Revista Malajunta

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Vecino agresor
“Amigo” de familia
El primer acoso lo viví a los 10 años, mis
padres tenían una fiesta en casa y mis hermanos
y yo fuimos a dormir temprano. En
la madrugada sentí que me abrazaba alguien
grande y pensé que era mi papá, pero
luego sentí que eran caricias extrañas. Me
frotaba la barriga debajo del vestido de mi
pijama y él estaba sin camiseta. Me desperté
asustada y vi que era un amigo de
la familia que estaba borracho metido en
mi cama.
No pasó de eso pero me sentí terrible, sentí
que yo había hecho algo malo. No le dije
nada a nadie porque me sentí sucia. Salí
y me fui a dormir a otro cuarto. Traté de
olvidarme de eso pero son cosas que se
marcan en la cabeza de una niña. Ahora
como madre soy consciente de que hay espacios
y momentos en los que exponemos
a nuestros hijos sin darnos cuenta a situaciones
así y debemos estar atentos.
Vivía sola en mi departamento en Guayaquil,
en el tercer piso de un complejo de 2
edificios con terrazas superiores juntas. Un
día escuché el timbre a las 12 de la noche
y al ver por la ventana estaba un tipo en la
puerta exterior del edificio. Él gritó desde
ahí: ábreme que quiero conocerte, si no me
abres sé cómo entrar.
Lo único que pasaba por mi mente mientras
me temblaban las piernas era que
tenía que tranquilizarme y que no iba a
permitir que este tipo me haga nada. Corrí
hasta mi teléfono, logré llamar al 911 y
poner mi refrigerador en la puerta. Cuando
volví a mirar la ventana vi cómo sacó una
llave de su bolsillo y abrió la puerta. Luego
de un momento escuché pisadas en la terraza.
En ese momento llegó la Policía, me
escoltaron hasta la puerta. Nunca más volví
a dormir ahí.
Luego de unos días y de no saber por
qué nunca encontraron al tipo en el edificio,
consulté quién vivía en el otro edificio
anexo al mío y decidí golpear puerta por
puerta a mis vecinos. Resulta que mi potencial
violador era un vecino, lo reconocí
apenas lo vi, su respuesta a mi furia fue
que él es un pediatra y que no iba a permitir
que manche su nombre. Su familia
me llamó a amenazarme por una semana
diciéndome lo que su hijo, sobrino decía de
mí: que seguramente fue algún otro tipo,
que al verme cómo entro y salgo en shorts
de mi casa quiso conocerme.
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NOTAS
Es una buena idea para
probar posturas, prácticas
nuevas y aumentar
las sensaciones en las habituales.
Existen comestibles
para practicar sexo
oral y descubrir otras zonas
erógenas.
Libros para leer
en pareja como
“La Solución
Salina” de Marco
Vassi, un maestro
de género erótico
aclamado por la
crítica.
J uguetes
eróticos
Para empezar se puede
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incluye dos juguetes:
Candy, un vibrador
que pueden utilizar en
el agua, y Delite, un
vibrador de dedo con
mando, tarjetas de instrucción
y una señal
de “no molestar”.
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