BALANCE
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REVISTA<br />
<strong>BALANCE</strong><br />
DISEÑO<br />
EL PLUS DEL<br />
MEDIO AMBIENTE<br />
PROBLEMAS DEL<br />
AIRE EN BOGOTÁ,<br />
LOS VIVIMOS Y LOS<br />
IGNORAMOS DÍA A DÍA<br />
SIEMBRA,<br />
¿UNA ANALOGÍA<br />
DE GUERRA?<br />
DERIVAR<br />
EN ESTADO<br />
DE ALERTA<br />
CONSUMISMO UNA<br />
OPORTUNIDAD<br />
DE CAMBIO<br />
CONCIENCIA AMBIENTAL,<br />
UN TEMA IMPLÍCITO EN EL<br />
DISEÑO INDUSTRIAL
Universidad Nacional de Colombia. Sede Bogotá. Facultad de Artes. Escuela de<br />
Diseño Industrial. Diseño para la Sostenibilidad. Sandra Burbano. Mayo, 2017<br />
Alejandro Alméciga<br />
Juan Camilo Laverde<br />
Daniela Sánchez<br />
Edición por Juan Camilo Laverde
DISEÑo<br />
el plus del medio ambiente<br />
El medio<br />
ambiente y las ideas<br />
ecológicas se han convertido en el pan<br />
de cada día de nuestra sociedad y nuestra<br />
cultura. Los impactos generados<br />
por malas conductas y falta de prevención<br />
en diversas actividades, tanto<br />
cotidianas como industriales, nos<br />
llevan a un punto en el que es indispensable<br />
avanzar desde cualquier rama del<br />
desarrollo ignorando la sostenibilidad,<br />
el reciclaje, la reutilización, el manejo<br />
consiente de los residuos y demás.<br />
Ahora, es el momento en el que todas<br />
las disciplinas, de una u otra forma, se<br />
ponen al servicio del planeta para<br />
reducir, mimetizar, optimizar y contrarrestar<br />
las decisiones del pasado y velar<br />
por un mejor entorno para todos.<br />
Las artes juegan un papel determinante<br />
en las acciones relacionadas con el<br />
comportamiento y la<br />
cultura<br />
de los ciudadanos.<br />
Pues se dice comúnmente<br />
que de ellas es que se nutre el alma<br />
de las personas. Diferentes ideas, reflexiones,<br />
pensamientos e influencias se pueden<br />
generar de las innumerables muestras de<br />
arte. Entre ellas encontramos disciplinas<br />
enfocadas diversamente, pero cabe resaltar<br />
en este contexto algunas que están<br />
relacionadas más cercanamente con el<br />
desarrollo de productos y servicios que se<br />
mueven en campos de la industria, el mercadeo,<br />
la economía, entre otros. Es allí en<br />
donde se generan gran cantidad de actividades<br />
que impactan de cierto modo el<br />
medio ambiente.<br />
Es responsabilidad de los profesionales de<br />
dichas áreas como el diseño industrial el<br />
ofrecer a la sociedad respuestas que no<br />
solo beneficien las necesidades o requerimientos<br />
de los usuarios, sino que en<br />
conjunto funcionen<br />
con los<br />
ciclos y procesos<br />
naturales del ambiente.<br />
Es por ello que ahora vemos inmerso en<br />
los procesos de diseño las fases de investigación<br />
en materiales, exploración de<br />
procesos eco amigables, la reducción de<br />
emisiones y residuos. Se han convertido<br />
en parte fundamental de los procesos<br />
tanto de producción, como de distribución<br />
y comercialización.<br />
Dentro de una ética profesional, se debe<br />
tener presente todo lo anteriormente<br />
mencionado ya que además de ser un<br />
aporte a la nueva generación en pro del<br />
planeta, es un plus en un curriculum<br />
laboral. Las prácticas medio ambientales<br />
son ahora un aditamento que posiciona a<br />
los diseñadores y demás profesionales en<br />
un alto rango. Sumado a eso, los resultados<br />
proyectuales del diseño se ven e<br />
reflejados y destacan sobre el<br />
resto.
Siembra,<br />
¿una analogía de guerra?<br />
Daniela Sánchez Buitrago<br />
A lo largo de los años, hemos sido testigos del avance y de<br />
la consolidación de la agricultura industrial en el mundo.<br />
Este modelo de agricultura, caracterizado por una elevada<br />
dependencia de insumos externos, lejos de ofrecer seguridad<br />
alimentaria a la humanidad, ha distorsionado el panorama<br />
productivo rural, amanzanado la conservación de<br />
los recursos naturales, el bienestar de las especies y la<br />
prosperidad social.<br />
Y es que el traslado de un concepto tan sagrado<br />
como la comida y la nutrición a la comodidad<br />
de un monopolio, está estrechamente vinculado<br />
al siguiente principio de mercantilismo moderno:<br />
“un artículo que no se desgaste es un desastre<br />
para los negocios” (Dannoritzer, 2011). Así, el<br />
caso de la alimentación se convertirá en una variante<br />
más de la denominada obsolescencia<br />
programada.<br />
Pues bien, para explicar lo anterior hay que hablar<br />
desde la postura más cuestionable del capitalismo<br />
industrial. Bajo estos términos, la agricultura<br />
representaba simplemente una línea de mercado<br />
que había subsistido ya demasiado tiempo al<br />
margen de las dinámicas de consumo mundiales<br />
(Primavesi, 2010). Luego, el papel de<br />
la privatización y la usurpación de la mediana<br />
autonomía que habían ganado cultivadores<br />
alrededor del mundo, era una oportunidad de<br />
negocio que no solo consiguió implementar<br />
una gama de productos innecesarios y nocivos<br />
al sistema natural, sino que consiguieron<br />
sentar una dependencia diseñándolos para<br />
tener un periodo limitado de vida (particularmente<br />
las semillas transgénicas). Al respecto,<br />
son muchos los que coinciden en pensar que<br />
uno de los últimos objetivos de este tipo de<br />
intervención sea la preocupación por atender<br />
alguna suerte de favor nutricional a nivel mundial<br />
o regional. Entonces, a condición de qué<br />
circunstancia fue posible que un fenómeno de<br />
estas características tuviera cabida.<br />
Para comprender la situación, hay que remontarse<br />
al siglo pasado, más concretamente al<br />
periodo en que el mundo cursaba la segunda<br />
guerra mundial. Para el momento, grandes<br />
industrias de químicos habían logrado crecer<br />
significativamente sus ganancias a partir de la<br />
creación de sustancias que, por su rápida<br />
propagación, dieran el mayor número de<br />
muertes sin grandes esfuerzos. Casos como<br />
el gas mostaza se volverían obsoletos en el
momento que la guerra acabara, y el vacío financiero<br />
sería preocupante (Schmeiser, 2010). La<br />
solución que se resolvió entonces dio como<br />
resultado la creación de productos como pesticidas<br />
y herbicidas, que a su vez fundamentaron La<br />
Revolución Verde. Esta denominación es usada<br />
internacionalmente para describir el importante<br />
incremento de la productividad agrícola y por<br />
tanto de alimentos entre 1960 y 1980 en Estados<br />
Unidos, y extendida después por numerosos<br />
países (Ceccon, 2008).<br />
El origen de esta propuesta, que mereció para<br />
Norman Ernest Borlaug en 1970 el Premio Nobel<br />
de Paz (Isaaa, 2009), ha sido altamente cuestionado<br />
por los diferentes efectos que hoy día se<br />
han manifestado y denunciado. La introducción<br />
del la agricultura moderna, como ya la conocen<br />
numerosos sectores del mundo, significo transformar<br />
las formas de cultivo a baños químicos<br />
para la conservación de semillas híbridas<br />
impuestas globalmente (estas como resultado<br />
de un desarrollo vertiginoso de la ingeniería<br />
genética). En conjunto, ambas condiciones generaron<br />
deliberadamente una serie consecutiva de<br />
dilemas y estragos éticos que cruzan las dimensiones<br />
productivas, sociales, económicas y<br />
ambientales. A costa de una “nueva e innovadora”<br />
participación del sector agroquímico a través<br />
de fertilizantes, herbicidas y pesticidas (en realidad<br />
aplicaciones alternativas de tóxicos empleados<br />
en la guerra), se defendió la bandera de una<br />
prosperidad agrícola que solventara la hambruna<br />
mundial. Sin embargo, la supuesta vitalidad que<br />
se debía obtener a partir de estos productos en<br />
los cultivos era ilusoria, y aun más cuando se<br />
acompañaba por semillas de origen transgénico<br />
que anulaba la tradición milenaria de seleccionar<br />
y compartir un recurso que le pertenece a todos<br />
(Schmeiser, 2010).<br />
”<br />
A este ultimo respecto conviene rescatar el<br />
hecho histórico que respaldo legalmente la inauguración<br />
de esta era productiva de transgénicos<br />
en el campo agrícola. Por decisión de La Oficina<br />
de Marcas y Patentes de Estados Unidos, en<br />
1980 se permitió incluir como objeto de propiedad<br />
intelectual a microorganismos y procesos<br />
microbacterianos (Shiva, 2001). Desde la mirada<br />
ética, este proyecto creo una controversia rápidamente<br />
mitigada, dando paso a una serie de consecuencias<br />
preocupantes. A grandes rasgos, se<br />
definió lo que se puede llamar un “nuevo marco<br />
legal para la agricultura”. Ese marco legal se constituye<br />
en tres líneas. Por un parte se encuentran<br />
Du Pont y Syngenta como fuente de gestión<br />
tecnológica para el establecimiento de manipulación<br />
genética.<br />
Luego, este material pasa a manos de<br />
Monsanto para la producción de semillas<br />
GMO (genetically modified organism) que<br />
finalmente están obligadas a cuidarse con<br />
productos químicos de los cuales corporaciones<br />
como Bayer y BASF , y la misma<br />
Monsanto, son responsables (Schmeiser,<br />
2010).<br />
La situación ha cobrado características tan<br />
difusas que han quedado fuera del alcance<br />
de la soberanía de los estados, razón por la<br />
que diversos pueblos han llegaron a la<br />
pregunta: ¿es justo respetar esta clase de<br />
imposiciones que atentan contra varios de<br />
los derechos más elementales del hombre,<br />
o es admisible sentar algo parecido a una<br />
desobediencia civil no violenta como sinónimos<br />
de solidaridad con las comunidades y<br />
la reconstrucción del valor para luchar<br />
contra la agroindustria?<br />
En todo caso, lo cierto es que un creciente<br />
número de grupos, especialmente de<br />
pequeña escala, se unen por decisión o sin<br />
ella a estos modos de producción que, finalmente,<br />
los adentra a un mercado internacional<br />
impredecible. Hablo en este punto de<br />
la sombra financiera y crediticia que toman<br />
lugar y se apropian, desde la privatización<br />
de la semilla, de todo el sistema de alimentos.<br />
Esta motivación llega a tornarse tan<br />
agresiva, que activistas ambientales como<br />
Vandana Shiva se refieren a ella como la<br />
Economía Suicida. Por desgracia esta no es<br />
una denominación metafórica para definir<br />
la angustia que atraviesan estas personas.<br />
Según cifras del 2015, en los últimos 20<br />
años se han registrado en India la muerte de<br />
300.000 campesinos, la mayoría de ellos<br />
paradójicamente lo han hecho por ingesta<br />
de herbicidas y pesticidas (Pandya-Wagh,<br />
2015).<br />
¿es justo respetar esta clase de imposiciones<br />
que atentan contra varios<br />
de los derechos más elementales del<br />
hombre, o es admisible sentar algo<br />
parecido a una desobediencia civil no<br />
violenta como sinónimos de solidaridad<br />
con las comunidades y la reconstrucción<br />
del valor para luchar contra la<br />
agroindustria?
“<br />
Sencillamente la capacidad de deuda de este<br />
sector es insorteable, no solo por los gastos<br />
adicionales que la Revolución Verde y la falta de<br />
soberanía de los pueblos sobre sus recursos ha<br />
desatado, sino por la desventaja elemental que<br />
define a todos los territorios del tercer mundo,<br />
donde necesariamente hay que adicionar los<br />
gastos de importación desde los países pioneros<br />
en estas tecnologías que nos han vuelto<br />
entes profundamente dependientes.<br />
Consideremos ahora los colectivos que se han<br />
aislado de estos esquemas y han conseguido<br />
mantener sistemas de cultivo tradicionales, ya<br />
sea por una decisión consciente o por el<br />
aislamiento que les ha impedido entrar en contacto<br />
con estas dinámicas. Quienes dominan el<br />
aparato agroindustrial podrían decir que se trata<br />
de un sector rezagado, pobre, si se quiere. Pero<br />
como sucede en muchas otras tergiversaciones<br />
humanas, todo se trata de definiciones y<br />
perspectivas (así como la ley no es siempre<br />
sinónimos de verdad o justicia). En palabras de<br />
Dominique Guillete, fundador de Kokopelli<br />
(proyecto de banco de semillas solidario), la<br />
nueva pobreza de aquellos que defienden un<br />
modelo monopolizado, está en la perdida de<br />
reproducir la cultura de la vida y su diversidad<br />
(Primavesi, 2010). Y aunque hasta cierto punto<br />
todos somos ya victimas de esta circunstancia,<br />
la riqueza restante la disfrutarán aquellos que<br />
defiendan un sistema descentralizado de<br />
alimentación y de su germen. Adicionalmente, y<br />
nuevamente en contradicción al sueño productivo<br />
de la agroindustria, la agricultura tradicional<br />
es actualmente responsable del 70% de la<br />
alimentación segura y nutritiva nacional, con el<br />
agregado de emplear menos agua, extensión de<br />
tierras y recursos (Schmeiser, 2010)<br />
”<br />
El siguiente aspecto viene a ser entonces qué<br />
intento de desarrollo se desea perseguir. ¿Se<br />
quiere perpetuar un derecho a la alimentación,<br />
de mercado donde la incorporación de elementos<br />
propios del proceso industrial de producción<br />
de mercancías se instauren al proceso productivo<br />
de alimentos a costa de todas sus consecuencias?<br />
(es decir, generación de exterla<br />
nueva pobreza de aquellos que defienden<br />
un modelo monopolizado, está en la<br />
perdida de reproducir la cultura de la vida y<br />
su diversidad<br />
nalidades negativas, transformación atípica<br />
del ambiente, concentración de la tierra,<br />
afectación de los derechos económicos,<br />
sociales y culturales de poblaciones altamente<br />
vulnerables como las mujeres y los<br />
habitantes de áreas rurales). Si esto merece<br />
una negativa, comprender las debilidades<br />
que hacen de las formas tradicionales de<br />
cultivo una práctica cada vez más extraviada,<br />
es un asunto fundamental.<br />
Para ilustrar mejor el tema, la exposición de<br />
esta cuestión implicará estrechamente el<br />
panorama nacional y sus experiencias, no<br />
solo desde un plano mediático y apenas<br />
referencial, sino desde la colección de<br />
narraciones que de seguro acompaña a<br />
muchos al tener alguna clase de nexo, al<br />
menos de ascendencia familiar, con el campesinado<br />
del país. Pues bien, desde<br />
pequeña me sorprendió la sabiduría de figuras<br />
como mi abuelo en su posición de campesino.<br />
Aquí no me refiero a una limitación<br />
necesaria por esta condición, sino a las<br />
innegables dificultades para escapar de<br />
ellas en el entorno ruralque se impone en<br />
Colombia. Él, Secundino Buitrago, fue un<br />
hombre que rápidamente comprendió el<br />
valor del respeto de las dinámicas que naturalmente<br />
el entorno manifiesta. No obstante,<br />
conocía que una de las amenazas más<br />
grandes para impulsar y difundir estas<br />
condiciones, y así compartir un bien común,<br />
estaba en la desorientación de sus portavoces,<br />
de sus pares.<br />
Aunque gran parte de su vida fue iletrado,<br />
decidió que la dignificación del campesino<br />
en su acceso a la educación, la salud, a los<br />
servicios básicos y a la cultura, era una<br />
necesidad prioritaria. Por ello, en la vereda<br />
El Charco, en las cercanías a Chiquinquirá,<br />
genero grupos que procuraran la prosperidad<br />
de las vías, la electricidad, etc, para<br />
finalmente atender sus recursos como<br />
bosques y fuentes hídricas. Asimismo,<br />
incentivo la introducción de centros educativos,<br />
tanto para jóvenes como para adultos,<br />
dejando en sus hijos la oportunidad de<br />
acceder a una formación apropiada, y<br />
particularmente priorizando la oportunidad<br />
que habrían de tener sus hijas. Sin embargo,<br />
la introducción progresiva de amenazas<br />
para el campo frustraron muchas de sus<br />
aspiraciones. Puntualmente, y este es un<br />
primer punto, el tema de la migración de la<br />
población rural hacía las urbes, ya sea
“<br />
puede decirse que mi abuelo se enfrentaba<br />
a la declaración de una agricultura<br />
en forma de guerra, donde los pesticidas<br />
eran la extensión lógica de armas<br />
químicas y los tractores, de tanques que<br />
”<br />
desangraban sus suelo.<br />
por estragos<br />
”<br />
de violencia o por falta de<br />
garantías de vida, fue uno de los primeros debilitamientos<br />
del agro. Indiscutiblemente hay que<br />
aclarar que el sueño de ir a la ciudad no es malo.<br />
Lo es en la medida que sugiere un escape por<br />
falta de condiciones dignas que, por su parte, se<br />
esperan encontrar en las urbes. En ultima<br />
instancia, inútiles fueron muchos de sus intentos<br />
por instaurar el imaginario de un campo<br />
prospero y meritorio como elección de vida.<br />
Aun más difícil iba a convertirse esta posibilidad<br />
en el momento que los agroquímicos surgeron.<br />
Como muchos de los testimonios que configuraron<br />
la primera parte de este artículo, el caso de<br />
mi abuelo no se libro de experiencias como<br />
decaimiento del vigor en sus cultivos, deterioro<br />
del entorno y la perdida de su autosuficiencia.<br />
En perspectiva, puede decirse que mi abuelo se<br />
enfrentaba a la declaración de una agricultura<br />
en forma de guerra, donde los pesticidas eran la<br />
extensión lógica de armas químicas y los tractores,<br />
de tanques que abrian y erocionaban sus<br />
suelos.<br />
Definitivamente, la fundación de recursos<br />
fósiles tanto en fertilizantes, como en combustibles<br />
e invernaderos, fue una condicionante<br />
implícita en la situación que desvió la sabiduría<br />
ancestral a causes inaceptables para el ambiente<br />
y la salud humana. En este punto las cifras<br />
no son muy favorables pues, finalmente, las<br />
manifestaciones de la crisis alimentaria tienden<br />
a empeorar si continúan las políticas que privilegian<br />
un paradigma agroalimentario movido por<br />
intereses petroleros de la industria. El absurdo<br />
continua al punto que los únicos productos<br />
altamente difundidos, protegidos y lucrativos<br />
nacional y mundialmente, son los<br />
responsables de el ultimo imperfecto de la<br />
cadena: la crisis por índices de obesidad.<br />
Los problemas anteriormente definidos<br />
pueden extenderse a un panorama mundial<br />
que debilita sustancialmente las posibilidades<br />
de defender formas tradicionales de<br />
agricultura. Sin embargo, estos cambios<br />
son una herencia que nos incumbe a todos,<br />
y como tal, el problema se eleva a un asunto<br />
democrático. Enseguida, no es difícil inferir<br />
que la reflexión final que construí, difícilmente<br />
se limita a una expectativa estrictamente<br />
ambiental. De hecho, llegue a entrar<br />
al cuestionamiento sobre qué nivel de<br />
impacto derivaría una jurisdicción ambiental<br />
en muchos de los asuntos de interés<br />
público. Y es que muchas veces el carácter<br />
medioambiental se ve subestimado o relegado<br />
únicamente a una serie de temáticas,<br />
sin considerar sus reales alcances. Para el<br />
caso de este artículo, si cada uno de los<br />
asuntos desarrollados dentro de este<br />
exposición hubieran recibido un examen<br />
desde su viabilidad ambiental, los efectos<br />
hubieran condicionado una compensación<br />
social. Allí, como un principio de ciclos<br />
cerrados, ningún desecho, ni material ni<br />
humano, tienen cabida en el sistema.<br />
Ahora, esta idea no es nueva, y bastan<br />
como muestra múltiples estrategias esparcidas<br />
mundialmente en las que exigir<br />
garantías
por una soberanía y seguridad alimentaria,<br />
no significa negar un comercio internacional,<br />
ni tampoco violentar la justicia social<br />
(Ordoñez, 2013). En realidad, se busca<br />
definir la opción de formulas y políticas<br />
comerciales que mejor sirvan a los derechos<br />
de la población, para disponer de métodos<br />
y productos alimentarios inocuos,<br />
nutritivos y ecológicamente sustentables<br />
(Vivas, 2011). Mencionando algunas brevemente,<br />
cabe destacar los cultivos agro-salvo-pastorales<br />
en África, los campos<br />
dinámicos, los bancos de semillas “ilegales”<br />
(como Kokopelli en Francia y Navdaja en<br />
India), pasando por la incentivación<br />
socio-ambiental de la agricultura familiar,<br />
hasta llegar al movimiento de autonomía<br />
campesina y restablecimiento de su identidad<br />
(Cerreau, 2010).<br />
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Vivas, E. (2011), Soberanía alimentaria:<br />
agricultura, alimentación en nuestras<br />
manos, Bilbao, Manu Robles- Arangiz<br />
Intitutua.
PROBLEMAS DEL AIRE EN BOGOTÁ,<br />
LOS VIVIMOS Y LOS IGNORAMOS DÍA A DÍA.<br />
Como uno de los recursos más importantes<br />
y con el cual tenemos un contacto<br />
directo, el aire es un elemento que está<br />
presente a lo largo de nuestras vidas. Está<br />
relacionado con nuestro proceso vital de<br />
respiración, y por lo tanto, se asocia a<br />
nuestra salud. Y así como afecta nuestra<br />
cotidianidad, lo hace en la de los demás<br />
seres vivos que se encuentran en los<br />
diferentes ecosistemas.<br />
Las problemáticas<br />
relacionadas a las<br />
dinámicas del aire en<br />
nuestra sociedad y en<br />
nuestro entorno medio<br />
ambiental reúnen temas<br />
como la contaminación<br />
sonora, la radiación UV,<br />
los cambios en los<br />
niveles de Ozono en la<br />
atmosfera,<br />
la densidad de metales<br />
pesados y el smog.<br />
Muchos de estos<br />
aspectos son consecuencia<br />
de un problema<br />
sociocultural y falta de<br />
claridad, así como de<br />
conciencia, sobre los<br />
impactos respectivos a<br />
estos temas.<br />
Cuando nos referimos a la contaminación<br />
sonora en Bogotá, por ejemplo, hablamos de un<br />
sesenta porciento de emisiones sonoras producidas<br />
por el tráfico de la ciudad, la construcción y el<br />
transporte aéreo. Mientras que el porcentaje<br />
restante corresponde a las aglomeraciones y a la<br />
industria.<br />
Sin embargo, todas las anteriores, en su<br />
respectiva proporción, causan en los individuos<br />
pérdida de la audición, dolores de cabeza,<br />
problemas cardiovasculares, estrés, agresividad e<br />
insomnio.<br />
Por otra parte, la radiación UV en la ciudad ha<br />
venido creciendo con el tiempo debido a la<br />
disminución en los porcentajes de ozono en<br />
nuestra atmosfera, el cual actúa como una barrera<br />
ante dichos rayos. Hacia el año 2011, los niveles<br />
del gas se hallaban en 6,5ppm. Cinco años<br />
después, estos presentaban una baja del diecinueve<br />
porciento, ubicándose en 5,3ppm.<br />
Esta disminución trae efectos en el en bienestar<br />
de los habitantes que pueden ir desde quemaduras<br />
en diferentes escalas hasta cáncer de piel o<br />
enfermedades relacionadas.<br />
En cuanto a la presencia de Smog y metales<br />
pesados en el aire, uno de los problemas tal vez<br />
más conocidos por los bogotanos, ha venido<br />
presentando una disminución en su proporción,<br />
aunque aún sigue siendo un problema grave<br />
puesto que el material particulado respirable en la<br />
ciudad está por encima de los niveles permitidos,<br />
con un PM10 anual.<br />
Ello, genera impactos en la salud de las<br />
personas que pueden ser más comunes y<br />
recurrentes que los anteriormente nombrados,<br />
como signos oculares, tos con o sin flema y dolor<br />
de garganta, por ello se presume que es este<br />
aspecto uno de los que más se tiene en cuenta en<br />
las consideraciones frente a las problemáticas del<br />
aire en la ciudad. Causante de un aproximado de<br />
seis mil muertes al año en todo el territorio<br />
nacional.<br />
Juan Camilo Laverde Sarmiento<br />
Diseño para la Sostenibilidad
¿Què soluciones existen?<br />
“La mayoría de las fuentes de contaminación<br />
del aire exterior están más allá del control de las<br />
personas, y requieren medidas por parte de las<br />
ciudades, así como de las instancias normativas<br />
nacionales e internacionales en sectores tales<br />
como transporte, gestión de residuos energéticos,<br />
construcción y agricultura.”<br />
A todo esto, se le suma un problema cultural en<br />
el que no se le presta atención a estas principales<br />
fuentes de asuntos relacionados con el aire, bien<br />
sea desde contextos domésticos, locales o<br />
industriales. Generalmente, se justifica esta falta<br />
de interés, por carecer información sobre cómo<br />
actuar al respecto siendo el aire algo tan cercano<br />
a nosotros pero a la vez algo tan ambiguo en su<br />
cuidado.<br />
Como lo afirma la OMS, muchas de las<br />
decisiones importantes sobre el medio ambiente,<br />
están en manos de entidades nacionales e<br />
internacionales que suelen alejar un poco a las<br />
personas de distintos proyectos que, a fin de<br />
cuentas nos competen a todos.<br />
Sin embargo, hay pequeñas y medianas<br />
acciones que pueden contribuir al cuidado del<br />
entorno y los ecosistemas en una escala menos,<br />
que nos involucra a todos en el cambio.<br />
Empezando por el tema del transporte, las<br />
personas deberían contemplar la adopción de<br />
métodos alternos de movilización, evitando los<br />
vehículos motorizados y frecuentando los medios<br />
masivos de transporte público. Así como priorizar<br />
el uso de la bicicleta y/o las sendas peatonales<br />
siempre que se pueda. También, se debe tener un<br />
cuidado riguroso con los vehículos y su mantenimiento<br />
para no propiciar situaciones que pongan<br />
en peligro el bienestar de quien utiliza el medio de<br />
transporte como de los transeúntes y el ambiente<br />
externo. Todo con el fin de reducir las emisiones<br />
de los vehículos en general y mejorar el flujo de<br />
movilidad en la ciudad.<br />
En cuanto a la industria, que es uno de los<br />
grandes focos, existen infinitas propuestas que<br />
pueden ser aplicadas a diferentes escalas de<br />
empresa, como la aplicación de nuevas tecnologías<br />
que reduzcan la emisión de chimeneas<br />
industriales, el empleo de sistemas de tratamiento<br />
de desechos urbanos, orgánicos, inorgánicos y<br />
reciclables y la aplicación de ciclos cerrados que<br />
permitan el reingreso de los residuos como<br />
materia nueva al sistema. Otros proyectos<br />
específicos pueden encontrarse en las referencias<br />
de este artículo.**<br />
Finalmente, como recomendaciones para el<br />
cuidado de la salud y la prevención de enfermedades<br />
relacionadas a las problemáticas del aire y la<br />
contaminación atmosférica, se promueve, en<br />
zonas de alto riesgo, el uso de mitigantes que<br />
protejan a las personas a la exposición constante<br />
y directa de factores nocivos como tapabocas,<br />
filtros, purificadores (electrónicos y UV),<br />
ionizadores, máscaras y en casos extremos, evitar<br />
las zonas industriales o de mayor contaminación<br />
visible.<br />
“Cuanto más bajos sean los niveles de contaminación<br />
del aire mejor será la salud cardiovascular<br />
y respiratoria de la población, tanto a largo<br />
como a corto plazo.”
Por: Alejandro Alméciga<br />
CONCIENCIA<br />
amBIENTAL<br />
un TEMA IMPLÍCITO EN EL DISEÑO INDUSTRIAL
Para comenzar es pertinente comprender que es el Diseño<br />
Industrial, que según el Consejo Internacional de Sociedades de<br />
Diseño Industrial - ICSID es una actividad creativa, cuyo objetivo<br />
es establecer las cualidades polifacéticas de objetos, procesos,<br />
servicios y sus sistemas, en ciclos vitales enteros. Por lo<br />
tanto, el diseño es el factor central de la humanización innovadora<br />
de tecnologías y el factor crucial del intercambio económico<br />
y cultural.<br />
Si bien esta definición nos habla de factores humanos, económicos<br />
o innovadores, deja de lado el factor ambiental, no<br />
porque no lo tenga presente, si no porque no lo nombra, dando<br />
por hecho que el impacto ambiental es un factor paralelo al<br />
desarrollo de cualquier otro tema de diseño, siendo así un<br />
elemento clave al momento de diseñar, ya que no se puede<br />
entender la materialidad sin entender su origen, su impacto y<br />
sobretodo a donde pertenece.<br />
Entonces, se podrá estar de acuerdo en que el diseño industrial,<br />
es una disciplina humanista, que pretende y posibilita la mejora<br />
del nivel de vida de las sociedades, y busca, de forma particular,<br />
la máxima comodidad a los usuarios en todos los sentidos, es<br />
decir prima por el bienestar del hombre, entendiendo sus dinámicas<br />
económicas, sociales, culturales y políticas.<br />
Bajo este precepto el Diseño industrial supone una estrecha<br />
conexión con el ser humano, y por tal motivo debería contemplar<br />
un máximo respeto con él, y como es lógico, con todo<br />
aquello que va más allá de la condición humana, ya que debe<br />
respetar su propio contexto, y todo aquello que le rodee.<br />
Entonces es imprescindible afirmar que el diseño industrial,<br />
bien desarrollado, implementado, entendido y ejecutado<br />
debería incorporar todos los elementos necesarios para favorecer<br />
al ser humano y su entorno, resumido esto, en la vida.<br />
Esto viene a decir que los diseñadores debemos proyectar<br />
productos consecuentes con el entorno, que sean fácilmente<br />
reciclables o reciclados y que minimicen, en medida de lo<br />
posible, el impacto medioambiental utilizando materiales y<br />
tratamientos adecuados, estructurando elementos de tal<br />
forma que sean fácilmente desmontables, identificando<br />
partes, teniendo en cuenta el ciclo de vida de los productos,<br />
etc, tal cual nos lo presenta la teoría sostenible.<br />
Dicho esto, surge una cuestionante ¿No debería el diseño trabajar<br />
con estos condicionantes fijos en el desarrollo de cualquier<br />
proyecto? ¿Esto corresponde entonces a una deficiente estructuración<br />
del diseño en el desempeño de su práctica?<br />
La presencia de este tipo de cuestionantes no se aparta del<br />
modelo económico al que pertenecemos todos, directa o<br />
indirectamente, en el que el control absoluto del poder, entendido<br />
éste desde todos los aspectos, está guiado por el mercantilismo,<br />
un interés excesivo en conseguir ganancias a toda costa,<br />
inclusive con cosas que no deberían ser objeto de comercio, un<br />
modelo lineal que para nada tiene presente un mundo finito,<br />
incapaz de soportar este tipo de acciones.<br />
Esto nos lleva a una hipótesis en la que se plantea que estamos<br />
entonces inmersos en un modelo de de consumismo, en el que<br />
se produce para bajo la premisa de producir ganancias, dejando<br />
de lado otras consideraciones. Haciendo entonces de la economía<br />
una cuestión de etiquetas y de modas, en donde se debe<br />
seguir las tendencias para lograr vender más. Una de estas<br />
tendencias es la medioambiental, que ha llevado a la economía<br />
al Greenwashing, en donde todo tipo de políticas “verdes” se<br />
intentan anexar ahora al diseño como procedimientos novedosos<br />
y especializados. , sin embargo estas no son más que una<br />
simple etiqueta que busca fomentar un deseo mayor en la<br />
sociedad, escudados en una consciencia ambiental del mundo<br />
que no debería ser algo a resaltar, si no que debería estar implícita<br />
en cada uno de los actos que se realicen en el día a día, en<br />
personas del común, como en los diseñadores en el sus planteamientos<br />
proyectuales.<br />
Entonces, si hoy en día, la economía está copada de productos<br />
que no respetan el medio ambiente o no son sosteniblemente<br />
aceptables, no es por que no se tenga consciencia de lo sucedido,<br />
si no más bien porque el diseño industrial no está cumpliendo<br />
su cometido de manera óptima, cometido de velar por el<br />
bienestar humano y del mundo que le rodea, evidenciado esto<br />
en una práctica deficiente del mismo, ya que no deberían<br />
obviarse los temas ambientales que perjudican directa o<br />
indirectamente a los consumidores y a la economía que es para<br />
quienes está dispuesto el Diseño.
e esta manera no se puede comprender el diseño sostenible<br />
como un plus, como una etiqueta verde que haga valorar<br />
más cualquier proyecto o a cualquier profesional, ya que se<br />
debe vociferar y sentir orgullo por hacer algo bien de vez en<br />
cuando, algo con plena conciencia, cuando en realidad<br />
deberíamos esmerarnos porque todo lo que realicemos sea<br />
lo mejor posible, siempre en busqueda de un equilibrio de<br />
todos los factores que lleve a ganar a todos los implicados.<br />
Es entonces cuando nos damos cuenta que el diseño sostenible,<br />
el ecodiseño u otras etiquetas modernas, no son más<br />
que recursos que permiten vender mejor ciertas ideas, pero<br />
en realidad deberían ser conceptos y metodologías que se<br />
incluyan por defecto en cualquier proceso de diseño que sea<br />
llevado con el rigor que merece.<br />
Es un problema de ineficiencia entonces lo que atañe al<br />
desarrollo de los diseñadores, que deberían contemplar un<br />
espectro más amplio en el cumplimiento de su labor, lo que<br />
no es solamente un problema de ética profesional o de<br />
mediocridad, si no también un problema del mundo<br />
productivo, económico, político, y tecnológico actual, que<br />
muchas veces impone ciertas condicionantes que no<br />
permiten un correcto desempeño a muchos profesionales<br />
al someterlos a lo establecido, cerrandoles en absoluto la<br />
posibilidad de cambio.<br />
Si bien es fundamental comprender el papel del diseñador<br />
industrial y el correcto desarrollo de su labor en pro de la<br />
humanidad para la que trabaja no nos podemos apartar del<br />
hecho de que estas etiquetas estén presentes es símbolo de<br />
un malestar que va más allá de un simple oficio, ya que tiene<br />
que ver con temas sociales que van de la mano del capitalismo,<br />
que no solo dependen o son causados por el diseño<br />
industrial, sino que necesitan de un ideal colectivo en el que<br />
todos y cada uno de los individuos pertenecientes a la sociedad<br />
tome conciencia de la pertenencia en un sistema más<br />
amplio, el ambiental, que enmarca todos los subsistemas<br />
políticos económicos o sociales.<br />
Pero para lograr este objetivo es necesario generar una conciencia<br />
colectiva, en la que todos comprendamos que no<br />
podemos estar sujetos a lo que el mercado nos venda como<br />
mejor, sino que debemos estar sujetos a lo que la conciencia<br />
ambiental nos indique que es lo mejor, esto teniendo una<br />
mirada más crítica, fundamentada conceptos ambientales<br />
claros, a los que todos tengamos acceso y que nos permitan<br />
sentar las bases para tener un mayor criterio sobre lo que<br />
consumimos. Toda vez que desde el diseño, se debe comenzar<br />
a fomentar un correcto desarrollo de la labor, para ser un<br />
ejemplo ante la sociedad y el mundo profesional y para<br />
generar el menor impacto en cada uno de nuestros proyectos.<br />
Es necesario comprender como unidad la sostenibilidad<br />
y el diseño industrial y no como temas aislados en donde el<br />
diseño sólo encuentra en la sostenibilidad una etiqueta para<br />
generar mayor acogida en los mercados siguiendo las<br />
superfluas modas de conciencia ambiental. Con esta unidad<br />
se debe velar por la concepción de un diseño ambientalmente<br />
sostenible, que no sea un ícono o un producto o servicio<br />
especial y mejor, si no que sea comprendido como una<br />
necesidad, como un deber de todos y cada uno de los diseños,<br />
de manera tal que no nos veamos sorprendidos por un<br />
buen proyecto, si no que comprendamos que contamos con<br />
las bases y el desarrollo para que lo bueno sea un deber y no<br />
una cuestión sobresaliente, ni mucho menos de etiquetas.
DERIVAR<br />
EN ESTADO<br />
DE ALERTA<br />
Una reflexión<br />
en torno<br />
a la habilidad<br />
de sorprenderse.<br />
Daniela Sánchez Buitrago
Puedo admitir que en un principio la idea de tener<br />
un curso de sostenibilidad dentro del marco del<br />
diseño no representaba una gran expectativa, y no<br />
porque no considerará este como un tema<br />
relevante o pertinente, sino por la facilidad con la<br />
que el asunto se torna en una discusión intrincada<br />
y difícilmente abordable. Como sucede en muchos<br />
otras cuestiones contemporáneas, la discusión<br />
acerca de una responsabilidad ambiental no puede<br />
desconocer modelos sociales, económicos y políticos<br />
para buscar mejoras reales. Por lo anterior, una<br />
condición tan simple y razonable como lo es cuidar<br />
de nuestro entorno, en lugar de ser objeto del<br />
sentido común, es atravesado por múltiples intereses<br />
que lo convierte en un situación absurda e<br />
irracional, y donde no caben soluciones tímidas o<br />
parciales.<br />
Casi con una suerte de pesimismo, empecé a<br />
asumir el tema con una actitud de austeridad.<br />
Desde mi criterio había llegado al punto donde, si<br />
bien no desestimaba seguir alimentándome de<br />
opiniones y propuestas, ciertamente era mucho<br />
más escéptica o al menos más mesurada para<br />
entrar en estos discursos. Generalmente los<br />
debates se tornaban menos impresionantes al<br />
rondar los mismos argumentos y caer en los<br />
mismos dilemas. En definitiva, pocos consiguen<br />
aproximarse a una visión integral de un sistema que<br />
recoja dentro del mismo cuadro ecológico, un<br />
bienestar humano que además no abandone la<br />
prosperidad económica. Y es que, la necesidad de<br />
asumir respuestas rígidas y obsoletas, viene dado<br />
por la protección de intereses particulares según<br />
sea el caso. Ahora, en la medida que uno siempre<br />
estará expuesto a reinventar sus posiciones, lo más<br />
lógico es que mi animo haya mudado en algún<br />
punto. Este va a ser el caso de mi experiencia<br />
dentro de la carrera de Diseño Industrial.<br />
i<br />
Pues bien, para el momento que decidí tomar el<br />
diseño industrial como una guía formativa, llegaba<br />
un tiempo donde ganar nuevas perspectivas. Documentales<br />
como The Corporation (Bakan, 2003) y<br />
La Historia de las Cosas (Leonard, 2007) ya habían<br />
acompañado mis estudios de bachiller, y sin embargo,<br />
como sucede cuando se lee un libro en diferente<br />
lapsos de la vida, retomar estos temas conllevo a<br />
una aproximación distinta de los contenidos, al<br />
igual que de sus conclusiones. Concretamente<br />
puedo decir que en momentos anteriores, la<br />
perspectiva económica y social habían acaparado<br />
mis focos de interés, mientras que a los modelos<br />
productivos les adjudicaba más bien un papel<br />
inamovible, o por lo menos muy poco ambiciosos<br />
fuera de categorías como decrecimiento o abstinencia.<br />
Lo cierto es que, en todo caso, tenía la clara<br />
convicción de que era vital la participación y articulación<br />
entre todas estas índoles para conseguir una<br />
respuesta robusta con la cual enfrentar numerosas<br />
dificultades. Pero es justo allí donde el asunto<br />
convulsiona sobre sí mismo, pues ningún grupo, ni<br />
el social, el económico o el ambiental, se logra compaginar<br />
uno con otro.<br />
De modo que, tal y como el resto de áreas profesionales,<br />
el planteamiento disciplinar del diseño industrial<br />
ha desarrollado una serie de preceptos o<br />
principios fundamentales con los cuales ejercer una<br />
posición crítica y coherente a las exigencias<br />
actuales, esto con el propósito de gestar un grupo<br />
humano cada vez más capaz de responder a las<br />
necesidades reales del entorno. Muchas de dichas<br />
exigencias están íntimamente vinculadas a las<br />
acciones que le competen a un diseñador, siendo el<br />
enfoque ambiental quizás uno de los focos más<br />
críticos. Así, conforme inicie y avance en la carrera,<br />
distinguí dos facetas cruciales a las cuales era<br />
convocada tanto estudiante como persona. Una<br />
constaba de la cara histórica que definía mi<br />
escogencia de profesión, al igual que su responsabilidad<br />
en una serie de hechos e infortunios que se<br />
extienden hasta la actualidad. Conocerlos e interiorizarlos<br />
se convierto en un criterio fundamental si<br />
deseaba, como segunda faceta, ser autora de un<br />
cambio colaborativo entre todas las partes convocadas<br />
en la problemática. Hablo de todas las partes<br />
convocadas porque hay que entender que tanto<br />
influencias políticas como económicas, al igual que<br />
el aporte de otras áreas del conocimiento como la<br />
química y la publicidad, fueron papeles importantes<br />
en el asunto definido como sociedad de<br />
consumo (Danoritzer, 2011).<br />
El tema de la sociedad de consumo se ha hecho<br />
público reiteradas veces a través de denuncias<br />
hacía unas maneras de producción, y en general, a<br />
una construcción de desarrollo, fundamentadas en
un crecimiento copioso e insostenible. Aquí,<br />
conceptos como consumismo, obsolescencia<br />
programada y obsolescencia percibida, son maneras<br />
de operar que han nacido y crecido con el<br />
mismo surgimiento del diseño como área de conocimiento.<br />
Desafortunadamente, las secuelas de<br />
dichas conductas no se han hecho esperar, razón<br />
por la que hoy día no nos son ajenos los escenarios<br />
de pobreza, acumulación de riquezas, desprotección,<br />
enfermedad, contaminación y en todo caso,<br />
de incertidumbre en torno al creciente daño ambiental<br />
(Futten, 2015).<br />
No obstante, así como el diseño presento las herramientas<br />
para introducir tales modelos y se fundo<br />
en ellos, es importante entender que es igualmente<br />
capaz de plantear soluciones conscientes y<br />
abrir nuevos horizontes de trabajo. Como lo define<br />
Bertolt Brecht, citado por Abdénago Yate Arévalo<br />
en su libro Hacía un Diseño Sostenible (Arevalo,<br />
2010), para alcanzar una dimensión más legitima de<br />
nuestras acciones, es necesario optar por detener<br />
los errores y evitar regodearse en dilatadas glorias:<br />
El principal objetivo del<br />
conocimiento no consiste en<br />
abrir la puerta de la sabiduría<br />
infinita, sino en poder corta<br />
al error infinito.<br />
Probablemente con una aspiración ambiental aun<br />
muy incipiente, considero que, en el camino a<br />
mejores propuestas, existen tres herramientas<br />
fundamentales dentro de la maya cognitiva que, a<br />
mi concepto, el programa de diseño industrial de la<br />
Universidad Nacional de Colombia desea introducir,<br />
y con los cuales la dimensión ambiental y<br />
sostenible ganaron alta expectativa a nivel personal.<br />
Por una parte está la inspección y acercamiento<br />
del aparato productivo, tanto a nivel teórico<br />
como a nivel práctico, como una condición fundamental<br />
para comprender la problemática desde sus<br />
adentros. Luego, se encuentra el valor interdiscipli-<br />
nar de cualquier campo de conocimiento como una<br />
experiencia enriquecedora y necesaria, especialmente<br />
en temas tan transversales que tocan a<br />
diferentes espectros del pensamiento y accionar<br />
humano. Finalmente, el rigor sistémico que debería<br />
acompañar todo abordaje proyectual como factor<br />
cohesionador con el cual respaldar cualquier<br />
esquema de estrategias que se desee implementar.<br />
En este punto no se habla necesariamente de una<br />
redención a todo el asunto por parte de nuestra<br />
área disciplinar. Muy al contrario, el gesto de resaltar<br />
estas tres herramientas trata de comprender en<br />
primera instancia un relato mucho más complejo<br />
de lo que un diseñador, un sociólogo, un politólogo,<br />
un economista o incluso un ecologista puede analizar<br />
en solitario. Será preciso mostrar que el asunto<br />
adquiere dimensiones tan complejas, que si no se<br />
tienen en cuenta las anteriores variables, difícilmente<br />
se obtendrá una solución coherente y sólida.<br />
Sobretodo, sera fundamental para el momento que<br />
haya que enfrentar la realidad de que detrás de<br />
todo, se asume realmente una circunstancia ética<br />
que difícilmente permite una respuesta única.<br />
Recuerdo que a este respecto hablaba un investigador<br />
en diseño de la M.I.T. con énfasis en innovación<br />
en una conferencia realizada en el edificio<br />
Leopoldo Rother hace unos meses rodeando<br />
también el tema de la sostenibilidad. Él en este caso<br />
centraba la discusión en torno a la idea de calidad<br />
de vida como uno de los propósitos del diseño. A la<br />
hora de definir esa calidad de vida, el publico se<br />
dispersaba, y la razón es que se trata de una de esas<br />
esfera subjetivas a la cual cada diseñador debe<br />
enfrentarse para presentar su punto de vista.<br />
En algún momento, hubo hombres como Bernard<br />
London, un judío estadounidense, que forjaron sus<br />
propias definiciones de bienestar. En su caso,<br />
London proponía el proyecto de ley de obsolescencia<br />
programada obligatoria para la generación<br />
constante de mercados y de oportunidades de<br />
trabajo. Para sus allegados, esta era una idea de un<br />
filántropo más que de un acaparador o un avaro, y<br />
es que hay que recordar que esto sucedió luego de<br />
La Gran Depresión en 1929, donde lo que no existían
eran garantías para formar una calidad de vida<br />
debido a la cifra creciente de personas desempleadas<br />
(Danoritzer, 2011). Aun cuando este proyecto<br />
nunca se llevo a cabo, es posible divisar la delgada<br />
línea que convierte al concepto de calidad de vida<br />
en una idea perjudicial, tanto para la sociedad,<br />
como para el medio ambiente. Luego allí es donde<br />
radica la reflexión y responsabilidad de nuestra<br />
acción como diseñadores.<br />
Retomando los temas de la conferencia, este investigador<br />
ponía en la mesa el tema de la innovación<br />
que, aunque no es y no debe ser un recurso exclusivamente<br />
del diseño, si lo empodera desde uno de<br />
sus mayores motores, el motor creativo. De esta<br />
forma, las funciones con las que a criterio de la<br />
innovación a criterio del expositor debían empoderar<br />
a la disciplina, atacaban profundamente las<br />
nociones industriales de crecimiento y escalabilidad.<br />
Si bien un modelo de reproductibilidad técnica<br />
y serialización contiene en algún punto el deseo por<br />
mejorar la calidad de vida de las personas, muchos<br />
son los efectos colaterales que cada vez menos<br />
individuos están dispuestos a tolerar. En esa<br />
medida, el reto fundamental al cual el diseño esta<br />
convocado, se encuentra justamente en hallar<br />
alternativas integrales que reparen este sistema<br />
productivo y se involucre más en las comunidades<br />
involucradas.<br />
Hallar los causes por los cuales direccionar estas<br />
acciones supone compartir un espíritu por ofrecer a<br />
la comunidad medios de vida seguros y cohesivos<br />
con las dinámicas naturales. No obstante, y esto es<br />
fundamental, estos cauces no son siempre estrictamente<br />
materiales, un error con el que se ha estigmatizado<br />
al diseño. De hecho, es en escenarios<br />
como la educación o la elaboración de servicios,<br />
donde se hacen interesantes las posibilidades por la<br />
introducción plena de una conciencia medioambiental<br />
(Arévalo, 2010). De esta forma, la deconstrucción<br />
de los patrones productivos tradicionales y sus<br />
correspondientes efectos en la sociedad, es uno de<br />
los pasos para modificar una serie de modismos y<br />
culturas arraigadas bajo la perspectiva de los<br />
desafíos que sientan los drásticos cambios climáticos.<br />
En otras palabras, se buscan maneras de<br />
producción que no consigan dar con una definición<br />
de calidad de vida capturando una cifra, como se<br />
acostumbra en una sociedad de consumo, sino<br />
asumiendo una multiplicidad de factores más.<br />
Por ello, considerar el tema de la sostenibilidad<br />
desde un criterio menos materialista es crucial. En<br />
ese orden, el aspecto cultural, como un ejercicio que<br />
reconoce tanto el valor de los medios físicos, natural<br />
o construidos, como del medio social y emocional,<br />
es una categoría que mi concepto gana alto<br />
protagonismo. A partir de este abordaje se hace<br />
imprescindible entender que lo nuevo no se<br />
construye sobre la nada, sino contextualizado en el<br />
marco cultural que lo alberga, y que en consecuencia,<br />
cualquier aspiración de cambio esta sujeto<br />
tanto al reconociendo del valor de las manifestaciones<br />
subjetivas existentes, como al fomento de<br />
nuevos modos de acción colectivos y/o individuales<br />
. Así, como lo define el grupo More Than Green, esta<br />
sostenibilidad defiende la identidad como uno de<br />
los principales conceptos sobre los cuales implementar<br />
el desarrollo sostenible. Una sociedad que<br />
ama y respeta tanto el entorno natural y construido<br />
en el que vive, como las personas que la rodean<br />
(porque se relaciona e identifica con todos ellos y<br />
consigo mismo), es una sociedad más preparada,<br />
concientizada, informada, libre, solidaria e implicada<br />
para asumir cuestiones como la inclusión social, el<br />
crecimiento económico y el equilibrio medioambiental<br />
(More Than Green, s.f.).<br />
Pero como ya se menciono, la formula no es única ni<br />
definitiva. Considero desde una formación de<br />
diseño, y desde la construcción critica de ciudadana,<br />
que es crucial el empoderamiento fuera de una<br />
actitud autoindulgente con respecto a nuestra<br />
sociedad de consumo, y que difícilmente se pueda<br />
abordar algún nuevo proyecto sin remitirse a este<br />
asunto . Más, desde otro punto de vista, y considerando<br />
que todo camino se trata de la consecución<br />
de inquietudes que se nutren unas a otras, es difícil<br />
asegurar que en este momento haya ganado<br />
alguna clase de certeza frente al tema de la<br />
sostenibilidad. No dejo de estar ansiosa por explorar<br />
más posibilidades y es que, finalmente, se aboga es<br />
por deconstruir las definiciones de justicia, humanidad,<br />
calidad de vida, bienestar, riqueza, desarrollo,<br />
crecimiento, equilibrio, gobierno, ley, todos conceptos<br />
que han servido estructuralmente al reinado de<br />
la ilógica medioambiental.
Con lo anterior, resta decir que el reto creativo<br />
desde mis herramientas como diseñadora están<br />
alerta, intrigadas por asumir nuevos entendimientos<br />
como los que conseguí iniciando la carrera. Pero<br />
el argumento puede ir más allá y hablar de algo que<br />
denomina Max Neef como “derivar en estado de<br />
alerta” (Neef, s.f.). Se trata de estar capacitado al<br />
descubrimiento, no como un fin, si no como un<br />
estilo de vida y, a mi interpretación, de instalar la<br />
incertidumbre como una noción insuperable que,<br />
muy al contrario de representar un problema, se<br />
convierte en un aliado en la re conceptualización de<br />
las ideas que direccionan el mundo.<br />
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Arévalo, A. Y. (2010). Ética en el diseño industrial<br />
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a t r o - s o s t e n i b i l i -<br />
dades-sostenibilidad-social-cultural-economicamedioambiental/#sthash.mrBQR8XF.dpbs
CONSUMISMO<br />
UNA OPORTUNIDAD DE CAMBIO<br />
Foto tomada de : Catálogo STURI
W<br />
La unión, el trabajo comunitario y las dinámicas sociales para<br />
el renacer de una sociedad se unen para dar paso a una<br />
propuesta de construcción de mobiliario para talleres de<br />
telares en el territorio recientemente afectado por la fuerza de<br />
atAla naturaleza en el Putumayo.<br />
Es una idea proyectual de Diseño Sostenible<br />
y Ambiental. Está fundamentada en el<br />
Diseño Industrial aplicado a un territorio<br />
específico y apoyada enteramente en la<br />
colectividad del mismo. –Como resultado<br />
académico de estudiantes de la Universidad<br />
Nacional, busca dar una solución y una<br />
nueva perspectiva a la situación actual del<br />
territorio en el cual se está trabajando. De<br />
allí nace la intención misma del proyecto.<br />
Se parte entonces por la ubicación del<br />
diseño en el territorio; en este caso el departamento<br />
del Putumayo, puntualmente el<br />
municipio de Mocoa. A partir de dicha<br />
ubicación y enfoque se busca establecer las<br />
bases conceptuales sobre las cuales plantear<br />
una idea que brinde ayuda abrazando la<br />
cultura y dinámicas tradicionales de la zona.<br />
Para WATA, se tuvieron en cuenta 5 referentes<br />
para fijar el direccionamiento del diseño.<br />
En primer lugar, se encuentra el componente<br />
cultural del territorio en donde se resalta<br />
la tradición textil de sus habitantes como<br />
punto clave en su tradición histórica artesanal<br />
y social. Por otro lado, el capital humano<br />
que ya se reconoce en la zona como pieza<br />
clave en la primera etapa de presentación y<br />
prueba del producto, en esta categoría se<br />
identifican actualmente alrededor de 140<br />
artesanos locales dedicados a actividades<br />
relacionadas con la elaboración de textiles<br />
autóctonos del municipio y la región. En<br />
tercera instancia está el componente del<br />
turismo de la región, que a partir de proyectos<br />
y programas gubernamentales se<br />
planea enfocar rigurosamente en una<br />
categoría de turismo en pro de la paz que<br />
pueda reactivar la economía del municipio a<br />
partir de la implementación de prácticas<br />
sostenibles. Finalmente están las categorías<br />
de los recursos, tanto naturales como<br />
económicos, en donde se habla de la fuente<br />
material del proyecto WATA. Es importante<br />
recalcar en estas últimas que todo está<br />
visualizado hacia el aprovechamiento de las<br />
circunstancias actuales de Mocoa, en<br />
donde se está saliendo de una catástrofe<br />
natural y es de carácter urgente prestar<br />
atención a los recursos locales que pueden<br />
ser utilizados, bien sea a partir de reprocesos<br />
para su optimo desempeño, para la<br />
reconstrucción la de la zona afectada.<br />
Dentro del planteamiento proyectual, se<br />
pasa por una segunda etapa en la que se<br />
especifica puntualmente cuales son aquellos<br />
límites de los cuales debe alejarse el<br />
diseño para cumplir su propósito general.<br />
En esta fase, se plantean aquellos requerimientos<br />
o determinantes que dan forma a<br />
la identidad del producto diseño. En este<br />
caso lo que se quiere es concebir una<br />
producto que brinde una funcionalidad muy<br />
concreta, y a partir de ella fomentar actividades<br />
de relación y convocación que logren<br />
repercutir en el renacer del territorio afectado<br />
por la tragedia.
Entendiéndolo de esta forma, se busca desarrollar un<br />
producto con materiales no vírgenes, que estuvieran a<br />
disposición de los habitantes en el territorio mismo y no<br />
requirieran todo un proceso de extracción y afectación<br />
del territorio. También se plantea la nula necesidad de<br />
implementar métodos de unión y ensamble permanente<br />
que impidan el fácil manejo del producto desde su<br />
distribución hasta su manteamiento. Así mismo, se<br />
plantea un alejamiento a la utilización de textiles teñidos<br />
bajos procesos tóxicos y las espumas de relleno que no<br />
favorezcan el bienestar del producto debido a las condiciones<br />
climáticas de la zona que pueden no ser óptimas<br />
para este tipo de materiales.<br />
Ahora bien, teniendo en cuenta todo lo anterior, se llega a<br />
una concepción del producto con un objetivo que va<br />
más allá de lo funcional y estético, la parte social. Los<br />
responsables de este proyecto lo presentan de la<br />
siguiente forma:<br />
Es de vital importancia en la propuesta ese impacto<br />
social que quiere generar un resilencia en la sociedad y<br />
la cultura de los habitantes de Mocoa partiendo de<br />
principios que enmarquen la propuesta. Empezando<br />
nuevamente por el tema del turismo en la zona, que<br />
busca convocar a los visitantes del municipio a tomar<br />
talleres de tejido de los Andes en el contexto especifico<br />
que forma una red local productiva que deber ser<br />
alimentada para la reactivación económica del territorio.<br />
Sumado a esto, se busca que el elemento pueda llegar a<br />
convertirse en un nuevo icono artesanal y cultural a nivel<br />
nacionales como símbolo de la maestría de su capital<br />
humano y de su capacidad de recuperación.<br />
“El mobiliario planteado persigue la reactivación<br />
económica integral de la región usando como eje el<br />
turismo y la tradición artesanal. Para ello, se plantea<br />
una red productiva que convoca focos locales<br />
como la agricultura y la producción de madera<br />
recuperada y reprocesada para obtener las materias<br />
prima necesarias en el diseño”
Como su nombre lo dice, WATA enuncia la<br />
búsqueda del trabajo colaborativo que se funde<br />
en la participación de varios sectores locales,<br />
para resumirse en el fuerte símbolo socio<br />
cultural del telar. Motivados por este producto, el<br />
sistema encierra un nivel organizativo de servicio<br />
que dota a la mano de obra de las garantías<br />
adecuadas de trabajo. En todo esto, se valores<br />
especialmente las actividades de recolección,<br />
producción, procesamiento y comercialización<br />
de bienes y servicios derivados de la biodiversidad<br />
nativa, bajo criterios de sostenibilidad<br />
ambiental, social y económica.<br />
Finalmente, se destaca el importante papel de la<br />
mujer dentro del proyecto. Pues es ella quien se<br />
relaciona más comúnmente con las actividades<br />
del telar ya que en la tradición cultural se catalogan<br />
como las relatoras de cuentos e historias<br />
del territorio que se van contando a partir de la<br />
creación de los diseños en el telar. Cada uno de<br />
ellos tiene una simbología específica que da<br />
razón de un relato diferente. La idea del servicio<br />
relacionado con el producto propuesto plantea<br />
que las personas externas a la cultura puedan<br />
acercarse y conocer de ella a partir de la destreza<br />
en las técnicas del telar.<br />
El éxito de la propuesta es el entender de la<br />
situación de la zona y a partir de ello, plantear<br />
una extracción de materias prima que puede<br />
ser reutilizadas después de la catástrofe y<br />
evitan actividades de transporte y producción<br />
de las mismas. Para después llevarlas a un<br />
contexto específico, en este caso los talleres de<br />
telares, en donde por medio de sencillos procesos<br />
productivos se convierten en difusores de<br />
su tradición bien sea para turistas como para<br />
otros habitantes locales que deseen participar<br />
de estas actividades de reivindicación cultural y<br />
de la identidad del territorio esperanzado por<br />
salir adelante.