4o. Dom. de Cuaresma, Ciclo A
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Lectio Divina<br />
<strong>Ciclo</strong> ‘A’ 4º. <strong>Dom</strong>ingo <strong>de</strong> <strong>Cuaresma</strong> (Jn 9, 1-41)<br />
Hoy meditamos el encuentro que tuvo Jesús con el ciego <strong>de</strong> nacimiento.<br />
Este pasaje nos hace compren<strong>de</strong>r quién es Jesús y quiénes somos<br />
nosotros. Es el domingo <strong>de</strong> la “Luz”, <strong>de</strong> la Alegría”, <strong>de</strong> la fe.<br />
Con la mirada fija en la Cruz gloriosa, en la cual fue entronizada la Luz que<br />
da la vida verda<strong>de</strong>ra, bautizados y catecúmenos continuamos el camino<br />
cuaresmal, para llegar con Jesús a Jerusalén:<br />
Vivamos este encuentro aprovechando estas claves <strong>de</strong> lectura. El texto tiene mucho<br />
colorido: hay signos, cambio <strong>de</strong> lugares, numerosos personajes (Jesús, discípulos, ciego,<br />
vecinos, parientes, fariseos, autorida<strong>de</strong>s judías), sentimientos encontrados, diferentes<br />
reacciones. Pero lo más importante, es que este es un relato que nos embarca en un<br />
proceso que va <strong>de</strong>svelando poco a poco el gran misterio.<br />
Seguimiento:<br />
Leemos lentamente este pasaje distinguiendo cada uno <strong>de</strong> los pasos que se dan en<br />
siete episodios:<br />
(1) Primer episodio: Jesús va al encuentro <strong>de</strong>l ciego y lo sana (9,1-7).<br />
(2) Segundo episodio: El sanado se encuentra con sus familiares y conocidos (9,8-12).<br />
(3) Tercer episodio: El sanado es llevado don<strong>de</strong> los fariseos (9,13-17).<br />
(4) Cuarto episodio: Las autorida<strong>de</strong>s judías le toman la información a los padres <strong>de</strong>l<br />
sanado (9,18-23).<br />
(5) Quinto episodio: El sanado es entrevistado por segunda vez por los fariseos (9,24-<br />
34).<br />
(6) Sexto episodio: Jesús va al encuentro <strong>de</strong>l sanado por segunda vez (9,35-38).<br />
(7) Séptimo episodio: Encuentro <strong>de</strong> Jesús con los fariseos (9,39-41).<br />
I. LEER: enten<strong>de</strong>r lo que dice el texto fijándose en cómo lo dice<br />
El encuentro <strong>de</strong> Jesús con un ciegomendigo,<br />
es narrado en una historia<br />
extensa y rica <strong>de</strong> <strong>de</strong>talles, podríamos <strong>de</strong>cir<br />
que es una explicación <strong>de</strong>l modo como<br />
actúa Jesús, por ser la “Luz <strong>de</strong>l Mundo”.<br />
Él nos había dicho: “Yo soy la luz <strong>de</strong>l<br />
mundo, el que me siga no caminará en la<br />
oscuridad, sino que tendrá la luz <strong>de</strong> la<br />
vida” (Juan 8,12).<br />
1<br />
Siendo la luz esplendorosa, orienta el<br />
sentido <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong>l ser humano, en<br />
hacia el proyecto <strong>de</strong> Dios, su Padre: Él<br />
dijo: “Mientras estoy en el mundo, soy luz<br />
<strong>de</strong>l mundo” (9,5). Esta “luz” vino a nosotros<br />
y permanece en el mundo (como lo indica<br />
el texto griego. “En medio <strong>de</strong> uste<strong>de</strong>s está<br />
uno a quien no conocen” (Jn 1,26). La “luz”<br />
se hizo presente en la encarnación <strong>de</strong><br />
Jesús, está entre nosotros.
¿Por qué tiene tanta importancia la luz?<br />
¿Por qué alcanzarla supe un proceso?<br />
En el Génesis, Dios creó la “luz” (Gn 1,3)<br />
y ésta está estrechamente relacionada con<br />
la “vida” (cuando no hay “agua”, y cuando<br />
no hay “luz”, no hay vida). La “luz”<br />
aparece en la Escritura como símbolo <strong>de</strong><br />
salvación: “El Señor es mi luz y mi<br />
salvación” (Salmo 27,1). Se afirma que<br />
‘Dios es luz: y que en Él no hay tiniebla<br />
alguna’ (1 Juan 1,5) y en su luz, vemos la<br />
luz (Salmo 35,10).<br />
La venida <strong>de</strong> Jesús al mundo se hizo<br />
acontecimiento. Así lo anuncia el prólogo<br />
<strong>de</strong>l evangelio <strong>de</strong> San Juan: “En ella, en la<br />
Palabra creadora, estaba la vida y la vida<br />
era la luz <strong>de</strong> los hombres, y la luz brilló en<br />
las tinieblas, y las tinieblas no la<br />
vencieron” (Jn 1,4-5). La Palabra –Jesús-<br />
“era la luz verda<strong>de</strong>ra que ilumina a todo<br />
hombre que viene a este mundo” (Jn 1,9).<br />
La “luz” no sólo genera vida, sino que la<br />
orienta, (el equivalente a lo que hoy<br />
llamamos tener un “proyecto <strong>de</strong> vida”). Se<br />
compren<strong>de</strong> que la obra <strong>de</strong> Jesús no sólo<br />
sea la revitalización <strong>de</strong> las personas<br />
(curaciones), sino también su orientación<br />
mediante itinerarios bien <strong>de</strong>finidos que<br />
marca a cada una.<br />
Jesús - Verbo Encarnado- viene a para<br />
que veamos mejor quién es Él; igualmente<br />
para que veamos quiénes somos, <strong>de</strong><br />
dón<strong>de</strong> venimos y en qué dirección está la<br />
plenitud <strong>de</strong> nuestra vida. Solamente quien<br />
se <strong>de</strong>ja iluminar por Jesús se hace su<br />
discípulo y vive en comunión con Él –en<br />
una relación <strong>de</strong> conocimiento y <strong>de</strong> entrega,<br />
y <strong>de</strong> adoración.<br />
Los siete episodios <strong>de</strong> este relato (Jn 9,1-<br />
41) <strong>de</strong>scriben toda una dinámica relacional<br />
entre los diversos actores, que traza<br />
claramente el itinerario <strong>de</strong> la fe bautismal.<br />
2<br />
El ciego-mendigo aparece en todos los<br />
episodios, excepto en el cuarto. En<br />
cambio, Jesús dialoga con el ciegomendigo<br />
solamente dos veces: en el<br />
primero –el <strong>de</strong> la curación- y en el<br />
penúltimo –antes <strong>de</strong> la confesión <strong>de</strong> fe-.<br />
Después <strong>de</strong> la curación, Jesús <strong>de</strong>saparece<br />
<strong>de</strong>l escenario. Ocurre entonces, en el<br />
entretanto, un camino <strong>de</strong> progresivo<br />
<strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong> su persona, por parte<br />
<strong>de</strong>l que había sido ciego.<br />
Es curioso, Jesús no está físicamente,<br />
pero en los labios <strong>de</strong>l hombre sanado<br />
comienzan a escucharse continuas<br />
referencias a Él, diciendo algo nuevo y<br />
más importante acerca <strong>de</strong> su sanador:<br />
primero ante sus familiares (episodio 2) y<br />
luego ante los fariseos (episodios 3 y 5),<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un intervalo, en el que sus<br />
padres son interrogados por las<br />
autorida<strong>de</strong>s (episodio 4). Las preguntas<br />
formales terminan con la expulsión <strong>de</strong><br />
este hombre <strong>de</strong> la sinagoga, rompiendo<br />
con este hecho su comunión con los<br />
hebreos, que no reconocen el milagro que<br />
Jesús realizó en este hombre.<br />
Progresivamente –<strong>de</strong>jando claro que el ver<br />
físico no lo es todo- el ciego <strong>de</strong> nacimiento<br />
va comprendiendo – se, abrieron sus ojos<br />
al conocimiento- Le preguntaban: ¿quién<br />
es aquél que lo ungió con barro y lo<br />
mandó a lavarse a la piscina <strong>de</strong> Silo? El<br />
suspenso culminó con el encuentro cara a<br />
cara con Jesús: por fin lo i<strong>de</strong>ntifica<br />
plenamente y lo adora.<br />
Al final (episodio 7), y ante aquellos que<br />
han expulsado al ciego <strong>de</strong> la sinagoga,<br />
Jesús mismo relee el sentido salvífico <strong>de</strong>l<br />
acontecimiento y da pistas concretas tanto<br />
para los que creen, como para los que no<br />
creen en Él.<br />
En todas estas etapas <strong>de</strong>l itinerario <strong>de</strong> este<br />
encuentro <strong>de</strong> Jesús con el ciego <strong>de</strong><br />
nacimiento, encontramos tres elementos<br />
importantes: (1) El signo obrado sobre el<br />
ciego. (2) Los diálogos sostenidos, en<br />
diversos ambientes, por quien ha sido<br />
sanado y que lo llevan a reconocer
progresivamente la i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong> quien hizo<br />
el signo sobre él y (3), las palabras<br />
reveladoras <strong>de</strong> Jesús.<br />
Po<strong>de</strong>mos ver en el relato la manera<br />
concreta como un ciego <strong>de</strong> nacimiento es<br />
llevado hasta “ver” y “compren<strong>de</strong>r” quién<br />
es Jesús para expresarle su fe y,<br />
sumergirse en adoración.<br />
Jesús sabía que “ni él pecó ni sus padres”<br />
(Jn 9,3a) y anunció que esa enfermedad<br />
“era para que se manifestara la obra <strong>de</strong><br />
Dios” (Jn 9,3b). Anunció que Él era la luz<br />
<strong>de</strong>l mundo, y que era capaz <strong>de</strong> vencer las<br />
tinieblas <strong>de</strong>l pecado.<br />
Encontramos una dolorosa paradoja: en la<br />
medida que el sanado va viendo claro, los<br />
que lo ro<strong>de</strong>an –a la inversa- se van<br />
sumergidos en la más terrible <strong>de</strong> las<br />
tinieblas. Ante la “Luz” <strong>de</strong> Jesús, unos se<br />
vuelven vi<strong>de</strong>ntes y otros se vuelven ciegos.<br />
Como Él mismo dijo: “He venido a este<br />
mundo, para que los que no ven, vean,<br />
y lo que ven, se vuelvan ciegos” (Jn<br />
9,39).<br />
II. MEDITAR: aplicar lo que dice el texto a la vida<br />
La primera palabra que aparece en el texto es el verbo “ver”: Jesús “vio, al pasar a un<br />
nombre ciego <strong>de</strong> nacimiento” (9,1). De esta manera, tan sencilla pero clara, comienza el<br />
encuentro <strong>de</strong> Jesús con este hombre.<br />
Jesús “vio” al ciego <strong>de</strong> nacimiento y los discípulos también. Pero lo curioso es que Jesús y<br />
los discípulos no vieron lo mismo: Los discípulos vieron a un ciego, y por <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l ciego<br />
vieron el “pecado” (-enfermedad; viendo por <strong>de</strong>trás al Dios garante <strong>de</strong> retribución). Jesús vio<br />
a un ciego, mas no vio en él el castigo.<br />
Los discípulos le preguntan al maestro, el porqué <strong>de</strong> su ceguera, “¿Quién pecó, él o sus<br />
padres?”.¿Quién es el responsable <strong>de</strong> esta situación? Los discípulos veían una relación<br />
entre enfermedad y castigo por el pecado; así pensaba en los tiempos <strong>de</strong> Jesús. Aún hoy<br />
hay quien dice: “es castigo <strong>de</strong> Dios”.<br />
‣ ¿Somos conscientes <strong>de</strong> que nuestro pecado nos enceguece, impidiéndonos el encuentro<br />
con Cristo Jesús, que es la Luz <strong>de</strong>l mundo?<br />
Esta obra misericordiosa <strong>de</strong> Jesús con el ciego se realiza a partir acciones significativas y<br />
aporta dos noveda<strong>de</strong>s: Juan cuenta con <strong>de</strong>talle lo sucedido (Jn 9,6): “escupió en la tierra”,<br />
“hizo barro con la saliva” y se “untó ese barro en los ojos <strong>de</strong>l ciego”. Este hombre no fue un<br />
actor pasivo. Jesús le pidió que participara en su curación. Se fue a lavar en la piscina y<br />
volvió viendo.<br />
‣ ¿Qué hemos hecho para no ser ciegos y gozar la alegría <strong>de</strong> ver a Jesús, <strong>de</strong> vernos, <strong>de</strong> ver con<br />
claridad nuestro <strong>de</strong>rredor? El verda<strong>de</strong>ro discípulo es aquel que, en comunión <strong>de</strong> vida con el<br />
Señor –en una relación que une conocimiento y comunión, llega a la adoración y al<br />
agra<strong>de</strong>cimiento. Seremos iluminados en la medida en que le “escuchemos y hagamos lo<br />
que Él nos pida. Ese es el camino <strong>de</strong>l discipulado misionero.<br />
Jesús va al encuentro <strong>de</strong>l ciego ya sanado (9,35-38). Esta es la cumbre <strong>de</strong>l relato. Cuando el<br />
ciego volvió <strong>de</strong> la piscina <strong>de</strong> Siloé, don<strong>de</strong> recuperó la vista, no encontró ya a Jesús. Por<br />
<strong>de</strong>clarar abiertamente quién es Jesús, este pobre hombre fue expulsado <strong>de</strong> su comunidad.<br />
3
Encontrar… El ciego <strong>de</strong> nacimiento queda <strong>de</strong>svalido, sin el apoyo <strong>de</strong> los suyos.. Jesús<br />
entonces, por segunda vez, entra en acción: sale a su encuentro (el texto dice<br />
explícitamente: “encontrándolo” (Jn 9,35). Los dos sostienen un breve pero intenso<br />
diálogo. El terreno se ha venido preparando progresivamente. Vimos que aunque no lo “ve”<br />
físicamente, el que era ciego, ha aprendido a ‘ver en la fe’ y pudo saber quién era Jesús.<br />
‣ ¡Cuántas veces el Señor nos ha salido al encuentro! ¿Qué hemos hecho para aprovechar esos<br />
momentos? ¿Qué ha significado para nosotros su presencia, su persona, su voz?<br />
Reconocer… Jesús se le revela al ciego como el “Hijo <strong>de</strong>l Hombre”. No lo afirma <strong>de</strong> una<br />
vez, sino que lo lleva a <strong>de</strong>scubrirlo, siguiendo su pedagogía, Hace un diálogo que lo hace<br />
darse cuenta quién es y qué le pi<strong>de</strong>: “¿Tú crees en el Hijo <strong>de</strong>l hombre?” (Jn 9,35). Este título<br />
es profundo: ‘El Hijo <strong>de</strong> Dios encarnado’, ‘Aquél que no ha venido a la tierra en el esplendor<br />
<strong>de</strong> la gloria’ (Dn 7,13) sino en la sencillez, como quien está a punto <strong>de</strong> ser exaltado en la<br />
Cruz (Jn 3,14; 6,35; 12,23.34).<br />
‣ La fe nos pi<strong>de</strong> acoger a Jesús porque sabemos quién es y a qué ha venido, siendo la<br />
Luz <strong>de</strong>l mundo y quién se nos revela también hoy, como el que hemos visto, el que habla<br />
con nosotros. ¿Aprovechamos lo que somos para Él y el interés que tiene por cada uno,<br />
su cercanía, su Palabra, por la que se nos hace presente día a día?<br />
Adorar… El ciego afirma que cree en Jesús (Jn 9,38a) –y se postra ante él, con un gesto<br />
<strong>de</strong> respeto y entrega; lo reconoce en su divinidad. Esta postración en el suelo, a los pies <strong>de</strong><br />
Jesús, es el momento culminante <strong>de</strong> este encuentro salvífico. La fe se expresa exteriormente<br />
y el conocimiento se vuelve adoración prolongada. Jesús ha sido para este hombre –que es<br />
nuestro mo<strong>de</strong>lo- ‘la luz’. El ciego recobró la vista inmediatamente, pero la luz <strong>de</strong> la fe fue<br />
gradual: Primero dijo: “no sé quién es” (Jn 9,12); pero <strong>de</strong>spués ya lo reconoce: “es un<br />
profeta” (Jn 9,17), “viene <strong>de</strong> Dios” (Jn 9,33); y por último hace una profesión <strong>de</strong> fe: “Creo,<br />
Señor” (Jn 9,38).<br />
‣ El ciego <strong>de</strong> nacimiento nos invita a abrir los ojos, para seguir al Señor y adorarlo, darle<br />
nuestro ser, postrarnos llenos <strong>de</strong> agra<strong>de</strong>cimiento porque Él es nuestra Luz y con Él<br />
po<strong>de</strong>mos ver a Dios, vivir en su amistad y vencer la oscuridad <strong>de</strong> nuestro pecado.<br />
III. ORAMOS nuestra vida <strong>de</strong>s<strong>de</strong> este texto<br />
Dios Buenos, como el ciego <strong>de</strong> nacimiento necesitamos hacer un<br />
proceso <strong>de</strong> fe para recuperar la vista. Danos la fuerza <strong>de</strong> tu Espíritu<br />
para que <strong>de</strong>mos los pasos necesarios y nos encontremos en esta<br />
Pascua con tu Hijo, Cristo Jesús, y Hermano nuestro. .<br />
Que personal y familiarmente nos <strong>de</strong>jemos iluminar por su palabra, y<br />
<strong>de</strong>mos testimonio con los hechos y palabras <strong>de</strong> quién es Él y qué<br />
quiere <strong>de</strong> nosotros. ¡Cuántos hermanos nuestros estén todavía en la<br />
oscuridad, en la indiferencia, en la confusión! Que todos lleguemos a <strong>de</strong>scubrir cómo actúas<br />
en nuestra vida y como ese hombre, te adoremos y agra<strong>de</strong>zcamos lo que has hecho por<br />
nosotros al regalarnos a tu Verbo Eterno, para que venzamos la oscuridad <strong>de</strong>l pecado. . ¡Así<br />
sea!<br />
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