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HISTORIAS DEL GRANADA <strong>CF</strong><br />
¡ALABÍN, ALABÁN!<br />
POR JOSÉ LUIS RAMOS TORRES<br />
Los componentes de una<br />
peña granadinista rodean<br />
a los once rojiblancos<br />
en los prolegómenos<br />
<strong>del</strong> partido <strong>Granada</strong> 1-0<br />
Hércules, 5 de diciembre<br />
de 1965. Están: Otero<br />
(semi agachado<br />
sosteniendo a un niño),<br />
Barrenechea, Menéndez,<br />
Tosco, Lorenzo y el<br />
portero suplente Emery;<br />
agachados: Santos,<br />
Tinas, Sande, Miguel,<br />
Eloy y Flores. Con<br />
sombrero mejicano<br />
vemos al Diamante<br />
Rubio. Foto cortesía de<br />
Jesús Hurtado Navarrete.<br />
Dicen las crónicas que en este partido el<br />
mejor granadinista fue el jugador número<br />
12, el respetable y soberano público de Los<br />
Cármenes, que en día <strong>del</strong> club llenó el viejo<br />
estadio de la carretera de Jaén y no paró<br />
de animar al once rojiblanco. El propio club<br />
mediante nota oficial agradeció a la afición<br />
días después en la prensa el extraordinario<br />
apoyo recibido. Y si destacado fue el jugador número 12 aún<br />
más lo fue quien se encargó de calentarlo, el Diamante Rubio, a<br />
quien vemos casi en el centro de la foto bajo un gran sombrero<br />
mejicano, con sus inseparables gafas sin cristales y un bigotazo<br />
Luis Gómez<br />
Sánchez se<br />
presentaba a<br />
sus posibles<br />
benefactores<br />
con unas tarjetas<br />
en las que<br />
podía leerse:<br />
‘Diamante Rubio’<br />
pintado al carbón sobre su pétreo rostro.<br />
No se había caracterizado nunca la hinchada<br />
rojiblanca por su excesivo ardor en eso de animar<br />
a los suyos, por eso, en los años sesenta el presidente<br />
José Bailón tuvo la buena idea de contratar<br />
para las grandes ocasiones -como ésta de la<br />
foto- al Diamante Rubio para que desde la banda<br />
arrancara a la afición los ¡alabín, alabán, a la bim<br />
bom bam…!, (coro que, por otra parte, constituía<br />
prácticamente todo el repertorio de cánticos forofos<br />
que por entonces se estilaban) y dirigiera el<br />
orfeón con sus aspavientos y comicidades.<br />
Luis Gómez Sánchez se presentaba a sus posibles benefactores<br />
con unas tarjetas en las que podía leerse: “Diamante Rubio, natural<br />
de Graná, la tierra mía, novillero caído de un cuadro antiguo”,<br />
y también “¡que viva la buena voluntad, que de eso vivimos!”. En<br />
su primera juventud, finales de los 40, había sido novillero cómico<br />
y el apodo le venía por ser pelirrojo y como trasunto chusco de<br />
un torero muy en boga por entonces, el venezolano de color Luis<br />
Sánchez, ‘Diamante Negro’. Andando el tiempo, con su ingenio<br />
y su simpatía (con su “fino humor granadino”, dijo algún periodista),<br />
y con su oficio de predisponer a públicos apáticos a favor<br />
de un determinado torero, el Diamante Rubio llegó a ser muy<br />
conocido y estimado en toda España en los ambientes taurinos,<br />
y cada año recorría las principales ferias (entrando siempre de<br />
gorra, naturalmente) en el desempeño de lo que fue su profesión<br />
-el toque y el sablazo-, con la que se ganó modestamente el pan<br />
hasta su muerte en 2003.<br />
Para enardecer a la torcida rojiblanca y que ésta animara,<br />
aquella plomiza y fría tarde de primeros de diciembre<br />
de 1965 le ayudó el señor que aparece a la izquierda<br />
de la foto empuñando la enseña rojiblanca<br />
con el 12. Y con el aliento incansable de la grada<br />
pudo el <strong>Granada</strong> derrotar 1-0, gol de Miguel de<br />
penalti, al gallito Hércules y seguir de líder incontestable<br />
<strong>del</strong> grupo Sur de Segunda que ocupaban<br />
los nuestros desde hacía tres meses. El partido<br />
resultó poco vistoso y bastante bronco. Hubo un<br />
expulsado por bando y fue una victoria épica en la<br />
que acabamos pidiendo dramáticamente la hora<br />
y jugando con sólo ocho útiles frente a diez, con<br />
Tinas renqueante y de extremo, mientras en el viejo Los Cármenes<br />
cada vez se veía menos (no había iluminación) a causa<br />
de una neblina heladora que se iba levantando conforme caía la<br />
tarde. Con el sabio Jeno Kalmar dirigiendo, en mayo llegaría el<br />
tercer ascenso a Primera de la historia rojiblanca.<br />
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