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nuestra Semana Santa. Ahora, don Emilio Sánchez, el párroco cofrade que con<br />
ahínco construyó la Casa Parroquial dejando un dignísimo espacio para<br />
nuestra Hermandad, nos inciensa desde lo alto.<br />
Ese pálpito también corría por las venas de María Santísima de las Lágrimas,<br />
allá por San Juan, traspasando las Sindicales. Y por los costales recios y<br />
emeritenses de las Tres Caídas que otro buen sacerdote don Antonio Campos,<br />
había impulsado desde el Polígono Nueva Ciudad. Y así, se conformó la Nueva<br />
Semana Santa de Mérida.<br />
O así lo veía yo desde debajo de mi capirote.<br />
Y Juan Antonio Blanco Ramos cinceló a nuestra Virgen del Patrocinio. Y no hay<br />
palabras ante su mirada amorosa. Esa Virgen sin lágrimas, un instante,<br />
suspendido en el tiempo, antes de empezar a llorar.<br />
Y me vienen a la cabeza mis hijos Pablo y Rosario, y Pepe Romero, Juan<br />
Carvajal, José Antonio Llano, Isabel Justo, Inmaculada Herrero, Vito, Mario, en<br />
nombre de tantas mujeres y hombres emeritenses que, con vuestro trabajo,<br />
alzáis sus voces al cielo.<br />
Costaleros, capataces, vestidores y capellanes. Que Dios os lo pague. Bendita<br />
sea la madre que os parió.<br />
Y no se van de mi corazón Josemaría y Trinidad, Chema y Trini, a quienes<br />
tanto quiero, báculo, manto, arquitrabe de la Semana Santa. Aquí y allí nos<br />
veremos, hermanos.<br />
Y esta procesión del Pregón ya ha embocado su primer tramo, entre el alegre<br />
runrún de los pequeños nazarenos que siguen la estela luminosa de la Cruz de<br />
Guía y sus faroles.<br />
Y vamos sin miedo, amigos míos, siguiendo el itinerario del Papa Francisco:<br />
No temas al tiempo, nadie es eterno...No temas a las heridas, te hacen más<br />
fuerte...No temas al llanto, te limpia el alma...No temas a los retos, te hacen<br />
más ágil...No temas equivocarte, te hace más sabio y no le temas a la<br />
soledad, Dios está siempre contigo.<br />
Y detrás nuestra se escuchan, sones de banda. Palabras de amor:<br />
Te están alumbrando los cirios,<br />
Y el paso parece como que rueda.<br />
Puede que la luz no pueda<br />
librar del incienso su brillo.<br />
Qué sudoroso y sencillo<br />
te pones a mediodía,<br />
Dios de esta dura porfía<br />
de estar sin pausa creando,<br />
y verte necesitando<br />
del hombre más cada día.<br />
Quien diga que Dios ha muerto<br />
que salga a la luz y vea<br />
si el mundo es o no tarea
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