38-41 olimpiadas especiales_Maquetación 1 (1)
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Solidaridad<br />
Mucho<br />
mas que<br />
deporte<br />
Olimpiadas Especiales<br />
Argentina trabaja para lograr<br />
la inclusión social de niños y<br />
adultos con discapacidad<br />
intelectual. Más de 20 000<br />
atletas, en 19 provincias, participan<br />
de sus actividades de<br />
manera gratuita. Compartimos<br />
un día de entrenamiento junto<br />
a sus protagonistas.<br />
Joaquín se<br />
luce en el partido<br />
de fútbol. En los<br />
entrenamientos<br />
conoció a sus<br />
mejores amigos.<br />
E<br />
n Floresta, el día está<br />
gris, frío y con niebla.<br />
Además, es sábado<br />
y temprano. Se ven<br />
unos pocos valientes,<br />
emponchados, paseando<br />
a sus perros. A<br />
Joaquín, Santiago,<br />
Ezequiel, Juan Carlos, Lucas, Marcos,<br />
Federico e Ignacio no les importa el clima<br />
ni el horario. Ellos llegan corriendo,<br />
entre risas y sonrisas; entusiasmados<br />
buscan a sus profes, en una cancha de<br />
básquet que, también, hace de cancha de<br />
fútbol los días de lluvia. Como cada sábado<br />
abrazan a Javier Zurzolo, Nicolás<br />
Cortese y Juan Ignacio Chiarenza, sus<br />
entrenadores de Olimpiadas Especiales<br />
Argentina, una asociación civil sin fines<br />
de lucro que facilita la inclusión social<br />
de niños y adultos con discapacidad intelectual<br />
por medio del deporte.<br />
Los atletas se ponen sus pecheras y, así,<br />
arranca la práctica de básquetbol. Hacen<br />
dos filas y alternan lanzamientos<br />
simples, dobles y triples. Cuando alguno<br />
encesta, todos aplauden y festejan y no<br />
faltan las comparaciones con Ginobili.<br />
Ellos quieren parecerse a sus ídolos deportivos.<br />
Nombran a Scola, Nocioni y a<br />
otros atletas de la NBA. Aunque su de-<br />
seo más profundo es ser valorados por<br />
sus capacidades, virtudes, personalidades,<br />
todo lo que los constituye como<br />
personas, más allá de su discapacidad<br />
intelectual. En esa cancha, no hay rótulos,<br />
etiquetas, diagnósticos ni prejuicios.<br />
Para sus profes ellos son iguales y se les<br />
exige, y enseña como a cualquier atleta.<br />
“Acá los chicos son uno más. Eso es Olimpiadas<br />
Especiales”, define Gustavo Arari,<br />
papá de Federico, quien arrancó a jugar<br />
Tu vuelto<br />
transforma vidas<br />
Fundación Carrefour y Olimpiadas Especiales<br />
Argentina se unieron para<br />
promover el desarrollo de niños y<br />
adultos con discapacidad intelectual<br />
por medio del deporte.<br />
¡Hoy vos también podés formar parte!<br />
¿Cómo? Donando el redondeo de tu<br />
vuelto a Olimpiadas Especiales. Fundación<br />
Carrefour, a su vez, se compromete<br />
a igualar tu donación. Así,<br />
juntos, podemos ayudar mucho más.<br />
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Dar y recibir<br />
a los 11 años y hoy ya tiene 17. “No hay<br />
muchas actividades para ellos, es difícil<br />
que vayan a una plaza y puedan jugar<br />
un partido con los demás chicos. Acá tienen<br />
un lugar de pertenencia. Además del<br />
deporte, organizamos programas, festejamos<br />
los cumpleaños. Todas las mañanas<br />
es una guerra despertarlo, pero los<br />
sábados, que sabe que viene acá, se levanta<br />
feliz a las 8.30. A veces, de acá nos<br />
vamos con los papás a comer una hamburguesa<br />
y para ellos eso es muy importante,<br />
ya que no tienen muchos amigos o<br />
muchas oportunidades para compartir<br />
vivencias con otros chicos”. Para este padre,<br />
como para el resto que acompañan,<br />
supervisan, llevan y traen a los chicos<br />
en todas sus actividades, este lugar implica<br />
un encuentro con otras personas<br />
que atraviesan su misma historia.<br />
“Nadie tiene que explicar nada, ya sabemos<br />
lo que vive cada padre. Y, en el deporte,<br />
los alcances y logros son increíbles.<br />
Formar parte de un equipo ayuda mucho<br />
a los chicos en su desarrollo personal. Se<br />
conocen, saben cómo jugar entre ellos y<br />
se ayudan. Saben quién necesita más<br />
tiempo con la pelota, se esperan. Ellos<br />
acá se sienten importantes y valorados.”<br />
María Rosa, la mamá de Joaquín (24) se<br />
une a la charla y remarca la importancia<br />
Federico junto<br />
a su querido<br />
entrenador y amigo,<br />
Javier Zurzolo. Cada<br />
sábado, juegan al<br />
fútbol y la<br />
básquet.<br />
de la labor de los entrenadores y el amor<br />
con el que trabajan. “Tenemos tres profesores<br />
que son lo más. No marcan diferencias<br />
y los miran como personas, les hablan<br />
de igual a igual. Valoran sus capacidades<br />
y los ven desde lo que pueden y no<br />
desde lo que no pueden. Para los chicos<br />
significan todo. Con ellos hablan cosas<br />
que con los padres no hablan”, describe y<br />
prosigue: “Eso para Joaquín y para el resto<br />
de los chicos es muy importante. Venimos<br />
de pasar muchas cosas con nuestros<br />
hijos, de muchas puertas que se nos cierran.<br />
Es una sociedad que rotula y excluye<br />
prejuzgando a quien es diferente. No<br />
se necesita estudiar grandes cosas para<br />
incluir a estos chicos. Se trata de respetarlos,<br />
interesarse en ellos, valorarlos.<br />
Como el resto de las personas, sufren, se<br />
frustran. Se dan cuenta de las cosas. Hay<br />
que entender que son iguales a todos”.<br />
Cambio de pelota<br />
Luego de un mini break donde se comparten<br />
jugos y galletitas, los atletas se<br />
preparan para la segunda actividad. Los<br />
“Hace 5 años que trabajo en Olimpiadas<br />
Especiales, todos los sábados.<br />
Estaba estudiando Educación Física,<br />
un profe me invitó a venir y me<br />
superenganché. Lo que más me<br />
gusta es el amor que recibo de los<br />
chicos y sentir que con lo que hago<br />
les puedo aportar calidad de vida.<br />
Más allá de lo deportivo, lo más importante<br />
es que la pasen bien y que<br />
se vayan con una sonrisa”. Nicolás<br />
Cortese, entrenador.<br />
chicos están transpirados, pero sobran<br />
energías para arrancar la práctica de<br />
fútbol. Algunos de los padres se calzan<br />
las zapatillas y entran a la cancha para<br />
participar del juego junto con sus hijos.<br />
Javier, quien trabaja en Olimpiadas desde<br />
1996, es uno de los entrenadores que<br />
pone el cuerpo, y, sobre todo el corazón,<br />
para que estos chicos puedan desarrollarse,<br />
mejorar su calidad de vida y sentirse<br />
queridos. Lo lleva en la sangre.<br />
Cuando habla de su trabajo y de sus<br />
atletas se emociona, a cada rato. Los<br />
siente su familia, los besa, los abraza, los<br />
alienta y les pone límites cuando es necesario.<br />
“Mis alumnos tienen capacidades<br />
que los hacen únicos con respecto a<br />
otros. No me importa el nombre de su<br />
discapacidad, acá son Joaquín, Juani, Fede,<br />
Facu… acá viene la persona. Después<br />
vemos cómo nos adaptamos a la realidad<br />
de cada uno. El progreso que hicieron estos<br />
atletas es impresionante, de no poder<br />
manejar una pelota, de no poder jugar<br />
con otro, pasaron a entenderse y a jugar<br />
en equipo”.<br />
Ya desde los 13 años, Javier trabajaba<br />
como voluntario con chicos con capacidades<br />
diferentes. Hoy es el coordinador<br />
del programa de Olimpiadas en la Ciudad<br />
de Buenos Aires. Guarda muchísi-<br />
mas anécdotas e historias que lo marcaron<br />
a fuego. “El primer atleta que me demostró<br />
que no hay que dejarse llevar por<br />
las apariencias y en el que encontré un<br />
deportista increíble, tenía síndrome de<br />
down. Me tocó ser su entrenador en un<br />
juego mundial y lo acompañé en ese proceso.<br />
Verlo recibir una medalla es algo<br />
que llevo en el corazón. Hay que entender<br />
que el que tenemos al lado es un<br />
igual, más allá de sus rasgos. Ellos son<br />
capaces de muchísimas cosas”. Y recuerda<br />
otra anécdota en un viaje que le tocó<br />
hacer a Barcelona con un equipo de futsal.<br />
“Los chicos llegaron, arrasaron y ganaron<br />
todo. A la noche, uno de ellos contaba<br />
emocionado que quería llevarle la<br />
medalla a su mamá. Estas cosas te llenan<br />
el alma. Acá crecemos todos como personas,<br />
tanto ellos como nosotros; es una retroalimentación<br />
permanente”.<br />
Joaquín se acerca a su entrenador y se<br />
sienta a su lado. Vestido de arriba a abajo<br />
con los colores de Boca Juniors, cuenta<br />
que lo que más le gusta del programa<br />
es estar con sus amigos. Durante la semana,<br />
se comunica con ellos y con sus<br />
profes por WhatsApp. Así se van contando<br />
su día a día. De lunes a viernes, va<br />
una escuela especial donde aprende cocina,<br />
panadería y cerámica. ¿Cuál es su<br />
sueño? El joven responde: “Me gustaría<br />
trabajar en una empresa y, en lo referido<br />
al deportivo, ir a la NBA. Acá vino un jugador<br />
de la NBA, Luis Scola, y me dijo:<br />
‘vení a jugar conmigo’ y me firmó la camiseta<br />
y la pechera”.<br />
El resto de los compañeros terminó de<br />
jugar, y todos se acercaron al entrenador<br />
para saludarlo. Empieza otra vez la<br />
ronda de abrazos, sonrisas y chistes<br />
mientras prometen hablarse durante la<br />
semana. En esta fiesta de cada sábado, el<br />
deporte es solo una excusa.<br />
Por María Alvarado<br />
Fotos: Julieta Saavedra<br />
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