />
como más “naturales” que ellos), corren el riesgo<br />
cuando dejan ver demasiado su inteligencia de<br />
provocar las dudas masculinas sobre su sexualidad,<br />
también es cierto que esas mismas mujeres<br />
suelen despertar, por esa misma inteligencia, y a<br />
menudo en los mismos hombres, exaltadas fantasías<br />
de superación sexual. Las dos reacciones<br />
se superponen con frecuencia, y cuál de las dos<br />
vencerá en un momento dado depende sobre todo<br />
de cuál vencerá entre el miedo y el deseo. Pero de<br />
estas cosas no sacamos nunca la consecuencia,<br />
como si, una vez más, pensáramos en un lugar y<br />
viviéramos en otro que no se tocan. Todavía hoy,<br />
entre los datos hace mucho divulgados por los<br />
estudios de Masters y Johnson, el que sigue produciendo<br />
infaliblemente sorpresa es el de las estadísticas<br />
que muestran cómo el orgasmo es incomparablemente<br />
más frecuente en las mujeres<br />
citadinas, modernas y con alto grado de educación<br />
que en las mujeres sencillas, campesinas y<br />
supuestamente espontáneas (como también, naturalmente,<br />
en las maduras que en las jóvenes).<br />
Y sin embargo los lectores de esos estudios son<br />
mujeres citadinas y cultas, y hombres del mismo<br />
tipo y que hacen sobre todo el amor, estadísticamente,<br />
con esas mujeres, y que por consiguiente<br />
deberían saberlo.<br />
Esta comparación sexual puede todavía enseñarnos<br />
algo. Saber hacer el amor no es lo mismo<br />
que tener conocimientos teóricos o técnicos<br />
sobre eso. Pero tampoco es lo mismo que hacerlo<br />
ciegamente, mal hecho, o para ser más exactos,<br />
estúpidamente. Confundir ese saber con un<br />
conocimiento teórico o una técnica no hace sino<br />
agrandar la brecha entre esos dos extremos, y<br />
eso, en nuestra civilización, redunda siempre en<br />
reforzar el prestigio y el exclusivismo de lo teórico<br />
y lo técnico, concederle todo el saber, o sea<br />
toda la luz sobre el sentido, y hacerlo al mismo<br />
tiempo cada vez más incapaz de entender otro saber.<br />
En mi experiencia cotidiana estoy tan acostumbrado<br />
a encontrar lingüistas que no saben escribir<br />
como escritores que tienen sobre la lengua<br />
las ideas menos lúcidas del mundo.<br />
El desafío era pues tratar de escribir un libro<br />
donde pueda uno pensar todo lo que le dé la gana<br />
sin que eso paralice el lenguaje sobre el que está<br />
uno pensando. La vida, como estaba diciendo,<br />
le enseña a uno el camino. Porque en la vida se<br />
piensa escribiendo y hablando, y siempre en el<br />
lenguaje de todos los días, incluso cuando a la vez<br />
(pero no siempre) se “escriban” o se “hablen” lenguajes<br />
artificialmente construidos. Se puede entonces<br />
intentar pensar con un lenguaje que sabe<br />
todo el tiempo que es lenguaje y que piensa por<br />
ser lenguaje, no por otra cosa que estaría en otro<br />
sitio y para la que el lenguaje sería vehículo o traducción.<br />
Pero esto no es tan fácil como parece.<br />
Quiero decir que corre el peligro de caer en algunas<br />
facilidades. Una de ellas, muy de nuestros<br />
tiempos, es no distinguir entre la afirmación de<br />
que el pensamiento no está en otro lugar que el<br />
lenguaje, y la afirmación que los identifica al uno<br />
con el otro. Decir que todo pensamiento es palabrería<br />
(o en el otro extremo, pero da igual, codificación<br />
lingüística), o que todo lenguaje es automáticamente<br />
pensamiento me parece que es suprimir<br />
el problema en lugar de enfrentarlo. Otra<br />
de ellas, no menos frecuente, es tener una verdad<br />
escondida en otro sitio, y mientras se está proclamando<br />
que hay que dejar a los lenguajes manifestarse<br />
por sí mismos, estar manipulando en realidad<br />
ese espontaneísmo contra las otras verdades<br />
teóricas para imponer sobre sus ruinas la propia.<br />
Es como esos partidos que “se ponen a la cabeza”<br />
de los movimientos populares: al final siempre<br />
habla el partido, no el pueblo. Es lo que le pasaría<br />
a este libro si desembocara en unas “Conclusiones”:<br />
las conclusiones habrían estado en realidad<br />
desde el principio instigando a la divagación en<br />
espera de su oportunidad. Una facilidad más sería<br />
identificar a nuestra vez el pensamiento con<br />
los signos, pero secretamente concebidos como<br />
signos artificialmente construidos, y sólo ver un<br />
pensamiento en el lenguaje de todos los días en<br />
la medida en que veamos en él ocultos los signos<br />
artificiales más o menos deformados o atenuados.<br />
Con lo cual en realidad seguiríamos viendo<br />
el pensamiento en otro sitio, aunque ese otro sitio<br />
fuera otro lenguaje.<br />
Por todo esto este libro tenía que ser enormemente<br />
digresivo. Tenía que mantener todo<br />
el tiempo el punto de vista menos especializado<br />
que le fuera posible, que era, entre los posibles,<br />
el punto de vista del poeta. Pero incluso ése hubiera<br />
podido ser demasiado especializadamente<br />
poético. Contra eso, por un lado, se introduce a<br />
veces el punto de vista menos prestigioso y autorizado<br />
que existe: el del traductor, que nunca<br />
podrá permitirse la ridiculez de parangonarse<br />
con los guías de este mundo, como a veces los escritores<br />
y poetas se la permiten. Y por otro lado,<br />
se autoriza a la mirada a indagar en todos los temas<br />
que despierten su curiosidad, y esa mirada,<br />
aunque no deja de mirar desde la poesía, no mira<br />
por eso, mira por la curiosidad. Porque además,<br />
aunque intente ser una mirada no especializada,<br />
tiene que mirar algunas zonas especializadas,<br />
puesto que sigue siendo siempre una mirada polémica<br />
que no puede permitirse la trampa malvada<br />
de fingir que el enemigo no existe. La más<br />
cercana de estas zonas era naturalmente la lingüística:<br />
hay así algunos pasajes (que no está prohibido<br />
saltarse) que abordan cuestiones lingüísticas<br />
bastante técnicas, pero siempre desde una<br />
posición rigurosamente no militante. •<br />
noviembre de 2016 la gaceta 19
N OVEDADES<br />
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA<br />
NOVIEMBRE DE 2016<br />
551<br />
Una vida en resiliencia<br />
El arte de vivir en peligro<br />
brad evans y julian reid<br />
Enmarcado en los debates postestructurales<br />
que animan buena<br />
parte de la sociología actual, este<br />
libro es ante todo una lúcida crítica<br />
política del concepto de resiliencia,<br />
definida como la habilidad de los<br />
sistemas para anticipar, absorber,<br />
acomodarse o recuperarse<br />
eficientemente de los efectos<br />
adversos de acontecimientos<br />
azarosos. Los autores analizan la<br />
conversión del concepto en una<br />
especie de mantra del liberalismo<br />
y las implicaciones políticas de<br />
tal manipulación. Se trata de un<br />
trabajo pionero, pues inaugura la<br />
crítica de tal concepto desde la<br />
biopolítica.<br />
sociología<br />
1ª ed. 2016, 269 pp.<br />
Teatro completo<br />
elena garro<br />
El presente volumen reúne las 16<br />
piezas dramáticas de esta escritora,<br />
entre ellas Andarse por las ramas,<br />
Los pilares de doña Blanca, Felipe<br />
Ángeles, La dama boba, Parada<br />
San Ángel y Sócrates y los gatos,<br />
en las que impera el lenguaje<br />
poético y simbólico expresado en<br />
atmósferas inesperadas, ámbitos<br />
reales y fantásticos y una singular<br />
visión de la vida, la historia y la<br />
condición humana. Esta edición<br />
ordena cronológicamente las piezas<br />
y enmienda los errores editoriales<br />
de versiones anteriores. El<br />
prólogo de Jesús Garro y de<br />
Guillermo Schmidhuber de la Mora,<br />
otorga una visión íntima de la<br />
autora. En el marco del centenario<br />
de su nacimiento, el fce se propone<br />
contribuir al redescubrimiento del<br />
fascinante universo imaginario de<br />
una de las voces más originales de<br />
las letras mexicanas.<br />
letras mexicanas<br />
1ª ed. 2016, 408 pp.<br />
Novelas escogidas<br />
(1981-1998)<br />
elena garro<br />
La deslumbrante irrupción literaria<br />
de Elena Garro (1916-1998) se<br />
dio en tres géneros: dramaturgia<br />
(Un hogar sólido), novela (Los<br />
recuerdos del porvenir) y cuento<br />
(La semana de colores). Esto<br />
ocurrió entre 1958 y 1964. Luego<br />
de este triple debut, señalado<br />
por la madurez técnica y la<br />
imaginación osada, Garro no volvió<br />
a los estantes de las librerías<br />
sino hasta 1980. En el marco del<br />
centenario del nacimiento de esta<br />
escritora fundamental de las letras<br />
mexicanas del siglo xx, el presente<br />
volumen reúne seis novelas y<br />
seis nouvelles: Reencuentro<br />
de personajes, Mi hermanita<br />
Magdalena, Testimonios sobre<br />
Mariana, La casa junto al río, Y<br />
Matarazo no llamó… y Busca mi<br />
esquela. Todas ellas forman parte<br />
de la última etapa literaria de la<br />
autora, la mayoría textos de poca<br />
circulación editorial, difíciles de<br />
conseguir. Por todo lo anterior,<br />
este volumen pone a disposición<br />
del lector diversas aristas de la<br />
novelística de Garro, desde lo<br />
testimonial hasta el suspenso,<br />
pasando por la política.<br />
letras mexicanas<br />
1ª ed. 2016, 928 pp.<br />
En defensa de los derechos<br />
de los animales<br />
tom regan<br />
El movimiento a favor de los<br />
derechos animales ha argumentado<br />
que la caza y captura de seres<br />
vivos, así como su uso para realizar<br />
experimentos, son actividades<br />
injustificables y reprobables.<br />
Para defender estos argumentos<br />
generalmente se apela a principios<br />
morales, pero casi nunca con<br />
una base teórica sólida. A fin de<br />
superar esta deficiencia, Tom<br />
Regan busca establecer cimientos<br />
filosóficos para dicho movimiento.<br />
Contra las afirmaciones de que los<br />
animales carecen de conciencia,<br />
deseos, memoria, creencias o<br />
percepción, y por lo tanto, de<br />
derechos, Regan argumenta que<br />
estos seres tienen más elementos<br />
en común con la humanidad de lo<br />
que se admite. De esto se desprende<br />
la necesidad de un cambio radical<br />
en la forma de tratarlos. El<br />
autor aborda cuestiones como<br />
el bienestar, las capacidades<br />
sensoriales, la justicia, el deber<br />
indirecto y directo, los derechos y<br />
la igualdad. Gracias a ello, la obra<br />
va más allá de su objetivo principal<br />
y da pie a la discusión sobre los<br />
derechos básicos de los miembros<br />
más vulnerables de la sociedad.<br />
filosofía<br />
1ª ed. (fce, instituto de investigaciones<br />
filosóficas-unam, programa universitario<br />
de bioética), 2016, 504 pp.<br />
20 la gaceta noviembre de 2016
El Machete<br />
Edición facsimilar<br />
luciano concheiro (coordinador). autores varios<br />
En 1980, el antropólogo Roger Bartra fundó la revista El Machete, publicación financiada por el<br />
Partido Comunista Mexicano que, pese a su breve vida —tan sólo 15 números— llegó a convertirse<br />
en punto de referencia del análisis social y la cultura política del país. La revista fue nombrada<br />
así en homenaje a la revista del mismo nombre vinculada también al PCM en la década de 1920.<br />
En retrospectiva, El Machete representa un punto de inflexión en el pensamiento de izquierda,<br />
particularmente el de raigambre marxista, al introducir temas de identidad cultural que hoy son<br />
parte de la agenda política e institucional: derechos de los homosexuales, legalización de la marihuana,<br />
guadalupanismo, todo ello en un lenguaje escrito y gráfico irreverente. Irónica, lúdica y<br />
siempre crítica, su búsqueda podía oscilar entre una visita al teatro Blanquita, un examen de La<br />
familia Burrón o el análisis polivalente del rock y la trova. Su discurso plástico presentó innovaciones<br />
radicales gracias a los reconocidos artistas Rafael López Castro y Alberto Castro Leñero,<br />
encargados del diseño y el arte, respectivamente. Esta edición facsimilar reproduce las características<br />
originales de la revista en cuanto a papel, portadas, color y formación.<br />
letras mexicanas<br />
1ª ed. 2016, 1110 pp.<br />
Cazadores de especies<br />
La marca indeleble<br />
Romeo y Julieta<br />
Entre noches y fantasmas<br />
richard conniff<br />
Richard Conniff, escritor<br />
y periodista estadunidense<br />
especializado en el comportamiento<br />
animal y el comportamiento<br />
humano, narra en esta obra los<br />
descubrimientos de los viajeros<br />
y exploradores de los siglos xviii<br />
y xix, pioneros del estudio de la<br />
biodiversidad. El libro es idóneo<br />
para quienes estudian temas<br />
de ecología y, debido a su estilo<br />
sencillo y directo, dotado de un<br />
claro impulso literario que atrapa al<br />
lector, también para los interesados<br />
en conocer las relaciones históricas<br />
y biográficas de importantes<br />
personajes de la biología como<br />
Buffon, Say, Wallace, Bates, Owen o<br />
Daubenton. La obra se complementa<br />
con ilustraciones, bibliografía y un<br />
índice analítico que enriquecen la<br />
de por sí muy amena narración.<br />
ciencia y tecnología<br />
1ª ed. 2016, 449 pp.<br />
alicia molina, ilustrado<br />
por carlos vélez<br />
Los primeros en darse cuenta<br />
de que Inés no estaba fueron los<br />
pájaros. Daban vueltas piando<br />
y reclamando alrededor de la<br />
banca del bosque donde, cada<br />
tarde, la princesita se sentaba a<br />
ponerles trigo, arroz y alpiste. Los<br />
últimos que la vieron recordaron<br />
que iba entre las garras de un<br />
dragón. Después vino el llanto<br />
y la desesperación, hasta que su<br />
hermano Esteban y su primo Rulo<br />
decidieron emprender un viaje para<br />
rescatarla, acompañados por Li,<br />
un astuto colibrí. La desaparición<br />
de la princesa Inés es el punto de<br />
partida de este breve relato que<br />
describe la sagacidad de un paje, un<br />
aprendiz de escudero y un colibrí<br />
para traerla de vuelta al castillo.<br />
La travesía estará llena de peligros<br />
y retos, así que los tres valientes<br />
amigos tendrán que recurrir<br />
una y otra vez a su imaginación<br />
para enfrentar al temible dragón;<br />
sin embargo, pronto se darán<br />
cuenta de que éste es más astuto<br />
de lo que suponen y que la única<br />
manera de vencerlo es si consiguen<br />
hacerle las preguntas precisas.<br />
Una historia conmovedora y<br />
llena de aventuras que fomenta el<br />
pensamiento crítico de los niños<br />
a través de las situaciones que<br />
enfrentan y las decisiones que<br />
deben tomar los protagonistas. Las<br />
ilustraciones de Carlos Vélez están<br />
llenas de detalles y expresividad, y<br />
logran transmitir con eficacia las<br />
emociones del texto.<br />
a la orilla del viento<br />
1ª ed. en español, 2016, 56 pp.<br />
william shakespeare,<br />
ilustrado por mercè lópez<br />
Para conmemorar los 400 años<br />
de la muerte de Shakespeare,<br />
publicamos esta versión ilustrada<br />
del clásico Romeo y Julieta, obra<br />
que se publicó por primera vez en<br />
1597 y que el paso del tiempo ha<br />
consagrado. La intensidad de los<br />
sentimientos en ella representados<br />
la ha convertido en una de las<br />
obras más divulgadas del autor<br />
inglés, la cual sigue siendo recreada<br />
con frecuencia en la música, la<br />
danza, el teatro y la literatura; sin<br />
embargo, las ediciones ilustradas<br />
disponibles son pocas. Esta<br />
propuesta completamente gráfica,<br />
ilustrada de manera espléndida<br />
por Mercè López, narra de manera<br />
fresca esta historia de amor<br />
juvenil que, desde el comienzo,<br />
predice su trágico desenlace.<br />
“Al placer violento sigue un final<br />
violento”, dice Fray Lorenzo. Este<br />
presagio está presente también<br />
en la propuesta de Mercè, quien<br />
incluye en sus composiciones<br />
elementos que simbolizan los<br />
peligros de este amor imposible<br />
debido al odio imperante en sus<br />
familias. En medio de este odio, el<br />
amor de Romeo y Julieta persiste,<br />
así lo representa la ilustradora,<br />
quien envuelve a los personajes<br />
entre corales y otros elementos<br />
marinos que, conforme avanza la<br />
historia, se van transformando<br />
en espinos. El odio, la pasión<br />
llevada a la locura, los celos, la<br />
fidelidad a los suyos y al amor que<br />
los protagonistas se han jurado<br />
son algunos de los sentimientos<br />
que William Shakespeare expone<br />
en Romeo y Julieta y que Mercè<br />
captura y transforma en imágenes<br />
que conquistarán a todo tipo de<br />
lectores por su potente fuerza y<br />
expresividad.<br />
clásicos<br />
1ª ed. en español, 2016, 56 pp.<br />
francisco tario, ilustrado<br />
por isidro r. esquivel<br />
Francisco Tario ha sido considerado<br />
durante mucho tiempo un autor<br />
de culto pero en los últimos años su<br />
obra ha ganado muchos nuevos lectores.<br />
En 2012 la editorial española<br />
Atalanta publicó La noche; en 2013<br />
Conaculta, ahora Secretaría de Cultura,<br />
y Lectorum coeditaron La semana<br />
escarlata y otros relatos; en<br />
2015 el fce publicó el primer tomo<br />
de sus obras completas y este año<br />
publicó el segundo. En este resurgimiento<br />
se publica Entre noches<br />
y fantasmas, breve selección de<br />
cuentos ilustrados por Isidro R. Esquivel,<br />
quien ha logrado capturar la<br />
voz del autor y propone, desde una<br />
mirada personal, su interpretación<br />
de la historia que narra un féretro<br />
que se sabe destinado al matrimonio<br />
o, como lo designan comúnmente,<br />
al entierro, y que sueña con el<br />
encuentro de su cónyuge; la de un<br />
perro tísico que relata la muerte<br />
de su amo, un joven y triste poeta,<br />
y la desesperación que siente al no<br />
poder hacer otra cosa que verlo morir;<br />
la de un traje gris que, cansado<br />
de su espantosa monotonía, decide<br />
salir y experimentar la vida de los<br />
hombres; la de una extraña enfermedad<br />
que llega a un pueblo en la<br />
forma de una polka ininterrumpida<br />
que, después de que el paciente la<br />
escucha durante diez días, desaparece;<br />
la de una mujer que no le<br />
cumple a su esposo la promesa de<br />
ser enterrado con su vieja pata de<br />
palo y por ello es atormentada. Éstos<br />
son algunos de los personajes y<br />
tramas de esta selección de cuentos<br />
donde lo impredecible, lo fantástico<br />
y lo fantasmal siempre están presentes.<br />
Entre noches y fantasmas,<br />
libro coeditado con la Secretaría de<br />
Cultura, es un pequeño homenaje a<br />
uno de los mejores cuentistas mexicanos,<br />
quien ha sido comparado con<br />
autores como Jorge Luis Borges,<br />
Juan José Arreola y Juan Rulfo;<br />
pero sobre todo un autor que siempre<br />
ha sido reconocido y recomendado<br />
por sus lectores. Por su parte,<br />
Isidro R. Esquivel hace evidente su<br />
madurez y rigor como ilustrador.<br />
clásicos<br />
1ª ed. en español, 2016, 120 pp.<br />
noviembre de 2016 la gaceta 21
trasfondo<br />
fragmento<br />
El tiempo real<br />
Luis Tovar<br />
10<br />
8<br />
El solipsismo no es la forma de pensamiento más<br />
prestigiada pero puede ser una veta muy rica para la<br />
exploración literaria, como lo demuestra el presente texto<br />
—fragmento de la novela inédita El tiempo real— hecho de<br />
sensaciones y reflexiones contenidas en la interioridad pura,<br />
no obstante reveladoras de la condición humana moderna.<br />
3<br />
4 de mayo de 2001,<br />
8:31 de la mañana<br />
Sólo ha transcurrido un minuto<br />
desde que llegó a la estación Polanco<br />
del Metro. Tiene sueño, pues<br />
prácticamente no durmió anoche,<br />
y no podría decidir qué parte del<br />
cuerpo le duele más. Hasta ahora<br />
le había funcionado la estratagema<br />
de sumir la tensión nerviosa en un<br />
charco de cansancio, pero esta vez<br />
cada músculo le dice que todo el día<br />
sentirá el cuerpo tan tieso como un<br />
palo reseco, y al mismo tiempo un<br />
agotamiento como el que producen<br />
los insomnios largos y reiterados.<br />
Como si eso no bastara fumará<br />
más que nunca, más que siempre,<br />
con lo que se acarreará todos los<br />
males posibles que nunca dejan<br />
de mencionar aquellos que no fuman<br />
y consideran una obligación,<br />
casi una cruzada, decirle al que<br />
fuma que no debe hacerlo porque<br />
daña mucho no sólo su salud sino<br />
la de medio mundo, que si los fumadores<br />
pasivos, que si la falta de<br />
concentración, el aniquilamiento<br />
neuronal, incluso a la larga la impotencia,<br />
pero antes y paulatinamente<br />
los problemas de erección<br />
y el desinterés sexual, y más y<br />
más, tal como si el tabaco fuera y<br />
siempre hubiera sido poco menos<br />
o de plano tan letal como la más<br />
eficiente de las armas bacteriológicas<br />
—o una de destrucción masiva,<br />
ironiza—, todo lo cual, en caso de<br />
ser cierto, daría mucho que pensar<br />
respecto de la creciente pero<br />
siempre hipócrita prohibición fumadora<br />
pues, en todo caso, lo que<br />
deberían prohibir es su producción<br />
y comercialización, no su consumo,<br />
y entonces habría que replantearse<br />
decenas de consideraciones<br />
—meros sobreentendidos, a cual<br />
más difuso— respecto de los estupefacientes<br />
en general, sobre todo<br />
teniendo en cuenta que dentro de<br />
unos doce o trece años comenzará<br />
a legalizarse el consumo de la<br />
mariguana, después de lo cual será<br />
ridículo, por decir lo menos, que<br />
nadie pueda fumarse un cigarro en<br />
un restaurante, pero sí pueda prenderle<br />
fuego a un buen churro gallo<br />
carrujo porro chubi toquecito son.<br />
Por eso, congruente consigo<br />
mismo, Mario celebra el día mundial<br />
de no fumar encendiendo muy<br />
temprano su enésimo Lucky Strike<br />
—y una mañana cualquiera de 2016<br />
hará lo mismo con su Marlboro<br />
100, cuando apenas esté abriendo<br />
los ojos—, recordando el cuento<br />
de Ribeyro y haciéndole honores<br />
a la cortazariana vaga equívoca<br />
fragancia pero también al humo<br />
que tapiza las gargantas, al insigne<br />
puro entre los labios de Groucho, a<br />
Cabrera Infante de puro humo y a<br />
otros notables fumadores.<br />
Aunque más tarde, al otro día, el<br />
sueño sea mucho, no hace nada por<br />
pelear contra el insomnio. La madrugada<br />
lo pesca en vela todas las<br />
noches, y cada una de ellas Mario<br />
se repite que tal como hace con su<br />
cajetilla de cigarros diaria, así es<br />
él y así está bien. Lleva demasiados<br />
años acostándose a las dos o tres<br />
de la mañana como para aceptar<br />
al menos la posibilidad de que lo<br />
suyo es un problema de sueño. Lo<br />
tiene bien mecanizado: dormir hasta<br />
bien tarde le permite levantarse<br />
cuando todos los demás ya están<br />
en movimiento, han desayunado,<br />
salieron a la calle y se dirigen o<br />
ya llegaron al sitio adonde van.<br />
Pero si le preguntaran, aseguraría<br />
que no es por eso que se desvela<br />
y se levanta tarde. Diría que no lo<br />
hace por ninguna razón particular,<br />
sino sencillamente porque así está<br />
acostumbrado. No reconocería,<br />
por mucho que explicarlo le regalara<br />
un breve placer, que después de<br />
tantas noches de sueño incompleto<br />
sabe bien que el premio consiste en<br />
ver, a la mañana siguiente, la realidad<br />
como de a golpes. En fotones,<br />
diría él.<br />
*<br />
Así como si nada llegarán los días<br />
por venir. Mario detiene la vista en<br />
la palma de su mano izquierda, sabiendo<br />
que su futuro no está escrito<br />
ahí. Lo ignora todo respecto de la<br />
quiromancia, y además no cree en<br />
esas suertes. Se mira la palma porque<br />
sí, para distraerse. También,<br />
un poco, porque sin darse cuenta<br />
está rememorando la única vez que<br />
alguien pretendió encontrar ahí su<br />
destino. Hace tantos años de eso,<br />
que no podría recordar exactamente<br />
lo que le dijeron. A su memoria<br />
sólo viene la imagen de sí mismo<br />
caminando por avenida Insurgentes,<br />
distraído. Antes de llegar a una<br />
esquina una mujer lo interpeló y<br />
ofreció leerle las líneas de la mano.<br />
A pesar de su escepticismo, él aceptó<br />
perder diez minutos y quince<br />
pesos colaborando en el sustento de<br />
aquella falsísima gitana.<br />
Recuerda cuántas veces ha pensado<br />
en no ser, como los que a sus<br />
espaldas siguen saliendo del Metro,<br />
más que uno de tantos transeúntes,<br />
que se dirige a un sitio sólo conocido<br />
por él mismo, movido por un<br />
propósito igualmente ignorado por<br />
el resto de las personas que, como<br />
él, andan por la calle. Se dice a sí<br />
mismo que el anonimato es el más<br />
claro signo de la vida urbana contemporánea,<br />
y que a nadie le importan<br />
los propósitos del otro, salvo<br />
que sus respectivas trayectorias se<br />
intersecten, pero sabe también que,<br />
cuando eso sucede, por lo regular<br />
es de manera conflictiva.<br />
Piensa en los desplazamientos,<br />
en ir de un sitio a otro. Nadie puede<br />
concentrar la totalidad de sus<br />
actividades en un solo lugar. Sólo<br />
renunciando, sólo evitando deliberadamente<br />
el movimiento. Y sólo,<br />
claro está, a partir de condiciones<br />
materiales específicas. Entre más<br />
pobre más tiene uno que moverse,<br />
pero es menos posible llegar lejos.<br />
**<br />
El túnel Ogarrio en Real de Catorce<br />
no tiene una inscripción donde<br />
se lea “abandonad toda esperanza”<br />
pero no hace falta, porque cada<br />
quien ve lo que quiere ver y por eso<br />
Mario sí puede leerla o, más precisamente,<br />
sí podrá verla o, todavía<br />
más precisamente, del domingo seis<br />
de mayo en adelante dirá que ahí<br />
estaba, que vio esa leyenda advirtiéndole<br />
que, una vez habiendo pasado<br />
por ahí, ya no había ni salvación<br />
ni regreso ni nada; que cuando<br />
traspasara ese túnel, única vía para<br />
entrar a Real de Catorce, lo que habría<br />
de venir era la nada, el tiempo<br />
sin asideros, el reloj inmóvil.<br />
Antes que todo eso, una cuenta<br />
atrás. Verá cumplido —ya está<br />
cumpliéndose, mejor dicho— algo<br />
que le gusta mucho decir: que el<br />
tiempo no debería medirse por los<br />
minutos que pasan sino por lo que<br />
pasa en los minutos, pero dejará de<br />
decirlo en voz alta luego de que un<br />
menos que mediocre cantautor guatemalteco<br />
perpetre una canción en<br />
la que incluirá una frase demasiado<br />
parecida. Lo que sí seguirá pensando<br />
y diciendo es que a cada quien le<br />
toca su Aleph, que cada quien vive<br />
su concierto y su desconcierto y, si<br />
no tiene otro remedio ni logra evitarlo,<br />
su simultaneidad, ese todo<br />
indeseado, ingobernable, necesariamente<br />
múltiple, agolpado siempre<br />
a las puertas del entendimiento<br />
y dándose codazos para entrar<br />
primero.<br />
La memoria es el vestíbulo de la<br />
razón, se dice, pero si no se le asignan<br />
turnos al infinito de posibles<br />
evocaciones, la combinación será<br />
irremediablemente caótica. ¿Y qué<br />
combinación no lo es? Sólo un engaño<br />
amable, eso de creer que la ruta<br />
causal es algo más que la residencia<br />
provisional del desorden.<br />
El presente. Aute cantando “ahora<br />
es un instante dentro de un reloj”.<br />
La no-metáfora de un reloj de<br />
arena traído de Zacatecas que un<br />
día, un instante cualquiera, dejó de<br />
permitir el paso de los granos de<br />
un lado al otro. Cuando Mario se<br />
dio cuenta de que ahí, en el interior<br />
de esa clepsidra seca, para nadie<br />
y al mismo tiempo para cualquier<br />
persona que lo descubriera y quisiera<br />
creerlo, el tiempo no andaba;<br />
cuando entró a casa, encendió la<br />
luz del pasillo y, como si hubiera<br />
escuchado que alguien se lo ordenara,<br />
lo primero que hizo fue mirar<br />
el reloj de arena detenido a medio<br />
camino; cuando lo descubrió tuvo<br />
un atisbo, así fuera humilde, de<br />
intemporalidad.<br />
Pero nada de esto ha ocurrido<br />
todavía; sucederá más de tres años<br />
después, aunque Mario no lo sabe.<br />
Como con tantos otros acontecimientos,<br />
no tiene modo de saberlo<br />
y, no obstante, su ignorancia no alterará<br />
ni un ápice la configuración<br />
del futuro. Un ápice. Como todos,<br />
Mario emplea la palabra “ápice”<br />
para significar “poco”. Lo que por<br />
ahora tampoco sabe es que dentro<br />
de seis años leerá en un libro de Robert<br />
Kaplan la historia del número<br />
cero y comprenderá que, en rigor,<br />
un ápice es una porción de infinito,<br />
y que en sí mismo es infinito también.<br />
Lo que Mario sí sabe desde<br />
hace mucho es que basta un ápice<br />
para caer en la tentación de forjar<br />
los eternos universos del hubiera,<br />
palabra útil para tocar, aunque sea<br />
sólo con el pensamiento, el que acaso<br />
sea el único infinito de verdad<br />
accesible para el género humano.<br />
Cualquier hubiera es bueno, todos<br />
valen lo mismo, y debería ser<br />
fácil darse cuenta de que los hechos<br />
cotidianos también son un hubiera,<br />
que eso que tan confiadamente llamamos<br />
realidad es apenas el tal vez<br />
que alzó primero la mano, algo así<br />
como el primer caramelo que sale<br />
22 la gaceta noviembre de 2016
4<br />
1<br />
el tiempo real<br />
9<br />
5<br />
del paquete. Un puede ser que a fin<br />
de cuentas fue, como pudo tocarle a<br />
otro cualquiera.<br />
Aunque la frase suena bien bonita<br />
y ya ves cuántos la usan para decir<br />
algo quesque muy profundo, o cuando<br />
menos que suene medio culto, la<br />
pura verdad es que arquitecto de su<br />
propio destino, bien visto, no es nadie.<br />
Más bien, como es claro si uno<br />
sabe escuchar lo que los ciegos cantan,<br />
cada quien ha hecho lo que ha<br />
podido y Fortuna lo que ha querido.<br />
Es verdad, piensa, que los actos<br />
tienen consecuencias, pero el<br />
campo donde gobierna la causalidad<br />
pura es en realidad muy restringido.<br />
La causalidad como yo la<br />
entiendo, es decir, una en la que no<br />
intervenga ninguna contingencia.<br />
Pero para eso habría que vivir en<br />
un laboratorio, e incluso en un acelerador<br />
de partículas, con absolutamente<br />
todas las condiciones controladas,<br />
también absolutamente.<br />
“Despacio”, piensa, catorce minutos<br />
antes de que todo comience a<br />
suceder. Piensa despacio. No siempre<br />
la mejor vía es la más corta, y<br />
se puede llegar más pronto siguiendo<br />
una ruta que no sea ni recta ni la<br />
que aparentemente tomaría menos<br />
tiempo. La memoria y el pensamiento<br />
también tienen sus agujeros<br />
de gusano a modo de atajos, por<br />
donde puede cortarse camino. Pero<br />
no. No se trata de llegar más pronto.<br />
Aquí hay una trampa. Hay que<br />
evitar los pasadizos, no propiciarlos,<br />
para ya no hablar de seguirlos.<br />
De nueva cuenta mira la calle,<br />
y el desorden sonoro que sale del<br />
Metro le recuerda la nieve de un<br />
televisor sin señal, esa lluvia interminable<br />
de puntos blancogrises<br />
que en otros tiempos remataba, ya<br />
entradísima la noche, una jornada<br />
de transmisiones, lluvia hertziana<br />
hoy inexistente a consecuencia de<br />
la todavía más interminable programación<br />
televisiva. Cuando supo<br />
que una porción de ese ruido sin<br />
concierto en realidad es un remanente<br />
del Big Bang; cuando asimiló<br />
la paradoja tremenda de que resultara<br />
tan fácil, incluso involuntario,<br />
acceder a un testimonio directo del<br />
origen de todo, y que como le pasó<br />
a millones y millones en todo el<br />
mundo, atestiguó la maravilla incontables<br />
veces sin siquiera poder<br />
imaginarla, Mario tuvo un estremecimiento,<br />
y tuvo otro cuando le<br />
explicó el asunto a Bruno y descubrió<br />
que ni siquiera un auténtico<br />
11<br />
7<br />
12<br />
prodigio era capaz de concitar la<br />
unanimidad absoluta, puesto que su<br />
amigo lo escuchó, dijo algo así como<br />
“ah, mira”, y volvió a lo suyo, variando<br />
apenas el gesto y la actitud.<br />
***<br />
6<br />
2<br />
Como bien sabe cualquiera, el viaje<br />
consiste en el trayecto y no en la estadía,<br />
forzosamente fugaz, en el sitio<br />
adonde conducen los movimientos.<br />
Lo mismo habría que hacer con<br />
el lugar de donde se ha salido, como<br />
bien sabía Kazantzakis que sabía<br />
Odiseo.<br />
¡Pero qué ganas de hacerme un<br />
gran favor! ¿Qué clase de Odiseo<br />
puedo ser aquí, hoy, una mañana de<br />
viernes afuera de una estación del<br />
Metro? ¿Me alcanza la soberbia para<br />
romantizar —en todos los sentidos<br />
posibles, incluyendo el de confeccionar<br />
con todo esto una romain— un<br />
viaje que en este momento ni siquiera<br />
sé si de veras voy a hacer?<br />
Como tantos otros, y si me apuran<br />
como casi todos, no soy sino un<br />
puñado de trivialidades a las que<br />
puede otorgársele orden, sentido,<br />
significado. Por sí mismo nada tiene<br />
importancia, ya se sabe. Es perfectamente<br />
posible vivir dándole<br />
la espalda al mundo, mirándose el<br />
ombligo. El centro del mundo está<br />
en todas partes, tantas como habitantes<br />
hay en él.<br />
Lo mío es el simple y puro egoísmo<br />
de esa mónada consciente que, a<br />
final de cuentas, venimos a ser todos<br />
y cada uno de los seres humanos. Mi<br />
viaje, mi angustia, mi historia, ¿son<br />
importantes para alguien que no sea<br />
yo? ¿Lo serán para el yo que seré<br />
después, cuando todas estas palabras<br />
que ahora me digo hayan sido<br />
sustituidas por otras que en realidad<br />
vendrán a valer exactamente lo<br />
mismo? ¿Por qué debo creer que la<br />
representación del mundo que hoy<br />
ocupa mi cabeza es la más válida o la<br />
mejor si sólo, si apenas, es la única<br />
de la que soy capaz? Ya no estamos<br />
en el mejor de los mundos posibles,<br />
sino con dificultades, pobremente,<br />
en la menos incompleta de las representaciones<br />
posibles, y todas son<br />
individuales, lo cual significa que<br />
le sirven a uno nada más, aunque a<br />
veces ni siquiera eso.<br />
Se supone que todo esto tendría<br />
que estar diciéndoselo a alguien. A<br />
Beatriz, por ejemplo. Se supone que<br />
debo armar el artificio del diálogo,<br />
la quimera reiterada de la comunicación.<br />
Sí, claro, como si de verdad<br />
fuera posible comunicarse con los<br />
demás. Ni en sueños. Ni en un millón<br />
de años.<br />
Pero como estoy solo y eso es<br />
algo que muy probablemente no va<br />
a cambiar, en este aquí y este ahora<br />
soy el único que decide si algo es<br />
importante, y mi dictamen es que<br />
todo lo es. Digamos que aplicaré<br />
la teoría del mínimo cambio necesario,<br />
pero de tal manera que no<br />
resulten eventos catastróficos ni<br />
notorios ni relevantes, ni siquiera<br />
memorables. No todos los aleteos<br />
de mariposa tienen que terminar en<br />
tifones, como pretende cierta mala<br />
literatura y como medio mundo<br />
se muere de ganas de que sean sus<br />
viditas para no sentir que no están<br />
vivos, ignoro si por deformación<br />
literaria o quizá cinera o más bien<br />
televisiva o por supuesto que todas<br />
juntas.<br />
El mundo está lleno de nosotros,<br />
los que sólo somos importantes<br />
para nosotros y quizá ni siquiera<br />
eso, cuyosnuestros actos no tienen<br />
más consecuencias que una nueva<br />
organización en los impulsos y los<br />
flujos eléctricos dentro de nuestros<br />
cerebros. Estamos en todas partes<br />
y aunque nuestra ausencia individual<br />
tampoco sería notable, si de<br />
repente nos borráramos colectivamente<br />
del mapa y del tiempo, entonces<br />
sí que alguien, algún alguien<br />
igual de anónimo que los recién<br />
desaparecidos levantaría las cejas<br />
y se preguntaría si acaso antes no<br />
había ahí diez o veinte millones de<br />
seres, ¿qué pasaría con ellos?<br />
Pasa que estamos un poco enfermos.<br />
Un poco enfermos y también<br />
cansados. Encima de nuestras espaldas<br />
medra el peso inmenso del<br />
prestigio de los que no son como<br />
nosotros, ésos que nos necesitan<br />
muchísimo más de lo que nosotros<br />
podemos necesitarlos jamás a ellos,<br />
aunque hayan conseguido hacernos<br />
creer que es al contrario. Nosotros,<br />
los enfermos de anonimato crónico,<br />
no hacemos, ni tenemos, ni decimos,<br />
ni pensamos ni nos sucede<br />
nada de todo aquello que parece requisito<br />
insoslayable para que algún<br />
otro nos mencione: huérfanos, ausentes,<br />
ayunos, carentes de singularidad,<br />
o mejor dicho de cierto tipo<br />
de singularidad, ésa que sale en las<br />
películas y en las series de televisión<br />
y de la que se habla en las novelas.<br />
No vemos fantasmas, no hacemos<br />
estallar aviones, no atentamos<br />
contra nadie, no tenemos millones<br />
de pesos y por lo tanto no estamos<br />
en posibilidades de perderlos, no<br />
pertenecemos a ninguna organización<br />
secreta ni pública, no manifestamos<br />
preferencia política definida,<br />
no se nos reprime en una manifestación<br />
porque no vamos a ninguna,<br />
no se nos censura porque no hacemos<br />
nada por expresar nuestra opinión,<br />
con dificultad votamos cada<br />
que hay elecciones, no conocemos a<br />
ningún famoso, no vivimos romances<br />
dignos del fanzín, no deseamos<br />
asesinar a nadie, no somos ladrones<br />
ni grandes ni pequeños, no nos sacamos<br />
la lotería, no aparecemos en<br />
pantalla alguna, no tenemos nada<br />
que ver con el narco ni con la policía<br />
judicial ni con la piratería ni con<br />
la política ni con ninguna de todas<br />
las cosas de las que se habla en los<br />
medios, que se escriben en la literatura,<br />
que se publican en diarios y<br />
revistas o se performancean en<br />
la calle.<br />
Y después de todo, sólo somos<br />
hombres ordinarios, como bien dijo<br />
Waters aquella vez que anduvo del<br />
otro lado de la luna. Ordinarios,<br />
comunes y corrientes, semejantes<br />
al resto. Iguales a nosotros mismos,<br />
si se nos compara con los que<br />
fuimos hace tres, seis, diez años, e<br />
idénticos a los que seremos dentro<br />
de otros doce y otros quince, da lo<br />
mismo el número. Solamente unas<br />
cuantas canas, una barriga más<br />
prominente, una próstata más gastada,<br />
más poros en los huesos, otra<br />
vestimenta porque la que teníamos<br />
se fue estropeando<br />
como nosotros, ni más ni menos que<br />
como nosotros, cada día más hechos<br />
del sedimento de aquello que quisimos<br />
ser y jamás acabó de cuajar/<br />
pero por fin, entonces, ¿lo mismo o<br />
no? ¿Iguales o casi? Por ahí asoma<br />
su purulencia nuestro personalísimo<br />
retrato doriangreyesco, no para<br />
recordarnos quién somos ni quién<br />
fuimos ni quién seremos, sino quién<br />
vamos siendo/<br />
porque sólo somos un gerundio/<br />
al dejar de ser y convertirnos en<br />
unos nosotros diferentes a todo, pero<br />
sobre todo diferentes a los que nunca<br />
llegaremos a ser/<br />
y otra vez el verbo llegar, de nuevo<br />
la idea de trayecto debajo de toda<br />
conceptualización acerca de uno y su<br />
contexto/<br />
pero qué derrotismo, dios mío/<br />
en una tierra sin dioses, precisamente,<br />
porque ellos también fueron poniéndose<br />
viejos, les vinieron los achaques,<br />
perdieron elasticidad… ¿Y qué<br />
es un héroe, ya que un dios a fin de<br />
cuentas no es más que un ídolo al que<br />
se le habla de tú a la hora de los miedos<br />
grandes? ¿Qué es un héroe cuando<br />
está vencido, cuando no fue capaz<br />
de las proezas en prenda de las cuales<br />
lo instalamos muy bonito en su pedestal?<br />
¡A quitarlo entonces! Que se vaya<br />
mucho a la chingada, si para fracasar<br />
cada quien se basta solo. •<br />
El tiempo real fue escrito gracias al<br />
apoyo del Sistema Nacional de Creadores<br />
de Arte.<br />
noviembre de 2016 la gaceta 23
CONCURSO INTERNACIONAL DE<br />
¡Si tienes entre 9 y 15 años esta convocatoria es para ti!<br />
¿Cómo participo?<br />
Bases<br />
1. Si tienes entre 9 y 11 años de edad participa en la categoría A.<br />
2. Si tienes entre 12 y 15 años de edad participa en la categoría B.<br />
3. Elige uno de los siguientes libros de la colección A la Orilla del<br />
Viento del FCE:<br />
Categoría A<br />
Concierto No. 7 para violín y brujas, de Joel Franz Rosell<br />
Travesuritis aguda, de Rafael Barajas, El Fisgón<br />
La decisión de Ricardo, de Vivian Mansour<br />
El profesor Zíper y la fabulosa guitarra eléctrica, de Juan Villoro<br />
Categoría B<br />
Un viejo gato gris mirando por la ventana, de Antonio Malpica<br />
Los osos hibernan soñando que son lagartijas, de Juan Carlos Quezadas<br />
En la oscuridad, de Júlio Emílio Braz<br />
Odisea por el espacio inexistente, de M. B. Brozon<br />
4. Ve a tu librería más cercana o cómpralo en nuestra librería virtual<br />
www.fondodeculturaeconomica.com<br />
5. Cuando hayas terminado tu lectura, te invitamos a pensar ¿qué te pareció?,<br />
¿te gustó?, ¿le cambiarías algo?, ¿te recuerda a alguien?, ¿quién fue tu personaje<br />
favorito?, ¿le añadirías algo?, ¿qué te hizo sentir?<br />
6. Cuéntanos tus opiniones grabando un video de 3 minutos máximo en un celular,<br />
tableta o computadora. El nombre de tu video debe contener el hashtag<br />
#LeoyCompartoFCE + el título del libro que hayas elegido:<br />
#LeoyCompartoFCETravesuritisAguda<br />
7. Listo, ahora ¡súbelo a YouTube! www.youtube.com<br />
· Accede a YouTube y crea tu cuenta.<br />
· Haz clic donde dice Subir video (parte superior de la página).<br />
· Selecciona el video que desees subir.<br />
· Mientras el video se sube, puedes agregar información, título, hashtag<br />
y descripción.<br />
· Cuando haya quedado como tú quieres, haz clic en Publicar para terminar<br />
de subirlo a YouTube.<br />
· Selecciona la opción Compartir (Share) y copia el enlace que aparece.<br />
8. Regístrate en nuestra página www.fondodeculturaeconomica.com y sube el<br />
enlace de tu video.<br />
A. La convocatoria estará abierta a participantes de 9 a 15 años de edad. Deberán<br />
presentar un video en idioma español, sin importar el territorio geográfico<br />
en el que residan. La participación en este concurso implica la total aceptación<br />
de las bases de esta convocatoria.<br />
B. El premio del Concurso Internacional de Booktubers 2016 consistirá en un<br />
reconocimiento, una tableta, un paquete de libros del FCE y un taller en el<br />
Centro de Cultura Digital.<br />
C. El video deberá ser de 1 a 3 minutos de duración, de no ser así, será descalificado.<br />
Se valorarán las opiniones personales de los participantes más que<br />
los resúmenes de los textos.<br />
D. Se descalificarán aquellos videos que se limiten a contar el libro, específicamente<br />
el final, o que sólo respondan las preguntas que sugerimos en el punto 5.<br />
E. Cada participante deberá ser registrado en nuestra página:<br />
www.fondodeculturaeconomica.com por un adulto responsable.<br />
F. Los videos se recibirán desde el 19 de octubre de 2016 hasta el 10 de febrero<br />
de 2017. No se aceptarán videos extemporáneos bajo ninguna circunstancia.<br />
G. El Fondo de Cultura Económica designará un jurado compuesto por cinco prestigiosos<br />
autores y booktubers que elegirán dos videos ganadores, uno por<br />
cada categoría, y otorgarán menciones si así lo consideran.<br />
H. El fallo del jurado será inapelable y se dará a conocer el 10 de marzo de 2017<br />
por correo electrónico a los ganadores, en la página del FCE y en nuestras<br />
redes sociales. Ese mismo día se dará a conocer el lugar de la ceremonia de<br />
premiación, la cual se llevará a cabo el 1° de abril de 2017.<br />
I. Cualquier caso no previsto en esta convocatoria será resuelto por el Fondo de<br />
Cultura Económica.<br />
J. Los datos personales de los participantes son de carácter confidencial, y así<br />
serán tratados de conformidad con las disposiciones jurídicas aplicables.<br />
K. En caso de dudas, pueden comunicarse a las oficinas del Fondo de Cultura<br />
Económica en el teléfono 5554491800 o a los correos cperez@fondodeculturaeconomica.com<br />
y hdelarosa@fondodeculturaeconomica.com<br />
¡Listo!<br />
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tableta electrónica y libros!