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U<br />
N<br />
D<br />
A<br />
UNIVERSIDAD NACIONAL<br />
ABIERTA Y A DISTANCIA<br />
COMPETENCIAS COMUNICATIVAS
<strong>Discurso</strong> narrativo<br />
<strong>John</strong> <strong>Villamil</strong><br />
Profesora:<br />
Karina Lucia Torres Puerta<br />
Universidad Nacional Abierta<br />
y a Distancia - UNAD<br />
Competencias Comunicativas -<br />
90003_649<br />
Bogotá D.C.<br />
2017
Qué es un cincel sin una mano, un<br />
lienzo sin una visión, pintura sin un<br />
poco de diversión, la mente sin sentido<br />
del humor, ojos azules sin barbas rojas;<br />
?<br />
quE es un Van sin un Gogh<br />
Una lectura que revive a<br />
un al artista al que su<br />
aura aún no se ha<br />
difuminado<br />
A continuación<br />
Una mirada a una gran ola<br />
que está amenazando al<br />
océano pacífico y las<br />
américas<br />
"<br />
Unos creen que es un paso hacia<br />
el progreso otros observan<br />
"<br />
como sus pies caen destrozados<br />
- Sobre la energía nuclear -
INDICE<br />
El visitante Pag. 5<br />
Resumen Pag. 30<br />
Amenaza<br />
en el<br />
Pacifico<br />
Pag. 32<br />
INDICE
5<br />
El Visitante<br />
De Espejo, Beatriz<br />
Lo esperaba intuyendo que nos cambiaría<br />
la vida a todos. Desde que vino ya nada<br />
es igual. Tome las medidas pertinentes.<br />
Le pedí a mi hija Margueritte permanecer<br />
atenta y que tan pronto repiqueteara la<br />
campanilla abriera y sin dilación lo llevara<br />
hacia mi despacho. Se dejó guiar. En el<br />
recorrido miraba mis muebles heredados y<br />
algunos objetos adquiridos luego múltiples<br />
pesquisas en tiendas de anticuarios. Se fijo, me<br />
dijo, en la alta y austera chimenea típica de<br />
esta región, en la escopeta colgada encima, y<br />
en las vitrinas llenas de tazas y platones.<br />
Incluso se detuvo ante el péndulo del reloj que<br />
marca y seguirá marcando el acompasado<br />
recorrido del tiempo.
Alenté nuestra primera conversación<br />
sorprendiéndome porque a él, que ha mudado<br />
tantos domicilios, le interesaban las chucherías.<br />
Me confesó que incluso conservaba souvenirs<br />
de escaso valor monetario. Le servían para<br />
recordarle sus andanzas, su apego a<br />
determinados establecimientos, etapa de su<br />
desarrollo artístico. Guardaba anuncios de<br />
restoranes, un modesto florerito de Delp donde<br />
ponía ramas o flores para sentirse vivo, un par<br />
de libros como la Fille Elisa de Edmond y<br />
Jules de Goncourt y Le Japon Artistique,<br />
además de otras bagatelas con la cuales<br />
componía naturalezas muertas.<br />
Antes de venir, le pidió a su hermano que le<br />
enviara un rollo de yute para armar bastidores<br />
junto con una buena dotación de oleos. Estaba<br />
desesperado por retomar su labor.
Me sorprendio que un hombre tan poco<br />
exitoso en su carrera tuviera tantos impetus y<br />
tanta determinacion por proseguir; pero desde<br />
luego me reserve esas reflexiones. Los sucesos<br />
posteriores me enseñaron cuan apresuradas<br />
eran. Al crecer de residencia fija, siguiendo<br />
diciendo, solo traía con sigo baratijas,<br />
entrañables sin que supiera la razón, un<br />
pandero conla imagen de una campesina<br />
romana, un cuadro de fondo dorado destacando<br />
a dos geishas que le quitaban el sueño porque<br />
jamas tuvo ninguna geisha, una copita de<br />
vidrio.<br />
Me lo habían descrito y sin embargo me<br />
sorprendieron, su ceño duro y el tono de su voz<br />
de pronto subia como si una excitación<br />
incontrolable lo obligara a demostrar un<br />
temperamento oscilante entre alegría<br />
inmotivada y hondas depresiones.<br />
7
Me traspasaban las flechas azules de sus ojos.<br />
Su cabello rojizo y sus barbas y cejas hirsutas y<br />
rojas eran su rasgo más característico. En estos<br />
rumbos no es fácil hallar a un pelirrojo<br />
auténtico ni tampoco ese tipo de piel<br />
transparente, más pálida aún por su fallida y<br />
angustiosa estancia en el asilo de Saint-Rémyde-provence,<br />
donde tuvo gravísimos<br />
problemas. Se notaba un unas ojeras que le<br />
llegaban al cachete. Sin embargo parecía<br />
dispuesto a olvidar esos últimos contratiempo,<br />
contento de establecerse en el mediodía de<br />
Francia. No me atreví a fijarme demasiado en<br />
la oreja mutilada. Temí herirlo aún más. Mi<br />
experiencia con los melancólicos crónicos me<br />
ha demostrado su exagerada susceptibilidad.<br />
Vestía chaleco abrochado hasta el último botón<br />
ajuego con el traje gris y en desacuerdo con<br />
una camisa sin cuello ni corbata. Sus facciones<br />
demostraban algo intenso y reservado
9
que intentaba disimular como avergonzado de<br />
pertenecerse demasiado a si mismo y<br />
permanecer preso de su destino. Se suavizo<br />
cuando estrechó mi mano. Sonreía con sonrisa<br />
austera. Dijo que quería hacerme un retrato y<br />
casi disculpándose debido quizás al escaso<br />
valor de sus obras y a la nula estima en que las<br />
tiene el publico, me extendió una carta de<br />
presentación firmada por Theo. El gesto<br />
resultaba innecesario pues fue ese hermano<br />
suyo quien lo puso en contacto conmigo.<br />
Su urgencia por retratarme me ruborizo.<br />
Comprendí que le comentaron con sorna mi<br />
vanidad al servir de modelo y mi supuesta<br />
emulación de Alfred Buyas, con quien dicho<br />
sea de paso sólo he hablado telefónicamente<br />
tres veces. Lo admiro por ser mecenas de<br />
Gustave Courbet, lo cual le ganó fama y<br />
fortuna.<br />
10
11<br />
¡Claro! Yo sólo solo soy un aficionado. Nunca<br />
dispondré del dinero que tiene Alfred ni de su<br />
juicio para patrocinar a un pintor renombrado y<br />
pagarle su producción más sobresaliente. Me<br />
conformo con los que vienen hasta este refugio<br />
de Auvers-sur Oise, aunque su clima benigno<br />
no salvo a mi mujer tuberculosa. Sirve, al<br />
menos eso creí hasta el dia de hoy, para<br />
proporcionar tranquilidad a mis amigos y<br />
pacientes víctimas de la angustia que sin duda<br />
les producen uno imposible anhelos de<br />
conseguir obras de arte dignas de Dios. Lo sé.<br />
La mayoría de mis colegas me consideran<br />
ególatra y banal por relacionarme desde joven<br />
con músicos, actores y artistas. Buscaron mis<br />
servicios desde que me recibí con un estudio<br />
sobre la melancolía. Era sólo el testimonio de<br />
un joven interesado en las perturbaciones<br />
mentales. A partir de entonces varios enfermos<br />
me pagan consultas con obras.
Animaron mis veleidades de coleccionista<br />
pobretón y de galeno encantado de verse en un<br />
lienzo o en una escultura. a cambio escucho<br />
todos sus problemas, casis siempre motivado<br />
por el ejercicio de profesiones harto difíciles.<br />
Procuro comprenderlos, aconsejarlos hasta<br />
donde alcanzan mis conocimientos porque el<br />
espíritu de esos seres frágiles será siempre<br />
siempre un abismo a cuyo borde me detengo<br />
asustado. Reconozco esa incompetencia para<br />
vivir que acabo de confirmar. Pero yo hubiera<br />
querido pertenecer a la raza de loco, aun que<br />
afrontara errores y padecimiento, De vez en<br />
cuando me atrevo, cargo caballete y pinceles y<br />
dibujo vista del pueblo. Mis pobre resultados<br />
me devuelven el juicio y no insisto demasiado<br />
en una tarea que demanda facultades naturales.<br />
12
13
Cuando él tocó a mi puerta pensé que<br />
debería clavar su paleta en una alvayara sobre<br />
la pared como si fuera una mariposa traspasa<br />
por un alfiler, que debería dejar de<br />
martirizarme persiguiendo falacias. La<br />
gentileza del anfitrión y del doctor me impidió<br />
ser sincero. Además me lo impidió su mirada<br />
poderosa y desvalida que desentrañaba mis<br />
pensamientos. Me escrutaba como si necesitara<br />
convencerse de que lo atendería a cambio del<br />
retrato. Sentí ganas de abrazarlo, una<br />
compasión fraterna. Le aseguré que no<br />
necesitaba ningún pago y que antes de su<br />
llegada me había conformado con prestarle<br />
gratis mis servicios profesionales. Respondió<br />
con un gesto caracteristico de su vehemencia.<br />
Quiso desatar bultos y poner manos a la obra<br />
desempacando utensilios de trabajo. Me<br />
conmovió. No corría prisa de nada y, aparte,<br />
podía quedarse y hasta comer en mi casa si le
esultaba conveniente. Propuse que recuperar<br />
fuerzas después del viaje con un vaso de<br />
nuestro vino arlesiano. Prefirió algún cuarto<br />
modesto que le permitiera mayor libertad y<br />
pidió una cerveza holandesa, aunque yo no la<br />
tendría. Creí que bromeaba y nos conformamos<br />
con el vino.<br />
Desde que lo vio imitando a un caracol con<br />
su equipaje a cuestas, Margueritte simpatizo<br />
con él. Se había quedado cerca del cuarto y sin<br />
pedirselo trajo una jarra y dos caos. Por<br />
primera vez bebimos bajo mi techo, junto a<br />
este escrito, con las ventanas abierta para<br />
refrescarnos del calor primaveral en ese 20 de<br />
mayo que nunca olvidar. Hablamos de<br />
conocido mutuos, artistas que consiguen<br />
mayores logros; sin embargo no los envidiaba,<br />
Con el mismo ímpetu que había demostrado al<br />
querer retratarme, yo lleve nuestro diálogo<br />
hacia las causas de su angustia.<br />
15
Un ademán de sus dedos abiertos atajo mi<br />
acometida. Dijo que para su confesión general<br />
tampoco había prisa, que apenas cobrara<br />
confianza desenrollaba la inmensa lista de sus<br />
desventuras y comenzó a interrogarme como si<br />
quisiera saber con quién trataba. El vino me<br />
suelta la lengua. No insistió mucho. Le conté<br />
que había nacido de una familia acomodada en<br />
el norte. Me fui para estudiar en Montpellier.<br />
Allí trate de aliviar a CHarles Méryon con<br />
aguas termales y curas homeopáticas y<br />
eléctricas. Le asegure que pagué de mi bolsa de<br />
tela el retrato colgado en el vestíbulo. Me<br />
mereció de ser aceptado por el Salón de la<br />
academia y lo hizo Armand Gautier, mi<br />
compañero escolar. Me escuchaba silencioso.<br />
su interés le acentuaba la arruga del entrecejo,<br />
Procuraba concentrarse. Ahora no puedo<br />
explicar mi emociones ni cómo sin darme<br />
cuenta me convertí en su paciente<br />
16
17
sin que él fuera el mío. Sucedió desde el<br />
principio. Continúe conversando por el placer<br />
de reconstruir mi juventud, momentos felices<br />
de mis primeros avances profesionales cuando<br />
cobraba cinco francos la consulta en mi<br />
departamento de la rue Faubotg Saint-Denis.<br />
Se lo comente llevado por un catara nostálgica<br />
y sin ánimo de fijar precios, Su reacción fue<br />
inmediata. Dijo que si no era suficiente con el<br />
retrato haría otras para comprarme. Le asegure<br />
que con el retrato bastaba. Advertí una<br />
sensación profunda de fracaso cuando sus<br />
mano inútiles. Desconcertado, pise otros<br />
terrenos. Le pregunté si le gustaban los dibujos<br />
de Pissarro que mandé enmarcar y un par de<br />
bodegones que Cézanne pintó durante su<br />
estancia en Auvers, Propuso que eran muy<br />
bellos y que tanto Pissarro como Cézanne le<br />
parecían grandes tipos; pero sus palabras<br />
18
no revelaban una admiración profunda como se<br />
esperaría de un hombre incapaz de despertar<br />
otros reconocimiento, aparte de los que le<br />
despertaban su hermano y unos cuantos<br />
colegas que pretendían ayudarlo.<br />
Era un inconforme, un minero terco<br />
extrayendo de sí mismo la pepita de oro. Lo<br />
supe. Pensé entonces que debía animarlo y me<br />
ofrecí para vender sus obras. Preguntó si sería<br />
posible y su pregunta revelaba un súbito interés<br />
que a los pocos segundo se convirtió en<br />
incredulidad. Después avive nuestra<br />
conversación con nuevos temas. Se mantenía<br />
muy callado y no muy parlanchín. Pude<br />
adentrarme en los vericuetos de su alma y<br />
ahora no tendré ya esa oportunidad. ¡Eso me<br />
agobia! Le conté como gracias a mis amigos<br />
me puse en contacto con Monet y que escribí<br />
bajo seudónimo una reseña sobre un cuadro<br />
Renoir.<br />
19
Mantuvo su cara de palo, Quise animarlo con<br />
bromas que no le causaban gracia y le dije que<br />
los chefs pasteleros, a los ebanistas y a los<br />
médicos incapaces de concebir nada<br />
verdaderamente valioso no tocaba ensalzar a<br />
los artistas. Lastima, me contesto que no he<br />
tropezado con negociantes interesados por mi.<br />
Ya tropezó usted con un homeópata, querido<br />
amigo, le aseguré. Luego no se me ocurrieron<br />
más frases amables, salvo el obligado exhortó<br />
a iniciar nuestro tratamiento.<br />
Cuando nos despedimos le pregunté sobre<br />
su estado de salud, Se sentía en perfectas<br />
condiciones. Sus crisis habían pasado y su<br />
estancia en el asilo de Saint Rémy había sido<br />
provechosa; pero estaba cansado de vivir en el<br />
sur y entre perturbados. Por eso vino a<br />
buscarme. Me dijo que su hermano acababa de<br />
tener un hijo a quien le puso su nombre y que<br />
lo visitarían pronto.<br />
20
21
La mera idea le daba mucha felicidad. Por<br />
supuesto vendrán, lo alente, y a usted le<br />
recomiendo pintar. Ésa será su terapia. Pinte y<br />
olvídese del mundo. Para usted solo debe<br />
contar su oficio. Lo zapateros hacen zapatos<br />
¿no? Pues los pintores plasman sus visiones.<br />
Me contaron que el año pasado exhibió usted<br />
dibujos en el salón de los Independientes y que<br />
no hace poco expuso diez cuadros en alguna<br />
parte ¿verdad? Aceptó con un movimiento de<br />
cabeza resignado o impaciente. Aparte, aqui no<br />
estará preso, querido amigo, Podrá ir y venir a<br />
su antojo. Suba ese ánimo inmediatamente. Se<br />
lo prescribo. Le recomendé una pensión<br />
cercana, aunque en este pueblo todo qued cerca<br />
y reitere mi invitaciones. Las puertas de mi<br />
casa permanecerán abiertas cuantas veces<br />
quisiera. Echo otra vez sus cosas sobre el<br />
hombre y se fue dejándome sensaciones<br />
desconocidas, presentimientos de que algo<br />
2
terrible y sobrecogedor se aproximaba.<br />
Tomó mis consejo. Se hospedó con<br />
Adelaida Ravounx y se entregó a su obra con<br />
desesperación, como si nadara a<br />
contracorriente en un río tumultuoso. Jamás<br />
conocí a nadie que braceara con tales ímpetus.<br />
Bajaba hasta las oscuridades submarinas de su<br />
alma y subía al aire abierto, Se zambullía en su<br />
destino impulsado por una fuerza germinada<br />
desde el fondo de sus entrañas, desde la<br />
pobreza y frustración que había sentido y visto<br />
en los demás. Casi cualquier cosa lo impulsaba<br />
a trazar líneas duras que se corresponden unas<br />
a otras o a imprimir dedazos feroces, texturas<br />
gruesas, empastes gordos. Unas semana<br />
después de su llegada un cuadro suyo convirtió<br />
mi jardín en una selva de aloes y cipreses<br />
inclinado hacia el lado izquierdo; el cielo<br />
ennegrecido aparece lejos. En realidad son<br />
unas cuantas yucas y algunas<br />
23
varas escuálidas. A Margueritte la pinto<br />
sentada al piano y en medio de un escenario<br />
japonés, entre rosas blancas, una claridad<br />
maravillosa se desprende de las raíces<br />
perfumadas, se difumina y embarga todo con<br />
una especie de aura. El florero de Delph<br />
cumplió su cometido adornado con amapolas y<br />
anémonas sobre una mesa cubierta por un<br />
mantel rojo. Pinto niños de rostros amargos<br />
paisajes en pleno vuelo desprendido del<br />
mundo. Sí, señor inspector, no creo que miento<br />
ni intente decirme lo que otros me dicen: ¡Ah,<br />
doctor Gachet, usted y sus exageraciones!<br />
Crealo, él lograba que todas las cosas se<br />
despegaran del suelo para entrar a lo<br />
desconocido. Pinto cinco vacas, acacias o<br />
frambuesas florecidas, girasoles que hipnotizan<br />
a las abejas. Y me entraba sus lienzos sin que<br />
yo se los pidiera. Quería pagar por adelantado<br />
el precio de su salud. Animado por las furias<br />
hacia las versiones de<br />
4
cuanto se le ponía en frente. Gastaba su<br />
material como cartuchos de pólvora, como si la<br />
vida le quemara en las manos. El yute que trajo<br />
se le terminó pronto y tuvo que solicitar nuevos<br />
envíos. Y, tonto de mi, olvide mis recelos e<br />
imagine que esa euforia demostraba la<br />
productividad del hombre satisfecho consigo<br />
mismo y que el ambiente y el cariño que le<br />
demostramos lo tranquilizaban.<br />
Cuando al principio de junio me enseñó lo<br />
que había hecho con nuestra, se me cortó la<br />
respiración y caí rendido ante el inusitado<br />
espectaculo. Mire, señor inspector, yo puedo<br />
ser un vanidoso como dicen mis detractores y<br />
hasta mis hijos; soy un médico inservible que<br />
mientras viva se reprochara su ineficacia; sin<br />
embargo tengo ojos para mirar y aveces miro.<br />
25
Las manzanas y las peras de Cézanne producen<br />
el sutil escalofrío que produce rozar un cristal;<br />
pero él consiguió que la iglesia de Auvers, a la<br />
que he acudido por años, también volará, sus<br />
muros se convulsionan por temblor de tierra,<br />
sis vitrales amenazan con estallar, sus caminos<br />
se retuercen y Adelaida Ravoux los recorre<br />
despreocupada. Ni siquiera la alarma una<br />
tormenta al acecho conjugando la paz y la<br />
guerra, la calma provinciana y las congojas del<br />
espíritu, lo evidente y lo soterrado. Cuando me<br />
la enseño, presentí que me pone zancadillas.<br />
Me veía interrogante, atisbaba mi reacciones,<br />
me reprochaba sin palabras mi nula elocuencia.<br />
Dijo que ese cuadro no debía exhibirse lejos de<br />
su propia atmósfera. Escuché como si recibiera<br />
una orden.<br />
Y ansioso espere mi retrato. Aparezco<br />
apoyándome en el brazo derecho, tocado por<br />
una gorra blanca, medido en una chaqueta<br />
26
azul marino.<br />
Tras la máscara desencantada de nuestro<br />
tiempo, escondí la satisfacción que me causaba<br />
posar nuevamente. Le gustaron mis<br />
simulaciones y enardecido hizo una copia con<br />
alguna variantes; escribió cartas dirigidas a su<br />
hermano en París, dibujó. Para sus grabado<br />
utilizaba una pequeña prensa que guardo en un<br />
descan. Y me engaño con su efervescencia, el<br />
ritmo que salía de su pincel y embargaba su<br />
persona. O al revés. Lo juzgue contento.<br />
Incluso se reía a carcajadas durante nuestras<br />
platicas. Pláticas, sí, señor inspector, porque en<br />
lugar de escucharlo yo hablaba y hoy quisiera<br />
llorar a gritos. Apenas logra conocerlo. Sólo le<br />
recetaba pintas, pintas y pintar. Supuse que<br />
había alcanzado la calma entregándose a su<br />
vocación de tal manera. Soy un imbécil<br />
calificado de imbécil, por sus iguales. Pensé<br />
que lo divertían mis tontas anécdotas.<br />
27
y en este momento me doy topes de carnero.<br />
Me desprecio. Ya no hay remedio, Ha ocurrido<br />
lo peor. Adelaida lo velo sin moverse de su<br />
lado y Margueritte está inconsolable. Hace tres<br />
días escuche ruidos en la sala de mi casa.<br />
Intente averiguar lo que pasaba. Di voces sin<br />
que nadie contestara. Me asomé a la ventana<br />
del segundo piso. Alcancé a verlo tomando las<br />
ondulaciones de un sendero, cargaba sus cosas.<br />
Vi su cabeza roja reverberando bajo el sol.<br />
Creo que buscaba un paisaje para ponerse a<br />
trabajar como lo había hecho otras veces. Le<br />
grite pero no me escucho. Al poco rato oí el<br />
disparo de mi vieja escopeta.<br />
8
Resumen:<br />
El Visitante, de Espejo Beatriz, nos cuenta la<br />
historia de un hombre caucásico, pelirrojo y al que<br />
por aras de causalidad termino con una sola oreja.<br />
Este extraño visitante llega a la vida del Dr. Gachet,<br />
el cual le da sus servicios psiquiátricos gratis al ver la<br />
singularidad de su nuevo paciente y su manera de<br />
llevar la realidad al lienzo.<br />
0
SEIS AÑOS DESPUÉS<br />
Seis Años Depues<br />
El accidente nuclear en Fukushima hace ya<br />
seis años, fue una de las mayores<br />
catástrofes de la historia contemporánea y<br />
aún no ha cesado. La contaminación<br />
ambiental es tan exagerada que la<br />
radiación está por golpear, aún más, las<br />
costas de Norteamérica.<br />
32
U<br />
N<br />
D<br />
A<br />
UNIVERSIDAD NACIONAL<br />
ABIERTA Y A DISTANCIA<br />
COMPETENCIAS COMUNICATIVAS