CLEMENCIA POVEDA Rodrigo Facundo, “Archipiélago - Aztlan o Timbuktu?” 2010 Joel Tjintjellar, Versus , 2013. Duane Michals “La muerte llega a la anciana”, 1976. 42
INVITADOS <strong>EFC</strong> <strong>2017</strong> Sin embargo, el fotógrafo no cae en el solipsismo de ver sólo su imagen y quedarse absorto en ella, perdido en una isla subjetiva, como un Narciso incapaz de salirse de su propia contemplación. La fotografía escapa del círculo del autoconocimiento al ser comunicable, al transmitir ese conocimiento que en un principio era subjetivo, pero que en el fondo es común, ya que refleja lo esencial de todo ser humano, refleja el espíritu de la vida misma. En este sentido, la obra fotográfica, incompleta si no hay espectador, se abre en una espiral al permitirse la enorme valentía de la comunicabilidad, al ceder, para bien o para mal, a los ojos críticos de terceros. En el taller de Clemencia Poveda se dio la oportunidad, al principio un tanto incómoda, de dejarnos ver a través de nuestras imágenes y de nuestros escritos, y de empezar a construirnos en el momento en el que permitimos de alguna manera nuestra propia destrucción. Cedemos, como un regalo, aquello que vimos en nosotros mismos y asistimos a su ocaso, para renacer de nuevo de los restos que la crítica de una excelente maestra dejó de nuestra obra. Clemencia Poveda nos invita entonces a unir opuestos, a realizar cosas que parecen tan contradictorias como expresar lo inefable. Entendemos, pues, la prevalencia del mensaje sobre la técnica, ya que los recursos simples logran a veces transmitir mejor lo más complejo, la sutileza de la imagen lleva la fuerte carga de un significado profundo, el dolor puede ser presentado con prudencia si lo acompaña la belleza. Fotografiar lo invisible es transitar en ese mundo oscuro de tensiones y encontrar en la cámara un resquicio por donde pueda colarse con suavidad un haz de luz. Y en ese cúmulo de aparentes contradicciones descubrimos, después de habernos topado varias veces entre las sombras, que el reconocimiento del otro que se ha dado en el taller hace parte inherente de ese autoconocimiento con el que iniciamos. Entender las otras miradas nos ayuda a construir la propia. Es en este tipo de encuentros con el otro que se produce también el maravilloso encuentro consigo mismo. Y así vamos girando para escapar de la linealidad del mundo, dibujando una espiral que implica construirnos como fotógrafos, al mismo tiempo que nos construimos como humanos. 43