Cuento la niña y sus pollitos

LA NIÑA Y SUS POLLITOS

LA NIÑA Y SUS POLLITOS
Había una vez, un pueblito muy pintoresco ubicado cerca del lago, era
un pueblito tranquilo y especial, todos sus habitantes se conocían
entre sí, las casas estaban construidas de madera y paja; en una de
esas casas vivía la niña Lucy, con su abuelita doña Lola y su mamá Lulú.
Lucy era una niña muy linda y alegre, le gustaba jugaba y tener
amigos, le encantaban los animales, en casa tenía una gatita, a la que
le puso por nombre Misha, le daba de comer, la cuidaba y jugaba con
ella. Su mamá y su abuelita también le tenían cariño a Misha, la gatita
les demostraba eliminando a los ratones que osaban acercarse a la

casa de la niña, a la gatita no le gustaba comer ratones, prefería la
comida que le daban en la casa.
Así pasaba el tiempo, hasta que un día…
La gatita atravesó la calle sin fijarse y… ¡zás! ¡La atropellaron por el
vendedor de agua!
Al regresar la niña de la escuela, encontró a su mamá muy triste…
--Mamá, ¿qué pasa? --Pregunta la niña.
--Atropellaron a Misha, --contesta la mamá.
Y la niña también se puso triste.
Un día, la niña tuvo una idea y le pidió a su abuelita que le comprara
unos pollitos de la granja del vecino y que le permitiera que crecieran
en el patio de la casa.
--Yo los cuido abuelita, --dijo Lucy.

Doña Lola quería mucho a su nieta, y era muy difícil que le negara
algo. Así que aceptó siempre y cuando la niña los cuidara como había
prometido.
Y así fue, los pollitos llegaron a la casa, Lucy y su mamá les daban de
comer y los cuidaban, y cuando Lucy llegaba de la escuela jugaba con
ellos, muy pronto, los pollitos se convirtieron en tres hermosas
gallinas y un esbelto gallo.

La niña los había nombrado Romina, Blanca y lila, y al gallo… ¡gallo!
Pues era el que la despertaba para ir a la escuela.
Las gallinas todos los días ponen huevos, doña Lola se encarga de
recogerlos en el gallinero, pero al paso de los días, doña Lola empezó
a detectar que la cantidad de huevos que recogía estaba
disminuyendo.
--Aquí está pasando algo raro-- le dijo doña Lola a Lulú, su hija.

Una mañana Lulú decidió revisar los niveles de aceite de su
camioneta, pues necesitaba salir al mercado y entonces al abrir el
cofre… ¡sorpresa! ¡encontró huevos adentro del cofre de la
camioneta! ¡las gallinas usaban la camioneta para poner sus huevos!
Lulú rápidamente llamó a su mamá y a su hija para que lo vieran
Doña Lola comentó:

-- ¡Con razón! Ya se me hacía raro que no encuentre suficientes
huevos en el gallinero.
Lucy con la sonrisa en su carita dijo: ¡Que traviesas son mis gallinas!
¡La niña, la abuelita y su mamá se rieron mucho!
Y así fue como doña Lola Y Lulú le inculcaron a Lucy el amor por los
animales y el significado de la responsabilidad, le enseñaron también
que con cuidado y dedicación se pueden obtener gratas
satisfacciones y que en la vida podemos estará en situaciones
difíciles, pero el amor de la familia siempre estará ahí ára apoyarnos
e impulsarnos cada día, toda la vida.

El tiempo pasa y ahora las gallinas ya tienen pollitos que la niña cuida
y prefiere jugar más con ellos que con sus juguetes, y todas las
tardes salen la abuelita, la mamá y Lucy a cuidar a los pollitos al patio.