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Cada cabeza es un mundo<br />
Dr. Giovanni Bojanini<br />
Giovanni Bojanini es médico dermatólogo<br />
Alopecia cicatrizal<br />
Desde Holanda<br />
Dianeth Pérez Arreola*<br />
arreola4@hotmail.com<br />
¿En qué me he convertido?<br />
La autora es egresada del Máster en Comunicación Periodística,<br />
licenciada en Ciencias de la Comunicación UABC, ex reportera en<br />
Tijuana, actualmente vive en Leiden (Países Bajos)<br />
En esta ocasión hablaré de un<br />
tema que es frecuente en consultorio,<br />
la alopecia cicatrizal el<br />
cual pertenece a un grupo heterogéneo<br />
de enfermedades raras que destruyen<br />
o dañan el folículo piloso de forma localizada<br />
y progresiva sustituyendo partes<br />
sanas por tejido cicatrizal, evidenciando la<br />
pérdida permanente del cabello.<br />
Los síntomas son muy inespecíficos y<br />
puede estar acompañada de dolor severo<br />
y ardor. En los casos que la pérdida de cabello<br />
sea gradual, sin síntomas, puede pasar<br />
desapercibida durante mucho tiempo.<br />
Técnicamente la inflamación es la que<br />
destruye el folículo y se encuentra por debajo<br />
de la piel, generalmente no hay cicatriz<br />
visible en el cuero cabelludo de forma inicial<br />
sino a través de un periodo de tiempo.<br />
Las alopecias cicatrizales se clasifican<br />
en primarias y secundarias. Las primarias<br />
son aquellas en la que el folículo es<br />
el objetivo de un proceso inflamatorio<br />
destructivo. En alopecias cicatrizales<br />
secundarias, la destrucción del folículo<br />
piloso es debida a un incidente o lesión<br />
externa, como traumas, infecciones graves,<br />
quemaduras, radiación o tumores.<br />
La causa de las alopecias cicatrizales<br />
que no tienen que ver con una lesión externa<br />
son poco conocidas. Sin embargo,<br />
todas las alopecias cicatrizales implican<br />
la inflamación de la parte superior del<br />
folículo, donde se encuentran las células<br />
madre y la glándula sebácea. Si las<br />
células madre y la glándula sebácea se<br />
destruyen, entonces no hay posibilidad<br />
de regeneración del folículo piloso y el<br />
resultados es la pérdida de pelo permanente.<br />
Puede ocurrir tanto en hombres<br />
como en mujeres de todas las edades sin<br />
distinción alguna aunque no se suele ver<br />
en los niños a menos que sea traumática.<br />
Para poder confirmar el diagnóstico<br />
es necesario hacer una biopsia del cuero<br />
cabelludo, los resultados de la biopsia<br />
indicarán el tipo y cantidad de inflamación<br />
presente, la ubicación, así como<br />
otros cambios en el cuero cabelludo. La<br />
evaluación clínica es también importante<br />
y debe ser realizada por el especialista.<br />
Los síntomas como la comezón,<br />
ardor, dolor o sensibilidad suele indicar<br />
algún tipo de actividad. Así como los<br />
signos de inflamación que incluyen enrojecimiento,<br />
descamación y pústulas.<br />
Sin embargo, en algunos casos activos<br />
se presentan pocos síntomas o signos y<br />
solo la biopsia demuestra la inflamación.<br />
Una de las principales preguntas de mis<br />
pacientes con este tipo de alopecia es si<br />
el cabello volverá a crecer normalmente.<br />
Desgraciadamente, el pelo no volverá<br />
a crecer una vez que el folículo ha sido<br />
destruido. Sin embargo, puede ser posible<br />
tratar la inflamación en los folículos<br />
circundantes antes de que sean destruidos,<br />
y por esta razón es importante comenzar<br />
el tratamiento tópico con lociones<br />
y shampoos recomendadas por un<br />
profesional en materia, tan pronto como<br />
sea posible para controlar el proceso inflamatorio.<br />
En caso de ser necesario, se pueden optar<br />
por soluciones como el microinjerto<br />
capilar. Si tienes o conoces a alguien que<br />
tenga esta enfermedad no dude en recomendar<br />
la visita a su especialista para<br />
darle pronta solución.<br />
Hace unos días iba en mi vehículo<br />
deportivo de tres plazas (léase<br />
bicicleta con dos asientitos)<br />
cuando vi que un par de hombres<br />
platicaban tranquilamente sobre el<br />
carril bici. Supuse que se moverían pronto,<br />
así que seguí como si nada. Ya muy cerca<br />
de ellos, dije “ja, hello” y saltaron a la banqueta.<br />
Yo me sorprendí al oírme decir eso,<br />
pues si algo odio de algunos -mejor dicho,<br />
algunas- holandesas, es el uso del “hello”.<br />
Esta palabra nunca es usada como saludo,<br />
sino como una forma de decir “idiota, estás<br />
haciendo algo mal”.<br />
Afortunadamente los casi atropellados<br />
eran también “allochtonen” (originarios<br />
de otro país), posiblemente turcos, y se<br />
deshacían en sonrisas para disculparse.<br />
Yo pude devolverles la sonrisa a tiempo.<br />
Si hubieran sido holandeses me hubieran<br />
echado una mirada de pistola.<br />
Todo el que quiere la nacionalidad holandesa<br />
debe tomar el “inburgeringcursus”, o<br />
curso de integración. De hecho, el primer<br />
examen consiste en poder decir inburgeringscursus.<br />
En dicho curso se explica<br />
cómo funciona el gobierno, la monarquía,<br />
las máquinas expendedoras de billetes de<br />
tren y el idioma, por supuesto. Pero hay<br />
cosas que solo los años de vivir en este país<br />
pueden enseñar, como:<br />
• Manejar una bicicleta con dos criaturas<br />
y las bolsas del mandado, mientras llueve<br />
y se habla por celular, usando falda.<br />
•No poder vivir sin una agenda donde se<br />
planifica todo –de verdad, todo- y no deja<br />
lugar a la espontaneidad. Las visitas inesperadas<br />
son de mala educación.<br />
•El tráfico es un problema que a todos<br />
pone de malas, así que para colaborar<br />
con el humor nacional hay que aprender<br />
un par de insultos. Ante un ciclista lento<br />
se puede decir algo como “mijn oma fietst<br />
sneller”, (mi abuela pedalea más rápido) y<br />
para cruce de peatones “de koeien in India<br />
oversteken sneller” (las vacas en la India<br />
cruzan más rápido).<br />
•A la hora de ir a algún mostrador de servicio<br />
al cliente hay que ir armada de paciencia.<br />
Aquí el cliente nunca tiene la razón,<br />
y aunque en todas partes por ley hay<br />
cambios y devoluciones, esto no sucede<br />
sin una discusión de por medio. La amabilidad<br />
solo alarga el proceso, nunca decir<br />
“por favor” es esencial.<br />
•No hay mejor escuela de drama que las<br />
visitas al médico. En un país donde conseguir<br />
drogas es más fácil que conseguir<br />
antibióticos, hay que hacerla de tos para<br />
lograr el resultado deseado. Aquí todo se<br />
cura con paracetamol y descanso, desde<br />
dolor de cabeza hasta cáncer. Para llegar<br />
a un medicamento de verdad (todo<br />
requiere de receta) hay que ir al médico<br />
mínimo tres veces con la misma queja subiendo<br />
de tono.<br />
Sin duda sí he cambiado desde que vivo<br />
aquí, pero (quiero pensar que) sigo siendo<br />
en esencia yo. Juré y logré mantener mi<br />
hablado norteño tras vivir un año en Madrid,<br />
pues era odioso pensar que podía sufrir<br />
el síndrome de Paulina Rubio. Siempre<br />
fue un halago escuchar “sigues hablando<br />
igual” tras mi aventura española, lo mismo<br />
ahora cuando me dicen “sigues siendo<br />
la misma”. Aunque claro, todos cambiamos<br />
a través de los años, pero... bueno, ustedes<br />
entienden.<br />
Cristal de roca<br />
Cecilia Lavalle<br />
cecilialavalle@hotmail.com<br />
Una niña feliz<br />
“¿Qué querías ser cuando<br />
eras niña?”, me pregunta<br />
una sobrina mientras busca<br />
en su tableta electrónica un<br />
juego que me quiere enseñar.<br />
Viajo, entonces, varias décadas<br />
atrás y recuerdo. A su edad yo jugaba<br />
a ser maestra.<br />
Recuerdo que sentaba, a los<br />
pies de mi cama, a mis muñecas<br />
y a cuanta fauna de peluche<br />
poesía. Colocaba al frente un<br />
pequeño pizarrón que mi abuela<br />
me había regalado y, desde la<br />
Periodista y feminista en Q. Roo, México, e integrante<br />
de la Red Internacional de Periodistas con Visión de<br />
Género. Cimacnoticias<br />
altura que me proporcionaban<br />
unas zapatillas de plástico rojo,<br />
daba mi clase a mis imperturbables<br />
estudiantes.<br />
Sí, yo quería ser maestra. También<br />
quería ser grande.<br />
Me parecía que las personas<br />
grandes tenían una libertad que<br />
a mí me parecía fantástica. Podían<br />
ir y venir a su antojo. Podían<br />
decidir. Podían…<br />
Y ahora que lo recuerdo, la primera<br />
vez que me sentí “grande”<br />
fue el día que puse un pie en la<br />
Universidad. Cierro los ojos y<br />
puedo mirarme, en pantalón de<br />
mezclilla, tenis, con un par de libretas<br />
en la mano, parada frente<br />
a la explanada universitaria, sintiéndome<br />
absolutamente libre.<br />
Detengo mis recuerdos. De<br />
pronto caigo en la cuenta que ya<br />
soy mi anhelo. Soy grande.<br />
Soy una mujer privilegiada, sin<br />
duda. Y eso no deja de tener cierto<br />
sabor amargo.<br />
Hoy veo a muchas niñas en serios<br />
problemas. Algunas sobreviviendo<br />
en medio de una guerra.<br />
Algunas sobreviviendo mientras<br />
defienden su derecho a estudiar.<br />
Algunas sobreviviendo mientras<br />
escapan de un matrimonio pactado.<br />
Algunas sobreviviendo a<br />
distintas violencias.<br />
Algunas que a su corta edad<br />
hablan de cirugías estéticas. Algunas<br />
que van tras un ideal de<br />
belleza rígido y siempre inalcanzable.<br />
Algunas que anhelan<br />
ganar concursos de belleza. Algunas<br />
que quieren estar en pasarelas<br />
con cuerpos esqueléticos.<br />
Mi sobrina quita de su tableta el<br />
dedo que movía con la maestría<br />
de una directora de orquesta, y<br />
fija la mirada en mis ojos esperando<br />
mi respuesta.<br />
Le digo que quería ser maestra.<br />
Y entonces me lleva a su cuarto<br />
y me enseña su pizarrón. Le digo<br />
que también quería ser grande.<br />
“¿De este tamaño?”, me pregunta<br />
y estira sus brazos como queriendo<br />
alcanzar el techo.<br />
Le digo que quería aprender<br />
a leer. Y me enseña uno de sus<br />
cuentos.<br />
Le digo que quería ser libre. Entonces<br />
se detiene frente a mí y me<br />
mira a los ojos. “¿Qué es eso?”,<br />
pregunta. Es hacer lo que deseas<br />
–contesto–, hacer lo que te parezca<br />
valioso.<br />
Mira un momento a su derredor<br />
y me dice: “Entonces yo ya soy”.<br />
La abrazo y pienso en lo mucho<br />
que tenemos que trabajar<br />
aún para que todas las niñas del<br />
mundo puedan decir eso.<br />
La abrazo y pienso en las muchas<br />
niñas que hoy tienen las<br />
condiciones para sentirse libres.<br />
La abrazo y me siento una niña<br />
feliz. Y eso no deja de tener un<br />
cierto sabor triste, por las muchas<br />
que hoy no lo son.<br />
20 Opinión jueves 01 de mayo 2014 INFOBAJA.INFO