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Leyendas<br />
Mexicanas<br />
Dia de Muertos
El Charro Negro<br />
Un hombre alto, de aspecto elegante, de<br />
impecable traje negro compuesto por<br />
una chaqueta corta, una camisa, un pantalón<br />
ajustado y un sombrero de ala ancha<br />
deambula en la profundidad de la noche en<br />
los solitarios tramos que unen los pequeños<br />
tramos que unen los pequeños pueblos<br />
del México rural sobre el lomo de un caballo<br />
enorme y de color azabache.<br />
Quienes han tenido trato con el lo presienten<br />
como el Diablo. No ignora a los hombres,<br />
a los que ofrece amable conversación,<br />
pero su clara preferencia son las mujeres, a<br />
las que seduce con su mirada elocuente y<br />
palabras cálidas. Nada malo puede decirse<br />
del Charro Negro si el viajero se limita a<br />
permitir su compañía hacia su lugar de<br />
residencia; si se acerca el amanecer, se despedirá<br />
cortesmente y se marchara con paso<br />
lento, al igual que si el sendero que recorre<br />
lleva a las cercanías de una iglesia.<br />
Pero si, por el contrario, la mujer cede a sus<br />
ofertas de aligerar el viaje y acepta a montar<br />
el caballo, esa acción sera el principio<br />
del fin: una vez sobre el animal, la infortunada<br />
descubre que es imposible bajarse. Es<br />
entonces cuando el Charro Negro vuelve a<br />
su montura y se aleja con rumbo desconocido,<br />
sin hacer caso de los ruegos o los gritos<br />
de su victima, a la que no se le vuelve a<br />
ver jamas.<br />
En algunos estados de la República Mexicana,<br />
la gente cuenta que en las noches de<br />
luna llena, por los caminos rurales o poblaciones<br />
alejadas, se aparece un jinete flaco<br />
y de cara cadavérica, que montado en lustroso<br />
caballo negro, ofrece una bolsa llena<br />
de dinero... pero por temor, ¡nadie la ha<br />
querido aceptar! Allá por el año de 1966,<br />
el señor Abundio Rosas regresaba a su casa,<br />
situada en las afueras del puerto de Veracruz.<br />
Aunque había luna, ésta se escondía<br />
entre las copas de los árboles, por lo que<br />
reinaba cierta oscuridad, que causaba gran<br />
impresión por las formas fantasmagóricas<br />
que se formaban con las sombras de la luna.<br />
De pronto, don Abundio sintió que alguien<br />
lo seguía pero no quiso voltear, sino<br />
que apresuró más el paso, empuñando el<br />
machete que siempre lo acompañaba. Sin<br />
embargo, cada vez sentía más cerca a ese alguien<br />
que lo seguía. De repente, un sudor<br />
frío se apoderó de él, sintió que se desmayaba,<br />
pero pese al miedo decidió enfrentarse<br />
a lo que fuera, volteó el rostro y con asombro<br />
vio una diabólica escena. ...Era un gran<br />
caballo negro, de pelo brillante y lustroso,<br />
pero con ojos espeluznantes que parecían<br />
lanzar fuego. Lo montaba un hombre alto y<br />
flaco, con un sombrero negro. No tenía ojos,<br />
nariz ni boca. En suma, era algo espantoso,<br />
por lo que don Abundio yano pudo moverse,<br />
ni hablar.<br />
Temblaba de terror y más cuando el siniestro<br />
charro sacó una mano que se veía roja<br />
y con larguísimas uñas, tomó una bolsa de<br />
su caballo y la extendió ofreciéndose la al<br />
aterrado hombre, quien vio cómo la bolsa se<br />
abrió y mostró su interior lleno de dinero;<br />
pero don Abundio no quiso aceptarla. El jinete<br />
se la volvió a ofrecer y tampoco le hizo<br />
caso. Entonces el charro negro se volvió con<br />
su caballo sin pronunciar palabra y se alejó...<br />
Pero Abundio nunca escuchó el galopar del<br />
caballo, cosa que lo atemorizó mas pronto<br />
se sobrepuso y continuó su camino rumbo<br />
a su casa. Al llegar estaba tan asustado que<br />
2 no pudo cenar. Contó lo sucedido a su esposa. La cual también se aterrorizó.<br />
3<br />
Como es de suponerse, esa noche ambos no pudieron dormir, por lo que al día siguiente Abundio se levantó<br />
temprano y acudió al lugar donde se le había aparecido el misterioso charro. Buscó con cuidado, pero no<br />
halló nada que pudiera tomarse como indicio de su existencia. Por la noche don Abundio tuvo la necesidad<br />
de volver a pasar por el lugar, temeroso de encontrarse con el charro, pero ya no se le apareció esa noche ni<br />
otra más.... ni hubo más apariciones.<br />
Pasó el tiempo y Abundio ya casi ni se acordaba del encuentro con aquel misterioso charro negro... Pero<br />
una noche, ya muy cerca de su casa, se topó de nuevo con el aparecido, quien con voz cavernosa le dijo que<br />
tomara la bolsa con el dinero. Como el hombre no la aceptó por temor a que fuera cosa del diablo, entonces el<br />
charro le dijo con voz aún más cavernosa:<br />
--“Me volverás a ver muy pronto”--.<br />
Don Abundio medio muerto de miedo, sin volver la cabeza, echó a correr y no paró hasta llegar adentro de<br />
su casa. Su mujer salió espantada y le gritó:<br />
“¡Abundio, mira, el charro se está asomando por la ventana... Anda, sal y orínate en cruz afuera de la puerta,<br />
dicen que así no puede pasar el maligno!”.<br />
Abundio, tembloroso, salió de su casa y se orinó en cruz fuera de la puerta. En cuanto terminó de rociar el<br />
piso, el caballo relinchó en forma macabra, y jinete y animal a todo galope se perdieron en la oscuridad de la<br />
noche. Desde entonces ni Abundio ni su mujer han vuelto a ver al “charro negro”... Pero muchas otras personas<br />
de la región han contado la misma historia y aseguran que también lo han visto.
Origen del mito<br />
«...aparecía muchas veces como<br />
una señora compuesta con unos<br />
atavíos como se usan en Palacio;<br />
decían también que de noche<br />
voceaba y bramaba en el aire...<br />
Los atavíos con que esta mujer<br />
aparecía eran blancos, y los cabellos<br />
los tocaba de manera, que<br />
tenía como unos cornezuelos<br />
cruzados sobre la frente.»<br />
Bernardino de Sahagún.<br />
Historia (libro I, cap.IV).<br />
La Llorona<br />
La diosa mexica Cihuacóatl.<br />
La presencia de seres fantasmales<br />
que lloran en los ríos por motivos<br />
diversos es una característica recurrente<br />
de la mitología aborigen<br />
de los pueblos prehispánicos. Es<br />
así como pueden encontrarse<br />
rasgos de estos espectros en<br />
varias de las culturas precolombinas,<br />
que eventualmente, con<br />
la llegada de los conquistadores<br />
españoles, fueron asumiendo<br />
rasgos comunes debido a la expansión<br />
del dominio hispánico<br />
sobre el continente. La leyenda<br />
es una historia que posee referentes<br />
míticos en el universo prehispánico,<br />
pero que instaura su<br />
drama y su cortejo imaginario y<br />
angustiante en el orden colonial.<br />
En México, varios investigadores<br />
estiman que la Llorona, como<br />
personaje de la mitología y de<br />
las leyendas mexicanas, tiene su<br />
origen en algunos seres o deidades<br />
prehispánicas como Auicanime,<br />
entre los purépechas;<br />
Xonaxi Queculla, entre los zapotecos;<br />
la Cihuacóatl, entre los nahuas;<br />
y la Xtabay, entre los mayas<br />
lacandones. Siempre se la identifica<br />
con el inframundo, el hambre,<br />
la muerte, el pecado y la lujuria.<br />
En el caso de Xtabay (o Xtabal),<br />
esta diosa lacandona se identifica<br />
como un espíritu malo con<br />
la forma de una hermosa mujer<br />
cuya espalda tiene forma de árbol<br />
hueco. Al inducir a los hombres<br />
a abrazarla, los vuelve locos y los<br />
mata. La diosa zapoteca Xonaxi<br />
Queculla, en tanto, es una deidad<br />
de la muerte, del inframundo y<br />
de la lujuria que aparece en algunas<br />
representaciones con los<br />
brazos descarnados. Atractiva<br />
a primera vista, se aparece a los<br />
hombres, los enamora y los seduce<br />
para después transformarse<br />
en esqueleto y llevarse el espíritu<br />
de sus víctimas al inframundo.<br />
Auicanime era considerada entre<br />
los purépechas como la diosa<br />
del hambre (su nombre se puede<br />
traducir como la Sedienta o la<br />
Necesitada). También era la diosa<br />
de las mujeres que morían al dar a<br />
luz en su primer parto, las cuales,<br />
según la creencia, se volvían guerreras<br />
(mocihuaquetzaque), lo que<br />
las convertía en divinidades y, por<br />
ende, en objetos de adoración y<br />
ofrenda.<br />
Representación de La Llorona en<br />
una de las islas de la región de<br />
Xochimilco, ciudad de México.<br />
Finalmente, Cihuacóatl era,<br />
para los mexicas, diosa de la<br />
tierra (Coatlicue), de la fertilidad<br />
y de los partos (Quilaztli),<br />
además de mujer guerrera (Yaocíhuatl)<br />
y madre (Tonantzin),<br />
tanto de los aztecas como de sus<br />
mismos dioses. Mitad mujer y<br />
mitad serpiente, la diosa que<br />
emerge, según la leyenda, de las<br />
aguas del lago de Texcoco para<br />
llorar a sus hijos (los aztecas)<br />
es el sexto presagio de la devastación<br />
de la cultura mexica<br />
a manos de los conquistadores<br />
venidos del mar.5 Cihuacóatl,<br />
en particular, muestra tres aspectos<br />
característicos: los gritos<br />
y lamentos por la noche; la<br />
presencia del agua,nota 1pues<br />
tanto Aztlán como la gran<br />
Tenochtitlán estaban cercados<br />
por ella —con lo que ambos<br />
sitios estaban conectados por<br />
coincidencias no solo físicas,<br />
sino también míticas—; y ser la<br />
patrona de las cihuateteo, que<br />
de noche vocean y braman en<br />
el aire. Estas son las mujeres<br />
muertas en parto que bajan a<br />
la tierra en ciertos días dedicados<br />
a ellas en el calendario con<br />
el fin de espantar en las encrucijadas<br />
de los caminos y que<br />
son fatales para los niños. Esta<br />
abundancia de diosas conectadas<br />
con cultos fálicos y de la<br />
vida sexual fue génesis no solo<br />
de la Llorona, sino también de<br />
4 5<br />
otros fantasmas femeninos que castigan a los hombres,<br />
como la Siguanaba, la Cegua o la Sucia.<br />
A la presencia de estos antecedentes mitológicos entre los<br />
pueblos precolombinos de Mesoamérica se suma la contribución<br />
española para establecer el mito como tal. Es<br />
durante la colonia española en América cuando el mito<br />
de la Llorona toma forma.2 A la vez diosa y demonio,<br />
nadie, en la psique del mundo colonial, puede resistir<br />
su aparición ni su llanto de ultratumba, ni siquiera los<br />
conquistadores afincados en el valle de México, quienes a<br />
causa del espanto incluso instituyeron un toque de queda<br />
a las once de la noche, pues pasada esa hora comenzaban<br />
a escucharse los gemidos aterradores de una mujer<br />
espectral por las calles de la ciudad de México. Su visión<br />
garantiza la muerte o la locura (en similar forma a la de<br />
las deidades prehispánicas antes descritas) para aquellos<br />
que intentan averiguar el origen de aquel lastimero gemido.<br />
Para los colonos, la diosa prehispánica toma la forma<br />
de una mujer de flotante vestido blanco, con la cara cubierta<br />
por un vaporoso velo (que cubre el aterrador rostro<br />
de la angustia), que cruza las empedradas callejuelas y<br />
plazas de la ciudad lanzando un estremecedor grito de<br />
desesperanza y derrota. La Llorona es también uno de los<br />
primeros signos del mestizaje, pues es durante este período<br />
cuando se identifica en México a este fantasmagórico<br />
personaje con doña Marina, la Malinche, que vuelve arrepentida<br />
a llorar su desgracia, su traición a su pueblo<br />
indígena y su relación con Hernán Cortés, como parte<br />
de la leyenda negra de estos personajes. De aquí parecen<br />
venir muchas de las versiones que señalan a la Llorona<br />
como la protagonista de una trágica historia de amor y<br />
traición entre la mujer indígena (o mestiza o criolla) y<br />
su amante español, lo que finalmente la lleva al infanticidio<br />
como una manifestación del deseo de castigar al<br />
hombre en la forma del amante, en unas versiones, o del<br />
padre de la mujer, en otras, para lo cual usa al niño como<br />
el instrumento de la venganza por ser este la prueba de<br />
la deshonra, pero también, de alguna forma, como una<br />
manera de castigarse a sí misma por su debilidad.<br />
Pero la creación e influencia del mito de la Llorona entre<br />
los pueblos hispanoamericanos tiene también elementos<br />
de otras fuentes mitológicas propias de las culturas<br />
aborígenes precolombinas diferentes de las civilizaciones<br />
mesoamericanas. En Centroamérica, entre los bribris,<br />
pueblo indígena que ocupa la<br />
región de Talamanca, en la frontera<br />
entre Costa Rica y Panamá<br />
(zona de influencia del área intermedia<br />
entre Mesoamérica y las<br />
culturas sudamericanas), existen<br />
historias de ancestrales espíritus<br />
llamados «itsö», especie de genios<br />
con aspecto de mujer y cuerpo de<br />
gallina que habitan en las grutas<br />
y en los cauces de los ríos y que<br />
lanzan lastimeros gritos cuando<br />
un niño está a punto de morir, o<br />
bien que pierden a los niños en los<br />
bosques cuando estos se alejan de<br />
sus padres. En el idioma bribri, la<br />
palabra ‘itsö’ significa tanto ‘llorona’<br />
como ‘tulevieja’. De ahí que<br />
haya similitudes entre las leyendas<br />
que se cuentan en Costa Rica y<br />
Panamá para estos dos fantasmas<br />
(básicamente una mujer que mata<br />
a su hijo fruto de un embarazo no<br />
deseado y que por ello queda condenada<br />
a vagar como un fantasma).Al<br />
ser una zona de transición
6 7<br />
entre Mesoamérica y Sudamérica, en las versiones<br />
de la leyenda de la Llorona en esta parte<br />
de Centroamérica se empiezan a observar algunos<br />
rasgos característicos que la diferencian de<br />
la versión mexicana. La Llorona en Mesoamérica<br />
es, primeramente, una deidad primigenia<br />
vinculada al parto y a la vida sexual que, por<br />
la influencia española, adquiere la forma de un<br />
espectro castigador, en gran manera asociado a<br />
la ciudad, pero en el Suwoh (la cosmogonía indígena<br />
transmitida por tradición oral entre los<br />
bribri) es más bien un ser que se asocia a los<br />
montes oscuros y enmarañados, los abismos de<br />
las montañas, las lluvias, los vientos fuertes y las<br />
cataratas de los ríos, es decir, tiene una fuerte<br />
vinculación con las fuerzas de la naturaleza y<br />
la vida rural, por lo que el fantasma solamente<br />
puede ser visto (muchas veces únicamente oído<br />
su lamento) cerca de masas de agua como ríos,<br />
lagos y cataratas, generalmente en pueblos poco<br />
poblados, por lo que es un fantasma más asociado<br />
al campo. Su función castigadora, además,<br />
se ve un poco más atenuada que en la versión<br />
mexicana (aunque siempre presente, como en<br />
algunas versiones de la Tulevieja o la Tepesa) y<br />
limita al espectro a espantar con su llanto a los<br />
viandantes en lugar de asesinarlos, aunque se<br />
refuerza otro aspecto quizá aún más aterrador:<br />
el rapto de los niños, que puede observarse en<br />
variantes del cuento de la Tulevieja en Costa<br />
Rica y Panamá, en las leyendas de los duendes<br />
en Costa Rica y en algunas versiones de la leyenda<br />
de la Llorona en Colombia.<br />
En Sudamérica, finalmente, existen algunas<br />
leyendas precolombinas que fueron asociadas<br />
con la de la Llorona mexicana una vez establecido<br />
el dominio hispano sobre el continente,<br />
pero que no tienen un origen común con esta,<br />
a pesar de que existan aspectos muy similares.<br />
Pueden encontrarse trazos similares en la leyenda<br />
del Ayaymama de la mitología amazónica<br />
peruana y en las leyendas guaraníes del Itá<br />
Guaymí, el Urutaú o el Guemi-cue. Destaca<br />
entre estas leyendas la historia de la Pucullén<br />
(del mapudungún ‘külleñu’, ‘lágrimas’, y ‘pu’:<br />
prefijo plural),8 perteneciente al folclor chileno.<br />
Mientras que la Llorona mesoamericana<br />
es castigada por haber asesinado a sus hijos, los<br />
de la Pucullén han sido raptados y asesinados<br />
por terceros, lo que convierte a esta en una víctima<br />
inocente de la maldad ajena, por lo que<br />
llora eternamente. Relacionada igualmente<br />
con la muerte, al igual que la Llorona mesoamericana,<br />
la Pucullén es, más que un demonio<br />
castigador, una guía para los que van a morir, a<br />
quienes ampara en su paso al más allá.<br />
Se encuentran Muchas<br />
Leyandas alrededor de<br />
nuestro país
8 9<br />
Dia de Muertos<br />
Conoce las Tradiciones de este día<br />
Los días 1 y 2 de Noviembre, se celebra en México<br />
y algunos otros países de América Latina el Día<br />
de Muertos, Todos Santos y Fieles Difuntos. Durante<br />
estos días, se recuerda con amor y cariño<br />
a nuestros seres queridos que ya se han ido y<br />
que ahora viven en nuestros corazones. Con altares<br />
cubiertos de flores, fotos de los familiares<br />
<strong>muertos</strong>, veladoras, incienso, atole, pan, tamales,<br />
mole, frutas, cigarros y bebidas alcohólicas, las<br />
personas que creemos en esta tradición esperamos<br />
a las almas del purgatorio que vienen a visitarnos<br />
y a compartir con nosotros el tiempo que<br />
Dios les ha dado en su visita terrenal de cada año.<br />
Creemos también que las personas que acaban<br />
de morir, no vienen en el próximo Día de <strong>muertos</strong>,<br />
sino hasta el segundo año de su fallecimiento.<br />
De igual manera, se tiene la creencia de que<br />
el día 31 a las doce del día, llegan los niños del<br />
limbo o los pequeños que no fueron bautizados<br />
antes de morir. Ellos estarán hasta las 11:59 am<br />
del día 1° de noviembre. A las 12:00 pm de<br />
ese mismo día, creemos que llegan los niños<br />
más grandes y se van el día 2 de noviembre<br />
a las 11:59. A las 12:00 pm del día 2 de<br />
noviembre, creemos que llegan las ánimas o<br />
todas las personas adultas.<br />
Ellos se irán a las 11:59am de día 3 de<br />
noviembre y llegará la ánima sola quien se<br />
va a las 11:59 AM del día 4 de noviembre.<br />
Sobre este último personaje, se dice que<br />
son quienes se quedan a resguardar el cielo<br />
mientras vienen los Fieles Difuntos a visitar<br />
a su familia en la tierra. Verdad, mito o<br />
mentira, son tradiciones que han sob<strong>rev</strong>ivido<br />
de generación en generación y que ahora<br />
comparto con ustedes esperando algún comentario<br />
sobre estas celebraciones que en<br />
ciertos lugares festejan muy en grande como<br />
en Janitzio Michoacán, México.
Para los antiguos mesoamericanos,<br />
la muerte no tenía las connotaciones<br />
morales de la religión<br />
católica, en la que las ideas de infierno<br />
y paraíso sirven para castigar<br />
o premiar. Por el contrario,<br />
ellos creían que los rumbos destinados<br />
a las almas de los <strong>muertos</strong><br />
estaban determinados por el tipo<br />
de muerte que habían tenido, y no<br />
por su comportamiento en la vida.<br />
10 11<br />
Fiestas de los <strong>muertos</strong><br />
entre los aztecas<br />
Las fechas en honor de los <strong>muertos</strong> eran tan importantes que les dedicaban dos meses. Durante el mes<br />
llamado Tlaxochimaco se llevaba a cabo la celebración denominada Miccailhuitontli o fiesta de los muertitos,<br />
alrededor del 16 de julio. Esta fiesta iniciaba cuando se cortaba en el bosque el árbol llamado xócotl,<br />
al cual le quitaban la corteza y le ponían flores para adornarlo. En la celebración participaban todos, y se<br />
hacían ofrendas al árbol durante veinte días.<br />
En el décimo mes del calendario se celebraba la Ueymicailhuitl o fiesta de los <strong>muertos</strong> grandes. Esta celebración<br />
se llevaba a cabo alrededor del 5 de agosto, cuando decían que caía el xócotl. En esta fiesta se<br />
realizaban procesiones que concluían con rondas en torno al árbol. Se acostumbraba realizar sacrificios de<br />
personas y se hacían grandes comidas. Después, ponían una figura de bledo en la punta del árbol y danzaban,<br />
vestidos con plumas preciosas y cascabeles. Al finalizar la fiesta, los jóvenes subían al árbol para quitar<br />
Las principales civilizaciones<br />
representativas del área mesoamericana,<br />
aztecas y mayas, desarrollaron<br />
una rica ritualística alrededor<br />
del culto de los antepasados y<br />
de la muerte en sí misma, lo que<br />
constituyó el precedente del actual<br />
Día de Muertos, en el que pervive<br />
aún parcialmente la cosmovisión<br />
de aquellos pueblos<br />
la figura, se derribaba el xócotl y terminaba la celebración. En esta fiesta, la gente acostumbraba colocar<br />
altares con ofrendas para recordar a sus <strong>muertos</strong>, lo que es el antecedente del actual altar de <strong>muertos</strong>.6<br />
Desde antes de la llegada de los españoles, antes de que la religión católica llegara a Mesoamérica, muchas<br />
de las culturas prehispánicas tenían la creencia de una vida después de la muerte. Por ejemplo, de acuerdo<br />
a Luis Ramos, en su libro Culturas Clásicas Prehispánicas en la cultura maya, cuando una persona<br />
moría, su alma iba al “inframundo” (conocido por ellos como Xibalbá). Según sus creencias, para llegar<br />
a este lugar, las almas debían de cruzar un río con la ayuda de un xoloitzcuintle; es por eso que dentro de<br />
los ritos funerarios de los mayas se encontraba el de enterrar a un perro de esta raza junto con la persona<br />
fallecida, de lo contrario, correría el riesgo de no llegar a Xibalbá y quedarse en el camino. Después, esta<br />
creencia se vio reafirmada con la introducción a la cultura de la religión católica; de acuerdo a la religión<br />
católica (religión predominante en México) existe la idea de un cielo y un infierno a donde las almas se<br />
dirigen cuando uno muere (dependiendo de su comportamiento en vida), es decir, la creencia de una vida<br />
después de la muerte
12 13<br />
La isla de las muñecas<br />
Murió el señor Julián Santana Barrera, nativo del Barrio de la Asunción falleció a la edad de 80 años, fue un<br />
personaje muy pintoresco. En los años cincuenta me tocó conocerlo y convivir con él, pues en esa época el<br />
señor asistía a la pulquería Los Cuates ubicada en la Plazuela de la Asunción. Yo era el hijo del jicarero y el<br />
señor Julián comenzó a hablarme porque yo lo atendía, entre la gente del barrio era conocido con el mote de<br />
La Coquita (pajarito avado que existe en la zona) debido a que ese pájaro era muy pequeñito. Él pasaba con<br />
su carretilla llena de verduras y hortalizas que él cultivaba, las llevaba a vender al tianguis de Xochimilco y<br />
siempre iba con su calzón blanco amarrado hacia las rodillas y con un jorongo. Al término de sus ventas se<br />
iba a Los Cuates a tomar su pulque, pero a nadie de los presentes en la pulquería les hablaba, ya que era muy<br />
retraído, aunque después le dio por andar en los Barrios pregonando la palabra de Jesús y en cada esquina se<br />
ponía a rezar y a hablar de Dios. En esa época hablar de Dios sin ser sacerdote significaba blasfemar, ya que<br />
se aplicaba a toda persona que no tenía autoridad sacerdotal para lo mismo y era mal visto en Xochimilco,<br />
por lo que más de tres veces fue agredido por el pueblo. Después le dio por recoger en todos los barrios las<br />
muñecas que estaban tiradas en la basura, más tarde se perdió, pues nadie preguntaba por él, por lo que<br />
no se sabía si aún vivía. Pero cuando se realizó el rescate ecológico de Xochimilco en los años noventa y el<br />
lago estaba totalmente cubierto de lirios acuáticos, llamó la atención que su chinampa estaba rodeada de<br />
muñecas y en esa zona nadie vivía. Era una choza hecha de chinami, carrizo, ramas de ahuejote y zacatón,<br />
y él a nadie recibía, vivía como un ermitaño. Con el tiempo comenzaron a llegar periodistas que lo querían<br />
ent<strong>rev</strong>istar y yo fui la persona afortunada a quien aceptó con los mismos, porque él se acordaba de mi persona<br />
cuando lo atendía en la pulquería Los Cuates. Él no quería hablar sobre las muñecas que tenía en su<br />
chinampa, pero después él aceptó darnos su versión sobre las mismas. Él decía que estaba allí para ahuyentar<br />
a los malos espíritus y para que se dieran mejor sus cosechas. Platicaba que las muñecas aparecían por<br />
todos lados de repente y que ellas lo acompañaban por las noches. Tenía una muñeca preferida que era La<br />
Muñeca, de todas las chozas que tenía, siempre la trasladaba de una a otra. Una de las chozas estaba llena<br />
de mulitas que él hacía con hojas de maíz y las tenía colgando, también tenía cruces que hacía con pedazos<br />
de madera de ahuejote, recortes y fotografías de personajes de la política, delegados de Xochimilco, artistas,<br />
estudiantes y gente que lo iba a visitar. Su cocina estaba al aire libre y tenía un tecuil hecho con lodo, un comal<br />
de fierro, tenía en su cocina alrededor, colgados carpas secas que pescaba frente a su chinampa, también<br />
tenía recortes de periódicos que los periodistas le regalaban de los reportajes que le hacían Las personas<br />
que se encargaban de cuidarlo estaba su hermana y su sobrino El Chope, quien era el encargado de llevarle<br />
diariamente su comida y su desayuno, también era el que bajaba a Xochimilco a vender sus cultivos de su tío<br />
don Julián. Platicando con su sobrino, se le preguntó que cómo había sido el accidente y comentó que para<br />
él y su tío era un día común y corriente: Temprano habían sacado agua lodo (lodo del fondo del canal para<br />
hacer el chapín (composta de lirio acuático en donde encima se coloca el lodo, se deja reposar tres días y<br />
con un cuchillo hacen cuadros y en cada uno se depositan la semilla) para hacer sus siembras). Después fue<br />
a realizar otras cosas a la parte de atrás y se puso a pescar con anzuelo como siempre lo hacía y le comentó a<br />
su sobrino y le comentó que un pez se le había escapado dos veces. Después le llamó don Julián a su sobrino<br />
mostrándole el pescado que agarró, grande de por lo menos 4 o 5 kilos y dijo:<br />
-Ya lo tengo, él que se me había escapado.<br />
-Está bien<br />
-le contestó el sobrino.<br />
-La sirena me ha estado llamando porque me quería llevar comentó don Julián- Yo le voy a cantar para que<br />
no me lleve Porque al parecer anteriormente ya don Julián había comentado que cantándole a la sirena no se<br />
lo llevaba y le dijo su sobrino que tuviera cuidado.<br />
-Yo voy a ordeñar las vacas y ahorita regreso. Entonces cuando el sobrino regresó con la leche, buscó a su<br />
tío, y descubrió que se había ahogado, lo que sucedió muy rápido. Sus familiares, están muy dolidos de haber<br />
perdido a don Julián, pero dentro de su tristeza ellos están conformes pues su tío murió donde él quería, junto<br />
con sus muñecas y la sirena de la que tanto hablaba se lo había llevado.<br />
El señor Julián era el clásico nativo de Xochimilco, delgado, lampiño, de barbita y bigote ralo, su cuerpo fue<br />
velado en la casa de su hermana en el Barrio de Xaltocan, en la calle prolongación 16 de septiembre con el<br />
número 136. Su misa de cuerpo presente se llevó a cabo en la iglesia de barrio de La Asunción y fue sepultado<br />
en el panteón municipal de Xochimilco Jilotepec.
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Estado de México<br />
En el Estado de México la celebración de día de <strong>muertos</strong> inicia desde la tarde del 31 de octubre, los panteones<br />
se van llenando poco a poco de personas que van a decorar y limpiar las tumbas de los infantes<br />
que fallecieron. Al día siguiente es el turno de decorar los mausoleos y lápidas de los adultos, es común<br />
ver mariachis y tríos ofreciendo sus servicios para poder alegrar el rato. Algunos municipios del Estado<br />
de México organizan programas culturales para celebrar este día. Toluca por su parte organiza un desfile,<br />
amenizado por monumentales figuras de catrinas, adelitas y quetzalcóatl, mojigangas y cabezones creados<br />
por artesanos de San Pablo Autopan. Teotihuacan no se queda atrás, siendo esta la zona arqueológica más<br />
visitada del país.<br />
Elaboración de calavera gigante para festividad del Día de Muertos en el Museo Nacional de las Culturas<br />
Populares, situado en Coyoacán(Ciudad de México).<br />
Teotihuacan<br />
El pueblo teotihuacano acostumbraba hacer ofrenda en honor a los fallecidos casi todo el tiempo, practicando<br />
cansados e intensos rituales con el propósito de que el difunto llegase con bien a uno de los cuatro<br />
paraísos según su forma de muerte, conteniendo comida, copal, vasijas, cuchillos, piedras de jade y semillas;<br />
utilizaban a los perros xoloescuintles para que les ayudasen a ser la luz en el paso por el inframundo y<br />
no se perdieran sin antes llegar al paraíso, sacrificándolos y enterrándolos junto con la persona fallecida.<br />
Los teotihuacanos consideraban subsectores a donde se dirigían sus difuntos según su edad:<br />
• Subsector I: En este recinto se encontraban los difuntos jóvenes y aquellos que no alcanzaron a<br />
nacer. Se les enterraba en posición fetal en la tierra.<br />
• Subsector II: A éste sector se dirigían los adolescentes, encontrándose en sus ofrendas distintos<br />
vegetales y huesos pertenecientes a animales.<br />
• Subsector III: En éste lugar pertenecían los adultos, tantos varones y mujeres. A éstos difuntos se les<br />
colocaba en vasijas grandes de barro prosiguiendo con el crematorio. Se creía que en este lugar p<strong>rev</strong>alecía<br />
la abundancia y la paz eterna. En su ofrenda se encontraban cañas de azúcar y comidas típicas.<br />
• Subsector IV: A éste lugar se dirigían los adultos mayores (ancianos), colocándose hogueras de<br />
madera para la cremación de los cuerpos. Se creía que los ancianos regresaban a la Tierra después de la<br />
muerte en forma de animales.