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Cuento La sobreviviente del volcán

Autor: Licenciado Héctor Eliú Cifuentes Navarro Diseño: Licenciada María Denisse Villafuerte Palma Cuento Literario, 2017 Guatemala

Autor: Licenciado Héctor Eliú Cifuentes Navarro
Diseño: Licenciada María Denisse Villafuerte Palma
Cuento Literario, 2017
Guatemala

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<strong>La</strong> <strong>sobreviviente</strong><br />

<strong>del</strong> <strong>volcán</strong>


Autor: Licenciado Héctor Eliú Cifuentes Navarro<br />

Diseño Gráfico: Licenciada María Denisse Villafuerte Palma<br />

<strong>Cuento</strong> Literario, 2017<br />

Guatemala


“Para mi querido padrino.<br />

Con mucho cariño”


El frío invierno había comenzado a manifestarse de diversa<br />

manera. Era mayo y aunque es raro que en este mes llueva<br />

copiosamente, la ciudad estaba siendo azotada por una<br />

inusual lluvia intermitente y un frío invernal que nos calaba<br />

todos los huesos.


<strong>La</strong>s noticias comenzaron a propalarse por todos los medios y las<br />

conjeturas de las señoras de la vecindad iban y venían de boca en boca con<br />

diversidad de historias atribuidas a su pecaminosa imaginación y causando<br />

alarma a más no poder.<br />

Seguía lloviendo. El frío aumentaba el consumo de café y una que otra taza de<br />

té, para calmar las ansías. Noticia por aquí y noticia por allá.<br />

“Se desbordó el río Pensativo”. “El puente de los Esclavos colapsó en<br />

oriente.” “Cayeron varios árboles en una calle de la zona 14, pero no cayeron<br />

sobre las suntuosas residencias sino sobre unos pobres carritos de mo<strong>del</strong>o<br />

atrasado que pasaban por ahí.”


<strong>La</strong>s noticias en la televisión y las emisoras comenzaron a<br />

lanzar su “última hora”. ¡Estaba haciendo erupción un<br />

<strong>volcán</strong>!. El INSIVUMEH decía que era el de Fuego, CONRED<br />

que era el de Santiaguito. El vocero de la Cruz Roja decía que<br />

era el <strong>volcán</strong> de Acatenango. Nadie le acertaba. Hasta que<br />

pasó un bolito cruzando las piernas y con aires de<br />

“sabelotodo” gritó : ¡Es el <strong>volcán</strong> de Pacaya!<br />

Comenzó a sonar en boca en boca el nombre<br />

de una tal Ághata, que esta haciendo<br />

estragos en el pacífico y a eso se debía tanta<br />

lluvia. Ríos desbordados, cosechas pérdidas,<br />

casas inundadas, puentes colapsados,<br />

desaparecidos. Destrucción y angustia por<br />

todos lados.


Entrada la noche comenzó a caer sobre la ciudad una<br />

nutrida capa de arena color negro. Los automovilistas se<br />

detenían para limpiar el vidrio <strong>del</strong>antero de su vehículo. <strong>La</strong>s<br />

calles comenzaron a llenarse de gruesas capas de arenas y los<br />

techos de las casas con mayor razón. Si de acuerdo al<br />

pronóstico etílico <strong>del</strong> bolito, era seguro que el <strong>volcán</strong> de<br />

Pacaya estaba en plena erupción.


Los centros de salud comenzaron a recibir a los primeros heridos por la furia <strong>del</strong><br />

<strong>volcán</strong> y el fenómeno atmosférico. <strong>La</strong>s comunidades al pie <strong>del</strong> <strong>volcán</strong><br />

fueron evacuadas y puestas a salvo en albergues de Escuintla, Amatitlán y otros<br />

pueblos circunvecinos. <strong>La</strong> tragedia crecía cada vez en magnitud y se<br />

precedían muchos males para las personas vulnerables.<br />

Cada ser afectado por los elementos tenía una historia que vivir y<br />

posteriormente contarla con lujo de detalles. A una clínica partícular que<br />

estaba atendiendo emergencias, llegó de súbito una paciente, con signos<br />

de intoxicación. Su estado era muy <strong>del</strong>icado y se temía un desenlace fatal.


Hubo junta de médicos , radiografías y exámenes biológicos para tener diagnóstico<br />

más acertado. <strong>La</strong> angustia que vivían en la casa de la paciente crecía en<br />

incertidumbre. Se tronaban los dedos, elevaban sus creces, hacían<br />

conjeturas y hasta se habló de llevarle los santos óleos.<br />

Después de una larga espera, se vio salir al médico tratante con su primer<br />

diagnóstico. <strong>La</strong> paciente se había tragado accidentalmente una cantidad<br />

exagerada de arena <strong>volcán</strong>ica. “No puede ser” dijo la jefe de la casa. “Es imposible”,<br />

aseguró una vecina que se había enterado <strong>del</strong> caso. Una radiografía que presentó el<br />

médico a los parientes sirvió de prueba para tomar la decisión de operar a la paciente.


“Si es cierto, miren cuánta arena tiene en el intestino <strong>del</strong>gado…”<br />

<strong>La</strong> operación duró varias horas, cada vez la tensión subía en<br />

intensidad y la sala de espera estaba llena de familiares y una que<br />

otra vecina, porque la paciente era muy conocida en la colonia.<br />

“No importa cuánto cuesta la operación, tenemos que salvarla…”


Ya con la orden segura, el médico buscó a<br />

su equipo de colaboradores y se fijó hora<br />

para la intervención. <strong>La</strong> tensión seguía<br />

subiendo y el tiempo pasaba inexorable.<br />

En una camilla de impecable blancura la<br />

paciente traspasó los umbrales <strong>del</strong><br />

quirófano y aquí si ya no pudieron<br />

contener las lágrimas los angustiados<br />

miembros de la familia afectados por<br />

este terrible suceso.


Horas más tarde, el cirujano responsable de la operación, salió<br />

sudoroso para avisar que todo había salido bien. Con la advertencia de que la<br />

paciente sólo podría ser vista hasta el día siguiente porque el efecto de<br />

la anestesia tardaría en pasar.<br />

“Calabaza, calabaza cada quien para su casa”<br />

“Buenos días señorita.<br />

¿Será que podemos ver a la paciente que se tragó la arena?... “<br />

“ Claro que sí, pueden pasar en dos en dos y sólo por unos minutos para que<br />

la paciente no se inquiete”


Mientras otros familiares fueron tempranito al banco a hacer los<br />

arreglos para el pago de la factura y otros trámites.<br />

<strong>La</strong> secretaria tomó nuevamente la palabra para preguntar: “ ¿Quién de los<br />

familiares me puede hacer el favor de darme unos datos que faltan en la ficha<br />

de la paciente?…”<br />

—- “Yo”, dijo la señora más entrada en años y conocedora de la<br />

<strong>sobreviviente</strong>.


¿Lugar de nacimiento?<br />

Francia<br />

¿Ciudad?<br />

French Poodle<br />

¿Estado civil?<br />

Madre soltera<br />

¿Número de hijos?<br />

Cuatro<br />

¿Todos vivos?<br />

No, solamente tres, el más pequeño lo atropelló un carro.<br />

¿Nombre de la paciente?<br />

COQUETA


<strong>La</strong> pequeña paciente cuando oyó su nombre, saltó<br />

jubilosa de la camilla y moviendo la<br />

cola, se perdió entre el mar de carros que<br />

aceleradamente rodaban en el periférico.


F i n .


L a p e q u e ñ a C o q u e t a . . .

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