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38-41 olimpiadas especiales_Maquetación 1 (1)

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Dar y recibir<br />

a los 11 años y hoy ya tiene 17. “No hay<br />

muchas actividades para ellos, es difícil<br />

que vayan a una plaza y puedan jugar<br />

un partido con los demás chicos. Acá tienen<br />

un lugar de pertenencia. Además del<br />

deporte, organizamos programas, festejamos<br />

los cumpleaños. Todas las mañanas<br />

es una guerra despertarlo, pero los<br />

sábados, que sabe que viene acá, se levanta<br />

feliz a las 8.30. A veces, de acá nos<br />

vamos con los papás a comer una hamburguesa<br />

y para ellos eso es muy importante,<br />

ya que no tienen muchos amigos o<br />

muchas oportunidades para compartir<br />

vivencias con otros chicos”. Para este padre,<br />

como para el resto que acompañan,<br />

supervisan, llevan y traen a los chicos<br />

en todas sus actividades, este lugar implica<br />

un encuentro con otras personas<br />

que atraviesan su misma historia.<br />

“Nadie tiene que explicar nada, ya sabemos<br />

lo que vive cada padre. Y, en el deporte,<br />

los alcances y logros son increíbles.<br />

Formar parte de un equipo ayuda mucho<br />

a los chicos en su desarrollo personal. Se<br />

conocen, saben cómo jugar entre ellos y<br />

se ayudan. Saben quién necesita más<br />

tiempo con la pelota, se esperan. Ellos<br />

acá se sienten importantes y valorados.”<br />

María Rosa, la mamá de Joaquín (24) se<br />

une a la charla y remarca la importancia<br />

Federico junto<br />

a su querido<br />

entrenador y amigo,<br />

Javier Zurzolo. Cada<br />

sábado, juegan al<br />

fútbol y la<br />

básquet.<br />

de la labor de los entrenadores y el amor<br />

con el que trabajan. “Tenemos tres profesores<br />

que son lo más. No marcan diferencias<br />

y los miran como personas, les hablan<br />

de igual a igual. Valoran sus capacidades<br />

y los ven desde lo que pueden y no<br />

desde lo que no pueden. Para los chicos<br />

significan todo. Con ellos hablan cosas<br />

que con los padres no hablan”, describe y<br />

prosigue: “Eso para Joaquín y para el resto<br />

de los chicos es muy importante. Venimos<br />

de pasar muchas cosas con nuestros<br />

hijos, de muchas puertas que se nos cierran.<br />

Es una sociedad que rotula y excluye<br />

prejuzgando a quien es diferente. No<br />

se necesita estudiar grandes cosas para<br />

incluir a estos chicos. Se trata de respetarlos,<br />

interesarse en ellos, valorarlos.<br />

Como el resto de las personas, sufren, se<br />

frustran. Se dan cuenta de las cosas. Hay<br />

que entender que son iguales a todos”.<br />

Cambio de pelota<br />

Luego de un mini break donde se comparten<br />

jugos y galletitas, los atletas se<br />

preparan para la segunda actividad. Los<br />

“Hace 5 años que trabajo en Olimpiadas<br />

Especiales, todos los sábados.<br />

Estaba estudiando Educación Física,<br />

un profe me invitó a venir y me<br />

superenganché. Lo que más me<br />

gusta es el amor que recibo de los<br />

chicos y sentir que con lo que hago<br />

les puedo aportar calidad de vida.<br />

Más allá de lo deportivo, lo más importante<br />

es que la pasen bien y que<br />

se vayan con una sonrisa”. Nicolás<br />

Cortese, entrenador.<br />

chicos están transpirados, pero sobran<br />

energías para arrancar la práctica de<br />

fútbol. Algunos de los padres se calzan<br />

las zapatillas y entran a la cancha para<br />

participar del juego junto con sus hijos.<br />

Javier, quien trabaja en Olimpiadas desde<br />

1996, es uno de los entrenadores que<br />

pone el cuerpo, y, sobre todo el corazón,<br />

para que estos chicos puedan desarrollarse,<br />

mejorar su calidad de vida y sentirse<br />

queridos. Lo lleva en la sangre.<br />

Cuando habla de su trabajo y de sus<br />

atletas se emociona, a cada rato. Los<br />

siente su familia, los besa, los abraza, los<br />

alienta y les pone límites cuando es necesario.<br />

“Mis alumnos tienen capacidades<br />

que los hacen únicos con respecto a<br />

otros. No me importa el nombre de su<br />

discapacidad, acá son Joaquín, Juani, Fede,<br />

Facu… acá viene la persona. Después<br />

vemos cómo nos adaptamos a la realidad<br />

de cada uno. El progreso que hicieron estos<br />

atletas es impresionante, de no poder<br />

manejar una pelota, de no poder jugar<br />

con otro, pasaron a entenderse y a jugar<br />

en equipo”.<br />

Ya desde los 13 años, Javier trabajaba<br />

como voluntario con chicos con capacidades<br />

diferentes. Hoy es el coordinador<br />

del programa de Olimpiadas en la Ciudad<br />

de Buenos Aires. Guarda muchísi-<br />

mas anécdotas e historias que lo marcaron<br />

a fuego. “El primer atleta que me demostró<br />

que no hay que dejarse llevar por<br />

las apariencias y en el que encontré un<br />

deportista increíble, tenía síndrome de<br />

down. Me tocó ser su entrenador en un<br />

juego mundial y lo acompañé en ese proceso.<br />

Verlo recibir una medalla es algo<br />

que llevo en el corazón. Hay que entender<br />

que el que tenemos al lado es un<br />

igual, más allá de sus rasgos. Ellos son<br />

capaces de muchísimas cosas”. Y recuerda<br />

otra anécdota en un viaje que le tocó<br />

hacer a Barcelona con un equipo de futsal.<br />

“Los chicos llegaron, arrasaron y ganaron<br />

todo. A la noche, uno de ellos contaba<br />

emocionado que quería llevarle la<br />

medalla a su mamá. Estas cosas te llenan<br />

el alma. Acá crecemos todos como personas,<br />

tanto ellos como nosotros; es una retroalimentación<br />

permanente”.<br />

Joaquín se acerca a su entrenador y se<br />

sienta a su lado. Vestido de arriba a abajo<br />

con los colores de Boca Juniors, cuenta<br />

que lo que más le gusta del programa<br />

es estar con sus amigos. Durante la semana,<br />

se comunica con ellos y con sus<br />

profes por WhatsApp. Así se van contando<br />

su día a día. De lunes a viernes, va<br />

una escuela especial donde aprende cocina,<br />

panadería y cerámica. ¿Cuál es su<br />

sueño? El joven responde: “Me gustaría<br />

trabajar en una empresa y, en lo referido<br />

al deportivo, ir a la NBA. Acá vino un jugador<br />

de la NBA, Luis Scola, y me dijo:<br />

‘vení a jugar conmigo’ y me firmó la camiseta<br />

y la pechera”.<br />

El resto de los compañeros terminó de<br />

jugar, y todos se acercaron al entrenador<br />

para saludarlo. Empieza otra vez la<br />

ronda de abrazos, sonrisas y chistes<br />

mientras prometen hablarse durante la<br />

semana. En esta fiesta de cada sábado, el<br />

deporte es solo una excusa.<br />

Por María Alvarado<br />

Fotos: Julieta Saavedra<br />

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