LIBRO GARCIA ROJAS

El valor de la lealtad
Julia Panta Quevedo
Para mí, su esposa, Luis Alberto fue todo en la vida... como siempre le digo a mis
hijas, nos casamos muy enamorados... no es porque él esté fallecido, en realidad Luis
Alberto fue un hombre maravilloso que me adoraba.
No fue fácil hasta hoy, luchar por justicia y reivindicación de su honor y dignidad, han
pasado veinte años en los cuales no solo tuve que salir adelante con mis dos hijas,
sino que tuve que superar muchas cosas, como: El cáncer que apareció al año que Luis
Alberto falleció y que superé, la operación y los dos traumatismos encéfalos craneanos
que tuvo mi hija Diana, la gangrena que me dio en la pierna derecha y así innumerables
vicisitudes... hasta un intento de secuestro, pero nunca desmayamos y no lo haremos,
porque: Luis Alberto García Rojas, para las que te amamos jamás dejarás de existir.
Tal vez no muchas personas sepan cómo nos conocimos. Era un 17 de marzo de 1987
cuando yo había salido de la universidad y mi ex enamorado quería que hablemos pero
yo ya no deseaba saber nada mas, así que me subí al micro de la Línea 11 (esos micros
largos que parecían un acordeón y tenían asientos de dos frente a frente) me dirigía
a la casa de mis padres... cuando en eso, me percato que él venía siguiendo al micro
tocando su bocina para que yo bajara y hablemos, pero yo lo ignoraba, es cuando Luis
Alberto que estaba sentado frente a mí, me avisa que estaban tratando de hablarme
y yo le pido que por favor le diga que yo no deseaba decir nada. Luis Alberto le hizo
señas diciéndole que yo no quería responder, mi ex le insiste que me avise, cuando Luis
Alberto vuelve a decirme ...Señorita si Ud. no habla con él ahora mismo va a ocurrir
un accidente, por qué no habla un momento con ese pobre chico, es cuando yo volteo
nuevamente muy molesta y le digo: Ud. no sabe lo que él me hizo, por favor dígale
que yo por ningún motivo vuelvo hablar con él°..... Cuando miro al frente y veo que
Luis Alberto estaba haciendo señas con sus manos a la altura de su cuello y después
bajando el dedo, moviendo la cabeza en señal de negación, como diciendo que está
muerto... eso me causó mucha risa, él me miró y se puso rojo. La persona que estaba
sentada a mi costado se retira y él me pregunta si se puede sentar a mi lado para
que le explique qué ocurría y si podía ayudarme, yo le dije que sí... él pasa a sentarse
a mi lado y nos ponemos a conversar, mi ex nos observaba y se retiró molesto. Le
expliqué lo que había ocurrido entre tantas cosas que conversamos, él me dijo que
vivía por el aeropuerto y que estudiaba Ingeniería Industrial (ya que en la conversación
yo le dije que no me gustaban los militares porque mi padrastro había sido policía y
nosotras toda la vida vivíamos como gitanos). Habíamos pasado el aeropuerto y ya
estaba cerca su paradero, pero era tan amena la conversación que me preguntó si me
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