- Page 2 and 3: TENGO MUCHO QUE CONTARLE Cuentos pa
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- Page 10 and 11: Entrando en la iglesia designada aq
- Page 12 and 13: —Pero si hace mucho que… —mas
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- Page 16 and 17: enfermo tuviera en el campo todas l
- Page 18 and 19: villa, cuando su madre lo aferró p
- Page 20 and 21: AL VALOR CIVIL Llamando a los hombr
- Page 22 and 23: Ahora no se sentiría tan solo… n
- Page 24 and 25: —¡Suéltala! ¡Suéltala! —le
- Page 26 and 27: esta vez. De aquella sonrisa deduje
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- Page 30 and 31: Renzi se lo llevó con firmeza. Poc
- Page 32 and 33: —¡Al menos dos céntimos! Dios,
- Page 34 and 35: (mientras Marta duerme su acostumbr
- Page 38 and 39: ¡Vardi! ¡Era Cesare Vardi, mi vec
- Page 40 and 41: tomó de la inquietud general el co
- Page 42 and 43: Marta, plácida y compadeciéndolo
- Page 44 and 45: celdas a los otros cuatro clientes,
- Page 46 and 47: —¡Nada menos! —exclamó Mescia
- Page 48 and 49: Y se rio. (¡Otra hermosa frase, co
- Page 50 and 51: tuvo no pocas dificultades para lev
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- Page 58 and 59: —¡Eh, claro! —resopló Cosimin
- Page 60 and 61: también con tus hijos y con tu muj
- Page 62 and 63: LAS TRES QUERIDÍSIMAS Aquellas tre
- Page 64 and 65: con una gracia indescriptible, mir
- Page 66 and 67: Odetta: —¿Usted pretende obligar
- Page 68 and 69: Ahora el silencio, que parecía tem
- Page 70 and 71: ciertas naranjas, cuya mera visión
- Page 72 and 73: urlarse. —¡Pero si ahora el amo
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- Page 76 and 77: un compadre de su padre, un hombre
- Page 78 and 79: para morirse. Cuando el médico se
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- Page 82 and 83: —¡Por caridad, no me hable de é
- Page 84 and 85: —Espere… espere… esta capa ta
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prometido que pensaría en ella; pe
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Nocio Zàgara hacía aspavientos, c
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16 El término remite a una tonalid
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desde Comitini, y que se le debía
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sonriendo. —¡Dios, qué pequeño
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—Eh, vamos, para abrir el apetito
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otos, el vino derramado en el mante
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ecuperarla. Ahora la pelota se hab
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cambio… Se detuvo un momento. A l
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—¡Caramba… un gallo… qué su
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—¡Dorina, arriba! —llamó el c
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corría a abrir, pero viendo que Mi
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Micuccio extendió la mano para cog
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—¿Y si lanzara todas estas limas
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LA TINAJA Aquella cosecha había si
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desdén o tristeza radicados en su
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Y corrió a sujetar la tinaja, en c
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pero se contuvo; en cambio, la afer
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¿Acaso tenía ella que cepillar aq
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Incluso si lo dejaran libre, no ten
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—¡No, os lo juro! ¡Os juro que
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preguntar: —Fillicò… El aludid
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nada que ver con todo esto, el mal
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MIRANDO UN GRABADO Un camino escolt
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los conejillos. Tengo más de tresc
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huérfano, ciego, abandonado, solo
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quizás en la ciudad. Pero aquí es
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descanse, verás que se le pasará
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EL MIEDO DEL SUEÑO Los Florindos y
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—Ese sueño es mi cruz —les dec
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cuidadoso. Y los demás: —¡Claro
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grita en delirio por las calles:
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momento a otro tuviera que faltarle
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LA LIGA DISUELTA A la cafetería, d
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una vela… Se había casado con un
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cafetería el viejo marqués don Ni
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LA MUERTE Y LA VIVA La tartana, que
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en el muelle, para disfrutar del es
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los ojos, uno cerrado y el otro no,
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OTRA ALONDRA Luca Pelletta no hubie
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—¿Lo ves? ¡Soy un ciervo! —ex
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LLAMADA A LA OBLIGACIÓN Paolino Lo
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—Un hombre casado, que se aprovec
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¿Y ahora? Había llegado la noche.
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cara. —¿Usted, aquí? —Ya… m
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¡PIÉNSATELO, GIACOMINO! Hace tres
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Y entonces el profesor Toti toma un
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llanto que quisiera refrenar. Ninì
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suplica: —Profesor, profesor, ¿d
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estia: emerge el ladrón, el sinver
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—¡Por tanto! —concluyó de nue
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EN PRÁCTICAS Hacía una semana que
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menos diecinueve! Seguramente tampo
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calcio. Podéis imaginaros que el m
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mentón. Pensó que, una vez muerto
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¿Dónde había llegado? Tenía que
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comunicar la infausta noticia a la
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fruncido. Cuando, tres horas despu
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saben el jefe de estación y el tel
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quedado solo, muy viejo, en la mise
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de saludable despertar!) se encontr
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A menudo, aun ahora, permanecía la
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Tudina, como una tigresa, le había
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Y se retiró a su habitación. Más
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solo lo han visto, sino que él ha
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presidente. Fue hacia la mesa, todo
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PELOTITAS Veintiocho de agosto. ¡M
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oír, unos susurros que no podían
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Si después estallaba un destello e
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DOS CAMAS DOBLES En la primera visi
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puño de su camisa, con dos dedos,
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—¡Déjame hablar! ¿Cuándo te e
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encontraban en mejor estado de las
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EL VIAJE 232
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tierras quemadas por las azufreras
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su madre al lado, podía pensarse j
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precisamente para no tener que aver
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misma desde aquella lejanía y medi
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principio entre los vapores del hor
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LA LIBRETA ROJA Nisia. Pueblo grand
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visitas de cortesía, como paseos,
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Toda la noche, también cuando las
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los demás para saber cómo son las
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Observé que a menudo este pulgar s
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PUBERTAD El vestidito marinero ya n
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un encuentro por la calle, por ejem
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JUVENTUD Abandonada entre las almoh
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—¡Qué luna! —exclamó él tam
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Rompió el amanecer, al final. Ciel
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Las mismas reflexiones ocupaban las
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INCONSCIENTES En las blancas camas,
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La monja anciana que las escoltaba
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como aturdida por la desgracia. No
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primaveral. Tres días después, al
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mirarla, ¡y llovía! ¡Figurarse q
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producto indestructible. Usted mism
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una ternura angustiosa por su pobre
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cielo… —¿Al cielo? Y Mimì sal
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ella no se hubiera acordado de aque
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izado, voluminoso, bastante largo,
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—Kubela… (Enferma, traducía en
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FELICIDAD La vieja duquesa salió a
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—Por tanto no quiere verlo. ¿Qu
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la gravedad y de la santidad del ac
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NACE UN DÍA La palidez espectral d
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Curiosa, aquella mosca que vuela; c
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«VEXILLA REGIS…» ¿Había salid
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desde Alemania. —¿Para ella? ¡V
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decirme si residió allí algún pa
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propósito inamovible. Detrás de u
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momento. «¿La reconoceré?», se
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Él frunció más el ceño, asintie
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¡No lloro, no! Tú quieres creer q
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continuar viajando, enfermé, estuv
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—Lo sé —dijo Furri—. Pero la
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—¡Bien, Lauretta! Mira, si tenem
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—Lauretta… Lauretta… —llam
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doble, a un doble delito? Annibale
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qué diablita aquella Lillina! Echa
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Le empezó a molestar más que nunc
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había asistido, divirtiéndose. Cu
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Además, podían parecer una burla
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casa; aguzó el oído; miró, ensom
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sus ojos claros, agudos, y en la pa
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Dos veces más Clotildina le había
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La noche siguiente fueron, como dos
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Este, aturdido por la desgracia, mi
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—Está bien, se tienen que hacer,
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Se libró enseguida de muchísimas
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CANDELORA Nane Papa, con las manos
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Papa percibe la sensación (una sen
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aquella habitación blanca, Candelo
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sino de él. Es así. De hecho, sé
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pensaban en su padre o en su madre,
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nosotros». Sentí que aquella mira
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calendario? El que está colgado ce
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Ah, no hay peligro, para aquella ma
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ha comprometido con otro, no porque
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La otra iglesia, la nueva, pronto e
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Todos los carros que pasaban, a men
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LA ROSA I En la densa oscuridad de
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—Ah, mira por dónde… Sí, sí,
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—¿Es aquí? II Entre aquella gra
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volvía a reírse por nada. Para no
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—No, amor… Si, aquí, aquí con
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líneas y curvas vertiginosas. Se a
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—Sí, por caridad… ¡para usted
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POR SÍ MISMO Sus parientes seguram
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vivía, que necesitaba aprender a v
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olivos antiguos en la colina lo per
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Gracias a su padre, tenía que perm
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sonrojado; has defendido tu opinió
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Los dos hombres se miraron estupefa
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frecuentes? No parecía un dolor hu
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seis años, la pobrecita había sid
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¿Remedio alguno? Lo preguntó en n
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señal de vida, de tal manera que p
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comprendimos unos diez días despu
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ZUCCARELLO, MELODISTA DISTINGUIDO S
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vocecita y le ha bastado con ella p
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—No era mi intención ofenderlo,
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Roma, en un café-concierto de Roma
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madre, un amigo de todas las amigas
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su alrededor, perdida, envilecida,
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«TENGO MUCHO QUE CONTARLE…» La
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Con el sombrero en la cabeza, angus
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cuatro veces, para abordar, entre u
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para que cada vez uno estuviera deb
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tenía que quedarse en el cajón, q
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emanaba de una realidad no vivida o
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un asunto nuevo. Por eso, en el tre
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condiciones en los que cada uno nac
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EN EL HOTEL HA MUERTO ALGUIEN Cient
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mantenía en Sicilia a su vieja mad
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noche que ha pisado tierra. Ha muer
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BERECCHE Y LA GUERRA 68 I La cervec
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Ha actuado sin avisarnos. Y tenemos
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inmóviles árboles. ¿Cómo será,
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Otro dedo, y uno más, y otro: cada
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IV La guerra en familia. ¿Qué ocu
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levantada, después de la victoria
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—¡Vil, actúas así porque maña
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desorden, luego, con las manos en l
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—¡No, no! ¡Tienes que escupir
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incón acostumbrado, con las manita
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momento! ¡Pareces una marmota! El
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todo en el alma de los hijos de est
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Fongi, pidiéndole que guarde el se
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Berecche se ha caído. Está bocaba
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UNO DE MÁS Al verlo pasar, con aqu
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llenar. Pero ¿y si las niñas delg
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—¿Lo ves? Pero tu mamá ha estad
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Repetía mecánicamente la frase po
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ostro de mujer que se distendía po
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sintió de pronto casi derretido en
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hubiera tragado, o un vértigo me h
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desvanecerse. También la sombra de
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LUCILLA (Ahora que se ha peleado co
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muerte de su padre. ¡Sí, claro, p
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LOS PIES EN LA HIERBA Han ido a des
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de las alfombras. No queda huella d
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CINCI Un perro, ante una puerta cer
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apagado y, por encima de la colina
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verdad para su madre, enseguida lo
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al hacerlo, de nuevo el miedo, no d
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EFECTOS DE UN SUEÑO INTERRUMPIDO V
- Page 498 and 499:
numerosas ratas que la han invadido
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HAY ALGUIEN QUE RÍE Una voz serpen
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hecho demasiado caso, por ser mujer
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VISITA Cien veces le habré dicho q
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mujer como ella —hermosa, con los
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con dos dedos, pedacito por pedacit
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enseguida la gavilla ardió, queman
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con los pantalones en la mano, haci
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Apenas volvió a su casa, Gigi Vena
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—Tranquilo —le dijo Memmo—, d
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más lozanos de todo el campo; y se
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«Ah, es señal de que he muerto, s
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LA PRUEBA Os parecerá extraño que
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pequeño que se acercaba lentamente
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los cuales tanto se había identifi
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EL BUEN CORAZÓN Oh, además, vende
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hijos, sin contar con aquel primero
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Helen, ante aquella visión, sin al
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Pero no quiere perderla. Le contest
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LA SUERTE DE SER CABALLO El establo
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Más bien veamos tranquilamente ad
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UN DESAFÍO Tal vez Jacob Shwarb no
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cerraría un ojo también si adivin
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EL CLAVO El chico ha confesado que
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clavo; lo había recogido sin pensa
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LA SEÑORA FROLA Y EL SEÑOR PONZA,
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madre puede bastarle! Por otro lado
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libre!, murió y que esta mujer que
- Page 554 and 555:
mirada. Es culpa mía, la culpa es
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Sentado los miro, los escucho, y me
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LA AMIGA DE LAS ESPOSAS I A algunos
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—¿Irás esta noche? —Iré, no
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menos torpe, a cuidar de la casa y
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—¿Y si no le parecen bien nuestr
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agua bendita y el reclinatorio? —
- Page 568 and 569:
su rostro cuando Elena expresaba al
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—¡De Pia Tolosani! —¿Estás l
- Page 572 and 573:
los libros y los papeles, solo, sin
- Page 574 and 575:
parece que te empeñes en hacérmel
- Page 576 and 577:
vida? ¿Qué querrás hacer con tu
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—Mejor que escucharte a ti, se en
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Publica cuentos y variaciones senti
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—Se respira… —Qué contraste,
- Page 584 and 585:
LA ELECCIÓN Tan delgado como alto,
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observaciones de mi gris tutor y ce
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Sin embargo él tenía sus propias
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Y no podía ser de otra manera. Luc
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Enseguida ella le tapó la boca con
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grité: —¡La guerra! Permaneció
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había ocupado el cerebro: había c
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y sin embargo tan presente aquí, e
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acto que aumenta el honor de la pat
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