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Una tragedia irrumpió la tarde del 21 de mayo de 1925. La salud de profesor no era muy<br />
buena en esos días y repentinamente sufrió una ataque cardíaco en la universidad.<br />
Él falleció antes de poder regresar a casa.<br />
A la mañana siguiente Hachiko fue visto enfrente de la estación, esperando a su amo.<br />
Aguardó todo el día en vano. Al día siguiente estaba allí nuevamente y así sucedía día<br />
tras día. Los días se volvieron semanas, las semanas meses, los meses años y aún así,<br />
el perro iba cada mañana a la estación, esperaba el día entero y al llegar la hora de<br />
regreso de su amo, buscaba entre todos esos rostros extraños a áquel que amaba. No<br />
tenía en cuenta las condiciones climáticas, lluvia, sol, viento y nieve no impedían su<br />
diario peregrinar al encuentro de su amo, la lealtad hacia su amigo humano nunca<br />
pereció.<br />
La lealtad demostrada por Hachiko tuvo un<br />
extraordinario efecto entre los japoneses pobladores<br />
de Shibuya. Él se transformó en un héroe, la figura<br />
más amada del área.<br />
En el mes de abril de 1934 los bondadosos habitantes<br />
de Shibuya contrataron a Teru Ando, un famoso<br />
escultor japonés, para que realizara una estatua en<br />
honor a Hachiko. La estatua de bronce fue colocada<br />
enfrente de la estación, donde solía esperar Hachiko.<br />
Casi un año más tarde, el 7 de marzo de 1935 Hachiko<br />
falleció al pie de su propia estatua debido a su edad,<br />
pero eso no impidió que su historia y la estatua de Teru<br />
Ando se hicieran famosas por todo Japón. Hachiko<br />
acudio todos los dias, durante los diez años que<br />
sobrevivio a su dueño, a buscarlo entre la multitud en<br />
la estación.<br />
Escrito por: Cristobal Roselló