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Silo - La leyenda humanista

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SILO•<strong>La</strong> <strong>leyenda</strong> huma nista<br />

seis mujeres en Devoto. Habían caído<br />

tras una razzia en una casa de Flores,<br />

donde se encontraron varios libros del<br />

movimiento.<br />

En Chile, la junta de Pinochet llevó<br />

al centro de detención de Pisagua a 38<br />

siloístas por los “escándalos públicos”<br />

del 71. Se aceleró el exilio que, como<br />

en Argentina, llevaría el movimiento a<br />

gran parte del planeta. Hubo misiones<br />

para irradiar la doctrina en América latina,<br />

Europa y Asia. El fanzine <strong>humanista</strong><br />

<strong>La</strong> Cosa contaba los avances de<br />

cada militante. En España imprimieron<br />

4.000 copias del Manual del Poder<br />

Joven. En Inglaterra redactaron un panfleto basado<br />

en el Libro Rojo, pero “el escapismo y la dispersión se<br />

dan fuertemente y la vida es un deambular sin nunca<br />

encontrar sentido a nada”. Había bases de entrenamiento<br />

en Los Angeles, Seattle y San Diego. <strong>La</strong> Universidad<br />

de California dictaba clases sobre “<strong>Silo</strong>ísmo<br />

y revolución total”. En Filipinas, “se captó una<br />

célula de siete marinos de un portaaviones yanqui<br />

y se trabajó con ellos durante tres días en estudio y<br />

práctica del siloísmo”. Adonde llegara, cada siloísta<br />

encontraría “coetáneos dispuestos a apoyarlo, lo<br />

conocieran o no personalmente”. El líder no estaba<br />

en el país cuando mataron a Eduardo y Ricardo.<br />

“Tuvo una actitud de repudio absoluto; se contactó<br />

con la familia y nos pidió que nos involucráramos,<br />

que contribuyéramos al esclarecimiento”, asegura<br />

Roberto, que acaba de vender su casa para investigar<br />

el chamanismo en América latina.<br />

<strong>Silo</strong> reinventó el movimiento en el paraíso. Descartado<br />

el Proyecto Lemuria (un barco que haría<br />

investigaciones navegando el Mediterráneo), viró<br />

hacia Corfú, una isla del mar Jónico. El grupo autofinanciado<br />

se quedó tres meses, en camadas rotativas<br />

de treinta personas. Todos los días se reunían con<br />

el maestro, que exponía hasta la noche sus teorías<br />

fenomenológicas sobre el aparato del psiquismo.<br />

Fue la etapa más Dharma del movimiento; barbudos<br />

setentistas aislados en el paraíso, explorando las<br />

fronteras del comportamiento humano. Seguían el<br />

rastro de los sueños, intentaban cambiar la memoria<br />

en cámaras de silencio, chequeaban avistajes de<br />

ovnis. <strong>Silo</strong> concluyó que “el fenómeno paranormal<br />

no aparecía nunca”, pero el militante Luis Ammann,<br />

que estuvo ahí, sospecha que vio algo más. En una<br />

prueba, “tenía un electroencefalógrafo conectado<br />

y a 14 kilómetros había otra persona, también conectada.<br />

En un momento dijo «voy a emitir unas<br />

imágenes». Se alteró su electro… y también el del<br />

otro. Eso pasó varias veces”.<br />

el movimiento salio de los años de plomo con<br />

un nuevo envase, <strong>La</strong> Comunidad para el Desarrollo<br />

Humano. “Si hacemos una campaña en Africa –explicaba<br />

<strong>Silo</strong>–, llevamos fármacos y médicos, pero<br />

pedimos a la gente que se comprometa a hacer su<br />

pequeño dispensario, a colaborar en las campañas<br />

de vacunación.” El tour de 1981 incluyó fechas en<br />

Roma, Berlín, Sri <strong>La</strong>nka, París, San Francisco y el<br />

D.F. Como en la arenga del 69, <strong>Silo</strong> llegaba al lugar<br />

del encuentro, hacía silencio y terminaba hechizando<br />

a una audiencia segura de haber encontrado<br />

respuestas simples a las preguntas profundas.<br />

El 27 de septiembre, en el Pabellón de los Deportes<br />

de Madrid, dijo que la clave era llevar a la vida<br />

cotidiana la regla de oro: “Tratar a los demás como<br />

queremos que nos traten”.<br />

Los marplatenses Fernando García y Cristina<br />

Bretta motorizaron el desembarco en Asia. Habían<br />

llegado a la India en diciembre del 80. Sin descuidar<br />

el núcleo espiritual del siloísmo, identificaron los<br />

problemas más urgentes en los barrios de Bombay<br />

y Chennai: falta de centros de salud, iluminación<br />

deficiente en la calle, mala recolección de residuos,<br />

focos descontrolados de malaria. Con el apoyo de<br />

voluntarios, levantaron locales, difundieron el mensaje<br />

de <strong>Silo</strong> en las estaciones de tren, con megáfono<br />

o a grito pelado. <strong>La</strong>s reuniones de trabajo interno se<br />

combinaban con la resolución de los conflictos de<br />

cada barrio. Montados sobre una red internacional<br />

cada vez más sólida, los militantes hicieron campañas<br />

que llegaron a 1.100 pueblos indios.<br />

Una semana antes de la llegada de <strong>Silo</strong>, Fernando<br />

y Cristina repartieron 300 mil invitaciones. “Decíamos<br />

que era una persona muy sabia y bondadosa, un<br />

iluminado que traía un mensaje bueno para todos”,<br />

cuenta Fernando, hoy arquitecto. Para el acto del 1º<br />

de noviembre de 1981 se anunciaba un gran ciclón y<br />

el gobierno había pedido que nadie saliera a la calle.<br />

“Vamos a hacerlo aunque vengan 500 personas”, dijo<br />

<strong>Silo</strong> cuando llegó. En su habitación de hotel practicó<br />

cómo ubicarse, con una rodilla en la tierra y otra<br />

en el aire, al borde del escenario y un poco inclinado<br />

hacia delante, como para rozar las manos del público<br />

sin que lo tironearan desde abajo.<br />

Aunque el ciclón pasó muy cerca, diez mil personas<br />

lo esperaron en la playa de Chowpatty. Desde<br />

un tablado a 140 centímetros de la arena, <strong>Silo</strong> deseó<br />

“la generación y distribución justa de los medios de<br />

subsistencia, la medicina, la educación, la formación<br />

de intelectuales con sensibilidad social” y pidió<br />

que todos se pusieran de pie para reflexionar sobre<br />

sus vidas. Elogió la reserva espiritual de la India y<br />

se enajenó de Occidente: “Queremos desarrollo y<br />

progreso sin su suicidio, sin su alcoholismo, sin su<br />

En Jujuy, los<br />

primeros doce<br />

apóstoles del<br />

siloísmo ayunaban<br />

y entrenaban a 45°.<br />

drogadicción, sin su locura, sin su violencia,<br />

su enfermedad y su muerte”. <strong>La</strong><br />

identificación fue inmediata: los asistentes<br />

se le abalanzaron en un mar de<br />

abrazos y le rogaron que bendijera a<br />

sus niños.<br />

silo fue padre a los 41. alejandro<br />

(nacido en 1979) y Federico (en 1982)<br />

crecieron con el consejo de hacer lo<br />

que quisieran y de desarrollarse lo<br />

más posible. Para ellos, el humanismo<br />

estaba hecho de los cuentos que les<br />

contaba su viejo a la hora de dormir.<br />

Con él aprendieron a comer tomates<br />

sacados de la tierra y a tirar con un arco de poleas.<br />

Era una vida de trabajo rural y noches de taba. En<br />

1986 se vendió la finca y la familia abandonó la agricultura.<br />

Compraron departamentos y una playa de<br />

estacionamiento que hoy administra Ana Luisa.<br />

Una economía media-alta sin apremios ni lujos; a lo<br />

largo de su vida <strong>Silo</strong> se movió en un Renault 4, un<br />

Citroën y un Spazio.<br />

Sinérgicos y complementarios, los hermanos escribieron<br />

de adolescentes el juego de rol Oniria y se<br />

obsesionaron con lo multimedia. Armaron Perla Marina,<br />

colectivo digital que en 2003 parió a Fauna, el<br />

dúo tropitrónico de Fede (aka Catar_sys) y Cristian<br />

Del Negro (Color Kit). Fueron los primeros artistas<br />

fichados por Zizek Records, tocaron en Roskilde y<br />

en Coachella. Si Alejandro se forjó cálido y apacible,<br />

Federico creció como un volcán hiperactivo, afiladísimo<br />

en el freestyle. De melena de dreadlocks y<br />

amante de la vida en tribu, sus letras son “un update<br />

de lo que dice <strong>Silo</strong>, una intencionalidad de mejorar<br />

el espíritu, el alma y el cuerpo por medio del baile y<br />

del disfrute musical”. Lo dice Diego Bulacio (Villa<br />

Diamante), que el año pasado giró con su amigo por<br />

Sudamérica sin saber que sería la última vez.<br />

Arquitecto y desarrollador de plataformas virtuales,<br />

Alejandro rearma en el Café de los Angelitos la<br />

historia de una filiación que vive con ambigüedad.<br />

Tiene la misma edad que su padre cuando arengó<br />

por primera vez en la Cordillera. Siente que todos<br />

los <strong>humanista</strong>s son sus tíos, aunque también está<br />

expuesto a las consecuencias de su obra. El día anterior<br />

a esta charla, por ejemplo, le juraron que <strong>Silo</strong><br />

estaba en contacto con extraterrestres.<br />

¿Quién fue tu viejo?<br />

Un entusiasta que estuvo toda la vida abocado a<br />

la construcción de una utopía. Un gran investigador,<br />

un autodidacta. Podía darte una clase sobre la<br />

fusión nuclear del deuterio y el tritio. Sabía de biología,<br />

fisiología, tecnología, electrónica, filosofía, arte.<br />

Muy zarpado, muy estudioso y muy místico. Nunca<br />

nos contó por qué hacía lo que hacía. Era tan punk<br />

que podía enojarse con Gorbachov y mandarlo a la<br />

mierda, pero siempre estaba rodeado de gente riéndose,<br />

muy cálido y abierto. Un tipazo.<br />

¿Cómo era en tu casa?<br />

Muy práctico y ordenado, detestaba que le cambiaran<br />

las cosas de lugar. Tomaba café siempre en<br />

el mismo lugar, tenía rutinas muy establecidas. Pasaba<br />

mucho tiempo en el estudio: leía y escribía,<br />

miraba el noticiero.<br />

Con el tiempo, Alejandro se fue dando cuenta de<br />

que <strong>Silo</strong> “había planteado el tema del pacifismo de<br />

FOTOS: javier heinzmann<br />

forma combativa. Le resultaba ofensivo que viniera<br />

un hipposo a decir «todos nos amamos»”. Por eso<br />

le aconsejaba: “Cuando escuches hablar de amor,<br />

agarrate los bolsillos”.<br />

en 1983, silo creo la estructura mas perdurable<br />

del movimiento. De abajo hacia arriba, y en<br />

grupos de diez o más, había delegados de grupo y<br />

de equipo, coordinadores locales y generales. Los<br />

requisitos eran practicar el trabajo personal, ir a<br />

las reuniones semanales y participar en la colecta<br />

semestral para el mantenimiento de locales, los viajes<br />

y la edición de materiales. Cada uno aportaba el<br />

equivalente al salario mínimo de un día en su país. El<br />

sistema, que se mantuvo por 26 años, generó algunas<br />

críticas: para ascender había que llevar nuevos<br />

miembros, el diálogo entre los diferentes niveles era<br />

tenso y –como en los 60– amigos y familiares temían<br />

por la salud mental de los incorporados.<br />

En democracia, el movimiento acentuó su formalización<br />

con el Partido Humanista, fundado el<br />

Día Internacional de la Mujer de 1984. <strong>La</strong> idea era<br />

meterse en el corazón del militante. Los <strong>humanista</strong>s<br />

políticos invitaban a reuniones del trabajo interno y<br />

promovían la unidad en el pensar, el hacer y el sentir.<br />

Impulsaron una campaña contra el servicio militar<br />

obligatorio, diez años antes del caso Carrasco. Se<br />

juntaron 1,2 millones de firmas en tres meses, pero<br />

nadie tomó el proyecto en el Congreso.<br />

Cuando Lía Méndez (una de las impulsoras del<br />

partido) viajó a Chacras, pensó que le iban a dar audiencia,<br />

pero un albañil la hizo entrar sin conocerla.<br />

Pasó al fondo y ahí estaba: vestido todo de blanco,<br />

de camisa y pantalón pescador, sacando las hojas de<br />

adentro de la pileta seca. Miró hacia arriba y dijo:<br />

“A vos no te conozco”. Obnubilada, la joven abogada<br />

respondió que ella sí. <strong>La</strong> charla duró una hora y<br />

media. Hablaron de cuestiones pedestres: el sistema<br />

de la pileta, las acequias en Mendoza. El le preguntó<br />

cómo veía la realidad nacional, pero se cuidaba de<br />

opinar. “No lo podía creer –dice Lía–: era un señor<br />

que hacía las tareas de su casa y me servía café, tan<br />

igual a mí en su vida cotidiana.”<br />

Caído el Muro de Berlín, <strong>Silo</strong> vio una oportunidad<br />

para el partido. Se enamoró de la Perestroika y<br />

estaba convencido de que el desarme unilateral de<br />

Gorbachov había evitado la catástrofe nuclear. Viajó<br />

a Moscú para plantear la renovación de la Unión<br />

Soviética a través del Partido Humanista. Se le mataron<br />

de risa, pero algo pasó en aquel encuentro.<br />

En octubre de 1993 la Academia de Ciencias moscovita<br />

lo premió con un doctorado honoris causa.<br />

Cuatro años después, Gorbachov escribió Humanismo<br />

y nuevo pensamiento, donde comparaba sus<br />

ideas con las de <strong>Silo</strong>. Su influjo político también<br />

llegó al Africa. Kenneth Kaunda, el presidente de<br />

Zambia, se declaraba <strong>humanista</strong>, pero no permitía<br />

elecciones libres. Al poco tiempo de reunirse con<br />

su ídolo, abrió el juego democrático. Luego mantuvieron<br />

un entusiasta contacto por carta.<br />

Como no se sentía capacitado para ser candidato<br />

del PH, actuó como consejero. Proponía una dinámica<br />

asamblearia: volver a la base social, acordar<br />

entre vecinos, reconstruir lejos de las cúpulas. En<br />

1996, visitó el estudio de Santo Biasatti. Había excitación<br />

detrás de la gélida fachada del periodista,<br />

quien confesó: “Llevo con usted un cuarto de siglo<br />

de fracasos para poder entrevistarlo”. <strong>Silo</strong> no se hizo<br />

la sede El siloísmo<br />

inauguró en <strong>La</strong> Reja un<br />

parque abierto al público.<br />

En la sala de meditación<br />

que se ve aquí se<br />

desarrolla, por ejemplo,<br />

la ceremonia del pedido<br />

(página opuesta).<br />

cargo y aprovechó el aire de TN para lanzar uno de<br />

los pedidos <strong>humanista</strong>s de la época: “Que el señor<br />

Presidente, dentro de los planteos que hace el gobierno,<br />

se acoja a los beneficios del retiro voluntario,<br />

porque no es suficientemente competente en su<br />

función”. Con el fin de los 90, llegaron buenas noticias<br />

desde Chile: <strong>La</strong>ura Rodríguez se transformó en<br />

la primera diputada <strong>humanista</strong> en el mundo.<br />

En un alto de la campaña porteña del Frente para<br />

la Victoria, Lía asegura que el PH logró instalar una<br />

mística y una estética. “¡Minga al Fondo!”, la consigna<br />

con que invadió las paredes en la primavera<br />

democrática, pareció inspirar el relato kirchnerista<br />

de ruptura con la banca global. <strong>Silo</strong> se reivindicaba<br />

de izquierda, “si consideramos a la izquierda como<br />

aquellos partidos o movimientos de sensibilidad social<br />

que luchan por la gente y no por la concentración<br />

del poder económico en manos de una minoría”.<br />

Más adelante declaró su simpatía por Lula, Chávez<br />

y el propio Kirchner,“esos que de algún modo están<br />

haciendo fuerza por lograr una cierta independencia”.<br />

En un foro del movimiento, Evo se definió “ni<br />

izquierdista ni derechista, sino <strong>humanista</strong>”.<br />

<strong>La</strong> tenaz candidata argentina sólo sería electa en<br />

el período de mayor descrédito de la política argentina.<br />

Entre 2000 y 2003 ocupó una banca en la Legislatura<br />

porteña. Presentó todos los proyectos de<br />

ley prometidos en campaña, como la educación en<br />

la no violencia (vigente en algunos municipios bonaerenses)<br />

y la equiparación de sueldos entre legisladores<br />

y docentes. Aunque jamás se trató la idea,<br />

declinó cobrar esos 6.400 pesos. Con los 5.380 de<br />

diferencia el partido compraba insumos para escuelas<br />

y hospitales.<br />

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