09.07.2017 Views

Conocimiento_metodo_y_educacion_en_Comen

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

CONOCIMIENTO, MÉTODO Y FORMACIÓN EN DESCARTES Y COMENIO<br />

Andrés L. Jaume *<br />

Artículo publicado <strong>en</strong> Cuadernos Salmantinos de Filosofía 2013 pp.85-99.<br />

Resum<strong>en</strong>: El pres<strong>en</strong>te artículo examina las propuestas <strong>metodo</strong>lógicas de dos autores contemporaneos del<br />

s.XVII como vía de salida al problema del conocimi<strong>en</strong>to. En ambos casos se presta una at<strong>en</strong>ción especial<br />

a la problemática formativa sost<strong>en</strong>iéndose la vinculación de ésta con el problema del conocimi<strong>en</strong>to. De<br />

este modo se sosti<strong>en</strong>e que la propuesta <strong>metodo</strong>lógica no es sólo una salida al problema del conocimi<strong>en</strong>to<br />

sino que necesariam<strong>en</strong>te incorpora elem<strong>en</strong>tos que se traduc<strong>en</strong> <strong>en</strong> una determinada concepción acerca de la<br />

formación y viceversa, no hay propuesta formativa que no parte de una serie de consideraciones acerca de<br />

qué es conocimi<strong>en</strong>to y cómo se obti<strong>en</strong>e.<br />

Palabras clave: Com<strong>en</strong>io, Descartes, Formación, <strong>Conocimi<strong>en</strong>to</strong>, Método, Naturaleza humana.<br />

Abstract: This paper examines two methodological proposals in XVII c<strong>en</strong>tury as a way to <strong>en</strong>face the so<br />

called knowledge problem. Com<strong>en</strong>ius as well Descartes both pay att<strong>en</strong>tion to educational problems in a<br />

differ<strong>en</strong>t way and, the most important, it is that theoretical and methodological discussions are not strictly<br />

separate from practical ones. So education problems are intrinsecally related to epistemological questions<br />

and vice versa. To sum up, there is not methodological or epistemological proposal in Com<strong>en</strong>ius and<br />

Descartes which are not related with a way of educating human being. Whatever philosophical<br />

construction seems to involve an anthropological construction which is fulfilled in some kind of<br />

educational proposal.<br />

Key words: Com<strong>en</strong>ius, Descartes, Education, Knowledge, Method, Human Nature.<br />

Introducción<br />

Tanto Descartes como Com<strong>en</strong>io ti<strong>en</strong><strong>en</strong> un papel fundacional <strong>en</strong> el p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to<br />

Moderno. Descartes es reconocido como el padre de la Filosofía Moderna, mi<strong>en</strong>tras que<br />

Com<strong>en</strong>io a m<strong>en</strong>udo aparece como el fundador de la Pedagogía. Ortega y Gasset sitúa a<br />

ambos autores <strong>en</strong> la misma g<strong>en</strong>eración 1 . Sea como fuere la historiografía les asigna<br />

papeles separados, a uno la tarea de fundam<strong>en</strong>tar el método filosófico y ci<strong>en</strong>tífico,<br />

mi<strong>en</strong>tras que a otro la tarea de desarrollar la pedagogía como ci<strong>en</strong>cia y, <strong>en</strong><br />

* Universidad de las Islas Baleares, Facultad de Filosofía y Letras. andres.jaume@uib.es<br />

1 José ORTEGA Y GASSET, En torno a Galileo, Madrid, Tecnos, 2012, p. 316.<br />

1


consecu<strong>en</strong>cia, ser el propulsor del así llamado método pedagógico. En el pres<strong>en</strong>te<br />

trabajo reivindicaré tanto el papel de filósofo que indudablem<strong>en</strong>te corresponde a<br />

Com<strong>en</strong>io como la imposibilidad de separar los aspectos pedagógicos de la cuestión<br />

metódica. Dicho de otra manera, el método supone un ideal de formación y ti<strong>en</strong>e un<br />

valor didáctico intrínseco. Así, <strong>en</strong> la sección I pres<strong>en</strong>to las conexiones <strong>en</strong>tre la<br />

propuesta educativa de Com<strong>en</strong>io y la necesidad de dar salida a lo que con razón J. A.<br />

Maravall 2 ha d<strong>en</strong>ominado la «crisis social del Barroco» que, <strong>en</strong> el caso de nuestro autor<br />

se traduce <strong>en</strong> un int<strong>en</strong>to de reforma universal a través del saber. No <strong>en</strong> vano el saber<br />

aspira a conducir la vida de los hombres y la cultura Barroca es una cultura dirigida. De<br />

este modo subrayo el valor epistemológico de la propuesta educativa de Com<strong>en</strong>io que ni<br />

mucho m<strong>en</strong>os puede ser considerado como secundario. La polémica <strong>en</strong> torno al método 3<br />

es una constante <strong>en</strong> esta cultura dirigida que es el Barroco. El método es ya una<br />

dirección del espíritu, pues <strong>en</strong>seña a caminar <strong>en</strong> un mundo que se pres<strong>en</strong>ta como<br />

laberíntico. Com<strong>en</strong>io desarrolla un método alternativo al Discurso del método<br />

cartesiano y no sólo una propuesta pedagógica. En la sección II sin embargo invierto el<br />

ord<strong>en</strong> de prioridad y señalo aquellos aspectos pedagógicos o subordinados a un ideal de<br />

formación que aparec<strong>en</strong> <strong>en</strong> la propuesta epistemológica de Descartes. Es un Descartes<br />

atípico desde el punto de vista historiográfico pero <strong>en</strong> absoluto puede ser tildado de<br />

falso. La lectura que hago del Discurso del método es pues la de una propuesta metódica<br />

de constitución del saber que <strong>en</strong> modo alguno puede dejar de lado la cuestión formativa<br />

del sujeto de conocimi<strong>en</strong>to que es también un sujeto al que, mediante el método, se le<br />

<strong>en</strong>seña a conocer, a constituir conocimi<strong>en</strong>to ori<strong>en</strong>tado a un determinado fin, la libertad y<br />

autonomía personal. Finalm<strong>en</strong>te pres<strong>en</strong>to unas conclusiones <strong>en</strong> las que se recog<strong>en</strong> las<br />

aportaciones de las interpretaciones vertidas <strong>en</strong> las secciones anteriores.<br />

I. Método, conocimi<strong>en</strong>to y educación <strong>en</strong> Com<strong>en</strong>io<br />

Com<strong>en</strong>io ha pasado a la Historia de la Educación como padre fundador de la<br />

Pedagogía. En efecto, su Didáctica Magna (1657) 4<br />

es el texto fundacional de la<br />

2 J. A. MARAVALL, La cultura del Barroco, Barcelona, Ariel(1975), 2007.<br />

3 Ph. DESAN, Naissance de la Methóde, París, A.G. Nizet, 1987.<br />

4 En el pres<strong>en</strong>te artículo me serviré de la traducción de la, Didáctica Magna de Saturnino López Peces<br />

que reproduce la editorial Pórrua, México, 1991 <strong>en</strong> su edición de la Didactica Magna. La obra original<br />

puede <strong>en</strong>contrarse <strong>en</strong> Jan Amos Kom<strong>en</strong>ský Opera Omnia vol XV (1), Editorial Academia, Praga 1986.<br />

2


Pedagogía <strong>en</strong> la Modernidad. En ella <strong>en</strong>contramos tanto los fundam<strong>en</strong>tos g<strong>en</strong>erales<br />

sobre la educación basados <strong>en</strong> una propuesta naturalista como el proyecto de<br />

organización escolar y curricular <strong>en</strong> el que se materializa. Mucho se ha escrito sobre<br />

estos aspectos g<strong>en</strong>erales de la Didactica Magna y de otros escritos pedagógicos de<br />

Com<strong>en</strong>io tales como sus métodos de apr<strong>en</strong>dizaje de l<strong>en</strong>guas como la Janua linguarum o<br />

el Orbis Pictus o la otra gran teorización que al final de su vida escribe, la Pampedia,<br />

capítulo insigne de la monum<strong>en</strong>tal obra inédita De rerum hunane <strong>en</strong>m<strong>en</strong>datione<br />

consultatio catholica. Sin embargo, a m<strong>en</strong>udo se deja de lado las cuestiones que hac<strong>en</strong><br />

de Com<strong>en</strong>io un autor g<strong>en</strong>ial que traspasa los límites de la ci<strong>en</strong>cia pedagógica. En efecto,<br />

el proyecto pedagógico de Com<strong>en</strong>io es la respuesta a una doble problemática, social e<br />

intelectual, a la que se quiere dar respuesta desde el conocimi<strong>en</strong>to. La reforma<br />

pedagógica de Com<strong>en</strong>io no es m<strong>en</strong>os una reforma social e intelectual que ti<strong>en</strong>e por<br />

trasfondo una imag<strong>en</strong> del mundo <strong>en</strong> la que predomina la incertidumbre y la confusión,<br />

<strong>en</strong> suma, una imag<strong>en</strong> del mundo laberíntica 5 . Si nos at<strong>en</strong>emos a una de sus primeras<br />

obras Labyrint sveta (El laberinto del mundo y el paraíso del corazón), obra literaria de<br />

juv<strong>en</strong>tud publicada <strong>en</strong> 1631 6 , se nos pres<strong>en</strong>ta una problemática típicam<strong>en</strong>te barroca, el<br />

mundo como laberinto <strong>en</strong> el que el hombre debe situarse y <strong>en</strong>contrar salida. El<br />

peregrino, el protagonista de la novela, es conducido por Fisgalotodo a lo largo y ancho<br />

del mundo, como si de un espectáculo se tratara para, al final del viaje, concluir con el<br />

des<strong>en</strong>canto y volver sus ojos a Cristo, única seguridad y salvación.<br />

El laberinto del mundo y el paraíso del corazón evid<strong>en</strong>cia también un claro<br />

interés cognoscitivo. De hecho, <strong>en</strong> § 1 de la dedicatoria al lector podemos leer:<br />

«Todas las criaturas, también las irracionales, anhelan obt<strong>en</strong>er de la naturaleza cosas<br />

bu<strong>en</strong>as y útiles; tanto más el ser humano, cuya razón aviva este afán por conseguir lo<br />

bu<strong>en</strong>o y lo útil. Y no sólo lo aviva, sino que también le incita a disfrutar cada vez más<br />

con las cosas bu<strong>en</strong>as, agradables y útiles, y a aspirar impertérrito a alcanzarlas. Hace<br />

ya mucho tiempo que <strong>en</strong>tre los sabios se plantea la cuestión de saber dónde reside el<br />

bi<strong>en</strong> supremo, el summum bonum, con la int<strong>en</strong>ción de permitir que el afán del hombre<br />

pueda <strong>en</strong>caminarse hacia él; es decir, cuando el bi<strong>en</strong> supremo se hubiere alcanzado a<br />

Para el resto de obras me remito a la edición canónica de la Academia de las Ci<strong>en</strong>cias de Praga, salvo que<br />

se indique lo contrario.<br />

5 Cf. J. A. MARAVALL op.cit.<br />

6 Una segunda edición del texto corregida y aum<strong>en</strong>tada fue publicada <strong>en</strong> Amsterdam <strong>en</strong> 1663. Para el<br />

pres<strong>en</strong>te artículo me sirvo de la traducción de Joaquín Abellán y Valeria Kovachova Rivera de Rosales<br />

aparecida <strong>en</strong> Biblioteca Nueva, Madrid, 2009. Las refer<strong>en</strong>cias al mismo se harán indicando el o los<br />

prarágrafos del propio texto.<br />

3


través del razonami<strong>en</strong>to, el ser humano podría y debería hallar <strong>en</strong> él la tranquilidad; y<br />

<strong>en</strong>tonces no t<strong>en</strong>dría más deseos.»<br />

El saber es una necesidad, la incertidumbre g<strong>en</strong>era dolor, pues todos desean<br />

obt<strong>en</strong>er cosas bu<strong>en</strong>as y útiles. Saber determinar el summum bonum, es pues un objetivo<br />

teórico que devi<strong>en</strong>e emin<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te práctico. Com<strong>en</strong>io pres<strong>en</strong>ta un contraste <strong>en</strong>tre la<br />

búsqueda de los bi<strong>en</strong>es terr<strong>en</strong>ales, ilusoria y a la postre frustrante, y el fin final del<br />

hombre, que es Dios. El contraste <strong>en</strong>tre la transitoriedad y futilidad del mundo y la<br />

certeza y gloria divina es pat<strong>en</strong>te <strong>en</strong> toda la obra. Las obras posteriores a El laberinto<br />

del mundo y el paraíso del corazón no harán sino tematizar conceptualm<strong>en</strong>te este<br />

importante tópico. La Didáctica Magna señalará la importancia de reformar la escuela<br />

como medio de reformar la sociedad. La escuela es para Com<strong>en</strong>io el lugar donde el ser<br />

humano llega a ser lo que debe ser: «Sabiam<strong>en</strong>te habló el que dijo que las escuelas eran<br />

TALLERES DE LA HUMANIDAD, laborando para que los hombres se hagan<br />

verdaderam<strong>en</strong>te HOMBRES; ESTO ES (y recordemos las premisas antes establecidas) :<br />

I Criaturas racionales. II. Criatura señora de las demás criaturas ( y aún de sí misma).<br />

III. Criatura delicia de su Criador. Y esto se logrará si las escuelas procuran formar<br />

hombres sabios de <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to, prud<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> sus acciones, piadosos de<br />

corazón.»(D.M. X, §3). Sin embargo ¿por qué formar así al hombre? No se reforma la<br />

escuela si no es porque va mal o es mejorable. Es precisam<strong>en</strong>te el capítulo XI de la<br />

Didactica Magna el que atestigua que «Hasta ahora hemos carecido de escuelas que<br />

respondan perfectam<strong>en</strong>te a su fin», idea que está <strong>en</strong> clara consonancia con uno de los<br />

textos programáticos por excel<strong>en</strong>cia de Com<strong>en</strong>io, el Prodromus Pansophiae (1637),<br />

escrito el mismo año que el Discurso del Método y con una finalidad muy similar. El<br />

Prodromus aborda la cuestión del saber mismo, no de su institucionalización ni del arte<br />

de transmitirlo. Sin embargo la reforma del saber que se acomete <strong>en</strong> el Prodromus está<br />

motivada por un interés práctico: el saber debe ser reformado porque, como afirma <strong>en</strong> el<br />

§15, los estudios -léase, la transmisión del saber- tal como están organizados no pued<strong>en</strong><br />

conducir al hombre a su fin último, que es Dios. En el Prodromus la cuestión educativa<br />

se subordina a la necesidad de reforma del conocimi<strong>en</strong>to que para Com<strong>en</strong>io se<br />

materializa <strong>en</strong> la propuesta pansófica. La pansofía es el conocimi<strong>en</strong>to de todo lo que es<br />

cognoscible para el ser humano y como tal conocimi<strong>en</strong>to, requiere de un método 7 , pero<br />

¿cuál? Y, ¿<strong>en</strong> qué se difer<strong>en</strong>cia del método educativo? Vayamos por partes. El método o<br />

7 Cf. Prodromus § 82.<br />

4


patrón de constitución de saber consta, para Com<strong>en</strong>io, al igual que para Descartes, de<br />

unas reglas que <strong>en</strong>umera y que, adecuadam<strong>en</strong>te aplicadas, permit<strong>en</strong> obt<strong>en</strong>er<br />

conocimi<strong>en</strong>to. Estas reglas se <strong>en</strong>uncian <strong>en</strong> el Prodromus (§83 y ss.) y son las que, de<br />

manera sumaria, se expon<strong>en</strong> a continuación 8 :<br />

R.1 (§ 83) Se debe proceder a una anatomía precisa del universo, esto es, a una<br />

clasificación exacta o inv<strong>en</strong>tario de lo exist<strong>en</strong>te.<br />

R.2. (§84) Lo exist<strong>en</strong>te debe ser nombrado adecuadam<strong>en</strong>te y de modo exacto, con<br />

precisión matemática<br />

R.3. (§85) Deb<strong>en</strong> postularse teoremas y cánones -junto con sus demostraciones<br />

pertin<strong>en</strong>tes- a partir de los que deducir o a los que sujetar (subiugare) las divisiones y<br />

definiciones de las cosas.<br />

R.4. (§86) Todos estos preceptos deb<strong>en</strong> considerarse claros, unívocos y siempre por sí<br />

mismos.<br />

R.5 (§ 87) Los axiomas de la pansofía deb<strong>en</strong> ser reales y prácticos, no demostrados a<br />

priori, sino explicitados, pues están impresos <strong>en</strong> el alma humana.<br />

R.6 (§88) La pansofía no aporta nada nuevo, pues todo lo particular se deduce de los<br />

citados principios g<strong>en</strong>erales.<br />

R. 7 (§ 93) Aquello que no pueda ser demostrado apelando a los anteriores principios<br />

debe ser reformulado de un modo más claro.<br />

Estas reglas constituy<strong>en</strong> un organon o método del conocimi<strong>en</strong>to que Com<strong>en</strong>io<br />

separa cuidadosam<strong>en</strong>te de la cuestión didáctica. Dicho de otra manera, el método<br />

pansófico aparece aquí ante todo como ars inv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>di y, <strong>en</strong> m<strong>en</strong>or medida, como ars<br />

exponi<strong>en</strong>di, ya que a esta última cuestión Com<strong>en</strong>io responde de manera más explícita <strong>en</strong><br />

la Didactica Magna. La Didactica Magna puede ser considerada como el tratado del<br />

método educativo, su problemática principal es la transmisión del conocimi<strong>en</strong>to y no la<br />

constitución del mismo conocimi<strong>en</strong>to. Sin embargo, <strong>en</strong> ella las cuestiones estrictam<strong>en</strong>te<br />

gnoseológicas no están aus<strong>en</strong>tes. En la Didactica Magna <strong>en</strong>contramos unos<br />

fundam<strong>en</strong>tos antropológicos que justifican la posibilidad del conocimi<strong>en</strong>to y, <strong>en</strong> la<br />

8 Cf. A. JAUME, «Coneixem<strong>en</strong>t i mètode <strong>en</strong> Com<strong>en</strong>ius i Descartes:un estudi comparatiu», Taula.<br />

Quaderns de p<strong>en</strong>sam<strong>en</strong>t, 44, (2012) 177-184.<br />

5


medida <strong>en</strong> que se aborda una técnica de transmisión del saber, se está teorizando no<br />

m<strong>en</strong>os sobre la naturaleza de ese propio saber 9 .<br />

Com<strong>en</strong>io aborda la cuestión didáctica desde una perspectiva naturalista. La<br />

<strong>en</strong>señanza procede del mismo modo que la Naturaleza. A la didáctica le corresponde y<br />

ha de procurar unos fundam<strong>en</strong>tos para <strong>en</strong>señar todo a todos y de manera fácil, sólida y<br />

rápida, pues el conocimi<strong>en</strong>to es una cuestión capital <strong>en</strong> la vida del hombre y<br />

corresponde no tanto a una decisión personal como a una empresa colectiva. El capítulo<br />

XVII de la Didactica Magna pres<strong>en</strong>ta los fundam<strong>en</strong>tos de la facilidad para <strong>en</strong>señar y<br />

apr<strong>en</strong>der, del mismo modo <strong>en</strong> el capítulo XVIII de la citada obra se apuntan los<br />

fundam<strong>en</strong>tos de la solidez y, finalm<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> el capítulo XIX, los fundam<strong>en</strong>tos de la<br />

abreviada rapidez de la <strong>en</strong>señanza. A continuación Com<strong>en</strong>io señala particularm<strong>en</strong>te los<br />

métodos de la <strong>en</strong>señanza de las ci<strong>en</strong>cias, las artes y las l<strong>en</strong>guas. Si nos at<strong>en</strong>emos a esta<br />

tripartición veremos que las ci<strong>en</strong>cias atañ<strong>en</strong> a «la noticia de las cosas» o «el<br />

conocimi<strong>en</strong>to interno de las mismas» tal como apunta <strong>en</strong> el §2 del cap. XX de la<br />

Didactica Magna. La ci<strong>en</strong>cia para Com<strong>en</strong>io ti<strong>en</strong>e que ver con la visión cabal de la<br />

realidad, pues la m<strong>en</strong>te no es sino un espejo que puede reflejarla claram<strong>en</strong>te. El método<br />

de las ci<strong>en</strong>cias es, pues, el que nos permite conocer la realidad. Pero el conocimi<strong>en</strong>to de<br />

dicha realidad sería estéril si no fuera acompañado de su transmisión y de su<br />

manipulación, de ahí que Com<strong>en</strong>io insista también <strong>en</strong> los dos métodos anteriorm<strong>en</strong>te<br />

apuntados. La pansofía no es una empresa ni puram<strong>en</strong>te contemplativa ni que se lleve a<br />

cabo <strong>en</strong> soledad -de ahí también la importancia del l<strong>en</strong>guaje y de los métodos de<br />

<strong>en</strong>señanza de l<strong>en</strong>guas <strong>en</strong> toda la obra de Com<strong>en</strong>io-.<br />

Así, <strong>en</strong> suma, puede decirse que <strong>en</strong> el método de las ci<strong>en</strong>cias se pone énfasis <strong>en</strong><br />

la experi<strong>en</strong>cia directa, <strong>en</strong> el de las artes, <strong>en</strong> la práctica y, <strong>en</strong> el de las l<strong>en</strong>guas, <strong>en</strong> el uso.<br />

El saber resulta de la sinergia de estos tres métodos. Se apr<strong>en</strong>de por observación, pero<br />

no m<strong>en</strong>os tocando y poni<strong>en</strong>do palabras a las cosas. El arte de bi<strong>en</strong> nombrar es el arte de<br />

poder distinguir y, <strong>en</strong> suma, de conocer lo que cada cosa es. El l<strong>en</strong>guaje, además, hace<br />

de la experi<strong>en</strong>cia algo intersubjetivo y comunicable. El Orbis s<strong>en</strong>sualium pictus, un<br />

manualillo de <strong>en</strong>señanza del latín, empieza con un diálogo de hondo calado<br />

epistemológico que muy bi<strong>en</strong> traduce la idea anterior: «Magister: V<strong>en</strong>ie, puer, disce<br />

sapere! Puer: Quid hoc est, sapere? Magister: Omnia, quae necessaria, rectè intelligere,<br />

9 K. SCHALLER, Com<strong>en</strong>ius 1992. Gesammelte Beiträge zum Jubiläumsjahr, Sankt Augustin ,Academia<br />

Verlag, 1992.<br />

6


ectè agere, rectè eloqui.» 10 . El saber consiste <strong>en</strong> <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der rectam<strong>en</strong>te lo que es, hacerlo<br />

correctam<strong>en</strong>te y nombrar la realidad con precisión.<br />

Cada método didáctico no constituye saber de por sí, pero facilita el apr<strong>en</strong>dizaje<br />

y la aplicación del conocimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> un proceso de búsqueda constante como el<br />

esbozado <strong>en</strong> el Prodromus. Dicho de otra manera, la propuesta <strong>metodo</strong>lógica de la<br />

Didactica Magna ti<strong>en</strong>e un carácter emin<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te didáctico, permite constituir el saber<br />

desde la cuna hasta la sepultura y con ello, dar cumplimi<strong>en</strong>to a la finalidad intrínseca de<br />

la vida humana.<br />

La propuesta <strong>metodo</strong>lógica de Com<strong>en</strong>io puede resultar sorpr<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te. En la<br />

Didactica Magna, tal como ya se ha m<strong>en</strong>cionado, parece que hay una multiplicidad de<br />

propuestas <strong>metodo</strong>lógicas particulares. Tal prolijidad hace necesaria una aclaración.<br />

Como puede verse tal profusión de principios y métodos particulares parec<strong>en</strong> desdibujar<br />

la claridad de un sólo método que sea a la vez ars exponi<strong>en</strong>di y ars inv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>di. No será<br />

precisam<strong>en</strong>te Com<strong>en</strong>io qui<strong>en</strong> simplifique esta cuestión sino, como se verá <strong>en</strong> la<br />

sigui<strong>en</strong>te sección, Descartes. Pero, considerado <strong>en</strong> su totalidad, puede decirse que la<br />

Didactica Magna constituye un sólo método, el método de la <strong>en</strong>señanza que imita el<br />

proceder de la Naturaleza. El método didáctico ti<strong>en</strong>e, pues, una dim<strong>en</strong>sión gnoseológica<br />

indudable que, además, se ve complem<strong>en</strong>tado con una determinada teoría de la<br />

organización escolar y que, <strong>en</strong> consecu<strong>en</strong>cia, se propone como instrum<strong>en</strong>to de reforma<br />

del saber a través de la educación. En suma, Com<strong>en</strong>io separa, al m<strong>en</strong>os con distinción<br />

de razón, la cuestión de la exposición del saber de la cuestión de la consecución del<br />

saber. Ambos terr<strong>en</strong>os están claram<strong>en</strong>te relacionados, pues no puede alcanzarse la<br />

finalidad educativa si no es mediante una transmisión del g<strong>en</strong>uino saber -no de la<br />

ignorancia- pero igualm<strong>en</strong>te tal finalidad requiere de un determinado proceder que se<br />

fundam<strong>en</strong>ta no m<strong>en</strong>os <strong>en</strong> la naturaleza humana. La didáctica ti<strong>en</strong>e un valor instrum<strong>en</strong>tal,<br />

pero la pansofia no lo ti<strong>en</strong>e m<strong>en</strong>os, pues se subordina al imperativo de la salvación. Se<br />

conoce para salvarse, no para dominar la naturaleza tal como sucederá <strong>en</strong> Descartes que<br />

propondrá el método para que el ser humano sea dueño y poseedor de la naturaleza 11 . El<br />

conocimi<strong>en</strong>to y la educación ti<strong>en</strong><strong>en</strong> <strong>en</strong> Com<strong>en</strong>io una función salvífica <strong>en</strong> los que la<br />

10 COMENIUS, Orbis s<strong>en</strong>sualium pictus, Praga, 2012.<br />

11 Cf. DESCARTES, Discurso del método, VI. En lo que sigue citaré las obras de Descartes por la<br />

traducción española Descartes, Madrid, Gredos, 2011.<br />

7


Naturaleza 12 no se pres<strong>en</strong>ta como objeto de dominación ni bajo la metáfora de la<br />

máquina, sino según la vieja concepción del organismo. La novedad radica <strong>en</strong> lo que de<br />

reformador y hombre del R<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to ti<strong>en</strong>e Com<strong>en</strong>io. No hay argum<strong>en</strong>to de autoridad<br />

más que la Escritura y solo <strong>en</strong> materia de fe, el testimonio de los s<strong>en</strong>tidos y la natural<br />

disposición del ser humano conforme a los lineami<strong>en</strong>tos de la antropología cristianoreformista<br />

que admite Com<strong>en</strong>io dan al ser humano la posibilidad de conocer siempre y<br />

cuando sepa conducir sus disposiciones naturales conforme a un método.<br />

II. Método, conocimi<strong>en</strong>to y formación <strong>en</strong> Descartes<br />

Hasta ahora se han examinado las relaciones <strong>en</strong>tre método, conocimi<strong>en</strong>to y<br />

educación <strong>en</strong> Com<strong>en</strong>io. Sin embargo, tal como se destacó al inicio, éste es<br />

contemporáneo 13 de Descartes qui<strong>en</strong> ha pasado a la historia como el gran metodólogo<br />

con una aus<strong>en</strong>cia apar<strong>en</strong>te de consideraciones sobre la educación. Sin embargo, pese a<br />

que <strong>en</strong> Descartes no aparece la problemática educativa con la fuerza y rigor que lo hace<br />

<strong>en</strong> Com<strong>en</strong>io, no puede decirse que ésta no t<strong>en</strong>ga un lugar y, como se argum<strong>en</strong>tará, no<br />

precisam<strong>en</strong>te marginal. Del mismo modo se ha visto que el problema epistemológico<br />

tampoco era marginal <strong>en</strong> Com<strong>en</strong>io. La idea que trataré de desterrar es el tópico clásico<br />

que otorga la paternidad de la Pedagogía a Com<strong>en</strong>io y hace lo propio con Descartes y el<br />

p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to Moderno. Algo hay de verdad <strong>en</strong> el viejo tópico si nos at<strong>en</strong>emos a la<br />

historia de los efectos. Sin embargo, si consideramos a ambos autores <strong>en</strong> su<br />

circunstancia histórica concreta el viejo tópico parece resultar claram<strong>en</strong>te insufici<strong>en</strong>te.<br />

No parece fácil <strong>en</strong>contrar una idea de educación <strong>en</strong> Descartes. Descartes no es<br />

un autor que, como Com<strong>en</strong>io, haya pasado al canon de la Pedagogía. No <strong>en</strong>contramos<br />

directam<strong>en</strong>te propuestas didácticas <strong>en</strong> Descartes como las <strong>en</strong>contramos <strong>en</strong> Com<strong>en</strong>io a<br />

pesar de que <strong>en</strong> numerosas ocasiones Descartes hace refer<strong>en</strong>cia a la educación de su<br />

época y al sistema del saber que emana de las instituciones educativas. El autor francés,<br />

así, no se sustrae m<strong>en</strong>os a la problemática educativa de su época que el checo. De este<br />

modo puede afirmarse que si bi<strong>en</strong> no hay una idea de educación <strong>en</strong> Descartes clara y<br />

definida como sí la hay <strong>en</strong> Com<strong>en</strong>io, sí hay una idea de formación del ser humano que<br />

12 Sobre el concepto de naturaleza <strong>en</strong> Com<strong>en</strong>io, vid. J. ČERVENKA, Die Naturphilosophie des Johann<br />

Amos Com<strong>en</strong>ius, Praga, Verlag Werner Dausi<strong>en</strong>-Hana, 1970. Com<strong>en</strong>io fue un crítico de la concepción<br />

mecanicista de la naturaleza.<br />

13 Ambos autores se conocieron personalm<strong>en</strong>te. Cf. W. ROOD, Com<strong>en</strong>ius and the Low Countries, Praga,<br />

Academia, 1970.<br />

8


va ligada a su conceptualización antropológica tal como ya hemos visto que sucedía <strong>en</strong><br />

Com<strong>en</strong>io. Como señala Compayre, toda filosofía supone una determinada concepción<br />

de la naturaleza humana y, por <strong>en</strong>de, un sistema pedagógico <strong>en</strong> ciernes 14 .<br />

La idea del para qué de la formación, es decir, lo que hoy <strong>en</strong>t<strong>en</strong>demos como<br />

teleología educativa, es un tópico recurr<strong>en</strong>te <strong>en</strong> los escritos de Descartes, máxime<br />

cuando <strong>en</strong> la filosofía cartesiana se apunta a un determinado fin ligado a una<br />

determinada teoría del hombre y su naturaleza, la libertad 15 . De este modo, <strong>en</strong> Descartes<br />

<strong>en</strong>contramos una respuesta al para qué de la educación <strong>en</strong> la medida <strong>en</strong> que<br />

presuponemos una determinada antropología y esta última nos habla, <strong>en</strong> definitiva, de la<br />

propia naturaleza humana y no m<strong>en</strong>os del modo <strong>en</strong> que el ser humano es capaz de<br />

formarse.<br />

Fr<strong>en</strong>te a la imag<strong>en</strong> escindida del hombre cartesiano, ya tradicional y consagrada<br />

por la historiografía, prestemos at<strong>en</strong>ción a la circunstancia del hombre Descartes.<br />

Descartes vive un mom<strong>en</strong>to de crisis profunda 16 . Por una parte nos <strong>en</strong>contramos con la<br />

situación política de Europa, la Guerra de los treinta años (1618-1648) que, <strong>en</strong>tre otras<br />

causas, se hace eco del clima intelectual propiciado por la Reforma protestante. La<br />

consecu<strong>en</strong>cia de estos dos factores es una situación de radical incertidumbre y la<br />

14 G. COMPAYRÉ, «Descartes», <strong>en</strong>: F. BUISSON, Nouveau Dictionnaire de Pédagogie et d'instruction<br />

primaire, Paris, Librarie Hachette, 1911. Puede consultarse <strong>en</strong> línea a través de la página del Institut<br />

Français de l' Éducation: http://www.inrp.fr/edition-electronique/lodel/dictionnaire-ferdinandbuisson/docum<strong>en</strong>t.php?id=2535.<br />

15 A este respecto es muy interesante la observación de P. Gu<strong>en</strong>ancia que sitúa como gran problemática<br />

cartesiana el problema de la libertad. La autonomía del juicio no sería sino un requisito previo al de la<br />

libertad y autonomía personales. En efecto, Gu<strong>en</strong>ancia, al inicio de su Lire Descartes: «Le fil conducteur<br />

de la p<strong>en</strong>sée cartési<strong>en</strong>ne, l'idée d'où tout part et où tout aboutit est celle de la liberté.» P. GUENANCIA,<br />

Lire Descartes, París, Gallimard, 2000, p.9.<br />

16 Los aspectos de la crisis barroca han sido abordados magistralm<strong>en</strong>te por J. A. MARAVALL op.cit.<br />

desde una perspectiva más filosófica es interesante señalar las opiniones de Toulmin que ve <strong>en</strong> Descartes<br />

una modernidad distinta a aquella que se inicia con el r<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to y que, <strong>en</strong>tre otros, ti<strong>en</strong>e como a uno<br />

de sus máximos expon<strong>en</strong>tes a Montaigne. Toulmin insiste <strong>en</strong> la cuestión sociopolítica del mom<strong>en</strong>to.<br />

Obsérvese que tanto el int<strong>en</strong>to directo de superar el escepticismo por parte de Descartes como el int<strong>en</strong>to<br />

de reforma de Com<strong>en</strong>ius no son sino un esfuerzo por sobreponerse a una situación determinada. A este<br />

respecto S. Toulmin señala que:<br />

«En aquella situación teñida por la sangre, ¿qué podían hacer los bu<strong>en</strong>os de los intelectuales? Mi<strong>en</strong>tras los<br />

valores del R<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to humano y humanista conservaron su fuerza para un Montaigne <strong>en</strong> la esfera<br />

privada o para un Enrique de Navarra <strong>en</strong> el ámbito público, persistió la esperanza de que un debate<br />

s<strong>en</strong>sato sobre experi<strong>en</strong>cias compartidas por individuos honrados pudiera conducir a una converg<strong>en</strong>cia<br />

m<strong>en</strong>tal, o, al m<strong>en</strong>os, a un acuerdo civilizado para poder dis<strong>en</strong>tir. En 1620, las personas que ost<strong>en</strong>taban<br />

algún poder político o autoridad teológica <strong>en</strong> Europa ya no veían el pluralismo de Montaigne como una<br />

opción intelectual viable, al igual que la tolerancia de Enrique no era tampoco para ellas una opción<br />

práctica. La disposición de los humanistas para convivir con la incertidumbre, la ambigüedad y las<br />

difer<strong>en</strong>cias de opinión no había hecho nada -<strong>en</strong> opinión de tales personas- para impedir el conflicto<br />

religiosos; luego -inferían- había contribuido a causar aquel estado de cosas deg<strong>en</strong>erado. Si el<br />

escepticismo nos dejaba indef<strong>en</strong>sos, se imponía con urg<strong>en</strong>cia la certeza. Tal vez no fuera obvio aquello<br />

sobre lo que se suponía que la g<strong>en</strong>te debía de estar segura; pero la incertidumbre se había vuelto<br />

inaceptable.» S. TOULMIN, Cosmópolis, Barcelona, P<strong>en</strong>sínsula, 2001, p. 91.<br />

9


necesidad de hacer fr<strong>en</strong>te a la misma con nuevas certezas, ya que las viejas han <strong>en</strong>trado<br />

<strong>en</strong> crisis y decad<strong>en</strong>cia. Así, la idea de hombre cartesiano es ante todo el hombre<br />

particular situado históricam<strong>en</strong>te que desarrolla un discurso de autocompr<strong>en</strong>sión<br />

novedoso. En este discurso el elem<strong>en</strong>to dominante es la perspectiva subjetiva y a éste se<br />

irá retrotray<strong>en</strong>do el cúmulo de cuestiones, algunas heredadas otras surgidas del<br />

mom<strong>en</strong>to que le toca vivir.<br />

En este s<strong>en</strong>tido no son pocos, sino todos, los autores que destacan la<br />

importancia de la subjetividad y, más aún, subrayan el aspecto analítico de la misma que<br />

distingue <strong>en</strong>tre res ext<strong>en</strong>sa y res cogitans con la consigui<strong>en</strong>te imag<strong>en</strong> escindida del<br />

hombre. Sin embargo, hay un mom<strong>en</strong>to prerreflexivo que es la viv<strong>en</strong>cia de la que parte<br />

el hombre Descartes y que vuelve a ser p<strong>en</strong>sada al final del mom<strong>en</strong>to analítico que<br />

supone el descubrimi<strong>en</strong>to del Ego cogito <strong>en</strong> el Discurso del método y su tematización<br />

g<strong>en</strong>uinam<strong>en</strong>te filosófica <strong>en</strong> las Meditaciones Metafísicas. De hecho, precisam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la<br />

última de estas <strong>en</strong>contramos una noción que no hay que pasar por alto: el hombre como<br />

unum quid, noción que de alguna manera se volverá a plantear <strong>en</strong> las Pasiones del alma<br />

y, de manera muy insist<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> la correspond<strong>en</strong>cia con Elizabeth de Bohemia. No se<br />

trata pues del sujeto cartesiano desdoblado <strong>en</strong> su mom<strong>en</strong>to analítico, sino del hombre<br />

todo como sujeto de una experi<strong>en</strong>cia de corte netam<strong>en</strong>te subjetivo que no puede obviar<br />

su corporalidad. Es sobre este hombre sobre el que recae la reflexión formativa del<br />

propio Descartes, hombre que, además, persigue una finalidad vital que ya nos vi<strong>en</strong>e<br />

anunciada <strong>en</strong> el Discurso del método y sobre la que incide la Carta Prefacio de los<br />

Principios de Filosofía. En la primera de estas obras, el Discurso del método, narrado<br />

<strong>en</strong> forma casi autobiográfica, Descartes, <strong>en</strong>tre otras cosas, insiste <strong>en</strong> la finalidad del<br />

conocimi<strong>en</strong>to. No se conoce sin más, ni por mera curiosidad o ansia especulativa, se<br />

conoce para «llegar a conocimi<strong>en</strong>to muy útiles para la vida, y que, <strong>en</strong> lugar de la<br />

filosofía especulativa <strong>en</strong>señada <strong>en</strong> las escuelas, es posible <strong>en</strong>contrar una práctica, por<br />

medio de la cual (...) podríamos aprovecharlas [ las fuerzas] del mismo modo <strong>en</strong> todos<br />

los usos a que sean propias, y de esta suerte, hacernos como dueños y poseedores de la<br />

naturaleza.» (Discurso del Método. VI). Del mismo modo <strong>en</strong> la referida Carta Prefacio<br />

se insiste <strong>en</strong> que si bi<strong>en</strong> es objeto de la Filosofía es el estudio de la Sabiduría, ti<strong>en</strong>e esta<br />

una finalidad que revierte inmediatam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el bi<strong>en</strong>estar humano «por sabiduría no<br />

sólo hemos de <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der la prud<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> el obrar, sino un perfecto conocimi<strong>en</strong>to de<br />

cuanto el hombre puede conocer bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> relación con la conducta que debe adoptar <strong>en</strong> la<br />

10


vida, bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> relación con la conservación de la salud o con la inv<strong>en</strong>ción de todas la<br />

artes (...).» (Principios de Filosofía. Carta-Prefacio 17 ).<br />

Descartes emplea el adjetivo «útil» referido a la Filosofía. En diversos lugares,<br />

insiste <strong>en</strong> que la Filosofía ha de ser útil y lo ha de ser para el hombre <strong>en</strong> este mundo y <strong>en</strong><br />

esta vida ¿De dónde surge esta urg<strong>en</strong>cia por hacer una filosofía útil? Quizás la clave la<br />

<strong>en</strong>contremos <strong>en</strong> el inicio del Discurso del método, pues es <strong>en</strong> esta obra donde se insiste<br />

<strong>en</strong> la necesidad de una reforma del saber que sólo puede ser hecha como reforma del<br />

método que permite constituirlo. El conjunto de los saberes no parte ahora el theorein<br />

aristotélico, o no al m<strong>en</strong>os <strong>en</strong> su acepción más escolástica, sino que se ori<strong>en</strong>ta por un<br />

interés claram<strong>en</strong>te práctico ori<strong>en</strong>tado al dominio de la naturaleza. De ahí que la reforma<br />

del saber que implica la discusión <strong>metodo</strong>lógica no sea m<strong>en</strong>os una reforma de la propia<br />

constitución del saber y, con ello, implique necesariam<strong>en</strong>te una reforma de la formación<br />

de este hombre cartesiano que no se cont<strong>en</strong>ta con contemplar el mundo, sino que quiere<br />

poseerlo y dominarlo <strong>en</strong> b<strong>en</strong>eficio suyo.<br />

En un texto que no vio la luz <strong>en</strong> vida del autor, las famosas Regulae que sin duda<br />

influyeron sobre la redacción del Discurso del método, <strong>en</strong>contramos una serie de<br />

reflexiones <strong>en</strong> torno a la formación. Descartes señala <strong>en</strong> ese mismo texto que no se<br />

conoce sin más, el deseo que Aristóteles situaba <strong>en</strong> todos los hombre debe ser<br />

conducido <strong>en</strong> tanto que manifestación de esa voluntad todopoderosa <strong>en</strong> la que el propio<br />

Descartes no duda <strong>en</strong> situar los extravíos del <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to. De otra manera, el método<br />

ha de ser <strong>en</strong>señado para su correcta aplicación y con el fin de alcanzar un conocimi<strong>en</strong>to<br />

que sobrepasa los límites de la contemplación aristotélica.<br />

La Regla I constituye una afirmación programática dirigida claram<strong>en</strong>te contra el<br />

concepto de método que elabora Aristóteles <strong>en</strong> Analitica Posteriora; la sabiduría<br />

humana, nos dice Descartes, «permanece siempre una y la misma, aunque aplicada a<br />

difer<strong>en</strong>tes objetos (...), se ha de estar conv<strong>en</strong>cido que, de tal modo las ci<strong>en</strong>cias están<br />

todas <strong>en</strong>lazadas <strong>en</strong>tre sí, que es mucho más fácil apr<strong>en</strong>der todas juntas a la vez, que<br />

separar una de las otras.» de ahí que, tal como reza el título que <strong>en</strong>cabeza la Regla I «El<br />

fin de los estudios debe ser la dirección del espíritu (...)». No se apr<strong>en</strong>de, pues, sino para<br />

dirigir el espíritu. El apr<strong>en</strong>dizaje del método supone, a la luz de lo señalado por<br />

Descartes, un ejercicio de libertad, pues es una determinación de la voluntad como<br />

muestra el estilo personal y autobiográfico que aparece <strong>en</strong> el Discurso del Método. Sin<br />

17 R. DESCARTES, Los principios de la filosofía, Madrid, Alianza, 1995.<br />

11


embargo, la relación con el proceso formativo es ambigua, pues por un lado está la<br />

necesidad de revisar el conjunto del saber y la necesidad de proponer un método, tarea<br />

que asigna claram<strong>en</strong>te al filósofo y, por otra parte está el modo de formar, tarea que<br />

asigna al preceptor. El hombre cartesiano es un individuo autónomo, pero la autonomía<br />

aparece solo <strong>en</strong> la edad adulta, no <strong>en</strong> la infancia. El escolar debe aplicarse al estudio tal<br />

como lo señala el preceptor, pero el adulto o, de manera más específica, el filósofo, es a<br />

qui<strong>en</strong> compete dudar. Dudar, poner <strong>en</strong> cuestión lo recibido, no es algo que esté al<br />

alcance de todo el mundo, de hecho, como señala <strong>en</strong> la segunda parte del Discurso del<br />

Método «Ya la mera resolución de deshacerse de todas las opiniones recibidas<br />

anteriorm<strong>en</strong>te no es un ejemplo que todos deban seguir». Así, la autonomía que<br />

manifiesta y que parece <strong>en</strong>carna su ideal de ser humano, la autonomía que supone una<br />

investigación guiada por la máxima de «no compr<strong>en</strong>der <strong>en</strong> mis juicios nada más que lo<br />

que se pres<strong>en</strong>tase tan clara y distintam<strong>en</strong>te» a su espíritu, tal como reza la primera de las<br />

reglas del método, contrasta con una concepción de la infancia y del preceptor bastante<br />

negativa. No hay una imag<strong>en</strong> de la educación como proceso que deba favorecer el<br />

espíritu crítico, ni hay una propuesta de cómo reformar las escuelas -esto último<br />

aparecerá <strong>en</strong> la Didáctica Magna de su contemporáneo Com<strong>en</strong>io- pero desde el<br />

mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong> que hay una idea acerca de cómo reformar el conjunto del saber, <strong>en</strong><br />

definitiva, a través de una determinada propuesta <strong>metodo</strong>lógica, hay también un interés<br />

<strong>en</strong> <strong>en</strong>señar ese mismo método. El método, pues, ti<strong>en</strong>e un carácter pedagógico intrínseco,<br />

pero ni se institucionaliza ni se hace una pedagogía del propio método. El método y lo<br />

que implica su puesta <strong>en</strong> práctica, según Descartes, compete a la edad adulta, no a la<br />

infancia. Como manifestación de la autonomía que caracteriza a esta edad implica una<br />

decisión voluntaria, <strong>en</strong> suma, una actitud crítica consci<strong>en</strong>te: «Yo mismo estoy<br />

persuadido de que si, <strong>en</strong> mi mocedad, me hubies<strong>en</strong> <strong>en</strong>señado todas las verdades cuyas<br />

demostraciones he buscado luego y no me hubiese costado trabajo alguno el<br />

apr<strong>en</strong>derlas, quizá no supiera hoy ninguna otra cosa, o por lo m<strong>en</strong>os nunca hubiera<br />

adquirido la costumbre y facilidad que creo t<strong>en</strong>er de <strong>en</strong>contrar otras nuevas conforme<br />

me aplico a buscarlas.» (Discurso del Método V). El método si supone la capacidad<br />

crítica y ti<strong>en</strong>e un valor personal es porque se aplica desde la más estricta autonomía,<br />

como dirá <strong>en</strong> Discurso del Método II «mis designios no han sido nunca otros que tratar<br />

de reformar mis propios p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos y edificar sobre un terr<strong>en</strong>o que me pert<strong>en</strong>ece a mí<br />

solo.». En consecu<strong>en</strong>cia, una cuestión propia de la edad adulta, pues solo <strong>en</strong> la edad<br />

adulta el hombre es dueño de sí y puede llegar a ser autónomo.<br />

12


La reforma de la escuela no parece una preocupación <strong>en</strong> la obra de Descartes,<br />

pese a que existan refer<strong>en</strong>cias a la escuela y la <strong>en</strong>señanza bastante ambival<strong>en</strong>tes. Por<br />

una parte se señala la importancia de recibir un cuerpo de conocimi<strong>en</strong>tos, mi<strong>en</strong>tras que<br />

por otra parte se alude a su misma debilidad, son dos líneas que <strong>en</strong>contramos a lo largo<br />

de las Regulae o <strong>en</strong> los primeros capítulos del Discurso del método. La reforma del<br />

conjunto del saber que se ilustra mediante la metáfora de la ciudad y que aparece al<br />

inicio de la segunda parte del Discurso del Método es la preocupación c<strong>en</strong>tral de<br />

Descartes. Si bi<strong>en</strong> la medicina está clara: el método, no deja de ser un tanto paradójico<br />

que este método no deba ser <strong>en</strong>señado sistemáticam<strong>en</strong>te, máxime cuando se hace una<br />

afirmación acerca de la capacidad universal del bon s<strong>en</strong>s para captar la verdad. ¿Por qué<br />

no <strong>en</strong>señarlo <strong>en</strong> las escuelas? ¿Por qué no fom<strong>en</strong>tar la autonomía del libre exam<strong>en</strong> desde<br />

el principio? Si se niega la posibilidad de un cuerpo de conocimi<strong>en</strong>tos sólido que se ha<br />

recibido, o se rechaza la tradición <strong>en</strong>ciclopedista de Alsted o Com<strong>en</strong>io 18 , ¿por qué no<br />

formar <strong>en</strong> el método a los propios alumnos para que constituyan el conjunto del saber<br />

firmem<strong>en</strong>te establecido? Hay un cierto elem<strong>en</strong>to de duda acerca de la viabilidad del<br />

método. Descartes habla de sí mismo y muestra los resultados que se despr<strong>en</strong>d<strong>en</strong> de lo<br />

que él considera un método adecuado de constituir conocimi<strong>en</strong>tos. Con ello, el<br />

conservadurismo pedagógico que puedan algunos ver no es sino la otra cara de una<br />

máxima prud<strong>en</strong>cial acerca de los efectos que su propia actitud pueda t<strong>en</strong>er <strong>en</strong> otros<br />

sujetos. Actitud prud<strong>en</strong>te que se suma a un medio no siempre favorable a las reformas<br />

tal como ilustra el caso Galileo del que Descartes no pudo sustraerse 19 . Así, <strong>en</strong> suma,<br />

puede decirse que la finalidad de la educación <strong>en</strong> el hombre cartesiano parte de la propia<br />

edad adulta y supone la asunción consci<strong>en</strong>te de la limitación y falibilidad del cuerpo de<br />

conocimi<strong>en</strong>tos recibidos junto con el int<strong>en</strong>to -que no recomi<strong>en</strong>da a todos- de buscar una<br />

salida airosa a la incertidumbre «para bi<strong>en</strong> dirigir la razón y buscar la verdad <strong>en</strong> las<br />

ci<strong>en</strong>cias» o, de otra manera y sigui<strong>en</strong>do el espíritu de los Principios de la Filosofía o las<br />

Pasiones del alma, procurarse la dicha 20 .<br />

Puede desearse conocerlo todo, pero no todo puede ser conocido. La voluntad es<br />

ilimitada, pero el <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to finito. El tema de las características naturales que posee<br />

el hombre para apr<strong>en</strong>der no es algo que Descartes pase por alto. En efecto, <strong>en</strong> las<br />

18 Cf. P. BURKE, Historia social del conocimi<strong>en</strong>to. De Gutemberg a Diderot, Barcelona, Paidós, 2002,<br />

pp.111 y ss.<br />

19 Cf. A. C. GRAYLING, Descartes. La vida de R<strong>en</strong>é Descartes y su lugar <strong>en</strong> su época, Val<strong>en</strong>cia, Pretextos,<br />

2007, pp. 207 y ss.<br />

20 P. GUENANCIA, op.cit.<br />

13


Regulae aborda la cuestión, de manera más concreta <strong>en</strong> la Regla VIII donde afirma que<br />

«nada es más útil aquí que investigar lo que es el humano conocimi<strong>en</strong>to y hasta dónde<br />

se exti<strong>en</strong>de» El método presupone una concepción de la naturaleza humana. Así, insistir<br />

sobre la necesidad de <strong>en</strong>umerar como señala <strong>en</strong> la Regla VII o el el Discurso del<br />

método, o apuntar a la imperfección de la percepción o al influjo desmesurado de la<br />

voluntad no es sino reconocer la falibilidad de las facultades humanas y tratar de poner<br />

remedio. Como se puede ver, el hombre cartesiano desea conocer con el <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to,<br />

no <strong>en</strong> vano reconoce que a esta facultad le compete el inteligir, pero el conocimi<strong>en</strong>to<br />

sólo puede darse <strong>en</strong> el ser humano como totalidad, necesariam<strong>en</strong>te debe coexistir con la<br />

imaginación, la percepción o la voluntad. Fr<strong>en</strong>te a la imag<strong>en</strong> de hombre escindido que<br />

anteriorm<strong>en</strong>te se señalaba, la práctica del conocer no puede sino obviar el referido<br />

mom<strong>en</strong>to analítico. El apr<strong>en</strong>dizaje involucra al hombre como totalidad, como unidad<br />

psicofísica. La fatiga, los <strong>en</strong>gaños de los s<strong>en</strong>tidos, la debilidad de la voluntad o de la<br />

memoria son dificultades que se experim<strong>en</strong>tan -Com<strong>en</strong>io, <strong>en</strong> su Prodromus pansophiae<br />

las t<strong>en</strong>drá bi<strong>en</strong> pres<strong>en</strong>tes-. Apr<strong>en</strong>de el hombre <strong>en</strong>tero y a este hombre está aplicado el<br />

método. El método supone, pues, una pedagogía <strong>en</strong> tanto que es un apr<strong>en</strong>der a p<strong>en</strong>sar<br />

ord<strong>en</strong>adam<strong>en</strong>te y a evitar, <strong>en</strong> consecu<strong>en</strong>cia, las posibles fu<strong>en</strong>tes de error. El educando<br />

apr<strong>en</strong>de someti<strong>en</strong>do su voluntad a las pautas del método, pero el método no es<br />

arbitrario. Surge, como ya se ha señalado, de la consideración de la propia naturaleza<br />

humana y del ord<strong>en</strong> necesario a seguir para alcanzar su finalidad, el conocimi<strong>en</strong>to.<br />

Conclusiones<br />

Ni la cuestión educativa puede sustraerse a la reforma del conjunto total del<br />

saber que pret<strong>en</strong>de el fundam<strong>en</strong>talismo epistemológico ni éste puede pres<strong>en</strong>tarse al<br />

marg<strong>en</strong> de las consideraciones acerca de la naturaleza humana y de su formación que se<br />

pon<strong>en</strong> de manifiesto desde la reflexión educativa. Así, como se pret<strong>en</strong>de haber<br />

mostrado, tanto Com<strong>en</strong>io como Descartes son partícipes de una misma problemática: la<br />

cuestión de fundam<strong>en</strong>tar o dar salida a una crisis multifactorial del saber. Y, además,<br />

puede añadirse que la respuesta a esta misma crisis es a través de un elem<strong>en</strong>to común: la<br />

necesidad de proveerse de un método seguro que permita constituir un conocimi<strong>en</strong>to<br />

sólido y útil. El método, <strong>en</strong> la Modernidad filosófica es el instrum<strong>en</strong>to del<br />

conocimi<strong>en</strong>to. Qui<strong>en</strong> ti<strong>en</strong>e un método está <strong>en</strong> disposición de hacer fr<strong>en</strong>te al error y la<br />

ignoracia. El saber, pues, resulta de la aplicación de un método de ahí que conocimi<strong>en</strong>to<br />

14


y método puedan ser <strong>en</strong> la práctica tomados casi como sinónimos. El método, o las<br />

diversas propuestas <strong>metodo</strong>lógicas no pued<strong>en</strong>, tal como se ha mostrado <strong>en</strong> las páginas<br />

preced<strong>en</strong>tes, sustraerse a la cuestión educativa. El método no solam<strong>en</strong>te provee así de<br />

conocimi<strong>en</strong>tos, sino que ti<strong>en</strong>e una función pedagógica, <strong>en</strong>seña a usar correctam<strong>en</strong>te el<br />

<strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> vistas a lo que puede ser considerado su fin que no es otro que<br />

conocer y sustraerse al error. El método, como instrum<strong>en</strong>to epistemológico ti<strong>en</strong>e valor<br />

no solam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la medida <strong>en</strong> que nos provee de conocimi<strong>en</strong>tos o nos <strong>en</strong>seña a<br />

adquirirlos sino también <strong>en</strong> la medida <strong>en</strong> que su no aplicación conlleva el error, es decir,<br />

lo opuesto del conocimi<strong>en</strong>to. Así una teoría del conocimi<strong>en</strong>to debe proveer no m<strong>en</strong>os de<br />

una teoría del error para poder dar cu<strong>en</strong>ta de aquellas ejecuciones que puedan<br />

considerarse como instancias del conocer y esto el método lo consigue por vía negativa,<br />

ya que su no aplicación conlleva al error o a <strong>en</strong>contrar el conocimi<strong>en</strong>to por casualidad.<br />

Este último elem<strong>en</strong>to es puesto también <strong>en</strong> cuar<strong>en</strong>t<strong>en</strong>a puesto que donde hay método no<br />

hay lugar para el azar. Tanto Com<strong>en</strong>io como Descartes, a la luz de lo ya dicho, podrían<br />

ser considerados partícipes de estas consideraciones a propósito del conocimi<strong>en</strong>to. De<br />

hecho es ésta la tesis que aquí se ha tratado de def<strong>en</strong>der. Sin embargo, si bi<strong>en</strong> ambos<br />

métodos compart<strong>en</strong> elem<strong>en</strong>tos comunes y se <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tan no m<strong>en</strong>os a la problemática<br />

formativa, las difer<strong>en</strong>cias son notorias tal como se ha pres<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> las dos secciones<br />

anteriores. El método <strong>en</strong> Com<strong>en</strong>io ti<strong>en</strong>e una función salvífica y ultraterr<strong>en</strong>a. Se trata de<br />

preparar el camino para la otra vida mediante la reforma de los asuntos humanos de<br />

ésta. La pansofía no separa lo humano de lo divino, todo es objeto del mismo método.<br />

Además se sirve de la escuela como lugar propio <strong>en</strong> el que desarrollarlo, la escuela es,<br />

como ya se ha señalado, «un taller de la humanidad», forma pues, hombres conforme a<br />

una determinada antropología cristiana y reformada. En cambio, para Descartes, hay<br />

una clara separación de los asuntos humanos y de los divinos. Descartes no es ni un<br />

reformador ni un autor reformado, sino un católico educado por los jesuitas 21 que<br />

somete su juicio <strong>en</strong> cuestiones dogmáticas a la autoridad de la Iglesia -no de la<br />

Escritura-. Por otra parte el objetivo de la aplicación del método, el conocimi<strong>en</strong>to, <strong>en</strong><br />

suma, es la vida terr<strong>en</strong>a, el facilitar y hacer gozosa la vida mediante el dominio de la<br />

naturaleza, sobre este último punto nunca se insistirá demasiado. En suma, el<br />

conocimi<strong>en</strong>to, para Descartes y a difer<strong>en</strong>cia de Com<strong>en</strong>io, es una actividad que se lleva a<br />

cabo fuera del ámbito académico o de la primera <strong>en</strong>señanza que no hace sino <strong>en</strong>turbiar<br />

21 Sobre la influ<strong>en</strong>cia de los jesuitas <strong>en</strong> Descartes cf. A.C. GRAYLING, op.cit.<br />

15


la luz natural. De lo que se trata es, <strong>en</strong> consecu<strong>en</strong>cia, de una decisión personal para la<br />

que no todos están capacitados, la de p<strong>en</strong>sar por uno mismo.<br />

Como puede verse, pese a los elem<strong>en</strong>tos comunes, las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre<br />

Descartes y Com<strong>en</strong>io son notorias, las consecu<strong>en</strong>cias no lo son m<strong>en</strong>os. El contrapunto<br />

com<strong>en</strong>iano permite vislumbrar una modernidad que podría haber sido y no fue. La<br />

Modernidad que ha triunfado ha sido la cartesiana, la que ha puesto como objeto del<br />

conocimi<strong>en</strong>to la estrategia del dominio de la naturaleza y la que ha primado el<br />

individualismo. Probablem<strong>en</strong>te no era la Modernidad que quería Descartes, pero estos<br />

han sido sus efectos. Mucho podría decirse al respecto. En bu<strong>en</strong>a medida una parte<br />

considerable de la filosofía del pasado siglo XX se ha preocupado de esta revisión de la<br />

modernidad y sus consecu<strong>en</strong>cias. La etiquetas «crisis de la modernidad» o<br />

«Posmodernidad» han llegado ya ha cansar. Sin embargo la modernidad todavía da qué<br />

p<strong>en</strong>sar, es un quehacer. Así, no queda otra que una bu<strong>en</strong>a anamnesis espiritual, es decir,<br />

remontarse al orig<strong>en</strong> de la <strong>en</strong>fermedad para tratar de compr<strong>en</strong>derla y averiguar si ti<strong>en</strong>e<br />

remedio o si su des<strong>en</strong>lace será fatal.<br />

16

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!